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Historia de la Magia


Keaton Ravenclaw
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El reloj marcaba las cuatro de la madrugada. En la Universidad, como era lógico, las cosas estaban completamente calmadas, los salones de clase vacíos, las casas de los Arcanos en paz y los talleres de práctica de los Uzza sin un alma qie los penara. Sin embargo, en el una sección de aquella institución, el Ateneo de Conocimientos, y más específico en el aula de Historia de la Magia, se escuchaban unos tremendos alaridos a la par que por por las ventanas salía despedida una luz azulada muy intensa. Al acercarse y poder ver por un resquicio de la puerta, la escena que allí se desenvolvía desencajaba por completo con el mundo de la magia.

Dos figuras altísimas que llegaban casi a los trs metros con tentáculos por todos lados, se apiñaban en torno al escritorio donde, postrado de una manera muy extraña, estaba el nuevo titular de la asignatura, Keaton Ravenclaw, completamente inconsciente. Aquellas dos altas figuras tenían varios objetos extraños insertados en el cuerpo del vampiro, así como un casco qie cubría su cabeza haciéndole ver bastante cómico. En ese momento, gracias a la tecnología extraterrestre, y algo muy parecido a la proyección astral, un holograma de Keaton se materializó a su diestra. Su cara de pánico fue evidente al ver su cuerpo intervenido por tantos utensilios.

--¡¿Pero qué demonios?! ¿Qué me están haciendo? --Dijo muy alterado la proyección astral del Ravenclaw.

--Dannos los nombres de tus alumnos para este mes, ellos son los únicos que pueden salvarte --Dijo con una voz espectral una de las altas figuras.

--No voy a darles nada, no dejaré que les hagan daño a mis estudiantes --Dijo el vampiro.

--No es una petición, es una orden, si no lo haces la Universidad entera lo pagará. No les haremos daño, debemos recuperar varios objetos dejados en el pasado en varias épocas y de los cuáles perdimos rastro, y ustedes son los únicos seres humanos que tienen la capacidad de viajar en el tiempo --Explicó la segunda figura extraterrestre.

El Hawthorne supuso que se refería a que habían dado con magos por la incapacidad de los muggles a usar magia. Lo pensó unos minutos, no quería poner en riesgo a sus estudiantes, pero confiaba en el poder que les brindaría la Universodad y que si algo salía mal ese poder los pondría a salvo. Aquella proyección astral de Keaton se podía mover igual que lo hacía un fantasma, por lo que se dirigió en un santiamén a la ventana. Miró la luna llena refulgente en el cielo.

--Mis alumnos este mes son Taurogirl Crouchs, Jank Dayne, Lyra Katara Selwyn, Leah A. Ivashkov, Mynerva de Weasley, Thomas E. Gryffindor y Joa Macnair Crowley. Más les vale no hacerles daño, la Universidad puede ser muy hostil con los intrusos --Dijo sin más el vampiro y siguió mirando la luna.

Al escuchar la respuesta del Ravenclaw, uno de los alienígenas salió de la habitación y se dirigió a los jardines, lugar donde, con un movimiento de tentácul.o hizo aparecer siete naves espaciales en forma de platillos. Sin más estos raros medios de transporte salieron disparados en pos de los siete estudiantes de la Clase de Historia de la Magia. Las naves llegarían hasta sus hogares y los extraerían con un destello azul típico de las películas muggles de ciencia ficción. Al menos el inicio de la clase, sería entretenido. Una vez aquellos platillos voladores los extrageran, los llevarían al aula dr Historia de la Magia, donde Keaton los estaba esperando. Así, al dar las cinco en punto de la madrugada, somnolientos y en pijama, los siete estudiantes de aquel conocimiento estaban en el aula.

--Lamento enormemente que estén aquí a tan tempranas horas de la mañana, pero este par de criaturas me han obligado a sustraerlos de sus hogares para que cumplamos una misión --Explicó el Hawthorne mirando con desprecio a aquellos ententaculados --No sé el porqué han decidido sacar mi aura de mi cuerpo pero aún así creo poderles dar la clase a la par que cumplimos esta "misión" de estos dos indeseables. Mi nombres es Kraton Ravenclaw y tendré el placer de ser su profesor --Comenzó el vampiro.

Lo bueno de que extrageran el aura de Keaton era que conservaba aún la magia, por lo que al agitar una de sus manos, invocó delante de cada de uno de sus estudiantes un desayuno rico, saludable y muy apetitoso para que despertaran al cien. Esperaba ninguno estuviera enojado y que en vez de tomar la sustracción de sus hogares como algo maleducado, lo vieran como una experiencia, porque a final de cuentas ¿cuántos magos o brujas podían contar haber sido secuestrados por extraterrestres?

--Muy bien, antes de empezar de lleno con todo este desgarriate, quiero hacerles tres preguntas. Por favor respóndanmelas uno por uno y en voz alta. 1.- ¿Qué es la Historia para ustedes? 2.- ¿Qué utilidad le ven a la Historia de la Magia para con sus vidas cotidianas? Y 3.- ¿Cuál, de las muchas etapas de la Historia les intriga más? --Preguntó el ojiverde y ahora si, esperó el devenir de la clase. Sería una cátedra particular, de mínimo los seis estudiantes no se aburrirían. Editado por Keaton Ravenclaw

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Para las prometidas Tauro y Leah era completamente normal que sus noches fueran días y viceversa o bien no dormir ni siquiera un poco cuando estaban juntas, pues siempre encontraban la manera de pasar el tiempo, de hablar sobre cosas triviales o temas profundos que las llevaban a enamorarse más la una de la otra y no por tener tanto en común, sino que eran esas pequeñas diferencias las que las hacían ser más cercanas y unidas. Por ejemplo, esa era una de esos días que habían estado leyendo un libro, Tauro sobre las piernas de Leah y así habían permanecido hasta el día siguiente, con los libros dispersos en la cama tras haberse quedado dormidas. Antes de que el sol se filtrara por completo por la ventana, la Crouchs había bajado a la cocina para buscar un poco de jugo, fruta y pan, pero al llegar allí encontró algo que ni en mil años habría imaginado.

