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๑۩♚۩๑ Mansión Black Lestrange ๑۩♚۩๑ (MM B: 78195)


Mia.
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La Delacour miro el regalo para los novios sobre su comoda, habia sido dificil elejir algo porque no los conocia bien salvo a Jessie porque habian cursado juntas pero mas de eso no habian vuelto a tratar. Los Delacour habían sido invitados por eso se encontraba ahí.

 

Suspiro, en ese momento su hijo Richard le tendio los brazos a lo que ella lo tomó enseguida y comenzó a llenarlo de besos por sus mejillas, el niño estaba resentido con ella porque no lo llevaba a la boda pero era muy pequeño para entender como era el mundo y de su necesidad de protegerlo, desde su charla con Elvis no se le borraba de la mente aquélla lista.

 

-Porque no puedo ir?- preguntó con sus ojos llenos de lágrimas sin derramar.

 

Ver en ese estado al infante la hizo estremecer, se parecía tanto a su esposa que le era imposible decirle que no pero ya se le hacía tardé por lo que bajó al niño y se puso de pié quitándose la bata dejando al descubierto un vestido largo de seda amarillo apagado, cubierto adelante pero con un gran escote en su espalda.

 

- No se si puedo llevarte por eso te quedas con tus hermanos- le sonrió.

 

Tomó su collar de diamantes, tenía una roca mediana color amarillo también por lo que iba bien con su atuendo, su cabello rubio estaba trenzado pero en vez de llevarlo largo lo tenía en un cuarto de espalda.

 

- Portate bien con ellos- le riñó dándole un último beso en la frente.

 

Tomó la pequeña caja cuadrada color rosa palo y su varita y desaparecio de su cuarto en la Mansión Delacour rumbo a los terrenos que llevaba años sin pisar.

 

 

Mansión Black Lestrange

 

 

 

 

Apareció detrás de las rejas y con pasos lentos se acercó a ellas, recordaba a la Matriarca del lugar, Mía y claro una de sus miembros, Julliene, agitó la cabeza para quitar esos pensamientos de su cabeza.

 

Se apresuró hasta la entrada del lugar dónde tocó la puerta y un elfo la hizo pasar, no tenía ni idea dónde estaba su hermanito y no estaba segura de que si los elfos la ayudarían por lo que optó por buscarlo de forma no muy obvia.

 

- Allen!- chillo al ver al Delacour salir de un cuarto -¿qué haces husmeando?- riñó al mago.

 

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La invitación le había pegado en la cara mientras se duchaba, en la habitación principal de la mansión, lo cual hacía a la bruja suponer que Mía sabía bien a quién le entregaba cada carta de boda. No la culpaba, claro, Candela había impuesto su presencia nada más pisando Ottery y, aunque le daba igual si la aceptaban o no, había destruido al completo el habitáculo de quien fuere alguna vez el patriarca de los Black Lestrange. Ya, es que no había revisado el árbol para saber si ese título estaba aún vigente. Muchas veces se había preguntado por qué la mantenía en la mansión, no es que la ojigris fuese a marcharse si se lo pidiesen o la echasen, pero la curiosidad era una constante.

 

Se vistió con lo habitual, un vestido liso de color jade que resaltaba un poco su pálida piel. Intentó, teniendo poco éxito, suavizar sus ojeras, aquellas que le daban un tinte más enfermizo a su rostro; y recogió su cabello en un moño que soltó algunos mechones como señal de rebeldía. ¿Zapatos? Era ya pedir demasiado, suficiente con el vestido que estaba estrenando y que, además, cubría sus pies.

 

Tras haber cruzado el portal, Candela se golpeó con toda aquella decoración que le pareció demasiado. No, no le gustaban las bodas, eso era obvio. Y suponía que se debía a ciertas razones que, aunque no las recordara del todo, le hacían ruido en muchas ocasiones. Se acercó, entonces, hasta una de las mesas en donde se depositaban los regalos y se le ocurrió que podría tomar alguno para sí misma, total, entre la cantidad de obsequios que, seguramente, recibirían no se iban a dar cuenta de si alguno les faltaba.

