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๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)


Mia.
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@@Mei Black Delacour

 

Lisa

 

El velar por la seguridad de Mei era algo que llevaba en la sangre, era intuitivo, natural. Cuando me entere por Luca que la fémina iba a realizar una ceremonia en los terrenos de la Black Lestrange mis luces de alerta se encendieron. Tal vez sin ningún motivo. Pero durante mis largas noches de cacería como Hunter aquella familia siempre había estado en la lista de mas cercanos al señor oscuro y no me daba buena espina que la niña de mis ojos estuviese allí sin ningún tipo de seguridad. Me valía madre que se supiese defender. Yo había hecho una promesa y por mas que insistiera en que no hacia falta, iba a cumplirla hasta el día de mi muerte.

 

Ademas, tenia invitación. ¿Como había llegado hasta mis manos? Dennis tena mucho que ver con ello. Llegue a Ottry mas pronto de lo que había supuesto en un principio. Eran apenas la once del mediodía y los invitados iban llegado a los terrenos de la casona. En mi rostro una sonrisa socarrona. Muchos de los presentes a la boda no me toleraban, sin embargo iban a tener la suerte de disfrutar de mi presencia durante unas cuantas horas. Vestía para la ocasión; un vestido negro, ajustado a mis curvas, dejando ver mi personalidad. Llevaba el pelo recogido na una alta coleta y los tacones de color rojo me daban unos centímetros mas de altura.

 

Me hice ver después de que las dos Delacour ingresasen al lugar. Las seguía de cerca, sin querer interrumpir su avance. Cuando se separaron para hacer retques de ultima hora al evento, fue cuando me acerque. La castaña noto mi presencia al segundo. Probablemente era por la conexión que nos unía – Buenos días principessa – Le regale una ligera reverencia, molestándola aun mas – Sobrina – Mis ojos enfocaron como la rubia ocultaba una carcajada al ver mi interacción con su madre – Es un placer servirle de guardaespaldas una vez mas – Acabaría llevandome una patada en el trasero, pero ¿que mas daba si podía disfrutar de mi mejor amiga un día más?

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Dennis Delacour

Jefa de Oficina del Saw

 

 

Después de haber hecho acto de presencia en el jardín, y habiendo recibido las indicaciones pertinentes y que una chica le hubiese entregado una invitación a su madre, se dirigieron de forma inmediata hacia el portal que daba entrada a donde se realizaría la boda, por lo que no pudo observar con detalle la estructura de la mansión que dejaba atrás que era el hogar del presuntuoso novio de Kaori. Tendría que recordar bien cómo llegar si en algún momento el Black Lestrange se portaba mal con su prima y ella tendría que darle una lección.

 

El lugar escogido se encontraba hermosamente decorado lo que hacía que pareciera sacado de un cuento de hadas, definitivamente era el paisaje indicado para que dos personas que se aman sellen su amor, al fin y al cabo para eso son los matrimonios, para sellar la unión de dos almas que han decidido que es hora de unir para siempre sus vidas sin dejar espacios a dudas ni arrepentimientos.

 

La Delacour le hizo un gesto para que la acompañara hacia un costado del lugar mientras la rubia podía observar que a cada minuto nuevos rostros se hacían presentes en el lugar. Escuchó atenta las indicaciones de su directora sobre el papel de los empleados del Saw a la hora de servir como testigos de las bodas y de esa manera poder expedir luego la correspondiente certificación. Cuando preguntó si tenía alguna duda no creyó que fuera así aunque una pequeña asalto su mente antes de cambiar de tema — Al finalizar la boda se debe entregar algo en el lugar de la misma o solo se enviará luego el certificado respectivo? — dijo a la bruja que estaba atenta a sus cuestionamientos.

 

Mientras se encontraban en su conversación sintió a alguien acercándose y lo pudo confirmar luego por la expresión que su madre colocaba en el momento, no pudo evitar sonreír ante el saludo un tanto formal y un tanto bromista que su tía Lisa le hacía a la matriarca Delacour, no estaba segura de si la bruja vendría aún después de que le enviara la invitación al evento, es que cuando había llegado la misiva a la mansión estaba dirigida a todos los miembros de la familia y pues enterarse de que su tía se encontraba en la zona la hizo enviarla para que pudieran pasar tiempo con ella también. Al fin y al cabo además de estar allí por sus funciones ministeriales también lo estaban por ser invitados, así que no estaba de más aprovechar la ocasión para estar con la familia. — Un gusto verte tía — dijo con una sonrisa ante el saludo de quien en sus tiempos libres se dedicaba a entrenar a la rubia.

