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Mansión Vladimir (MM B: 96425)


Reena Vladimir
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Historia familiar:

En un inicio la mansión perteneció a la última descendiente de la sangre real vampírica, Hayame Vladimir Potter Black.

Actualmente la mansión es sede de una Hermandad de Sacerdotisas "El tejo milenario" aunque en su árbol genealógico hay disparidad de razas.

Debido a la antigüedad de la mansión y a la pericia del matriarcado, la mansión cuenta con un hechizo que hace que el mobiliario desaparezca si una persona no invitada a entrar, hace acto de presencia en el interior de la mansión. Ante eso no hay contra hechizo. Si no es invitada por la familia mas directa de la matriarca, los muebles desaparecen…

¡Cuidado con las caídas de la cama!


Descripción de la Mansión:

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Tras las verjas de hierro fundido que cierra los terrenos entramos en una zona de césped a ambos lados de un pasillo adoquinado que nos lleva hasta la puerta de la mansión. A ambos lados y protegidas tras unas arcadas hay en un lado el nido resguardado de la Quimera de la familia y la Tigresa; al otro un cenador con varios sillones para disfrutar de los días sin tener miedo a la lluvia, en ese emplazamiento, hay una puerta que lleva directamente a las cocinas.

A los pies de la mansión hay varios caminos adoquinados que pasean entre las flores, arbustos y árboles diseminados por el jardín.

En la parte de atrás de la mansión hay un invernadero que es parte de la construcción principal, se puede entrar a él tanto desde la casa como desde los jardines. En él se guardan algunas plantas peligrosas como por ejemplo un par de plantas carnívoras adultas y un lazo del diablo, el resto son un poco más inofensivas, flores de temporada que se replantarían en los jardines.

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Una vez dentro nos encontramos el Hall de la mansión, que presenta un aspecto recogido y a su vez amplio, apropiado para recibir a las visitas. A ambos lados de las escaleras hay camufladas un par de puertas que bajan a los sótanos, donde se guardan muebles viejos en algunas habitaciones; también hay un laboratorio, perfectamente equipado para poder realizar tanto pociones como alquimia y por supuesto hay una habitación en la que solo entran la quimera y la tigresa.

En la planta baja, al lado derecho de las escaleras se extiende la biblioteca de la mansión, muchos sillones y sofás asistidos por mesitas y lámparas de aceite o velas, plagaban la parte libre de libros. Los había sobre historia, sobre plantas; medicina, numerología, criaturas; atlas de diferentes épocas… Solo debíamos encontrar la sección adecuada y ahí habría algún libro sobre lo que buscábamos.

En el lado izquierdo de las escaleras, estaban, las cocinas, el comedor y el salón.

Las cocinas eran un desastre siempre, a las horas de las comidas era imposible entrar y que no te riñera algún elfo que se quejaba de que molestabas, obstaculizabas el camino o simplemente no estabas en la mesa, pero fuera de esas horas era acogedor entrar en aquella estancia pues los elfos te agradecían la visita.


El comedor no era gran cosa, de las paredes colgaban antorchas allí donde la luz que se cuela de las ventanas no llega a iluminar. La mesa es amplia y sobra sitio por muchos que seamos y a parte de la mesa y las sillas, no hay mas muebles que una negra alacena en la que se guarda el menaje del comedor. Manteles, servilletas, cuberterías, cristalerías… Todo lo necesario para realizar las comidas en la sala.


El salón es amplio y agrupa la mayoría de los sillones en las cercanías de la chimenea que caldea constantemente la estancia. Las cortinas son de terciopelo verde y solo están abiertas en horas de luz diurna, mientras tanto están echadas para evitar que penetre el frío y la humedad.

Sobre la pared de la chimenea había anterior mente un retrato del señor tenebroso, pero actualmente nada mas está el retrato de la primera matriarca de la familia. Hayame Vladimir Potter Black.

