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La Tierra de los Faraones (MM B: 113249)


Mia Zoeh
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Kira miraba a Amon Ra mientras este se acercaba observando el libro que tenía en sus manos. no le temía y sentía que ni había razón para ello, solo lo observaba con sus fríos ojos grises cuando es interrumpido por un crío que intentaba rbar un libro. Toda la atención se fue a aquel chico el cual respiraba los ultimos momentos de vida.

 

La muerte quiso eliminar a otra alma de la vida. Y así fue. Al rato el espíritu de aquel chico surgió, pero no se encontraba melancólico por haber muerto, sino que solo le importaba jugar. Aquello a Ra pareció gustarle ya que parecía que había conseguido un compañero de juegos y pensó que podría ayudarlo a divertirse.

 

Las normas de la biblioteca aparecieron entonces, pero fue poca la atención que se les dió pues hubo un intruso que parecía que esta vez había hecho una inflacción más grave. Los espíritus y todo ser que se encontraba en la biblioteca no dudó en ir a castigarla para luego reirse de esa persona gracias al bufón.

 

El fantasma nuevo parecía emocionado por aquello y aplaudió los actos de todos - jugar, jugar, jugar! -frotó sus manos y los cabellos de la chica se pusieron de punta como si hubieran estado expuestos a electricidad estética.

 

- No está mal para un principiante -rió el fraile.

 

- Que poco elegante la mujer... -fue la dama con el abanico la que apareció detrás de ella riéndose por su aspecto.

 

- Que muera ya -Seth apareció atravesando la pared asustando a la mujer por su aspecto, su cruel mirada y sus palabras.

 

La sensación que causaba todo aquello era agonizante, el frío y el terror de lo que pudiera pasar era tan grande que parecía cortar la respiración. Algo que dificultaba el pensar en cumplir la petición del bufón el cual era la única esperanza tal vez de poderse salvar.

 

- Me disgusta la gente que no viene en busca de conocimiento... -fue Cleopatra la que apareció ahora sentandose sobre la mesa del bibliotecario cruzando una pierna sobre la otra- pero démosle una oportunidad, veamos hasta donde llega su saber.

 

 

Kira seguía mientras con Darius sin moverse del sitio viendo como los espíritus iban desapareciendo uno por uno. -La Muerte está presente... -susurró. Parecía que la muerte aún no se había ido tras matar a aquel chico, lo bueno era que ya había liberado un alma, lo malo que eso no siempre la satisface. Mas la persona a la que acechaba aun tenía una oportunidad, si la convence mostrándole de que es capaz.

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-La muerte siempre está presente en la biblioteca.-

 

Insinuó el director de la biblioteca a su visitante, así como fueron desaparecieron, nuevamente regresaron la gran mayoría, lo que no regreso fue Sia, al parecer había algo que le perturbaba. Pero el propio encargado no se preocupo de la situación, dado que sabía de lo que eran capaz los fantasma, más valía alguien tenerle de amigos que de enemigos. Allí y en más ningún lugar los fantasma tenía más derechos que los vivos, dado que la vida de pues de la muerte, es algo que nadie puede doblegar, incluso los inmortales pueden llegar a tenerla, siempre existe el fin a toda historia, los que más la prolonga no quiere decir que la misma nunca acabe, simplemente añaden más capitulo a lo que ellos consideran vida, eso lo tenía claro el joven mago, dado que por su condición su longevidad era casi limitada, si moría por magos, era posible que muriera a causa de su condición, dado que para la sociedad no era muy aceptada.

 

-Pero descuida, que no siempre es así.-

 

Agrego y aunque era posible que la biblioteca no se presentaba grandes incidentes, era lo que este se refería, si era normalidad que los fantasma hicieran y deshicieran todo en cuanto a su voluntad viniera, no le fuera extraño que por muchos años ese lugar adquiriera la reputación por ser uno de lugares más visitado por los magos de las artes oscuras, dado que el uso de la nigromancia, de lo que se manejaba por las sombras, era algo que ni el ojo del encargado se encontrará vigilando siempre, dado que siempre se metía en asuntos laborales aburridos de papeleo, en pocas oportunidades se disponía a recorrer los pasillos, al menos eso era el otro director, el nuevo tenía otros planes, ya que pensaba recobrar las antiguas festividades de los fantasma, algo que se había suprimido por más de dos siglos por la comunidad mágica, a penas si admitía algunas festividades de esa interesantes seres.

