La Ostara - Primavera Celta

[Helene Eloise Bellerose]

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Los cambios de estaciones en el mundo mágico se vivían sin duda con mucha pompa. No era un secreto que desde tiempos inmemorables, aquellos que tenían “el don” hacían lo posible para retribuir a la naturaleza todo lo que recibían. Mediante danzas, cánticos, ofrendas y demás, magos y brujas se fusionaban con la naturaleza, conviviendo todos en armonía, al menos por un día.

 

Los celtas, sociedad tribal característica de la Edad del Hierro fueron los creadores del ritual de la Ostara. Al pasar los años, sus costumbres y usanzas prevalecieron a través de sus descendientes: magos y brujas que a través de los años se reunían para celebrar el solsticio primaveral. En Hogwarts la práctica no era muy conocida, sin embargo sí que se daba. De manera secreta, eran selectos los estudiantes que podían saber de su existencia y participar en la celebración.

 

Las invitaciones se repartían con anticipación a través del castillo. Cada una de ellas tenía un mapa que se revelaba al portador el día preciso en la hora exacta. El mapa obviamente llevaba a los invitados al centro del mismísimo bosque prohibido, por lo general peligroso. Ese día sin embargo, el bosque cooperaba, todas sus criaturas se juntaban en perfecta paz, y en armonía, humanos y bestias celebraban juntos la venida de la primavera. Después del ritual se rumoraba que existía una fiesta alegre, con música y ricos manjares.

 

Aquella ocasión en particular no era diferente. Ya caída la tarde en la hora del crepúsculo el castillo respiraba un airecillo diferente. La propia atmósfera mutaba, y era más cálida y acogedora. Estudiantes empezaban a escaparse del castillo, ataviados con sus blancas vestimentas. Algunos con lamparillas de aceite para alumbrar su camino. Otros, confiaban solamente en sus varitas y nada más. Era sumamente curioso que nadie estuviera deteniendo a los estudiantes fugados, y no había otra explicación de que contaban con la protección de la madre naturaleza.

 

Kassandra se encontraba entre ese grupo de gente. Era maestra sí, pero había recibido su invitación junto con los otros. Siempre eran muchos, las almas más nobles eran pues, quienes eran selectos –por quien sabe quién- para estar presentes durante la ceremonia. No era su primer año, pero la fecha siempre producía expectación en la castaña.

 

En la mano izquierda llevaba en alto una lámpara de aceite. Sabía que era más fácil con la varita, pero ella prefería la iluminación cálida de la lámpara en su mano. Con la mano derecha sujetaba el vestido blanco hasta los pies a una altura considerable para que no se le enredase con las raíces de los árboles. Ya hace tiempo que la espesura de las copas arbóreas sobre su cabeza le había ocultado el cielo, para este punto seguramente ya tintado de colores oscuros como el púrpura o el malva. Sabía que había más gente yendo en su misma dirección porque podía distinguir destellos de luz a través de la densidad de los troncos de los coníferos. La fecha era especial sin duda, porque todo lo que sucedía en el bosque siempre permanecía como un secreto entre todos los presentes.

 

Había revisado el mapa con antelación y lo tenía muy presente en su cabeza. Se internó en el bosque por lo que pareció media hora más o menos, hasta que se vio frente a un claro con una fogata en el centro. Allí había ya personas, expectantes. Pero no estaban solos. Quien veía el espectáculo seguro quedaba anonadado por la belleza de la composición. El cielo ya de un púrpura oscuro ofrecía la oscuridad suficiente para que el millar de luciérnagas que estaban allí brillasen como nunca. Hadas revoloteaban sobre las cabezas de los presentes, en una sincronizada danza. En el centro, una hoguera de llamas azules, proporcionaban la iluminación suficiente, sin embargo no llegaban a opacar a las luciérnagas. Centauros, unicornios incluso se encontraban a los alrededores del claro, tranquilos a sabiendas de que ningún mal les esperaba. Las criaturas más bellas y por lo general las más escurridizas estaban todas allí, gozando de la tranquilidad que la fecha ofrecía.

 

Tan embelesada quedó la castaña con todo lo que estaban viendo sus ojos, que no reparó en el poltergeist que le había seguido de manera sigilosa desde que había salido del castillo. Peeves, flotando oculto detrás de los árboles observaba toda la escena, frotándose las manos con expectación ya que estaba planeando su próxima travesura.