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La chimenea y los sillones están hacia la mitad de la sala, pero el resto de la sala tiene mas cosas. Nada mas entrar desde el hall encontramos una pared cubierta por el Escudo Vladimir y ante él aun conservamos el trono de Hayame, pero nadie lo usa, excepto la Quimera.


Al otro lado de la sala están los ventanales y tras una de las cortinas mas grande está el invernadero, unido a la casa. Es utilizado como semillero para reemplazar las flores diseminadas por el jardín, además de cómo zona de retiro y tranquilidad.

Hay que tener cuidado con las plantas que alberga, pues algunas son peligrosas. Hay plantas carnívoras, bajo la mesa central en la que se trabaja normalmente las plantas hay un lazo del diablo. Por donde está no es de extrañar que intente levantarles la falda a las mujeres que se acerquen. Además hay un par de mandrágoras jóvenes, diversas plantas medicinales y algunas propicias para la elaboración de pociones, así como también aptas para cocinar. También tiene una mesita de forja, ideal para tomar el té en verano.


En la planta de arriba están las habitaciones de invitados y las de los familiares mas alejados. Esta planta es podo utilizada.

En la planta superior están el resto de las habitaciones, junto con las habitaciones de la matriarca y los despachos de ella y de su tía, que es una prospera empresaria local y necesita su espacio.


Otros Datos:

Todo lo que no encuentres aquí está en…

-El Registro de la familia

-La Bóveda de la familia

Y si no, como Matriarca, espero que me escribas!




Hacía tiempo que no veía reaccionar a Sagitas de aquella forma, sin duda traba o había ocurrido algo y al igual que yo intentaba disimular. Esperaba que cuando estuviera lista me hablase y si necesitaba ayuda, que la pidiera.

Somos una familia y esperaba que lo recordara...

Iba a probar la comida cuando irrumpió Heliké por la cristalera del salón. Suerte que estaba alejada de la mesa o habría arruinado la comida, pero yo no reparé en ello, ya que me puse en pié con la varita en la mano, debido al susto.

Ver que se levantaba tan tranquila me alivió bastante y no pude evitar sonreír un poco ante la queja de mi tía por el ataque "intencionadíasimo" de mi prima. Menudo carácter!

-¿Quieres sopa Heliké?

Si quería pues bien podíamos esperarla para que se nos uniera, tenía muchas ganas de que nos reuniéramos todos juntos de nuevo, porque llevábamos mucho tiempo desperdigados por el país.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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- Claro que sí Cye, cuando quieras - le respondí yo, y me paré un momento antes de seguir a mi habitación - no sé qué ha pasado, debió de ser una ráfaga potente de aire, porque generalmente, la manejo bien - me encogí de hombros. No quería de dármelas de gran jugadora ni mucho menos, pero se podía decir que volaba bastante bien.

 

- Venga mujer, no protestes tanto - no pude evitar estallar a carcajadas. Al final, sí que le había dado a tía Sagitas pero había sido sin querer... La voz de Reena me llegó y con una sonrisa:

 

- Claro que sí, prima Reena, en cuánto me cambie, me pongo con vosotros - le dije yo, con cariño.

 

- Venga Sagitas que, cuando quieras, también te puedo dar clases de vuelo - y sin poder evitarlo, subí riéndome hasta mi habitación. En los pisos superiores.

 

En cuánto llegué, mandé a mi elfina que me preparara un baño, fui sacando las ropas y comprobé que apenas tenía cicatriz alguna del cristal que antes se me había clavado, pero aún lo notaba algo adormecido. Suponía que sería por el golpe. Después del baño y algo más calmada, me puse un chandal negro, con unas zapatillas de deporte de color rojo. Tomé mi monedero y coloqué la varita en el bolsillo, até mi pelo en una cola de caballo alta y bajé hasta el comedor, en dónde estaban los demás.

 

No lo había notado, pero el aroma a sopa hizo que mis tripas sonaran...

