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En el castillo..


Jank Dayne
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Todo lo sucedido pasaba delante de sus ojos como una película en todos sepia, el dolor retratado en las facciones de Arya. No recordaba con claridad la última vez que le vio tan abatida por la perdida de un ser amado y todo de nueva cuenta era culpa del Black. Ahora ya no le quedaba la menor duda, él había nacido para causar destrozos y pesar en sus seres queridos—¿Por qué no te mate cuándo pude?—maldijo por debajo, atrayendo a su mente la vez que casi pierde la vida por el hombre. Su dolor sería la mayor condena, aunado al sufrimiento de recordar, como había atacado a su hermana de una forna tan atroz y poco tacto—Como dije antes, ya no cuentas conmigo para nada, olvida que alguna vez fuiste mi pupilo o mi protegido—el grimorio vibró en sus manos.
Macnair, ya no estaba dentro de las mazmorras. Malfoy entendía a la perfección, el momento por el que la joven pasaba. Ella muchas veces vio caer a los suyos abatidos por los ataques de enemigos, morir delante de sus ojos sin que ella pudiera salvarlos del abrazo que la muerte les obsequiaba—No puedo quedarme ni un minuto más dentro de este sitio, no tolero tenerte cerca—ladeando la cabeza sentía un profundo desprecio y odio por Aaron. ¿Dónde quedaron los buenos tiempos entre ambos?, ¿Qué demonios le consumió de esa forma tan artera?. No le importaba en lo más mínimo, sólo le deseaba la peor de las calamidades que pudieran existir dentro del mundo mágico y muggle.
Emprendiendo su camino hacia la salida, solamente le dejaba como recuerdo un cántico que haría mucho más intenso su tormento—Demonis, Ectonis, Inflamare, Ánima, Constricto, Anulae, Vita, Condenae, Eternus, Infernus, Portus—siseó con fuerza aumentando los decibeles de su voz—Considerarlo mi regalo de despedida, hasta nunca, Black—continuaba con su tatareo clavando más y más profundo la daga que le causaría una herida que difícilmente podría sanar por mucho que lo deseará. Ahí estaba la cara más siniestra de la Nigromancia en todo su esplendor, siendo empleada para darle una lección a un ser que lastimosamente para su desgracia se dejo envolver por la sed de poder.
Sus pasos resonaron por todas las mazmorras, alertando en cierto modo a los guardianes de las mismas. Ella como profesora del Ateneo poco o nada tenia que hacer dentro de ese recinto, pero su cuartada sería mucho más sólida que la del hombre que estaba ya muy lejos de su radio de visión. El desprenderse de algunas personas, no siempre le resultaba tan lastimero y lacerante, quizás porque el tiempo, le enseño a no encariñarse con los seres equivocados o los que no durarían demasiado tiempo dentro de su circulo laboral y personal. Su marca de Caín, aumentando el dolor que recibía todo gracias a la cicatriz que tenía en su pecho y no acabaría de cerrar del todo jamás. Viéndose envuelta por varias lenguas de fuego negras como el ala de un cuervo, después un grupo de manos le engulleron llevándole al sitio donde Arya, ya le esperaba.

 

 

10 Oct

 

@@Arya Macnair @

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 1 mes más tarde...

Cuando camino por el castillo algunos me ven y se rien pero yo no me inmuto. Se rien porque me oyen hablar solo, la verdad es que me hablo a mi mismo para poder asimilar mas rapidamente las materias que estudio. Y aunque nuestra bien nutrida biblioteca tiene de todo, acostumbro a visitar la biblioteca de Hogwarts y repasar la seccion prohibida.

 

Puedo hacerlo porque soy Prefecto. Ni repajolera idea de quien se le ocurrio la barbaridad de hacerme Prefecto, porque yo soy como Sirius, no se comportarme. Pero lo bueno es que gracias a que soy Prefecto puedo pasarme, de vez en cuando, por el baño del Quinto piso.

 

Este baño esta situado en la cuarta puerta a la izquierda de la estatua de Boris el desconcertado. ¿Que quien narices era este Boris? No tengo ni idea.

Editado por justo

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  • 1 mes más tarde...

Pasillos del castillo.

Grelliam Ollivander, instructor del quinto curso.

 

Las clases del primer mes del año al fin habían terminado, aunque era verdad que a su curso aun le faltaban unos cuantos días para comenzar, Garry había vuelto a las instalaciones del castillo solo para los preparativos del quinto curso y si quedaba tiempo, hacer algo de reflexión, pues el tiempo parecía de pronto estancado luego de aquella terrible noticia, que ni siquiera podía sentirse seguro dentro de los terrenos de la heredad. Era extraño, por demás sospechoso todo lo que había estado pasando desde que se les pidió borrar rastro alguno de lo que habían construido por años, ¿y los demás? ¿Dónde estaban ahora? ¿Qué quedaba aun algo por hacer?