 

A lo lejos, distinguió la figura de la matriarca y de varios otros conocidos a los que contemplaba con cierta curiosidad. Mordió entonces un bocadillo de alguna fuente, y se dedicó a querer pasar desapercibida mientras empezaba la ceremonia.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Desde muy temprano en la mañana hasta aquellas horas de la tarde la mansión de los Black Lestrange se encontraba en medio de un gran ajetreo. Una de los miembros de la familia iba a contraer nupcias y la pareja había decidido instalar una especie de portal gigante en el patio trasero para transportar a los asistes de la ceremonia a los Montes Cárpatos.

¿No te complace ver la mansión repleta de gente y llena de vida? —preguntó con un dejo de burla en la voz el patriarca a su fiel elfo doméstico que estaba exasperado por el tumulto de gente que no paraba de llegar.

Jocker sabía con certeza que más que la gente, lo que realmente molestaba a Sunev era que el ojimiel se había enterado solo a través de una invitación que recibió por parte de su hija de la ceremonia, haciéndolo ver, según los ojos del elfo doméstico, como alguien que solo poseía el título de patriarca en el papel, pero sin voz ni voto. El mortífago solo se reía. Mía había demostrado con creces su eficiencia en el liderazgo de aquella casa y él no iba a ponerle trabas… no a su hija, su única hija viva… o que al menos, no había desaparecido sin dejar rastro.

El animago había escogido una túnica ceremonial de tonos oscuros y de tela brillante. Su elección hacía que su piel pareciera más pálida de lo que realmente era, dándole una profundidad mayor a sus ojos.

No tardó mucho en salir de su habitación y bajar las escaleras hasta la planta baja. Hubiese utilizado una simple aparición, pero le parecía un poco fuera de lugar presumir que él y cualquier miembro de la familia podía hacerlo, pero los invitados no.

La apariencia y la sutileza lo es todo —le había dicho su madrastra una vez, mientras le regañaba por un desmadre que había armado en una de sus clases en la Academia.

El mortífago sonrió de lado. Y se mantuvo por varios segundos más, pues a la distancia pudo distinguir a @@GoshI Black.

¡Por supuesto que los rumores de tu muerte eran falsos! —dijo a modo de saludo el Black Lestrange que se acercó para besar en la mejilla a la hechicera —Y por supuesto que te dejas caer en muy buena ocasión.

Tras los comentarios de respuesta a la mujer, el mortífago ofreció su brazo para que juntos se acercaran hasta donde seguramente estaban los demás miembros de la familia. La visita de la Black no podía ser más oportuna.

 

¿Entonces, serás mi acompañante en la boda de Jessie y Otto? La ceremonia es en los Montes Cárpatos... el portal está listo y dispuesto para que nos vayamos ya mismo.

Editado por Jock

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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Los invitados iban llegando a la mansión, desfilando delante mío vestidos hermosos y trajes muy delicados. Me miré los pies. Las botas que llevaba aún traían tierra en sus puntas y la vestimenta que traía no era para nada adecuada a semejante evento.

 

- De haber sabido con antelación... Voy a matar a mi hijo en cuanto vuelva de la luna de miel.

 

Saqué la varita de mi bolsillo e hice un recorrido desde la punta de mi cabeza hasta señalar con su punta hacia el suelo. A medida que pasaba la punta de la varita por cada zona de mi cuerpo mi aspecto se iba transformando en un atuendo de gala sencillo pero acorde a la ocasión. Recogí mi pelo en un rodete con una hebilla de rubíes que dejaba caer sobre la parte alta de mi espalda descubierta unas cintas bordeaux en forma de tirabuzón.

 

El vestido que había reemplazado mi ropa de todos los días era del mismo color de las cintas. Tenía un escote en forma de corazón y contorneaba mi figura hasta llegar un poco por debajo de las rodillas. Me puse los zapatos más cómodos que tenía para cobrar un poco de altura sin perder la finura y guardé el resto de mis pertenencias, incluyendo la varita, en una pequeña mochila plateada que colgué de mis hombros cuyo aplique hacía juego con el tocado de mi pelo.

