Jump to content

El Guardián del Lago


Mael Blackfyre
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Coloqué mis brazos por detrás de mi espalda, mientras la voz del joven Thomas invadía aquel sitio y rompía con la tranquilidad de la universidad. Por aquella misma razón habíamos decidido alejarnos de la mansión Gryffindor, porque necesitabamos ése espacio para poder charlar, yo sabía lo mucho que le servía a mi hijo de apoyo, como lo era él, por eso le preguntaba aquello y por lo que había visto en sus ojos.

A medida que iba respondiendo mis preguntas, y se extendía un poco de más, sonreí ante lo del feliz cumpleaños. ¿Cómo no iba a felicitarlo? Sonrei y le dirigí una leve reverencia con la cabeza. Nombraba lo de la guerra entre los bandos e inconscientemente negué con la cabeza. Estaba tan claro como el agua que nadie allí conocía la guerra entre Uzza y Arcanos. Ninguno tenía idea de todo lo que había tenido que hacer para que éstos no se enfrentaran allí. De hecho era una pelea peor que lo que pasaba entre la Orden y la Marca.

Me alegra ver que realmente avanzas, hijo. A pesar de todo lo sucedido, estoy seguro que Elo y Mei podrán entender lo que pasó. Aunque prefiero saber que podremos conservar el secreto un tiempo más. Deja que todo se enfríe. Déjame corroborar que no hayan ocurrido cosas peores —llevé mis dedos hacia su cabello, aún no me acostumbraba a verlo pelirrojo. Elros había nacido rubio, y no sabía si realmente había sido así por el viaje al pasado de Thomas Elros. Había sido un cambio mínimo, pero habían transcurrido otros detalles. Le dirigí una sonrisa y me acomodé en mi sitio—. Por eso quería aprovechar para darte tu regalo ahora.

Le trasmití una sonrisa más. Era un regalo de verdad. En parte porque no podía dedicarle el tiempo como padre que se merecía. La Orden del Fénix, Hogwarts, la Universidad, Annick y el resto de mis familiares me llevaban demasiado tiempo, asi que tenía que ingeniármelas como podía. Carraspée mi voz, esperando que a Thomas le agradara. Estaba seguro que si, porque lo ayudaría demasiado. Esperaba que fuera igual que lo era Tanis para mi.

¿Brahms? Aquí, muchacho. Eso es.

Llamé al Elfo con el que anteriormente había tenido una reunión. Los Elfos de la Mansión Gryffindor lo habían mantenido bien en secreto. El Ministerio llevaba un riguroso seguimiento de los servidores de la familia, pero no era que lo escondíamos por eso, sino porque queríamos entregárselo a Thomas. El elfo había aceptado y nos ayudaría en realidad a Annick y a mi.

"Debemos tenerlo seguro. Debemos saber que no descuidará su postura. Te necesitamos, Brahms y más que una orden, necesitamos que lo tomes como un trabajo. Servirás a Thomas como si fuera su elfo, practicamente será tu amo. Pero necesitamos que tus ojos sean los nuestros. ¿Si? No queremos que lo traiciones, no te pediremos que nos cuentes todo, solamente queremos saber que él va a estar bien"

Aquel encuentro con Annick y Brahms había sido corto. El Elfo con tal de ser parte de una familia y servirle a un mago, había aceptado rápidamente. Sabíamos que los dos serían compinches, sabíamos que se complotarían y sabía muy bien que Brahms tal vez había detalles que no me contaría de la vida de Thomas. Pero no quería saber todo lo que hacía, sino como le había pedido, solamente quería saber que se encontraba bien. Brahms se convertía en una criatura que conocia la historia de mi hijo en detalle. Se la había contado para que éste supiera hacer su contacto.

Como había pedido al elfo que no le dijera nada, se lo había ordenado, éste no podría revelarle nada a Elros. Y en cuanto a los recuerdos en mi cabeza, no había peligro alguno. Desde que había aprendido Oclumancia en la Universidad, o mejor dicho, la había perfeccionado, no tenía miedo de que invadieran mi cabeza o quisieran quitarme la información. No se encontrarían con ello. Había aprendido a eludirlo.

