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TERRORTOURS (MM B: 113226)


Edmund Browsler
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Payaso "Risitas", mensajero.

 

¡Folletos, folletos, folletos por todos lados! Iba lanzando los papeles por todo el Callejón. Algunos se quedaban pegados a los cristales de los negocios, otros chocaban contra los rostros de la gente. Aquello provocaba que mis risas, que acompañaban a cada paso que daba, fueran aún más desternillantes.

 

- ¡Vaya cara se te ha quedaaaaaado! JAJAJAJAJAJA

 

Incluso logré hacer una bonita flor con uno de aquellos grandes carteles para regalársela a una niña.

 

- ¡Mascarada de Reinauguración en el Ars & Vita! Preparen sus mejores galas, traigan sus más atrevidas máscaras... ¡O pónganse un palo bajo la barbilla, que será lo mismo! JAJAJAJAJAJAJA

 

Pero entonces, llegué ante aquel local de color lúgubre, soso y aburrido. Tal era así que hasta la sonrisa se me apagó y en tono muy grave murmuré:

 

- Se ha colado un muerto en el Callejón.

 

¡Y encima no tenía cartel ni nada! Había una aldaba, pero no iba a arriesgarme. Pegué el cartel en la puerta y salí corriendo de allí. Prefería seguir por sitios más alegres.

Editado por Adrian Wild

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✤ Viajero de la noche ✤

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  • 3 años más tarde...

Curiosamente, había extrañado aquel sitio.

 

Edmund se encontraba en el Callejón Diagon, a las afueras de Terrortours, con un pequeño baúl de siete cerrojos en la mano izquierda. Sintió nostalgia por un momento, antes de avanzar, y se preguntó si la otra propietaria se encontraría allí... ¿Sería posible?

 

Avanzó un par de pasos y la puerta se abrió.

 

Era tal y como le había recordado cuando se adentró en la oscuridad. La característica vela se había encendido para guiarle en medio de las sombras y los fantasmas. Sí, hasta a los fantasmas los había extrañado también. Especialmente a Wen-Wen Han, fantasma japonés se le había pegado desde su pequeña excursión a Aokigahara, el mar de árboles, y quién desde entonces había decidido habitar en aquel negocio junto con los demás fantasmas que allí habitaban.

 

- ¿Señor Browsler?

 

Reconoció la voz de Warren de inmediato, el esquelético joven se le acercó y le estrechó la mano. También lo hizo Wendy, momentos después, quien le miró con pesar. Edmund estuvo a punto de preguntarle por el paradero de Evarela, pero sus palabras no le salieron de su boca.

 

Wendy pareció entender y respondió la pregunta sin que el mago lo hiciera.

 

- No tenemos noticias de la señorita Black desde que usted partió.

 

Browsler asintió.

 

- ¿Y bien? ¿Cual será nuestro próximo destino?

 

Los tres sonrieron.

 

- ¿Alguien se anima a un crucero por el Triángulo de las Bermudas?

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  • 1 mes más tarde...

 

¿Qué diantres? Era temporada de Halloween, había que correr riesgos, pensó la rubia, al notar la existencia de un negocio que antes no había visto y mucho menos visitado, la apariencia exterior le daba un "no se que" a pesar de que solo era una fachada con mucho negro, en otras circunstancias no se le hubiera ocurrido siquiera pensar en tocar aquella aldaba de plata que parecía ser la única forma de ingresar.

 

Espero un poco y nada sucedió, nadie salio, nadie abrió, pero su "instinto suicida" como solía llamar a aquel cosquilleo inexplicable, estaba a flor de piel, así que insistió nuevamente y casi por inercia golpeo la aldaba contra la puerta tres veces.

 

La brisa fria hizo que su larga cabellera cobrara movimiento sobre sus hombros al igual que la la ancha manga de la blusa de seda color piel que llevaba cubriendole la parte superior del cuerpo. Como si todo se conjugar, el frio externo y el silencio interno sucedidos al mismo tiempo que la puerta se entre-abría le crisparon la piel a la Lockhart.

