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Castillo Karlštejn (MM: 108937)


Kutsy Stroud Lenteric
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Lo único que me provocaba en ese momento era tirarme en sus brazos y llorar como una niña pequeña, me sentía culpable e impotente nuestra empatía era tal, que casi podía sentir su propia preocupación y aquello me partía el corazón, no podía verlo así sin hacer algo para remediarlo, suspire cuando me pidió que no nos marcháramos, no estaba tan segura de que aquello fuera la mejor idea, pero no iba a darle mas motivos de preocupación huyendo de la escena del crimen y dejandole solo con aquel paquete encima.

 

 

Besó mi mejilla y aquello pareció darme mas ánimos que cualquier otra cosa en el mundo, asentí suavemente y repetí el gesto sin importarme mucho el resto, Josué giró la cabeza y nos miró, y aquel milagro pasó, sonrió dando a entender que estaba cómodo y entendía. Respiré aliviada, al menos aquel partido de Quidditch hacia traído algo bueno, aunque el final había sido poco alentador en otro aspecto.

 

 

--Esta bien...--dijo sin dejar de sonreír.-- Me caes bien Ethan...-- admitió antes de echar a correr rumbo al castillo, Ethan estaba tan sorprendido como yo, aquel gesto viniendo de mi pequeño introvertido y celoso era prácticamente un tratado de paz. Lo miré antes de abrazar a mi amor, intentando calmarme, tenia tantas emociones encontradas que sentía que pronto colapsaría.

 

 

--Vamos a casa cielo, tenemos que arreglar las cosas con tu niña...-- bese la punta de su nariz antes de murmurar--Te amo Lenteric ...- lo animé mientras tomados de la mano volvíamos al castillo.

 

...

 

 

En el Castillo las cosas estaban en aparente calma, con la novedad de que Haydie estaba ya entre nosotros, mi adorada elfina estaba parada en la puerta del salón contemplando a las niñas que seguían entre risas probando peinados y sombreros, Josué estaba en uno de los sillones cercanos a ellas, relatandoles su reciente aventura. Aquella imagen me animó un poco, esperando que las cosas pudieran continuar así, no quería perderme todo aquello, de verdad deseaba con toda mi alma no perder aquello.

 

 

--Akra...--Me saludó con una reverencia, sonreí, pero igualmente sus ojos redondos me taladraron, demonios a veces me sentía tan transparente ante ella, negué suavemente, ya habría tiempo para contarle lo sucedido.

 

 

--Haydie el es Ethan...--dije señalando al mago a mi lado-- De quien tanto te he hablado...--complete mientras ella le regalaba una reverencia educada.

 

 

--Haydie esta honrada en conocerle monsieur...--le saludó con aquellos perfectos modales, Ethan sonrió, sabia que como yo consideraba, mas familia que empleados.

 

 

--Ve, por favor, no te preocupes por nosotros, me quedare aquí con las niñas-- Indique a Ethan, que parecía estar muy preocupado-- Todo estará bien...--intente convencerlo, y a mi misma de que así seria. Apreté su mano y le regalé una ultima sonrisa antes de que se perdiera fuera del salón.-- Josué ve a asearte mi amor, que Haydie te acompañe...-- indique a mi niño que parecía no tener mucha intención de hacerlo --Ve con el querida, por favor...-- Haydie obedientemente extendió su mano hacia Josué que asintió obediente mi pedido, bese su frente antes de decirle--Te amo mi niño, gracias...--me abrazó tan efusivamente que apenas pude contener el llanto, demonios estaba demasiado sensible.

