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Browskov Agency (MM B: 108493)


Zack Ivashkov
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Zack Ivashkov.

 

¿En qué había pensado?

 

¿Por qué no se había negado?

 

Edmund tocó con la punta de varita los ladrillos del muro que daba acceso al Callejón Diagon. No recordaba haber caminado por Charing Cross Road o haber ingresado al Caldero Chorreante, durante aquel tiempo sólo pensaba en qué haría una vez que tuviese a aquel mago frente a él. Sabía que podía dominar la expresión de su rostro a la perfección, ¿pero iba a poder ser capaz de no matarlo una vez que lo viera?

 

«... ¿Y juras trabajar en equipo con el otro encargado con lealtad y disciplina?

...

—Lo juro. »

No podía matarlo, no, sino él también moriría. Edmund podía afirmar que Zack era un mortífago, ¿acaso no lo había escuchado utilizando su anillo de la escucha? El recuerdo venía a su memoria y parecía tan real...

 

Tan pronto como llegó al Callejón diagon, Edmund activó su anillo de la escucha al girarlo tres veces en su dedo anular. Este emitió una tenue luz.
—Lo del juicio es reciente, quita esa cara.
La voz de Zack Ivashkov se escuchaba claramente, como si estuviese a unos cuantos pasos de Edmund. Afortunadamente, no había nadie más en el Callejón Diagon, exceptuando la interlocutora del presunto mortífago.
—Hace poco fueron del cuartel de Aurores al castillo. Una vez ahí aprovecharon de robar mi Katana durante la revisión que solicitaron y nosotros, amablemente, le concedimos.
» Igual sé que el Ministerio planea reformar los juicios nuevamente. Si esto es cierto quizás se tarden un poco más en tramitarlo todo. ¡Ah! Y Leah también está involucrada en este paquete.

 

Él mismo lo había confirmado. Era su katana, una de las armas más poderosas que utilizaban los mortífagos. Él lo sabía bien, más de una vez le habían proyectado un corte con la misma en su cuerpo. No obstante, su recuerdo no era suficiente para que el Cuartel General de Aurores pudiera hacer algo por enjuiciar a aquel mago y a Leah. Y, además, Edmund sentía que muchos de sus compañeros de la Orden del Fénix -incluyendo sus actuales líderes- no le creían del todo. ¿Y cómo creerle si después de aquello él había llegado al Centro de Comercio Universal medio muerto y por poco habían logrado salvarlo? Hasta él mismo dudaba a veces. Aun así, aquel "sueño" siempre regresaba a su mente y parecía ser tan real...

 

Edmund avanzó por el Callejón Diagon mientras su mente divagaba en estas pesquisas. Al final concibió que sería mejor mantener a Zack cerca. Si lograba conseguir una prueba suficiente... Sí, eso era lo que haría. Con el tiempo había aprendido a mantener a sus amigos cerca, y más cerca aún a sus enemigos. «Y si he de trabajar con el mismísimo diablo para desenmascarar a los mortífagos, lo haré con lealtad y sacrificio» pensó antes de llegar a la agencia. Era tal cual como la había descrito Helena en su anterior entrevista.

 

El mago tocó la puerta corrediza con su mano derecha y una voz mecánica de mujer dijo:

 

— Edmund Browsler, encargado. Bienvenido a la Agencia Browskov.

 

Y la puerta se abrió de par en par.

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Todo lo que me decía Zack era bastante interesante, exceptuando por lo del tipo de pago. En estos momentos solo me interesaba una cosa en realidad y hasta que no lo lograra, no podía disponer del todo de mi misma o fracasaría en lograrla.

 

-Nada más faltaría que cobraran por ver el catálogo, Zack. Quizás este algo desactualizada pero hasta ahora nunca he visto que lo hagan.- Bromeé, si bien me quede pensando en esa posibilidad.-Sabes que cuentas con mi silencio, no me gustaría hacer algo que me molestaría que hicieran conmigo.

 

Era una persona bastante reservada y con el tiempo aprendí a no confiar mucho en los demás, por lo que muy pocos podrían decir que conocíantodo de mi. Asi que si algo sabia hacer era guardar silencio.