— ¿Pero qué....? —no sabría cómo describirlo, sabía lo que allí estaba ¿flotando?, pero pensaba que esas eran solo historias de muggles que no sabían cómo explicar los fenómenos producidos por la magia. Alguna vez había escuchado hablar sobre aliens y otros tipos de vida en otros planetas, ella en lo personal no creía en ellos a pesar de las supuestas pruebas que hasta los mismos de su clase habían encontrado.

— ¡Amor! —sin pensarlo dos veces salió de la cocina rápidamente dando zancadas hasta llegar a la sala principal donde se resbaló con el piso y cayó sentada. La nave se había trasladado junto con ella, a una mayor velocidad, Tauro la apuntó con la varita e hizo lo primero que le vino a la mente.

— ¡Confringo! —el estruendo se había sentido en todo el castillo y seguramente su prometida también lo había sentido, pero el hechizo no le hizo ningún daño significativo más que una abolladura en la parte frontal. Iba a necesitar más que un sólo hechizo, pero antes de que pudiera lanzarlo una extraña luz surgió de ella, dejándola paralizada y empezando a levantarla del suelo poco a poco hasta que la absorbió y perdió la conciencia.

El ruido de varias sillas moviéndose a su alrededor la fueron despertando de a poco y las voces de otros desorientados como ella se fueron haciendo más fuertes. Abrió los ojos muy despacio, observando primero su vestimenta que era la misma con la que se había despertado: una pantalón y una blusa de pijama azul claro con dibujitos de una niña con dos coletas. Miró hacia el frente y encontró a lo que se suponía era el profesor, dándoles una bienvenida poco entusiasta a raíz de lo ocurrido y luego como si nada les ofreció el desayuno.

— ¿Tienes idea de lo que acaba de ocurrir? —preguntó a la única persona que reconocía hasta ahora, su propia novia. Su estómago rugió y de mala gana tomó una de las tostadas que el vampíro hizo aparecer, pasándole otra con mermelada a su novia. Tomó también algo de jugo para terminar de despertarse y solo hasta ese momento repasó los rostros de los demás estudiantes, al parecer ninguno de ellos tenía idea de lo que estaba ocurriendo. «¡Vaya forma de empezar una clase!». Y antes de responder a cualquiera de las preguntas Tauro se apuntó con su varita hacia la ropa, cambiándola por una cómoda camisa de cuadros verdes y negros, pantalones y unas zapatillas, lo que cubrió luego con la típica túnica de bruja.

— La historia relata los diversos acontecimientos y hechos del tiempo pasado que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta ahora. Mi etapa favorita es la Edad Antigua y la utilidad que le encuentro se reduce al simple conocimiento, además de que junto con cierta habilidad adquirida con los Arcanos, me permitirá viajar a esas épocas que tanta intrigan me causan.

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Tener dos runespoor no había sido tan buena idea después de todo. Mi elfina Winky me despertaba a horas muy raras en la mañana, debido a que sus cabezas se estaban peleando de nuevo. Por eso, a pesar de que intente domirme por el curso, tuve que levantarme a las cuatro de la mañana, para curar a las dos serpientes peleoneras.

 

Me puse tennis, un pantalón de mezclilla azul marino que tenía varios agujeros porque era con el que trabajaba en mis mascotas y en mi jardín, una playera de mangas cortas color peridot. Por costumbre, me había puesto todos los anillos y amuletos que me había ganado en los libros de hechizos y mi varita en la mano derecha.

 

-Por favor, que alguien me saque de aqui.- Pensé, mientras escuchaba hablar a las seis cabezas de mis runespoor al mismo tiempo. Al menos los elfos se habían dado cuenta cuando empezaron a agredir a la cabeza de la derecha, por lo que pude curarlas sin problemas.

 

Como si alguien me escuchará, vi un objeto volador no identificado, parecido a los que los muggles solían usar en las películas de extraterrestres y pensé que estaba alucinando. Un rayo azul me absorvió hacia el interior del ovni y nos dejaran en el salón, de forma no muy amable. Miré con sorpresa que mi hermana ya estaba ahi.

 

-Así que, ¿esto no es un sueño? De acuerdo, profesor. Mi nombre es Lyra Katara Selwyn. -Comenté. -¿Nos borrarán los recuerdos de la clase, una vez que los extraterrestres terminen de usarnos? Ellos hacen eso, según lo cuentan los muggles.

 

Me puse a desayunar, junto con los demás después de presentarnos. Algunos iban en pijama, pero no todos, lo que quería decir que algunos madrugaban o mejor dicho, no dormian.

 

-La historia es el estudio del pasado de la humanidad, en este caso de los magos. Creo que es algo muy valioso, porque la historia suele repetirse, al estudiarla podemos aprender de los errores que muchos cometieron y tratar de no hacer lo mismo nosotros.- Contesté. -Todavía no sé como afectará el conocimeinto de la misma en mi vida cotidiana, supongo que para reconocer pequeñas alertas de que ya se está repitiendo los mismos sucesos que me afectaron antes y detener esa situación a tiempo.

