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vs. Divied E. Potter Black


Mery Gaunt Karkarov
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¿Por qué amaba tanto caminar en la noche? Era una de las actividades favoritas de Mery, mirar las estrellas y estar solamente alumbrada por la luna.

 

Quizás y aunque amara pasear en aquel momento, la situación por lo que lo hacía no era su favorita, y es que había quedado ya con alguien para así poner en práctica sus habilidades en duelo, y no, no era nada buena en ese aspecto.

 

Mucha gente se metería con ella e incluso vivirían amenazándola por el hecho de que no estaba del todo metida en el tema de hechizos y demás, así que solía mantener aquello callado para que así nadie pudiera tener eso en su contra.

 

Había decidido ella, puesto que Divied había sido bastante convincente con el tema del duelo, mantener aquel duelo en un lugar donde todo lo que pudiera ir en su contra no estuviera. Así que, tras aparecerse con su elfo en un desierto, había caminado lo suficiente como para encontrarse envuelta en un aire frío y arena, y absolutamente nada más. La luna y las estrellas estaban en el cielo, por la izquierda la arena clara, por la derecha la misma, y totalmente igual por delante y por detrás. Así que podía mantenerse a salvo de los morphos y vitaes.

 

Acarició su barriga, su bebé parecía querer estar tranquilo para aquella situación, y eso le venía bien, no podría soportar que Thomas comenzara a patearla, perdería concentración y perdería, aunque eso último era algo que tenía ya claro.

 

A parte de su ropa interior y unas chanclas de verano, llevaba puesto un vestido gris con un estampado de helados, muy infantil, pero a la vez muy cómodo; su pelo se encontraba recogido en un moño bastante mal hecho, y no se había puesto ni una gota de maquillaje, por lo que las ojeras ocupaban casi toda la cara blanca de la chica. ¿A qué se debían las ojeras? Llevaba trabajando en su departamento sin descansar un mes, y cuando tenía el tiempo de descansar, o debía de hacer cosas en la fortaleza oscura, o debía de trabajar en Hogwarts, y si no su hijo quería molestarla; así que no había dormido nada.

 

¿Aquel de allí era su amigo? Suponía que sí, no mucha gente iría a pasear a un desierto. Su varita en todo momento había estado en su mano derecha, y ahora se encontraba bastante apretada, como si la pelirrosa quisiera partirla.

 

- Hombre, amor mío –dijo con una sonrisa en el rostro hacía el chico-. ¿Seguro que no quieres que vayamos a tomarnos unas cervezas y dejemos esta tontería para otro momento? –lo miró de manera suplicante, pero nada, no funcionó aquello.

 

Alzó su brazo derecho y apuntó directamente a Divied. No quería hacerle daño, era uno de sus mejores amigos, y eso que ella era bastante anti-social y le costaba hacer amistades. Quizás la manera en la que se conocieron fue lo que hizo que los chicos comenzaran a relacionarse, y es que Mery no era nadie conformista, era bastante exclusiva.

 

- En fin… -se encogió de hombros y se centró para que así aquello saliera de la mejor manera posible-. Fuego Maldito –no alzó la voz, ni lo dijo desesperada. Simplemente lo dijo como quien habla tranquilamente. De la punta de su varita salió una llamarada grande y rápida, la cual tomó forma de caballo y fue directa a su pobre amigo. ¿Qué pasaría si llegara a impactarle? Tendría tales quemaduras que si tardaba mucho en curarlas debería usar dos episkeys. Ojalá supiera reaccionar y no le hiciera nada grave a Divied, no podría perdonárselo jamás.

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Estaba pensando mucho esto, era una de mis grandes amigas que no quería dañar, y menos sabiendo que portaba a un bebé en su vientre. Pero había ocasiones que teníamos que practicar nuestros hechizos, además realmente estaba un poco enfadado ya que nunca me aviso de su embarazo, tuve que enterarme de la peor manera.

 

Finalmente ella había decidido el destino donde se libraría el duelo, pero algo me dejaba impactado y era que no sabía que vestimenta utilizar para la ocasión. A pesar que la bruja incluso ya me había visto en paños menores, sería algo incomodo estar así frente a ella y más que no sabía en que condiciones estaba con el padre de esa criatura, la única idea que tenía era que sería en un lugar desolado ya que no quería que nos interrumpieran de ninguna manera.