[Groter Shulton Granpié]

Groter Shulton Granpié

El día de la fiesta había llegado, tras mucha planeación había visto el proyecto de diferentes fromas, nacer, crecer y ahora realizarce, esperaba que de verdad valiera la pena toda la producción que se había puesto en marcha para dicha festividad. Yo me había propuesto llegar temprano ya que sería la primera vez que mi ahijada vendría a un evento como esto, así que quería estar ahí cerca para recibirla y acompañarla.

 

Me había vestido como decía la invitación de blanco, con un traje totalmente blanco, camisa blanca y corbata del mismo color, al verme en el espejo había encontrado el color de la pureza, no había mancha alguna en el traje perfectamente limpio. No traía nada en los pies, había decidido que lo mas de acuerdo a la fiesta sería ir descalso, estaba acostumbrado, durante toda mi adolescencia había vivido descalso, en Irlanda esas cosas eran comunes cuando formabas parte de la manada.

 

- Perfecto, hemos llegado. - Me dije mientras veía todo perfectamente hecho, se veía tan limpio y elegante, me encantaba la forma en que estaba ordenado y aunque propiamente de la fiesta y el ritual tenía poca información no me había detenido a pensar absolutamente nada en contra en ir a la fiesta y pasar un buen rato, seguramente algo nuevo aprendería y hasta tenía la fortuna de conocer a alguien nuevo, eso me encantaba de las fiestas.

 

Vi a varias personas llegando tan pronto como yo, pero pude ver a lo lejos a una mujer con un vestido blanco, no podía evitar percatarme de lo bien que se alcanzaba a ver, aunque de tan lejos no alcanzaba a reconocer a nadie. No quería avanzar mucho para ver si se encontraba con Revi, así que caminaba a paso muy lento. La mujer parecía tener algo en la mano y a simple vista era una especie de baculo o bastón, quedaba bastante bien con toda la temática de la situación. Aún en aquella situación todos parecían tener claro a que venían, yo venía a ver de que trataba la ceremonia y a convivir con Revi, había notado que le costaba socializar, así que me había dado a la tarea de animarla a hacerlo.

[hani_price]

Hani se vio por ultima vez en el espejo para comprobar que tal estaba, se sentía nerviosa y por un segundo la idea de no ir volvió a su cabeza; era la primera vez que iba a esa celebración y tenía miedo de no ir acorde a la ocasión. Y para colmo no podía pedir consejos, pues nadie sabía quiénes serían los asistentes hasta verlos ya en la fiesta. Se acicaló el largo vestido blanco estilo griego en un claro afán por calmarse. Revisó que sus sandalias estuviesen bien ajustadas y pasó un mechón de cabello detrás de su oreja. Dada la fiesta la bruja decidió no ir usar maquillaje y dejar su cabello al aire solo adornado por una pequeña tiara dorada.

 

Abrió la puerta de su dormitorio lentamente asomando su cabeza para verificar que no hubiese ningún prefecto cerca. Llevaba en una mano el mapa con el cual llegaría, y en otra una lámpara de aceite para iluminar su camino. Se apresuró a bajar escaleras y recorrer los pasillos hasta que estuvo fuera del castillo. El aire cálido acarició su piel y el temor de pasar frio se desvaneció por completo, el clima era totalmente agradable.

 

Siguió las indicaciones del mapa y se detuvo cuando llegó a los lindes del bosque prohibido. –Que sea lo que Merlín quiera!- dijo al tiempo que comenzaba a entrar al bosque. Puso la lámpara a una mejor altura para observar mejor y agudizó sus sentidos para actuar rápido en caso de que sintiese que algo se acercara. Los minutos pasaban y la Weasley no veía o escuchaba algún indicio de que estuviese cerca, deambuló un rato más, cuando entre la espesura pudo vislumbrar una luz azul; la curiosidad le ganó y decidió acercarse.

 

Cuando llegó al claro y sensación de calidez y emoción le alocó el pulso. La visión era en verdad hermosa, contraria a lo que el resto del bosque era. Apagó la lámpara al no necesitarla más y observó maravillada el lugar. Las creaturas más escurridizas y hermosas estaba allí, un hada bailaba justó frente a ella mientras le sonreía cálidamente. La escena conmovería hasta al corazón más duro, o al menos eso pensaba la castaña.

