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Vs Joa Macnair


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Ernest habia llegado al lugar que debia visitar y aunque era un lugar que se pensaba abandonada, el Macnair sabia que ese lugar escondia algo mas tenebroso adentro, por eso en esos momentos se encontraba en Cincinnatti a unos metros de la puerta de este metro.

 

Los rayos del sol iluminaban la entrada al metro de madera que con solo un vistazo rapido a la madera podia verse una capa de polvo cubriendo la entrada de color amarillo. Sin embargo el hechicero no se quedaria ahi. asi que entro rumbo a las vias.

 

El chico llego hasta uno de los pocos andenes que se habian podido hacer, habia llevado unos pantalones de Mezclilla que llevaba un cinturon de cuero y unos pantalones cafe, en el bolsillo izquierdo llevaba un bezoar por si las cosas lo ameritaban, habia ido con zapatos cafes italianos y una playera del mismo color que lo demas.

 

El mago se subio a la banqueta del anden, tenia la varita en la manoo izquierda por si pasaba algo, al momento oyo un ruido y se puso en guardia.

 

La pared del anden estaba a la izquierda del chico, habia un mapa del metro y unos carteles, del lado derecho se encontraba un bote de basura plateado, ademas de una columna, el piso era de un color blanco.

 

Estaba asustado, no pensaba que alguien lo siguiera...

 

-¿Quien anda ahi?- dijo con voz temblorosa, tal como lo sospecho alguien se ponia frente a el, no lograba verlo o verla bien gracias a la escasa luz que habia, espero a que estuviera a 5 metros de el y sin pensarlo un momento mas le apunto y dijo

 

-Rictusempra- un rayo de color amarillo salio dirigido hacia la persona misteriosa y si este daba en el blanco esta tendria un ataque de risa que no podria apuntar bien con lo que trajera, asi fuese una pistola o varita...

 

-Quien me esta siguiendo?- pregunto algo asustado...

 

@@Joa Macnair Crowley

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Que estuviese allí, siguiendo a Ernest a un lugar tan muggle del otro lado del mundo, debía ser la máxima expresión de su aburrimiento, casi rozando la desesperación si se consideraba su ubicación. A diferencia de los ingleses, la chica no sentía un rechazo natural hacia los americanos, aunque tampoco se sentía del todo cómoda ante la idea de estar en su territorio, menos aún de visitar tan descuidado lugar.

 

Mantenía su distancia del mago, tanta que apenas había alcanzado a observarlo adentrarse en las oscuras profundidades del subterráneo, contrastante con el claro día de primavera, la joven Macnair sintiendo la grava rozar contra la suela de sus botas con cada uno de sus acelerados pasos mientras la suave brisa agitaba su ligero vestido blanco al mismo ritmo que la hierba crecida sin control en los alrededores.

 

Por supuesto, la idea de ensuciar su inmaculada vestimenta no fue lo único que le molestó al entrar. Innumerables muestras de vandalismo se mostraban en el lugar, junto al desagradable olor del agua estancada –o al menos esperaba que solo se tratase de agua- y cómo ignorar la insoportable sensación de pisar sobre una capa de polvo tan gruesa como sus propias sábanas. Casi deseaba haber llevado consigo una capa de viaje para tener algo con qué proteger su oscuro cabello suelto de las telas de araña que había por ahí, seguramente muchísimas más de las que estuviese apartando con la punta de su varita. Tan abstraída estaba evitando ensuciarse o resbalarse en el polvo que no notó haber alcanzado a Ernest en el inacabado andén hasta que un rayo voló directo hacia ella, impactando sin resistencia alguna de su parte, haciéndole comenzar a reír sin sentido en contra de su voluntad.

