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Un cadáver, una mafia y el Statuto del Secreto


Helike R V PB
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Señorita Adler, lo que le puedo decir es que si, sabemos que es un hombre. Cuando hablamos de precauciones, me refiero a todo junto de lo que comentó. Y no era alguien importante. Pero sigue siendo un muggle asesinado por un mago —o eso quería creer. Comenté todo aquello con unas palabras firmes pero suaves. No quería que las tomaran como estrictas, sino cómo que no quería perder tiempo en todo aquello. Eran detalles que no cambiaran nuestro trabajo. Y las agujas continuaban corriendo en nuestra contra.

 

Los chicos parecían querer preguntar, pero al haber explicaciones de por medio, muchas quedaban resueltas de por mi. Estaba seguro que a ése momento, Helike ya estaba en el sitio donde se reunirían todos. Si salía bien aquello, lo rodearían. Incluso las preguntas de los chicos me ayudaban a hacer hincapié en lo que decían. Justamente las respuestas nos ayudarían para empezar con la clase. Estaba seguro que todos podían preparar alguna poción de ésas con la debida paciencia y la aplicación que se necesitaba, pero estábamos allí para enseñar a implementarlas en la vida cotidiana.

 

Exacto, joven Lenteric. Ésas dos pociones son grandes ventajas para nosotros. Y no dudo de que ninguno de ustedes pueda hacerla. Y con ésto, espero responderle a la señorita Malfoy—. Mirando a Gatiux. Sabía que ésta pensaba con un poco más de profundidad por su manera de expresarse y la experiencia dentro del Ministerio—. Tomamos aquellas precauciones y allí en donde entran ustedes. El mago quedó rodeado por las autoridades mágicas en un solo sitio. Un bar muggle donde está repleto personas. Suponemos que considera que no vamos a poder actuar allí dentro. Así que el sitio se encuentra totalmente cerrado. Nadie puede salir.

 

Me alejé un poco del escritorio y moví mi varita. Aparecieron cuatro calderos. En cada uno de éstos, contenía las pociones que había escrito sobre el pizarrón. Había una color dorada y tan clara como el agua. La del medio era de un espesor tan negro como la noche y la rosada, con diferentes aromas para cada uno de nosotros, era la Amortentia. Miré a los chicos.

 

El plan es que debemos infiltrarnos en aquel bar e intentar descubrir quien es al persona. Puede estar bajo los efectos de una multijugos. Pudo haberse cambiado la apariencia o ser él mismo. Pero el objetivo es que ustedes entren y traten de utilizar las pociones sobre las personas presentes. Así daremos con el paradero. El Veritaserum hará hablar a algunos de más, mientras que la multijugos, nos camuflará bajo la apariencia de alguien más. ¿Quién se podrá resistir bajo los encantos de una bella dama o un encantador caballero? Incluso hasta el Felix Felicis puede darles suerte en alguna idea que se les ocurra alli dentro. Con ésto quiero que vean como las pociones nos pueden servir. ¡Empaquen algunas pociones dentro de sus estuches y nos largamos de aquí!

 

Exclamé sin dejar espacio para más preguntas. Las que se habían formulado, ya las había respondido. Mientras preparábamos todo para irnos, tenían que guardar de aquellas pociones. Debían pensar como agentes, como investigadores y tratar de encontrar la manera para captar información. ¿Y si alguno lograba darle el suero de la verdad al culpable y lo revelaba? ¿Y si alguno creaba un plan tan ingenioso que la suerte líquida lo ayudaba a cumplirlo? Eran ellos los que llevaban la situación. El asesino tenía en mente todos los nombres de los empleados del Ministerio. Asi que unos jóvenes desconocidos pasarían inadvertidos. Me coloqué la capa de nuevo. Tomaríamos un traslador.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Evarela miraba la escena perpleja. Quizá hubiese bebido demasiado de la petaca o quizá no era suficiente pero todo aquello le parecía absurdo. Observó como la última bruja que acababa de llegar amenazaba a la profesora. No pudo evitar reír. Sin duda aquellas dos o eran familiares o se conocían muy bien y la recién llegada no parecía querer ocultarlo. Entonces Gatiux decidió que era mejor comenzar hacer algo productivo en aquella clase de pociones. Agarró el maletín que había portado todo el rato y comenzó a sacar todo lo que llevaba en el interior. La banshee no pudo evitar sonreír al ver que también llevaba una petaca. Al parecer no había sido la única precavida.

