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๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)


Mia.
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Más que la frustración o la indignación, había sido la impotencia y el desconocimiento lo que había motivado al Crowley a abandonar la comodidad de su casa y acercarse hasta allí. El manojo de preguntas que rondaban por su cabeza parecían haber mutado en una suerte de enojo que no se permitía evidenciar y sin embargo, todo rastro de ese disgusto se evaporó cuando los finos labios de Mía invadieron los suyos. Lanzó las manos al rededor de su cintura y subió por su espalda hasta los fríos hombros descubiertos hasta casi envolverla en un abrazo. Para cuando volvió en si, ya estaba al interior de la mansión

 

¿Comer lo que yo desee? —devolvió la pregunta contemplando la contorneada silueta de Mía subir las escaleras justo delante de él —si, se me acaba de antojar algo delicioso.

 

Un clima completamente diferente al que brindaba la fría tarde londinense obligó León a despojarse del abrigo que un presta elfina se apresuró a recibir y llevarse a algún lugar en la primera planta, no sin antes haber sacado del bolsillo interior la caja de habanos que dejó sobre una pequeña mesa. La chimenea brindaba la suficiente luz para apreciar la clase del pequeño salón que parecía haber sido diseñado única y exclusivamente para descansar sin importar el momento del día en que se hiciera. Cuando se volvió hacia Mía, es encontró con otra intrigada elfina que parecía más interesada en recibir alguna instrucción de él que de la matriarca; ordenó un sencillo whisky sin hielo y se acercó a la rubia a la cual por primera vez en toda la noche, podía verle el rostro.

 

Podría ser el efecto de la cetrina luz de la chimenea o la falta de reflejo en las paredes de la habitación pero por un momento, en el verde intenso de sus ojos, pareció notar un ligero atisbo de cansancio. Había aparecido allí, en la puerta de su casa, en un día normal de trabajo y pretendía arrebatarle el tiempo que seguramente destinaba al descanso o al sano esparcimiento sabiendo de primera mano lo que era dirigir un departamento completo de una institución oficial. Se lamentó por un instante y estuvo a punto de disculparse y retirarse, pero como si de una tira de historietas se tratara, una idea se encendió en su cabeza y solo esperaba que no saliera mal. Se acercó a Mía y la rodeó con un brazos en un delicado beso con el cual fue arrinconandola hasta el sofá, donde giró para sentarse y dejar que el cuerpo de ella reposara en sus piernas sin dejar de abrazarla.

 

Para serte sincero, venía pidiendo una explicación pero de forma sabia has sabido desarmarme —hizo una pausa para recibir los dos vasos de whisky que traía la elfina que miraba la escena con cierta extrañez lo que le daba buena espina a León —, en cuanto a lo que puedes hacer por mi, que tal si simplemente nos quedamos acá hasta el amanecer —antes de que pudiera responder, selló sus labios de la misma forma en que ella lo había hecho unos minutos atrás, cuando sus pensamientos se habían transformado un enfurecido Longhorn Rumano. Ahora era simples ashwinders jugando al rededor del fuego que despertaba en él.

Editado por León Crowley
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Diversos pensamientos vagaban por su mente, desde los pendientes que tendría que atender el día de mañana, hasta el hecho de saber que había hecho mal al irse sin avisarle al Crowley. Sin embargo, todos ellos fueron eliminados en el instante en que fue rodeada por sus brazos y su piel se erizó un poco, anticipando el contacto que segundos después sus labios tuvieron. Una fina danza de emociones se esparció por su interior, disfrutaba de esa simple cercanía; la hacía sentirse viva y por extraño que pareciera feliz, por lo que no puso resistencia al encontrarse sentada sobre sus piernas.

Tomando el vaso de whiskey que le tendía, bebió un solo sorbo, gozando como cada noche de la pequeña quemazón que se instauró en su esófago, la que dejaba claro que por más que consumirá en demasía ese licor, jamás podría acostumbrarse del todo. Analizando las palabras que recientemente había escuchado, no pudo evitar que en sus labios se formará una sonrisa, estaba dispuesta a darlas aunque no fuesen necesarias para él, lo haría porque así lo deseaba pero no en ese momento, disfrutarían de la paz que se había instaurado en un momento que podía ser catalogado como íntimo.