Brahms, él es Thomas Elros, mi hijo. Hijo, él es Brahms, tu regalo de cumpleaños, tu nuevo elfo doméstico. No sé que piensen ustedes, pero esroy seguro que les gustará estar juntos.

 

@@Thomas E. Gryffindor

|| 1yqixEK.gif || Marca-1.gif.664cbd85ef4de2f10b959916cce5||
Chw3Ljs.png
GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 4 semanas más tarde...

Alzó su mirada al firmamento y noto el pasar del tiempo, era como si mismo girar de las ruedas de los engranajes no funcionara y ello le preocupo un poco, su determinación le indico que debería marcharse y evocar en una zona más neutral una conversación con cierto personaje académico, por tal motivo comienza a caminar y seguir lo que el destino le preparará, pero por suerte en su ropaje había guardado la velapluma que alguna vez había comprado y en ese momento la utilizo.

 

-Sr. @ , creo que no hemos tenido la oportunidad de conversar respecto a lo que sucede en este lugar, ya que me encuentro intrigado cada vez que escucho una noticia que llega a mi lugar de trabajo, por lo que me gustaría poder establecer una conversación.

 

Pensó un poco y ordeno a su objeto borrar todo el mensaje.

 

-Estimado Sr. Gryffindor, por medio de este comunicado le solicito en la brevedad posible reunirse de una forma informal con mi persona, ya que el asunto que le deseo tratar es sobre la Oficina del Ministro y SAW, en particular sobre cierto expediente que me llama muy fuerte la atención, pero le repito deseo que la misma se mantenga en sumo secreto, ya que no deseo que tercero metas sus oídos en la misma, por ello le pido verme en El Guardián del lago, creo que allí será el lugar indicado.

 

Bajo la mirada y se detuvo, negando con la cabeza, por lo que nuevamente ordeno borrar el mensaje.

 

-Estimado y apreciado Sr. Gryffindor, le solicito humildemente que por favor nos encontremos en la brevedad posible en el Guardián del lago, dado que temo por seguridad, pero no puedo revelar mucha información.

 

Y de la nada mando ese comunicación, ya que deseaba que lo recibiría de forma anónima, ya que dicho empleado ministerial deseaba verle, conocerle y saber si el temor de su inseguridad sería capaz de sacarlo de su lugar de trabajo, luego el mismo se inventaría un pretexto por el motivo de su citación, ya que curiosamente olvido firmar el mensaje, siendo el mismo lo último que le había dictado su objeto mágico. Pero como dictaba en la carta, le espero en el Guardián del lago.

7VZGWBY.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Poco a poco, tras los segundos transcurrían, sabía muy bien que Brahms y Thomas se llevarían mejor. La escena de Annick y yo hablando con el elfo sobre la seguridad de mi hijo me tranquilizaba. Los conocía muy bien para darme cuenta que tarde o temprano, ambos serian fieles el uno al otro y podría llegar a salir de una manera que no me esperaba. A veces los elfos confundian ser servidores a un mago a esconder sus secretos, pero ya me había prometido que cuidaría de mi hijo y eso me dejaba tranquilo.

 

La noche pasaba lentamente y a cada minuto el cielo se oscurecía más. Las estrellas titilaban más fuertes y las lechuzas salían a cazar un rato, siendo acompañadas por otras criaturas que no se dejaban ver por los magos. La orilla del lago producía un ruido agradable, aunque podía jurar que en el centro del agua negra, se movía algo. Ignoré todo eso, sabiendo que me quedaban pocos minutos con mi hijo. Justo ante de proponerle a mi hijo de irnos, un pequeño fogonazo de luz, lanzó un papel que llegó levitando a mis manos. Leí el titulo: "Estimado y apreciado Sr. Gryffindor". ¿Quién era y que quería a ésa hora?