 

Ansiaba ver como se desarrollaría la celebración, que más agradables sorpresas le esperaban. Estaba ansiosa.

[Reviguelle Fiorentini S.]

Me encontraba camino al centro del bosque prohibido con un mapa en la mano, directo hacia la fiesta primaveral del mes. Por simple intuición tendría que estar algo nerviosa por entrar a ese lugar que en una anterior ocasión me había hecho pasar por diversas trampas, solo esperaba no tener que encontrarse con las mismas otra vez.

 

Al parecer el lugar estaba tranquilo, como si armonizara en todo su esplendor, una suave brisa movía la falda de mi vestido blanquecino y la luz desprendida de mi varita proyectaba el camino hacia el centro de la reunión.

 

Al llegar me quede anonadada por el ambiente, la fogata en el centro, y las criaturas que bailaban por los aires iluminándonos. Todo era tan mágico, y no había otra palabra para describirlo, busque alrededor mío a Groter mi padrino para ver si ya había llegado al lugar, pues me había mandado una lechuza informándome que me esperaría.

 

Lo encontré entre algunas personas y fui directo a él sonriéndole y agitando mi mano vivazmente-Hola!! Creo que llegue a tiempo, por poco y me duermo- le dije riendo de mi misma-Oh pero si te ves genial! Todo vestido de blanco! Deberías aprovecharlo y lanzar flechas a la anfitriona eh?-le golpee el brazo con el codo para que entendiera a donde iba. –Espero que esta fiesta no dure mucho, siempre caigo rendida de sueño antes de media noche-comente mientras miraba a la gente a mi alrededor.

[Alexandra Eirian]

Me dirigia al corazon del bosque siguiendo el mapa que me habia llegado con la invitaciòn, tenia que ir de blanco asi que me puse un un pantalon blanco, una camisola del mismo color y una larga chaqueta tambien blanca.

 

Mientras màs me acercaba al corazòn del bosque, podia sentir la magia a mi alrededor, se oia el canto del viento, y las hadas poco a poco se iban dejando a ver, los centauros generalmente alejados y desconfiados con los humanos ahora se mostraban tranquilos y sociables, en ese momento un unicornio aparece de entre el medio del follaje y se queda mirandome como si me analizara, espere unos segundos y la criatura se acerca con gracia, despacio que no podia quitar los ojos encima, cuando estuvo frente mio agacho un poco su cabeza permitiendo acariciarlo.

 

Segui camiando con el unicornio al lado de compañia hasta que llegue al corazon del bosque si antes era asombroso esto no tenia palabras para describirlo, entonces poco a poco la gente invitada fue reuniondose, entonces me acerco a la mujer que habia organizado todo.

 

-Mama ya llegue- dije acercàndome ella- hola- dije saludando a las hadas que hicieron una graciosa reverencia-todavia esperamos o empezamos con el festejo-.

[Helene Eloise Bellerose]

Kassandra apagó su lamparilla con parsimonia y la depositó en el suelo, en la base de un árbol cercano. Una suave brisa despeinó las ondas de su cabello, que caía libre por su espalda descubierta. El vestido que había elegido era sencillo pero no por eso dejaba de ser bello. Sin mangas, presentaba un escote en V tanto en la espalda como en el frente. Soltó el agarre que había hecho a su falda, dejándola ahora sí al ras del suelo y se dispuso a barrer el sitio con la mirada, buscando rostros familiares. Parte de la experiencia de la fiesta radicaba en el desconocer sobre la lista de invitados hasta el mismo momento del evento, por lo que siempre le era divertido buscar rostros nuevos alrededor.

 

No tuvo que buscar mucho, pues una familiar figura se le aproximó sin que lo notase. Alex se encontraba allí y eso hacía feliz a la castaña. —Pequeña, me alegra verte aquí, de verdad. —Respondió a su saludo con calidez, riendo ante la reverencia de las hadas danzantes. —Pues tenemos que esperar al ritual primero. Siempre es algo digno de verse. —Comentó, evocando a los eventos pasados. —Y… tenemos que encontrar a tu hermana. —Añadió entornando la mirada con sutileza, buscando entre los asistentes el familiar rostro de su hija intermedia.