—Podemos quedarnos aquí, pero no creo que sea el sitio más cómodo —logró articular después de un beso más—. Es mucho más cómoda, mi habitación y estoy segura que allí podremos disfrutar no solamente de la buena compañía sino de una excelente cama. —dejó el baso sobre una de las mesitas cercanas al sofá y pasó sus brazos por encima del cuello de León, eliminando unos cuantos centímetros de la distancia que los separaba.

Una vez que su elfina doméstica, acató su indicación de dejarlos solos se acercó un poco más a él y volvió a besarlo. Exigiendo más que pidiendo un beso más demandante, uno de los tantos que en otras ocasiones habían compartido. Acariciando su cabello, se separó un poco de él, y se colocó a horcajadas mirándolo a los ojos y esbozando una sonrisa recargó su cabeza en uno de sus hombros y cerró unos segundos sus ojos, estaba cómoda.

—Creo recordar que dijiste que tienes hambre, —aún conservando su postura añadió— y me gustaría saciarla… y no pienses en nada más que nosotros. —besando su cuello, subió hasta su oído y susurró—Quizás de después de eso, podría darte las explicaciones que inicialmente querías.

Tras sus palabras, se separó un poco de él, y lo volvió a besar, acomodando sus piernas un poco más se acercó a él, y lo miró esperando conocer su opinión. Sí, lo estaba provocando y no quería que él, tuviera consideración por su jornada laboral, porque ella, no la había tenido con él, no cuando recientemente había vuelto a Londres y básicamente, había ido a reclamar su tiempo para sí misma, sin permitirle descansar y aclimatarse. Había sido un tanto egoísta, algo que logró que formará un mohín, que tras negar, borró tranquilidad.
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Directora del cuartel de Inquisidores. Revisión de caso 91472

 

Hacía días que había hablado con su madre sobre un cuadro que había desaparecido en la mansión tras un ataque por parte de la desaparecida orden del fénix.

 

Aquello siempre era complicado, llegaban aquellos magos y se llevaban lo que querían alegando que eran objetos tenebrosos o encantados con artes oscuras.

 

Si supieran que en aquella mansión aquello era lo menos hechizado que existía no se lo hubieran llevado pero en fin...

 

Observó el salón, donde el cuadro había desaparecido buscando algo que pudiera darle alguna pista de quien había sido el responsable del robo.

 

-Lo bueno es que esto lo haremos entre nosotras, porque con Aaron es un bastardo

 

Se recargó en una de las paredes a la espera de Ashura, entre las dos podrían llegar al fondo de esto.

 

@@Ashura Lestrange

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Ashura Lestrange

Empleada del departamento de Inquisidores

Después de haber pasado tiempo con su hija y su sobrina en el jardín de la mansión, sabía que tenía algo importante que resolver al lado de su hermana Jessie y de su madre. No sabía muy bien la historia de aquel cuadro que probablemente había escuchado anteriormente, seguramente en esta ocasión se enteraría mejor del tema.

 

Llegué lo más pronto posible en cuanto me enteré Jessie, siento si te hice esperar un tiempo — Espetó y se sentó en uno de los sillones dispuesta a esperar a que su madre decidiera reunirse pronto con ellas.

 

Honestamente no se muy bien la historia del cuadro, estoy segura de que tú la sabrás mejor que yo. — Suspiró mientras examinaba la habitación, esperaba que las cosas no fueran más allá que la de una sola pintura robada.

 

@@Jessie Black Lestrange @@Mia Black Lestrange

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Directora del cuartel de Inquisidores. Revisión de caso 91472

 

-No te preocupes, apenas llegué. Tenía mucho papeleo en la oficina

 

Se encogió de hombros y comenzó a caminar desperezandose de su lugar. Observó todo a su alrededor de nueva cuenta, pocas veces había ido a aquella ala de la casa, casi siempre se la vivía encerrada en su alcoba, suspiró y observó el lugar donde debería estar el cuadro.

