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Prueba de Metamorfomagia #2


Amara Majlis
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- Estoy seguro - El Tonks nunca había estado tan seguro de algo, se sentía preparado para realizar la prueba aunque sabía que sería un reto muy difícil tanto física como mentalmente. La puerta de la Metamorfomagia se encontraba en frente de ellos y el anillo del aspirante se encontraba en la mano de cada uno de los alumnos - ¿Cómo será? - Pensó, no podía imaginarse la forma que tomaría su anillo una vez terminara la prueba, pero seguramente sería algo muy interesante y representativo de él, tenía muchas ganas de ingresar al portal y demostrar que podía dominar la habilidad enseñada por Amara, aunque nunca como ella.

 

- Muchas gracias, nos vemos luego - Le dijo a la Arcana - Mucha suerte, espero verlos después - Sus compañeros de clase no eran familiares suyos ni nada, pero el tiempo que habían compartido durante el viaje con Amara había sido suficiente como para desear que todos les saliera bien en la prueba, sin duda quería que todos pudieran regresar y adquirir el anillo de la habilidad. El Tonks caminó lentamente en busca de la puerta, sabía que podría ocurrir cualquier cosa en ella y aunque estaba preparado, los nervios lo habían invadido.

 

- Si puedes - Pensó, su motivación siempre había sido muy importante, al igual que la confianza en sus capacidades y esta no podía ser la excepción. Siguió caminado e ingresó al portal, en principio todo estaba oscuro y no sabía qué época o lugar estaba - Esto está muy raro - Era como si de un pensadero se tratara, todo muy oscuro pero las cosas fueron apareciendo una por una. Se encontraba en un salón muy grande lleno de gente, estaba sentado junto a dos personas que no lograba reconocer y al frente suyo había un micrófono con un papel que denotaba algo que no lograba identificar muy bien.

 

- Señor, la sesión va a comenzar - Le dijo uno de sus acompañantes, el Tonks nunca había sido invitado a una sesión y no entendía qué era lo que debía realizar en dicho lugar. Giró su cabeza para observar todo a su alrededor, había muchas mesas en donde se encontraba sentadas 3 personas al igual que en la suya y cada uno indicaba el nombre de un país, incluso muchos que no conocía y que seguramente nunca lo haría. Rápidamente descubrió que suya mesa representaba la delegación francesa en algún ente multilateral, pero tampoco sabía cuál ni quién era.

 

- Está bien - Respondió con mucha naturalidad como si entendiera lo que estaba ocurriendo - Señor Pierre - Eso era lo que necesitaba para encontrar su figura, al parecer la prueba estaba muy interesada en recordarle a su antiguo profesor de idiomas, solo que estaba vez había decidido que tomara su identidad en una situación muy incómoda en donde no podría cometer errores y revelara que era un mago inglés en proceso de dominar la metamorfomagia, sería algo muy malo y más al no saber qué era lo que debía realizar en dicho lugar.

 

- Esta es la lista de temas que se van a tratar hoy en la Asamblea General - Al parecer sus dos acompañantes eran sus asistentes y tenían todo perfectamente preparado para que pudiera participar. Al tomar los papeles notó que se encontraba en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas - Lo que me faltaba - Pensó, ahora tendría que esforzarse mucho más, se encontraba en un lugar lleno de muggles y en una de las organizaciones más importantes del mundo muggle. Si cometía un error podría generar graves consecuencias sobre su profesor y sobre el país al que estaba representando - Mucha concentración y una mente clara es lo que necesito - Recordó las palabras de Amara, la arcana le había dicho que debía aprender a tener la mente enfocada y a no distraerse con otros temas.

 

- Muchas gracias - Pierre nunca le había contado que era el representante de Francia ante las Naciones Unidas, sin duda era un hombre misterioso y lleno de secretos pero nunca habría esperado algo como esto. En especial siendo un mago muy destacado dentro de la sociedad mágica francesa, seguro era alguna extraña petición del Primer Ministro Francés para mantener la unidad y en especial el anonimato de los magos en dicho país. Los temas del día eran bastante variados y algunos hasta interesantes, tendrían que escuchar a algunos de los candidatos para ser Secretario General de dicha organización, no conocía muy bien las funciones de dicho cargo pero seguramente eran interesantes.

 

- Veo que hay muchas mujeres en la lista - Sus acompañantes eran mujeres y seguramente estarían muy emocionadas al saber que una mujer podría convertirse en la nueva Secretaria General - Tengo un problema - Justo en ese momento recordó que la reunión se realizaría en inglés, sabía que Pierre tenía un poco de acento al ser francés así que tendría que esforzarse mucho para no hablar con su acento británico, sería muy extraño y muchos de los presentes sospecharían - Recuerda todo lo que dijo Amara, no se trata solo de adoptar la forma física, también hay que adoptar las costumbres, los hábitos y todos los temas culturales - Su mente iba muy rápido y se aseguraba de mostrarle los pasos que tendría que dar para cumplir bien la prueba.

 

Había convivido con Pierre muchos años así que conocía muy bien su forma de hablar y de expresar las cosas, su manera de moverse y muchas de sus costumbres, solo tenía que recordarlas y ponerlas en práctica durante la asamblea. No obstante, tenía que mantener mucho la concentración para poder mantener su forma física - Buenos días - La Asamblea debía comenzar y tendrían que escuchar a cada uno de los invitados, tendrían que dar a conocer sus propuestas y él como representante de Francia tenía que realizar algunas preguntas muy específicas que el Presidente le había dado a sus asistentes.

 

- Momento - Su mente nuevamente lo estaba interrumpiendo - ¿Francia tiene Presidente? - Se cuestionó, aunque había vivido mucho tiempo en dicho país, no se había metido mucho en temas políticos y no tenía clara la distribución de los cargos. En el Reino Unido, el Jefe de Gobierno era el Primer Ministro y la Jefa de Estado la Reina, pero no tenían ningún Presidente - Supongo que deben tenerlo, los papeles que me acaban de dar deben ser los correctos - Todo era mucho más complicado, debía conocer muchos detalles del país y de Pierre que podrían hacerle perder la concentración y regresar a su verdadera identidad.

