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• Moody • (MM B: 109061)


Ellie Moody
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Richard Moody

 

-¿Te refieres a mis poderes? -susurró alzando una ceja. Había captado la idea al vuelo pero creía haber atrapado el pez correcto.

 

Rara vez magos y brujas en Ottery preguntaban sin esperar conseguir alguna cosa con la respuesta. Se sintió tentado de decir mucho más, como apenas acababa de suceder pero por segunda vez el hábito pudo con él. Estaba demasiado acostumbrado a guardarse las cosas así que sus respuestas terminaban por ser escuetas.

 

-Poseo dos poderes -explicó alzando el índice y el dedo medio con aquella expresión vacía de nuevo. Ya no era reticencia lo que lo detenía si no la necesidad de callarse luego de haber hablado demasiado-. Primero, soy capaz de "cambiar" de cuerpos -arrugó el entrecejo, era una manera vulgar de explicarlo pero sin duda la más rápida-. Segundo, tengo demasiado poder mágico y es inestable en grado sumo. Ninguna varita es capaz de canalizarlo, por lo que solían decirme que mi poder era arruinar la magia -la miraba ahora directo a los ojos y tenía los dedos alzados como si hiciera la señal de la paz aunque en realidad finalizaba su conteo-. He aprendido a manejar la magia sin varita de un maestro en Uagadou, gracias a Pandora, pero quizá lo que me decían tenga algo de cierto y pueda arruinarla... no lo sé. Ambas habilidades están ligadas y tu puedes usar una varita... así que lo más probable es que no, pero nunca lo has intentado así que aún existe una exigua posibilidad de que lo tengas.

 

Athena no había sido la única hija que había tenido pero sí la única a la que había seguido el rastro por largos períodos y a la que había podido volver a encontrar luego de haber perdido toda esperanza.

 

-Tienes los rizos -añadió señalándolos con su taza y otro suspiro, a la par que dejaba atisbar su vieja sonrisa ladeada.

 

Ante la pregunta de su madre permaneció en silencio largo rato. De hecho, pasaron por lo menos diez minutos sin que dijera palabra, mientras se dedicaba a comer y a hacer sobrevolar pequeñas cosas que agolpaba frente a su hija para distraerla, como panecillos, caramelos e incluso un nuevo disco que puso en la victrola. Era una de sus sonatas para piano favoritas, de Schubert, D. 845 in A minor. Luego, tomó su tercera taza de té y, por fin, volvió a hablar cuando se sentía ya más descansado.

 

-Tu madre era una mujer sensible -era difícil decirle que recordaba poco de ella, así que no lo hizo-. Le oculté la verdad todo el tiempo que pude hasta que lo descubrió. Entonces desaparecí y ella me odió por eso.

 

Se preguntaba si había sido realmente eso ¿habría venido con él si se lo hubiera preguntado? Quería creer que sí y no que lo había odiado desde el momento mismo en que supo la verdad. Era gracioso pensarlo pero la mirada de curiosidad, aquel brillo en los ojos de Athena no era de su madre. Oh, no, él reconocía ese brillo y sabía que ella había superado ya la revelación y que su mente trabajaba ahora en asuntos más interesantes; eso le gustó, demostraba que no había quedado estancada en el prejuicio causado por el horror, a diferencia de su madre. Athena quizá, aunque no lo sospechara, tenía más de él de lo que podía parecer a simple vista.

 

-¿Más preguntas? -dijo entonces estirando el dedo meñique y cruzando una pierna mientras volvía a alzar su taza de té. Había imitado con tal precisión el acento y los ademanes de las brujas inglesas de familias estiradas que resultaba hilarante y demasiado femenino. Esperaba, por supuesto, que el hecho de recalcarle y mostrarle cuan ridículo podía eso verse, de forma constante mediante bromas como aquella la mantuviese lejos de esa ponzoña.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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—Tengo como un millón todavía. —Aseveró con una media sonrisa. —Me voy a ir por las ramas. . . Ehm, ¿de dónde viene esto de la Adivinación? ¿Recuerdas que me distes clases en la Universidad? Bueno, mencionaste que el don es como algo familiar, ¿Mis abuelos, Pandora, algún otro miembro?

 

Ya que Richard estaba dispuesto a colaborar, hasta cierto punto pues estaba segura que aún se estaba guardando demasiadas cosas, decidió seguir tentando su suerte. Era un paso enorme el que estaban dando, no iba exigirle todo de un solo soplido, pero al menos ahora aclaraba un par de temas, y con eso le podía bastar hasta que la curiosidad resurgiera más potente que en la actualidad. Mientras tuviera bandera blanca para preguntar durante el día iba a aprovecharlo al máximo.