 

-La verdad sólo sé que era el cuadro del padre de Mia, así que no se gran cosa. Hace unos meses vinieron los miembros de la extinta orden del fénix y saquearon la casa, alegando que el cuadro tenía propiedades mágicas oscuras, cosa que es absurdo. Si querían encontrar algo oscuro que entrarán a mi habitación pero el cuadro del fundador de la familia

 

Dejo la idea inconclusa, pues sospechaba que Ashura pensaba como ella y que era ridículo que Mía hubiera puesto un encantamiento de artes oscuras y ocultismo en aquel cuadro.

 

-Mía no debería de tardar en venir, dijo que nos explicaría un par de cosas, al parecer no es lo único que se llevaron

 

Observó por el ventanal perdiéndose en las nubes violáceos que adornaban el cielo azul intenso de aquella tarde.

 

@@Ashura Lestrange

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¿Qué diantres estaba haciendo Keaton? ¿Estaba realmente convencido de aquello? ¿Una boda más, un intento más de ser feliz con alguien a su lado? No estaba seguro de si iba a funcionar después de tantos fracasos, pero sabía que al menos no se quedaría con las ganas, además de que ya no era precisamente un jovenzuelo que se pudiera dar el chance de volver a meter la pata. Matthew, pese a todos sus defectos, era el indicado... al fin.

 

Era por que ello que sus familia, aquella que siempre lo apoyaba en las buenas y en las malas (más en las malas que en las buenas), debía de ser la primera en recibir aquella invitación. Solo la élite del mundo mágico sería invitada, es decir, solo las familias mortífagas, aquellas que figuraban en el Manifiesto de la Marca Tenebrosa recibirían aquel pergamino invitando a todo mortífago y aspirante a serlo.

 

El italiano apareció pues en los terrenos de los Black Lestrange, donde casi nunca estaba, donde realmente no convivía demasiado con ellos, pero que a final de cuentas era su hogar. Entró por la puerta principal y respiró el aire de aquella Mansión. Los aromas de Mía, de Aries, de Ashura, Jessie... de inmediato se impregnaron en su nariz ¿Qué pensarían de su boda? No les había dicho nada hasta el momento, por lo que les caería de sorpresa... por lo que únicamente dejó el invitación en una mesita a la vista de todos...

 

—Espero que no armen demasiado jaleo o tendré que llevar un poco de poción para dormir o mínimo invocar un buen incárserus —Finalizó y salió de la Mansión a su siguiente destino.

 

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Editado por Keaton Ravenclaw

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¿Tu habitación? —preguntó dejando que ella se acomodara sobre su cuerpo más de lo que había pensado cuando la sentó en su piernas. Sus labios se encontraban una y otra vez y en cada beso parecía que el fuego de la chimenea aumentara o el espacio se redujera ya que la temperatura de la pequeña sala empezaba a subir exponencialmente. El trago de whisky había bajado por su garganta apenas unos minutos a tras pero su cuerpo pedía más, estaba sediento, aunque no estaba del todo seguro de que saciaría su sed—, mmm no sé, la última vez que estuve contigo en una habitación desperté solo, desnudo y con resaca.

León no entendía como ella lograba que se sintiera tan a gusto en su piel, sobre sus labios, frente a sus ojos como si la conociera desde hace décadas, como si hubieran compartido una y mil historias, una y mil noches. Su cuerpo parecía conocer cada rincón del suyo, cada esquina, cada borde; el arco que abrió sus piernas era del ángulo exacto de la cintura del pelinegro. Recorrió con sus manos la tibia piel de sus brazos cruzando por la espalda y bajando hasta los firmes muslos que sostenían su cuerpo y se levantó del cómodo sofá.

No necesitas decírmelo dos veces —susurró tras besarla y se alejó de la luz y el calor de la chimenea más no del que emanaba el roce de ambos cuerpos.