 

Mientras tanto la última bruja que había llegado, de la que todavía no conocía el nombre, parecía estar sumamente aburrida. Evarela buscó la mirada de su hermana, con el fin de que pudiera aclararle que todo aquello era real y que no se trataba de un sueño extraño. Mónica parecía estar sumida en sus pensamientos por lo que decidió dejarla tranquila. Conocía lo suficiente como para saber que era mejor no molestarla demasiado. Lo último que necesitaban en aquel lugar era una pelea entre hermanas. Entonces esbozó una sonrisa pícara, puede que aquello fuese una buena idea al menos así no se aburriría tanto.

 

Entonces alguien irrumpió en la clase sin previo aviso. La Black miró al recién llegado enarcando una ceja, algo debía de pasar cuando Elvis se presentaba así en una clase. La banshee todavía estaba sentada sobre el pupitre y desde allí observó, aun más perpleja que antes, como Elvis le entregaba unos pergaminos a Heliké para que, acto seguido, la bruja abandonara la clase. ¿Entonces ahora era el Gryffindor el que se iba a ocupar de impartir los conocimientos? ¿Qué cachondeo era ese?

 

No tuvo mucho tiempo de manifestar aquel pensamiento en voz alta pues el mago tomó la palabra.

Explicó por encima que jamás sospecharían de la Universidad y que tanto el Ministerio como los Directores estaban de acuerdo. Observó después cómo aparecían en la pizarra el nombre de cuatro pociones y aun así, la castaña seguía sin saber qué relación tenían ambas cosas. Frunció el ceño levemente. Conocía aquellas pociones, no en vano las había realizado unas cuantas veces a lo largo de su vida.

 

Hubo dos alumnos que no dudaron en hablar y preguntar a cerca de todo aquello. Por fin parecía que Ethan había reaccionado ante los hechos ocurridos dentro del aula y comentó que solo dos de aquellas pociones serían útiles en el caso. Después siguieron preguntando a cerca del caso. Al parecer Ayma y Gatiux tenían experiencia en casos como aquellos. Elvis no tardó en responder. Al parecer por fin se ponían manos a la obra. Evarela saltó del pupitre para ponerse en pie.

 

- ¿Un bar? Por fin empezamos a hablar mi idioma - comentó tanteando los bolsillos de la túnica - Tengo un frasco con Amortentia pero ¿y el resto?. Si las vamos a necesitar y no las tenemos la llevamos clara - comentó observando al Gryffindor.

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La frustración se escurrió por su rostro antes de dejarse caer en el asiento, llevarse la mano derecha a la sien, y sumergirse en un mutismo desdeñoso. No solamente había sido olímpicamente ignorado sino que, de repente, el profesor había sido cambiado. Conocía a Elvis Gryffindor de lejos y suponía que era algo competente dado que era el director de la Universidad pero aquello le parecía degradante.

 

Los refunfuños entre dientes de Gatiux sólo ayudaban a incrementar su propio malestar y suponía que los de él hacían otro tanto en el ánimo de la bruja. Además, la vocecita y los comentarios absurdos de aquella chica Adler no ayudaban. Estaba al borde de una gran migraña. Al ver que Gatiux se iba a una esquina para empezar a hacer algo útil y que sacaba una pequeña petaca, el demonio se preguntó por qué no había llevado la suya a la Universidad pero claro, jamás había esperado un fiasco como aquel en el que se estaba transformando su día.