 

-A veces, incluso suele verse un poco más complicado, dado que el Ministerio de Magia, suele meter sus narices, pero como nadie ve nada, nada se sabe, nada se entera, incluso nada han descubierto.- Camina y se acerca un poco más a su acompañante. –Incluso si te atreves, es capaz que puedas encontrar aquellos pasillos inexplorados, ocultos y que esconde muchos secretos, tantos como los que puede contener el mundo, hay muchos cuentos que cuenta los fantasma sobre tesoros, sobre reliquias, incluso sobre conseguir la misma muerte, por haber encontrado cierto libro, pero bueno, si el libro te elige, ni los fantasma pueden hacer algo.-

 

Por su mente solo pasaba la idea, de conocer a la otra propietaria del sitio de donde se encontraba, algo si estaba claro, que era la diferencia de criterios referente a los elfos domésticos, al parecer la dama era alguien que gustaba de tratarles como sus iguales, algo que nunca pasaría por la mente del mago egipcio, entre eso y lo que parecía las normas establecida, era posible que tuvieran conflicto, incluso si antes conocerse. Pero el mago estaba abierto a toda propuesta, a todo acuerdo, pero conocía que estos eran sus límites, que aquí su voluntad juvenil era ley, otro cuento sería la pirámide, un lugar que le fuera difícil que se le viera, ya sea por sus perjuicios o porque no tenía tiempo para que ello se diera. Trago un poco de saliva y respiro profundamente.

 

-Me puedes creer que no conozco a todos los fantasma, parecen que cada día llegan más, pero al menos consiguen un lugar donde morar, lo extraño es que los que vienen pareciera no molestarse, pero aquí entre nosotros, si existe un lugar donde se puede estudiar con tranquilidad, pero bueno, es algo complicado en llegar, dado que hay que cruzar por un laberinto. – Una sonrisa se le dibuja en el rostro. –No sé si es que me parece un laberinto, o es que lo sea, dado que a los libros le gusta cambiar de lugar, por lo que parece que todo el entorno lo hace, es muy complicado no perderse, si solo te descuida un segundo, por suerte yo tengo a Sia, quien me guía, pero los demás tienen la voluntad de cada fantasma que consiga, espero que nunca tengas que depender de los bromitas, dado que para ganar su amistad, bromas te deben gustar hacer, los demenciales no es mucho, dado que solo debe ser amante de la magia tenebrosa, los intelectuales de blanca, pero rara ocasiones ayuda a los tenebrosos, los melancólicos, pues de ello es difícil saber, dado que no más difíciles de comprender, los proféticos en cambio, pues si le caes bien, ya es mucho de admirar.-

 

@Kira~

Editado por Darius

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Vestía ropa muggle para no llamar la atención, me aparecí en el barrio más cercano y robe una moto, ya la había utilizado antes, prácticamente todas las veces que no quería usar la red, aparecerme o volar. El dueño se había quebrado hacía dos meses y la moto estaba en desuso. Me sabia los horarios del propietario, sabía a qué hora podía volver sin levantar sospechas. Me había enamorado de esa moto desde que la vi y me dedique a estudiarla BMW 800 GS negra y amarilla, inyección electrónica, velocidad de 200 km/h que ya había probado una noche, mi familia desaprobaría toda esa situación, pero ¿a quién le importaba? Me colgué bien la mochila y con un toque de mi varita el motor prendió. Me coloque el casco y me dirigí a Londres, necesitaba despejarme un poco y me había dado cuenta que manejar me ayudaba, lo asfixiante de casa me sofocaba y la velocidad me gustaba, lástima que sufría de vértigo, volar en mi escoba se había hecho una tortura.

 

Estacione en un callejón cercano al caldero y oculte la moto mediante un hechizo desilusionador. Entre al callejón Daigon, observando las tiendas y lo nuevo que podrían ofrecer después de dos días que no me había presentado.

 

Tome un helado y me senté a observar la concurrida calle, un destello dorado llamo mi atención, por fin habían abierto la tienda nueva, apure el helado, quería conocerla.

 

Unas verjas doradas daban invitación a la tienda, de lo más llamativa, “tierra de faraones” excelente temática, me adentre al lugar, la recepción era un lujoso restaurante, un patio con ¿oasis?, muy original. Pero lo que me llamo la atención fue la esfinge, la biblioteca, me hallaba en mi elemento. Lástima que no traía tantos galeons encima. Los volúmenes estaban dispersos por estanterías y por lo que pude observar a simple vista la mayoría hacia temática a lo egipcio.

 

Las librerías muggles que solía recorrer ofrecían leer en el local mientras que no se dañaran los libros, me preguntaba si aquí seria igual. Tome un grueso libro y comencé a ojearlo, pero no llamo mi atención, regrese al oasis y llame un elfo, le pedí una cerveza de mantequilla, y me senté en una de las mesas que proporcionaba por el negocio a disfrutar la tarde mientras sacaba un libro de mi mochila, total el dueño de la moto salía tarde de su rehabilitación.