 

 

Igualmente se marcharon dejándome sola con las niñas, me quede parada aun en el umbral, debatiéndome entre esconderme en mi habitación o quedarme ahí y hacer frente a lo que estuviera por venir, respire profundamente dándome fuerza, yo era una Lestrange, los Lestrange no nos dejábamos caer así de fácil, luchábamos por lo que amábamos y yo amaba a Ethan, no iba a dejarle solo después de que este caos se había armado por mi imprudencia, tenia que estar ahí para el, ser fuerte y valiente, confiar, tenia que demostrarle a el y su familia aquello, que lo amaba y que solo quería hacerlo feliz y que mejor manera que así, conviviendo con ellos.

 

 

--¿Puedo jugar con ustedes?--Pregunté atrayendo su atención, mientras me quitaba los guantes y el abrigo. La primera en reaccionar fue Nadime obviamente, sonrió y extendió su mano ofreciéndome uno de los cepillos, Emma asintió sonriendo y la pequeña Dali simplemente me miró, les devolví la sonrisa y me acerqué hasta sentarme en la alfombra justo tras la mas pequeña, sabia que especialmente de ella tenia que ganarme su confianza.

 

 

--Tienes un pelo muy lindo...-- le dije, mientras se removía un poco.

 

 

--Mami es buena con los peinados...-- le informó Nadime que para aquellas alturas se había echado en la bolsa a la mas pequeña de los Lenteric, que con aquella recomendación de su nueva amiga pareció relajarse.

 

 

--Oh si, soy experta en alto peinado-- dije sin dejar de sonreír mostrando seguridad, no quería trasmitirle mis nervios a la pequeña, Dali giró su cabeza clavando aquellos ojos oscuros iguales a los de su padre en mi, eran tan parecidos que me resulto imposible no quererla, sonreí nuevamente y finalmente lo conseguí me devolvió una tímida sonrisa que en aquel momento me supo a gloria.

Editado por Sol Lestrange Black R

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-¿Pero que le pasa al mundo, abuelo? No puedo llegar a mi hogar tranquilamente porque me juzgan de manera brutal con la mirada. Que descaro...- Dijo Annelisse a Needles mientras él daba confort a su espalda después de darle un té de hierbas frescas.

 

-Mi niña, madame Lestrange no te conoce. Quizá fue una confusión, tienes que dejar el rencor atrás... se que es difícil pero al menos inténtalo por tu padre, han sido meses complicados para él y ... bueno, en realidad para toda la familia.- Comentó Needles antes de soltar un suspiro hondo, alisó una arruga en su caftan otomano color lapislazuli y desvió la mirada a la ventana.

 

Con paso firme y manteniendo las manos en su espalda, Needles miró hacia afuera fijando su vista en la ventisca que hacía mecer las hojas de los árboles. Pensó en todo lo que había vivido hasta ese momento y lo mucho que cuidaba de Ethan, si, lo veía como un hijo al que siempre procuraba darle el mejor consejo y las mejores enseñanzas sin embargo a la hora de tomar decisiones le daba total libertad. Esa misma libertad, creía Needles, que le hacía daño a su amo al no saber controlar ciertas situaciones sobre todo al tratarse de mujeres.

 

Needles se encontraba furioso pero parecía en calma, eso era mucho peor.

 

-No quiero verlo, actuó como si nada hubiera pasado...- La mirada de Anne permanecía en el té sin siquiera probarlo, ahora sus palabras no eran de enojo, eran más enfocadas al dolor y cuando escuchó la puerta supo que era su padre sin embargo no alzó la mirada.

 

 

Ethan Lenteric

Era un alivio el que Josué le dijera aquello, sonrió débilmente y lo observó correr hacia la entrada. En realidad se sentía mal por lo que había acontecido pero no podía hacer mucho más de lo ya intentado, desconocía ese arrebato en Anne pero lo comprendía y algo le decía que no sería fácil el enmendar aquel caos.

