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Prueba de Animagia #1


Suluk Akku
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Elvis había sido el primero en llegar. Ansioso como se le veía por hacer la prueba, no se había dado cuenta de su estado.

 

- ¿Bebiste la poción para lograr la llave del embarcadero? -Suluk abrió los ojos horrorizada. -Para los humanos esa poción es mortal y no hay antídoto capaz de contrarestarla.

 

Era cierto y no valía la pena endulzar las cosas. Ningún hechizo, ningún beozar salvaría a Elvis. Lamentablemente, el mago sólo tenía una oportunidad.

 

- Tu prueba se complicará, pero el Portal es la única posibilidad que tienes para salvar la vida. Dentro de poco te notarás enfermo, quizás antes de entrar al Portal, pero aún así, ese Portal es la única oportunidad que tienes para salvarte. Sólo ahí podrás encontrar la curación que necesitas.

 

Apenas había terminado de hablar, cuando llegó Lyra. La bruja presentaba un aspecto saludable y Suluk se alegró de ello.

 

- Si mueres en el portal, Lyra, no tendrás más vida en la que disfrutar una habilidad. No hay regreso posible cuando se atraviesan las puertas de la muerte. Sé que en vuestra tierra tenéis lugares de resucitación, pero créeme, morir en el Portal, es definitivo y no hay forma de que un muerto adquiera una habilidad.

 

Volvía a ser triste tener que contestar con palabras amargas, pero así era. La muerte quizás fuera la siguiente gran aventura o quizás diera paso a otra vida en algún mundo, en otra dimensión, en otro tiempo... pero nadie que muriera dentro del Portal podría volver a hacer la Prueba con su mismo cuerpo, pues éste ya no existiría.

 

Los demás terminaron de llegar. A todos ellos les hizo la misma pregunta y todos ellos respondieron la habían respondido afirmativamente. Estaban deseosos de realizar la prueba y Suluk admiraba su determinación.

 

Sally había sido la última en llegar y Suluk se la llevó a un aparte, mientras los demás charlaban.

 

- Sally, me preguntaste porqué el Espejo de Cliodne no te había dado la razón de porqué te conviertes en una mariposa. No quise responderte entonces porque... bien, son cosas sobre las que uno mismo debe reflexionar. ¿Has encontrado tu respuesta? -Suluk creía importante que Sally hubiera meditado sobre ese particular, sin embargo, sabía por experiencia que a veces no era fácil encontrar ese tipo de respuestas.- Cuando vi lo que el Espejo de Cliodne te mostraba, deduje que era el amor lo que te hacía volverte una mariposa, una forma de poder jugar con tu hijo y de poder hacerte fácilmente presente para tus seres queridos, de estar en todas partes, llevando felicidad, belleza y alegría a tus seres queridos. Aunque deduzco que esa no es la única razón de porqué te conviertes en mariposa o no te harías esa pregunta. -Suluk hizo una pausa.- ¿Te has dado cuenta de que la mariposa es un símbolo del alma y de la reencarnación? Lamentablemente, yo no puedo darte la respuesta a tu pregunta. Pero te aseguro que si buscas en tu interior, terminarás por encontrarla. Piensa en la Imagen de Poder que te transmitió el espejo, concéntrate en ella y pregúntate porqué esa imagen te da poder y no otra en específico.

 

Esperaba que Sally encontrara su respuesta, pero debía ocuparse también del resto, que ya miraban, ansiosos, en dirección a ella.

 

- Bien, pronto atravesaréis el Portal y comenzará vuestra Prueba. No obstante, debo advertiros. Estáis muy mal acostumbrados todos vosotros -les regañó-. Usáis vuestra habilidad tan poco que no os dais cuenta de lo poderosos que sois. Fijaros que muchas de las pruebas que superasteis, podríais haberlas pasado fácilmente bajo vuestra forma animaga, pero aún así, preferísteis utilizar conjuros. Sabed que no siempre tendréis una varita a mano y que la habilidad de animagia no requiere de ella. No precisáis conjuros para hablar con los animales, basta con que os transforméis. Y en cuanto a la poción, bueno, esa poción es mortal para un humano, pero no para un animal, como algunos pudisteis comprobar. No os habría pasado nada, de haberla ingerido bajo vuestra forma animal.

 

Espero un segundo antes de continuar, necesitaba estar segura de que sus palabras lograban el efecto que pretendía. El Portal no se andaría con menudencias, les exigiría una y otra vez, dominar la habilidad de la Animagia.

 

- Es importante que os deis cuenta de la importancia de vuestra habilidad. La domináis, pero no la valoráis. Sabed que sois muy poderosos y no os olvidéis de ello, pues el Portal os pondrá a prueba.

 

Los aspirantes habían hablado y la suerte estaba echada. Era hora de activar el Portal de las Siete Puertas.

 

Suluk bajó la mirada hacia el suelo del salón circular en donde se encontraba el Ouroboros y, dentro de él, la estrella de cinco puntas que contenía. Engarzados a ella, reposaban miles de anillos con el símbolo de cada una de las habilidades. Escogió cinco anillos que portaban el distintivo de la Animagia y los extrajo de sus respectivos engarces.

 

Al momento, seis de las Siete Puertas que contenía el Portal desaparecieron y una única Puerta permaneció a la vista de los alumnos, emitiendo un zumbido constante y destellos azulados alrededor del símbolo de la habilidad que tenía grabado en su centro. Era la Puerta de la Animagia.

 

La Arcana les fue entregando el Anillo del Aspirante a cada uno de sus alumnos, mientras les daba las últimas indicaciones.