 

Mis labios se pintaron de un rojo perlado, y unos aretes de plata se prendieron a mis orejas. No pude terminar de arreglar el maquillaje de mis ojos con la yema de mis dedos, que escuché la voz de Jock proveniente de las escaleras que se ubicaban en la otra punta de la sala. Sonreí de solo verlo y no pude evitar mirar de arriba hacia abajo para contemplar su atuendo.

 

Al acercarse lo tomé de las manos para recibir su cálido saludo sobre mi mejilla y al apartarme lo miré a los ojos.

 

- No me suelen gustar mucho las ceremonias y las formalidades, pero agradezco no haberme perdido la ocasión de verte así de elegante.

 

Acepté su invitación a tomarlo del brazo y asentí entusiasmada al decidir acompañarlo a la ceremonia.

 

- Montes Cárpatos... - Repetí, buscando en mi cabeza, sin éxito, algún recuerdo de mis viajes.- No conozco ese lugar, pero dime por favor que no nieva mucho por allí.

 

Mis ojos verdes se depositaron en el portal que había mencionado Jocker. Gran parte de la familia ya estaba reunida a su alrededor, turnándose para cruzarlo. Algunos elfos asistían en las instrucciones para llegar al lugar de la ceremonia, mientras otros recibían a más invitados en el atrio.

 

Luego de observar cómo varios magos traspasaban el portal, ya estaba a punto de llegar nuestro turno. Apreté suavemente el brazo del Black Lestrange para llamar su atención y lo miré de reojo.

 

- Caballeros, primero. - Bromeé con un ligero temblor en mi voz de los nervios.

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—Delacour, ¿qué crees que haces? —la voz de la Black Lestrange, le cayó como una cubetada de agua helada al hombre—¿Dónde están tus modales?, ¿Acaso los dejaste tirados en alguna taberna o olvidados en tu amada Francia? —le fulminaba con la mirada. La hermana del francés estaba a pocos metros de ambos magos, esperaba que no le molestará la presencia de la vampira entre ellos dos—Juv Black Lestrange, espero que estén aquí con previa invitación. Imagino que tu eres invitada de Mia, porque yo personalmente me encargué de dejarle la invitación impresa en alguna parte de su cuerpo a tu hermano —esbozando una media sonrisa en sus labios deslizaba con suavidad su mano sobre el pecho del ojicafé.


—Los invitados están por toda la mansión, pero la boda será en los jardines —desviando su vista hacia los labios de Allen, no dudó en darle una bienvenida como era debido. Tomando con su surda el rostro de esté, acariciando su labio inferior con su pulgar, acortaba la distancia que les separaba, depositando un beso coqueto en su boca saboreaba su aliento. Era el mismo que pudo sentir aquella noche sobre su anatomía, néctar que le dejo marcas que jamás desaparecerían de su piel—Te echaba de menos, ya tengo todo listo para nuestro viaje. Sólo resta ultimar algunos detalles, pero nada que nos impida irnos al terminar el enlace entre Jess y Otto —entrelazando su mano con la del Delacour, le transmitía que estaba encantada de que aceptará su insinuación de acompañarle a la boda.


—¿Desean algo de tomar?, yo muero de sed. Pero no deseo beber alcohol o algo parecido a eso, sino algo mucho más delicioso y excitante —volvía a mirar a su acompañante y a su hermana—Iremos a buscar a Mia, creo que es buena idea ponerla al tanto de la presencia de Alessandra dentro de lugar. Yo estoy aquí como parte de la familia y prima de Mia, pero no se porque, presiento que dentro de poco ese rol cambiará radicalmente. Lo puedo apostar —les ofreció ir al recibidor y de ahí al jardín—Por favor, acompáñenme. Es por aquí —sin separarse ni un instante del Delacour se mantenía unido a el tomándole de la mano.


—¿Cómo han estado?, ¿Qué tal les trata la vida?. Yo no me puedo quejar, digamos que me va de lo mejor sin duda alguna —no le gustaba hablar de su vida privada. Pero la joven que les acompañaba era la hermana de su pareja, deseaba tener una buena relación con ella y que todo fluyera sin problemas—Me imagino que Allen, no te ha contado de nosotros. Pero creo que este es un buen momento, yo estoy muy interesada en tu hermano y no creas que es un interés pasajero o banal. Lo veo como un hombre importante en mi vida, planeó pasar miles de cosas gratas a su lado, vivencias que nos dejen un delicioso sabor de boca y nos hagan sentir plenos, felices y satisfechos de estar uno cerca del otro —comentó convencida de sus palabras sin duda alguna.