 

Cuando al fin Elvis empezó a hablar de pociones y del caso criminal que querían investigar, el Triviani ya sólo quería prender un fuego maldito bajo algún caldero pero se esforzó por controlarse. Las pociones de multijugos, la amortentia, el veritaserum y el felix felicis eran algunas de las más controladas por el Ministerio. Cualquiera de ellas suponía un gran riesgo administrada por las manos equivocadas pero, además, eran endemoniadamente difíciles de hacer, su elaboración incluía ingredientes poco usuales, y tomaban mucho tiempo en prepararse. Bien lo sabía él que había tenido varias experiencias con ellas. Juntas, bien podían ser la receta de un magnánimo éxito o del más rotundo desastre.

 

Danyellus no entendía cómo iban a infiltrarse en un lugar sellado a cal y canto con tantas protecciones como el Gryffindor decía que había pero, completamente resignado como estaba, sacó varias ampolletas de fino cristal de su pequeño maletín de pociones, y se acercó a los calderos que Elvis había hecho aparecer. Tomó dos frascos de cada una, los volvió a guaradar, y fulminó al director con la mirada, esperando una nueva instrucción con los labios apretados.

 

Al menos había dicho que iban a un bar. Allí podría abastecerse de licor.

Patriarca Triviani |

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Después de escuchar las palabras de Elvis no tuvo mas que quedarse en silencio, su mente iba y venia en torbellino de ideas pero ninguna parecía ser lo suficientemente buena. Tenía una mente siniestra y dudaba que un simple criminal alcanzara a pensar una decima parte de lo que él imaginaba, ser demonio y pasar milenios en el inframundo dejaban a uno enteramente... "traumado", quien dijera que aquel mundo no lo perturbaba mentía o quizá ni siquiera tuviera la desgracia de conocerlo.

 

Volvió su vista al libro que había dejado sobre la mesa y siguió leyendo, en realidad Elvis se equivocaba. Ethan no sabia nada sobre fabricación de pociones, solo una vez había tomado multijugos para jugarle una broma a una mujer a la que llego a amar pero en sí nunca había estado cerca de pociones, por eso se encontraba ahí; para aprender a prepararlas, para aprender sobre las diversas propiedades de líquidos tan poderosos que podrían ponerte cerca de la muerte o de la gloria misma.

 

Un suspiro salió de su pecho cuando escucho el murmullo de los demás, la palabra "bar" había corrompido el animo de la clase y hasta el propio. Se levanto de su asiento y se dispuso a acercarse al director mientras este se acomodaba la capa de viaje tan característica de la comunidad mágica. Introdujo ambas manos en los bolsillos de su pantalón y aguardo a que la salida de todos se efectuara para después hacerlo él, dejando la mazmorra igual de vacía como cuando habían llegado.

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Cuando Elvis hizo acto de presencia no pudo más que dejar que un largo suspiro de exasperación saliera de sus labios. Aquel hombre podría ser fácilmente a la persona que Mónica más despreciaba y era, fácilmente, con el que últimamente más se cruzaba. No era solo que durante el tiempo que trabajaron juntos en la antigua academia de magia ambos hubieran descubierto las identidades del otro, si no que se habían visto obligados a guardarse el secreto bajo el juramente inquebrantable. Y ahora por si fuera poco también debía aguantar su presencia allí donde iba. Era como un grano en el trasero.

- Pasamos de guatemala a guatepeor – el juego de palabras le salió de forma natural, al igual que la mala cara que puso.

Había ocupado uno de los pupitres con mala cara y no porque sentada estuviera más concentrada ni nada de eso, si no por desgana. Se había colocado cerca de donde estaba Gatiux y los olores de la poción que había comenzado a realizar le llegaban con facilidad a la nariz, impidiendo que se concentrara en lo que el director de la universidad les decía. Zarandeó la cabeza entonces, intentando crear con ello una concentración y un interés que brillaban por su ausencia.