 

- Ahora el Portal está activado y ya no hay marcha atrás. Éstos que os estoy entregando son los Anillos de Aspirante, que mantienen un vínculo con mi propio Anillo -señaló el aro que lucía en su mano derecha, portando el símbolo de la habilidad, un poco más grande que los que acaba de entregar a sus alumnos. - Yo no entraré al Portal con vosotros, pues nadie puede atravesar la misma puerta dos veces, salvo que sea para realizar la Prueba de la Tabla Esmeralda por la que un mago o bruja se convierte en Arcano. Estaréis solos ante los peligros y retos a los que el Portal os haga enfrentaros, pero si alguno de vosotros llegara a decidir abandonar la prueba, será consciente del Anillo que porta en su dedo y sólo con la voluntad de abandonar y la acción de tocar el Anillo, podrá regresar aquí. Recordad que si eso ocurriera, nunca más podrá acceder a la Puerta de la Animagia.

 

Mientras ella hablaba, los alumnos se habían ido poniendo los Anillos del Aspirante. Al hacerlo, cada uno de ellos se había vuelto único y característico. Las pequeñas aristas internas habían adquirido movimiento, vibración y color, diferentes en cada caso, dependiendo del mago o bruja que los portaba. Aún no estaban vinculados, pues era necesario completar la Prueba para que esos anillos se convirtieran en el Anillo de la Habilidad, pero aún así, cada uno de ellos era ya, de algún modo, diferente del resto.

 

- Recordad que cuando atraveséis la Puerta de la Animagia, penetraréis a un Portal mágico de magia tan poderosa como desconocida. Ni siquiera hoy en día somos capaces de comprender todos los poderes del portal que vais a atravesar. Puede que os lleve a un mundo similar al nuestro o puede que no. Puede que sea un mundo real o puede que sea un mundo de la mente. Puede que os lleve al pasado o al futuro o que, al contrario, os haga permanecer en el presente. Puede que a lo largo de la prueba atraveséis más de uno de esos mundos o puede que toda la prueba se desarrolle en el mismo lugar. Puede que os encontréis solos o que os encontréis a otras personas, conocidas o no. Lo que sí os puedo decir es que la prueba nunca es dos veces igual. Yo estaré pendiente de lo que ocurra, pues mi Anillo me permitirá observar, pero no podré estar ahí para ayudaros.

 

Enumeró de memoria las cosas importantes que debía decirles y revisó si se había dejado alguna. Ni todo se podía contar ni era fácil explicar aquella experiencia a aquellos que aún no la habían vivido. Aún así, aún podía decirles algo más.

 

- En la Puerta de la Animagia, perderéis la forma humana nada más entrar al Portal. Después, a lo largo de la Prueba, habrá veces que la experimentaréis con vuestra forma animal y en otras ocasiones bajo la forma humana. No obstante, -hizo una pausa, pues quería remarcar bien lo que iba a decir a continuación- desde el momento en que entréis en el Portal no tendréis completa consciencia de qué o quiénes sois. No recordaréis estar haciendo una Prueba y viviréis todo lo que ocurra allí dentro como si fuera una experiencia vital. Da igual que el portal os conduzca a un mundo real o a un mundo imaginado, vosotros lo viviréis como real. De hecho, nadie tiene muy claro cuándo ha estado en un mundo real y cuando no. Lo deducimos por los muertos. A veces, si alguien muere, aparece su cuerpo cuando el Portal se desactiva, al retornar el Anillo del Aspirante a la estrella de cinco puntas. Creemos que en esos casos, el mundo en el que estaban no era real. Otras veces, en cambio, el Anillo retorna, señal de que el aspirante ha muerto, pero el cuerpo nunca llega a aparecer, por lo que pensamos que en ese caso, el mundo en el que estaba era un mundo real. Y, en ocasiones, el Anillo no retorna y el aspirante tampoco. Se pierden por los mundos, viven sus vidas, olvidados de lo que una vez fueron y persiguieron, sin que se pueda hacer nada por hacerlos regresar.

 

<<También sabemos que algunas veces lo que ha ocurrido en esta Prueba ha tenido efectos en el mundo real, por lo que no queda otra opción que deducir que el portal los envió a un mundo real. Pero no es así en otros casos. Nadie sabe muy bien de qué depende ni porqué el Portal actúa como actúa. >>

 

<<Recordad pues que ni estando en vuestra forma animal ni estando en vuestra forma humana tendréis plena consciencia de quienes sois, sólo una leve impronta. Lo más profundo de vosotros mismos, permanecerá. Vuestras emociones, vuestros miedos, vuestros deseos más profundos, quizás vuestros seres más queridos permanecerán. Pero no recordaréis estar haciendo una prueba y vuestro pasado se desdibujará y sólo tendréis retazos del mismo. >>

 

<<En un momento dado, el Portal os propondrá un reto. Ese reto será único para cada uno de vosotros y os obligará a pasar un número variable de pruebas. Lo que es seguro es que, al menos una de ellas, deberéis superarla bajo vuestra forma animal y otra bajo vuestra forma humana. Debéis saber también que no será vuestra propia voluntad la que os lleve a vivir unas experiencias u otras, el Portal os llevará a ellas sin que podáis ordenarle lo que deseáis experimentar e, igualmente, no tendréis capacidad de decisión sobre cuándo estaréis con vuestra forma humana y cuándo con vuestra forma animal. Es el propio portal quien te convierte en una u otra cosa sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo.>>

 