 

-¿Cancelar la actividad una vez que se esté de vuelta en este mundo?- Repetí.-Casi haces que me alegre que haya tenido mi primer intento fallido, hasta ahora no me había puesto a pensar en los peligros.-Comenté. Ya tenía mucho tiempo desde que hiciera un viaje al inframundo gracias a mis habilidades demoníacas, pero desde que salieron los libros de hechizos por alguna extraña razón no pude hacerlos más.- Me temo que esta vez no compraré ninguno y no veo por aqui nada que se parezca a un regalo de bodas.

 

Todos esos servicios eran muy interesantes, pero algunos de ellos ya los podía realizar mi hermana y cuñadas, por lo que no serian un buen regalo.

 

-De todas formas, prometo darme una vuelta por tu otro negocio, espero que no tengas tanta gente como la última vez que quise visitarte, ni siquiera pude entrar.- Comenté, recordando la visita que le había querido hacer, pero antes de entrar vi que estaba ocupado, por lo que desisti.-Espero que pronto te lleguen clientes que si te pidan algún servicio.

 

Esperaria la respuesta de Zack y me iría después de eso. Todavía tenía muchas visitas que hacer.

Editado por Lyra Katara Selwyn

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  • 2 semanas más tarde...
Lyra era una persona astuta y conocía muy bien los peligros que podía acarrear obtener un servicio en ese tipo de lugares, por lo que al final después de tantas interrogantes, decidió no contratar ninguno de los planes ofrecidos en los catálogos. A pesar de ello, fue lo suficientemente amable como para que Zack le devolviera una sonrisa sincera a sus bromas y además la despachara con un grato saludo.


—Espero volver a verte pronto. Me aseguraré de vaciar el otro local en los próximos días, a ver si así te animas a entrar — Recordaba haberla visto merodeando por Milhojas Café cuando él se encontraba en compañía de Arya y más tarde con Little, otra que desapareció desde el mismo día a pesar de prometer un próximo encuentro —Sin duda llegarán. Y si no, tendremos que comenzar a hacerle publicidad al negocio en El Profeta — bromeó a sabiendas de que al menos por su parte, aquél periódico no recibiría ninguna solicitud, no es que confiara mucho en lo que ellos publicaban.


Se levantó de su asiento y la acompañó a la salida. Para su sorpresa, había una nueva persona ingresando al local. La voz metálica pareció reconocerle, pues murmuró un nombre. Zack apenas pudo escuchar el apellido, y desde entonces creció la intriga. Dado que desde su posición no tenía buena visibilidad, se acercó con el ceño fruncido.


—Tú debes ser mi compañero— dijo a modo de saludo esperando que terminara de ingresar a la agencia. No recordaba haberle visto antes, cosa que le dejaba cierto malestar, pues no era muy grato trabajar de cerca con alguien del cual no sabía nada. Sin embargo, tendría que ser lo más flexible posible en cuanto al trato.

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Edmund Browsler


Una vez que entró al local observó una amplia sala con algunos asientos dispuestos ordenadamente para una espera parcial y en el centro una mesa redonda con un llamativo arreglo floral fresco iluminado por una enorme lámpara araña dorada que colgaba del techo. Aquello le parecía bastante normal, él se había esperado unos espacios más oscuros y lúgubres. Aunque Helena era sumamente astuta, aquella sólo debía ser una fachada para cuando el Departamento de Seguridad Mágica realizara las inspecciones de rutina.


Browsler saludó a Lyra, quién iba de salida en aquel momento. La bruja no estaba sola, por su puesto, su compañero encargado la estaba acompañando para despedirse de ella. ¿Qué habría encargado? ¿Acaso también estaría implicada en aquel negocio?


Edmund Browsler —se presentó el mago y extendió una mano para estrechársela a Zack.


Su compañero era alto, aunque no más que él, y delgado, mientras que Edmund era más corpulento por los años en los que había jugado profesionalmente como golpeador en la Liga de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda. A simple vista no parecía ser un mago tenebroso, Browsler dudó, ¿acaso estaba a equivocado y todo había sido un sueño tal como decían sus compañeros? Estaba a punto de reconocerlo, pero decidió esperar y darle tiempo al tiempo. Aún no conocía a Ivashkov y a partir de aquel entonces pasarían más tiempo juntos.