 

Su semblante era menos rígido que cuando llegó y le vio en la cabaña, de echo también que las veces que lo veía en otros lados. No era ningún perdonazo a todo lo pasado bajo el puente, pero si era un minuto de sinceridad y eso lo valoraba más que todos los últimos meses, salvo quizás cuando recibió su carta desde el Ministerio y él parecía, extrañamente, divertido, con todo lo que acarreo lanzar su nombre por los aires como miembro de uno de los grupos que tanto detestaban por todos lados. Esa fue la única vez que lo vio inmerso en algo de lo que no podía sacar ningún beneficio propio.

 

Tomó un pastelillo, de los mismos con intentó distraerla, y le dio un mordisco mientras prestaba atención a lo que vendría.

 

—Uhm. —Tragó y antes de darle la posibilidad de volver a hablar volvió a preguntar. —Hablando de eso, ¿tengo más hermanos? Vivos, quiero decir, porque con tantos años de seguro has tenido varios. Realmente aprecio ser hija única en estos momentos, pero si hay alguno sería interesante saberlo.—Volvió a comer lo que quedaba del pastelito.

 

Su gesto tan afeminado le provocó una tentación de risa terrible, pero se las aguantó porque le parecía precipitado soltarse aún. Además, eso era una invitación a que las cosas fueran al revés, a que Richard comenzara a preguntar y todavía no quería eso, todavía quería seguir averiguando más cosas, estirar la situación todo lo posible.

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Y se quedó pensando, ¿hacía cuánto tiempo la conexión se había roto?, Arya sabía perfectamente que aquel sitio estaba ligado directamente a Stark,pero aún así, por conveniencia de los Dioses, ya no la sentía a ella, ya no podía meterse en su cabeza y retorcer sus pensamientos; el último atisbo de luz había sido erradicado.

 

Con la máscara cubriendo sus perfectas facciones apareció allí donde se le dio la gana debido a la falta de protección que la familia Moody impartía en sus terrenos. A su derecha un susurro le trajo la presencia de una pequeña bruja y un segundo sonido la imponente imagen de su AR, de la persona más magnífica del mundo mágico y a su vez, la que alguna vez mas había odiado.

 

-Hoy somos las carmelitas descalzas.

 

Bromeó mirando a Leah de soslayo y luego aliso su atuendo escogido especialmente para la ocasión. Entonces llevaba un vestido de seda, satén, encajes y faldas acampanadas como los de las princesas de míticos cuentos infantiles, en la espalda llevaba unas alas brillantes haciendo juego de color azul como su vestido e iba descalza. Hubiera querido transformar su varita en algo más "acorde" pero esta siguió tan negra como su alma y su máscara de onix.

 

-Andando- Argumentó, fue otro murmullo que la media tarde se llevó consigo. Todo a esa hora se teñia de cobre, era un paisaje digno de admirar pero aquel grupo budcabs otra cosa, no había tiempo para romanticismo.

 

Como la princesa que no era atravesó la entrada, sorteando cualquiera obstáculo hasta toparse con la puerta de entrada y con una patada la abrió sin más, su fuerza cuando estaba cerca de un demonio se potenciaba, y Leah era una fuente inagotable que Macnair aún no notaba.

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—Desconozco completamente el momento en que me convenciste de ponerme semejante cosa.

 

De no haber tenido la máscara puesta, Arya habría sido capaz de verle la expresión de desconcierto y desagrado que tenía en ese momento. Sólo podía verle la boca, torcida como si esperara el momento justo para soltar una blasfemia acorde a la fealdad del atuendo. Era la cosa más fea que se hubiera puesto nunca. Si bien le quedaba al cuerpo, como si la pelirroja a su lado lo hubiese mandado hacer hacía quién sabe cuánto tiempo específicamente para ella, no entendía por qué lo estaba usando y mucho menos la razón de que sus plantas estuvieran tocando el suelo directamente.

 

—Aparte de que pusiste todo tu empeño para reflejar alguna escena de baja estirpe de los cuentos de Beedle el Bardo, ¿nos has ambientado en alguna zona pobre de Londres? ¿Me puedes explicar por qué motivo estoy descalza? —bufó, siguiéndola. ¿Andando? ¿Cómo que andando?

 

Aquella muchacha se le estaba saliendo del margen de respeto y además de pasar por encima de la clara diferencia que había entre las dos, la disfrazaba como quién sabe qué. No tenía ni idea de qué era una carmelita, aunque seguramente sería algo que usara esa ropa colorida y de seda tan horrorosa.

 

—Menos mal que elegiste este —dijo después de un rato, después de que Arya demostrara que tenía más fuerza de la que aparentaba y abriera la puerta de una sola vez, con una patada fuerte—, quemé el otro torreón la última vez que vine. Espero que no tengan alcohólicos en su familia, el alcohol fue precisamente lo que hizo estallar todo.