<<No perdáis de vista el Anillo. Salvo que hayáis decidido abandonar, en cuyo caso, adquiriréis conciencia del Anillo, no sabréis lo que es ni lo que representa, lo habréis olvidado. Sin embargo, el Anillo será vuestra guía. Hacedle caso. Cada cierto tiempo, lo notaréis brillar y una voz se repetirá en vuestra mente invitándoos a seguir adelante. Perservera, será la palabra que, cada cierto tiempo, escucharéis en vuestra mente, sin que sepáis qué significa. No la comprenderéis, pero os ayudará a cumplir la prueba.>>

 

Suluk miró a sus alumnos con detenimiento. Esperaba que las indicaciones se les quedaran bien gravadas, pues una vez que cruzaran el Portal, todo dependería de sí mismos. Ella sólo podría ser una mera observadora, una tabla de salvación de urgencia para casos tan desesperados que les llevaran a abandonar la prueba. Cuando vio que estaban preparados se acercó a la Puerta de la Animagia y, antes de cederles el paso, les hizo una última observación.

 

- Cuando la prueba la realiza más de una persona a la vez, es probable que el Portal os lleve a algunos de vosotros al mismo lugar. No es seguro ni se puede prever. Sin embargo, si algunos de vosotros queréis estar juntos, cuando el Portal os traslade de mundos o, ahora al acceder al portal, daros la mano. Nunca habrá una total seguridad de que el Portal acceda, pero siempre es más probable que esteis juntos si entráis de la mano.

 

Suluk se apartó tocando la Puerta de la Animagia, que al momento desapareció y dejó ver un muro de luz blanca y cegadora. Ahora era cosa de ellos y de lo que el Portal les propusiera como reto, algo que Suluk sabía que, en el fondo, no marcaba una gran diferencia, porque a la postre y aunque nunca llegaran a darse cuenta de ello, lo que el Portal les propusiera como reto, también dependía, en gran medida, de ellos. Ella no podía controlar nada de lo que fuera a suceder a continuación.

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Mi boca se abrió un poco cuando la Maestra Suluk se expresó delante de mí. Me quedé por algunos segundos mirando el suelo, mientras que ella me explicaba algunas cosas. ¿Cómo ponía un veneno a manos de cualquiera? Estaba seguro que no nos consideraba un cualquiera pero en el apresuro tal vez, no había mantenido las precauciones necesarias. Parecía que hubiera estado dos semanas sin beber agua. O tal vez que ahora que era consciente de mi envenenamiento, podía empezar a palpar los malestares. Me tranquilizó una parte el saber que encontraría la curación. ¿Pero cómo sabría que era esa?

Ya había murmurado que estaba listo. Ya estaba listo. Pero había algunas cosas, como una pequeña vocecita que me preguntaba si de verdad estaba preparado. Ya ni siquiera había entrado por aquella puerta, que había quedado fija, y tenía alguna complicación. ¿A qué me enfrentaría? Las dudas se empezaron a disipar de a poco, ya que Suluk Akku nos comentaba un poco cómo iba todo. En los libros que nos había dado, no explicaban con detalle y al parecer era cierto, nadie sabía que esperaba el portal para cada persona. Estiré mi mano y la Arcana depositó un aro plateado. Me lo coloqué en uno de mis dedos, el índice. Automáticamente mientras ella terminaba la explicación, el anillo se volvió tan negro como la noche misma, con algunos destellos azulados.

No estaba seguro si podía llegar a entender la complicación en las palabras de la Arcana. Primero nos estaba comentando que ni bien pisáramos dentro del Portal, perderíamos nuestra forma humana. ¿Cómo iba entonces a poder salvarme allí dentro? ¿Hablaba en serio? Nos olvidaríamos de la prueba, de quiénes éramos. Y la respuesta que le brindaba a Katara hablaba sobre que muchas veces había ocurrido que algunas personas habían perdido la vida allí dentro. ¿Me sumaría a ésa lista? Esperaba que no. Poco a poco fue llegando al final de la explicación. Se me revolvió el estómago, pero ahora más que nunca, ni por ninguna fuerza mayor, me vería obligado a salir. Además de regresar el umbral de vuelta, salvaría mi vida. De eso no tenía duda.

 

Me incomodaba totalmente no recordar quién era. Eso me hacía perderme. Siempre utilizaba a mi entorno familiar para enfrentar a cualquier situación. Utilizaba mi pasado como una armadura y mis poderes como una espada. Aunque mantuviera mis emociones, mis miedos y mis alegrías (y el veneno que debía curar) no era lo mismo. Suspiré. Aquella sería una de las pruebas más difíciles que debía enfrentar, definitivamente. Miré hacia mis costados. ¿Por qué querría pasar junto a alguno de mis compañeros? Sentía que cada uno debía hacerlo por su cuenta. Era algo que tenía que hacerlo solo. Avancé dos pasos mientras al puerta se abría. Me olvidé de Suluk, de mis cuatro compañeros y de todo. Giré una vez el anillo de la animagia y me adentré en el portal.

 

Avancé sobre la luz blanca. El umbral desapareció. Miré sobre mis hombros y no estaba la puerta. ¿Qué hacía allí?

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Cuando Suluk le dijo a Elvis que se había envenenado con la poción del embarcadero, Gatiux se alejó un par de pasos de él, como si fuese un paciente infecto-contagioso al que hubiera que tratar con protecciones para evitar que el virus de extendiese o estar fuera de su alcance por si perdía el juicio. Se felicitó a si misma mentalmente por haber tenido el buen tino de no beber la poción.