 

Dio la bienvenida a Haydie al castillo apenas prestando atención a su entorno, no quería ser descortés pero en ese momento solo le importaba su hija. En silencio se dirigió al salón del piano en donde seguramente ella se encontraba, de Emilia había aprendido el tocar melodías clásicas y era para ella como una obsesión el encontrarse cerca de dicho instrumento tanto que antes de su llegada al mundo mágico el piano no se encontraba en esa sala. Abrió la puerta y pudo verla tomando una taza de té, Needles se encontraba de frente a la ventana mirando hacia afuera en silencio. Definitivamente algo iba mal.

 

-Annelisse... hija mía, lamento mucho lo ocurrido. Sol se siente muy mal por haberte contestado de esa manera, no justifico su reacción pero por favor inténtalo de nuevo con ella ¿si?- Dijo Ethan tomando asiento junto a ella y acarició su cabello suavemente.

 

Needles apareció junto a él y sin decir nada abofeteó su mejilla izquierda, Anne inhaló aire de golpe por la sorpresa pero el elfo se mantuvo en silencio mirándolo a él.

 

-Que descaro el tuyo Amílcar, no te atrevas a pronunciar alguna otra palabra hacia mi niña. Vergüenza te debería de dar el pedir otra oportunidad en lugar de preguntarle como ha estado después de tanto tiempo de no verla. Largo de aquí muchachito insensato, estoy demasiado viejo y furioso como para verte a la cara.- Sentenció Needles antes de sentir como un nudo se apretaba en su garganta, vio a Ethan marcharse y solo atinó a abrazar a Annelisse quien ya no pudo contener su llanto y recibió el confort de quien consideraba su abuelo.

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Seguía en el salón principal con las niñas, pero definitivamente mi mente y corazón estaban en otro lugar a unas cuantas puertas, mi mente viajaba del mejor al peor escenario a velocidades sorprendente creando diferentes historias alternativas en donde pasaba de todo, estaba nerviosa, no podía estarme quieta mientras cepillaba el cabello de Dali suavemente.

 

 

El ruido de pasos me hizo dar un respingo, aquello era buena señal o tal vez la peor, era demasiado rápido para que hubiera arreglado las cosas tomando en cuenta la reacción que había visto en Annelisse, mi estómago se encogió cuando vi pasar a Ethan con paso apresurado hacia la salida, definitivamente aquello no era bueno.

 

 

Intercambié una mirada con Haydie que había vuelto tras dejar a Josué en el cuarto de baño, aun sin tener detalles sabía que algo no estaba bien, se podía sentir en el ambiente, incluso a veces pensaba que podía leer mis pensamientos, con un gesto de la cabeza me indico que le siguiera, se acercó a mí y me pidió el cepillo para seguir con mi labor.

 

 

--Ya vuelvo preciosas…-- indiqué a las niñas antes de ponerme de pie y salir tras los pasos de Ethan. No tuve que ir demasiado lejos, apenas salí del castillo pude encontrarlo entre los arboles de aquel enorme y perfecto jardín, apenas me percate del frío, no me había detenido a tomar mi abrigo, apenas tenía aquel suéter de cuello alto, pero poco o nada me importaba.

 

 

Caminé hacia el preocupada, no podía ver su gesto, estaba de espaldas, pero casi podía sentir su esencia triste y consternada, aquello me estrujo el corazón, era mi culpa, y esa idea me hacía sentirme totalmente responsable, tenía que hacer algo y pronto.

 

 

--Ethan…--dije cuando estuve lo suficientemente cerca, no parecía haberse percatado de mi presencia, ya que la nieve amortiguaba el ruido de mis pasos. Giró la cabeza y no tuvo que decirme nada más, su semblante decía más que cualquier palabra, su mirada era la misma que cuando lo conocí, con aquel halo de tristeza.No supe que hacer, quería abrazarlo e intentar consolarlo, pero el peso de mi culpa parecía no dejarme dar un solo paso, me mordí los labios y sin decirle una sola palabra di media vuelta y volví al castillo.