Luego de darse cuenta que pese a su efusiva iniciativa no sabía en donde ostias quedaba la habitación de Mía y de recibir una pequeña burla acompañada de otro beso, se dejó guiar hasta la alcoba por la escalera que da al tercer piso. Algunas voces llegaban hasta ellos provenientes del primer nivel y esperaba que eso no la obligara a abandonarlo. Un par de vasos y una botella completa de whisky los esperaba ya en una pequeña mesa al lado Otra chimenea un poco más moderna que la anterior. Dejó caer el cuerpo de la rubia sobre el suave edredón de la cama y se acomodó sobre ella, perdiéndose en el verde esmeralda de sus ojos.

Mentiría si te dijera que últimamente no he pensado en nada más que nosotros dos —se confesó y dejó que sus labios se fundieran en los suyos.

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Podía escuchar a la distancia las voces de algunos de los miembros de la familia, así como el ir y venir de los elfos domésticos, sin embargo, no les prestó atención. Lo único que le interesaba y mantenía su atención constante eran las sensaciones tanto físicas como emocionales que despertaba él en ella, era como si estuviesen en una pequeña burbuja, en donde el tiempo transcurría de manera más lenta porque solamente existían ellos.

 

Si lo meditaba, era una sensación extraña porque cada que lo tenía lo suficientemente cerca sentía como su corazón latía con más fuerza, mientras que su cuerpo reaccionaba a cada una de sus caricias como si se conocieran desde hacía más de una vida y no solamente de algunos años, mientras que su mente se nublaba y le impedía pensar con claridad cuando se besaban. Mientras que sus emociones, eran tan cambiantes entre la seguridad, alegría y dicha, hasta como un poco de temor se dejaba vislumbrar en sus ojos.

 

—Mentiría si dijera que tus palabras no me hacen feliz —logró articular entre beso y beso—. Espero que hayas pensado en cosas buenas y no en cosas malas —añadió mirándolo a los ojos—, aunque hay ciertas cosas malas que se disfrutan.

 

Alejándose un poco de él, se sentó sobre la cama para acercarse a la mesita de noche, en donde descansaba el licor con los vasos listos para ser servidos. Sirviéndolos, le ofreció uno a él, y esperó a que la elfina le trajera el pedido que segundos antes le había hecho. Cuando notó, que la bandeja con fresas y chocolate aparecía a un costado de la cama, esbozó una sonrisa y se giró para quedar acostada junto al pelinegro.

 

—Eres el primer hombre en entrar a mi habitación —confesó, tomando una de las fresas para cubrirla con un poco de chocolate—, claro esta fuera de los miembros de mi familia. —sus palabras tenían cierto valor para la ojiverde, porque era como su santuario, el sitio en el que podía estar consigo misma y recluirse de todos aquellos pensamientos que volaban por su mente.

 

Comiendo la mitad de la fresa, se levantó de la cama y le ofreció el restante, una vez que esté lo aceptó, se giró, dándole la espalda, pidiéndole que le ayudará a bajar el cierre de su vestido. Deseaba quitarse esa prenda que había usado durante horas, sentirse libre y más a gusto, en esos momentos, además de provocar un poco al pelinegro, al que le regaló una sonrisa traviesa.

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  • 2 semanas más tarde...

A pesar de haber cursado y aprobado satisfactoriamente la clase de adivinación en el Ateneo, el patriarca de los Black Lestrange no tenía demasiada experiencia con los sueños y visiones que desde no hacía mucho tiempo había comenzado a tener y que a esa hora de la madrugada, cuando el sol comenzaba a despertar tímidamente por el horizonte, le habían despertado.

 

Otra vez hablaba mientras dormía, señor —dijo con preocupación el fiel elfo que acompañaba al otrora Malfoy desde pequeño —Repetía el mismo nombre.

 

Jocker se limitó a hacer un gesto con la mano que hizo que las cortinas se abrieran de par en par, dejando ver las pocas estrellas que iban segundo a segundo desapareciendo del cielo; el movimiento de las cortinas provocó una pequeña brisa al interior de la habitación del patriarca.

 

Necesito seguir investigando —siseó el ojimiel.

 

Las voces de su cabeza comenzaron a murmurar los diversos datos que había recolectado en sus viajes por fuera de Ottery. Y aunque había sido uno de esos sueños la razón por la cual se encontraba de vuelta, no dejaba de pensar en volver a marcharse.