 

Pensó también en que era la versión humana del envenenado la que no estaba preparada para digerir la poción. Tal vez si pasaba el tiempo suficiente convertido en pájaro, su cuerpo animal podría enfrentarse a la infección mortal. Claro que no expondría la idea en voz alta, no haría nada que pudiese ayudar a Elvis, que no había sido especialmente amable con Gatiux en las últimas semanas. El hombre actuaba como si la banshee no existiera y ella haría lo mismo, lo dejaría hundiéndose en el espejo del ego.

 

- No pienses en la muerte -le dijo Gatiux a Lyra- Piensa en positivo, en que vas a salir victoriosa de ésta.

 

Tener sentimientos negativos antes de cruzar el portal no beneficiaba a nadie. Ninguno de los presentes sabía lo que iba a ocurrir, ni la propia Arcana de Animagia. Podría ser una prueba a vida o muerte contra una quimera o simplemente seguir un camino de baldosas amarillas. Lo que fuera que les esperase sólo lo descubrirían una vez cruzasen.

 

Tras mantener una charla aparte con Sally, Suluk volvió al grupo para regañarles por no haber aprovechado su habilidad en la prueba anterior. Les otorgó a todos un extraño anillo de cristal. En cuanto Gatiux de puso el suyo, el anillo cobró vida, por dentro se movía y adquiría tonos púrpura. Colocó el anillo en el dedo índice de la mano derecha, junto a los que ahora podía utilizar gracias a las clases de los guerreros Uzza. Escondidos bajo la camiseta, colgando del cuello, llevaba un par de amuletos que serían de mucha utilidad si su forma humana se metía en lios.

 

Comprobó que todos los anillos estaban bien encajados mientras Akku daba las últimas indicaciones. A Gatiux no le importaba poder recordar quién era, ya había pasado un par de veces por esa situación. Una raya más al tigre. La parte final del discurso captó especialmente la atención de la banshee de ojos amarillos, que miró a los presentes tras conocer que podían saltar juntos. Sería mucho más fácil si cayesen en el mismo lugar. Dos cabezas piensan mejor que una, aunque no tuviesen plenas garantías de acabar juntos tras cruzar el portal.

 

- Si alguien quiere acompañarme será bienvenido -les susurró a Lyra y Bastian- Siempre hay más probabilidades de sobrevivir si es en grupo.

 

Gatiux cruzó el Portal después que Elvis. Una brillante luz blanca la rodeó para fundirse con ella. Cerró sus ojos ambarinos al sentir el calor que emanaba la luz.

 

* ~ * ~ * ~ *

 

La lluvia empapaba el peleje de aquel gato negro que vigilaba desde el tejado, era una sombra al amparo de la noche. Manteniéndose a la espera, quieto, con sus ojos amarillos fijos en la única puerta de aquel oscuro callejón. Era la hora.

 

Una luz amarilla iluminó un trozo de pavimento cuando la puerta se abrió. Tras esta salió un hombre de mediana edad, barrigón y con bigote que cargaba con una pesada bolsa de basura. Cojeaba un poco al andar por culpa del peso que cargaba y los kilos de más, pero avanzó renqueante hasta el cubo de basura colocado al principio de la calle, cerca de la avenida principal. Debido al olor, un gato menos listo avanzó hasta la bolsa de comida antes de que el hombre diese dos pasos para volverse hacia el edificio. Aquel humano le propinó una patada al gato en el costado, mandándolo a unos diez metros desde el lugar en el que estaba. Gruñó enfadado.

 

- Ordal ottag ottedelam. ¡Asoc assets al itton el ettut! -exclamó con irritación, haciendo aspavientos con las manos- Orefirogirf out li è non arutazzaps aim al. Azzip al ecaip ilg ittag ia odnauq ad?

 

El gato atigrado huyó, mientras que el negro seguía en su posición vigilante. No había sido astuto como para esperar. Trascurridos veinte minutos desde el incidente, tras la vuelta del hombre al edificio, un muchacho delgado y algo desgarbado salió del local por la puerta lateral.

 

-¡Efej, anañam atsah!

 

El chico arrancó su pequeña motocicleta y se alejó de la pizzería. Quince minutos después lo siguió el hombre gordo, cerrando con llaves la puerta antes de marcharse. Cuando se hubo alejado, el gato negro bajó del tejado hasta los cubos de basura. Tenía aproximadamente media hora hasta que pasase el camión de la basura a por el contenido de los cubos. Eligió la bolsa donde estaba la comida de la pizzería, guiándose por el olfato, y comenzó a degustar aquellas deliciosas sobras. Cuando acabó de llenar el estómago, el pequeño gato salió del cubo y corrió bajo el amparo nocturno. Sabía de un lugar a cubierto donde podría dormir toda la noche...

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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> dijo Bastian para sus adentros. Durante todas las semanas de entrenamiento había concentrando sus esfuerzos en comprender partes exquisitas de la habilidad de cambiar de forma. Entendí a la perfección el poder que tenía en su cuerpo. Si bien el animal que lo representaba no era el más adecuado para hacer lo que más le gustaba -obtener información- llegó a comprender que andar en cuatro patas era mucho más que usar a una bestia para hacer el trabajo sucio. Eran uno solo, dos partes que se complementaban y que formaban lo que era en realidad una persona. Por su puesto que Suluk había planteado las pruebas para que el animal las sorteara. No lo vio claramente.