 

- ¡Qué hambre! - dije yo, y me senté un poco alejada de tía Sagitas, que parecía tener un humor de perros por el accidente.

 

- Lo siento tía, no fue mi intención enviarte la escoba - y sin poder evitarlo seguí riéndome por lo bajo.

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Miré a Taga con una sonrisa y le asentí para que sirviera otro plato mas de sopa. Estaba contenta de que se nos uniera Heliké.

 

No tardó mucho en volver y vi que las disculpas de mi prima poco hacían por tranquilizar a mi tía, pero mira, ella se lo perdía. Yo estaba dejando atrás el cansancio y me sentía mucho mas animada. La familia siempre alegra.

 

-A alguien le apetece dar un paseo por Londres conmigo? Mañana?

 

Lo había preguntado de forma impulsiva y luego caí en la cuenta de que no lo iba a disfrutar mucho si antes no pasaba por la cama unas cuantas horas, por ello me había retractado y lo había ofrecido para mañana, esta noche debía dormir.

 

-Tengo que hacerme con ropa nueva y me da pereza ir sola, ¿Alguien se anima?

 

Si en algún momento llegaba a insinuar que pagaba la familia entonces mas de una querría ropa nueva y aunque quería compañía creía no estar tan desesperada

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Los elfos de la familia trajeron la sopa. Estaba caliente, y esa sensación reconfortaba, asi qeu me quedé un poco ido sosteniendo el cuenco de sopa entre las manos.

 

Heliké entró al salón, uniéndose a nosotros. Eso me alegró, pero al mismo tiempo temía que ella y mi madre aprovechasen para pelear....auqneu a cosa parecía estar más o menos tranquila entre ambas últimamente, asi qeu en en vez de broncas Heliké tambien se sentó para comer con nosotros.

 

Sonreí embobado hasta que oí a Reena preguntando si alguien la acompañaba para dar un paseo. Levanté una de las manos para ofrecerme, al menos hasta que escuché que quería ir a por ropa.

- Esto eh....yo...de esas cosas no es que sepa demasiado... - murmuré. Y es que la última vez qeu había ido a comprar ropa había sido a rastras por parte de Sagitas.

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Juro que intentaba hacer las paces con Reena, pero vamos, que le ofrezca sopa calentita a Heliké sin preocuparse de si me había roto la nariz del escobazo, no me sentó nada bien. Aún así, intenté mantener la compostura.

 

-- Sí, tírasela por encima, a ver si le quedan bien los fideos como adorno en su cabellera -- musité entre dientes. Me había dado cuenta que Cye me miraba y no quería quedar mal del todo.

 

Pero si intenté mantener la paz, todo se fue al traste al darme cuenta que mi sobrina Heliké se burlaba de mí. Me levanté, sin dejar de pinzarme la nariz para evitar que sangrara, y hablé en ese tono tan raro que sale cuando tienes la nariz tapada.

 

-- ¿Darme lecciones de vuelo? ¡Mira, niñata! Te puedo dar lecciones de muchas cosas y tal vez hasta una azotaina por golpear a tus mayores y no respetar a las posibles futuras suegras. No te creas que esto va a quedar así.

 

Ni caso, en verdad me siento ignorada por las nuevas generaciones. Se largó a cambiarse y cuando volvió se sentó algo alejada de mí. No me gustó su comentario porque no sonaba nada a disculpa.

 

-- ¡Ya! No fue intención enviarme la escoba pero lo hiciste y mira, la nariz hinchada...

 

Tomé un poco de agua porque no podía comer. ¿Habéis intentando comer sin poder respirar por la nariz? Y todo porque con el enfado se me había olvidado hacerme un Episkey y a los presentes también. ¡Vaya panda de magos y hechiceras estábamos hechos? Gruñí cuando Reena sugirió ir a comprar a Londres algo de ropa y no pude evitar contestar a Matt:

 

-- De ropa no sabes demasiado. Ni de novias. No sé como te las apañas para escoger cada vez peor....