 

 

Tenía que hacer algo ya, aquel lío se había armado por mi culpa y yo tenía que arreglarlo a como diera lugar. No sabía a donde tenía que ir, pero así tuviera que recorrer el castillo completo encontraría a Annelisse y le explicaría, o al menos eso intentaría, tenía que disculparme e intentar al menos que dejara de culpar a su padre, aunque en el camino recayera en mí su desprecio.

 

 

No tarde mucho en encontrarla, en otro de los salones estaba aquella escena que termino por partirme el corazón, la puerta estaba abierta, por lo que solo tenía que entrar, pero me sentía tan avergonzada y culpable que no me atrevía a intervenir, pero así mismo una voz interior me decía que no había otra manera, que si era necesario afrontaría sus reclamos con tal de enmendar aquella primera mala impresión. Respiré profundamente y llamé un par de veces en la puerta abierta haciéndome notar, la joven bruja lloraba en los amorosos brazos de Needles. Ambos giraron hacia la puerta donde yo estaba.

 

 

--¿Puedo pasar? –pregunté de manera sumisa frotándome las manos con nerviosismo, en ese momento el frío de todo el invierno recayó en mí. –Discúlpame por favor, necesito hablar contigo, no es justo que por mi culpa tengas problemas con tu padre, por favor escúchame y después me iré y los dejare tranquilos…

 

 

Su mirada era fría, y parecía querer desaparecerme del mundo, reconocía en ella tantos gestos de su padre. Entendía perfectamente su actitud, no era fácil llegar y encontrarte con que tu padre hace tan poco había terminado con tu madre tuviera a alguien más, y menos si tomábamos en cuentas las circunstancias poco afortunadas en las que aquel encuentro se había dado.

 

 

--Solo un momento, por favor te lo pido con toda la humildad del mundo Annelisse, escúchame y después te prometo que haré lo que tu quieras…--Suplique con un nudo en la garganta, esperando su reacción.

 

 

Hablamos por un rato, intente explicar las cosas de la mejor manera, no tenia mucha justificación, pero lo intente en los mejores términos cuando hube terminado la charla le regale una tímida sonrisa esperando que aquello hubiera al menos calmado sus ánimos en contra de Ethan, que al final era lo único que importaba.

 

 

--Espero que puedas hablar con tu padre, y que arreglen las cosas, yo me marcho ya mismo con mis hijos, gracias por escucharme, y de verdad me disculpo por este mal momento.

 

 

Salí de aquel salón, me dirigí a la sala donde estaban ya Nadime y Josué, los miré un segundo y parecieron entender aquella triste mirada en mi, les di una media sonrisa, y ambos se pusieron de pie.

 

 

--Fue un gusto conocerles pequeñas, son indudablemente hermosas, Emma, Dali...hasta luego...

 

 

Tome la mano de mis hijos y juntos dejamos aquel castillo...

 

 

@@Ethan Lenteric

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  • 4 semanas más tarde...

La confusión se entremezclaba con la adrenalina de forma tal que nerviosa, avanzaba por aquel espeso follaje que protegía a la vez que daba la bienvenida a los terrenos de la familia Lenteric. Pocas horas antes, en Baker Street, había despertado con los dedos temblorosos, la respiración entrecortada y el cuerpo sudoroso, sin poder recordar que había estado soñando. La marca de la maldición que llevaba en el pecho ardía con intensidad, y era eso lo que me había llevado a ver a la única persona que podía saber como ayudarme.

 

Ethan.

 

Los días desde la última vez que nos habíamos visto habían sido tranquilos, aun cuando nadie tenía todavía una explicación a la súbita desaparición de los poderes de la Orden (y se rumoraba que también de la marca tenebrosa). Dedicada a los compromisos familiares y amicales, había tratado de no pensar, ni indagar mucho más sobre el asunto, pero ahora, intranquila como estaba, el asunto volvía a rondarme con fuerza.

 

Era también extraño volver allí, sobre todo cuando recordaba cuán diferente había sido mi última visita.