Logró escuchar por fin la última parte de la explicación de Elvis donde les comunicaba que iban a ir a un local donde el sospechoso podría encontrarse. Si era un mago ¿Por qué diablos no se había ido de allí con una simple desaparición? Al fin y al cabo si era un asesino, ¿Qué más le daría desaparecer delante de unos cuantos muggles que a lo sumo sufrirían una desmemorización por parte del ministerio de magia? Negó con la cabeza pues todo aquello le resultaba absurdo y finalmente se levantó.

- Señor Gryffindor, ¿Quiere que tomemos las pociones de estos calderos? - se detuvo frente al hombre, justo al lado de donde se encontraban los cuatro líquidos burbujeantes. Lo miró y levantó las cejas-. En mi caso he sido un poco torpe y como nadie me indicó que trajera material propio, no traje nada y supuse que podría encontrar todo lo necesario aquí al no haber recibido indicaciones ¿Cómo se supone que transportaré estas pociones?

Se cruzó de brazos y esperó una respuesta. Lo cierto era que no le gustaba tener que jugar a los policías, pues aquel tipo de actividad no le había gustado nunca a pesar de que en su juventud había trabajado junto a su madre en el departamento de ley mágica. Lo suyo eran otras cosas.

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- Añada sangre de dragón cuando la mezcla se haya vuelto homogénea

 

Gatiux estaba mezclando harina de doxy con la clara de un huevo y un poco de zumo de limón en un bol, mirando el libro de pociones que tenía delante. La receta en principio era muy fácil de hacer siempre que el mago que la preparase no se emocionara batiendo. Mientras tanto la otra poción que preparaba hervía a fuego lento en el caldero. Cuando lo del bol adquirió la textura deseada añadió la sangre de dragón que indicaba el libro y lo mezcló todo. Quedando una pasta naranja que no olía demasiado bien.

 

La bruja de cabellos violetas agarró un bote chato vacío, con una boca amplia, con ayuda de una espátula metió el contenido en el nuevo recipiente y lo tapó. Escribió remedio para las quemaduras en una etiqueta autoadhesiva que pegó en el frasco con rapidez, acostumbrada a aquel tipo de tarea. Luego procedió a lavar lo que había utilizado, levantándose por un momento del asiento mientras escuchaba muy por encima lo que decía Elvis. Por lo visto el Gryffindor tampoco tenía intención de que aprendiesen nada sobre fabricar pociones.

 

Lamentable.

 

Mientras que el Director daba la órden de empacar cosas para irse de allí, Gatiux volvió a sentarse con toda la tranquilidad del mundo, como si aquellas palabras del hombre no hubieran llegado hasta ella. Removió un par de veces lo que tenía en el caldero, fijándose en el color que estaba adquiriendo el mejunje, mientras guardaba ordenadamente el remedio para las quemaduras que había fabricado. Luego una sonrisa astura afloró a su rostro.

 

- ¿Cómo vamos a llegar hasta allí señor Gryffindor? -preguntó, haciendo incapié en la palabra señor con cierta sorna- ¿Vamos a usar uno de esos dichosos trasladores?

 

Ahora la banshee adoptaba un gesto de preocupación, llevándose teatralmente la mano a la boca del estómago.

 

- Esos trastos me hacen querer vomitar. Lo llevo fatal. -la Malfoy hizo un mohín, como si estuviese apenada- ¿Por qué no me da mejor la dirección y aparezco por mi cuenta? Mi delicado estómago no soportaría otro viaje de esos, últimamente no dejan de abusar de esos trastos...