 

Me encogí de hombros. La verdad nunca me había puesto a e pensar en ese tipo de cosas y si era incoherente con la respuesta, el profesor comprendería que era culpa de los extraterrestres por no dejarnos dormir.

 

- A mi me gustaría conocer más sobre el año cerca de 1000 DC, especifícamente cuando se fundo Hogwarts. Y sobre todo, saber como Salazar Slytherin construyó la Cámara Secreta.- Termine de contestar.

 

El hecho de ver que el profesor no tenía su varita y que había aparecido comida con un simple movimiento de manos, me confirmo que estaba soñando. Me levanté para cambiarme de asiento y me acerque a Tauro, pellizcándola cuando me senté junto a ella y mi cuñada. Si gritaba por el pellizco, no era un sueño.

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No la había alertado el hechizo, ni la explosión producida por el mismo, sino el hecho de que fuera Tau quien hubiera gritado de aquella forma. Era común que estuviera metida en batallas, rodeada de maldiciones a cada instante, por lo que no encontraba la sorpresa en uno expresado a altas horas de la mañana en voz alta. Pero, ¿Tau? Saltó de la cama, prácticamente gateando hasta que pudo obligar a sus piernas a ponerse en marcha y descendió la escalera de a saltos largos. Fue toda una incógnita cómo logró llegar abajo sin caerse en el intento, aunque le dio precisamente igual cuando vio lo que estaba ocurriendo.

 

—¡¿Pero qué demonios?!

 

Vio cómo su prometida caía inconsciente de pronto y corrió hasta ella, sólo que no llegó demasiado lejos. Frente a ella, una especie de... ¿Y eso que era? Era un platillo que flotaba por el castillo con propiedad, expulsando una luz extraña que retenía a la líder mortífaga como si no fuera nada más que una muñeca. Y había otro, justo al lado, que la encontró curiosamente fácil como objetivo. Sacó la varita, aún medio dormida, pero para cuando apuntó una luz similar la había alcanzado y todo a su alrededor se volvió negro, confuso y luego vacío.

 

 

No sabía cuánto tiempo había pasado, ni dónde estaba, pero debía admitir que tenía unas ganas enormes de salir huyendo. Se levantó sobresaltada, apuntando con la mano vacía hacia la nada y con el corazón latiendo a mil por hora. Keaton o, bueno, algo similar a Keaton estaba junto a un par de cosas que no sabía definir y junto a ella, dos mujeres que conocía más que bien estaban en pijama. Era la cosa más bizarra de la vida. Se quedó inmóvil, intentando entender qué era lo que pasaba, cómo había llegado ahí y por qué en la vida había sido llevada a la fuerza de su casa, a las cinco de la mañana, por un par de seres desconocidos.

 

—¿Está vivo o...? —le susurró a Tau, justo antes de que el profesor hablara—. Vale, está vivo.

 

Aquello no tenía ni pies ni cabeza. Historia de la magia en plena madrugada, en pijama, con un desayuno que no le apetecía y con una especie de pulpo crecido a cada lado del Ravenclaw. Llevó los ojos a la comida, meditando a quién debía lanzarle el pedazo de pomelo primero, cuando Keaton les hizo una pregunta directa. Tau respondió y Lyra, su cuñada, hizo lo mismo. ¿Tendría que seguir el juego? Apartó el plato de su vista con recelo, bajando la mano con cautela hasta hallar los dedos de su novia y los entrelazó con fuerza.

 

—La historia es la recopilación de información que se obtiene mediante estudios de la antigüedad, centrándose en ciertos aspectos específicos. Quien no conoce de la historia de la magia, poco sabría moverse en la sociedad mágica; no sólo por los conocimientos básicos que debería poseer un mago de cierto nivel, sino porque muchos de los momentos más importantes de la historia de nuestra comunidad nos han llevado a lo que hoy somos y, en ocasiones, incluso se ha metido en costumbres y uno que otro hechizo que consideramos cotidiano.

 

Aclaró la garganta antes de proseguir. Aún tenía la voz algo apagada y el cabello dorado desordenado iba de la mano con su cara, puesto que lo que tenía en la mejilla parecía ser la marca de uno de los pliegues de la almohada. Acomodó la pijama escarlata con la mano libre y prosiguió.

 

—Cómo es que un mago conocido como uno de los más poderosos del mundo, pese a haber cometido asesinato y estar acusado abiertamente de haber tenido inclinaciones oscuras, jamás fue llevado a juicio, ostentando el cargo de Orden de Merlín Primera Clase —respondió al final, tomando el pomelo y metiéndolo a la boca ya sin darle demasiadas vueltas—. Albus Dumbledore me resulta curioso.

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—¡Ay! —Tauro había estado escuchando atenta lo que su hermana Lyra decía, pero su pellizco la tomó por sorpresa. ¡¿Por qué lo había hecho?! Ahora estaba tratando de acariciar la zona del pellizco con su mano mientras le lanzaba una mirada de reproche a la bruja quién había dicho algo muy interesante sobre descubrir cómo fue construida la Cámara Secreta. ¿Podrían en esa clase hacerlo a pesar de los planes aun desconocidos que tenían para ellos esas extrañas criaturas? Habría que esperar. Pero lo que la hizo sonreír aun más, de forma divertida, fue la astuta pregunta de su novia.