 

Pero ¿cuándo había sido eso?

 

Los dedos volvieron a temblar, y de pronto, la preocupación se extendió ¿por qué no recordaba?

 

De pie frente a la puerta del Castillo de los Lenteric, respiré hondo y toqué con fuerza, como si eso fuera a darme, las respuestas que no encontraba.

 

@@Ethan Lenteric

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Acostar a sus hijas a dormir era todo un reto, ambas tenían una energía increíble y él a pesar de estar en buenas condiciones parecía cada noche más cansado. Ni siquiera la ayuda de Kutsy esos días parecía suficiente, cuando llegaba la hora de acostarse a dormir intentaba quedarse despierto charlando con ella sin embargo el sueño podía más y así solo le quedaba disculparse al otro día por haber cedido a su cansancio. Habían sido días caóticos, su familia volvía a estar unida aunque no del todo y esa situación lo ponía en "jaque" al preguntarse que pasaría con ellos después.

 

Justamente esa noche fue sumamente difícil hacer que Emma se durmiera, la pequeña de rubios cabellos mencionaba una y otra vez que él corría peligro y que se negaba a dejarlo. Ethan sabía que Emma era dotada en algunas habilidades de clarividencia sin embargo esa noche lo tomaba más bien como un capricho de su hija el que no se quisiera alejar de él. Después de dormirla en sus brazos la acomodó en su cama y dio un beso a su frente como de costumbre, salió de la habitación y fue hasta la suya en donde Kutsy leía atentamente sobre el cosmos; la miró en silencio y decidió recostarse en la cama sin perderla de vista. Cuando estaba a punto de comentarle algo apareció Needles su elfo doméstico tocando su puerta.

 

Se puso de pie y al abrir el elfo alzó la vista para poder verlo.》Te buscan en el recibidor, es la señorita Evans.《 Comentó Needles con su voz grave antes de desaparecer en el oscuro pasillo.

 

Sin perder tiempo el castaño bajó hasta el recibidor en donde pudo verla, se notaba más pálida que de costumbre y de inmediato supo que algo andaba mal.

 

-Hey... ¿que pasa? ¿estás bien?-Preguntó tomándola en un abrazo esperando que con ese gesto se disipara un poco de su estrés.

 

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Needles abrió la puerta, y tras comentarle que por favor buscara a Ethan y (abusando de su confianza) evitara comentarte a Kutsy de mi llegada, me quedé en el recibidor observándolo todo.

 

Una vez allí, eran navidades, y me había reunido con mucha gente, las risas de algunos de ellos eran un eco en mi mente que se repetía. Pero sin imágenes sino solo un blanco. El olvido era blanco.

 

Cuando Ethan apareció en la estancia, avancé hasta él y correspondí a su abrazo, reclinándome ligeramente en su pecho. Estaba tan cálido que por un momento deseé que solo permaneciéramos así. Olía a madreselva y un olor más frutal que reconocí como el perfume de Emma. El sonido de su corazón era rítmico, pero estaba segura que sus latidos se habían acelerado ligeramente.

 

- Perdona que te molestara a estas horas, y que le diera esa rara instrucción a Needless- comencé a decirle mientras lentamente deshacía el abrazo- pero creo que eres la única persona que puede ayudarme ahora.

 

Del morral, que siempre llevaba conmigo, saqué un pequeño trozo de pergamino y se lo tendí.

 

Unas pocas palabras habían sido escritas.

 

El destructor de los caminos

se acerca sigiloso

Y llevará consigo,

todo lo que valoras.

La noche de luna llena,

y hasta que resplandezca la aurora.

Despierta soñadora,

Ya no hay marcha atrás

El conteo ha comenzado ahora

1,2,3...

 

- No sé si llamarlo profecía. Pero desde ese momento, de a pocos, he comenzado a olvidar Ethan. Y la marca en mi pecho dejada por Stolas no ha dejado de arder.