 

Era mentira, claro, Gatiux era una persona fuerte y soportaría viajes en traslador. Su intención era aparecer cuando la acción hubiese acabado para no tener que hacer mucho por allí. Si aparecía en el momento crítico daría la impresión de haber salvado el día sin hacer prácticamente nada. Se le daba bien escenificar el papel de doncella en apuros, y se aprovechaba de ello. Una actuación digna de un Oscar. Además quería acabar la poción que comenzó a hacer en su caldero.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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No me hacía gracia, ninguna gracia. Tener que vigilar a un asqueroso muggle y todo porque los del gobierno no lo habían hecho cómo debía. Tenía que reconocerle a Elvis y agradecerle el hecho de que me ayudase con el tema de la clase… Pero seguía sin hacerme ninguna gracia. ¿Cómo se lo tomarían los alumnos? Muy bien, seguro que no. No los conocía a todos pero sí a una… seguro que mi tía lo tomaría hasta con humor…
Pero odiaba hacer las cosas en grupo… No entendía el simple hecho de tener que ir acompañada de tanta gente. A mí me gustaba ser más independiente y no pedir ayuda a nadie a no ser que fuese estrictamente necesario. Pero ahí estábamos, una profesora, un auror, un inquisidor y varios magos más que parecían sorprendidos por la misión.
Llegamos al pub. El lugar era el típico de un barrio inglés, todo de madera, del suelo, al techo, pasando por la zona de retretes. En el ambiente olía a puro y a cerveza, nos quedamos mirando y por lo bajo, susurré…
- Quiero a dos hombres que custodien la entrada. Por fin hemos localizado al mago que cometió el asesinato así que, lo último que quiero, es que los muggles se alboroten. La policía está avisada y no entrarán. Saben que son cosas del gobierno, así que, digamos que tenemos carta blanca – avisé a las personas que me acompañaban…
¿Llevaría dinero muggle? Suponía que sí. Esperaba no hacer el ridículo.
- Quiero que otros dos, estén en la barra, cerca suyo - indiqué con la cabeza mientras mis acompañantes se iban organizando.
- ¿No ha pensado en que puede cambiar de forma? – asentí con la cabeza
- Por supuesto que lo hemos pensado. Por mucho que use poción multijugos, se descubrirá, se pondrá nervioso y hará tonterías, así que, quiero los ojos bien abiertos –les indiqué y con la cabeza, empezamos a movernos.
Nos sentamos cerca de la cristalera, desde la posición en dónde estábamos podíamos divisar todo sin falta de girar mucho la cabeza. El tabernero se nos acercó y pedimos varias pintas. Las bebidas no tardaron mucho en llegar y puse un billete de veinte libras encima de la mesa, que el hombre, enseguida recogió para darnos el cambio.
- Estad atentos – susurré por lo bajo, mientras que, sacaba el maletín y lo coloqué encima de la mesa para sacar los documentos y hacer que trabajábamos. Saqué una estilográfica y garabateé algunas palabras en el pergamino, luego, con un movimiento de mi varita hice que se desapareciera y esperaba que llegase a Elvis y a los chicos.
El mensaje era claro:
Sujeto encontrado. Aprisa. Pub: El Loro Tartamudo, Charing Road. Londres.

 

 

Llegaría rápido y con un trozo de pergamino a las manos de Elvis a través de un fogonazo de luz. Y esperaba que no tardaran mucho, porque si el tipo se daba cuenta, se podría armar la de San Quintín.
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Los chicos de a poco se empezaron a preparar. Aunque lo hacían bastante lento y estaba seguro que no estaban pudiendo notar la importancia que éstos tenían en aquella misión. Pero ya no era mi problema, había aceptado como director y podía decir que desde el mismo Ministerio nos pedían que nos encargáramos, así que era una buena ocasión para unir la clase de pociones con aquella situación. Podrían ser testigos de los poderes que causaban aquella materia cuando la ponían en práctica.

Claro que si, señorita Haughton. Puede ser la persona más torpe, pero yo no. Por eso había preparado éstas pociones, para que usen lo que quieran para ésta ocasión —y ésa era toda la amabilidad que podía usar con Monica. Generalmente no tenía muchos sentimientos contra los de su calaña, pero saber que formaba parte de los Mortífagos, me causaba bastante malestar. Y más cuando tenía que jugar en aquel bar como una heroína, claramente cuando no lo era—. Y aquí estamos de nuevo. Puedes usar mi monedero. Luego me lo regresas.