 

@@Albus Severus Black

Editado por Alegna Black

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Isis

La líder de los fantasmas intelectuales con @@Alegna Black

 

“El saber no debe tener limites,

no tiene barreras, no tiene ideales.”

Darius

-Jovencita, jovencita…- Le comenta la líder de los fantasmas intelectuales. –Tenga cuidado con las páginas del libro.- allí se abanicaba un poco, mientras que su cabeza en la mano derecha comienza a flotar. -¿Qué libro busca? ¿Acaso no sabe que anda en la biblioteca? ¿Acaso piensa que es una tienda de libros? Los libros son un deleite, son un placer y si quiero yo le puedo ayudar- Su cuerpo, mientras tanto recibía la suave brisa.

 

-Mi señora, hay alguien molestando a la dueña del local.- En eso se le pone la cara de pocos amigos. –Por Morgana, donde hemos caídos.- Ella solo en sus comentarios evocaba a las grandes brujas del pasado, dado que los magos solo hablaban de los grandes hombres, pero ella no, ella solo le daba importancia a las brujas. –Entonces, tendremos que colocar orden y gracia, belleza y elegancia.- allí mirada de reojo a la fantasma que había llegado. –Anda y camina, coge una espiga, coge y vete, vete a colcar la razón.- Aquella fantasma se va.

 

-Disculpa, mi lady- se coloca rojo su rostro. –Pero no había notado que ya tenias un libro…- En eso la cabeza regresa a donde se encontraba la mano. –Soy Isis, y si quieres te puedo ayudar, descuida que en mi camino la luz se enciende en las tinieblas, incluso alguna tinieblas viene a buscar mi luz.- En eso se ríe y se tapa con su abanico japonés. –Pero que tonta soy.- Cierra el abanico. –No creo que escuchado tu nombre.- En eso observa a un fantasma bromista.

 

-No en mi presencia.- Le dice al fantasma bromista, aquel que tenía la intención de jugarle una broma a la Black, el mismo se marcha algo molesto, dado que la fantasma lo había detenido. –Vaya, que si te gusta los libros.- En eso suspira. –Esta es la cuna del saber, los galeones no son necesarios, las riquezas mundanas son para el mundo, aquí solo se brinda el conocimiento.- En eso le guiña uno de sus ojos.

 

En eso que esperaba respuesta, su vestimenta ondeaba con la brisa, al leve movimiento de su abanico la gracia se manifestaba, sus cabello impecable se mostraba, la belleza y la gracia era lo que la pudiera definir, incluso era más sabia que la propia Rowena Ravenclaw, quien de seguro alguno de su momento se paso por ese lugar, incluso Helena, el lugar era antiguo y hermoso. La tradición y la perfección. En eso le pregunta a la dama.

 

-¿Acaso conoces el libro de las grandes brujas de todos los tiempos?-

 

En ese momento, se encontraba abanicando a la bruja, dado que al parecer le daba un poco de calor, pero no era mucho, o eso suponía dado que al parecer su presencia fue muy abrupta.

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Arian

Elfo mesero

 

Ya casi había terminado de limpiar para la ama Zoeh, a la que había visto salir por la escotilla que dirigía a su oficina. La cristalería relucía, los utensilios de plata estaban recién lustrados y todo el restaurante brillaba. Estaba todo listo para que la ama Zoeh montara la fiesta de la que tanto había hablado con ellos. Me caía bien la ama Zoeh; no era como los demás magos de la comunidad, que nos trataban como basura. Ella era noble, pura, y siempre había una sonrisa plantada en su rostro para dedicarnos, sin importar cuántas horas llevase metida en su oficina.

 

-Bennet, Vic.- llamé a mis dos compañeros elfos encargados de tomar pedidos. Quería asegurarme de que todo estaba en orden y listo. No quería que la ama Zoeh estuviese decepcionada o tuviese que hacer todo apurada. -¿Está todo listo por la cocina?- pregunté y ambos elfos asintieron con la cabeza. -Bien.- en ese momento oí a alguien en el oasis, así que fui allí a tomar su pedido. Era una joven que no parecía vivir en la zona, pero aún así había ido allí a tomar algo.

 

Hice una pronunciada reverencia frente a ella y me coloqué a su orden para lo que quisiese beber. Era el primer pedido del restaurante y era algo sencillo; algo que a Eric se le daba bien. -En seguida se lo alcanzo, señorita.- le dije, hice una nueva reverencia y desaparecí. Eric y Eleonor, los elfos encargados de la barra, se encontraban discutiendo detrás de la misma. No parecía nada serio; ya estábamos acostumbrados a las peleas de aquellos dos.