No buscaba incomodar en ningún momento a Alessandra, pero la sinceridad era una cualidad destacada en la rubia—Espero que eso no te moleste, no lo tomes a mal —se sentía plena con el y nunca dejaría de demostrárselo en todo momento. El tener una nueva relación era un brío renovador para la vida de la Oclumante, simplemente la idea de tener para ella sola a Allen en París, no hizo más que despertar su lado salvaje y apasionado. Los recuerdos de aquella noche dentro de la sala de masajes, no desaparecían de su memoria y la sola idea de volver a perpetrarlos le arrancaron una risita maliciosa—Sigamos —retomaba su andar dejandole una caricia imperceptible en su mejilla al hombre que acompañaba a ambas féminas.


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Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Ya todo andaba listo Otto había visto como los elfos ordenaban todo, si era algo pequeño más que la última vez pero aun así vendría gente al encuentro. Creo que los Muggle lo llamaban boda civil por que la otra fue no civil, nose porque eso le sacaba una sonrisa a al Black mientras miraba todo por última vez ahora el demonio salía del jardín rumbo a su habitación mirando el reloj de bolsillo que tenía ya los invitados llegarían en cualquier momento y tenía que estar listo para el momento. El mago iba a su habitación donde estaba su ropa el patriarca de la Black se preguntaba para adentro como le estaría llendo a Jessie con lo del vestido aunque poniéndose lo que se ponga, estará hermosa pero la última vez rompió una ventana espero que su habitación este intacto.

 

 

El peliblanco sin tiempo que perder llegaba a su habitación, bueno la que le habían prestado para este momento importante. Otto suspiraba para ponerse manos a la obra lo que se iba poner estaba en la cama, pero antes el demonio se daría un buen baño para refrescarse un poco………….no tardó mucho en la ducha, ahora andaba mirándose en el espejo para afeitarse completamente quitándose la barba blanca que cubría su cara, luego de una última revisión el mago sonreía de oreja a oreja para salir del baño a ponerse su ropa de gala. Una hermosa tenía de negro con una corbata del mismo color con uno que otro detallito del color favorito de su esposa. Cuando se vistió se miraba en el espejo que había aun lado de la cama por ultima vez, viendo que todo anduviera en orden que todo anduviera limpio, cuando se revisó por varios minutos ahora solo se miraba a él.

 

 

Jamás pensaría que me casaría con alguien más dos veces, pero bueno no me quejo cuando las cosan es por algo. Mas si es algo que no espera que pase se disfruta más, Otto ahora salía del sitio rumbo al jardín-Vaya que hay gente-dijo el demonio mirando como andaba lleno de personas, unas conocidas otras no tanto incluso hay personas que no esperaba que anduvieran en su boda-Hola a todos-dijo amable mientras caminaba a la tarima donde seria haría oficial la unión, saludando a todos los presentes con un simple Hola como estas? O la gracias por venir, los demás les tocaba un saludo con la manos, andaba nervioso si lo andaba era normal en una situación como esta o no.

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Estaba fuera de tiempo. Y odiaba las bodas. La razón, desconocida hasta para él, simplemente sufría de una variante de claustrofobia. Miró por la ventana de su habitación, desde dónde se podía vislumbrar el portal, hecho por su madre, que llevaba a los invitados al evento al que, técnicamente, también debía asistir.

-Dame la vieja confiable, Horace. -tendió la diestra para tomar la corbata, plateada y de acabados verdosos, que le ofrecía el elfo. -Acabemos con esto.

La ajustó alrededor del cuello de la camisa azul cielo, que resaltaba sus orbes grisáceos. Se miró los pliegues de la túnica de gala, que bien habría sido mejor vista en un evento nocturno. Encogió los hombros, podría haber sido peor. Calzando sus botas de siete leguas, y asegurándose de que no se le olvidaba algo, echó a correr hacia el quiebre espacio-temporal.

-Adorable. Quizá demasiado floral para mi gusto.