 

Los candidatos hablaron para dar a conocer algunas de sus propuestas más importantes, a cada uno le habían asignado 15 minutos. Para el gusto del Warlock era muy poco tiempo para conocerlos bien pero al parecer esa era la forma en la que los muggles realizaban las cosas - No entiendo cómo le puede gustar esto, aunque tampoco sé si le gusta - Por suerte como miembro del Consejo de Warlocks no debía realizar ese tipo de cosas para representar a su país, eran eventos muy aburridos y demasiado extraños para él, prefería las cosas menos elaboradas.

 

- Yo tengo una pregunta - Respondió, el Secretario General había indicado que había llegado el momento de realizar las preguntas necesarias a los candidatos - El Presidente está interesado en conocer qué planes tienen para defender los derechos de los niños y de los refugiados. Todos sabemos que están siendo los más afectados en los últimos tiempos y que deberían ser uno de los objetivos primordiales de esta Asamblea - La pregunta era muy complicada, por suerte él no era quién debía responderla pero sin duda era una pregunta muy importante. En el mundo mágico era mucho más fácil resolver los problemas de ese tipo, pero en el mundo muggle no lo era y debían ser mucho más creativos para poder enfrentar las dificultades.

 

El portal no perdía ningún detalle y la situación en la que lo había puesto no era nada fácil, pero tampoco era la única en la que lo pondría. Si deseaba salir de él y obtener su anillo tendría que pasar por varias cosas, aunque no sabía si en el mismo lugar o en diferentes lugares - Concentración - Suspiró, las respuestas de los candidatos estaban siendo muy apropiadas y lo suficientemente creativas, esperaba que eso fuera lo esperado por el Presidente y por los miembros del gobierno francés.

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Anne agachó ligeramente la cabeza ante las palabras de la arcana. ¿Por qué era siempre tan impulsiva? Para una mujer centenaria como ella era, a pesar de que su apariencia no lo demostraba, el tiempo era algo demasiado relativo que no tenía nada que ver con la concepción que tenía la Gaunt del mismo. No tuvo mucho tiempo de pensar en aquella cuestión, ya que Niko y Hades llegaron al punto de reunión. Amara aprovechó para preguntarles nuevamente si estaban decididos a afrontar aquella Prueba.

 

Sí, por supuesto que sí.

 

Aguardó entonces para ver qué respondían sus compañeros, aunque estaba segurísima de que ambos coincidirían con su propia respuesta. ¿Por qué, si no, se habían esforzado tanto para llegar hasta allí? Aquellos viajes que habían hecho con la arcana, probando y desarrollando su habilidad metamorfomaga... llegaba la hora de demostrar que merecían ser poseedores de aquel poder.

 

Y entonces activó la puerta que debían pasar para continuar aquel camino que habían emprendido desplazándose hasta la morada de la arcana. Anne miró el símbolo de la Metamorfomagia, que coronaba aquella entrada, y luego miró a Amara para escuchar las últimas explicaciones. Cuando finalizó, simplemente asintió mientras se colocaba el anillo que les había dado, el de aspirante a la habilidad, en la mano izquierda. Éste se colocó en su dedo como si se lo hubieran hecho a medida. Acto seguido, sonrió a su mentora y compañeros, sin pronunciar palabra. Niko les deseó suerte y Anne asintió en su dirección, deseándole en su interior lo mismo tanto a él como al Ragnarok. Y entonces caminó hacia la luz que emitía la puerta que la llevaría a enfrentarse a su Prueba de habilidad.

 

*****

El frescor en la mejilla le proporcionaba una sensación de alivio y satisfacción que le impedía abrir los ojos, a pesar de que suponía que era lo que debía hacer. ¿Cuándo se había dormido? ¿Por qué le pesaban tanto los párpados? Sin mirar a su alrededor, podía imaginar las caras de sorpresa y burla que debían tener Niko y Hades, e incluso la arcana Amara, viéndola dormir cuando realmente debería estar enfrentándose a su Prueba. ¿O quizás se había desmayado? Lentamente, consiguió alzar un poco la cabeza y descubrió que ya no se hallaba en el salón circular que había pisado junto a sus compañeros y maestra arcana. Estaba en un pasillo de piedra, con suelo de mármol, que le resultaba extrañamente familiar. Tragó saliva, ¿por qué sentía la boca tan seca? «Estoy en la Prueba», se respondió a sí misma mentalmente. Ahora lo entendía todo. ¡Estaba en Cork, igual que en el primer obstáculo! Aunque probablemente, en esa ocasión el esfuerzo debería ser mayor.

 

Escuchó pasos cercanos a donde se encontraba, y un par de voces masculinas los acompañaban. Y la conversación era, cuanto menos, extraña.

 

¿Y qué hacemos con el sacerdote? Ése monstruo de ciudad que nos han traído aquí, probablemente para supervisarnos.

 

— ¿De quién hablas, hermano? ¿Del chino? Perdón, asiático...

 

Anne arrugó el ceño. ¿Quiénes eran y por qué hablaban mal de su padre?

 

— Del mismo, hermano Byrne. He intentado por todos los medios convencerle de que debe volver a su anterior destino pero nada, se empeña en seguir aquí. Dice que algo le trajo hasta Cork, y que no puede irse hasta que no descubra de qué se trata.

 

— Pamplinas, todo pamplinas. Seguro que algún alto cargo del clero secular le ha mandado, estoy seguro. Aunque no alcanzo a comprender el motivo. ¿Quizás se han enterado de lo de...?

 

— No, por Dios. No te atrevas a pronunciar esas palabras tan a la ligera. ¡Las paredes tienen oídos!