 

Por lo que de ese duelo al menos uno saldría en malas condiciones o podría ser que si se saliera de control incluso uno acabara muerto, sin duda si esto pasara al menos el otro se encargaría de que llegara hasta el LAIC para que todo siguiera como antes, por eso es que antes de librar esta batalla nos habíamos encargado de realizar un juramento inquebrantable para que nuestra amistad no saliera perjudicada por algo de esta índole.

 

Finalmente me aparecí en donde me había indicado, estaba aún un poco retirado por lo que mientras avanzaba mis sandalias de pata de gallo se hundían en la arena, era curioso que nunca estuviera en un sitio como este aun con tantos viajes que había tenido en muchas ocasiones.

 

El calor era algo fuerte, aún siendo de noche este desierto no parecía que nos diera algo de frió por lo que la camisa de tirantes era sin duda la adecuada para la ocasión, finalmente me di cuenta que estaba observando tanto a Mery a la distancia que me estaba hundiendo en la arena haciendo que llegara más arriba de mis rodillas ensuciando un poco las bermudas que llevaba.

 

Me acerque hasta quedar a unos 8 metros de ella, y escuchaba sus palabras sobre irnos a tomar algo de cervezas a otro lado - Mi amor, sabes que en tu estado no puedes consumir nada de eso verdad? - Sabía que eso no era impedimento para que ella no bebiera, pero al parecer estaba siendo un poco de distracción que no le estaría funcionando muy bien ya que vi como un caballo de fuego salía de su varita.

 

- Fortificum- Delante de mi una muralla de piedra de rió de unos 3 metros de alto y un largo de 8 metros semicircular, haciendo que de esta manera me protegiera incluso los costados por al menos un tiempo, solo me dejaba una rendija a la altura de los ojos para permitirme ver a donde atacar a la chica - tendrás que hacer algo mejor que eso pequeña - Le decía en el momento que veía como el caballo impactaba en la muralla y me dejaba intacto sin ninguna quemadura.

 

No iba a dejar que sus lindos caballos ardientes volvieran a ver la luz, por lo mismo es que apuntando a la chica pronuncie claramente - Anular Fuego Maldito - Podría ser que no le afectara mucho a la princesa que tenía frente a mí, pero sin duda al menos me ayudaría a estar seguro ya que ella no iba a poder volver a repetir Fuegos Malditos y esto me daría ventaja de cierta manera.

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Los caballos de fuego que Mery había lanzado había sido parados, obviamente, por un fortificum. Divied había sido inteligente, al menos en aquella parte, sería demasiado idi.ota si se dejara dar por aquello, y estaba claro que si había llegado a Mago Oscuro debía de saber lo que se hacía con aquello. Suspiró cansada, la verdad es que los duelos llegaban a aburrirla bastante, luchar hasta dejar moribundo o muerto a otro. Si fuera un odefo seguramente la pelirrosa estaría loca dando saltos y lanzando hechizos sin parar, pero no, no quería hacer demasiado daño a su amigo, pero debería hacerlo.

 

- ¡Silencius! -gritó justo cuando Divied comenzó a decir Anul... Ni loca iba a dejar que le anularan un hechizo, y eso por una parte la había mosqueado un poco-. Eso no se hace, es de malos amigos -frunció el ceño para después mirar la muralla.

 

¿Qué podía hacer con aquello delante. Las posibilidades eran mínimas, y ninguna era demasiado lógica y efectiva. ¿Quizás una invocación?, ¿un efecto? Ya se había comenzado a perder con aquellas cosas, y eso que acababa de empezar. Gruñó irritada y miró a los ojos del chico.

 

- Te quiero mucho Divied, incluso llegaría a decir que te amo con todas mis fuerzas, ¿sabes lo difícil que es esto para mi? -hizo un leve puchero y luego, como si una bombilla se hubiera encendido en su cabeza, sabía que hacer-. Morphos -el hechizo impactó contra la muralla, la cual comenzó a disminuir hasta convertirse en una viuda negra, una diminuta araña que cayó encima de Divied e inyectó su veneno.

 

Todo el cuerpo de Mery se descompuso, ¿estaba siendo demasiado cruel? No sabía como pero se encontraba ya vomitando justo en sus pies cubiertos de arena. Al menos no se mancharía. Cuando alzó la cabeza, con el pelo desordenado y las lágrimas cayendo por sus mejillas solo pudo ver de manera borrosa la silueta de su amigo.