 

La charla avanzó más rápido de lo que él esperaba. Se colocó en anillo en el dedo corazón de su mano derecha. Aquel era el dedo indicado, lo supo en cuanto aquella reliquia hizo contacto con la piel. El portal se abrió luego de que la Arcana les advirtiera de los peligros en los que todos se verían inmersos. Bastian consideró, seriamente, aceptar la oferta de su tía de acompañarla en la travesía. Era demasiado peligroso. Dos felinos, si. Pero dos felinos con diferencias de tamaño colosales. Si de verdad perdían sus recuerdos, el mortífago no lo dudaba, podría atacar a la su tía guiado por el instinto. Porque si, cuando supo que el pasado desaparecería de su cabeza recordó aquello a lo que temía. Era uno de sus miedos lo tendría que superar algún extraño mundo.

 

Atravesó la luz. Ni siquiera intentó activar la metamorfomagia que corría por su sangre. Incluso si lo hubiera intentado el portal no se lo hubiera permitido. Todo a su alrededor se volvió oscuridad, tinieblas, muerte. Los seres de aquel extraño mundo, acostumbrados a la casi nula luz, se alarmaron en cuanto vieron aparecer a una nueva criatura. Algo que ellos sabía, por recuerdos lejanos y casi inasequibles, que se trataba de un felino. No podían diferenciar colores. Pero Bastian, en su forma animal, se presentó por primera vez sin ninguna variación. Era más grande que un tigre adulto promedio. Las rayas de su cuerpo no eran totalmente negras, sino que estas estaban llenas de finas líneas del color azulado. Sus ojos conservaban el azul del humano.

 

No es que él estuviera a salvo, pero probablemente si se hubiera presentado con apariencia de mago todas las criaturas se hubiera abalanzado sobre él con la intención de matarlo. Ellos odiaban a los humanos, les recordaba como es que habían sido antes de ser malditos. ¿Quién diablos era él y que hacía en aquel horripilante lugar? Un destello amarillento, dos rostros iguales se hicieron presentes en su mentes.

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Las palabras de la Arcana eran duras, pero tenía razón. La realidad no simepre era algo hermoso, pero como lo veía, más valía perderme en esos mundos o morir que quedarme sin ser la gata persa blanca.

 

Agradecí las palabras de ánimo que me dirigió Gatiux y le sonreí. Tenía razón, no tenía que pensar en cosas tristes, solo en que pronto terminaría esa prueba y que saldría victoriosa de ella.

 

-Tienes razón, te haré caso. Me olvidaré de lo negativo.- Comenté.

 

Seguí escuchando las palabras de la Arcana sobre lo poderoso que era la animagia, sorprendiéndome que si hubiera tomado la poción como animaga no me habría pasado nada. Tenía razón, al menos yo preferí llegar como humana sin darme cuenta que a lo mejor todas esas pruebas las debíamos haber enfrentado como animagos.

 

-No se me ocurrió convertirme en animaga para tomar la poción, porque pensaba que al fin y al cabo era un humano y no importaba la aza. Pensé que si me convertía en una minina, de todas formas seguía siendo humana en el fondo, pero ya no olvidaré esa lección.- Confesé, apenada.

 

Como decía, usaba poco la animagia y más que nada para jugar.O para mostrar mi enojo con los empleados del Mall. Al menos con solo mencionarlas funcionó y hasta el momento no había tenido que usarlas. Me pusé el anilo que nos dió la Arcana, mirándolo con respeto y podría decir que con cariño. No pude evitar acariciarlo unos segundos apenas.

 

Las aristas del mismo tenían un hermoso color peridot, uno de mis preferidos. La forma no se definía, parecía formar un pentágono invertido pero pronto cambio de forma, parecían un par de serpientes mordiéndose la cola de la otra. Tenía que recordar la palabra clave.

 

-Tienes razón, te sigo.- Le contesté a Gatiux, aunque como había dicho la Arcana no era seguro que el portal me llevaría con ella.-Espero que no haya problema si dejo mi mochila aquí, ¿verdad? Sé que la recuperaré . Solo me llevaré esto.

 

Tomé la gema que me había indicado cual era la barca que tenía que tomar y la guarde el bolsillo derecho del pantalón deportivo. No me separaría de los anillos y amuletos que llevaba, ni de mi varita, pero si de mis pociones. Esperaba que si pudiera regresar por la mochila, ¿apareceríamos en ese sitio de nuevo una vez que la prueba terminaría?

 

No podía hacerme tantas preguntas, simplemente me anime y pase la puerta, curiosa por ver que me esperaba tras esos destellos azules.

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Parecía que habían transcurridos horas desde que había tomado vuelo. El aire fresco de la mañana acariciaba mis plumas de una manera muy agradable. Igual que el sol. Levantaba destellos dorados sobre aquel mar de árboles, que no dejaban ni siquiera ningún hueco para ver en el interior del bosque. Se extendía en todos los puntos cardinales. Incluso invadiendo algunas colinas, donde creían árboles más grandes y más verdes.

La libertad era lo más grandioso allí. Aunque pasada unas horas, parecía que aquel cansancio jamás se iba. Por más que me posara en alguna rama alta o descansara por la noche, parecía que acababa de volar kilómetros y kilómetros cuando recién despertaba. Y lo peor es que me esperaban ésas largas distancias. Solamente me había cruzado con otras lechuzas o aves diferentes. Animales como monos y ardillas, descansaban también en aquel techo de hojas. Pero nadie más.

"La libertad lleva sus consecuencias" me dije para mi mismo. Ése lugar era uno de mis preferidos. Aunque no recordaba como había llegado allí. Un cosquilleo se produjo desde la punta de mis alas, como si se tensionaran. Habían pasado horas, era mejor descansar un rato más. A veces me preguntaba si el hecho de convertirme en búho, me traía problemas, por ser animales nocturnos. Pero había probado durante las últimas dos noches y estaba igual.