 

Y quizás las paredes no los tuvieran realmente, pero Anne ya se había puesto en pie y estaba tras una esquina, escuchando cómo se acercaban ambos frailes. Al escuchar el apellido de uno de ellos, el hermano Byrne, comprendió que el otro debía de ser el hermano Lyons. Shiro le había contado muchas historias sobre ellos, y el hermano Daly muchas más. Pero ella nunca había llegado a conocerles, pues ambos habían sido trasladados antes de que Shiro la adoptase como hija y la llevase a vivir al monasterio con él y el resto de la comunidad. ¿Significaba eso que su Prueba conllevaría también un viaje en el tiempo? ¿O simplemente el Portal iba a ponerla a prueba en una situación como aquella, que implicaba a personas de su pasado y del de sus orígenes?

 

Los pasos estaban tan cerca que tuvo que reaccionar rápidamente. El suelo se alejó unos centímetros de su visión, la misma distancia que creció al adoptar una apariencia muy distinta a la suya propia. Inconscientemente, había cerrado los ojos para concentrarse en su poder, tal y como les había enseñado Amara. Sus hombros y cara se ensancharon; las curvas de su figura desaparecieron, adoptando un torso plano y ligeramente musculado; su pelo se recortó hasta quedar con poco más de un centímetro y medio de longitud, todo él de un color grisáceo brillante; sus ojos empequeñecieron y se rasgaron, adoptando un color marrón que conocía muy bien desde niña; sus manos, delgadas y pequeñas, ahora eran anchas y fuertes; el color de su piel cambió también, adoptando un tono ligeramente más oscuro que el habitual pálido de la licántropo. Anne abrió los ojos y se examinó: acababa de transformarse en una copia prácticamente exacta de su padre adoptivo, el hombre del que aquellos dos tipos iban hablando por el corredor. ¡Hasta el pie le había crecido un par de centímetros! Rápidamente, la Gaunt se pasó la varita por el cuerpo y la ropa cambió para transformarse en una sotana oscura y sencilla, para completar el trabajo. «Las gafas, ¡las gafas!», pensó, alarmada al notar aquel detalle. No recordaba haber visto a Shiro nunca sin gafas. De pequeña, incluso había dudado que se las quitara para dormir. Hizo aparecer unas idénticas a las de su padre con otro toque de varita, y se las colocó atropelladamente justo en el momento en que los dos frailes doblaban la esquina ante la que se había ocultado para escucharles cuchichear.

 

Pero no creo que haya nadie a estas horas de la ta... ¡padre Fujimoto!

 

Anne/Shiro se sobresaltó. Ambos frailes se le quedaron mirando fijamente con los ojos muy abiertos, como si hubieran visto a un fantasma. Alarmada, la antes pelicastaña se llevó la mano a la barbilla percatándose de que no había comprobado si había calcado todos los detalles del físico de su padre. Sí, la perilla grisácea estaba allí. De repente, las palabras de Amara resonaron en su cabeza. No todo era físico... tenían que adoptar todo: físico, costumbres, hábitos...

 

Buenas tardes, hermanos. ¿Paseando para orar?

 

Tuvo que esforzarse mucho para conseguir el tono neutro y bondadoso del hombre, siempre calmado y amistoso aunque la persona que tuviera enfrente fuera su peor enemigo. ¿Habría perdido Shiro los papeles alguna vez?

 

Esto... sí, así es. Me dirigía ahora hacia la capilla, y justo me crucé con el hermano Lyons, que también iba hacia allá. ¿Nos buscaba, acaso? —preguntó el hermano Byrne con una falsa sonrisa pintada en el rostro. Anne se contuvo tanto como pudo: se moría por partirle la nariz de un puñetazo a aquel cretino, acababa de escucharle hablar de su padre refiriéndose a él como "el chino". Pero aquello levantaría sospechas, su padre no era así.

 

No, claro que no. Sólo meditaba... es lo correcto a estas horas del día. Meditar en solitario... y en paz —les respondió, con tanta naturalidad como pudo.

 

Pensábamos que a estas horas estaría usted fuera del monasterio. Como siempre acostumbra a salir en esta franja de la tarde...

 

— Lo que el hermano Byrne quiere decir es que siempre está ocupado a estas horas. ¿Hoy no le requieren fuera, padre?

 

Anne tardó unos segundos en comprender de qué hablaban. Las tardes... cada tarde, Shiro visitaba el orfanato en el que Anne estaba de pequeña antes de adoptarla. Recordaba que el anciano iba hasta allí para verlos a todos: siempre terminaban jugando o cantando todos juntos, olvidando lo mal que se llevaban entre ellos el resto del día. Así era como se habían conocido. Comprendió que su Prueba, o al menos esa parte, se estaba desarrollando en ese punto del pasado.

 

Por supuesto que sí, en un rato me dirijo hacia el orfanato. Esos niños están muy faltos de cariño, y es nuestra misión atender a los más desfavorecidos —masculló, con un toque de malicia en la voz. Uno de los frailes le miró con extrañeza, y Anne se maldijo por dentro, no podía caer en la tentación de mandarlo bien lejos por mal que le cayese—. Así que continúen con su camino, hermanos, que yo seguiré con el mío. Y si terminan de orar temprano y gustan acompañarme... estaré encantado de gozar de su compañía.

 

Sin saber porqué acababa de invitarles, se despidió con un movimiento de cabeza y echó a andar por el pasillo que los frailes habían tomado para llegar hasta allí. ¿Cómo se le había ocurrido invitarles a acompañarle? «Porque has actuado como lo haría papá», le respondió su propia mente.

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El primero en romper filas fue Niko y así le siguió como acto reflejo la joven Gaunt, Amara lejos de sentirse vacía por la ausencia de sus alumnos se encontraba repleta de dicha pues llevaba años sin sentir verdadero orgullo por alguien; quizás una vez pero aquella niña ya no existía, ahora era una mujer a la que las personas admiraban y respetaban por su gran sabiduría. Esperaba como cada vez que las pruebas a través de la puerta no fuesen a devorar la inocente mente de ambos personajes y éstos regresasen aireados, su parte favorita era comprobar en qué mutaba el anillo inicial y con aquella imagen mental analizar tranquilamente en su casa junto a una humeante taza de té el por qué de la transformación y qué tenía que ver realmente con su poseedor.