 

-Eric, una cerveza de mantequilla para la señorita de fuera.- le pedí en cuanto se hizo un minuto de silencio. Eleonor desapareció con un chasquido de sus largos y finos dedos de elfo. No sabíamos a dónde iba luego de discutir con Eric, pero siempre solía desaparecer.

 

El vaso rebosaba de cerveza de mantequilla, con su característica espuma casi desbordando el vaso. Lo coloqué sobre una bandeja de plata y me desaparecí, repareciendo en el oasis junto a la nueva clienta. Le ofrecí la bandeja para que tomase el vaso de ella y me coloqué la bandeja pegada al pecho. -¿Hay algo más que le pueda ofrecer, señorita?- pregunté, atento a cualquier cosa que ella pudiese querer.

 

@@Alegna Black

 

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

 

Mía Zoeh Targaryen

Dueña del local

 

En el momento en que puse un pie dentro, comencé a sentir una energía negativa todo a mi alrededor. Aquello no era ni medio normal, ¿que esa biblioteca no llevaba abandonada años? Eso me había dicho el rematador que me la había vendido en una subasta. -Yo sabía que no debía fiarme de ese viejo- dije para mí misma mientras observaba, boquiabierta, cómo una figura espectral de un hombre anciano se elevaba en el medio de la sala. Retrocedí, tanteando la pared en busca del cuadro por el que acababa de entrar.

 

Sin embargo, todo ocurrió demasiado rápido. Una vez la figura espectral estuvo erguida frente a mí, los símbolos gravados en la pared comenzaron a desprender un brillo totalmente anormal, fuera de sí, y una voz fantasmal que pareció retumbar por todos los rincones de la habitación y de mi cabeza, pronunció la orden más directa y concreta que había oído nunca: Largo.

 

¿Qué era todo aquello? Volteé un segundo para ubicar la entrada a la oficina y me encontré súbitamente encerrada allí dentro y acorralada por un montón de fantasmas que comencé a ver una vez volví a girar la cabeza. El lobo blanco del cuadro aulló; un aullido desgarrador como si estuviese en mitad de una noche de luna llena. Temblé, sintiendo el escalofrío subirme por la médula.

 

Oía las voces de los fantasmas hablando conmigo y entre ellos, pero me sentía aturdida, perdida. Parecían querer atacarme pero sin decidirse aún; hasta que finalmente un rayo pasó cerca de mi diestra. Provenía de uno de los rincones. Tuve que dar un salto hacia la izquierda para evitarlo, y me quedé cubriéndome la cabeza con los brazos en un rincón. ¿Qué clase de locura era aquello?

 

Algo blando y húmedo me golpeó los brazos, manchando todo a mi alrededor de... ¿crema? ¿Eso era pastel? Bajé la guardia un segundo y un nuevo pastelazo, esta vez en la cara, me obligó a mirar al frente para ver de dónde venían. El fantasma de un fraile se reía de mí, a coro con los demás fantasmas, aunque éstos parecían más dispuestos a matarme que a dejarme como animal de su circo. Me limpié la cara con la manga de la camisa y me incorporé. Voy a tener que lavar esto después..., pensé, observando lo arruinada y llena de crema que estaba mi ropa. No quería ni pensar en mi cabello.

 

Aparté todos pensamientos sobre mi aspecto en ese momento cuando el fraile me instó a contar un chiste para salir de allí con vida. Comenzó a apurarme, como si no quedase tiempo para esperar por mí... y yo simplemente no podía procesar todo aquello. Abrí la boca para intentar decir algo; presentarme o defenderme de alguna forma... No había llevado mi varita; no lo había creído necesario. Además, temía qué podrían hacerme si la empuñaba. Sin embargo, antes de que algún sonido pudiese emergir de entre mis labios, oí una voz femenina muy seria y fantasmal haciendo una petición que me heló la sangre: Maten a la sangre sucia.

 

¿Sangre sucia? ¿Yo? Tragué saliva; aquello iba en serio. -¡No, no, NO! ¡Esperen!- supliqué, recostándome contra la pared que quedaba a mi espalda, sin lugar para huír. -No soy una intrusa; no quiero serlo. No vengo a invadir el sitio del Señor Darius; por el contrario, quiero conocerlo.- expliqué calmadamente. Un minuto de silencio fue seguido por las sonoras carcajadas de cada uno de los fantasmas allí presentes. No estaba funcionando, y eso me aterraba más que nada. ¿Cómo se derrotaba a un fantasma? No podías simplemente lanzarle algo pesado por la cabeza y huir aprovechando la conmoción... Eso simplemente causaría aún más risas y sería un intento fallido.