Asumo que ya estás enterado de todo lo que va el trabajo. ¿Me muestras el lugar? —Zack asintió y lideró la marcha.


Habían dos oficinas, cada una con el nombre del socio encargado. Se dirigieron hacia la oficina de Zack. El mago sacó un catálogo y se lo mostró. Browsler lo leyó con atención un momento. Asesorías, financiamientos, préstamos… Todo aquello estaba muy bien, pero había crup encerrado. Aquello no podía ser todo a lo que se dedicarían, después de todo ese trabajo lo podría hacer cualquier mago o bruja de la sociedad. ¿Qué le estaba ocultando Helena? ¿Acaso sabría Zack algo más? Edmund estuvo a punto de indagar más pero observó que su compañero se disponía a salir de allí.


¿Vas de salida?




Helena Browsler


Sygerrik, detente.


Helena tanteó con su delicada mano de niña la pared, cerró sus ojos un momento y sonrió satisfactoriamente, mostrando sus grandes colmillos blancos.


Sí, es aquí, has hecho un trabajo excelente Sygerrik —comentó Helena, lanzándole una bolsita de piel de moke llena de monedas de oro—. ¿Qué sabes de él?


Sygerrik bien sabía a quién se refería. Él. Ese hombre moreno, fornido y de gran altura, quien procesó todos los documentos legales de manera que pudiera actuar como persona natural dentro de la comunicad mágica londinense, y de esta forma, se le permitiera la apertura del negocio.


Debe estar por venir, señora.


Helena frunció el ceño. Más le valía apurarse pues a ella no le gustaba esperar por nadie y ciertamente aquel negocio tampoco podía esperar. Bajo las calles de Londres, más específicamente bajo Charing Cross Road, en el sistema de drenaje de aquella ciudad se encontraban Helena, Sygerrik y una hilera de incontables criaturas mágicas, todas dopadas, silenciadas y amordazadas. Aquellas bestias habían sido robadas del Magic Mall. Sygerrik se había encargado de desviar aquella mercancía para la Agencia Browskov. Unos millones de galeones tenían en sus manos y no permitirían que se les escaparan.


La “niña” vampira se cruzó de brazos y esperó que llegara su socio para meter todas aquellas criaturas al sótano de la agencia por medio de un pasadizo secreto.




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Estrechar la mano con Edmund le permitió sentir su energía atravesándole el cuerpo entero. Había dudas en aquél hombre con respecto a Zack, e incluso no hacía falta mantener el contacto físico para seguir notándolo pues su mirada buscaba ver más, sus ojos azules atravesaban los dos grisáceos que tenía al frente. Sabía que lo primero en proyectar a su compañero serían dudas. Pero no le importaba, su aura oscura no transmitía confianza y de eso también tenía conocimiento. Esbozó una sonrisita a penas notable antes de darle la espalda y dirigirlo a su oficina.


—Soy Zack, por cierto. Pero eso ya lo sabías — dijo mientras le tendía un catálogo, el sencillo. Eran pocos los que lo desconocían a él, a Leah, o al apellido Ivashkov en general, pues en los últimos meses habían estado en boca de muchos —. En tu gaveta también hay muchos de éstos. Revísalos y si tienes dudas puedes consultarme — soltó a modo de despedida. Había olvidado por completo el encuentro con Helena, debía darse prisa para asegurar la efectividad de la misión.


—Sí, tengo prisa — dijo en voz alta dado que ya se encontraba a mitad de la sala, mientras que Edmund todavía le observaba desde la puerta de su oficina —Volveré en un par de horas, ve adaptándote al lugar — sugirió antes de salir al callejón Diagón y perderse entre la muchedumbre. Se dirigió a un callejón solitario y en cuestión de segundos transformó su apariencia a la del chico moreno que se suponía era su jefe. Ni siquiera Helena conocía su nombre, y parecía no importarle demasiado. Aquella mujer era muy enfocada en los negocios como para distraerse en detalles sin importancia.