 

—Concentración— Repitió parpadeando cuando en su corteza cerebral las imágenes de una junta mundial iluminaba.

 

Le sorprendía ver en dónde se encontraba el joven Tonks así como la rapidez con que su cuerpo logró adoptar la Metamorfomagia para mezclarse en la ocasión más como ella hubo predicho no solo se trataba de apariencia física sino de todo lo que una esencia abarcaba; el tono de voz, la forma de hablar, los movimientos con las manos, incluso la respiración era cosa fundamental y éste lo estaba dominando a la perfección aunque alguno pequeños choques eléctricos que interrumpían la conexión le indicaban nerviosismo, —Solo escucha lo que quiere tu magia— susurró, sus labios a penas se movieron de la posición inicial.

 

Por otro lado un escalofrío le puso alerta y ladeando su rostro encontró a Anne escondida tras un pasillo ¿lo lograría?, curiosamente se sentía en una enorme obra de teatro sin conocer el marco argumental a la perfección con la incertidumbre manando de cada pequeño poro en su cuerpo logrando así que sus ojos se tiñesen de un amarillo dulce y viscoso como la miel acompañando una melena cobriza y ondulada. Segundos nada más y sonrió de lado como poco solía hacer escondiendo su perfecta dentadura y entrelazando los dedos de sus manos para que éstas descansaran sobre sus cantos, detrás en su espalda. El dominio que Anne hubo conseguido en cuestión de segundos era digno de admirar puesto que no solo había oído a su magia interior sino que la había conectado con el recuerdo de su pasado para adquirir quizás cosas que muchos olvidaban como lo era la benevolencia de un padre.

 

Aun faltaba, aun no habían logrado percibir la esencia completa...

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El cainita estaba tranquilo observando los ojos de la arcana, ella le devolvía la mirada casi maternalmente. Aquello le hizo recordar a sus seres queridos a quienes tenia mucho tiempo sin ver, su tía, su madre, aquella que era su alma gemela y a la pequeña que llevaba sus ojos y era su amor, recordó a las personas que había perdido dibujando una mueca, podía sentir el dolor recorriendo su alma.

 

Una vez que todos estuvieron reunidos, al parecer él había sido el ultimo en llegar Amara volvió a realizar aquella pregunta. Ella la había realizado varias veces pero ahora era mucho más apremiante o quizás definitivo. El Ragnarok sabía la respuesta.

 

-Estoy mas que seguro, de no ser así creo que no estaría aquí con ustedes, voy a seguir adelante, quiero finalizar el trayecto, estoy seguro de eso –dijo aceptando que iba a continuar con aquello- terminare de realizar la prueba.

 

Dicho esto todo cambio nuevamente, él lo sabia.

 

Entraron en aquella habitación oscura. El cainita intento observar que había en el lugar preguntándose que tramaba la arcana pero aun así no vio nada, quizás era una especie de magia diferente la que estaban usando en aquel momento o sencillamente aquella habitación estaba llena de polvo de la oscuridad peruano. Se encogió de hombros, no tenia ni siquiera una mano de la gloria para usarla, aunque suponía que aun no regresarían a ellos sus artículos mágicos, aunque quizás estaba equivocado. Segundos después observo aquella puerta con un símbolo extraño, el símbolo que caracterizaba a la metamorfomagia. Respiro profundamente había llegado el momento, no iba a echarse para atrás.

 

**************

 

El cainita abrió los ojos y los poso en aquel extraño ambiente. ¿Qué estaba haciendo en aquel lugar? Observo aquel castillo Rumano. Negó con la cabeza negando ante la posibilidad que estuviera justamente allí. Escucho algunos pasos y no pudo más que esconderse. Observo aquel grupo de gente caminando rumbo al castillo. Era una comitiva de varias personas, algunas muy diferentes pero el las reconoció. ¿Por qué había aparecido en el lugar secreto donde la Hermandad de la Rosa Negra solía reunirse?

 

-te aseguro que Chiharu no aparecerá –escucho claramente- seguro envía a ese idi*** del Ragnarok a cubrirle las espaldas, si es así podremos matarla mientras él este aquí, el es su aprendiz y persona más allegada, además seria el único que podría representarla ante el consejo.

 

El vampiro recordaba aquello, había ido hasta el pasado y era cierto, él había estado allí en aquella reunión como representante de Chiharu y si su memoria no fallaba cerca estarían Mcnair y algunas personas indeseables, además del caza vampiros. Maldijo apretando los puños con fuerza y entrecerrando los ojos supo que el plan que estaba fraguando en su mente seria la salvación de su maestra. Ella podía cuidarse sola, de eso no había duda, más bien recordaba quizás su reencarnación mucho después, ¿seria por eso que se encontró con aquella otra persona muchos años después?

 

-<<Con el destino no se juega, lo sabes perfectamente Ragnarok>> -se dijo así mismo.

 

Después de aquello se concentró. No podía fallar debía convertirse en su maestra y asistir a la reunión, igual recordaba perfectamente todo lo que había sucedido y todos los problemas que se suscitaron mientras estuvo allí, claro estaba, si fallaba todo se iría al mismísimo demonio y la vida de ambos peligraría.

 

Sin más sintió aquel poder emanar desde su pecho tal como había hecho anteriormente, se concentro unos minutos, sabia que podía hacerlo mas rápido pero no quería cometer un error, aquella seria la prueba real.

 

Una bruja alta de cabello negro y rasgos japoneses le devolvía la mirada una vez que se observo en un espejo. Movió la varita y la ropa cambio por la de un kimono blanco con flores de cerezo. Cada uno de los rasgos del vampiro había cambiado, no quedaba nada de él ni siquiera aquella mirada penetrante que solía usar. Una vez que estuvo seguro salio al camino y se dirigió al castillo, sin embargo, había algo que no estaba contando si Chiharu estaba allí ¿Dónde se supone que estaba el Ragnarok si el la cuidaba y era su custodio?, tendría que arreglar aquello después.