 

— Curioso, muy curioso —al menos algo en la comida había llamado su atención, así la futura Ivashkov no tendría que preocuparse por iniciar una discusión con su novia acerca de una buena alimentación —Habría sido más interesante si tuviéramos un profesor de Leyes Mágicas aquí, así podríamos dar paso a un abierto debate sobre lo que es justo y lo que no únicamente cuando al Ministerio el conviene —su poco aprecio hasta esta entidad iba en aumento y más hacia aquellos que lo representaban o decían hacerlo, siempre tomándose atribuciones, hablando en nombre de personas que ni siquiera estaban allí.

 

— Disculpe mi atrevimiento, profesor —dijo arrastrando las palabras —pero al igual que mis compañeros aquí presentes estoy segura de que queremos saber el por qué estamos aquí con esas ''cosas''. No recuerdo haber firmado nada que diera permiso para ser abducida por seres de otro planeta —a pesar de los intentos de Keaton por hacer ver aquello como una clase normal, no podía pretender que esas cosas estaban allí mirándolos fijamente sin intenciones de querer dejarlos ir a menos de que obtuvieran lo que sea que hubiesen ido a buscar.

 

— Por cierto, no sabía que íbamos a coincidir en esta clase —comentó dirigiéndose a su hermana, enseñándole una sonrisa.

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El rostro de la Macnair no mostraba ni el más mínimo signo de preocupación mientras su mente se perdía en el mundo de los sueños, aun cuando su mano derecha se aferraba firmemente a su varita por debajo de la almohada, costumbre de años de crianza que no se perdía a pesar de, desde hace un buen tiempo, considerarse segura dentro de las paredes de la mansión de su familia. Sin embargo, al despertar escuchando un extraño zumbido, no pudo sino ponerlo en duda.

La habían encontrado. Si Stefan podía hacerlo, ¿por qué ellos no?

Se puso de pie con un salto, dejando sábanas y almohadas desparramadas en el suelo, pensando solo en cuán rápido tendría que formar un plan y huir, improvisar, pues se había confiado al creer que todas esas cosas eran solo parte de un mal pasado. Ahora un torbellino de ideas a medio pensar nublaba su mente, de por sí todavía afectada por las horas de sueño. Lo único que sabía con certeza es que no habría tiempo para despedidas, avisos de su desaparición o siquiera cambiarse la camiseta, demasiado grande para ella, con la que había decidido dormir. Al menos, si había algo que agradecer a Merlín, era tener una prenda encima y no haberse quedado dormida justo después de ducharse.

 

El zumbido se escuchaba cada vez más cerca, sin que la pelinegra lograse hacerse una idea de lo que podría ser, solo sabía que desde su llegada al hogar de los Macnair nunca había escuchado algo como aquello. ¿Qué se habrían inventado los antiguos enemigos de su abuelo? Casi tuvo que ahogar un grito al ver la extraña luz azulada iluminando por debajo de la puerta de su habitación.

 

Su corazón latía con fuerza, sus ojos, sin darse cuenta en su nerviosismo, comenzaban a tomar el color de brazas ardientes, sus venas marcándose oscuras bajo su pálida piel. No se quedaría esperando allí adentro. Tomando una decisión que en cualquier otro momento podría parecerle est****a, abrió la puerta y comenzó a correr, obteniendo solo un vistazo de aquel objeto que emitía luz azul, una especie de platillo metálico que flotaba en el aire. ¿Qué…?

No había tiempo para pensar, detallarlo de más, responderse qué era. Debía llegar hasta el hall para poder desaparecer, era lo único que se permitía pensar, los pasillos convirtiéndose en una mancha borrosa, iluminada en tonos azules por el objeto que no dejaba de seguirla. Tenía que perderlo, pero no poseía la extraordinaria velocidad vampírica y todavía no comprendía los poderes demoníacos heredados de su padre, sentía que si se detenía por un momento para lanzar algún hechizo esa cosa la alcanzaría.

No le quedaba más que seguir corriendo, solo un poco más y sería capaz de desaparecer en el hall, solo un poco más… Sus medias resbalaron contra los pulidos escalones que la separaban de su meta; no solo iba a caer frente al enemigo, sino que dolería y mucho. Cerró los ojos con fuerza, esperando sentir como su cuerpo se doblaba de formas extrañas, algún hueso roto, pero nada de eso pasó.

Abrió los ojos, sorprendida al escuchar lo que parecía ser una disculpa, aunque aquello se podría considerar lo más normal del lugar. Con tan agitada forma de despertar, había olvidado por completo que tomaría clases de conocimientos ese mes, pero sus compañeros, en pijamas, y lo que parecía un fantasma del profesor, quien fuese alguna vez su jefe en sus tiempos de aprendiz del Departamento de Misterios, dejaban claro que no había retrasos en el comienzo de esta.

—Si hubiese sabido que en lugar de una clase tendríamos una fiesta de pijamas, traería conmigo mi osito —murmuró todavía recuperando el aliento, de mal humor al negarse a admitir el terror que provocó tan inesperada visita, o la incomodidad al pensar en seres de otros planetas—. Al menos él no tiene tentáculos.

Se mantuvo fuera de las conversaciones de sus compañeros, aun reconociendo a una líder y alto rango de su bando, necesitando un momento para reponerse y, sobre todo, usar un poco de magia para cambiar su descuidado atuendo por un casual y ligero vestido azul y zapatillas blancas. No es lo que hubiese elegido originalmente para asistir a la clase, pero tampoco podía hacer demasiados milagros con un simple morphos.