 

—Mírala, ahí.— Señaló con el dedo. Su palidez resultaba tremendamente translúcida con la iluminación de las llamas azules. Cruzó el claro con paso decidido, sabiendo que Alexandra estaba pegada a sus talones. No tardó mucho en llegar a Hani. Con ese vestido blanco y el cabello castaño suelto, le sorprendía lo parecidas que eran, a lo lejos le recordaba a sí misma hace algunos años.

 

—Finalmente… —Comentó, llegando hacia Hani que se encontraba de espaldas. —Oye, no te asustes, que tu madre no es tan fea. —Manifestó riendo con ganas. —Qué bueno que también te llegó la invitación, eso significa que sacaste la pureza de mi alma… —Bromeó, sintiéndose completa con ambas hijas suyas.

 

—Ahora solo esperemos que Ainara llegue aquí. Ainara es mi ahijada. —Se explicó, observando a sus hijas. Siendo que ellas también eran aspirantes fenixianas supuso que no necesitaba profundizar sus explicaciones.

 

@@Alexandra Eirian @hani_price

[Groter Shulton Granpié]

Groter Shulton Granpié

No pasó mucho tiempo para que Revi llegara hasta donde me encontraba, parecía bastante animada por venir a este evento, como me habían dicho me había pasado a avisarle desde que me había percatado de la fecha. Seguro que ya habían mencionado el tema pero en mi distracción había perdido por completo el suelo, pero tenía un proposito, ahora que tenía una ahijada iba a ponerme mas atento a las cosas que estaban pasando.

 

- Pues no sabes lo mucho que me alegro de que no estés dormida, porque te la vas a pasar de lo mejor. - Le dije con una sonrisa mientras nos poníamos juntos a caminar hacia donde todos lo hacían, ahora no tendría que fijarme en a dónde ibamos, no estaba esperando a nadie mas así que podía concentrarme por completo a la platica con la joven de cabello negro y bastante corto. Asentí escuchando lo que me iba diciendo.

 

Me miré mientras decía cosas sobre mi vestimenta, me sentía algo extraño, no era común que me dijeran cosas por el estilo. - Muchas gracias, tu también te ves muy bien. - Le aseguré mientras me giraba a ver mi al rededor para asomarme y saber si la persona de quien Revi hablaba no estuviera por ahí y así hablar mas cómodos, aunque siempre teniendo precauciones. - No estoy seguro de que este fuera el mejor momento, hay mucha gente y no suelo actuar bien con público .- Le aseguré con una sonrisa y le decía la verdad, con tanta gente no me sentía muy cómodo para hacer ciertas cosas.

 

- Habrá mucho que hacer para que te quedes dormida, no te preocupes por eso, seguro que hallaremos la manera de mantenerte con vida... - Le dije riendo en lo bajo, no es que fuera a morir pero decirlo de esa manera me hacía gracia. Seguro que me entendía, pero por si las dudas me giré a mirarla, por si mostraba alguna reacción que la delatara. Aunque no había parecido que alguna de estas actudes la delatara en algún momentom .

 

Espero que nadie sospeche de quién hablas... - Le dije mientras notaba como alguien que caminaba por detrás de nosotros y ponía particular atención en nuestra platica, así que me giré para que notara que ya lo habíamos visto poniendo atención en conversaciones ajenas. - ¿Qué tal ha estado tu dia? - Le pregunté a la joven con un dejo de interés en la voz.

 

@reviguelle

Editado 16 de Abril del 2016 por Groter Shulton Granpié

[Olenko de godric]

Después de fijarme en el mapa enviado por el que pensé que sería el organizador del evento, conseguí situarme dentro de las entrañas del bosque prohibido, el mismo que hoy se encontraba más especial que nunca. Podía ver cómo las diferentes especies autóctonas del lugar se habían preparado para dar la bienvenida a la estación primaveral y la magia se hacía presente. El olfato, la vista y... en general todos los sentidos podían desarrollarse con más precisión en aquel sitio y justamente en aquel momento. Era un tiempo de alegría, felicidad y celebración por la llegada de esta estación y era momento de ser optimistas y participar en aquel maravilloso encuentro.