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- ¿Escuchar mi magia? - Era la primera vez que Amara le decía una cosa como esas, tampoco entendía si era imaginación suya o un efecto provocado por el portal pero la arcana le estaba hablando nuevamente dentro de su cabeza - Espero que no sea una mala jugada - Pensó, el portal podía dar muchas sorpresas y quería creer que no era una. Los candidatos habían terminado de dar su respuesta y toda la asamblea había quedado muy feliz con sus respuestas, eran justo lo que necesitaban en una situación como la que estaba experimentando el mundo entero - El Presidente va a estar muy feliz con toda esta información y seguramente ya tienes claro el voto del país - Una de sus acompañantes estaba muy interesada en conocer cuál sería el voto pero no tenía idea, eso era algo que sabía Pierre.

 

- Creo que tengo una idea, pero definitivamente voy a necesitar hablar con algunos miembros del gobierno y por supuesto con todos los asesores - Sus pocos conocimientos de diplomacia y de cómo sobrevivir situaciones incómodas, le indicaban que esa era la respuesta más apropiada para no delatarse y poder seguir manteniendo el engaño, aunque no le encantaba suplantar identidades era lo que debía realizar para superar la prueba de la habilidad - Nunca me dijeron que tendría que ir en contra de mis valores - Pensó, se cuestionaba mucho por tener que violar algunas de sus creencias incluyendo no mentir, luego tendría que pensar algunas de las cosas que había tenido que hacer por culpa de la Arcana y del portal.

 

- La sesión ha terminado - Fueron las últimas palabras del Secretario General, el Tonks suspiró al saber que podría salir de ese lugar, pero sabía que no sería el fin de su prueba. La arcana aún no consideraba que hubiese terminado y seguía dentro del portal - Creo que debemos regresar a Francia lo más pronto posible - Tenía muchas ganas de salir de dicho lugar y sabía que como representante del gobierno francés ante las Naciones Unidas, tenía un avión a su disposición para viajar cuando lo necesitara - ¿Van conmigo? - Le preguntó a sus acompañantes como un simple acto de cordialidad, no era una buena idea viajar con ellas. Sabía que su destino dependía del portal y no de un simple viaje en avión de regreso a París.

 

De repente la luz desapareció y no podía observar nada - ¿Qué pasa? - El portal había decidido que su tiempo en la Asamblea había terminado y que no sería necesario regresar a París, o quizás sí pero por ahora no lo tenía muy claro. Su mente quedó totalmente en blanco, había logrado dominar la concetración y había aprendido a no pensar en muchas cosas al tiempo, pero le faltaba entender que era una habilidad que debía ser tomada con naturalidad. No obstante, tenía que pensar mucho para transformarse y mantener su nuevo físico, debía ser algo mucho más fácil. El tiempo sería su mejor acompañante en dicho proceso, pero debía demostrar que era capaz de avanzar en dicho proceso con un poco de esfuerzo.

 

Nuevamente todo comenzó a cambiar, la luz comenzó a aparecer y poco a poco fueron apareciendo muchos objetos y personas a su alrededor - Parece que ha llegado el momento de continuar - Suspiró nuevamente, tenía que entender muy bien la situación antes de actuar para no cometer ningún error, lo más importante era mantener su forma física y no generar ninguna sospecha. Todas las personas estaba corriendo de un lado a otro y su ropa no era la convencional para las personas del Siglo XXI, sin duda algo no estaba bien pero no lograba identificar si estaba en el pasado o en alguna extraña fiesta de disfraces a la cual no había sido invitado pero se había presentado como otra persona.

 

- Monsieur Madeleine - Una mujer comenzó a gritarle y a hacerle señas para que caminara hasta ella, no entendía por qué le llamaba de esa forma - No conozco a alguien con ese nombre - La situación era muy extraña, al parecer estaba suplantando la identidad de una persona que no conocía, así que su tarea sería mucho más difícil. Lentamente caminó para alcanzar a la mujer que lo estaba llamando con tantas ganas y con tanta urgencia - Señorita, ¿qué necesita? - Es su turno de entrar en escena, el acto ya va a terminar. En ese momento todo comenzó a tener sentido en la mente del Tonks, estaba en medio de una alguna obra de teatro pero no cualquiera - El portal quiere recordarme mi pasado como sea - Pensó, una vez más estaba recordando algunas de las cosas que acostumbraba a realizar.

 

- Les Misérables - Uno de los musicales más importantes del mundo basado en una de las novelas de Victor Hugo. La escritura francesa era de las mejores, en particular la más antigua y la escrita por los contemporáneos de Victor Hugo. Pierre se había encargado de hacerlo leer bastantes de las obras francesas durante sus años de aprendizaje de la lengua - Debes leer en el idioma original - Siempre le decía eso, para él era muy importante conocer un idioma desde adentro y eso incluía leer y realizar todas las actividades en su idioma original. Desde ese momento Niko se había acostumbrado a buscar todos los libros en el mismo idioma en el que habían sido escritos.

 

La situación era mucho más compleja, aunque conocía bastante bien la historia e incluso los diálogos del musical, nunca había sido un buen actor y bajo presión era mucho peor - ¿Qué haré? - Tendría que improvisar algo, salir corriendo o simular que estaba enfermo no era una opción, sabía que si no enfrentaba dicho reto, el portal no lo dejaría salir y nunca podría adquirir el anillo de la Metamorfomagia. Nuevamente respiró para tranquilizarse un poco - ¿En qué escena vamos? - La mujer se limitó a mirarlo, su cara indicaba que no podía creer la pregunta que le estaba realizando. Al parecer era su deber como actor saber en qué parte iban y cuál era la siguiente escena que tendría que realizar.