 

- Perdoname Divied, te quiero millones, de verdad... -mordió su labio inferior, sorbió los mocos con su nariz y limpió con el dorso de la mano las lágrimas para así esperar a defenderse de lo próximo que Divied decidiera hacer.

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  • 4 meses más tarde...

La muralla que había creado me impedía ser atacado, pero a la vez la visión de ver a la pelirosa hermosa frente a mí. Pero vaya sorpresa al ver como estaba haciendo cada vez más pequeña hasta convertirse en una minúscula araña que cayo en mi hombro. No lo dude ni un segundo que antes de que esta lanzara mordida alguna la lance al piso y le di con mi calzado para que esta muriera con el contacto de la arena y mi sandalia.

 

- Vaya corazón no llores, tu arañita no me ha hecho nada aún. A menos que llores por ella - Le sonreí a la distancía.

 

Apuntando a la gran mujer frente a mí, y pensando a la vez en lo mucho que podría hacer sufrir a la chica que consideraba como un gran amor. Tenía que distraerme un poco de la imagen que se formaba en mi cabeza de estar sin ella.

 

- Amor que te parecer si me enseñas un poco más de tu cuerpo - Directo al vestido de la chica se dirigía mi varita - Morphos - el vestido gris con dibujos de helados comenzó a tomar una forma bastante peculiar. Veía como una boa se enroscaba al rededor del torso de Mery, impidiendo que esta pudiera respirar correctamente hasta finalmente llegar a su cuello comenzando a apresarlo para que el paso del oxigeno se complicara aun más.

 

Me dolía verla de esa manera, realmente estaba sufriendo, por lo que sería mejor terminar con esto lo más rápido posible para que no la viera sufrir de ninguna posibilidad.

 

- Perdóname amor - Nuevamente apuntaba en su dirección pero esta vez sin pronunciar ninguna palabra solo con el pensamiento - <Fuego Purpura> - Un rayo de color violeta salía en su camino que si lograba impactar con la dama le provocaría inconsciencia al menos por un tiempo. Esperaba que la chica lograra reaccionar a tiempo para que no tuviera que verla de una mala manera.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Las lágrimas caían por las mejillas de la pelirrosa. Sabía de sobra que su amigo no iba a dejarla ganar, ni mucho menos.

 

Y lo notó cuando vio que su cuerpo estaba totalmente al descubierto. Abrió su boca alucinada, ella era exhibicionista y liberal, pero no hasta tal punto y de manera tan rápida. Suspiró y cogió aire, la boa comenzaba a apretar su cuerpo y no era nada cómodo.

 

- Cariño -susurró-. Si me matas espero que no nos encontremos en el otro lado -comentó mientras le guiñaba el ojo derecho.

 

Comenzó a pensar las posibilidades de como quitarse ese animal de encima y que dejara de apretarle. Podía volverse intangible e incluso podía arrancársela ella misma, pero perdería tiempo. ¿Se hacía amiga de ella? Mientras decidía escuchó como el amor de su vida le pedía perdón pero, ¿por qué?

 

"Zancadilla" Pensó de inmediato cuando el silencio inundó a su amigo. Sabía de sobra que estaba planeando algo. Un lazo mágico ató los tobillos de Dave, el cual cayó de bruces al suelo justo cuando el efecto de una llama púrpura comenzó a salir de su varita. Por suerte para ella debido a la caía la llamarada pasó a escasos centímetros de si misma.

 

- No pensé que me quisieras matar... -susurró con pena y asfixia-. No te lo podré perdonar -comenzó a notar como su ojos se cerraban debido a la falta de oxígeno.

 

"Necrohand" pensó, sintiendo sus piernas debilitarse. Dos manos fantasmales del tamaño de un adulto salieron justo delante suya y, guiadas por la cabeza de Mery, arrancaron a la boa del cuerpo de ésta, matándola. La boa volvió a ser su vestido y, como si fuera la primera vez, cogió todo el aire que sus pulmones pudieron.

 

- Delante de mi -ordenó en voz alta a las manos, las cuales la cubrieron de frente su cuerpo-. Dave, aquí comenzó el duelo de verdad -gruñó con enfado e indignación.

 

@

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