Se detuvo apenas un segundo, para cerciorarse de que estaba en el lugar indicado. Aprovecharía la característica mágica de su calzado para llegar al vestidor improvisado, evitando así que fallara su misión. Estuvo tentado a ir por una bebida y olvidarse de todo, pero no. Ese día, haría un magno esfuerzo por mantenerse sobrio.

-Toc, toc. -llamó a la puerta de la pequeña edificación que la hacía de "sala de espera" para la novia. Sin esperar respuesta alguna, se asomó. -Mi elfo me dijo que necesitaban alguien para llevar a mi hermanita al altar. Supongo que me ofreceré como voluntario.

En la estancia, podía reconocer a su propia madre, Mía, acompañada de un mago que no había visto antes, pero del que no tenía el tiempo para averiguar su identidad. Además de, claro, Jessie, su hermana ¿menor, mayor? Y considerando que, Otto parecía un tanto nervioso allá afuera, lo mejor era que la ceremonia diera inicio.
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—Hace mucho tiempo —murmuró Darla ante la pregunta de Seba —hubo otra boda, Coyo-T y Alyka —miró a su alrededor tras el comentario y asintió —es verdad, lo han decorado muy luminoso.

 

La verdad es que le parecía gracioso, aunque si el Conde se apareciera seguro haría un escándalo, a él le gustaban más los tonos oscuros. Recordó las largas charlas con Gabriel Van Helsing sobre aquel castillo y sus recovecos, aunque dudaba que los futuros esposos conocieran sobre ellos.

 

—Era una de las familias de prestigio hace años, muchos se acercaban a sus puertas en busca de un hogar de alcurnia sin el peso de la historia, pero no creo que ahora tenga tantos miembros como en el pasado, no recuerdo el número amor, pero ellos estaban metidos en todas las tramas y negocios de Ottery.

 

Su mano apretó con ternura la de Seba mientras se instalaban en las sillas, algunas personas habían comenzado a cruzar el portal, manteniéndose alejadas. No le molestaba, eso les daba oportunidad de estar juntos con Seba e intercambiar algunas ideas para su propia boda. No parecía tan malo hacerlo en el jardín, aunque podía escuchar las quejas de Eros aún antes de que las emitiera.

 

Mientras estaban sentándose un elfo apareció junto a ellos y les ofreció algunas bebidas en una bandeja. La Potter Black observó un licor en una de las altas copas, reconoció el dulce aroma y la tomó entre sus dedos.

 

—Gracias —dijo al elfo que se alejó luego de una reverencia, nunca entendería cómo lograban sostener bandejas e inclinarse hasta casi limpiar el suelo con la nariz.

 

—Creo que han llegado los del SAW —susurró a su novio, aprovechando a robarle un nuevo beso mientras señalaba a la Delacour y su séquito.

 

No había transcurrido mucho tiempo cuando el novio hizo presencia en el lugar, sin poder evitarlo la Potter Black dio un suave codazo a su prometido, señalándolo. Unos segundos después pasaba a su lado saludando.

 

—Felicidades Otto —¿o eso se decía después que dieran el sí y los declararan marido y mujer? Como fuere, saludarlo lo había saludado con la mano, tal cual el mago había hecho, se le notaba a la legua un cierto nerviosismo.

 

—Tú espérame en el altar amor, no pongamos tantas cosas porque si arruinamos el jardín Eros nos mata luego de la boda —río mientras recordaba un par de ideas que tenía para decorar, nada muy complicado y todos podrían sacarse una foto allí luego si lo deseaban.

 

—¿Tienes idea de quién preside la boda? ¿y la nuestra? —por primera vez empezaba a ponerse nerviosa con la idea.

 

Quería que fuera sencilla, perfecta, nada lenta, sus votos y un sí acepto, para toda la vida. No era el sí lo que la asustaba, era el descubrir que quería que ese momento fuera perfecto y que nada lo arruinara. Miró con amor a su novio y entrelazó sus manos, como ya sintiendo el momento en que ellos dieran el sí.

 

 

@@Seba Granger

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Escuche los nombres de los que había sido la boda antes, a el lo recordaba había sido líder del bando de la orden en algún periodo al menos.