 

- Broadway - Escuchó, el portal había decidido que se quedara en Nueva York a pocos metros del edificio de las Naciones Unidas. El Tonks habría preferido tomar el vuelo de regreso a París, pero estaba aprendido algo más y es que no siempre la metamorfomagia estaba planeada o se tenía todo listo para realizar, en muchas ocasiones tendría que improvisar o tomar decisiones muy rápidas para salir de los problemas o simplemente realizar alguna actividad - Siempre se puede aprender algo nuevo - Fueron sus últimas palabras, luego salió al escenario y realizó su escena tal como debía hacerlo.

 

- Esto ha salido muy bien - Estaba muy feliz, había logrado presentar los diálogos y actuar sin pensar en que debía mantener su forma física - Creo que he aprendido bastantes cosas - Para el Tonks todo era un aprendizaje continuo, pero solo el portal y la Arcana podían juzgar si era suficiente o no como para salir. La siguiente escena sería en pocos minutos así que comenzó a cambiar su ropa con mucha agilidad para lograr estar listo, igualmente buscó sus líneas para poderlas practicar - No recuerdo todas las escenas - Era muy importante conocer muy bien todo lo que debía decir, pero con el paso del tiempo se le habían olvidado algunos detalles.

Editado por Niko Uzumaki

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El cainita convertido en su maestra llego a las puertas del castillo donde la estaban esperando. Por suerte el cainita había guardado aquel anillo, después de asistir a la reunión lo había heredado para sí y por ese motivo no lo devolvió a su legítima dueña así que se lo había colocado. El custodio estudió a la mujer para después pedirle que le mostrara aquel místico anillo. Sin dudar así lo hizo y segundos después estaba entrando en el castillo.

 

-Mi protegido podría llegar en cualquier momento –dijo haciendo una reverencia- Ragnarok se ha retrasado realizando algo que le ordene, así que una vez que llegue por favor que se dirija al lugar acordado –pidió.

 

Recorrió lentamente aquellos pasillos hasta llegar a la sala de reunión. La sala era una gran habitación circular iluminada con antorchas y diferentes estandartes, con una mesa de madera larga y sillas suficientes para que cada uno de los miembros se sentara mientras que los acompañantes debían mantenerse tras de ellos. Las armaduras y estatuas custodiaban el sitio al igual que un par de vampiros en la puerta.

 

Una vez que la mujer entro se hizo el silencio. Busco con sus hermosos ojos a las personas a las que había visto y escuchado hablar para ver su reacción pero aquello lo hizo tan rápido que ninguno se dio cuenta, ellos no deberían saber que había escuchado aquello. Hizo una ligera reverencia saludando a alguno de aquellos miembros más conocidos o con quienes se suponía les unía una amistad. El cainita recordaba los rostros de aquellos que algunas veces iban a visitar a su maestra al templo.

 

-Bienvenidos sean todos –escucho la voz de la Mcnair quien presidia aquella reunión así que poso los orbes en ella y en quien la custodiaba. Dibujo una mueca al ver a Artemis tras de ella.

 

El vampiro después de mucho tiempo había dejado de hablar con aquella mujer, a la final la relación amistosa entre ellos se había desquebrajado por lo que no podía mostrar atisbo de enfado, odio o algún sentimiento adverso contra quien acompañaba a la Mcnair. No podía dudar o todo se iría abajo. Chiharu generalmente se llevaba bien con todos.

 

La reunión había dado comienzo y cada uno de los que se encontraban en aquella mesa mostro el correspondiente anillo negro con forma de rosa. En el pasado el cainita había tenido que mostrar el anillo y el pergamino donde se le heredaba todo aquello y que le permitía representar a su maestra, ahora era diferente, él era ella.

 

Podía sentir la mirada de los presentes en el. Una vez que todos estuvieron reunidos en el salón y el pasar del tiempo iba completando todo aquello. Debía concentrarse y no perder la calma, debía recordar cada uno de los gestos que solía hacer su maestra y replicarlos a la perfección. Por el momento no había tenido que hablar mucho, solo asentir y escuchar a cada uno de los que habían tomado la apalabra pero sabía que de un momento a otro iba a suceder, allí es donde estaría más presionado y donde el error más mínimo sería fatal para él y para ella si se equivocaba.

 

-<<vamos Ragnarok, tu puedes, esto es de vida o muerte>> -se dijo así mismo- <<respira profundamente y haz lo que debas hacer, contriola tus instintos>>

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Salió del monasterio sin toparse con nadie más. Anne no estaba segura de si era algo fortuito o se debía simplemente a que no estaba previsto así en su Prueba, pero cruzó todo el patio del claustro sin problemas y varios pasillos más sin ni siquiera escuchar los cantos y oraciones de los frailes que muy probablemente oraban en la capilla. Tampoco escuchaba a los jóvenes novicios, siempre ruidosos y animados, haciendo enfadar a los más viejos de la comunidad. Recordaba lo mucho que había jugado con ellos siendo niña, cuando los mayores la veían como un estorbo en un lugar donde sólo debían residir hombres que habían consagrado su vida a la religión y los más jóvenes la observaban como si fuera un juguetito que habían llevado hasta allí para hacerles más llevaderas aquellas tardes de tareas de estudio y meditación que les imponían los mayores.

 

Salir a la calle no fue tan satisfactorio como Anne había supuesto, aún bajo la apariencia de su padre. Incluso se golpeó la frente con el marco de la puerta de la entrada, mucho más bajo de lo que recordaba. «Claro, como que papá mide cerca de treinta centímetros más que yo», pensó, regañándose a sí misma por su torpeza. Se frotó la frente con ambas manos en un gesto infantil y luego, tras resoplar, salió a la calle para encaminarse hacia el orfanato. Suponía que debía dirigirse hacia allí, pues no entendía si no para qué había aparecido en aquel punto. No tuvo que caminar más de tres minutos: el orfanato estaba a la vuelta de la esquina. Parecía que los niños estaban en el tiempo de recreo, aquel ratito de juegos y libertad que tenían antes de regresar a aquellas frías aulas donde la señora Doherty mandaría mil tareas distintas para mantenerles ocupados. Anne se aproximó lentamente hasta la reja metálica que lo separaba del lugar y, casi inmediatamente, distinguió una cabellera revuelta de color castaño que saltaba más que los demás y corría en su dirección, abriendo los brazos de par en par mientras gruesas lágrimas corrían por sus pálidas mejillas, aunque una de ellas se veía más sonrosada que la otra. Tardó unos segundos en reconocerse a sí misma siendo niña, probablemente con no más de seis años.