 

Sonrió. La familia Moody tenía ese lugar dispuesto para su familia, en un sector de Gran Bretaña que sería hermoso de no ser por la construcción burda y mal hecha de la vivienda familiar en los amplios terrenos. Ellas dos habían aparecido ahí juntas y habían caminado -una pena para los pies de Ivashkov- todo el trayecto hasta el terreón que no hedía a humo. La Marca Tenebrosa se había disipado desde la última vez y aunque tenía la intención de dejar otra, lo haría después.

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Era una tarde hermosa y caminaba por las calles de ottery porque ese día en particular se juntaba con un par de personas para divertirse un rato y llevaba un máscara negra que cubría su delicado rostro y que nadie la identificara.


Al llegar al lugar indicado veo que mis compañeras ya estaban presente esperándome y pude notar que la AR no se encontraba muy a gusto con la vestimenta que había sido escogida para esta ocasión, estábamos vestidas como si fuéramos una princesas de cuentos de hadas , la vampira llevaba un vestido rojo como la sangre y con una falda amplia , tenía como detalle una alas y lo que podía llamar más la atención era que íbamos descalzas. La vampira siempre había pertenecido a la alta aristocracia y no le importaba estar vestida como princesa.


- Te queda bien la vestimenta escogida para esta ocasión le digo a la Ar que nos acompañaba


No tardamos en mucho en ir hacia la puerta de esa mansión y veo como una de mis compañeras le da una patada a la puerta para poder entrar y el lugar se veía muy ordenado y limpio y hacia falta un cambio de decoración y para eso estábamos aunque también teníamos una misión en esa mansión.


- Creo que hace falta un cambio de decoración al lugar , que opinan y sonrió con malicia

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Le dio paso a la rubia y con un chasquido de los dedos hizo aparecer colgando en su cuello con correas de cuero un artefacto muggle con el que perpetraria el momento para toda la eternidad aunque sus retinas no perdían ni el más mínimo detalle; incluso podía dibujar en su mente las facciones torcidas de Leah, el rostro deformado y las inmensas ganas que severo tener de ahorcarla.

 

-Oye, Carmelita- esperó a que Ivashkov volteara y lanzó el flash -¡Si!

 

Tomó el papel negro que la cámara escupió y la sacudió rápidamente hasta que el rostro oculto de Leah y su atuendo medieval aparecieron en un pequeño recuadro blanco. Arya soltó una carcajada y salió corriendo como una flecha, algo le decía que sus pies la llevarían a donde quería estar.

 

La puerta ante ella y el aura que manaba del cuarto le indicaron que allí dormía Madeleine. Ingresó nuevamente como si fuese su casa y revolvió absolutamente todo hasta que obtuvo lo que buscaba. No sabía que a Madeleine le gustasenlos gatitos, pero verlo plasmado en su ropa interior fue gracioso así como la fotografía de Leah.

 

Arya estaba realizada, podría morir feliz ya si se presentaba la oportunidad.

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Más que enfadada por el comentario de Amelie, que había sido bastante inofensivo, estaba perpleja. ¡¿A quién más que Arya podría gustarle aquella confección del demonio?! Ni todos los monstruos del averno habrían escogido semejante variedad de telas para crear aquella aberración de la moda. Aquello era obra de Arya, como si hubiera escupido el peor de sus sueños y hubiera salido eso. Y ella lo traía puesto. No respondió, ni siquiera al segundo comentario de su compañera de bando, porque lo único que necesitaba una decoración era ella misma. Hasta que Arya habló y rodando los ojos, se giró para verla.

 

—¿Qué?

 

El flash la dejó más ciega que un Strellatus y tuvo que agarrarse a Amelie para no caerse, porque pensó que se le iba la vida en una fotografía.

 

—Ella quiere que yo la mate —su voz bajó una octava, rozando el Parsel tanto que se le entendía el inglés por encima del acento rumano sólo por muy poco.

 

Arya había pasado de ser su enemiga a muerte a una amiga cercana en un minuto. Casi no hablaban, no compartían muchas experiencias juntas y aún así, las unía más historia que a cualquiera. Pero muy en el fondo, aún existía la frustrada necesidad de matarla y después de que inmortalizara el momento con una foto, esas ganas aumentaron mucho más. Por supuesto, la vida le jugaba en contra y casi de inmediato sintió un escozor en el brazo que no tenía nada que ver con el llamado, una pequeña advertencia que se enrrollaba invisible en la piel de su antebrazo derecho, el contrario a donde tenía el tatuaje de la Marca. El juramento inquebrantable.