 

Esperaba que la expresión de su madre cambiara y no fuese a estar molesta durante toda la velada por aquello, así podrían disfrutar de una grata noche mientras desarrollaban su labor como miembros del Saw.

 

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Kaori

El rostro de la mujer se iluminó con una sonrisa cuando Aries tomaba su mano derecha y la ponía sobre su pecho. El corazón del mago latía tan fuerte como el suyo, las palabras que le dijo tenían tanta razón que se sintió identificada sin duda, el día en que ellos no tuvieran ese efecto el uno en el otro, todo habrá acabado.

Correspondió al tierno beso que le dio y sin dudarlo tomó su mano para que la guiara hacia lo que sea que le quería mostrar. Mientras caminaba pudo notar lo apuesto que estaba con aquel smoking negro. Se alejaron un poco de los invitados hasta que tomados de la mano llegaron hasta un pequeño claro, en cuyo centro estaba una mesa para dos, adornada con un mantel blanco y varias luces que parecían flotar alrededor dándole un aspecto muy romántico.

―Si, Dennis suele ser encantadora y también, muy entrometida ―comentó riendo cuando él la mencionó. No tenía idea de que él iba a ser quien entregara a la novia en el altar y apreciaba que él se tomara el tiempo para poder hablar con ella.

Luego se puso sería, sacó la caja que había guardado en su cartera antes de salir de la mansión Delacour y miró a los ojos del Black Lestrange. No tenía dudas de lo que sentía por él y tampoco tenía dudas de que deseaba pasar el resto de su vida junto a él.

―Claro que acepto ser tu esposa mi amor… te amo tanto que ya no me imagino mi vida sin ti. Te has metido en mi corazón, en mi piel, en mi alma… eres mi alma gemela y quiero pasar el resto de mi vida junto a ti ―en la mirada de la pelinegra se podía reflejar que cada una de sus palabras eran sinceras.

―Mira, compre esto es para ti… ―le entregó la cajita con un bello reloj ―Ahora es tuyo… pero algún día será de nuestro primogénito o de nuestro primer nieto… ―sonrió ante la idea de formar una familia juntos, quizá no tan pronto pero algún día quería tener un hijo de Aries.

 

Los nervios que había sentido cuando salió de la mansión Delacour habían desaparecido por completo, a su lado todo era paz y se sentía realmente feliz de estar junto a él y de saber que era amada. Acarició el rostro del mago con su mano, acercó su rostro hacía el de él y poso sus labios en los del mago para fundirse en un beso que le dejara sentir todo lo que significaba para ella, todo el amor que sentía por él y lo feliz que la hacia.

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Y ahí estaba otra vez, a unos cuantos metros de los terrenos de la mansión de los Black Lestrange, arreglado para una ocasión especial, de pie en la oscuridad del pequeño bosque de abetos que rodeaban el castillo, pensando. Era la segunda noche consecutiva que estaba en ese lugar y pese a que tenía muy claros los motivos de la primera visita, no lo eran tanto los de la segunda. Su cabeza era un manojo de dudas, preguntas y, pese a que se negaba a aceptarlo, temores. La invitación verbal que Mía le había hecho en la mañana pasaría como un evento más del amplio mundo mágico, de no ser por la connotación subsiguiente a la invitación: "Conocer la familia"

No sería la primera vez que le hicieran esa invitación, y de haberla rechazado, tampoco sería la primera vez que lo hiciera. Sin embargo, para León esta vez era diferente, esta vez no quería huir, no quería correr, pero aún así, lo hizo. Esperó hasta que la rubia saliera del baño y con un beso en los labios se despidió sin dar la respuesta que ella esperaba. No porque le disgustara la idea de conocer la familia de Mía, de ser parte de su vida, de amanecer todos los días a su lado. No. Huyó porque las palabras de la rubia coincidían con lo que él estaba pensando en ese mismo momento y eso lo aterró. Para cuando se dio cuenta, ya estaba en la reja principal de la mansión.

Buenas noches señor Crowley ―le saludó una elfina al ingresar. La misma que les había llevado el desayuno a Mía y a él en la mañana―. La ama Mía lo espera en el lugar de la ceremonia. Acompáñeme por favor.

Apagó el cigarro y siguió a la criatura hasta el interior del jardín donde caminaban sonrientes algunos de los invitados los cuales reconoció al instante pero seguro de recibir sonrisas hipócritas y falsas, no se molestó en saludar. Un portal Fulgura conectaba los terrenos de la familia con un lugar que identificó sin mucho esfuerzo pese a la decoración la cual cambiaba por completo el aspecto del lugar. La tibia luz que emanaban las velas a lo ancho del lago contrastaban con la fría y densa noche de los Montes Cárpatos que servían de marco al más tenebroso e imponente castillo de la vieja república Rumana, una imagen que perfectamente podría haber sido un óleo de Courbet.