 

Ya estaba aceptando que no saldría de allí cuando un pergamino se materializó en mis manos. ¿Por qué las cosas se materializaban en mis manos? ¿Acaso el correo no llegaba a manos de mis elfos domésticos? Gruñí; no era momento de seguir rellenando papeleo del Banco. Además, si al final iba a morir o a quedar considerablemente herida, ¿para qué quería seguir con el papeleo? Sin embargo, noté que era similar al último que había recibido. Se parecía a aquella carta que me había llevado a aquél lugar.

 

Las risas de los fantasmas seguían, pero intenté concentrarme en la lectura para saber qué era aquello.

 

 

Estimada Sra. Mia Zoeh,
Por motivos ajenos me he tenido que marchar de mi despacho, por lo que no le sugiero que no entre, dado que el sistema de seguridad se encuentra activado ante todo intruso, es más sencillo en comparación con los que osan robar un libro, pero le aseguro que es eficaz. Por lo que no me hago responsable de lo que pudiera ocurrir en caso que lo activara por error, en caso de hacerlo diga el nombre de Sia, claro, ya mañana será otro. Ya sabe como es el peligro en estos últimos días.
Nota: me encuentro en la biblioteca, resolviendo un problema con los demenciales y los intelectuales, al parecer está discutiendo sobre la inmortalidad de rey cangrejo, lo que los muggles llaman: pensar sobre la inmortalidad del cangrejo. En caso que no llegue, es que me he distraído juagando con algún fantasma. Así, si ve a Ra, tenga cuidado, ya sabra como es él.
Sin más nada que decir, se despide su persona:
Darius
Director de la Biblioteca
Socio de la Tierra de los Faraones

 

 

-Maldito loco...- dije entre dientes pero lo suficientemente alto como para que cualquiera bastante cerca pudiese oírme. Bastardo. Iba a matarlo cuando lo encontrase, si es que lograba salir con vida de allí. ¿Qué clase de loco mecanismo de seguridad salido del infierno era aquél? Aunque en ese momento lo que quería era colocar mis dos manos alrededor del cuello de ese loco psicótico y apretar, sabía que era mi única forma de salir de allí con vida.

 

-¡Sia!- dije casi gritando y todo se detuvo. La energía comenzó a cesar de a poco y los fantasmas dejaron de reír. El fantasma de la mujer que había hecho la sugerencia de que me matasen se quedó mirándome fijamente. ¿Y ahora qué debía hacer? -El señor Darius acaba de comunicarme que es un error que yo esté aquí y que me dirigiese directamente a ti para hacértelo saber...- dije lo primero que se me ocurrió, blandiendo el pergamino aún apretado en mi puño. Tragué saliva y me preparé para el golpe final.

 

Pero en lugar de morir, pude oír el sonido del cuadro abriéndose detrás de mí. Miré por encima de mi hombro y allí estaba la biblioteca. No lo pensé demasiado y corrí lo más rápido que pude. Casi tropiezo un par de veces con mis propias piernas, pero no me importaba. Puse un pie fuera y sentí el alivio sobre mis hombros. El cuadro se cerró detrás de mí y me dediqué a buscar por fin a Darius.

 

-Maldito... loco... enfermo... del demonio... - dije malhumorada mientras recorría la cantidad interminable de estanterías abarrotadas de libros polvorientos de temática egipcia en su mayoría. No me iba a detener a leer los títulos de ellos; no aún. Tenía una fiesta que planear y poner en marcha, además de un escritorio lleno de papeleo por acabar y enviar, ya había perdido muchísimo tiempo intentando sobrevivir ante un montón de malditos fantasmas que estaban probablemente más locos que el propio dueño.

 

Finalmente lo encontré conversando con ¿una clienta? Era una chica joven, y parecían estar hablando de algún libro en particular. No quería interrumpirlos, pero noté que el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y sabía que no faltaba demasiado para que el Banco cerrara. Aquello no podía esperar; ya demasiado lo había hecho.

 

Me aclaré la garganta para llamar la atención del otro mago. Quería mantenerme lo suficientemente cerca de él como para no tener que gritarle, y a la vez lo suficientemente lejos como para poder contener el impulso de asesinarlo o de que pudiese hacerme algo. Si aquello de los fantasmas y esa locura eran su "mecanismo de seguridad", no quería averiguar cuáles eran sus técnicas de defensa.