 

Gruñona y figura hasta en la sepultura...

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Por supuesto, la bronca no tardó en empezar. En ésta ocasión no la había empezado, lo prometo, bueno vale, no pretendía en ningún momento picar a Sagitas, pero del modo que me respondió me dejó sorprendida. Ni siquiera había empezado a tomar la sopa, había dejado la mano con la cuchara a mitad de camino...

 

- Cuando tengas tanta edad cómo yo, podrás enseñarme lo que quieras - dije yo, con una amplia sonrisa. Cierto que no debía de seguirle el juego y quizá hasta decir algo para calmar los ánimos - pero tampoco pretendía lanzarte un escobazo. Fue sin querer. Puede que no calculara la fuerza del viento y por eso me estrellé en la ventana.

 

Yo, que era una mujer que no daba explicaciones (bueno, más bien era vampira) ahí estaba dándolas. Pero tampoco me apetecía pelear, ni siquiera "por los viejos tiempos".

 

- Si por mayores te refieres a la edad, entonces tú deberías de respetarme a mí - reí por lo bajo - en temas de suegras, yo ahí no me meto - me encogí de hombros y ahí cuando terminé de hablar me llevé la cuchara a la boca, estaba especialmente deliciosa.

 

Recordé lo que había preguntado Reena, de ir de compras.

 

- ¡Genial! - exclamé con alegría - tengo que ir a Twilfitt y Tatting a por una capa nueva y por varias prendas. Es una de las mejores en cuánto a ropa en el Callejón Diagón - informé a los presentes. Aunque seguro que nadie tenía ni idea.

 

- Peor sería casarse con un fantasma en el cuál no lo ves desde hace tiempo - respondí yo, de malos modos al escuchar el último comentario de Sagitas.

 

- Si quieres, puedo curarte esa herida. A ver si así, dejas de gruñir. Pareces más un pe.rro que una bruja de sangre limpia, a pesar, de todo - solté yo. Porque la verdad me recordaba mucho a la familia Weasley, magos de sangre limpia, teniendo cómo compañía a muggles.

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  • 2 semanas más tarde...

¡Ah, al fin llegaba a la mansión Vladimir! Reena y Heliké eran dos brujas a las que le shabía agarrado muchísimo cariño y me resultaba extraño que todavía no las hubiera visto a mi regreso a Inglaterra, después de mi viaje de cinco meses a mi tierra natal en Francia, por ello era necesario visitarlas en ese momento.

 

M ehabía gastado todo el día con visita rápidas y sencillas con otras familias, sí, pero esperaba que en esta ocasión se pudiera convertir en una conversación larga y tendida, con un par de tazas de te y algunos bocadillos. Sí, sí, también ya me estaba dando un poco de hambre y faltaba mucho para llegar con Cye y cenar como se debía.

 

Esperé pacientemente después de tocar el timbre a que alguien me atendiera, teniendo un arreglo floral entre mis manos apra entregarlo como una muestra de aprecio.

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Cye sonreía, sus orbes iban de uno a otro miembro de la familia que se había sentado alrededor de la mesa o de aquellos que como Helike llegaban de forma inesperada y diferente de lo habitual. Ya había olvidado que aunque fuera el momento más tranquilo del mundo, siempre, siempre había algo divertido y único que pasaba.

Ante la respuesta de Helike a que le enseñaría sus secretillos para volar la Lockhart asintió, pues por el rabillo del ojo miraba a su cuñada, a leguas se le notaba que no estaba contenta con su nuera, a pesar de que ya era su sobrina, mientras que Matt parecía tranquilo, aunque dice por allí que la procesión va por dentro.