 

Atravesó la verja por la entrada y se agachó justo en el momento en que ella misma en miniatura se refugiaba en su piernas, agarrándose con fuerza a la sotana que vestía.

 

¡Martin me ha pegado! ¡Padre Shiro, me ha pegado y yo solo jugaba con las hormigas!

 

Anne tragó saliva. ¿Quién era Martin? Ah sí, aquel niño de manos anchas que intimidaba a todos cuando no hacían lo que él deseaba. ¿Ella jugaba con las hormigas de pequeña? No recordaba haber jugado a nada hasta que llegó al monasterio...

 

Padre Fujimoto, agradecería que dejara que yo me ocupara de estos detalles, no son más que peleas de niños —tronó una voz a su derecha. Anne levantó la mirada para observar a la señora Doherty, que se acercaba hasta donde estaban con los brazos en jarras. Tragó saliva. Aún figurando como el imponente Shiro, se sentía pequeña e indefensa ante aquella mujer. Pero no podía dejar que aquello se mostrase, ahora mismo ella era su padre. Debía intentar actuar como él lo haría en una situación así. Sintió las manos de la pequeña Anne tironeando de su ropa.

 

No se lo impido, querida señora Doherty. Ni siquiera me ha dado tiempo a saludar a la pequeña —respondió, intentando poner tanta dulzura en su voz como pudo reunir. Acto seguido, imitando un gesto que ella tenía grabado a fuego en su memoria, se inclinó para besar la frente de la pequeña, que absorbió la mucosidad ruidosamente ante su gesto. Aquello le hizo soltar una risita entre dientes, aunque rápidamente camufló su espontaneidad revolviéndole el pelo—. Seguro que Martin lo ha hecho sin querer, Anne.

 

No, no, me ha tirado del pelo y luego me ha llamado "monstruo", y eso que yo ni siquiera...

 

— Ya es suficiente, Anne K.

 

Las palabras de la señora Doherty pararon el parloteo de Anne, que había dejado atrás la pena por el golpe del otro niño para mostrar el enfado a causa de lo sucedido. Pero al oír a aquella mujer, un brillo de miedo había cruzado por su mirada grisácea y ahora miraba el suelo fijamente, pero sin soltar la ropa de una anonadada Anne, camuflada en la apariencia de Shiro. Las ganas de romperle la nariz a aquella mujer de un puñetazo, ahora que podía, casi la hacían convulsionar; pero no podía dejarse llevar por la tentación. Comprendía que aquello era lo que la Prueba buscaba, probar su capacidad de adaptarse a una situación tan extrema emocionalmente para ella. Tragó saliva con calma y, lentamente, volvió a incorporarse para mirar a la directora del orfanato desde la imponente altura de su padre adoptivo. De repente, había recordado una situación parecida. ¿O había sido igual? No podía estar segura, pero aquella era una prueba; su Prueba. Y en aquel momento, el Portal le pedía algo concreto. ¿Cómo reaccionaría un hombre como Shiro, tan distinto a ella misma, ante aquellas circunstancias? Ella lo sabía muy bien.

 

Más bien es suficiente para usted, señora Doherty. Quizás debería inculcarles disciplina a todos los niños por igual, y no solo a los que no le caen en gracia —le espetó, con tono neutro casi rozando la dulzura a pesar de la seriedad de sus palabras—. A partir de ahora, no tendrá que preocuparse más por el comportamiento de la pequeña Anne, que tanto parece molestarle a pesar de que todavía no he visto nada en su comportamiento fuera de lo normal en una niña de su edad. Vayamos a su despacho, por favor. Quiero adoptarla.

 

De repente, todo pareció convulsionar a excepción de su propio cuerpo. Su entorno empezó a difuminarse lentamente, como si fuera la pantalla de una televisión que cambiaba de una imagen a otra sin definir. Pero aún así, antes de perder de vista a las personas que había a su alrededor, alcanzó a ver la cara de alegría infinita en su propio rostro, infantil e inocente en aquel tiempo, así como el de la señora Doherty, que parecía desear con todas sus fuerzas que un rayo partiera a aquel sacerdote inoportuno y metenarices. Y entonces, todo se quedó oscuro.

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El vampiro se mantenía atento a todo lo que se decía en al reunión, hasta el momento todo estaba relativamente bien y en orden. Su memoria era mala, todos sabían eso, pero por fortuna recordaba atisbos de rodo aquello que estaba sucediendo por lo que podría controlar si era necesario la situación, aun así debía seguir concentrado y no hacer o decir algo que su maestra no diría.

 

Absorto en sus pensamientos no se percató que le habían mencionado o nombrado. Un segundo después levanto los ojos y se disculpó ante aquello alegando que estaba preocupada por la no llegada del Ragnarok. Eso ayudó un poco en todo lo que estaba sucediendo ya que era lógico que su maestra se preocupara por él.

 

Suspiro, por los pelos había salido de aquello, sin embargo, aún quedaba mucho de aquella reunión, aunque pronto se levantarían para ir a descansar a sus respectivas habitaciones. Después de dar las opiniones necesarias en su intervención ante aquella asamblea el cainita convertido en su maestra se sentó. Nadie había descubierto nada mientras hablaba por lo que debía estar tranquilo, a menos que después de que todos se hubieran retirado alguien se le acercara para extorsionarle o decirle que sabían que era un impostor.

 

*****************

 

Caminaba por los pasillos, alguno de los guardias se habían ofrecido para acompañarla hasta sus aposentos y al menos custodiar la puerta hasta que llegara el Ragnarok. No tuvo más remedio que aceptar Chiharu era una persona muy importante e influyente en la hermandad de la rosa negra por lo que su seguridad era lo primero.