 

Los lentos pasos del muchacho lo llevaron por los pasillos de las mazmorras hasta el piso principal del castillo de Hogwarts, al menos ahí, sintiéndose como si fuera él un fantasma más, se siente más tranquilo, la calma del sitio lo deja pensar y remover sin remordimientos sus pensamientos más turbios relacionados a la misteriosa “desaparición” de la Orden del Fénix. No ha hablado con nadie desde entonces, pareciera como si el ya de por si silencioso muchacho hubiera entrado en un mutismo permanente, pues ni si quiera los intentos de Evans le habían arrancado una palabra de la boca al respecto, ¿Por qué? La cosa era simple, aunque complicado de explicárselo.

 

Su gesto reflejó la incomodidad que siente al salir al frio exterior, aún hay sol de la tarde, pero supone que es cuestión de unas horas para que oscurezca. En el camino no puede encontrarse a nadie, no hay más rastro de los estudiantes, Garry cree que deben estar ahora en sus casas, preparándose para volver y continuar en sus estudios mágicos, pero ¿Hogwarts estaba preparado para recibirles? Si bien el tema de la guerra mágica no parecía tener importancia dentro de las aulas de los colegios, tal como era su deber, el licántropo ya sospechaba de que, no por tratarse solo de estudiantes, estaban exentos a involucrarse en lo que al mundo mágico pasaba.

 

Por supuesto que, en la oficina de instructores nadie habla nada, nadie hace mención de aquella noticia soltada de pronto por el Ministro de magia; que decía haber erradicado por fin la guerra mágica, aunque no sea verdad, quizá es por eso que nadie habla, y solo se siente una tensión incomoda tras las palabras de la directora anunciando cada vez una renuncia nueva. Garry solo se remueve y asegura apenas a Triviani que cuenta con él para la introducción a la magia, fingiendo (o no) no saber nada mas de aquellos que han abandonado los puestos luego de la desaparición del bando; Dj, Zhail…incluso ese DH al que poco conocía, Luka.

 

Dennis Delacour-, habló con su habitual calma, no pareciendo turbado a diferencia de sus pensamientos. La figura de ella acercándose al castillo es reconfortante, y no es que él sea fijado, pero puede ver que ella no es la misma persona que algún día se encontró en algún rincón de la madriguera. ―Me alegra que pudiera usted venir, espero no haber interrumpido algo importante-, le sonrió con un gesto blando. ―Ha pasado un buen tiempo ¿no es así?-, se apuró al encuentro y le saludó con un abrazo, suave, torpe, pero de genuina estima. ― Vamos adentro, hace mucho frio aquí, y hay algo que me gustaría saber. Platiquemos.

 

@@Dennis Delacour

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Acabo de volver del Baño de los Prefectos. Me he estado relajando mientras tomaba un refrescante baño de burbujas con los mas de 100 grifos que tiene la espectacular piscina. Y despues del baño me he puesto en una tumbona con las mullidas toallas y los sedosos albornoces, hay que reconocer que los Prefectos nos damos una vida de lo mas regalada.

 

Por supuesto que tenemos nuestras obligaciones, perdemos horas de sueño recorriendo los pasillos por si pillamos a algun alumno haciendo algo que no deban. A veces encontramos a los profesores de guardia que tambien patrullan por los pasillos, nos conocen y saben de nuestra labor por lo que no recibimos ninguna critica.

 

Se que algunas prefectas aprovechan esos momentillos para "perderse" en sitios estrategicos. No se los reprocho, son jovenes y las hormonas andan alborotadas, yo tambien tuve algun momentillo cuando....eh....eso.

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La Delacour recorría las calles del callejón Diagón con pausados pasos, de un tiempo para acá y después de la perdida de lo que había llegado a conocer como su segunda familia ya no se le veía seguido por esas calles ni por los lugares más conocidos de Ottery. Ahora se centraba prácticamente en su trabajo en el ministerio ya que sentía que desde su puesto podía averiguar un poco más acerca de lo que había sucedido y que por ahora la mantenían todos los días con una sensación de vació y desasosiego que poco lograba calmar. De no ser porque en su vida había alguien que le alegraba los minutos que podían compartir en conjunto en ese instante se encontraría simplemente derrotada.

 

Ese día había quedado de encontrarse con un buen amigo que por las circunstancias y lo que había sucedido no veía hace un tiempo. El recibir una misiva pidiéndole reunirse para conversar en los terrenos de Hogwarts le había sorprendido un poco, pero no dudo en acudir a su llamado ya que consideraba que tal vez eso le ayudaría a entender un poco mejor lo acontecido.

 

Por eso se encontraba en las calles del callejón, buscando algo que llevar para beber mientras charlaban. La rubia no era de bebidas fuertes pero si iban a conversar sobre aquel tema que la tenía tan abatida tal vez iban a necesitar algo más que te o cerveza de mantequilla. Con la bolsa que contenía la botella uso la aparición para llegar a las afueras del castillo.