 

Miro a ambos lados del Callejón como esperando que alguien notará a donde iba a entrar, pero no, como de costumbre cada quien en lo suyo, así que no tenia opción empujo la puerta y se adentro apenas un paso dentro del local, todo, todo estaba a ocuras como si de pronto la hubiesen cubierto con una gruesa venda.

 

--¡Hola!-- alcanzo a decir antes de que la puerta tras ella se cerrara.

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Halloween se había ido igual de rápido como había llegado, ahora solo quedaba su recuerdo y el deseo de algunos cuantos de que la celebración durara más de lo que lo hacía. Bueno, al menos, eso era lo que deseaba la Crowley mientras caminaba por el Callejón Diagón, en busca de algo que pudiera sacarla de su rutina habitual. Van, su elfo doméstico, caminaba a su lado, pisando cada cierto tiempo el suéter que llevaba puesto. El clima ya era más frío de lo que solía estar, la gente iba abrigada mientras recorría el Callejón haciendo sus compras, ella no era la excepción, llevaba unos jeans, una blusa color negro, botas y una abrigada túnica con capucha.

 

-Es una lástima que Halloween termino, al menos podemos decir que lo disfrutamos, ¿No, Van?- sonrió al ver al domestico con la prenda roja.

 

-Si ama, lo disfrutamos mucho, recuerde la fiesta en el Castillo Evans.

 

Nicole torció un poco la boca, la verdad es que no recordaba cómo había acabado aquello, despertó en el diván de su habitación con el disfraz de porrista aún puesto –No sé Van, no recuerdo bien.

 

-Se veía muy feliz y divertida, ama.

 

Aquello no ayudo a la chica, pero no dijo nada al elfo, siguieron caminando hasta que algo llamo la atención de la Crowley “TerrorTours”, se detuvo y se giró hacia Van con una sonrisa en el rostro –Mira, parece que hoy tenemos suerte, veamos de que trata- caminaron hasta el lugar, dirigiéndose a un joven que estaba parado fuera del establecimiento.

 

-¡Hola! ¿Hay algún tour programado? Estamos interesados.

Editado por Nicole Evans Crowley

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  • 2 semanas más tarde...

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La había visto entrar allá, estaba segura. Es imposible reconocer aquella melena rubia y supe al instante, aún antes de verla a ella misma, que Cye había vuelto al pueblo. Una explosión de sentimientos me hicieron mella al alegrarme hasta la indecible por verla de nuevo y sentirme intrigada del motivo por el que entrara en aquel edificio oscuro.

 

Lo había visto alguna vez al caminar por el Callejón Diagon, es imposible no verlo. Sin embargo, nunca había sido de mi interés y había pasado de largo, casi siempre por ir demasiado atareada como para preguntarme el tipo de negocio que se daría en el interior de aquellas dos plantas pintadas de negro. Hoy, sin embargo, la curiosidad desbloqueó todos los muros que me habían impedido anteriormente el cruzar su lindar.

 

Bueno, me costó. La aldaba de plata pareció no sonar en el primer golpe. Después, volví a golpear por segunda vez al nota que no se abría la puerta. Fue un movimiento inútil hasta que di el tercer "booom" en la madera con ella, demasiado fuerte, tal vez, mi mano guiada por la impaciencia.

 

La puerta se abrió tan silenciosamente que aún intenté golpear de nuevo con la aldaba, quedando en un gesto ridícul0 de manotazo en el aire. Husmeé el aire con un gesto nervioso. Nada. Si no fuera porque estaba segura que era Cye quien había pasado por aquella puerta, no habría entrado. En el exterior, una compañera de bando hablaba con alguien, creo que era un elfo, y hubiera echo caso de mi sexto sentido y hubiera ido a saludarla. Sin embargo, la certeza que mi cuñada había entrado me hizo olvidar toda precaución.

 

Entré.

 

Y maldije por haberlo hecho en cuanto la puerta se cerró, dejándome a oscuras. Después del golpe visual negro a mi alrededor, me di cuenta que había un leve resplandor, dejando todo en un gris palpitante según el movimiento de la única vela que había en el lugar. No soy una mujer miedosa pero hay que reconocer que aquel lugar imponía mucho respeto.