 

-Buenas tardes, señor. Mi nombre es Mía Zoeh Targaryen, y dejando de lado que casi muero asesinada vilmente por una horda de fantasmas en su oficina, quería pasar a presentarme.- le dije con voz firme una vez tuve su atención. Le extendí la mano, dubitativa; ¿qué truco tendría oculto en la manga?

 

@Darius

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El demonio escuchó a Darius explicándole más cosas sobre ese lugar y sobre un laberinto que la verdad le llamó bastante la atención. Lo reconocía, la curiosidad era su mayor debilidad y sabía que sería la razón de su muerte, curioso que no sea por venganza o en una pelea. -Me gusta la presencia de la muerte... -susurró al saber que la misma se encontraba la mayoría de las veces en esa biblioteca.

 

Sin duda aquel lugar parecía estar hecho para él. Un lugar donde los muertos podían 'vivir', era curioso pero muy acogedor para él. Aunque tampoco quería verse obligado a caerle bien a alguien, nunca lo ha necesitado y si se perdía en aquel lugar sería porque el destino así lo quiso.

 

 

Los fantasmas que aun se encontraban allí desaparecieron cuando notaron que se acercaba una presencia y quira pudo notarla también sin necesidad de girar a verla. Se la notaba bastante enfadada, y por su tono irónico que dijo antes parecía que sí lo estaba. Debía de ser la intrusa de hace unos segundos, parece ser que ella no murió como el otro chico.

 

- Parece que alguien desea tu muerte... -susurró con su tono neutral, sin poder reconocer si era una advertencia o solo una ironía graciosa de lo que era obvio.

 

La gracia era que mientras la mujer hablaba, el espíritu del chico joven había parecido detrás de ella y la imitaba haciendo que decía lo mismo pero con dejes de burla, haciendo caras y muecas burlonas.

 

Editado por Sagitas
eliminación de una imagen de un concurso anterior.

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Amon Ra y sus dos acompañantes allí se encontraban quis discutiendo sobre la muerte, cuando llega una dama, este le extiende la mano, cuando llega con ellos Sia, la serpiente, e fantasma protector de la oficina del director. –Interesante.- Menciona, mientras que le extendía la mano. –Al parecer…- Escuchaba en murmullo que su antigua mascota le decía, a hacerlo se marcha, habiendo cambiado la contraseña de seguridad. –Por fin nos conocemos…- La observo con cuidado. –Bienvenida a la biblioteca, me imagino que habrá leído las reglas del lugar, simples en verdad, solo los que buscan el saber pueden entrar, es una lástima quien no lo busque, pero bueno, si no leyó las reglas, eso no hace que las evadas.- Pero no deseaba cortar con la plática de la muerte que llevaba.

 

-Si prefiere podemos hablar más tarde.- Le comenta a la señorita Zoeh, el joven se encontraba concentrado en la conversación. –Pero bueno, ya hay deberes que atender.- Suspira y se disculpa con @@Kira~ y le dice. –Ahora regreso, pero descuiden sigan la conversación, lamento interrumpirla, pero siendo vosotros expertos en la cátedra de lo que haya más de la vida, aquel lapso que no muchos valoran, como lo es la muerte, pero bueno, les dejo en su tema.- Se da vuelta y comienza a caminar lentamente. –Si puede seguirme…

 

Miro de reojo y camino por los pasillos de la biblioteca. –Anubis.- De la pared se abre un pequeño espacio, donde había una mesita con dos sillas oscuras y un sofá, varios libros e una mesa grande, y la atmosfera se respiraba deliciosas fragancias. Este ingresa en ese lugar, esperando que la dama le acompañara. –Cronos.- Antes de terminar de pronunciar el nombre, este elfo ya había aparecido. –Excelente trabajo, sigue así.- Al escuchar eso, elfo se marcha, por orden gestual de su señor. –Bien, bien…- Aparece un papel, un documento oficial. –Interesante colección de libros, el origen no importa.- Allí aparece uno de los fantasmas intelectuales. –No hace falta esas formalidades, solo necesito firmar la aprobación, saben que el conocimiento no tiene precio, además que tenemos convenios con muchas librerías en todo el mundo, por lo que los tramites son largos, pero no son algo que nos pare.- solo una leve risa, mientras que esperaba a su acompañante.

 

-Desearía algo refrescante.- Allí un bromista le escucho y no lo pudo evitar, así que un balde de agua fría le dejo caer, inclusive el balde, pero antes de caerle en cabeza, este se desaparece, el mago solo se limita a sentir la frescura del agua, al parecer algo de calor se había quitado del cuerpo, quizás no era lo que tenía en mente. Aunque, aún así funciono, pero bueno, no todo se debe encontrar muy marcado con la norma, por ello no le tomo mucha importancia.