—La historia… La verdad, no creo en la historia. Siempre me he preguntado qué tan verídicos son los hechos en los que nos hemos basado, qué tan bien se han interpretado las pruebas que han llevado a determinadas conclusiones. ¿De verdad los “malos” eran malos, los “buenos” tanto como decían serlo? Supongo que gracias a los registros que se llevan en la actualidad, en el futuro la historia será más confiable, pero gran parte de los que sabemos ahora del pasado viene del qué dijo quién, ¿no es así? —Si se permitiese ser del todo sincera, la respuesta sería que la historia le parecía un tema terriblemente aburrido, poco útil y que ya ni siquiera recordaba por qué había optado por tomar esa clase y no algo como Pociones, sin embargo, prefería mencionar parte del porqué Historia, de la magia o general, estaba lejos de ser su asignatura favorita—. Al final solo sabemos lo que aquellos que resultaron victoriosos quisieron dejarnos saber, lo que aquellos más influyentes hicieron saber.

Antes de continuar respondiendo las preguntas del profesor, tomó asiento frente a uno de los tantos desayunos servidos para aligerar el hecho de haber sido secuestrados de sus casas, no es que fuese a resultar tan sencillo tratándose de la Macnair.

—En cuanto a cuál etapa de la historia me interesa, podría decirse que todas. Como dije, dudo de gran parte de esta, me gustaría saber exactamente cuántas mentiras me han dicho a lo largo de mi vida —decidió no responder la utilidad que le veía, lo mejor que podía decir era que se debía a la curiosidad y estaba explícito en sus palabras, si aquello no servía, entonces solo podría decir que no le veía utilidad alguna—. También me gustaría escuchar la respuesta que le tiene a mi compañera. Quizás no necesitemos un profesor de Leyes Mágicas solo para discutir las irregularidades en la vida de Albus Dumbledore, sino también para que nos enseñe cómo proceder ante un caso de secuestros múltiples.

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Keaton en verdad estaba sorprendido de lo bien que sus estudiantes estaban sobrellevando el hecho de que un par de extraterrestres las hubieran secuestrado de sus hogares y forzado a ir al aula de Historia de la Magia, él, en paryicular, ya habría hecho una pantomima para que le explicaran el porqué de ese actuar muchísimo antes de responder la preguntas de una proyección astral que decía aer su profesor. Pero por otro lado, los pupilos de aquel mes ya era magos y brujas experimentados.

 

La primera en responder mis preguntas fue Tauro. Sus respuestas me parecieron acertadas, y si, básicamente muchos de los que tomaran Historia de la Magia en los próximos meses sería para complementar el Fulgura Nox enseñado por los Uzza, sin embargo, el Ravenclaw esperaba que de menos, al final descubrieran que la Historia servía hasta para entender el porqué de nuestro sistema actual de gobierno y de nuestros nada útiles sistemas legales.

 

--Espero poder ampliar un poco más su visión de la utilidad de la Historia de la Magia al finalizar la clase, señorita Crouchs --Dije solo para dar paso a las respuestas de la Selwyn.

 

Lyra tenía un definición vaga de lo que era la Historia, sin embargo, dio en el clavo cuando mencionó que ésta tiende a repetirse. Este era uno de los ejes que los historiadores en general, ya fuesen de la magia o muggles, discutían a menudo, sin embargo, a lo largo del tiempo se veía cada vez más este fenómeno. Si, en definitiva la Historia se repetía, con diferentes actores, en espacios geográficos distintos y con causales variados, pero si, los procesos como tales, tendían a funcionar así.

 

--Trataremos que al final de la clase, pueda conocer más acerca del momento histórico que desea, señorita Selwyn. Trataré de, si es posible, mandarla a hablar con el mismísimo Salazar Slytherin --Comentó el Hawthorne.

 

El turno llegó entonces para Leah. Aquella chica tenía, desde que Keaton la conocía, un aura tan extraña que desde siempre había sido el sueño del vampiro conocer un poco de sus gustos en Historia. Por ello, el chico puso especial atención a sus palabras. Su definición de Historia era acertada, de hecho, la mejor de las que había escuchado. Era genial que alguien pensara de esa manera del estudio del pasado, porque si, alguien que no tuviera conocimientos mínimos de su pasado poco ebtendería de su presente o del porqué vivía de la manera en que lo hacía. Keaton no pudo evitar sonreír. Sin embargo, su sonrisa se vio ofuscada al escuchar aquel suceso que le llama la atención a la Ivashkov.

 

--Más que Historia, señorita Ivashkov, la truculenta vida de Albus Dumbledore corresponde a la inminente necesidad del mundo mágico de crear a un héroe en torno al primer mago que saliera de lo común. A lo largo de esta clase podremos entender que las sociedades son capaces de crear héroes y villanos con prácticamente cualquier mago o bruja. Incluso, si la Historia así lo hubiera querido, y dependiendo de las curvaturas de pensamiento de las sociedades del pasado, incluso el Señor Tenebroso pudo haber sido un héroe si así se hubiera querido --Explicó el Ravenclaw.

 

En ese momento, Tauro retomó la palabra opinando que sería bueno tener allí un profesor de Leyes Mágicas para debatir sobre las prácticas bastante discutibles que en ocasiones el Ministerio pasaba por alto sobre aquellos que creía héroes. El Hawthorne no pudo evitar una risilla, pues ese tema daba para mucho, pero no podrían abordarlo mucho en la clase, pues esta seguro tenía otro rumbo. Sin embargo, al Tauro seguir cin su discuros, hizo, ahora si, alusión a los dos extraterrestres y sobre los motivos de éstos para su modus operandi. Pero en ese momento, Joa tomó la palabra ñ y Keaton primó en sus palabras antes que las de la Crouchs.

