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Encantamientos


Ky.
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Abrió la boca, dispuesta a decirle a Tau que no lo intentara, pero la cerró de inmediato al recordar que no sólo era su novia, era la líder Mortífaga. Se dedicó simplemente a cerrar los puños con nerviosismo sobre la varita de almendro, mirando cómo se desenvolvía con soltura hasta detener a Danyellus. Inhaló. definitivamente, el hombre le inspiraba un pánico del que no quería ser consciente e incluso ahora que eran un poco más cercanos, por el hecho de haber compartido un lapso del pasado, lo seguía mirando con algo ligado al temor. Eso no era bueno ni para su orgullo ni para su faceta de chica mala, pero las cartas dieron un giro inesperado cuando él quiso humillarla.

 

El calcetín no llegó a su rostro, se encendió en llamas a tiempo para que una sonrisa arrogante quedara a la vista del Triviani. ¿La estaba comparando a ella con un elfo doméstico? Él que había corrido al invernadero había sido otro y estaba claro, más que todo por su lenguaje corporal,que la rubia lo juzgaba ligeramente bajo ese concepto. Claro que, su reciente valentía abandonó su cuerpo tan pronto Tau decidió dejarla sola con él y de nuevo tuvo la inclinación silenciosa de decirle que no lo hiciera.

 

—"Aprender algo nuevo" era algo que esperaba en realidad, parece que ninguno puede enseñarme nada a estas alturas —comentó, sin mirar al mago y enarcó una ceja ante el olor desagradable que su pequeño desastre había dejado en el aire—. ¿Sería posible que abras las ventanas sin mutilar nuestros cuerpos en el intento?

 

Estiró la mano hacia la más cercana y la separó, haciendo el cristal chirrear. Observó a través de la abertura a la Crouchs debatir con Elizabeth y suspiró.

 

—Espero que esto termine pronto.

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Durante los 10 minutos que ellos se habían encargado de mostrar lo que sabían hacer, la demonio había tomado notas de cada una de las cosas que habían hecho, la verdad era que le parecía divertido tratar a sus alumnos como personal de limpieza, ya que se necesitaba. La ojiazul giro la cabeza en cuanto la voz de una persona se dirigía a ella, reconocía aquella tesitura ya que sin necesidad de mirarla sabía que se trataba de la mujer de cabello azul y líder del grupo al que pertenecía.

¿Qué tanto chillas Crouch? –pregunto mientras se giraba a verla, y con una sonrisa burlona lanzó sin medir consecuencias una frase más. –¿Qué es lo que te molesta? ¿Qué te trate como personal de limpieza o qué no has podido darte arrumacos con tu novia en este lugar?

Tras aquello había vuelto a darle la espalda a la que en ese momento era su alumna, por lo que si ella pensaba que la Malfoy le iba a tener una consideración por ser su lider estaba totalmente equivocada.

Camino al interior del invernadero y sin prestar atención a los dos alumnos que habían estado en el interior apunto a los duendecillos que ahí se encontraban.

Petrifucus totalus. –de ese modo, los duendecillos se habían quedado flotando en el aire. Elizabeth giro sobre su propio eje y se dio cuenta que como personal de limpieza daban mucho a desear. –Bauleo. –siseo mientras movía su varita, enseguida las diferentes macetas y artículos empezaron a acomodarse aún cuando todo se encontrará roto.

Tras aquellos dos movimientos de varita fijo la mirada en sus alumnos.

Veo que les cuesta mucho usar Encantamientos para algo que no sea generar desastres, les iba a decir que fueran a una Mansión la que quisieran y me trajeran algo valioso. –siseo con calma y de forma fluida, esperaba que en cualquier momento alguno la interrumpiera. –Pero he decidido que deben ir al Londres muggle, y sin que estos se den cuenta de su presencia traerme tres artículos que llamen su atención.

Esperó a escuchar quejas o alguno que otro murmullo, la tarea era sencilla, por lo que no debía ser algo que se les complicará. Estaba a punto de retirarse del aula cuando recordó un detalle que había olvidado.

Se me olvidaba decirles que no estaré aquí cuando vuelvan, así que en cuanto tengan su objeto, coloquen su varita sobre la palma de su mano, –conforme iba hablando les mostraba como hacerlo para que no tuvieran otra dificultad más. – piensen en la persona o lugar al que quieren llegar y digan claramente. –Orientame, su varita funcionará como una brújula, la punta siempre indicará al lugar al que deben dirigirse.

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— Oh, créeme que para eso no te pediría permiso, mucho menos a ti, que parece que tienes más pinta de criada que cualquiera que haya visto en mi vida —le escupió con odio. Eran pocas veces que Tauro se salía de sus casillas, pero detestaba cuando se comportaban de aquel modo tan infantil y altanero, sobre todo por querer demostrar una supremacía que no tenían. Pasada la rabia soltó una risa despreocupada, al fin y al cabo estaba perdiendo el tiempo, tal y como lo había hecho en sus últimas tres clases de la Universidad —Y cuida tus palabras, que no se te olvide que aquí como en otro lado, me debes respeto —concluyó dando media vuelta, sin hacer caso a sus últimas palabras.

— Y al parecer has decidido intervenir un poco tarde —Tauro volvió camino al invernadero, pero en lugar de entrar avisó a Leah y a Danyellus para que salieran. Ella no pretendía seguir con la clase, estaba demasiado agotada mentalmente tras lo ocurrido con Nigromancia y el poco tiempo que le quedaba lo utilizaría para lucirse con el Arcano.