 

Solicito... nos encontremos... en el guardían... por seguridad. ¿Qué demonios es ésto? —aquella carta hizo que mirara en todas las direcciones. No me agradaba la idea de recibir una carta de un anonimo sin siquiera saber qué era lo que no me quería decir. Cualquier persona que me conociera sabría que si quería encontrarse conmigo, minimamente, tenía que al menor decirme qué queria. Y si no quería expresarlo en una carta por temor a que otro lo leyera, deberia al menos presentarse él. Me recorrió un escalofrío y algo no me gustaba, asi que prefería no quedarme a averiguarme—. Brahms, gracias por tu servicio, regresa a la Gryffindor. Nosotros nos vamos de aquí.

 

Sabía que Thomas no tendría problema, asi que mientras el elfo desaparecía tras una estela de niebla, tomé por un brazo a Thomas y con el otro invoqué un Fulgura Nox. Aquellos poderes Uzza ya formaban parte de mi, asi que agradecía en tenerlos. Avancé con mi hijo por aquel portal, mientras tiraba el pedazo de pergamino hecho una pelotita sobre el cesped. Cruzamos el portal que había materializado, aquel Haz de la Noche, y ambos desaparecimos, en el momento justo que la brisa disipaba la niebla y el portal se cerraba llevándonos a la Gryffindor.

|| 1yqixEK.gif || Marca-1.gif.664cbd85ef4de2f10b959916cce5||
Chw3Ljs.png
GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Fue una lástima que no viniera.

 

Su cuerpo cae abruptamente al suelo y por el brillo de la luna llena, se comenzó a transformar en su ser más salvaje, por lo que colmillo y garras cubrió esa apariencia dócil, la oscuridad que emanaba en ese lugar comenzó a perforar la magia arcana, pero era muy débil su poder para corromper ese lugar tan poderoso, pero su mirada lo único que contemplo fue el horizonte. Y no hizo esperar su aullido y luego de este a dirigirse a la profundidad de las sombras, entre la maleza y los bosques.

 

A cada segundo su cola se movía en son a su cuerpo, las patas traseras levantaban algo de polvo a su paso, mientras que este se alejaba, la salivaba que emanaba de su lengua iba contra su propio cuerpo, cuando la introducía en su hocico, esta era encarcelada por lo que pareciera filosos barrotes y un aroma tan abismal que perturba. La cadenas de la moralidad no era algo por lo que pasaba por su ser, fue así que un flashback le vino a su mente.

 

-La magia de este lugar es antigua y debe ser cierto los rumores, lastimosamente así como las torres se edifican y se piensa que son eternas, ante la mínima debilidad caerán.

 

Murmuro, mientras que se dirigía a donde había citado a @ , conociendo de antemano que no pudiera asistir, era un rumor que era un miembro de la Orden del Fénix, algo que el mago deseaba averiguar y deseaba tenderle una trampa, se encontraba en asecho, no por orden de la oscuridad, dado que era algo personal, este deseaba terminar los cabos sueltos que se le había creado en su trabajo.

 

-Lastimosamente, es luna llena, y si no me doy prisa, es posible que acabe con quien deseo obtener la información. Pero ya veré como se presentan los hechos, mientras tanto aprovecharé que el clima oculta mi fuente de poder, o demencia.

 

Suelta una risa y baja su mirada, terminando así el flashback.

7VZGWBY.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 6 meses más tarde...

El muchacho ojimiel esta satisfecho con la elección que hizo hace un año...postularse al Departamento Ministerial más interesante y que demanda más conocimiento mágico: El Departamento de Misterios. Es en este donde se llevan a cabo las más difíciles, peligrosas y secretas investigaciones del Ministerio Mágico. A los inefables se les conoce por ser sumamente celosos de lo que tienen bajo la lupa, guardándose estos solo para sí, llegando incluso a ocultarlos de sus propios compañeros cuando lo consideran pertinente.

 

 

Hasta el momento, ha logrado afrontar los desafíos de su labor como inefable, pero a este momento, se ha sucitado un caso al que no puede atender sin la experiencia y el saber que poseen los arcanos, así que el muchacho peliverde se dirige a buscar a estos grandes y poderosos magos.