 

Al entrar en la habitación se relajó por unos segundos, aun así se mantuvo concentrado observándose nuevamente en el espejo que allí se encontraba, su maestra le devolvía la mirada orgullosa de que al menos todo había salido bien hasta aquel punto.

 

Se sentó en aquella hermosa cama de dosel, para repasar en su mente lo que debía suceder después, pronto tocarían en la puerta para dar alerta del intruso y cazador de vampiros, ahora debía decidir, ¿seguir siendo ella o volver a ser el Ragnarok argumentando que había llegado?

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—Anne

 

La oscuridad que envolvió a la bruja encegueció sus ojos color azules en ese entonces por completo obligando a descender sus párpados para no desfallecer. Estaba acostumbrada a todo lo que las pruebas significaban para ella tanto como para los aprendices que atravesaban las puertas desafiando sus límites más como llevaba una hora pensando los años no llegaban solo hasta el cuerpo de uno —tuviera éste la capacidad de verse siempre joven— y dicha clase había requerido mucho empeño por su parte desde un comienzo, con el grupo anterior y sabía que en su pequeña morada un trío estaba jugando con su mobiliario aguardando su llegada. Una cosa por vez Majlis, se dijo.

 

Abrió los ojos lentamente al tiempo que daba un paso atrás pues una masculina figura se acercaba a paso lento hasta ella, provenía de lo profundo de aquella pirámide, manaba energía pura y renovada así como una esencia completamente distinta a la de Shiro. Anne estaba allí dentro quizás demasiado conmocionada como para volver en sí o aun algo confundida respecto a los escenarios y la verosimilitud de las cosas a su alrededor como para notar que aun no era ella físicamente. Amara se acercó nuevamente hasta su posición inicial y posó una cálida mano cargada de complacencia en la mejilla de la mujer, justo donde muchísimos años atrás un niño llamado Martín le hubo golpeado.

 

Con la zurda libre tomó la mano en donde tiempo atrás había depositado un anillo carente completamente de valor hasta entonces y cerró sus dedos en torno a ella para alzarla sutilmente aguardando a que Gaunt recobrase el ánimo y la decisión de estar allí de pie frente a la arcano de Metamorfomagia y una vez conectó con aquel par de ojos algo perdidos destapó la mano para que éstos pudiesen apreciar la obre de arte que crearon al completar la prueba puesto que cada anillo tenía una forma única e individual según lo que pudiese llegar a representan a su poseedor.

 

—Puede que físicamente tú y Shiro Fujimoto no se parezcan Anne, pero el corazón como la mente también son capaces de mutar. Tu templanza refleja cuantos haz aprendido de él y tu bondad te ha permitido adquirir la habilidad que buscabas. Úsala con sabiduría y responsabilidad, grandes cosas aguardan allí afuera.

 

Podía ver el resplandor cada vez más fuerte detrás de su aprendiz, ¿sería Niko el próximo en salir, quizás Hades?

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Le pareció escuchar la voz de Amara estando en la oscuridad. Giró la cabeza mirando en todas las direcciones buscando a la arcana, pero todo seguía sumido en oscuridad. O quizás simplemente no estaba moviendo la cabeza, a pesar de que se estaba esforzando a más no poder para hacerlo. En cualquier caso, se sentía mareada. ¿Por qué no aparecía en el salón circular con Amara? ¿O en cualquier otra parte para continuar con su Prueba? Como si de una respuesta a su muda pregunta se tratase, descubrió una luz frente a ella y algo en su mente la empujó a dirigirse hacia aquel punto, arrastrando ligeramente los pasos. El mareo había empezado a desaparecer, pero ahora simplemente se sentía abrumada por lo que acababa de vivir. No recordaba muchos de los detalles de su infancia anteriores a la adopción de Shiro, como si su cabeza se hubiera encargado de guardarlos poco a poco en un rincón del que no debían de salir nunca más.

 

De repente, sintió la calidez de la mano de Amara en la mejilla y parpadeó varias veces. ¿Cuándo había llegado a su lado? También notó que le había agarrado su propia mano, donde se había colocado el anillo de aspirante, y la mantenía tapada como esperando a que sucediera algo concreto. Se fijó entonces en que existía cierta diferencia entre su altura y la de Amara, a pesar de que en la clase no se habían visto tan desiguales, y comprendió que seguía luciendo el físico de su padre en lugar del suyo propio. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al darse cuenta del detalle, y comenzó a cambiar nuevamente para adquirir su verdadera apariencia física. Miró entonces directamente a los ojos de la arcana, que había esperando pacientemente mientras ella se reponía de la experiencia que acababa de vivir. No se había dado cuenta hasta aquel momento de lo agotada que se sentía.

 

Bajó sus ojos grises hacia su mano cuando Amara movió la suya propia para destaparla. En su mano izquierda, justo en el dedo anular, había aparecido un anillo bastante distinto a como la arcana se lo había dado antes de atravesar el Portal. Ahora era de platino, listo y brillante, con varias piedrecillas blancas y negras engarzadas en su fina estructura. Sintió que se le humedecían los ojos, aquello significaba que lo había conseguido. Alzó la mirada para encontrarse con los ojos de su maestra, aquella señora centenaria que le dedicaba ahora una serie de palabras breves, sabias y extrañamente reconfortantes. Tragó saliva antes de poder hablar.

 

Gracias, arcana Amara, por sus palabras, su paciencia y sus enseñanzas. Me alegra que alguien como usted vea que no todos los lazos verdaderos han de ser de sangre, es muy importante para mí. De verdad, mil gracias por todo. Seré responsable y consecuente a la hora de utilizar este poder que usted me ha enseñado a manejar —le dijo, con solemnidad y cierta timidez. Se inclinó suavemente hacia adelante, haciéndole una reverencia a la poderosa mujer y, sin más, se dio la vuelta para salir de la Gran Pirámide. No podía creerlo... acababa de superar una de las Pruebas de Habilidad. Ahora era metamorfomaga.

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