 

@@Ethan Lenteric

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Un abrazo de la persona indicada podía curar muchos males, su energía parecía haber sido restablecida aunque quizá solo se tratara de la adrenalina. Si bien Bel no era una persona de visitas sociales a su castillo, sabía que esa noche era más un grito de ayuda que un antojo por tener una charla nocturna. No podía dejar de pensar en las múltiples amenazas que rondaban a la Evans, se le venían a la mente cosas casi inverosímiles que le provocaban un terror que helaba los huesos y al separarse del abrazo tuvo que aparentar calma con todas sus fuerzas.

 

-No te preocupes, no iba a dormir todavía.-Estaba seguro de que Needles había encontrado la manera de no alertar a Kutsy quizá diciéndole que Ethan había salido despavorido por cuestiones laborales.

 

Al tomar el pergamino que Bel le tendía leyó este con suma atención un par de veces, podía notar en las palabras una especie de acertijo y todo quedó más claro con las palabras de ella.

 

-Stolas es amante de los juegos intrincados de palabras, trampas para la mente. Si no me equivoco todo quiere decir que desde esta noche hasta el amanecer tus memorias corren peligro, es importante rescatar tu esencia o...-No se atrevió a decir nada más, sus labios se fruncieron ante la idea de perderla y tuvo que respirar profundamente para continuar.

 

-¿Tienes idea de donde podrían comenzar tus recuerdos? Ten en cuenta que los recuerdos se dan por lugares, situaciones y personas. Quizá si logramos los suficientes, la profecía no se cumpla... A menos que... la maldición arrastre a más de uno.-Dijo sabiendo de antemano el peligro que conllevaba el aventurarse de esa manera justamente en la noche, cuando la oscuridad cobra más poder.

 

Mordió su propio labio inferior y desapareció de su lado un par de segundos, cuando volvió traía consigo un frasco pequeño con un líquido verde botella translúcido. Se lo entregó y llamó a Needles con un chasquido, el elfo apareció ya con un abrigo en las manos que entregó al demonio.

 

-Bébelo, es un brebaje que calmará el ardor de la maldición aunque debo confesar que es en extremo dulce.-Comunicó a ella mientras se acomodaba el abrigo negro y abrochaba a su vez los botones de este.

 

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- Supongo que esto es el precio que una humana debe pagar, por intentar meterse con fuerzas que no conoce- sonreí con tristeza mientras recibía la poción y la tomaba de porrazo- te da una perspectiva de tu lugar en el mundo.

 

Él había dicho que la bebida era dulce, y efectivamente, al pasarlo era como tomar miel pura, algo espesa y tan dulce que raspaba la garganta. No pude evitar arrugar la nariz mientras la tomaba.

 

- Miel de saúco y eucalipto, ajenjo y almibar de durazno- recité tras terminarlo, notando como aquel don otorgado por Stolas que me permitía reconocer al instante los ingredientes se manifestaba en el acto- no es la mezcla en sí, sino el tiempo en que fueron cosechados lo que les ha dado su inusual poder.

 

Recuerdos. Intenté centrarme y cerré los ojos unos momentos, buscando aquellos lugares que podían ser significativos. Varios lugares de la Orden vinieron a mi mente, pero ya no tenía forma de volver a ellos así que pasé enseguida a pensar en los otros. Aun si fallaba...tenía que intentarlo, especialmente por lo que él había mencionado de que quizá no solo yo corría riesgo sino también él.

 

- Haremos esto juntos, pero escúchame bien, porque no voy a repetirlo- observándole con fijeza le tomé de los hombros- sin importar lo que suceda, no permitiré que te suceda nada malo. No pasamos tanto tiempo sin saber qué éramos y el vínculo que compartíamos...para solo dejar a tus niñas hermosas sin un padre.