 

-¿Por qué tardara tanto?

 

Pensó en voz alta, seguro su mente divago que se encontraba leyendo un libro, no por el contrario que era la realidad, que era que se encontraba perseguida por los demenciales, un grave error, ingresar y saber ellos que son magos de magia blanca, seguro debería mostrarle algo de fiereza o incluso algo de oscuridad, dado que no todos son de luz, no todos son de oscuridad, pero eso es algo que ella debería averiguarlo, mientras tanto el joven estudiante, se comenzó a deleitar con un libro.

 

-La muerte es el principio de todo.- Le comento Amon Ra al joven. –Esta se encuentra no muy valorado por los magos de magia blanca, piensa que al prologar la vida hace un bien, pero no ven el poder que hay en ellos, tienen miedo de lo que son capaces, no saben poder describirlo hermosos, que es sentir que el brillo fugaz de la mirada se vaya, que es sentir la sangre tibia en las menos, sobre todo, no conocen lo hermoso que es traer alguien del más allá, solo si el cuerpo se lo permite, dado que no siempre se puede hacer.

 

Por otros rumbos se encontraba el director de la biblioteca disfrutando un bebida refescante, mientras que leía su libro muy tranquilo, como si nada. Allí ve notar a @@Mia Zoeh , pero parecía algo estresada, inclusive con los nervios en punta.

 

-Al fin llega, pensaba que no me iba a seguir el paso ¿Todo bien?

 

Al mismo tiempo que lo comunicaba, Amon Ra, se encontraba con Kira

 

-Al parecer se vienen sucesos interesantes...- Le dijo el fantasam al estudiante. -Quizas, se fueron a la sala oculta. Una donde murio el fraile, luego que no consiguio que comer, ese gloton, unos dicen que fue de causa naturales, pero yo no lo creo

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Volvía de mi trabajo muggle bastante estresado.. Habían sido difícil las poquitas horas que había estado allí.. Unos clientes no cerraron un negocio y se perdieron millones. Iba de camino a casa cuando de pronto una hermosa moto paso por mi lado con gran ruido. Muchas eran mis pasiones y las motocicletas eran una! Una chica era quien la manejaba pero no le di mucho detalle sino que me enfoque en la moto. Una maquina increíble era.. BMW 800GS de un vivaz amarillo y negro. El ruido de su motor hablaba de su potencia. Solo la mochila alcance a verle la chica.

 

Una chica en moto? Vaya que chica.. ojala me la encontrara luego..- fue lo que pensé mientras me dirigía a casa. Yo también poseía una motocicleta.. Era de un azul eléctrico majestuoso. Sin más llegue a casa. Me di una deliciosa ducha que me alivio la tensión y me dio ganas de salir con mi moto al recordar a aquella extraña mujer con semejante máquina. Me vestí muy simple ese día. Solo usaba jeans desteñidos, zapatos de goma Nike, con lentes rayban platinados, camisa blanca, chaqueta abierta de jeans que hacia juego con los pantalones. Mi cabello lo engomine y sin más Salí a encender mi máquina.

De una patada la encendí y me fui. Iba manejando sin rumbo fijo cuando recordé que amigos me habían hablado de un local temático egipcio. No es que me llamen la atención las cosas del país de las pirámides pero era una excelente excusa para moverme un poco más con mi vehículo y probar toda esa potencia. Llegue al estacionamiento, estaba cercano al caldero. Me baje y camine por el callejón Diagon hasta llegar al lugar, llamado tierra de faraones.

 

Que nombre- fue lo que pensé cuando mire el letrero. Entre y vi un restaurante, camine un poco más y vi inmediatamente libros de todas calibres por doquier en una biblioteca. los libros son una de mis más grandes pasiones! Whaooo.. Una biblioteca maravillosa- fue lo que dije mientras recordaba la que tenía en casa que era mi lugar preferido. Me acerque, me quite los lentes y comencé a revisarlos. Los quería todos! Aunque no eran mi tema predilecto se veían interesantes.

 

Comencé a recorrer con mis ojos el lugar buscando alguien para que me dijera los precios o alguna información y me fije en un.. Oasis? Ese lugar tenía un oasis? Y de paso muy agradable. Camine para detallarlo y vi una chica sentada que sacaba algo de su mochila.. Espera! Esa mochila la he visto antes pero dónde??- con un chasquido de dedos recordé –la chica de la moto- mientras mis ojos se abrían un poco más.