 

 

Según le han comentado, estos seres longevos, poderosos y legendarios, encontraron su lugar dentro del Ateneo e inclusive han creado increíbles atracciones para demostrar su gran poder. Le hablaron del Guardián del Lago, sitio para intentar tener un encuentro con los Arcanos.

 

 

Con determinación se vistió con botas de piel negra de dragón, pantalón de mezclilla negro, camisa verde esmeralda de manga larga, y cubriendo lo, capa negra con botonadura de plata, lleva sus escasos colgantes y anillos con los que se ha vinculado a los libros de hechizos, le hace falta llegar a tener el nivel mágico requerido para aspirar a una habilidad, pero esto no le corre prisa, aún es muy joven: 16 años casi 17, por lo que esta pensando bien sobre cual elegir.

 

 

Por ahora se marcha a la Universidad e indagando aquí y allá, logra enterarse de la ubicación de "El Guardián del Lago" encamina sus pasos hacia él, una montaña mitad hombre con diez metros de altura. Por lo que el muchacho logra verlo con facilidad. El gigante de roca tiene en sus manos un jarrón y de el cae una cascada de agua, se le ve barba en su rostro rígido pero tiene una expresión apacible.

 

Al muchacho mucho le agrada ver árboles frutales a los pies de este admirable hombre de piedra, también hay arbustos con flores exóticas que el inefable no ha visto antes pero son dignas de admirar tanto como las enredaderas. El lugar es una maravilla y se pregunta el muchacho si será su día de suerte y pueda encontrar al Arcano llamado @Baléyr por el que ha ido a este lugar hasta antes de este día, desconocido para Antoni Ryvak Dracony, empleado del Ministerio Mágico y mago de apetito por los libros y el saber mágico.

                  Picsart-22-02-23-05-13-30-507.jpg  

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 1 año más tarde...

Aquella especie de tormenta de verano no fue suficiente para mantener a Sauda metida en su modesto hogar en el Ateneo. Estaba cansada de estar allí; prefería pasear por el bosque, intuir aquellos primitivos pensamientos que llevaban a las criaturas mágicas y no mágicas a actuar de una determinada forma. Adoraba sentarse al pie de un manzano hasta que éste, voluntariamente, le cedía uno de sus frutos mientras las ardillas se acumulaban a su alrededor, curiosas y juguetonas. Incluso le gustaba pasar ratos con el clabbert que merodeaba por su casa, siempre intentando quitarle el pañuelo que solía llevar en la cabeza y robando algo de comida que, sin que él lo supiera, Sauda había dejado en el alfeizar de la ventana adrede para él.

 

Sin embargo, aquel día no había querido visitar el bosque. Hacía mucho que no visitaba al Guardián del Lago, y algo le decía que debía hacerlo. O mejor dicho, a lo que se escondía bajo él. En el fondo eso la hacía sentir culpable, pues quizás algún alumno había visitado el lugar y no había hallado lo que buscaba al no tener orientación. Aunque sus compañeros arcanos sí habrían visitado el lugar... ¿o estarían tan metidos en sus propias investigaciones como ella misma?

 

Salió de debajo de un frondoso árbol y permitió que la lluvia le cayera de lleno. Lo peor de la tormenta ya había pasado y lo único que quedaba de ésta era una fina lluvia que apaciguó por completo el desasosiego que sentía la africana desde el comienzo del día y cuyo motivo aún no había conseguido encontrar. Quizás simplemente se sentía vieja aunque sus poderes la hicieran lucir como una joven treintañera de piel tersa y suave, sin arrugas y marcas variadas. Su auténtica edad solo se reflejaba en su mirada, sabia y cansada a partes iguales. Se apoyó en su vara de cristal, que parecía opaca y rojiza como las rocas de su tierra natal, y se detuvo frente al coloso de piedra durante unos segundos.

 

Y luego, continuó hacia el interior por uno de los accesos. Se sintió acalorada de repente, en cuanto la lluvia dejó de golpear su tostada piel, pero siguió avanzando para entrar en una de las primeras salas que los arcanos habían habilitado, al aceptar el contrato con la Universidad Mágica, pero todos los estudiantes e investigadores que quisieran profundizar en las más antiguas ramas de la magia. Todo estaba en orden, con una iluminación perfecta a pesar de estar en el subterráneo. Pero seguía sintiéndose intranquila.