 

El frío golpeaba un poco debido a que la tarde ya estaba empezando a caer, acomodo su túnica para encaminar sus pasos a la entrada. Cuantas veces recorrió aquellos senderos con la ilusión de que al graduarse podría aspirar a ser parte de la Orden, que alegría cuando fue aceptada y pensaba que haría grandes cosas para su bando, y que tristeza cuando lo perdió todo y sin saber como ni porque.

 

Antes de alcanzar la entrada su amigo y ex compañero de bando le dio alcance para darle su saludo acompañado de un abrazo. — Más tiempo del que hubiese querido, y no has interrumpido nada. Siempre estaré atenta al llamado de un buen amigo — respondió al mago para luego asentir con un movimiento de cabeza a la idea de ir adentro. — Tal vez esto ayude contra el aire helado que empieza a calarse en el ambiente — dijo mostrando el empaque que contenía aquella botella de whisky de fuego, por lo que veía sería una charla larga y bastante interesante.

 

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Una cosa que me encanta es pasarme por las cocinas, los elfos domesticos ya me conocen y me suelo pasar muy buenos ratos con ellos charlando y tomando algo. Despues de la guerra hubo un movimiento para liberar a los elfos domesticos, pero, tras una serie de deliberaciones se convino en ofrecerles la libertad. La mayoria, debo decir, rehusaron, pero hubo algunos que aceptaron asi que se les pago un sueldo a convenir y quedaron satisfechos.

 

Por supuesto no todos los elfos vieron esto con buenos ojos, pero he podido comprobar que, con el paso del tiempo, lo han visto como algo normal. Me paso muy buenos ratos aqui, tan calentitos y como se desviven en servirme deliciosos dulces. Aprovecho para tomarme algun vinillo que acompañe la digestion. Se que soy un poco....granujilla pero...soy prefecto, yo no tengo la culpa de que a alguien se le fuera la olla al nombrarme.

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  • 1 mes más tarde...

Terrenos del castillo, Lago negro.

 

 

El lago parecía un enorme espejo que reflejaba el cielo azul, la primavera cubría de colores los terrenos del castillo, el verde había ganado el lugar al blanco de la nieve, y el sol quería dar su calor. Alondra había salido a caminar, aquel era uno de sus pasatiempos favoritos, dar largas caminatas, y ahora que tenia aquel enorme lugar para explorar y disfrutar no lo desperdiciaría. Llevaba un libro bajo el brazo, una novela romántica, necesitaba mantener su mente ocupada para dejar de pensar en el pasado y poder enfocarse en el futuro que la esperaba aquí y ahora.

 

Caminó sin un rumbo fijo al rededor del lago hasta encontrar el lugar preciso en donde podía sentarse a leer, bajo la sombra de aquel enorme árbol, que le daría soporte y sombra. El paisaje era impresionante, en definitiva Hogwarts tenía una belleza especial, aun recordaba los días en Beauxbatons, el paisaje era semejante, extensos terrenos e incluso un gran lago. También contaba con su propio pueblo enteramente mágico, Ville Ensorcelée, lo cual le recordó que debía ir en algún momento a conocer Hogsmeade.

 

 

Ahora aquellos extensos estaban prácticamente solos, Alondra soltó un suave suspiro, había visto muy pocas personas, esperaba con ansias el comienzo de las clases para poder sentirse menos sola en aquel enorme lugar. Todo cambio era así, se repetía intentando darse ánimos, pero aquellos pensamientos no le impedían extrañar su vida pasada, su familia, su casa, su país.

 

 

- Todo estará bien...- se dijo a si misma mientras de manera grácil tomaba asiento bajo la sombra del árbol que había elegido.

Editado por Alondra L. Santoro

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Como suelo decir muy a menudo "yo no hago las reglas, solo me aprovecho de ellas".m Para ser Hufflepuff es un pensamiento de lo mas cinico, pero asi soy. En realidad, el termino cinico lo que significa es ser sincero, muy sincero, y mas sincero que yo no creo que encuentren a nadie.

 

Algunas veces hago la ronda y pillo a alguna parejita besandose. Bueno, todos hemos sido jovenes y hemos hecho locuras. Asi que les doy unos toquecitos y les recomiendo, muy amablemente, que se busquen algun sitio mas discreto. Besarse no es nada malo, si los pillo haciendo algo mas fuertecillo entonnces si, les pongo una sancion, pero no muy grave, perder unos puntillos.

 

Y cuando acabo mi ronda vuelvo a trompicones a mi dormitorio y me meto en la cama. A veces no me quito mucha ropa y me quedo frito. He llegado tarde en alguna ocasion debido a alguna ronda excepcionalmente larga, en ese caso se lo comunico al Jefe de Casa para que no me sancionen. Solo faltaria eso.

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