Seguí escuchando la historia que me contaba sobre el lugar y la familia dueña, suponía que ella los conocía o lo había hecho en algún momento de los largos años de vampira.


Guardé mi mano libre en el bolsillo de mi pantalon, mientras acariciaba los dedos de Darla cuando entrelazaba sus dedos.


Señale al elfo que por ahora no me apetecía nada, mientras veía al lugar que señalaba mi novia que habían llegado los del Saw, la verdad es que ya no sabía mucho de quien trabajaba en que, pero varios de los rostros eran conocidos, habían sido compañeros de bando, aunque Dennis era mucho mas que eso. Ya tendría la oportunidad luego de la ceremonia para acercarme a ella y saludarla.


Me sorprendió un poco el codazo de la Potter Black, me sobe un poco sacando mi mano del bolsillo y vi por quien lo hacía, por la pinta del chico suponía que era el novio, la verdad es que habían muchas personas que no las conocía y en cierto modo me sentía raro.


-Tu por Eros no te preocupes, yo me encargo de el, quiero que nuestra boda sea perfecta- seguí con la mirada al mago, hasta que estaba solo en el altar, esperaba que no estuviera mucho tiempo solo, no era buena la sensación y el nerviosismo era peor.


-No tengo ni idea amor, pensé tu sabías- mordí mi labio por unos segundos, creo que había mucho que hacer aun, -La nuestra pues tendremos que buscar alguien que nos conozca y sepa de nuestro amor- miré nuestras manos entrelazadas.


-¿Estas nerviosa?, mi vampirita esta nerviosa- dije sonriendo un poco, apoye mi mentón en su hombro y besé su mejilla, -Todo saldrá bien, mientras que estés a mi lado lo será-




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La Potter Black hizo una seña al elfo que antes le había acercado la copa y la dejó por la mitad sobre la bandeja tras darle un nuevo trago, si Otto ya estaba aquí era mejor dejar eso para más adelante. Aunque no podía negar que el jugo de fresas estaba rico no era tan delicioso como el que Seba le había preparado en el Kiosko, el local que compartía con su hermana. Su mente volaba tratando de relajarla de la idea de que pronto tendrían que embarcarse en aquellos mismos preparativos.

 

--Lo sé amor, pero no quiero que él se estrese y se ponga mal, se que nuestros elfos pueden compartir nuestra boda como parte de la familia, no como sirvientes --aunque aquellas palabras no eran necesarias, sabía muy bien que Seba también los veía como uno más, no como sirvientes, de hecho la Potter Black tenía pensado entregar en su boda un par de calcetines a sus tres elfos, a sabiendas que ellos se quedarían trabajando a su lado a pesar de ser elfos libres.

 

--No, la verdad no estoy segura mi vida, se que nuestra jefa ofreció el lugar, pero nada más, hace mucho no hablo con Jessie y Otto, desde que dejé Inquisidores --su mano acarició los labios de su novio y su mejilla, sonriéndole con ternura --todos han escuchado como les cuento de tí y cuánto te amo, todos conocen nuestro amor, pero creo que sí debería ser alguien que nos conozca a ambos --quedó pensativa unos segundos --no recuerdo mi relación con el clan de las sacerdotisas ¿tú crees que alguna? --no se atrevió a terminar la frase, tenía tanta nebulosa de aquella época y además tanto la habían atacado al principio, luego todo se había calmado... o eso creía... sospechaba que su prima había tenido culpa en ello.

 

Las palabras de Seba le arrancaron una sonrisa tímida y ronroneo al sentir su cálido beso en la mejilla y el calor de su cuerpo más cerca del de ella, lo abrazó por la cintura y se acurrucó a él.

 

--Solo un poco mi amor, es nuestro día --sonrió más --un nuevo aniversario para celebrar mi amor, lo sé, se que mientras estemos juntos nada puede salir mal y todo estará bien --se separó un poquito y lo miró a los ojos--Te amo con todo mi ser --y lo besó con ternura, sobre ellos el cielo iba tomando los colores de la noche y las luces comenzaban a tener más sentido, pero a la Potter Black lo único que le importaba era el hombre a su lado, su hombre, su único hombre.

 

@@Seba Granger

Editado por Darla Potter Black
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