Y allí, al borde del lago, estaba la razón que lo había llevado hasta allí. Avanzó hasta donde estaba la rubia, no sin antes pasar por una de las mesas de servicio y robar un vaso de whisky que vació en cuestión de segundos; valor liquido. Cuando llegó, Mía estaba de espaldas a él ordenando a uno de los elfos, servir más pasa/bocas a los invitados.

Buenas noches anfitriona ―saludó tomándola por la cintura y en cuanto se giró, depositó un beso largo y delicado en sus labios―. Y bien ¿A quien debo conocer primero?

@@Mia Black Lestrange

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Apareció en los terrenos de la Black Lestrange apenas recibió la llamada de Gabrielle, o quizás unos minutos mas tarde. No podía creer que ya hubiese pasado un año desde el casamiento de su hija, pero mucho menos podía creer el no haber sido invitada junto a su mujer. Tal vez si hubiesen recibido la propuesta ambas hubiesen dicho que no, pero la falta de esta le sonaba más a un desprecio por parte de Jessie que a otra cosa.

 

Se acercó a la mujer vestida de rosa y prestó atención al movimiento de su pie, sintiendo el escalofrío recorrer lentamente su espalda mientras tragaba saliva. Conocía ese gesto. Su novia era una de las personas con mayor presencia que había conocido jamás, y su orgullo era fuerte y dominante. Si a Mahia le había caído mal la actitud de su hija, Gabrielle debía estar mucho más enojada aún.

 

Besó sus labios y acarició su mejilla, saludándola con la mirada. No era el momento ni el lugar para ser tierna, y tal vez su prometida no estaba de humor para ello, pero era algo que la Black no podía evitar. Instantáneamente luego de conectar sus ojos con los de ella el calor hacía acopio en su cuerpo y todas sus armaduras de mujer dura y prepotente caían al suelo en menos de un segundo. Ella la desarmaba por completo.

 

- Tranquila... No es para tanto - Trató de tranquilizarla y colocó ambas manos en los brazos de la Delacour, acariciándolos suavemente - Posiblemente sabía que te ibas a enterar por El Profeta. Sólo tomó una mala decisión. -

 

 

Levantó la mirada hacia la entrada de la mansión y frunció los labios. No estaba vestida para la ocasión. Chaqueta de cuero negra, remera blanca con escote en V y pantalones de jeans azul oscuro. Tenía suerte de que sus facciones finas y la enorme cicatriz que cruzaba su ceja y ojo izquierdo le dieran un aire de seriedad y elegancia usara lo que usara, pero definitivamente no había pensado bien antes de salir.

 

 

- ¿Entramos? - Cuadró su codo, apoyando el dorso de la mano sobre su cintura para ofrecerle el brazo a su mujer. - Disfrutemos de la fiesta y reunamos las noticias para el profeta como en los viejos tiempos... Luego castigamos a nuestra niña... -

 

 

@@Gabrielle Delacour

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La pelirroja avanzaba junto a su novio tomados de la mano y su sonrisa boba continuó varios metros al escuchar que ellos serían los próximos. Claro que lo que tenía en mente la pareja no era algo tan rutilante como ese portal que aparecía frente a ellos. Solo al llegar fue consciente de la dimensión y el poder que emanaba de él.

 

—¿Ese es el castillo de Drácula? —preguntó sorprendida al ver al otro lado la imagen del jardín del enorme castillo en Los Cárpatos —sí que no escatiman —río mientras se pegaba más a su novio antes de que cruzaran el portal mágico.

 

En el momento de atravesar era como sentir la vibración de cada molécula de tiempo y espacio en tu ser, su brazo se aferró más al de Seba mientras ponían un pie y luego todo su cuerpo al otro lado del portal. Un silbido escapó de sus labios, no solo por la magia que los había atravesado sino por la decoración para la boda, en serio no habían escatimado en nada.

 

Las luces blancas iluminaban todo el lugar, dándole un brillo y calidez que no esperaba. Unos metros más adelante un altar de piedra recubierto de flores que esparcían su delicado aroma por todo el lugar. Daba pena avanzar por el centro del lugar donde debía entrar la novia así que la pelirroja había guiado a su prometido por el césped, o más bien él la guiaba a ella, teniendo cuidado que su pie no fuera a tropezar.