 

-- ¿Cye? ¿Estás aquí? -- susurré lo más bajo posible. Con tan poca luz, no sabía quién podría estar escuchando.

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Dio un par de pasos en medio de una oscuridad total, tanto como el silencio reinante, ya no estaba segura si había sido buena idea entrar, esa valentía momentánea seguro le salía cara. Suspiro al ver indicios de luz, una muy poca en relación con el gran negro que le rodeaba era la de una vela que flotaba en el aire o era sostenida por una mano que la rubia no veía.

 

Dio un brinco al escuchar las visagras rechinar y luego un par de pasos, sus orbes celestes se esforzaron por distinguir, el ruido provenía de su espalda, ósea que si la lógica funcionaba en aquel lugar, alguien debia haber cometido la tontería de entrar, como ella. Espero no sin materializar a "Belisama" su varita de arce en la diestra, por si acaso, el peligro estaba en el aire desde que había vuelta a Londres, ya fuera en el poblado o en el propio callejón.

 

La voz familiar de Sagitas llego hasta ella en un tono que poco tenia que ver con la energía y humor que recordaba de la pelivioleta, aspiro profundo para tranquilizar su alma y percibir la energía emanada de la nueva visitante, si, si, era su cuñada, no era un truco.

 

--Si, estoy aquí, tu... tu ¿Que haces aquí?-- levanto una ceja que por supuesto la Potter no pudo ver debido a la sospecha, este era un lugar raro, con una energía que no lograba descifrar y que hacia la mujer allá, estaría contrabandeando como su yerno Sean, bueno ese rumor le había llegado.

 

--Lumus-- dijo intentando que su varita diera más luz y por un segundo lo logro, pero luego la oscuridad pareció apagar el hechizo, no importaba había visto a su cuñada y desando un par de pasos para asir su muñeca y jalarla en dirección a la vela que se alejaba marcando un camino que pronto perderían.

 

--¿Te has citado con alguien aquí? ¿Viste a alguien afuera? ¿Sabes quien es el dueño de este lugar?-- pregunto vez tras vez, siguiendo en la tonalidad de voz baja, obvio se alegraba de verla, mucho, pero tenia curiosidad y además sabia que de seguro estaría más enterada de los asuntos comerciales y de los últimos acontecimientos, mucho más que ella.

 

Se giro y la abrazo intempestivamente en medio de la oscuridad y luego sugirió que sacara la varita, por si las moscas, sonrió un poco emocionada, parece que tendrían una aventura juntas.

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El silencio duró eternamente a mi parecer. No es cierto, por supuesto, el tiempo es muy subjetivo. Enseguida sentí la voz de Cye, contestando a mi pregunta casi inaudible. No la veía, ni siquiera su aura de sacerdotisa resplandecía en aquella ambientación tan lúgubre. No me gustaba, por supuesto. Aún de noche, las sacerdotisas experimentadas podemos ver el aura más o menos resplandeciente de nuestras hermanas, una energía única que la personalizaba ante nuestros miembros. Después, esforzandome mucho, identifiqué su presencia, acercándose de prisa hacia mí.

 

Me intranquilicé.

 

En aquella silueta aureada era apenas visible su varita en la mano. Su voz acompañó una yesca de luz que duró apenas un segundo. Menos. Pero la vi. Era Cye. Armada con la varita. Y yo que ni había pensado en sacar la mía, que descansaba donde siempre, en un mechón de mi pelo violeta.

 

-- ¿Cómo que qué hago hago? Seguirte, por supuesto. ¿Por qué llevas la manita en la mano...? -- "... amenazándome con ella", quise decir, pero guardé esa frase en silencio.

 

Sentí su mano aferrando mi muñeca y percibí el calor del contacto. Sonreí. Fuera lo que fuera lo que pasaba, ella era ella. Así que no dudé en seguirla a ella y a aquella vela de iluminación tan tenue que casi era inservible. Sin embargo, al menos era luz. No le iba a discutir que persiguiera aquella casi inexistente iluminaria puesto aunque yo no lo hubiera hecho. Soy más curiosa, la hubiera atrapado y buscado el origen de su magia. Pero si Cye la perseguía, yo a su lado.