 

Resultó más o menos fácil arreglarse para la ocasión, la vestimenta tenía que ser blanca y así fue como me dirigí al bosque, con un traje color blanco hueso e intenté localizar a la gente que me imaginaba que estaría por allí. No tardé demasiado en ver a diferentes aprendices como yo, personas que estaban inscritas en la academia y que ahora estaban disfrutando de ese excelente día primaveral. También se encontraba el chico que me había enviado la lechuza con la invitación a la fiesta para los alumnos de la escuela de magia y todo el que quisiera venir, y me dirigí a él para saludarle con un simple -hola, ¿qué tal? y me respondió amablemente.

 

La decoración era excelente y muy apropiada para el momento, además el color verde inundaba todo el bosque. Un verde claro pero intenso que indicaba que los árboles iban a florecer y las plantas se encontraban en su mejor fecha. No tardé en dar unas vueltas por el lugar para intentar encontrar a más gente. Iban llegando a medida que pasaba el rato, y el ambiente se iba animando... La gente engalanada y llena de atavíos, llegaba con dulces sonrisas al lugar de encuentro. Traían a sus mascotas y a amigos, así que decidí estar un rato por la zona para ver si alguien se fijaba en mi presencia.

[Noel]

Mientras más se acercaba al lugar de la fiesta, más rápidamente palpitaba el corazón de Noel. Cuando recibió la invitación para la fiesta de La Ostara, no le dio mucha importancia a que fuera en el corazón del Bosque Prohibido, pero mientras se acercaba a este, no podía dejar de pensar que quizás no fuera buena idea ir a la fiesta. Si en el día el bosque parecía intimidante, cuando la luz comenzaba a escasear esto se multiplicaba por mil. Aun así, el chico siguió su camino. Confiaba en que fuera cierto que el bosque era nada peligroso aquel día y también había estado mucho rato buscando ropa adecuada para la fiesta, y no quería que ese tiempo fuese en vano.

 

Noel llevaba una camisa, pantalones y zapatos color blanco, que era básicamente toda la ropa que tenia de ese color. Mientras se acercaba al bosque pensaba que si corriera alguna brisa, terminaría con un frio horrible y, quizás, un resfriado. Al llegar al bosque todas sus aprensiones desaparecieron. Las luciérnagas brillaban con una fuerza inusual, el cielo iluminaba con hermosos destellos el sendero y las lámparas de aceite que llevaban algunos estudiantes eran sorprendentemente tranquilizadoras.

 

Luego de unos 35 minutos, finalmente llegó al claro que indicaba la invitación. En el medio de este claro había una gran fogata que iluminaba todo. Noel supuso que aquello seria el centro de todas las actividades de la fiesta, además servía para que la temperatura del lugar no bajara. Caminó por el claro, mientras se fijaba con mayor detalle en el entorno y las personas, esperando que la fiesta comenzara.

 

[Olenko de godric]

Al cabo de unos minutos en los que me figuré que nadie se había percatado de mí, yo me sentía interesado acerca de la historia por la que se celebraba la fiesta del día de hoy, y presté atención a uno de los maestros, en este caso maestra, que estaba también invitada al bureo. Todo tenía su origen en la sociedad celta, característica de la Edad del Hierro, que fue la propia creadora de aquel ritual y lo que se celebraba era el solsticio de primavera, es decir la entrada de esta estación.

 

La gente seguía llegando con sus trajes y vestidos de un color blanco impoluto como marcaba la carta enviada por la organización y se podían ver a los estudiantes invitados y al personal de la escuela disfrutar del ambiente festivo. Y es que alrededor de la fogata que iluminaba el lugar donde se comenzaba a oscurecer, estaban situados muchos alumnos con ganas de diversión y jolgorio.

 

Un rato más tarde, cuando estaba esperando a que los que habían llevado a cabo los preparativos del evento dijeran algunas palabras, decidí entrar en acción e ir hacia el montón de gente. Me puse a charlar con una bruja de cabellos ondulados y ojos oscuros y compartimos nuestro nuevo interés por los celtas y por la mitología en una conversación en la que conseguí articular más de unas breves palabras. Estuvimos algo así como una hora y media hablando, cuando vi que el entretenimiento sólo había hecho que comenzar. Así que me despedí de la bruja de forma cortés, como siempre me caracterizaba y seguí observando lo que acontecía por allí.