 

--Señorita Crouchs, me temo que esa respuesta no se la puedo dar yo, deberemos esperar a que estos "seres" se dignen explicarlo, supongo no deben de tardar --Dijo el vampiro y miró entonces a la Macnair --En parte tiene usted razón, señorita Joa, a excepción de no creer en ella, pues eso no es necesario. La Historia es interpretativa, esto es que dependiendo de quién escriba sobre ella es la postura que se le dará, retomo mi ejemplo de los héroes y villanos, esos conceptos van a depender mucho de la sociedad en si y de aquellos que describan los hechos, sobre Historia existen aproximaciones, pero jamás piense que con ella sabrá la verdad a ciencia cierta, porque aún y cuando logremos viajar al pasado y ver tal o cual acontecer, su percepción no será la misma que la mía y diferiremos sobre lo que pasó, en cuyo caso ¿su versión o mi versión son las correctas o "verdaderas"? --Explicó el Ravenclaw.

 

En ese momento, una de las figuras tentaculadas, sin más, se movió de la diestra del Ravenclaw y agitó sus tentáculos. Cuatro de ellos se acercaron velozmente a la sienes de Lyra, Tauro, Leah y Joaz, mientras el extraterrestre que aún permanecía cercano a Keaton colocó una en la sien de éste. Ninguno de los presentes pudo evitar aquel contacto. Dentro de las mentes de cada uno de los presentes, se reprodujo la misma escena: una serie de extraterrestres lograban mutar en seres humanos, inmiscuírse en las sociedades humanas para dejara siete objetos guardados en los palacios, castillos y mansiones de diversas figuras de la historia.

 

Dos de ellos estaban guardados en el palacio de un faraón egipcio, en específico, de Tutankamón. Uno se hallaba, curiosamente, en el Hogwarts recién inaugurado, en la imagen, pudo verse perfectamente como uno de los extraterrestres se hacía pasar por un alumnos para dejar cierto objeto en una sala bastante peculiar de aquella institución. Uno más de los objetos se había depositado en el taller de un pintor-muralista muggle muy famoso, Miguel Ángel. Dos más estaban en seno una batalla épica entre dos fuerzas armadas de la Edad Media, en específico en una Guerra Cruzada librada entre las actuales fronteras de Turquía e Irán. El último de los objetos, estaba en un templo budista en uno de los montes más altos de la India, justo en el momento en el que, por alrededor de los años 1730, se libraba una batalla entre cristianos y budistas debido a sus diferentes creencias.

 

Estos siete objetos eran pequeños discos de metal que contenían grabados en toda su circunferencia, que a excepción de los destellos que emanaban de ellos (todos de diferentes colores) eran exactamente iguales. La función de estos discos era la de reconstruir el planeta de los extraterrestres que había sido devastado por una guerra galáctica que se libraba desde hacía siglos en el Universo y de la cual la Tierra debería estar agradecida de no ser partícipe. Al finalizar estas escenas y la explicación de para qué eran necesarios estos objetos, los tentáculos de los aliens se despegó de las sienes de los presentes.

 

--Necesitamos que vayan a las épocas en las cuales escondimos esos artefactos y nos los traigan, ya que por desgracia la tecnología que nos permitía viajar en el tiempo y disfrazarnos para parecer humanos ya no existe. Ustedes son los únicos que pueden hacer ésto, y elegimos al profesor y estudiantes de Historia de la Magia porque creemos que ustedes tienen mayores conocimientos de estas épocas y sabrán mezclarse sin causar estragos --Explicó uno de los extraterrestres con voz espectral.

 

--Y más les vale no negarse. Nadie en el Universo sabe de la Vía Láctea ni de los planetas a que ésta conforman, así que no mos hagan meterlos en esta guerra galáctica, porque créannos cuando les decimos que existen fuerzas más poderosas de eso a lo que ustedes llaman magia. Acabarían con ustedes en un abrir y cerrar de ojos --Añadió el segundo ententaculado.

 

--Muy bien, señorita Crochs, ahí tiene la respuesta a su pregunta --Dijo la proyección astral de Keaton aún impactado por lo que todos acababan de ver.

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El grito de mi hermana me espantó aún más que los extraterrestres que estaban con nosotros. Hasta el momento, seguia creyendo que era un sueño o una especie de alucinación colectiva, como cuando un grupo de personas creen ver un oasis en el desierto.

 

-Lo siento, hermanita. Pensé que era un sueño y por eso hice lo que recomiendan, dar un pellizco a la persona que este más cerca y si grita, entonces no es un sueño.- Comenté. -No te conté que me inscribí porque muchas veces soy indecisa y cambio de opinión en ultimo momento, por eso no suelo contar mis plantes.

 

Sonreí al dar esa explicación. Respecto al pellizco, claro que sabia que lo corrrecto era pellizcarse uno mismo, ¿pero que necesidad tenía de hacer eso? Siempre era mejor pellizcar a otro. Todo eso lo dije en voz baja, para que me escucharan solo mi hermana y mi cuñada, poniendo la mejor cara de inocencia que tenía.

 

Efectivamente era una situación muy rara, pero ya sabia que en los cursos podía pasar cualquier cosa y de repente aparecer en otro sitio o en varios, siendo trasladados la mayoría de las veces muy bruscamente.

 

-Espero que si nos de tiempo, profesor.- Comenté alegre al escuchar su respuesta.