 

Si volviese a La Marca, quizás pueda encontrar las piezas que faltan —añadió Sunev.

 

El elfo solo recibió la indiferencia de Jocker, que se dispuso a salir de entre las sábanas y caminar rumbo al baño para darse una ducha. El golpetear del agua con su piel calmaría, sin duda, sus pensamientos.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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—Ha llegado el momento—cubriendo con la capucha de su capa de viaje su dorada cabellera, resguardaba de las miradas curiosas su identidad. No le agradaba ser detectada cuando visitaba Ottery, porque casi siempre se llevaba un sinsabor de dicho lugar. Era como echarle limón a una vieja herida, que se empeñaba en permanecer abierta a toda costa, justamente por eso sus visitas eran esporádicas o concretadas con antelación con sus familiares o amigos más cercanos. Sus pasos le conducían hacia la morada de los Black Lestrange, aquel sitio que le diera cobijo sin miramiento alguno acogiéndole como una miembro más que naciera desde sus inicios dentro de ese recinto. La conexión que logró establecer entre la Malfoy y su familia adoptiva era innegable, pero lo que resaltaba en todo aquello eran sus constantes ausencias dentro de ambas residencias.


Se pasaba más tiempo dentro del LAIC o la Torre Negra, pero eso no era justificación para no darle la bienvenida al patriarca de la mansión. Hacia tiempo que no sabia nada de Jock y el saber de su reciente regreso al mundo mágico, no hizo más que atizar sus ganas por lanzarle un mundo de cuestionamientos, respecto dicho tema, sólo esperaba que no se lo tomará a mal y se escabullera por la tangente. Ambos se conocían casi a la perfección, de no ser por la terquedad que predominaba en ambos, sobre no mostrarse demasiado confiados a la hora de creer que eran tan amigos como siempre. Ella le consideraba una persona importante en sus primeros años dentro del mundo mágico, atrayendo a su memoria el momento justo en que le conoció dentro de las filas tenebrosas y cuándo pudo formar parte de su familia en algún momento en su pasado.


La vida de ambos estaba ligeramente interconectada con sucesos que marcaron un precedente difícil de olvidar o suprimir por completo. Avanzaba con paso seguro sobre el adoquinado suelo, esperando paciente el momento de apresurar el paso y llegar a su destino. Pequeñas gotas resbalaban por la fina tela de su capa de viaje, empapando ligeramente su improvisada protección—No era mala idea usar la máscara, pero al final opté por desechar esa posibilidad—moviendo con suavidad su cabeza de un lado a otro sonrió dejando escapar una risita divertida de sus labios. Un pequeño chillido captaba la atención de la Nigromante, el balbuceó que escapó de los labios de su elfo, le hizo arder en cólera.


—¡¡¡ Ama ha vuelto !!!—exclamaba danzando alrededor de la rubia—Volvió al fin—dando palmaditas de gozo. Recordando que esa clase de acciones siempre, pero siempre el sacaban la mala entraña a Malfoy. Era como desatar la ira de todos los dioses del Olimpo, provocando que sus orbes lapislázulis destellaran furia y rabia contenida—Lo siento, yo—se revolvió entrelazando sus manos haciendo un nudo con sus huesudos dedos—Perdón, perdón ama—se colocó a espaldas de la fémina para servirle como guardaespaldas improvisado.


—No le he tomado la mayor importancia—terciando una lóbrega sonrisa en sus labios se adentró en la mansión. El aire viciado le golpeó de lleno las fosas nasales, recordando varias de sus andanzas dentro de algunas de las habitaciones de ese recinto oscuro—Ha llegado , Jock—lanzó aquella afirmación desviando su vista hacia la biblioteca de la residencia—¿No es así?—el cuestionamiento escapaba de sus labios como una daga afilada ansiosa por clavarse en el cuerpo de algún enemigo—No intentes esconderme esa información porque la tengo confirmada desde hace varias semanas—asentía con una mirada gélida que era capaz de congelar al sirviente con sólo un parpadeó. Ya legaría el momento en que se vieran las caras, porque no se quedaría con las ganas de darla la bienvenida al Black Lestrange.


@Jock

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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