 

—¿Te parece nos sentemos ahí a la derecha amor?, en la tercer o cuarta fila, no sé cuánta familia de Jessie y Otto vendrán, los Black y los Black Lestrange solían ser numerosos, aunque ahora estén varios perdidos —comentó mientras señalaba las sillas a las que se refería.

 

En el lugar no había muchos invitados aún, por lo cual la pareja aprovechó a observar el lugar antes de tomar asiento en los lugares que habían escogido.

 

 

@@Seba Granger

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Al adentrarnos por el jardín de los Black Lestrange pude observar el brillo que estaba frente a nosotros, pese a la distancia se veía que no era algo sencillo, recordaba que en una de las clases que había tomado nos habían hecho usar un portal, ahora no recordaba del todo hacia donde habíamos ido, ya se me mezclaban un poco las aventuras vividas en las distintas clases de la academia.


-Que hermosa sonrisa- susurré al ver de reojo que mi chica sonreía, no estaba seguro si era por lo que le había soltado así como haciéndome el despistado, o por el portal que cada vez se hacía mas grande al llegar junto a el.


-Supongo que esto significa que no conoceré los secretos de los Black Lestrange- murmuré riendo un poco, luego me sorprendió lo que decía Darla del lugar que se reflejaba tras el umbral.


-¿Tu lo conoces?- alcancé a preguntar cuando sentía mas el abrazo de Darla y cruzábamos hacía el lugar escogido por los novios.


La sensación de cruzar por el portal era muy extraña, la verdad que las veces que lo había hecho aun no me acostumbraba, apoyé la mano sobre la de Darla al sentir que apretaba mas mi brazo para darle seguridad aunque mis oídos zumbaban un poco, no estaba del todo seguro por que.


Note las luces que iluminaban el lugar aunque ya se notaba que en poco mas la noche se dejaría caer, creo que no me imaginaba el lugar así, no después de todos las historias que había escuchado sobre el conde Drácula.


-Esta todo precioso- señale a mi prometida mientras observaba el lugar cuando nos acercábamos hacía las sillas donde los invitamos podían sentarse.


-Me parece bien mi amor, ¿Que tan numerosos amor?- miré a Darla mientras jugaba con sus dedos entre los míos, la verdad que no sabía por que me hacía estar nervioso, si era por que conocería mas del grupo que frecuentaba mas mi chica, o por que quedaba poco para nuestro momento.

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Había estado a escasos segundos de entrar por esa puerta cuando le notó. El solo hecho de verla le hacía palpitar el corazón de manera acelerada y aquel enojo que sentía de inmediato cayó al piso junto con sus ganas de regañarla debido al retraso.

 

Cerró los ojos al momento del contacto con sus labios y respiró su aroma por escasos segundos, le miró a los ojos y la tranquilidad invadió su cuerpo ¿Cómo le hacía? No, no era el que fuera su misma sangre, era toda ella... Ella.

 

– La verdad el tema me viene importando poco.- dijo restándole importancia, ahora lo único que le importaba era sacar la nota e irse.– No existen las malas decisiones Mahia y no es como que me interese.

 

Desde su regreso, Gabrielle había comenzado a tomar las cosas de manera más fría. Ya no era la misma chica infantil que se dejaba llevar por las emociones, el quedarse viuda y el tener que pensar las cosas para el resto de la familia le había hecho madurar de una manera impresionante, sin contar de que posiblemente el apellido estaba siendo ahora parte de ella ¿O era el puesto?

 

Asintió y dejó que su prometida le guiara (como de costumbre) y recargó su cuerpo en ella sintiendo seguridad al tenerla cerca. Vieron el portal que conducía a donde se llevaría la celebración y la Delacour no pudo evitar rodar los ojos, era más que obvio que la celebración se llevaría en otro lugar lo que solo quedaba el hecho de tener un vertiginoso viaje de 2 segundos.

 

Y así había sido.

 

El lugar se veía de ensueño en aquel paisaje nevado; por más que a la francesa le gustara el frío para ella eso ya era más que suficiente. Sus ojos ce clavaron en la decoración y de nuevo giró el cuerpo hacia su hermana.

 

Solo hago la nota y nos vamos, no es como que tenga todas las intenciones de quedarme a charlar.- le miró a los ojos y pasó su mano por la mejilla de su hermana.– Te he extrañado...

 

De inmediato desvió la mirada, detestaba sentirse vulnerable, besó sus labios y recargó su cabeza en el hombro de su prometida.

 

 

@@Mahia Black

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Rodó los ojos. Últimamente la gente estaba obsesionada con los portales. Desde las galas de la Marca tenebrosa o sus entregas de premios, hasta las celebraciones particulares como aquella, todas tenían que complicarle la vida al invitado. Mahia era más simple, más directa. Ella les diría el lugar a donde tienen que ir y que cada invitado llegara como mejor le pareciera. Rugió e hizo una mueca con los labios.