Agua. Gracias a todos los dioses —no sabía en qué momento había querido convertirme en humano de nuevo, pero allí estaba, arrodillado frente a un lago bastante pequeño. Sus aguas cristalinas permitían ver el fondo, donde muy por debajo, había algunas piedras de colores. Todas eran de un color azul. Había pequeños peces pero les resté importancia, me encargué de beber de aquella agua. Era dulce, era deliciosa. Hasta incluso cada vez que bebía todo el líquido de mis manos, parecía que éstas ni se mojaban, pero me satisfacía. En aquel acto de pensar como no me mojaba las manos, pude ver algo. Algo brilloso debajo del lago.

Era una llave. Su brillo se distinguía en la profundidad del lago, que no era mucha, por lo que los rayos del sol llegaban hasta allí. ¿Quién había perdido una llave en medio del bosque? No parecía ser un sitio donde pasaran personas, pero tampoco parecía que alguien fuera a beber todos los días allí. Cuando me senté para observarla mejor, pude sentir una piedra que se me clavaba en mi pierna. Quise sacarla pero no la encontré, estaba dentro de uno de mis bolsillos. Saqué una piedra azul. Como las que estaban en el fondo del lago. ¿Qué era eso y qué hacía en mi bolsillo?

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La respuesta vino con las palabras de Suluk Akku y se sorprendió al darse cuenta de que lo había olvidado. Reencarnación. No sabía a ciencia cierta cuántas veces su alma había reencarnado desde que fue expulsada del cielo, pero ahora podía ver con más claridad que nunca que en todas esas vidas, incluso como ángel, su principal motor había sido el amor. Y en ésta vida, ésa fuerza que la mantenía viva seguía siendo eso, el amor. Sonrió al pensar en eso y sin dudar más se acercó al resto.

 

Al igual que los demás, ella tampoco se había atrevido a sortear las pruebas para llegar a la pirámide en su forma animaga. Pero era consecuente con sus palabras, ya antes había mencionado en la reunión en la choza de la arcana, que ella no solía usar demasiado aquella habilidad, más que nada por respeto hacia ella. Pero quizá la anciana tuviera razón y en realidad era que no la valoraban, ni ella ni el resto de los aspirantes a la prueba. Tomaría en cuenta sus palabras de ahora en adelante.

 

Cuando tomó el anillo que la arcana fue ofreciendo a cada uno de ellos se lo puso en el dedo anular de su mano izquierda y en seguida éste tomó un color plateado. En relieve aparecieron unas pequeñas mariposas alrededor de él. Cerró el puño, como atesorando aquel artefacto que ahora le pertenecía y escuchó atentamente las palabras que la anciana empezaba a decir, corroborando todo lo que había leído en los libros que les entregó.

 

Pero también les dio información nueva que consideró importante, pues no había imaginado en ningún momento que pudieran perder conciencia de su propia existencia. Al menos en ese aspecto, tras cruzar el portal e internarse en otros mundos, no sería precisamente como un viaje astral. Sería diferente y eso de alguna forma la emocionaba, ojalá pudiera recordarse a si misma, recordar esos mundos, su pasado y con suerte poder ver el futuro. Aunque era mejor así, prefería ignorar todo eso y vivir plenamente en cualquiera de esos mundos en los que fuera a caer, ya sea como humana o animal, ya fuera real o no.

 

Decidió, al igual que Bastian y Elvis, ingresar sola. Creía firmemente que cada uno tenía la suficiente fortaleza y capacidad para llegar a sortear las pruebas que el portal les deparase. Así, después que todos ellos se internaran, ella también ingresó dedicandole una última sonrisa llena de gratitud a Suluk Akku, pues no sabía si volvería a verla y realmente le estaba agradecida por todo lo que le había enseñado aquel tiempo.