 

Salió de aquella estancia para entrar en una un poco más grande, donde había códices antiquísimos. Y entonces se percató de que su intranquilidad iba en aumento. Se acercó hasta una de las estanterías del fondo. Pero la estantería no estaba. Y los códices tampoco. Se le olvidó respirar por un instante mientras sus ojos oscuros buscaban una explicación alrededor. Pero no la había.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En general los arcanos estaban rodeados por un halo de misterio y misticismo únicos en la comunidad mágica, pero Lawan entre los suyos era especialmente reconocido como ermitaño al no salir mucho de sus humildes aposentos. Sin embargo, alguna que otra vez salía al Guardián del Lago, siendo la última, cuando había llevado a su alumna a buscar una seta mágica que la regresara a la normalidad, misión que había sido un fracaso.

 

Pero en los últimos días el vampiro se encontraba pensativo por lo que en vez de quedarse fuera viendo como las aguas caían en forma de cascada del jarrón del gigante, se había decidido a entrar en las instalaciones secretas. No para ponerse a investigar o leer, sino para visitar la hermosa cueva cuyas aguas se tornaban de un color azul-verdoso y podían encontrarse unos seres inigualables: serpientes acuáticas.

 

Para él, aquellas eran como las musas de entre las serpientes, tenían una gracilidad única que no tenían sus compañeras de tierra y unos colores vibrantes. En especial su favorita, una sumamente delgada de un color lila y ocre, parecía que danzara en las aguas del lago.

 

Había sumergido sus piernas en el agua fría mientras mantenía una tranquila plática con sus hermanas marinas sobre temas filosóficos. Quizá, era lo que necesitaba para apaciguar el estrés que había tenido en el último tiempo y así poder retomar su trabajo en la universidad con tranquilidad.

 

Cuando sintió sus inquietudes mermadas, Lawan salió del lago sin importarle que hubiera mojado parte de su Áo dài. Acariciando su anillo con el dedo pulgar de su mano pensó en que debería continuar con aquella investigación que había abandonado hace tanto tiempo por sus problemas personales. Ya que estaba allí, podría aprovechar para consultar unos cuantos códices.

 

Llegando a una de las salas más grandes de aquella especie de templo subterráneo, no pasó desapercibida para él la presencia de Aailiah Sauda.

 

—Buenos días –le dijo cortésmente a la tanzana mientras avanzaba por el lugar.

 

Pero sus calculadores ojos se dieron cuenta al momento de la faltante. Si bien tenía tiempo de no haber pasado por allí, conocía el lugar muy bien y su memoria visual era bastante precisa. Prestando más atención, comenzó a sentir con su naturaleza vampírica, la baja respiración de la arcana que luego pasaba a un ritmo rápido, casi taquicárdico. Abrió los ojos como platos y la miró como esperando respuestas.

 

—Sauda, no necesito entrar en tu mente para ver la desesperación que traes. ¿Qué ha pasado? –hace un momento de silencio para replantear su pregunta- Más bien… ¿Sabes quién ha hecho esto?

 

Y esperaba que sí, más que nada porque si no… Tendrían que ir a buscar al resto.

4PYLzDA.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El Augurey lloraba en el exterior. Sajag abrió los ojos y vio que la luz era mortecina. No era de noche; una tormenta de verano sacudía los terrenos colindantes y la luz no abundaba. Aunque el Arcano de Videncia sabía que en breve luciría el sol, le dio pereza levantarse del camastro que había en su cuarto y giró sobre su cuerpo para quedar situado hacia el ventanal, contemplando aquel paisaje grisáceo tan típico de aquella ciudad. Por muchos años que llevara en aquel Ateneo, el Arcano de Videncia extrañaba la luz de su India Natal, los colores vivos, brillantes, la vida que rezumaba en todas partes... Londres era una ciudad apática.