 

Aunque por otro lado si no se lograba hacer el viaje en esa clase, tal vez si pasaba el libro de hechizos actual y el otro curso que me faltaba, podía hacer ese viaje con el portal una vez que tuviera. Sin querer el profesor Hawthorne me había dado una excelente idea.

 

Escuché las palabras de nuevo, al contrario que a ella a mi no me motivaban las cuestiones legales, sin embargo debia admitir que estudiar el caso de Dumbledore seria interesante, igual que el caso que proponía otra de nuestras compañeras que no conocía y estaba algo apartada, aunque si llevábamos ese caso a juicio, al haberse ido los extraterrestres o no presentarse, seguro terminaríamos en la planta de psiquiatria de San Mungo.

 

Curiosamente, no me espantaron los tentáculos de esas cosas, lo vi como algo normal. Claro, si hubieran tenido la forma de una acromántula, Casi senti lástima por ellos, después de todo, solamente querían salvar su hogar. Se me quedo bien grabada la imagen del disco que teníamos que buscar.

 

-Yo no me niego, queridos visitantes. Más vale ayudar a que nos metan en esa guerra o que decidan invadirnos porque no les ayudamos, pero tengo un par de preguntas. ¿Podemos elegir nosotros nuestro destino o ustedes deciden la época a la que cada tiene que ir?- Pregunté.-Aunque lo más importante es, ¿cómo nos enviarán a esa época? Porque como nos explicaron, no creo que la magia de alguno de nosotros sea tan poderosa como para poder hacer ese viaje aún sin magia y dice que su tecnología ya no existe, ¿o solo esta afectada la parte que los ayudaba a disfrazarse como humanos?

 

Eso era lo que en realidad me habia motivado para ayudar a nuestros visitantes. ¿Cómo le harían para enviarnos al pasado a todos? ¿Nos volverían a meter en ovnis y luego hacernos bajar por medio de un misterioso rayo ? No olvidaba el portal, ya que Tauro y Leah lo tenían, pero ¿funcionaría sin tener todos los requisitos que pedían para viajes al pasado ?

 

A veces mi el querer experimentar las cosas hacia que me metiera en lios. Sin embargo, era obvio que ahi no tenía muchas opciones. Sentí un poco de envidia, al menos ellos seguian teniendo tecnología que les permitía intentar salvar su planeta. Los humanos en una situación así, estaríamos perdidos por completo. Intenté que mi mente no siguiera divagando, era lo malo de ser curiosa a veces.

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*

Unos maullidos desesperados despertaron a Mynerva de su plácido sueño. Todavía era de noche y no tenía idea de la hora que sería.

- ¿Qué pasa contigo, Blacky? – preguntó la bruja tratando de entender el alboroto de su gato que solía dormir a los pies de su cama.

La criatura parecía presa de una fuerte emoción y miraba con insistencia hacia la puerta del dormitorio en un completo estado de alerta. La mujer no entendió qué pasaba. Muerta de sueño pero sintiendo una repentina curiosidad miró también hacia la entrada de la habitación y fue entonces cuando escuchó un sonido bastante inquietante, y pudo observar un resplandor azulado que se percibía por debajo de la puerta. No supo por qué, pero una extraña inquietud de apoderó de ella.

- Toño, - llamó con urgencia pero en voz baja al mismo tiempo que tomaba en su diestra la varita que yacía sobre la mesa de luz. Unos segundos después el característico crack anunció la presencia del elfo de la familia ante ella.

- ¿Qué sabes de ese resplandor? No me gusta nada.

Casi tan nervioso como su ama, la pequeña criatura abrió la puerta dando pie para que una extraña figura metálica parecida a un platillo volador del que suelen hablar los muggles, se filtrara en su habitación. Los chillidos del elfo se mezclaron con los aullidos furiosos del pequeño felino y Myne se arrepintió de haber pedido ayuda. El haz de luz se proyectó sobre ella encegueciéndola. De repente no pudo moverse por su propia voluntad y fue abducida hacia lo que era en realidad una nave y perdió el conocimiento.

Cuando volvió en sí, sintió un profundo disgusto al darse cuenta que había sido raptada de su propia mansión en plena noche sin darle tiempo a tomar ninguna decisión. Estaba sentada en el suelo todavía vestida con su pijama celeste en medio de una gran estancia donde algunos gigantescos seres con largos tentáculos tenían prisioneros también a un mago y varias brujas que le resultaban conocidos.

- ¿Es la clase de Historia de la Magia? No puedo creerlo. No había ninguna necesidad de emplear métodos tan rudos para traerme aquí. – Su enojo era evidente. Cierto que por lo que veía, la dicha clase había empezado hacía ya tiempo. Pero ¿qué hacían aquellos “bichos” tan extraños con su profesor y sus probables compañeras? Parecía que se estaban conectando telepáticamente con ellos a través de sus largas prolongaciones. Esperó que ninguna la tocara, pero se equivocó. Como si hubieran leído su mente y quisieran contradecirla una de aquellas figuras se acercó peligrosamente a ella y uno de sus tentáculos hizo contacto con su frente.

Mynerva no pudo evitar entrar en la mente de aquel ser y enterarse que venía de otro lugar en el universo. Que habían llegado a este planeta en medio de una guerra de alcance infinito para guardar unos objetos muy preciados por ellos para reconstruir su mundo destruido. Los lugares elegidos eran bastante importantes para los magos. Egipto, Turquía, Irán y la misma Europa fueron escogidos. Y no sólo la época actual sino también el pasado. Por algo habían elegido la clase de Historia de la Magia justamente. Ahora necesitaban recuperar sus tesoros y pedían a las alumnas que se encargaran de encontrarlos porque ellos ya no podían.