 

~~~~~~~~~~~ * ~~~~~~~~~~

 

 

Luz. Una luz cegadora era todo lo que recordaba de aquel sueño. Y una voz que repetía algo una y otra vez, aunque no estaba seguro de lo que decía. Se incorporó en la cama y se rascó la cabeza, su pelo alborotado empezaba a llenarse de liendres, otra vez. Tendría que apresurarse, con suerte y podría tomar un baño antes de irse a trabajar. Se desperezó bostezando con ganas y se puso aquel abrigo de paño lleno de remiendos. Sus zapatos estaban fuera de la casa, así que salió descalzo y se dejó sorprender por la luz del día.

 

Fuera de la casa de madera y paja se podía vislumbrar un paisaje lleno de hierba, arboles y vertiginosos caminos de tierra que llevaban hasta las casas vecinas, a varios metros de allá. Después de ponerse sus zapatos fue a hacer sus necesidades en una basinica de barro, que lavó y dejó secando en la entrada de la casa antes de tomar un baño de agua fría. Mientras se lavaba el pelo se puso a pensar en el sueño que había tenido. No era la primera vez que soñaba con aquella luz y la voz, podía asegurar que era la voz de un hombre aunque habían días en que le parecían la voz de una mujer o un niño.

 

Dejó de pensar en eso. Siempre había sido una perdida de tiempo. Después de alistarse para el trabajo se fue al campo, con pico y cestos para cosechar. Ya no tenía demasiada comida en casa y tendría que ir a vender algunos productos al pueblo. El sol en pleno le quemaba la piel, aunque ya estaba acostumbrado siempre le dificultaba el trabajo que realizaba. De repente una ventisca azotó ligeramente el campo, refrescando su cuerpo, y con el viento un sinfín de mariposas plateadas aparecieron a su alrededor, revoloteando alegremente.

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No estaba segura de que podría reunirme con Gatiux, o si recordaría a alguien cuando estuviera en el sitio dónde me mandará el portal, porque al fin y al cabo, el era el que elegía.Al final, por lo visto decidió mandarme también a una aventura aparte, pero imposible recordad.

 

-¡Meow!- Maullé al sentir la lluvia y ver que estaba hecha una bola completa de lodo.

 

¿Cómo había llegado al mismo si siempre era cuidadosa? No lo sabía, pero estaba cerca de una mansión, buscaría refugio en ella. Busque una ventana abierta y empezaba a desesperarme porque todas parecían estar cerradas. Por fin encontré una y me anime a entrar, no recordaba nada.

 

Unos brazos me atraparon, pero no parecían estar molestos por la instrución. El joven moreno parecía alegre de verme, por lo visto estaba en esa mansión en calidad de mascota.

 

-¡Ven, Amanda! Vamos, si que necesitas un baño.- Comentó el joven, mientras me llevaba cargando al segundo piso y movida por la curiosidad no me resistí. Aunque, hubiera preferido otro nombre y no Amanda.-¡Mamá, regresó!

 

La señora ella joven también, unos treinta años mientras que el chico, parecía tener unos ocho años. Era más pequeño que lo que había supuesto. La morena tenía el cabello lacio y unos ojos negros bastante bellos y me tomo en sus brazos con cariño. Aunque me preocupe al ver la bañera.

 

-Mi esposo hizo de las suyas nuevamente, ¿verdad gatita? No se porqué es tan paranóico contigo, si eres una dulzura.- Mencionó la mujer, como si supiera que la entendería.

 

Sentí que me metían a la bañera, el agua estaba aceptable y vi como se iba quedando el lodo en ella, volviendo mi pelaje a su color natural. ¿Qué había querido decir con que su esposio hizo de las suyas?

 

-No sé porque papá actúa así con ella. Ni siquiera recuerda bien cuando llego, pero sabemos que desde pequeña ha estado esta minina con nosotros. La vimos nacer cuando su madre vino aquí a morir, llevaba mucho tiempo en la calle.- Contó el niño.

 

De inmediato, me di cuenta que los recuerdos que tenían se los habían modificado. Porqué si algo recordaba es que no hubiera podido haber nacido en realidad de una mamá gatuna. Seguí prestando atención, agradeciendo que les diera por recordar, al parecer hacian eso cada vez que me encontraba en una situación similar.

 

Tuvieron que cambiar el agua de la tina y volver a calentar más para lograr quitarme toda la suciedad. Cuando terminaron, el chico me seco con cuidado, la toalla era calientita. Deje que me siguiera cargando después que me cepillara, mi actuación tenía que ser perfecta.

 

Pronto estuve en un cuarto que parecía ser la sala y me pusieron en una cómoda canasta, enfrente de la chimenea. No tardó la mamá del joven en traerme leche en un plato y sardinas. Suspire, hubiera deseado un rico filete, pero no podía quejarme .

 

Empecé a comer como si fuera un gato real, hasta que se fueron y me dejaron descansar. Había otro animal ahi, una lechuza.

 

-Ellos no saben que modificaron su memoria, nosotros si. No creyeron necesario hacerlo en las mascotas de la casa.- Me llegó su pensamiento.

 

-¿Otras mascotas?- Pregunté, aunque obviamente solo salieron un par de maullidos.

 

- ¿Ahora te borraron la memoria a ti también, intrusa?- Preguntó molesta la lechuza.-El amo no tardará en descubirte, al menos eso esperamos. Por lo visto es más fuerte resistiéndose al hechizo para modificar recuerdos.

 

No segui platicando e intenté dormir. ¿Estaba ahí en calidad de espía? Una simple palabra llegó a mi menta, pero no supe bien de dónde venía. Ni siquiera sabía si eso real, para mi, parecía un sueño bastane raro.

 

-Persevera.- Volví a escuchar.

 

Supé que era la única tanto humana o animal que podía escuchar esa palabra.

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Abrí los ojos. Desde dónde me encontraba, tirado en el suelo, podía ver aquel techo formado por ramas de árboles y montones de hojas que tapaban aquel cielo estrellado. La oscuridad había llegado al bosque y no tenía idea del porqué me había desmayado. Tenía la frente totalmente cubierta por sudor y tanto los brazos como las piernas, estaban entumecidos. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Y por qué me había desmayado? Mi cuerpo no parecía querer reaccionar y mis párpados querían cerrarse.