De cualquier forma una vez que la Rambaldi volvió a la mesa, Sagitas se exaspero aun más, el color de su cabello y el tinte que iba adquiriendo su piel a medida que hablaba en ese tono por tener presionada la nariz para evitar que algo le pasara, se difuminaban y al fin la verdadera razón del enojo salió a flote, no había sido el escobazo, del que nadie pudo evitar siquiera sonreír, sino Matt.

-Valla que desencadenas pasiones tu- le dijo a Matt haciendo referencia a las dos féminas y cuando Reena convido a paseo y hablo de guardaropas, a la rubia le brillaron los ojitos e iba a alzar la mano pero se abstuvo momentáneamente al escuchar la respuesta de la vampira.

-Ok cálmense, nadie va a sacar varita, ni a curar a Sagitas, que la única sanadora autorizada soy yo-valiente sanadora que ni me había dado cuenta del dolor de mi cuñada y de la presión que ejercía quizás para evitar sangrado, pero Merlín les librara de que Helike desenfundara su varita y le apuntara a la Potter, era casi como sellar un pacto de tiempo o pararse sobre un volcán en erupción.

- ¿Puedo?- pregunto a la pelivioleta haciendo que Belisama, su varita, apareciera en su mano derecha, un episkey solucionaría el asunto y si se dejaba hasta algo más con mimo le pondría a su cuñada - Yo también me apunto a lo del paseo y la ropa, aunque no reconozco esos locales que Heliké ha mencionado-

Esperaba la respuesta de Sagitas para curarla, cuando el timbre de la puerta sonó, no tuvo que esperar a que fuera abrir, ella de inmediato reconoció la energía que flotaba y se unía a la de los presentes, una que era extremadamente familiar. -¡Waooo! es tu hermano, que viene a visitarles ¿sabrá que estoy aquí?-

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- Pues ya bien ¿podías curarle esa mala leche que se gasta, no Cye? - pregunté yo, intentando mostrarme lo más civilizadamente posible, pero era visto que, esa bruja que tenía por suegra, conseguía sacarme de mis casillas.

 

- Y yo sólo intentaba ser amable... Además, yo también soy enfermera, no de San Mungo por supuesto - elevé los hombros - pero no es una herida que sea difícil de curar - contesté sin poder evitar cierto resentimiento en mi voz.

 

- No te preocupes, esa tienda está bastante alejada, es normal que no la conozcas... - miré con una sonrisa burlona hacia Sagitas. Intentaba que se me pasara el cabreo y no era una buena manera seguir chichando cómo lo estaba haciendo.

 

Habían llamado a la puerta y aunque se había levantado apresuradamente, Cye fue mucho más rápida. En ese momento, me fijé a lo lejos, que estaba Ishaya... Hacía tiempo que no lo veía..

 

- El que faltaba - murmuré yo por lo bajo, esperando que nadie escuchase lo que acababa de soltar a causa del enojo.

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  • 3 semanas más tarde...

Miré a mi madre y fruncí el ceño. Yo mejor me callaba o acabaría mordiéndome a mi. Estaba gruñona a causa de lo de siempre. Sus piques con Jack y un escobazo qeu le había fastidiado la nariz.

 

Y además hablaban de tiendas de ropa! casi me veía haciendo de perchero humano tras ellas en la tienda, pero en fin...cualquier osa si asi se pasaba un poco el humor entre Heliké y Sagitas.

 

El timbre sonó. Parecía ser Ishaya. El tío había vuelto a estar desaparecido del pueblo, no era algo raro en él y siempre era bueno qeu regresara. En nuestra familia había muchas idas y venidas, pero nos gustaba cuando se producía un regreso. Por eso mientras abrían la puerta le di un pellizco a Heliké

 

"vamos, no te metas con Sagitas y Jack. Ya se porque estuvieron los dos fuera tanto tiempo....Y regresaron juntos. Lo qeu pasa es qeu el está cuidando de Ithilion. Y deja a Ishaya. Hace tiempo qeu no viene y le echan de menos." pensé, sabiendo qeu ella lo oiría.

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