Una vez metido en el papel de su personaje, desvaneció su cuerpo viajando a su nuevo destino. Sus botas tocaron tierra firme en un instante haciendo salpicar el agua a su pantalón. Cerró los ojos con fuerza en un gesto de desagrado y volvió a la calma con un suspiro, que gracias al maloliente escenario, pudo recordar la excelentísima idea de su socia en reunirse precisamente ahí.


Se dispuso a caminar doblando en la esquina más próxima, donde alcanzó a ver a Helena cruzada de brazos. Debía estar ansiosa por su llegada y posiblemente molesta. Sin embargo, al moreno no le importó y ese fue exactamente la impresión que dio.


—¿Comenzamos? —Cuestionó sin siquiera saludarla a ella o a Sygerrik, el contrabandista —Planeo sacarlos a través de un portal. Es la única forma de llevar a tantos al mismo tiempo. Y no hay tiempo para sacarlos por tandas — aseguró elevando las cejas mientras asentía, buscando la aprobación de Helena —. Por cierto, me contó Zack que ya ha compartido con su colega, esperemos que se lleven bien — soltó finalmente desviando la mirada a las criaturas de su alrededor.


Estaba orgulloso de sí mismo, de poder ocultarse en dos personas diferentes sin que ni siquiera su socia lo supiera. Aquello definitivamente sería provechoso no solo para sus finanzas sino también para su seguridad.

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HELENA BROWSLER

— Veo que Sanguini no se equivocó, si eres un mago de palabra —inquirió Helena, observando a aquel moreno de arriba a abajo.

 

Sanguini era el vampiro en común que conocían aquel mago y Helena. Este primero se dirigía al moreno como el mago-sin-nombre. Aquello le producía cierta incomodidad a la vampira pero aún así estaba dispuesta a trabajar con aquel mago, confiaba en Sanguini, siempre había estado allí cuando lo había necesitado, él no la traicionaría jamás. Por lo tanto, aquel mago tampoco. Aún así no confiaba ciegamente en él. Eran negocios. En cuanto observara algo extraño de su parte lo cortaría en pedazos como a uno de sus cinco agresores.

 

— Me parece perfecto —respondió la niña, asintiendo una sola vez—. Tal vez hubiésemos tenido la oportunidad de sacarlos por tandas si hubieses llegado a tiempo... Pero cómo tienes el poder de crear el portal, nos los llevaremos a todos de una vez.

 

El último comentario del moreno hizo que desviara su rostro y sus ojos azules observaran a su interlocutor.

 

— Se llevará bien, casi podría jurarlo...—comentó Helena con sorna. Se refería al juramento de sangre inquebrantable que le había hecho efectuar a Edmund—. Espero que hayas dejado órdenes claras a Ivashkov de que sólo mostrara a Browsler el catálogo normal, no el especial. Tendremos que ir adiestrando ese corazón noble que tiene el muy idi***.

 

El mago-sin-nombre asintió.

 

Helena también tenía sus secretos. Aquel moreno desconocía su apellido y desconocía que ella era tía abuela de Edmund, pues en realidad tenía 116 años recién cumplidos. Por eso había escogido a aquel mago para el trabajo, necesitaba aliados... y para ello tenía que juntar nuevamente a la familia, aunque aún seguía sin conocer el paradero de Jon y James. En caso de que aquel moreno osara a investigarla, se encontraría con los documentos falsos de Helena, donde allí su apellido era Winters.

 

— Es hora —declaró—. Sygerrik, preparáte. —La vampira sacó su varita y esperó a que el mago-sin-nombre abriera el portal.

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  • 2 semanas más tarde...
—Guarda eso — bufó —, no lo vas a necesitar — aseguró a Helena en cuanto la vio sacar su varita.


Zack marcó cierta distancia entre él, las criaturas y los dos individuos que le acompañaban, ambos a la espera de su accionar. Sin necesidad de su varita mágica realizó movimientos complicados en el aire con sus propias manos. Inicialmente se escuchó un zumbido, y luego un enorme agujero negro comenzó a envolverlos desde el fondo del desagradable escenario, como si la misma oscuridad los atrapara. El moreno se aferró a una pila de jaulas evitando que cayeran, justo antes de que el mismo portal se lo tragara a él también.