 

Bufando y cual princesa de favela, tomó del brazo a Amelie y la guió tras la pelirroja, esperando en lo más profundo de su corazón que se cayera y metiera la cabeza contra la pared de una vez por todas. No obstante, cuando llegó y vio lo que estaba pasando, no pudo más que ladear la cabeza con el ceño fruncido detrás de la máscara.

 

—De todos los fetiches que pensé que podrías llegar a tener, no pensé que este fuera el tuyo. Bastante perturbador. Por favor, aléjatela de la cara en mi presencia —algo asqueda, miró a los lados. Habían llegado a la sección de las habitaciones después de todo y parecía que no todo se había quemado—. Veré que hay al lado.

 

Le hizo un ademán a Amelie para que vigilara a la mujer loca con los calzones de Madeleine y se dirigió a la habitación de al lado. Poco después, regresó con un bóxer en las manos, aunque lo sostenía con los dedos en forma de pinza, lejos del cuerpo.

 

—Por eso es que yo comando estas excursiones —concluyó.

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Por el momento dejamos el salón de estar impecable porque nuestro objetivos era revisar las habitaciones y enseguida subimos al segundo piso para buscar las habitaciones que queríamos inspeccionar y como no podía faltar había que tener una foto para el recuerdo porque veo como una de mis compañeras hace aparecer una cámara de foto y le saca una foto a la Ar que nos acompañaba y que se notaba incomoda con el disfraz porque sabía que no era su estilo vestir como princesas


Aunque notaba lo incomoda que se sentía nuestra compañera que por un momento imagine que tendría que cargar con una compañera herida porque daba la impresión de que quería matarla en ese mismo momento por la forma en que nos hizo venir vestida y veo como la Ivashkov se sostiene de mi porque el flash de la cámara la dejo ciega unos minutos


Me quedo de guarida mientras mis compañeras hacían un poco de desorden en la habitación y luego de la Ivashkov viniera con la prenda yo me dirijo hacia otra habitación y me pongo revolver o mejor dicho dejar un desorden por toda la habitación que por las fotos que había en el lugar era la habitación de Bel Evans Mcgonagall y luego de tomar un calzón me junto con mis compañeras dejando una habitación toda desordenada.


- Aquí está la prenda creo que ya podemos retirarnos me parecer

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—Por favor —asintió, mirando a Arya.

 

Era la primera vez en años que pedía a alguien salir, entrar o hacer algo y debía admitir que se sentía extrañamente bien. No por tener un superior, por llamarlo de alguna manera, más bien porque no tenía que hacerse cargo de todo como siempre. Y era gracioso que fuera Arya quien la estuviera guiando, cuando ella había sido la razón de muchas visitas en el pasado. Pero al pasado pisado y, por tanto, lo único que podía hacer era ese puchero involuntario mientras el calzón de Richard oscilaba lentamente sostenido por la punta de sus dedos.

 

—¿Puedo preguntar qué es lo que haremos con esto? Te puedo asegurar que no lo conservaré y quiera Merlín que alguien lo queme donde sea que termine, este hombre no ha tomado una ducha hace un siglo, más o menos.

 

Se estremeció de solo pensarlo y le dio una mirada. Era de un color plano y gracias a todos los Dioses existentes, no parecía tener ninguna mancha ahí donde estaba mirando. Pero no se adentraría más en investigaciones, prefería ser ignorante con el tema. Alzó de nuevo la vista, oculta por los arabescos que adornaban el frente de su máscara como un casco, sin agujeros para los ojos y apuntó con la barbilla la cama de Madeleine.

 

—Deshagámonos de eso y vayámonos —había sonado como una orden, así que al terminar, le agregó algo para hacerlo parecer una petición—, por favor.

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Luego de obtener esas prendas intimas todas estábamos de acuerdo en que era momento de salir lo más rápido posible de ese castillo eso dejamos un pequeño desorden en las habitaciones.


La vampira tampoco pensaba quedarse con ese calzón era solo una misión que debíamos cumplir , no sabía que haría mi compañera con esas prendas pero luego de salir de las habitación , bajamos por las escaleras hacia el primer piso y dejar nuestra salido pero como buenas personas oscuras que éramos teníamos que dejar una marca.


- Qué tal si dejamos la marca para que sepan que les hicimos una linda visita.


Y agarro mi varita y en unas de las paredes dejo como dibujo la marca tenebrosa en la pared esa marca que tanto nos caracterizaba un bonito detalle de nuestra parte y es que se veía tan bonita la marca dibujaba que no podía dejar de mirarla y era para que sepan quién les hizo esa pequeña visita y sonrió con malicia luego de dejar nuestra huella para después salir de ese castillo.

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