 

Gruñó mentalmente. Conocía el hechizo aunque nunca lo hubiese usado, ni siquiera en la antigua Academia, sabía que su efecto duraría poco tiempo pero sería incapaz de lanzar rayos que tuviesen siquiera la oportunidad de acercarse a su hermano mientras su puntería se viese afectada por los movimientos bruscos de su cuerpo causados por las sonoras carcajadas que intentaba ahogar. Por otra parte, recordaba otros tantos hechizos para los cuales no necesitaba puntería sino conocer la posición de su contrincante.

 

¡Silencius! —la punta de su varita señaló su dirección momentáneamente mientras lograba decir el hechizo entre risas antes de abrazar su torso. ¿Alguien podía morir asfixiado de tanto reír? Hablar le costaba demasiado, pero al menos se había encargado de silenciar la próxima acción de su hermano con el efecto inmediato de su ataque. Además, solo por él, haría un nuevo sacrificio al forzar a sus labios a pronunciar una palabra más y soltar el agarre sobre sí misma para dirigir de nuevo la vara en su dirección —Morphos —normalmente los zapatos serían su objetivo, pero se le dificultaba verlos a través de las lágrimas que inundaban sus ojos, en cambio, su pantalón era mucho más visible y terminó convirtiéndose en una enorme avispa marina que rodeaba las piernas del chico con sus numerosos tentáculos, inyectando veneno solo con tocarlo.

 

Así, lentamente las carcajadas fueron cesando, su respiración volviendo a la normalidad junto a su expresión ligeramente arrogante, aun cuando sus costillas y mejillas se sintiesen adoloridas.

 

—¿Quién más podría ser, Ernest? Tu adorada hermana.

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Al Macnair le sorprendio que el que habia llegado no se hubiese defendido y por un momento habia creido que habia hechizado a un no-maj, nervioso se acerco e intento hablar cosa que no pudo ya que lo habian hechizado con un efecto lo que hizo que el joven enarcara una ceja y supiera al instante que esta era una hechicera, se devolvio hasta donde se encontraba y de repente sintio algo en sus pantalones, una avispa marina que habia inyectado un veneno.

 

Torcio la boca al ver que se habia quedado en calzones y sus pantalones en el anden, sin embargo no dejaria que el veneno llegara a matarlo, Apunto al bote de basura blanco y dijo

 

-Morphos- el bote de basura se volvio un bezoar al que el Macnair se dirigio y sin temor alguna a repercusiones de esto, se lo trago completo

 

-Pense que eras un muggle Joa...y que haces persiguiendome? Acaso aun desconfias de mi y para librarte de mi quieres matarme ¿no? .- dijo y apunto hacia Joa- Intentalo y a ver quien mata a quien- decia con la varita en alto y en guardia...

 

 

@@Joa Macnair Crowley

 

 

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Una sonrisa teñida con cierta malicia se formó en los labios de la joven Macnair ante la expresión de molestia que mostraba el mago al notar la ausencia de sus pantalones. Claro, era una sonrisa sutil que dejaba ver un poco de la arrogancia natural de la chica, muy distinta a las sonoras carcajadas que estuviese soltando momentos antes a causa del hechizo con el que la había atacado, dando así por terminados sus efectos y volviendo a ella su humor habitual.

 

—No te preocupes por mí, te aseguro que no veré nada. Tampoco creo que haya mucho que ver, siendo sincera —bromeó, aunque el tono de su voz era totalmente plano e indiferente para cualquiera oído que no estuviese acostumbrado a la delicadeza con la solía hablar.

 

Secó las últimas lágrimas que se habían acumulado en las esquinas de sus ojos, gracias al ataque de risa, y comenzó a caminar alrededor de su hermano, lentamente, manteniendo siete metros entre ellos, cual felino que acosaba a su presa antes de saltar encima de ésta; aunque estaba segura que tales animales no dejarían la impresión de sus tacones con cada uno de sus pasos sobre una capa de polvo tan gruesa.