El viaje fue corto y cómodo, mucho más que una desaparición común. Tanto ellos como las criaturas aparecieron en el sótano de Browskov Agency, ahí donde nadie podría entrar, ni siquiera uno de los dos encargados, pues desconocía la existencia del mismo. El Ángel Caído pasó a un costado de su socia y le guiñó un ojo mostrando una clara sonrisa de suficiencia. Había que aceptarlo, de no ser por él hubiese sido muy arriesgado trasladar la mercancía. Toda magia la magia que conocían dejaba rastros, pero aquél portal no era magia común, y por lo tanto era indetectable.


—Alguien deberá encargarse de mantenerlos vivos — dijo haciendo referencia a la cantidad de animales que ahora tenían bajo la agencia —. Y no hay mejor opción que tú — añadió desviando la mirada hacia Sygerrik —. Tu pago incluye vigilarlos hasta que logremos vender gran parte de ellos. Sino, entonces habrá que expandir la bolsa de galeones que Helena te ofreció — ella había sido quien cerró el trato, por lo tanto, Zack desconocía la cantidad en oro que estaba recibiendo el contrabandista.


—Si no será él supongo que ya tienes a otro, ¿no? Porque ni se te ocurra pensar que vendré todos los días para cuidar estos bichos — aclaró con firmeza. No podía convertirse en el moreno apuesto que ahora era a cada segundo, arriba era Zack quien tenía que hacerse cargo, y todavía no había llegado nadie que contratara sus servicios, por lo que además era muy probable que tuviera que hacerle publicidad con su círculo de amigos.

Editado por Zack Ivashkov

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  • 2 semanas más tarde...

Helena Browsler

 

- Jamás la guardo -enfatizó la vampira manteniendo su varita mágica en ristre.

 

Lo que sucedió a continuación la habría dejado boquiabierta de no ser porque había controlado aquella reacción con tiempo de anticipación. El moreno era más poderoso de lo que había imaginado. Aquel mago había abierto un portal de la nada que los había arrastrado a todos al interior del sótano de Terrortours. A ese sótano sólo tenían acceso ella, el moreno, Zack y Sygerrik, nadie más. Tal vez pronto lo tendría Edmund, pero aún no, tenía que asegurarse que podía confiar en él plenamente. Aunque estaba segura de que Browsler no tendría opción.

 

El sótano de Terrortours era diez veces más grande que toda la superestructura del local, tenía varios niveles, diversas escaleras, celdas, ramificaciones, cámaras de seguridad, bóvedas especiales y todo tipo de encantamientos protectores. Sygerrik se encargó de encarcelar a todas las criaturas, poco tiempo se llevó ya que todas estas colaboraron. Helena observó aethonans, jobberknolls, crups, diricawls, gorros rojos, duendecillos, entre muchas más criaturas mágicas.

 

- Sí, eso estaba dentro del contrato -especificó Helena-. Pero no te preocupes, estas criaturas no estarán mucho tiempo por aquí.

 

Y era cierto. La vampira ya había contactado a muchos magos interesados en ellas.

 

- ¿Subimos?

 

 

Edmund Browsler

 

Estaba sólo en el local, era el momento de comenzar a investigar.

 

El mago se colocó de pie y se acercó a la entrada de Terrortours, después de realizar un conjuro que selló la puerta, colgó un letrero que indicaba que ya habían cerrado. El mago regresó corriendo a las oficinas, pero en este caso no se había dirigido a la suya, sino a la de Zack. Allí adentro revisó todos los papeles que se encontraban en el archivador y en en el escritorio. No había descubierto nada nuevo salvo que Zack ya no trabajaba para el Concilio de Mercaderes sino que ahora era un empleado más de la Oficina del Ministro. Aquel era un dato interesante. Además, encontró detalles importantes sobre el caso que se estaba investigando el Ministerio de Magia sobre él y Leah. Aquello era muy curioso, ¿qué dirían sus compañeros al respecto?

 

Browsler abrió una gaveta que se encontraba cerrada mágicamente. Allí encontró el catálogo que Ivashkov le había mostrado. Pro había otro más, un catálogo "especial". Browsler estuvo a punto de abrirlo cuando escuchó un golpe seco, ruido que parecía provenir de la oficina privada de los especiales. Helena había sido muy clara, no debían ingresar allí. Edmund dejó los catálogos, cerró la gaveta y envainó su varita mientras se acercaba a dicha oficina.