 

Me acerque y busque una mesa muy cercana a la de la chica. Me senté en una posición lo más cerca posible y observe que pedía a un elfo una cerveza de mantequilla. Mientras oía hacer su orden le grite al elfo que me trajera lo mismo mientras fijamente observaba a la mujer. El elfo se alejó con ambos pedidos.. BMW800GS negro y amarillo, motor de alta cilindrada, alcanza casi los 200km/h.. Potentes bestias para ser manejada por una hermosa chica..- fueron mis palabras en alta vox, suficientes como para que me oyera..

 

@@Alegna Black

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Kira observó como Darius se disculpó para atender a esa chica y vió como ambos se alejaban abriendo una puerta con una contraseña, le llamó la atención poder escuchar ese nombre "Anubis", aquel era su dios egipcio favorito, y no por menos, ya que era el dios de la muerte. Dejó de prestarles atención cuando desaparecieron de su percepción y volvió su atención al espíritu.

 

La verdad es que era la primera vez en mucho tiempo que podía hablar con alguien sobre la muerte, muy pocos tenían la conciencia de ella y el poder escuchar a alguien ageno hablar bien de ella le hacía sentir algo nostálgico como cuando su abuela le empezó a contar todas esas historias hermosas sobre la muerte.

 

Lo bueno de aquel espíritu no era solo su gran conocimiento, sino que como era al que los otros espíritus más respetaban tenía casi toda la seguridad de que nadie les interrumpirían. Le gustó escuchar la opinión de aquel espíritu, pues había un punto de vista que antes no había notado, y es aquello de poder volver nacer luego de morir. Sin duda era todo un ciclo.

 

- ¿Viste el verdadero rostro de la muerte cuando fue a por tí? -le preguntó siendo un tema que le llamaba la atención, pues él nunca habiá podido ver su rostro y solo podía basarse en mitos mezclados con la ideología subjetiva de la gente- Yo solo puedo oir su voz... -para él la muerte era como una madre, alguien importante y perfecta.

 

 

-----------

 

@@Albus Severus Black @@Alegna Black

 

Mientras, en el oasis, donde se encontraban dos personas hablando, o más bien, donde uno intentaba ligar con la chica, surgió el fantasma bromista seguido del otro chico más pequeño.

 

- Creo que a este hay que bajarle algo los humos -rió Ra al tiempo que hacía aparecer una cáscara de plátano de forma que cuando dió un paso más hacia delante resbaló cayendo estrepitosamente contra el suelo.

 

- Adios profesionalidad -rió el niño que lo acompañaba.

 

- Se lo tiene merecido, mira que pensar que una chica no puede manejar cualquier cosa... -dice solo para reírse de él y que la chica se lo tomara por ese lado y se enfadara con él- seguro piensa que las mujeres son todas delicadas y no pueden hacer lo mismo que un hombre.

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Amon Ra

Antiguo líder de los demenciales, el más temido de todos

Con @Kira~

Si tienes miedo a la oscuridad,

no ingreses a ver la profundidad

de lo que hace en la verdad,

más tendría que vivir en la falsedad.”

Darius

Allí se encontraba con el joven que deseaba hablar de la muerte, este le invita a caminar por los pasillos, que le fuera a mostrar algo en especial, en caso que no le hiciera no le importaba, dado que no estaba allí para entretener, más bien el mago o bruja que gozará con su presencia, ya era un privilegio, por lo que simplemente siguió firme a donde iba, allí baja la mirada, haciendo que los fantasma que le veían a lo lejos se marchara.

 

- Horus

 

Allí del piso se comienza abrir un pasadizo, el cual lleva a las mismas catatumbas de la biblioteca, donde las sombras y la muerte esperaban a quien entraran. Por lo que una escalera en espiral de madera corroída daba a una cámara más allá de la imaginación, a cada pedazo se movería la estructura, pero esta resistiría, la madera putrefacta era solo una ilusión. Allí a cada paso que adentrara, comenzará a escucharse lamentos y gritos desesperación, donde indeterminadas números de alma en pena, vagaban por esos rumbos.

 

Allí un altar al dios Anubis se edificaba, a su lado se encontraban grabados de maldiciones y libros de alto contenido de magia oscura, donde los magos blancos tenían prohibido entrar, para ellos la escalera se colapsaría, las paredes brotaría sangre, miles de almas le molestaría, cadenas le apresarían. Dado que allí había muerto Seth en combate con espada. Sin importale, Amon Ra, quien le segui, ingresa a ese tétrico lugar.

 

-Bien has traído a uno más.- Se escucha una voz macabra y seguido de su risa de ultra tumba. –Bien Amon Ra…

Editado por Darius

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