— Confringo —dijo sin chistar, observando como la entrada del Invernadero III explotaba y los escombros salían volando, pero ninguno capaz de hacerle daño —Quizás no sepamos nada de encantamientos, pero no podrás negar que sabemos como provocar el caos. Dale saludos de mi parte a los Directores, yo me marcho de aquí y Elizabeth —dijo haciendo una pausa —Espero verte mañana —su voz sonaba a amenaza. ¿Tomaría la líder represalias por su atrevimiento? Quién la conociera sabría que se trataba de algo más y en lugar de castigarla con un par de Cruciatus (algo a la que la mayoría de ellos estaban acostumbrados), la pondría a hacer algo de utilidad en una tarea peligrosa, una en la que quizás la Malfoy podría salir gravemente herida, pero que al fin y al cabo terminaría siendo productiva. Enseguida miró a Leah, dándole a entender que no había necesidad de hacer algo en contra de la Malfoy.

— Ha sido un placer —dijo sin expresión alguna, tomando la mano de su novia antes de marcharse

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—Uh... la cosa se puso intensa afuera —comentó divertida hacia Danyellus, mirando con admiración a su novia en acción—. Se ve tan linda cuando hace esas cosas.

 

Sin embargo, no podía dejar de sentir cierta aversión hacia Elizabeth. En primer lugar, por haber hecho mención sobre ella y su novia, lo que hacían o no, cuando no era ni de su incumbencia ni algo que influyera en el rendimiento de ambas en ningún lugar. Segundo, había tenido el atrevimiento de hablarle así a la Líder Mortífaga. Porque sí, Tauro era su prometida y era capaz de sacarle comentarios tiernos frente a un hombre que le daba terror, pero seguía siendo su subordinada y una fiel Nigromante a sus órdenes. Le debía respeto y fidelidad, más allá del amor que tuviera por ella.

 

Y conociéndola, cuando tenía esos arranques de ira era muy probable que hiciera pagar al culpable de una forma digna de mención. No la mataría, ni la humillaría. La haría sufrir silenciosamente y eso a la rubia la ponía a fantasear sobre mil y un cosas. Elizabeth quiso darles una tarea y hacer una misión sobre quién sabe qué, pero ni ella ni la Crouchs intención de quedarse a jugar a la Barbie Limpia con la profesora. Pasó a su lado sin mirarla, procurando acercarse al último segundo para susurrarle.

 

—Yo que tú, me voy preparando para algo malo.

 

Tomó la mano de su novia con suavidad, lanzándole una mirada sugerente que delataba las intenciones de llegar a casa y poner en marchas sus previas fantasías y luego miró atrás.

 

—Eh, Triviani, ¿vienes? —le había perdido un poco el miedo en los últimos minutos pero no esperó respuesta de su parte, ambas desaparecieron en una misma voluta de humo y dejaron atrás la clase de Encantamientos donde no habían aprendido nada nuevo.

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Danyellus pensó que claramente podría enseñarle un par de cosas nuevas a Leah, ya que tenía tanto interés en aprender. Incluso se le ocurrían algunos métodos poco ortodoxos para hacerlo pero al final deicidió callarse. El absurdo enfrentamiento entre Elizabeth y Tauro casi había hecho salir chispas entre las dos mujeres y, al final, la Líder había terminado haciendo volar el invernadero. ¿Para qué se había tomado tantas molestias por crear un caos agradable, si igual todo iba a explotar en pedazos? Todos los pobres duendecillos y pixies habían quedado destrozados. ¿Para qué había soportado a cualquiera de las tres mujeres?

 

El demonio volteó los ojos mientras Elizabeth balbuceaba algo sobre nuevos deberes. La mujer se había ausentado de toda aquella aburrida "clase", ¿y ahora esperaba que hicieran algo? Obviamente, Leah y Tauro desaparecieron sin inconvenientes, lanzandose miraditas romanticonas que él n tenía intenciones de seguir viendo. Esperaba que se divirtieran allí donde fuera que terminaran. Él, por su parte, pensó que aún podría haría algo más divertido así que, tras escuchar las instrucciones de la tutora, desapareció hacia Londres, convertido en una voluta de humo negro...

 

En un callejón oscuro de la capital inglesa, el demonio arrancó la cabeza de un muggle al que debían haber asaltado hacía poco. Justo antes de decapitarlo pensó que tal vez el sujeto aún estuviera vivo pero... ¿qué importaba? Una vez separó la cabeza del cuerpo, se aseguro de sacarle la lengua por entre los dientes y luego puso la cabeza dentro de una bolsa de tela a la que aplicó un encantamiento de expansión. La tela, originalmente blanca, se manchó un poco con la espesa sangre que salía por el cuello de la víctima pero le importó poco. Un momento después se limpió con otro encantamiento y ordenó hacia la nada:

 

- ¡Chuck!

 

Un feo y mutilado elfo doméstico con el típico paño azul que empleaban los sirvientes del Castello Triviani, apareció bizqueando frente a él y haciendo una pronunciada reverencia.

 

- Llévale esto a Elizabeth Malfoy. Dile que fue lo único interesante que encontré en la Londres muggle- Danyellus sonrió - Y dale las gracias por enviar mi Certificado del Conocimiento de Encantamientos a casa.

 

Acto seguido, el demonio apuntó con la varita sobre la bolsa y pronunció

 

-Orienta a este elfo est****o. Su lengua funcionará como una brújula, la punta siempre indicará al lugar al que debe dirigirse-

 

Nadie podía negar que había seguido las instrucciones de la bruja... más o menos. El elfo le llevaría aquel presnete y la lengua del muerto funcionaría como brújula que era lo que ella quería que hicieran con sus varitas así que, una vez terminados los encantamientos precisos, con un chasquido, el Triviani desapareció.

Patriarca Triviani |

http://i.imgur.com/doPaD.gif | Familia Malfoy

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