 

- Homenum revelio -conjuró al ingresar a la oficina de los propietarios. No había nadie allí, salvo él. Browsler observó a su alrededor, no veía nada irregular. Luego comenzó a tocar los objetos con la palma de su mano, tampoco había rastros de magia. Entonces otro golpe seco se escuchó. Browsler observó el suelo y descubrió una trampilla secreta que se encontrada cerca de él.

 

Para cuando la trampilla se abrió, Edmund ya se encontraba sentado en su oficina. El encantamiento que había conjurado en la puerta principal del negocio se encontraba finalizando y el cartel indicaba que la Agencia Browskov se encontraba abierta.

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  • 3 semanas más tarde...

—Ni siquiera deberían pasar un minuto aquí— replicó de inmediato a Helena.


Zack había pensado que ya la bruja tenía todo fríamente calculado. Imaginó que los compradores arribarían a ese lugar apenas ellos llegaran, que les darían una buena cantidad de galeones y luego se marcharían hasta que surgiera un nuevo acuerdo millonario como lo era contrabandear criaturas de diferentes clasificaciones, todas robadas del Magic Mall, cuando el metamorfomago trabajaba en el área.


—¿Cuándo se supone que vendrán los nuevos dueños? Hace un tiempo te dije que necesito mi parte del trato. Cada vez son más los poderes que están a mi alcance, pero sin pagar las clases en el ateneo no puedo servirle a la agencia ni seguir produciendo — mientras el Mortífago se quejaba subió unas cortas escaleras que daban a la puerta oculta en su oficina. Una vez ahí se apartó del camino para que tanto Helena como Sygerric pudieran subir y continuar la reunión.


Se puso cómodo en su asiento, detrás del escritorio. Activó el anillo que lucía en su mano izquierda para evitar que cualquier persona que no fueran ellos escuchara la conversación y acto seguido tomó un catálogo especial y lo empujó al frente, donde su socia lo recibiría.


—Mira eso — bufó —, necesitamos ampliarlo. Hay que atraer a la gente de todas las formas posibles. Y definitivamente siento que eso no es suficiente. Tendremos que optar por publicidad común — fue entonces cuando se le ocurrió aprovecharse del otro encargado —¿Qué tal si lo enviamos a él? — el rostro de confusión en la bruja fue notorio —Ya sabes, a su empleado, el nuevo. Seguramente él estará encantado de promocionar la agencia con sus conocidos, aunque no sé qué tan buena idea sea que él se entere de los otros trabajos que ofrecemos — se apoyó en el espaldar de su asiento y con la diestra acarició su mentón. Algo tenían que hacer.

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Habia llegado a mis oídos la nueva apertura de un negocio en Diagon. Llamo mi curiosidad de inmediato por lo que supuestamente ofrecían. Uno de los socios era alguien de mi plena confianza, el otro no me sonaba de nada, no obstante y después de todo lo vivido, mi deber como Warrior era comprobar cuales eran los futuros planes del susodicho y detenerlo en caso de que fuesen malignos. Los mortifagos hacían de todo por vernos morder el polvo, desde intervenir en el ministerio, hasta entrar en contacto con nosotros por otras vías para evitar que los encarcelemos.


Mire el reloj de plata del salón. Eran las once de la noche. Una hora perfecta. En el callejón no habrá mucha gente y podríamos actuar con mas libertad de movimientos. Me enfunde mi ropa favorita; pantalones de cuero, camiseta de tirantes y botas altas y en cuanto estuve lista, gire sobre mis talones en dirección al ya conocido como Browskov Agency. Hice acto de presencia a veinte metros de la entrada del local. La luna llena brillo, indicándome así que Gaia estaba conmigo una vez mas. Tome el control y alzando a Kim dije.


- Expecto Patronum – El recuerdo imborrable de la sonrisa de cada uno de los miembros de mi familia logro evocar un patronus perfecto. El brillante hipogrifo, tras regalarme una reverencia, partió en busca de los Hunters – Actuar antes, mas rápido, Defender la justicia. Lealtad y sacrifico – Susurre para mi.

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