Me saqué aquel monedero de piel de moke de adentro de mi túnica. Aquella sonrisa que le dirigí era demasiado sarcástica. Desde el momento que nos habíamos conocido, no había dejado de poder cruzármela. No tenía idea que un Juramento Inquebrantable podía relacionarte tanto con una persona. ¿Por qué ella? A pesar de todo eso, conocía el potencial de la pelirroja. Y hasta podía admitir que por lo menos intentaría aquello. Cuando tomó el monedero, tal vez con fastidio, miré a Gatiux, otra joven la cual me la cruzaba de más.

La idea es que todos lleguen juntos. Porque... —pero un fogonazo blanco apareció justo entre aquellos cuatro calderos, cerca de donde nos encontrábamos Gatiux, Monica y yo. Tomé el pergamino y leí las palabras de Helike. ¡La bruja había llegado a tiempo! Era el momento. Le entregué el pergamino a Gatiux—. La campana te ha salvado, señorita Malfoy. Puede ir gateando, si así lo desea. Con tal de que llegue a tiempo —le comenté con una reverencia y luego desvié la mirada.

Saqué mi varita y apunté justo donde había aparecido el pergamino. Las cuatro pociones se quedarían allí al cuidado de Helike. Mientras hacía mi trabajo, todos tomaban lo que más tenían a mano para poder ir de allí. Moví la varita y aquel mortero brilló intensamente con una luz azulada. Gatiux podría ir por cuenta propia, pero tal vez el resto quería ir por traslador. Todos sabían lo que tenían que hacer. Y más cuando leí en voz alta lo que había contenido el pergamino.

Sujeto encontrado. Aprisa. Pub: El Loro Tartamudo, Charing Road. Londres. — apunté el traslador mientras guardaba mi varita—. Deben tomarlo ya. Es hora. Los llevará a la parte trasera del bar. Cuando se encuentren con la profesora Helike, ella les dirá lo que hacer. Si fallan, bueno, eso será noticia del profeta —les comenté mientras le daba la vuelta al escritorio y tomaba mi capa—. Andando. Yo me quedo aquí. Suerte

Y así os saludé con una reverencia. Me coloqué la capa y me encaminé hacia la salida. De ahora en adelante, el trabajo quedaba en sus manos. Yo había cumplido con mi parte y hasta ahí llegaba. Atravesé el umbral y doblé en el pasillo, directamente hacia mi despacho dentro de la Universidad.

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Danyellus no entendía cómo la que debía haber sido una sencilla y apacible clase sobre pociones se podía haber convertido en todo aquel desordenado e improvisado ajetreo. Ni siquiera iban a hacer alguna sencilla poción, sino que se limitarían cogerlas de un caldero del Ministerio para ir a capturara a algún apestoso delincuente. ¿En qué le servía eso a él? ¿A cualquiera de ellos? ¿Cómo era que semejante misión iba a servirles para acreditarse como elaboradores de pociones?

 

El director de la Universidad no parecía hablar con mucha sensatez, los insultaba tan pronto como intentaba impatir una instrucción y sobretodo, parecía impaciente por deshacerse de ellos. El Triviani estaba harto así que, completamente enfurruñado, le dedicaba miradas hoscas a todo cuanto tenía a su alrededor.

 

Cuando vio que Elvis creaba un traslador lo miró con abierto gesto de desdén. No pensaba viajar con un trasto de esos. Afortunadamente, de inmediato, escuchó el nombre del pub al que tendrían que dirigirse y, suponiendo que el Gyffindor había abierto algún tipo de brecha en las protecciones de la Universidad para poder crear el traslador y darle carta blanca a Gatiux de llegar como quisiera, el demonio se levantó, miro con desgana en dirección del profesor, y desapareció de camino a Londres con un ligerísimo chasquido.