 

Había llegado perdida allí, pero ahora con su ayuda al menos tenía un propósito para esa noche. Tomé la libreta, que en su tiempo había utilizado para los casos en Baker, y entonces, fue ese el primer lugar que acudió a mi cabeza.

 

- Mis familias y un negocio especial. Si tengo que pensar en sitios donde tenga recuerdos, ellos concentran buena parte de ellos. Fue en el negocio donde además tuve ese sueño que no puedo recordar, así que, empezaremos por allí. ¡Mrs. H tiene además prepara un excelente té!

 

Debía ser la poción, pero el temblor había cedido y en su lugar, algo de optimismo se había impregnado. "Ah, por eso era tan dulce" pensé, sonriente, y tomando la mano de Ethan, avancé hacia las afueras del Castillo para ir rumbo a nuestra primera parada. Ya no le temía al olvido como antes, al menos eso podía agradecerle a Rosália, la arcana de Legerimancia, pero también sabía que ellos configuraban una parte de mí, una parte que no quería perder. Aun si los recuerdos no eran todos buenos, ni todos agradables, me habían ayudado a ser la persona que era.

 

@@Ethan Lenteric

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  • 9 meses más tarde...

 

 

¿Cuantas veces había entrado en ese castillo para intentar ser feliz incluso si su propia melancolia no la dejaba? Los copos de nieve se arremolinaban en la ventana invitandola a conocer cuan rapido podrian enfriarla si se atrevia a abrir aquellas enormes ventanas que decoraban su habitación en el castillo de Ethan. Los años que los unian eran tan amplios como los cambios que habían tenido las ciudades que hoy en día habían perdido sus calles adoquinadas dando paso al asfalto, para un demonio el tiempo es tan efimero como la vida de una pompa de jabon.

 

Pestañeo quedamente mientras los recuerdos de la decada pasada se pasaban por su mente como fantasmas hacíendo un recuento de lo perdido y de lo ganado, su hija seguia estudiando en Londres, Annabeth Malraux tan parecida a ella como diferente en sus personalidades, luego de años entendio que jamas podría envejecer, que se quedaria congelada como ella misma en el tiempo aparentando 25 años incluso cuando ya tenia dos siglos caminando entre los mortales. Los recuerdos de las noches que buscando consuelo en la cantina de pascal bebia hasta que el dolor menguaba, buscando calor en labios ajenos que no la llenaban y que al llegar el día solo serían extraños a los que sumaria a un lista de melancolias que la acompañaban durante la eternidad.

 

Los recuerdos de aquella boda que la partio en dos volvian a ella. Su infancia había sido dura y en una Francia que apenas inciaba en el modernismo, donde los bailes de sociedad y la aristocracia se hacían presente, en donde las faldas amplias y bailes de salón reinaban, ella había conseguido paz a su vida tan solitaría y llena de reglas en las tardes que Ethan la secuestraba para enseñarle sobre el mundo que ella soñaba con conocer. El joven heredero del imperio otomano era su fiel compañero en las caminatas por el parque, bajo aquel enorme olmo donde el la hacía soñar con paises del oriente, con gitanos y viajes magnificos; poco a poco sin darse cuenta ambos forjaron ese lazo que la misma sociedad se encargo de romper en el momento que el tuvo que partir.

 

los años se volvieron un siglo y luego otro cuando la vida los junto de nuevo en el ministerio magico donde ella trabajaba, verlo fue como renacer aquello que había jurado a si misma enterrar despues de siglos de tristezas por un amor y un amigo perdidos, pero como una piedra tan dura el destino los separo una vez mas. La boda de Ethan había sido el factor desencadenante para que ella regresara a aquella vida de la que pretendia escapar antes de encontrarlo; fiestas alcohol y olvido era lo que buscaba la pelirroja, su hija ya era una mujer y quien las viera podria jurar que eran hermanas asi que nadíe podria juzgarla.