 

El Augurey lloraba. El Arcano frunció el ceño. Al poner los pies en el suelo para levantarse, tuvo una visión de las estanterías vacías. Ni un sólo libro quedaba en ellas. Las serpientes rondaban en el lugar que había valiosos códices no como avariciosos ladrones sino como buscadores de la verdad, tan sorprendidas como él de la ausencia del Saber que se encerraban en aquel protegido lugar. Una anciana de piel oscura temblaba, no por los ofidios sino por el robo.

 

Sajag parpadeó y la visión desapareció. Sus libros estaban donde siempre, en la pared que iba de arriba a abajo. Si faltaba alguno sería porque él los había movido la noche anterior para alguna consulta tardía. El Arcano sabía a quienes había visto: a los compañeros Arcanos que habían descubierto el origen del desasosiego que les había invadido, a todos y a cada uno, desde que el día había florecido. El Arcano se vistió con paciencia, con un traje amarillo azafrán de ribetes rojizos y unas sandalias sencillas. A pesar de la fina lluvia que aún quedaba, no duraría mucho y el calor volvería al lugar.

 

No tardó en llegar ante la zona que el Guardián del Lago protegía con su mirada. Le vio en el suelo, destruido, el agua manando rojiza y esparciéndose por el suelo, ahora que no tenían fuente que la recogiera; los árboles frutales aparecían desgajados, falleciendo con sus raíces al aire. Sajag respiró con fuerza para intentar controlarse. Si algo odiaba era que destrozaran los árboles, los espíritus de la vida que proporcionaban el aire para los seres no sobrevivirían sin ellos. Al parpadear, todo volvió a su lugar y el Arcano frunció el ceño. ¿Era una visión de antes o de después de aquella reunión que iba a sobrevenir?

 

Caminó despacio para no asustar a los dos compañeros que estaban al final, dentro de aquellos pasillos del laberinto interior, sabiendo que habría ruina en algún momento de su vida. Era duro ser el Arcano de la Videncia.

 

- Sauda... Lawan... - dijo, a modo de saludo. Sabía que no iba a importunarles porque todos se reconocían en el lugar sagrado donde se encontraban. - Vi que nos reuníamos aquí y la preocupación que sentíamos así que vine.

 

El Ver no era un problema para él. Lo grave era lo que no veía en aquel momento. Lo que se escondía de su Visión era lo preocupante.

m1Q3ONE.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Akku dormitaba tranquilamente pues gracias a su pequeño artefacto climático la tormenta no le había afectado. En lo breve de su parque caía una suave nieve blancuzca que se asemejaba al azúcar que media hora más tarde echaría dentro de un vaso con leche tibia mientras refregaba un arrugado y cansado párpado esquivando a las enormes bestias que vivían con ella; los malamutes se alegraban tanto al verla aunque durmiesen a los pies de su cama como si no le hubiesen visto en siglos. Las animales resultaban ser siempre los seres más puros del mundo entero, la Arcano los prefería un millón de veces por sobre las personas.

 

Arrastraba los pies rumbo a la sala abarrotada en pieles, las brasas chisporroteaban en la chimenea por lo que tuvo que tomarse un momento, colocar un poco más de leña reseca y atizar el poco calor que emergía hasta que volviese a transformarse en un fuego cálido y ameno. Tomó asiento hundiendo su pequeño cuerpo entre pieles de osos salvajes sorbiendo un poco de leche mientras tarareaba la melodía del silencio, a metros de su cerca el cielo parecía caerse más la paz reinaba de la puerta hacia adentro y aquello era lo que verdaderamente importaba hasta que alguien decidía perturbarla.

 

Nadie había golpeado su puerta, no había ingresado una sola lechuza por el ventanal para traerle el sobre sellado con el lacre de Hogwarts y sus benditos Directores sino que se trató de algo mucho más profundo. Resultaba casi imposible que un Arcano se viese confundido, ahogado o preocupado puesto que ellos eran un cerrado grupo enlazado; cada habilidad en ciertos aspectos se encontraba eslabonada con otra, la conexión era fuerte así que en ese momento no sería la única en sentirse enferma. Con el espíritu de un animal Suluk era sumamente sensible a cualquier cambio por más minúscu.lo que fuese.