Tarde algunos segundos en empezar a moverme. Algunas pequeñas rocas me habían marcado la espalda pero no era nada grave. Llegué a sentarme y notar que pegado a mi, estaban mi varita y nuevamente aquella piedra azul. ¿Dónde la había visto antes? No recordaba. Tal vez la había metido dentro de mi bolsillo sin querer. A dos escasos metros estaba aquel lago. El reflejo mostraba lo mismo que había visto al abrir los ojos. Nada más que el fondo era completamente oscuro. Y algo brillaba allí.

La llave nuevamente. ¿Por qué me había desmayado? Me saqué la frente del sudor y quise levantarme pero aquello ya era mucho. Tenía muchas más ganas de quedarme allí y dormir por el resto de mi vida. ¿Pero que ganaba con eso? La brisa movió la copa de los árboles y una o dos lechuzas ulularon para romper el silencio. Giré de golpe mi cabeza. No había nadie. ¿Qué era eso?

»Persevera«

Aquella voz parecía cargar con demasiada sabiduría. No me producía miedo, sino confianza. La cuestión era ¿a qué? Luego de aquella voz, hubo un pequeño destello de más y miré en dirección al lago. Pude notar cómo la llave parecía haberse vuelto más brillosa, como si la luz pura de la luna se viera reflejada. Pero las ramas eran demasiado tupidas para eso. Saboreé mi boca. Estaba seca. Tenía sueño. Refregué mis ojos pero no parecía regresar las fuerzas. Llevé mi mano hacia el agua.

¿Qué sucede? —murmuré para mi mismo, aunque nadie me respondía. Metía la mano para intentar juntar agua y poder beber, pero el agua no me mojaba. Parecía como si fuese un fantasma atravesando una pared. O era el agua que no se dejaba rozar. Pero la llave continuaba brillando. Moví mi varita y murmuré un perezoso Aguamenti. El agua salió en un poderoso chorro y se unió a la del lago. Aún así no pude tocarla. Ni siquiera tras el segundo intento de beber directamente de mi varita.

Golpeé la piedra azul porque la tenía más a mano. Y ésta rodó a la orilla del agua, se sumergió y llegó hasta el fondo del lago. Claramente que no me di cuenta, porque estaba unos metros por debajo, cuando la piedra azul tocó la llave y la luz plateada pasó a una azulada. Volví a mirar hacia el agua preguntándome qué demonios sucedía. Apoyé mi mano cerca de la orilla para aferrarme y poder mirar mejor. ¡Me estaba mojando! Mi camisa blanca tenía algunas manchas de barro después de zambullir completamente la cabeza. Lo necesitaba. Incluso tomé algunos sorbos de agua.

Automáticamente el sueño se desapareció. Mis fortaleza se reestableció y me dieron más ganas de salir corriendo de allí. Aunque me contuve. Sequé mi barbilla con la manga de la camisa y sequé mi cabello con mi varita. Me puse de pie mientras la llave volvía a su resplandor natural. No sabía lo que era. No tenía idea si se trataba de un sitio, una llave o una piedra mágica, pero era extraño todo lo que estaba pasando. Guardé mi varita y tanteé mis bolsillos para saber que hora era. En vez de encontrar el reloj, me encontré con la piedra azul, nuevamente.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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No podía quedarme todo el día en la canasta. Afortunadamente amaneció y no tardó la familia en salir, no sin antes ir a la sala a hacerme todo tipo de fiestas, darme caricias y dejarme el desayuno. Aparente que disfrutaba todo aquello, hasta que el jefe de la casa se acercó a mi.

 

-Se que no eres una simple gata. Haré que te descubras.- Dijo, acercando la cara.

 

-¡Meow!- Contesté, mientras lo langueteaba.

 

Afortunadamente había visto que la esposa y el hijo regresaban, por lo visto eran vacaciones y el chico iba a acompañar a la esposa al Ministerio. El padre solamente se limpio la cara, mientras que ellos se reían al ver que intentaba jugar con él.

 

-Estas loco, querido. Tienes que ir a San Mungo, mira que amenazar a esa gatita tan linda.- Bromeó su esposa.

 

Todavía no sabía como se llamaban o en que época estábamos, ¿pero acaso importaba? Ambos sacaron al esposo de la casa y me hubiera gustado que se llevaran a la lechuza con ellos, pero era imposible. La lechuza había hablado de otras mascotas, ¿dónde estaban?

 

-Veamos, ¿qué tengo que buscar?- Me pregunté, olvidando que los demás animales podrían entender lo que decia.

 

En ese momento lo vi, un pequeño gato negro viéndome, parecía estar igual de molesto que la lechuza con mi presentcia. Un nombre se me vino a la mente, sin saber porqué.

 

-¿Gatiux? ¿Qué hacemos aquí?- Pregunté.

 

-¿Gatiux? ¿Quién es esa?- Preguntó el gato negro.-Soy Tobías, el vecino de al lado. Entre por la ventana de la recamará de los dueños, ya sabes. Hay un hermoso árbol cerca de ella y la ventana siempre esta abierta.

 

-Genial. No tengo tiempo para visitas.- Protesté saliendo de la canasta, mientras me lamia. No podía decir que buscaba, pero me dirigí al estudio. -¡Deja de seguirme!

 

-Nunca.- Dijo Tobias.-Pero no eres buena como espía. ¿Has pensado que en el estudio es el último lugar donde un mago escondería algo, precisamente por lo obvio que es?

 

Genial. Estaba en presencia de un vecino metiche, pero si lo que decía era cierto, tenía que dirigirme al lugar menos pensado: el cuarto del hijo.No tenía porque decirle nada de mis planes, pero me dirigí al cuarto subiendo las escaleras. Resulto ser el último que visite, el segundo cuarto que estaba cerca de la recamará principal. Se notaba que los padres no le quitaban la vista de encima al hijo lo que debía ser molesto.

 

-Veamos, ¿por dónde empiezo?- Pensé, mientras me metía debajo de la cama.

 

Sabía que normalmente los cuartos estaban prohibidos para m, el recordar era bastante bueno. Buscaba una especie de diario, el cual no estaba debajo de la cama. Quizás un compartimiento en la pared o en lo más alto del closet, un sitio donde un niño no pudiera husmear.

 

En ese momento vi las estanterias del cuarto, llenas de libros, juguetes y lo que los muggles llamaban cds. Empecé a trepar por cada una, era hábil en eso. Por fin llegue a la última. Sentí una presencia y vi a un crup, moviendo la cola alegremente, espantando a Tobias, quien se escondió en el closet.

 

-Más problemas.- Pensé.

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