 

volvio a pestañear llevandose a los labios aquella copa de vino de había servido distraida escuchando la voz del silencio que la rodeaba, el viento soplaba fuerte fuera en aquella ventisca de invierno; ahora todo era diferente, el destino les había permitido ser felices aunque incluso despues de haber caido en la realidad de los hechos ella dudaba. Fueron tantas las noches que se desperto llorando sin el que ahora verle a su lado era algo increible.

 

Sonrio mientras se giraba caminando a la salida de su habitación, Ethan como siempre se encontraba en su despacho leyendo, aun cuando lo miraba el amor y la admiración que sentia por el seguian allí.

 

- Espero no estes ocupado mi amor-

 

susurro mientras se apoyaba en el marco de la puerta mirandole con una sonrisa, esos ojos oscuros podían llevarla al cielo y al infierno, y sus labios eran lo que necesitaba para alejar ese vacio que solia llenarla.

 

- Espero no te moleste, hoy vendran annabeth y anneliesse a cenar con nosotros-

 

 

 

 

 

 

 

 

@@Ethan Lenteric

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  • 2 meses más tarde...

Tiempo de cambios, así lo había predicho su oráculo desde la víspera pasada y en aquel momento no había sentido que así fuese hasta que todo comenzó a tomar rumbo. El ahora estar con Emilia parecía un sueño del que no quería despertar, les había tomado demasiado esfuerzo el encontrarse como para perderse sin más de un momento a otro. Anteriormente ya la había perdido y se había jurado no volver a hacerlo.

 

Su vida ahora se limitaba al estudio de la alquimia y se dedicaba a realizar tutorías de pociones a los alumnos que iban mal en esa materia de Hogwarts, eso lo llenaba de vida ya que siempre habían sido su pasión los brebajes poderosos; tan poderosos como la muerte misma y a la vez tan gloriosos como la suerte más enorme del mundo. Astaroth se encontraba en armonía con él, había comprendido que el final había llegado a su propia historia de amor y ahora dejaba que Ethan tomara las riendas dentro de ese plano.

 

Muchas veces en las noches mientras Emilia dormía a su lado se preguntaba si no había tardado demasiado y la respuesta era a veces mala y otras veces buena, no podía evitar el culparse por ciertos momentos que lo habían alejado de ella sin embargo sus hijos eran lo único rescatable de ese inmenso amor pasado.

 

Demian ahora se había enfrascado en una aventura de conocimiento en las ruinas del antiguo Egipto, se comunicaba casi diario con él para explicarle sus hallazgos y no dejaba de recalcarle a su hijo lo orgulloso que estaba de él en cada oportunidad. Las niñas más pequeñas eran su fuente de alegría, pasaban el día jugando y aprendiendo de las costumbres francesas con Emi e incluso Emma ahora hablaba francés con una soltura impecable.

 

No podía pedir más, vivían bien y en paz también con Anne quién se había mudado con ellos recientemente pero a quien todavía dominaban los celos de hija ya que se le hacía un poco incómodo que su tía Emilia ahora fuese su madrastra. Poco a poco, Anne dejaba atrás esa incomodidad y eso lo agradecía Ethan en silencio. Ahora ella se encontraba de viaje con la hija de Emilia, Annabeth y no tenían fecha de regreso aún.

 

Esa tarde de nevada se encontraba en su estudio como siempre a esas horas, el té de hierbas aún emitía vapor y solo el tic tac del reloj se escuchaba junto con el movimiento de las páginas al cambiarlas. Cuando escuchó a Emilia entrar alzó la vista dejando su libro a un lado y sonrió ampliamente a ella.

 

—¿Molestarme? Para nada, me alegra que ya hayan vuelto. ¿Llegaran a instalarse al castillo o aún no lo deciden?—

 

Preguntó Ethan antes de ponerse de pie y caminar con esa elegancia nata hacia su amada a quién tomó de la mano fijando su mirada en la de ella.

 

@@Emilia Malraux

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