 

Poco tardó en ataviar su esbelta figura anciana bajo capas de pieles estilo Inuit ocultando gran parte de su canoso cabello con una gruesa y pesada capucha de oso, enfundando sus pies callosos en botas de montaña y afianzando una mano fuerte y curtida a un callado con terminaciones de fauces caninas, feroces fauces de lobo. Un minuto después cruzaba su jardín nevado hundiendo los pasos sin problema alguno cayendo en cuenta de la breve llovizna que le acompañaría todo el trayecto hacia la presencia de El guardián del lago; un sujeto pétreo que sostenía un jarrón del que manaba agua cristalina y diversas criaturas. Akku disfrutaba pasear por allí aunque tenía tiempo sin pisar aquel húmedo césped puesto que su alma libre descansaba en aquel páramo.

 

—¿Dónde estarán?— Se preguntó alzando sus ojos grises al cielo que lentamente dejaba de llorar.

 

Entonces extendió sus brazos siendo capaz de divisar una estela en el aire, agitándolos suavemente hasta que las pieles se cubrieron con un plumaje blanco como la leche y sus labios carnosos se estiraron hasta tomar la forma de un pico algo dorado, sus ojos se volvieron cuencas negruzcas y pequeñas. La gaviota del ártico era su emblema. Y sobrevoló las cavernas carentes de agua, invadidas por algunos animales mágicos, haciendo eco el batir de sus alas hasta dar con la ubicación de alguno de sus compañeros Arcanos, tomándose el atrevimiento de planear hasta el hombro de Aailyah donde se posó serena aguardando el momento preciso para retomar su forma humana.

5Id4HH2.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No se sobresaltó cuando sintió una presencia cerca de donde estaba. Tampoco cuando escuchó los pasos, que reconoció al instante. Y no necesitó girarse para reconocer al recién llegado. Cuando se volvió hacia él, con gesto preocupado, se sintió ligeramente mareada.

 

No sé si son tan buenos, Lawan... Y no entres en mi cabeza, porque ahora mismo es un hervidero que no comprendo ni yo misma. ¿También tú has sentido la necesidad de visitar este lugar de repente? He pasado toda la noche en vela... no podía dormir, sentía que algo iba mal. Y ahora vengo y... —se cayó de repente, mirando de nuevo el rincón vacío—. ¿Quién tendría valor suficiente para entrar aquí a robarnos... a robar a esta institución? Es terrible. Todo estaba así cuando llegué —añadió, aunque realmente no había nada fuera de lugar exceptuando los objetos desaparecidos. No había desorden, libros desordenados ni hojas por el suelo. Ni siquiera una puerta abierta o una antorcha mágica apagada. Todo estaba inexplicablemente en orden.

 

Notó otra presencia que no tardó en hacerse visible. Sajag acababa de llegar, y Sauda dio un paso hacia él, aunque se mantuvo cerca de Lawan.

 

Sajag, Sajag... —lo llamó—. Te esperaba. ¿Sabes algo? ¿Has visto algo, mejor dicho? —se giró de nuevo, masajeándose las manos con nerviosismo. No era habitual ver a Sauda intranquila, se caracterizaba precisamente por su serenidad y confianza. Pero no había lugar para aquellos sentimientos, en aquel preciso instante...

 

Una gaviota del ártico entró entonces en la sala y, tras revolotear alrededor del trío de arcanos, se posó suavemente en el hombro de la africana. Emanaba del cuerpo del animal tan cantidad de magia que no había lugar a dudas en cuanto a su origen.

 

Suluk, ¿también tú lo has sentido? —preguntó al ave, sabiendo que la entendería. Los miró a todos, uno por uno—. ¿Alguno recuerda qué códices eran los que se guardaban en ese estante? Quizás si sabemos qué magia había en ellos... podamos empezar a buscar. Investigar. O denunciar, si es necesario. Nos prometieron seguridad y tranquilidad aquí... no me cabe en la cabeza quién y cómo ha podido venir a robarnos.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.