La mujer se sintió muy confundida. Era capaz de desaparecer y aparecer donde quisiera si se concentraba con la suficiente voluntad. Pero siempre lo había hecho en la misma época. Sabía que los magos poderosos podían volver al pasado o incursionar en el futuro. No sabía si ella sería capaz también ya que nunca lo había intentado. Sin embargo, le encantaría poder buscar el valioso disco dejado en Hogwarts. Siempre había querido volver a la querida escuela gracias a la cual había comenzado su vida mágica.

Un poco más calma, esbozó una sonrisa y saludó al profesor y a las chicas.

- Disculpen la demora. Soy Mynerva de Weasley y parece que estoy inscripta en esta clase.

Recordó que no había comido nada y estiró sus manos tomando una tostada y una taza de café que estaban cerca de ella. Necesitaba este último para poder comenzar a funcionar mejor después de semejante madrugada.

Mynerva, matriarca Weasley
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La noche en vísperas para el mes de Junio había sido muy extraña, tanto así que Thomas se dio el tiempo necesario de arreglar tranquilamente su bolsa con hechizo de expansión con el instrumental que requeriría para cursar su clase de conocimientos. Aquel día había paseado por los jardines de la mansión de su familia, contemplando con curiosidad cada una de las especies muggles y mágicas que vivían por los alrededores, llamándole profundamente la atención el amplio espectro de criaturas que residían junto a los Gryffindor desde que sus memorias tenían uso de razón. Cuando eran cerca de las dos de la madrugada, el pelirrojo encaminó sus pasos hasta su alcoba; tomó su pijama y cepilló sus dientes en el cuarto de baño que estaba contiguo a su bella habitación en el tercer nivel de la morada. Estuvo un par de minutos pensando expectante en su nueva aventura, hasta que finalmente Morfeo le sumergió entremedio de sus brazos y le invitó a navegar por el sublime mar de los sueños. Pero no todo podía ser color de rosas para el inefable, pues cuando el minutero estaba “at portas” de alcanzar las cinco de la mañana, un insólito resplandor azulado cautivó sus ojos esmeraldas y le incentivó a levantarse sin cavilaciones. <<¿Qué es esta luz?>> se preguntó arrugando el ceño mientras con sus manos se frotaba los párpados con insistencia con tal de lograr fijar mejor la visión; y justo en aquel preciso instante en que su diestra se posó sobre la madera de su varita de pirul, su cuerpo se embriagó de una rarísima sensación de succión muy similar a cuando ocupaba la aparición, y lo terminó por abducir hacia una construcción inaudita con forma de platillo volador o nave que lo trasladó hacia la Universidad Mágica en donde su padre trabajaba a diario sin descanso.

 

Allí se hallaban dos enormes figuras de unos tres metros de alto, con tentáculos por todos lados; junto al cuerpo postrado de quien parecía ser su profesor. <<¿Cumplir una misión? ¿A qué se refiere este tipo?>> meditaba incauto el somnoliento mago británico, oyendo en silencio las palabras del Ravenclaw, que más bien parecía ser un holograma o proyección mágica inteligente que nacía desde su organismo mortal custodiado. Cuando apareció, de forma rápida y efectiva, un apetitoso desayuno frente a su embobada ojeada; no quiso dar mayor pie al resto de cuestionamientos que habían cambiado su estado anímico, y decidió probar un sabroso zumo de naranjas junto a unas cuantas tostadas con miel de abeja y un grupo de frutos secos de la estación anual que se acabaron fugazmente ante el movimiento insistente de sus manos, llevándoselos a la boca mientras sus oídos estaban al tanto de las preguntas que el docente expuso a sus alumnos. <<La historia estudia el pasado… tiene que ver con la sociedad… su evolución. Gracias a los primeros registros escritos se pudo tener una evidencia que lograse trascender hacia las nuevas generaciones… La mayor utilidad a la cotidianidad de mi vida es… ganar sabiduría, conocer más de las raíces de la magia y ser un ciudadano más erudito a la hora de entablar temas de plática con mis pares… Y bueno, la época que más me gusta… es la era egipcia>> fue lo que el veinteañero le transmitió de manera mental, haciendo uso de su habilidad de Legilimancia, a su catedrático; al mismo tiempo que su paladar no se detenía ningún segundo en deleitarse con tanto bocadillo que estaba a su disposición y a la de sus compañeros de aula. Fue en eso que una sonrisa vasta se delineó en sus labios tras escuchar a Tauro decir que no había firmado nada en relación a la manera en que fueron convocados a la clase, ni menos algo ligado a esos “bichos".

 

-Vaya, vaya, vaya… nunca pensé que esta travesía me daría más adrenalina que una salida a trotar por los alrededores de Ottery… Bueno… tendremos que hacer lo que ustedes nos piden… No tenemos otra opción ¿No es así?- respondió el extrovertido chico a los seres ententaculados, mientras en su mente volvía a repasar cada uno de los objetos que estos le presentaron tras posar una de sus extremidades sobre su sien. -Si mis compañeras no se oponen... pues vamos. ¿Por dónde comenzaremos y cómo es que viajaremos? ¿En sus naves espaciales?- inquirió finalmente luego de prestar escucha a Lyra y Mynerva. Todo se había vuelto tenso, sus compañeras (entre ellas Leah y Joa) se mantenían a la espera de las nuevas indicaciones que el aura de Keaton les daría bajo la supervisión y el control de aquellos marcianos galácticos.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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