 

-- ¿Por qué crees que me iba a citar con alguien aquí? Tengo marido, ¿sabes? -- enseguida me arrepentí de esa frase. -- Quiero decir que no tengo novios y amantes a parte de mi querido Jack y... ¡Que no, que no me cité con nadie! Sólo te seguía. ¿Tú por qué has entrado aquí? No parece un sitio de fiar... ¿O estará buscado así por algún motivo?

 

Me encogí levemente de hombros, gesto que no sé si ella vería pero seguro que notaría en nuestro agarre.

 

-- Sí, vi fuera a Nicole y a un elfo. No estoy segura pero parecía mirar hacia el negocio pero... No, no sé de quién es esto pero... ¿Por qué tener un negocio a oscuras? No se puede ver lo que vende. ¿A dónde me llevas?

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La situación era de lo más extraña, dos brujas metidas en lugar desconocido, lúgubre del que apenas si sabían como se llamaba, que eran tontas "Terrortour" no era un nombre muy normal, como es que ambas habian terminado en semejanté situación.

 

La Lockhart río por lo bajo al escuchar la respuesta de @ sobre citarse allí, amantes, novios, movió la cabeza en gesto negativo aun riendo --Claro que no insinuó que le pongas los cuernos a tu marido-- de todas las probabilidades esa era la que jamás hubiera pasado por la mente de la rubia, pero era divertido imaginar la cara de su cuñada mientras llegaba a semejante conclusión.

 

--Yo me refería a negocios, esos que bueno, no se tratan a la vista de todos...-- comento haciendo una mueca y recordando el rostro de Sean, alguien con una fama que le precedía al menos ante los ojos de Cye.

 

 

--Yo entre por curiosa, suicida, yo que sé, el cartel decía que no se hacían responsables por las muertes-- dijo entre risitas nerviosas, la adrenalina fluia por su cuerpo de forma extraña o seria que desde hacia mucho no se sentía viva como ahora.

 

--Pues seguritó, que esto de la penumbra es pura psicología, eso espero...-- dijo imaginando que de un momento a otro la luz las cegaría, algunos objetos llamativos aparecerían ante ellas, pero en vez de eso llegaron a un recibidor con dos solitarias mesas, Cye bordeo una rosando la madera con la misma mano que sostenía la varita, ya que la otra la tenia ocupada en la muñeca de su cuñada.

 

--Acaso es un bar clandestino-- se dijo antes de sentir que un golpe seco tras las corbas la hacia doblarse para caer sentada sobre una silla que no estaba antes, valla modales? Un poco más y la dejaban paralitica, ahora que seguía? Y claro esperaba que en cualquier momento @@Nicole Evans Crowley se reuniera con ellas, ya que su cuñada la había visto a las afueras del negocio.

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--De hecho es una agencia de viajes señorita @--

 

Decía el mago mientras tomaba asiento al lado de la señorita Cye, la obscuridad estaba algo pesada pero inclusive entre la penumbra el mago reconocía perfectamente aquella voz... Bonita voz por cierto...

 

--segun esto hay diversos tours a lugares "extravagantes"--

 

Decía mientras sacaba un folleto de uno de sus bolsillos y tomando una de las velas encendidas del sitio acerco el papel a la señorita Cye dónde venían los nombres de todos los tours...

 

PRÓXIMOS DESTINOS

 

- Alquiler de castillos transilvanos, con vampiros incluidos.

- Ruta zombie donde los viajeros pueden encontrarse con muertos vivientes cara a cara.

- Crucero por el Triángulo de las Bermudas donde se pueden ver barcos que no se percataron del monstruo.

- Ruta por las Pirámides Malditas donde podrán fotografiarse con las momias más famosas.

- Alquiler de cabañas en Aokigahara, el bosque de los suicidios.

- Alquiler de la isla de los muertos para eventos (Poveglia, Italia).

 

--Una lastima que ya pasará halloween, pero eh de admitir que fue un descuido por parte de los dueños el no aprovechar la fecha--

 

El mago hizo una nueva mueca y apuntando la vela a su hermana le hizo un saludo con la mano libre y sencillamente miro a la barra...

 

--creo que el sitio está abandonado--

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