Un cadáver, una mafia y el Statuto del Secreto

[Evarela Black Haughton]

Al parecer Elvis había preparado las pociones necesarias para la misión, o quizá las tuviera por ahí y se había colgado la medalla de que él mismo las había fabricado. Evarela no podía saberlo pero tampoco le importaba. Lo primordial en aquel momento era que, por fin, iban a tener un poco de acción. La banshee se aceró al caldero, metiéndose en medio de la conversación que los demás mantenían, para agarrar los tarros que contenían aquellos líquidos tan peculiares.

 

Mientras lo hacía Elvis preparaba el translador, gracias a una nota que había recibido segundos antes. Apremió a los alumnos a que lo tomaran en ese momento y después dijo que buscaran a Heliké. La Black se limito a alargar la mano para tocar el trasnlador mientras el Gryffindor salía del aula. O confiaba demasiado en ellos y en su profesora o simplemente le daba igual. Entonces notó el tirón en el ombligo y todo comenzó a dar vueltas.

 

Segundos después sus pies tocaron tierra firma. El objeto los había dejado justo en la puerta del pub al que debían ir. Por unos segundos maldijo al mago que había ajustado el destino. ¿A caso no debían pasar desapercibidos? Solo esperaba que el hombre al que debían encontrar no estuviera mirando por la ventana en aquel momento. Miró a su alrededor mientras se sacudía la capa y, sin perder tiempo, se adentró en la taberna.

 

Se dirigió directamente a la barra, sin si quiera detenerse a observar a la gente que había en el lugar. Si debían actuar con naturalidad no podía hacer otra cosa. Tomó asiento en un taburete libre y cruzó las piernas, la izquierda sobre la derecha. Apoyó un brazo en la barra y, entonces sí, recorrió la estancia con su verde mirada. Un carraspeo captó su atención. El viejo camarero la miraba embobado, a la espera de que percibira su mísera insistencia. Reprimió una mueca de asco y, haciendo acopio a una gran fuerza de voluntad, esbozó su sonrisa más radiante.

 

- Oh, disculpe, no me había dado cuenta de que estaba esperando - dijo con una amabilidad que no era propia de ella - ¿Me podría poner un whisky?

 

- Claro, claro - se apresuró el viejo.

[Monica Malfoy Haughton]

Tras hablar escuchó como Gatiux preguntaba sobre el método que utilizarían para viajar. Hasta ese momento la de pelo púrpura había estado experimentando con su material de pociones, preparando algún tipo de mejunje que cambiaba de olor continuamente. Primero ácido, dulce hasta llegar a un aroma que se parecía al de la tierra mojada. Mónica no pudo evitar observar como terminaba su trabajo y posteriormente como lo limpiaba todo con gracilidad. “Al menos alguien aprenderá algo”, fue lo que pensó.

Hizo un mohín de desagrado cuando la voz de Elvis se dejó escuchar de nuevo. Clavó la vista en él cuando le ofreció su monedero para llevar las pociones y se acercó para cogerlo dedicándole una sonrisa descaradamente sobreactuada.

- Es muy amable, señor Gryffindor – cogió el bolsito con los dedos indice y pulgar, como quien coge un insecto que le resulta realmente desagradable.

Se giro de nuevo hacia donde estaban las pociones y guardó una muestra de cada una, aunque interiormente pensaba que difícilmente las usaría y que con un poco de suerte lograría escaquearse del lugar al que fueran a dirigirse. La idea de tener que formar parte de aquella escena policíaca no era algo que le entusiasmara especialmente y lo cierto era que tener que actuar como si le interesara en lo más mínimo le aburría.

- Oh... - los ojos se le iluminaron ante su propia idea, proveniente de lo que su tía acababa de decir-. ¡No puedes ir sola, Gatiux! Déjame que te acompañe, podemos trasladarnos juntas a la dirección – Elvis le acababa de dar el pergamino con la dirección, así que aprovechó para darle un vistazo como si realmente le interesara lo que ponía. Miró a la Malfoy e intentó contener una sonrisa que claramente podría delatar su verdadera intención.

Cuando perdieron de vista al director, la Haughton resopló de forma ruidosa.

- ¡Por fin se ha largado! - no pretendía esconder el odio que sentía hacia el mago, el cual por otra parte demostraba lo mismo. Separó los labios para continuar hablando pero ante sus ojos Danyellus decidió marcharse sin decir nada al resto. Lo siguieron Evarela y el otro chico del que no sabía o no recordaba el nombre-. Vaya, estos parece que tenían prisa.