 

—¿Comiendo basura? No creo que la abuela, o nuestra madre, aprueben eso. Por supuesto, hay poco en este lugar que no pueda considerarse basura —agregó luego de dar un vistazo rápido alrededor. Algunas banquetas tan llenas de polvo como el piso, separadas entre sí unos diez metros, otro cubo de basura como el que el Macnair acababa de convertir en su cura…— O nada, en realidad —concluyó pasando la mano izquierda por su cabello mientras seguía apuntando su varita hacia él con la otra—. ¿No estás demasiado seguro de ti? Pensé que habíamos quedado que eras el squib de la familia, Ernest —negó con la cabeza por un segundo antes de continuar—. Nunca confiaré en ti. Simplemente no tenía nada mejor que hacer y me ganó la curiosidad, no planeaba matarte hasta que atacaste primero… Sí, eso será lo que le diga a la abuela. ¡Expelliarmus! —pronunció apuntando rápidamente a la mano con la que el chico sostenía su varita, enviando hacia él un luminoso rayo rojo que, de acertar, le separaría de su preciada arma.

 

Solo hubo tiempo para que una pequeña sonrisa se formara en el rostro de la bruja antes que continuase.

 

Sectusempra —de nuevo un rayo se dirigió hacia él, quien, si no lograba evitar su impacto, pronto estaría desangrándose hasta la muerte gracias a las innumerables heridas que serían abiertas a causa del hechizo.

 

 

@@Ernest Macnair Wilfred

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La hermana del Macnair era astuta y eso hacia que el Macnair se estuviera desconcentrando, suspiro mientras intentaba buscar algun modo de salir de esa, oyo lo que su hermana querida dijo y eso le molestaba bastante, de nuevo lo habia comparado con un squib como no hace mucho tiempo lo habia hecho en la Macnair...

 

-Nunca cambias eh?- dijo el Macnair, sin embargo este breve momento de desconcentracion lo que provoco es el oir a su hermana pronunciar el hechizo de desarme favorito de los magos novatos le impacto en el brazo, lo que hizo que la varita volara 3 metros lejos del mago..

 

-Maldita sea- dijo y fue por esta lo mas rapido que pudo sin embargo las palabras de su hermana retumbaron fuertemente en sus oidos, ella habia ido para matarlo, torcio la boca algo incomodo, no le gustaba esa posibilidad, sin embargo no habia podido defenderse aun.

 

Cuando tuvo su varita lo unico que vio fue a su hermana pronunciar el hechizo que alguna vez Harry le hizo a Draco.

 

-Protego¡¡¡- dijo y un escudo azul invisible aparecio frente a el absorbiendo el hechizo...- Para ser un squib me he protegiado demasiado bien...y- dijo mientras mostraba una sonrisa mordaz en la cara...- Por lo menos eso me hace unico ya que por lo que creo que piensas eso me haria el unico mortifago squib, lo puedes hacer mejor...- dijo Ernest...

 

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  • 2 semanas más tarde...

—No hay razones para cambiar cuando eres alguien como yo, Ernest —declaró mientras observaba al mago recuperar rápidamente su preciada varita y alcanzaba a defenderse del segundo rayo enviado de la mano de la chica—. Dime, ¿por qué cambiaría? ¿O por quién? ¿Por ti? Casi puedo verme saliendo de aquí volviendo a ser la única hija de Ariadna.

 

Con cada instante que pasaba la sonrisa en los labios de la pelinegra se tornaba cada vez más arrogante, satisfecha con la desesperación que reflejaban los ojos de su hermano, incluso aunque intentase ocultarla detrás de palabras ingeniosas; aun así, la expresión de la Macnair no cambió ni siquiera cuando “reveló” ser un mortífago.

 

Ciertamente hacía algún tiempo que la joven no se dejaba ver entre los círculos sociales del bando oscuro, sin embargo, no significaba que no lograse estar al tanto de los más recientes ingresos a las filas, mucho menos tratándose de alguien que perteneciese a la misma familia. Más aún, si bien ella misma estaba lejos de tener un rango importante, seguía siendo superior al de él.