 

Sostuvo a Gabrielle con fuerza mientras hacían el viaje y apenas si soltó el agarre una vez terminado. Extrañaba tenerla cerca. Su presencia lograba hacerle sentir completa y feliz, dándole una comodidad extra que casi nunca sentía en su ausencia.

 

- Yo te extrañaba a vos - La acercó más durante el beso y cuando se separó agitó la varita para hacer aparecer una chaqueta de las suyas.

 

La colocó sobre los hombros encima de la capa de la Delacour y sonrió ante lo holgada que le quedaba.

 

- Amo cuando tenés mi ropa puesta... aunque me gusta más cuando es sin otra cosa debajo -

 

Le guiñó el ojo y se giró para ver a los invitados. Exhaló un poco de aire para hacer notar su aliento y se rió de su travesura. Ella era la mayor, pero a veces se comportaba como la más inmadura y aniñada de las dos.

 

- ¿Por donde comenzamos la nota? Podríamos hablar con alguno de los invitados. A Jess la podemos agarrar en casa -

 

@@Gabrielle Delacour

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Un vestido color verde olivo largo y con un escote discreto en la espalda y el pecho a juego con unas zapatillas de color plata, habían sido las prendas que eligió para ese día tan importante en el que una de sus hijas daría un paso tan importante como lo era unir su vida en matrimonio con su pareja. Sin poderlo impedir, en su mente aparecieron imágenes de un acontecimiento similar en Francia, del que protagonista había sido, deseando que el final del mismo fuese totalmente diferente para la pelirroja continúo prestando atención a todo lo que la rodeaba.

 

Cada uno de los detalles, estaba siendo cuidado. Los elfos domésticos entregaban en bandejas algunas bebidas a los invitados llegados, mientras que otros mantenían las mesas de bocadillos llenas, era cuestión de minutos para que la ceremonia comenzara. Inhalando profundamente, se relajó, todos los detalles estaban siendo cuidados y no existía cabida para los errores, al menos de momento y eso le alegró.

 

Antes de sentir los brazos del Crowley sobre su cintura, lo percibió por medio de su aroma mezclado con alcohol y tabaco, que comenzaba a ser tan familiar para la matriarca que lo único que pudo hacer fue esbozar una sonrisa sincera, la cual fue sustituida por un cumulo de emociones que no supo describir. Se sentía completa con su presencia y el hecho de que hubiese acepto su invitación, significaba un paso quizás invisible, pero un paso que daban en su relación y eso lo tenía totalmente claro.

 

Permitiendo que de su mente se eliminaran aquellos pensamientos, se perdió por completo en las sensaciones que le provocó ese largo y cálido beso.

 

—Buenas noches cariño —se aventuró a utilizar un apelativo cariño en cuanto se separaron y lo miró a los ojos—. Me alegra que estés aquí y primeramente quiero que conozcas a Jessie, mi hija que va a contraer matrimonio. —respondió a su pregunta con tranquilidad.

 

Tomándolo de la mano y pasando su diestra por el brazo de León, comenzó a caminar hacía el interior de una pequeña edificación cercana a los jardines, la cual había sido habilitada como vestidor para el evento, allí se encontraba su pequeña hija, esperando a que Otto llegara, para de esa manera salir y hacer el recorrido necesario hacía el altar.

 

Mirando la puerta de madera que se encontraba delante de ella, se giró y depósito un casto beso en los labios del demonio, segundos después la abrió y lo invitó a pasar, para introducirse y de esa manera ver a la Black Lestrange vestida de novia, esperando y un tanto nerviosa.

 

—Hija, tranquila —fueron las primeras palabras que salieron de sus labios—. Quiero presentarte a León, alguien que se ha vuelto importante para mi. —intentando omitir la palabra novio o pareja, siendo que aún no lo tenía tan definido, la miró y sabiendo que no tenían la mejor relación del mundo, espero un momento.

 

Deseaba que se llevaran bien, o al menos que la relación fuese cordial porque él se había convertido en alguien importante y especial en la vida de Mia. Esperando unos segundos, más revisó el reloj en la repisa y supo que su hija Ashura, no demoraría en llegar, porque no se iba a perder la boda de su hermana o eso esperaba.

 

Tomando aún por el brazo a León, le regaló una sonrisa, para continuar con las presentaciones.

 

—León, ella es mi hija Jessie… es quien va a contraer matrimonio. —añadió con una sonrisa, orgullosa de ella.

 

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