 

***************

Apareció en un callejón, no muy lejos de Leicester Square. Un movimiento de varita transformó sus ropales en piezas más modernas. Un pantalón de denim negro, una raída camiseta blanca, y un chaleco muy formal de color gris con forro rojo que no combinaba muy bien. La ropa muggle moderna era extraña y él apenas si la conocía pero, esperando haber acertado al menos un poco con la selección de prendas, caminó hacía la via principal de Charing Road.

 

En el camino, se detuvo en frente de un jovencito delgado, un poco bajo para su edad, de pelo castaño y ojos muy verdes a quien, tras mirar con simpatía, le arrancó un par de cabellos. El muchacho, que al principio había sonreído con la timidez de quien cree haber sido reconocido por alguien que él mismo no reconocía, empezó a insultarlo mientras se alejaba. Entre tanto, él agregó los cabellos en una ampolleta cuyo contenido lodoso se transformó en un color semejante al carmín, bastante agradable para tratarse de poción multijugos, que se bebió de un trago.

 

Al llegar al bar ya había adquirido la apariencia del muchacho y había decidido que su nombre sería Paul. The Stuttering Parrot era un pub como cualquier otro: madera y cuero por todas partes, lámparas de iluminación suave y un olor a tabaco y cerveza muy impregnado. A primera vista no parecía estar siendo vigilado pero había muy cerca un carro de thestrals así como varias personas con mezclas de ropa muy extrañas y todos, cubiertos con lo que sólo podían ser hechizos desilusionadores. Entró en el lugar, se acercó a la barra y pidió una jarra fría de cerveza fuerte. Si pretendían que ayudara de algún modo en toda aquella farsa, no podían negarle algo de alcohol en las venas.

 

Cerca, se encontraba la primera profesora de aquel día. La mujer que ni siquiera había tenido la decencia de presentarse pero a quien Elvis había llamado Heliké. No la determinó.

Patriarca Triviani |

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Tomo una de las pociones correspondientes que Elvis les había dejado, era de suma importancia que él como trabajador del ministerio tomara medidas en contra de quien pudiera descubrir su identidad. Apenas escucho las ultimas palabras del Gryffindor pensó que lo que seguía era determinante en la clase o quizá en un caso referente a un criminal, tendría que poner de todo su empeño para tener la confianza suficiente como para seguir en pie con la situación pero en ese punto Ethan ya se encontraba harto.

 

Al aparecer en el pub siguió con la mirada a uno de sus compañeros que quitaba de la cabeza de un joven cabellos para su multijugos, quizá tenia que hacer lo propio pero... con quien?

 

Reviso a sus lados esperando encontrar a alguien que de menos se ajustara a su espigada altura, la mayoría de los ingleses eran mas bajos que él y eso representaba un problema inmediato por la ropa que portaba y que no podía cambiarse. Un par de chicos caminaban en dirección a ellos sobre la acera, uno de ellos era alto, de cabello negro como la noche y ojeras marcadas en su rostro; era lo que se conocía en términos muggles como un "misfit", desaliñado y hasta andrajoso pero que servía perfectamente para los propósitos de Ethan. Cuando el grupo de jóvenes se disperso para tomar rumbos separados, el objetivo de la multijugos siguió su paso directo a donde se encontraban los magos. No fue difícil quitarle uno de los largos cabellos que llegaban por debajo de su hombro, el joven muggle ni siquiera se había dado cuenta para suerte del Lenteric que de inmediato introdujo parte del cabello en la poción.

 

Una vez que su apariencia cambio se sintió realmente incomodo, el cuerpo del muggle era en volumen mas ancho que el de Ethan y la camiseta le ajustaba en parte del pecho. El cabello largo y enmarañado caía por sus hombros y tuvo que hacerlo hacia atrás de sus orejas para tener un poco mas de comodidad.-Odio el cabello largo...-Murmuró mirando las manos que ahora tenia y después de que todo el grupo se hubo "camuflado" tomo camino hacia donde se encontraba Helike esperando saber que es lo que tenia que hacer.

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