 

—¿Protegerte “demasiado bien”? —El sonido musical de su risa se dejó escuchar por un segundo antes de continuar—. ¿Es en serio, a eso llamas “demasiado bien”? Apenas alcanzaste a protegerte, no es que hayas hecho mucho más que eso desde que llegué, ¿no es así? Yo podría hacerlo mejor, claro, pero dime, ¿podrías hacerlo tú?

 

Calló por un momento, mirando fijamente a sus ojos del chico con en que compartía a su madre y abuela.

 

—Regresemos al hecho de que eres mortífago, supongo que cierto hechizo no debería sorprenderte demasiado —se encogió de hombros y apunto directamente hacia él—. Avada Kedavra —habiendo pronunciado la conocida maldición asesina, un rayo de brillando color verde salió disparado de la varita de la chica dirigido al pecho de Ernest, quien, si no lograba detenerlo, pronto le dejaría el camino libre para volver a ser hija única. Aun así, no se detuvo, aun siendo una maldición asesina podría detenerla de alguna forma y en ese caso, era mejor prevenir enviando otro ataque— Sectusempra —repitió el hechizo que usase poco antes, el segundo rayo viajando en la misma dirección que el primero con la intención, en lugar de matarlo, de abrirle infinidad de heridas sangrantes que, de igual forma, causarían su muerte en poco tiempo.

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El Macnair sonrio al oir las palabras de la joven Macnair y levanto una ceja como respuesta, se habia perdido un poco en ese duelo y aun seguia algo perdido, tal vez por la entrada que la joven habia hecho....El Macnair vio el hechizo que la joven lanzaba, la maldicion asesina.

 

Ernest sonrio, no habia sido el primer duelo en el que se defendiera de la maldicion macabra...

 

Apuntando la varita hacia el mismo y sonriendo triunfante penso...

 

-Zancadilla- El hechizo hizo efecto rapidamente en el joven hechicero y lo hizo caer de bruces al suelo, haciendo que saliera librado del rayo asesino, que choco en una pared de atras del Macnair....

 

En el suelo el joven Macnair miraba que su hermana estaba por lanzarle otro hechizo sin embargo el Macnair poniendo su varita en direccion a la joven dijo

 

-Silencius- El hechizo de su hermana se quedo en un pequeño "Sect..." ya que gracias al efecto se habia quedado momentaneamente sin habla....

 

-¿Que paso hermanita, Voldy te comio la lengua....O te impresiono mi defensa?- dijo mirandola provocadoramente....

 

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Muchos artistas hubiesen querido poder capturar una expresión como la que mostraba la Macnair en aquel momento: sus rasgos, naturalmente suaves y hermosos, sin mostrar rastro alguno de preocupación, serenos, como pocas veces se podía llegar a observar a las personas, su postura manteniendo su garbo habitual mientras una gloriosa sonrisa se dibujaba lentamente en sus labios. La mismísima Afrodita envidiaría la imagen que proyectaba la pelinegra, casi celestial, acentuada aún más por sus blancas vestiduras.

Sin embargo, ni siquiera el mejor retrato mágico sería capaz de conservar para la eternidad la oscuridad que iluminaba los ojos de la bruja, tornándose rápidamente en el color del fuego, mezclando perfectamente la belleza y la maldad. ¿No había sido el propio Lucifer el ángel más hermoso antes de caer?

Observaba con calma cómo su hermano, luego de evitar la maldición asesina, se desangraba, la luz abandonando sus ojos con cada gota del vital líquido que perdía. Sí, la había silenciado, pero demasiado tarde para evitar que el rayo saliera y cumpliera su cometido, quedándole al mago solo ver como la vida se escurría como agua entre sus manos.

Ella, por su parte, sentía mucho estar imposibilitada para expresar sus pensamientos en ese momento, por lo que se limitó a guiñarle antes de dar media vuelta y regresar por el camino que habían marcado sus huellas sobre el polvo.

Las cosas había salido mucho mejor de lo que esperase cuando decidiese seguirlo.

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