Se giró hacia la única mortifaga además de ella misma que quedaba. Había otra bruja presente a la que Mónica miró de reojo pero a la que no se dirigiría al hablar.

- ¿Qué piensas hacer? - le preguntó-. ¿Crees que si nos escaqueamos misteriosamente pasará algo?

[Danyellus Triviani Malfoy]

Tras apurar la primera jarra, el demonio pidió una segunda. El ritmo del pub era la usual parsimonia de aquellos lugares, y aún más calmo, pues allí no contaban con las ocasionales alteraciones que produciría un niñato bebiendo whisky de fuego por primera vez, algún duelo de magos provocados por alguna discusión sin sentido como la existencia del snorcack de cuerno arrugado, o la presencia de algún troll maloliente sacándose un moco. La tibieza del lugar, al parecer generada de forma artificial por pequeñas hornillas que sólo los muggles sabían cómo funcionarían lo hacía sentir cómodo, la música que llegaba de los rincones, en cambio, se le antojaba estridente.

 

Cuando vio llegar a Evarela, sin disfraz de ningún tipo, la observó detenidamente hasta que se sentó casi junto a él en la barra y pidió, por supuesto, un whisky. Entonces no pudo evitar mirarla descaradamente con el simplón rostro muggle que había adquirido momentos antes, antes sonreírle, tomarse la cerveza, y decir en voz muy alta y simulando estar bebido

 

— ¡Oiga usted!, ¡camarero feo!. Yo pagaré el trago de esa bella chica.

 

Ya que al parecer no iba a suceder nada mínimante relacionado con las pociones, pues Heliké ni siquiera daba señales de vida, Danyellus decidió que bien podía divertirse un poco con la reacción de la Black ante la sinverguencería de un muggle desconocido. Funcionara o no la improvisada diversión, al final bien podía hacer un estudio sobre los efectos del etanol en criaturas mágicas y espíritus...

 

Detuvo su tren de pensamiento antes de vaciar la tercera jarra de licor en su garganta ¿Qué estupidez era la que estaba pensando? En realidad, el estudio se limitaría a los efectos de aquella cerveza floja en sí mismo y... ya que lo pensaba mejor, no haría ningún tipo de estudio. Se limitaría a embriagarse como hacía cada vez más a menudo y a chinchar un poco a la bruja.

[Evarela Black Haughton]

El camarero parecía haberse dado más prisa de lo normal para servir el vaso de la bruja. Evarela mantenía aquella sonrisa encantadora con la que solía conseguir casi cualquier cosa, algo que, no le estaba resultando nada fácil. Odiaba a los muggles en general, los consideraba seres inferiores a los que ni si quiera se les debía permitir vivir pero podía ser muy buen actriz cuando se lo proponía. Quitando aquel hecho, también influía que el aspecto del viejo era casi repulsivo. Y, sin embargo, nada de eso se podía apreciar en su rostro.

 

Cayó en la cuenta de que no llevaba dinero muggle. Varias ideas pasaron por su cabeza. La primera, era ganarse al camarero. Con un par de sonrisas más, miradas coquetas y alguna que otra frase, lo tendría en el bote. Otra era ir al baño para llamar a uno de sus elfos y que le trajeran dinero. La segunda era algo más peligrosa, pues alguien podría oírla y su identidad podría quedar descubierta. Pero entonces una voz masculina completamente desconocida alegó que pagaría su copa.

 

Sus ojos verdes se dirigieron al hombre que acababa de hablar. Por unos segundos estuvo a punto de fulminarlo con la mirada, pero recordó que se encontraba en una especie de misión y de que cualquiera podría ser el hombre que buscaban. Volvió a sonreír, agradecida por las palabras que la halagaban. El desconocido se encontraba en la barra también, cerca de ella. Agarró su copa y se levantó para acercarse a él. Quizá estuviese actuando con demasiado descaro pero a fin de cuentas, no podía reprimir tantas cosas a la vez. Se apoyó en la barra al lado de hombre y le dio un sorbo a su copa.

 

- ¿A qué debo este detalle? ¿A caso le sobra el dinero para ir invitando a la primera mujer que se cruza? ¿O es que espera recibir algo a cambio? - inquirió fijando su verde mirada en los ojos del desconocido, de un tono parecidos a los suyos. Quizá se tratase del hombre que buscaban, de alguno de sus compañeros de clase o simplemente un muggle que no parecía saber dónde se estaba metiendo.