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• Moody • (MM B: 109061)


Ellie Moody
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―Pero te dije que no... ¿qué rayos haces? ―Solo atina a ponerse las manos sobre los ojos para cubrir la visión de ver a Richard quitándose la ropa como si nada. ¿Qué ayuda podría prestar eso? Los gemelos no van a pasar de él por vestir distinto. Algo terrible debe haber hecho su padre en el pasado para merecer un odio así de parte de dos de sus hijos.

 

Para cuando decide quitar las manos de su cara Richard ya está con otro atuendo. Si bueno, es más de incógnito, pero con que solo se levante la capucha ya se puede identificar de quién se trata.

 

La burbuja que parece un Aqueora también la envuelve a ella pese a que protestó hasta el último momento. Según lo que alcanza a comprender del plan de Richard es que juntas debían dejar el castillo para terminar en la cabaña en Ottery mientras él partía a algún paradero desconocido perdiéndose otra vez. De seguro tomando la apariencia de algún otro muggle que nadie fuera a echar de menos hasta que los gemelos descubrieran otra vez su dirección y fueran a por él. De toda maneras, pese al ambiente, se preguntaba cómo no habían dado con el padre si ya llevaba bastante tiempo instalado por esos lados y no era precisamente alguien de bajo perfil.

 

Y vino la primera explosión, tal cual lo advirtió. Estalló muy cerca por lo que Athena solo atinó a buscar su varita entre su raída túnica para luego exclamar un obsistens que la protegiera de los escombros del muro que se ha roto. Aún así termina con un par de raspones en los brazos pues lo efectúa tarde. El polvo es abundante y pese a que tiene a Ellie y a Melrose cerca no logra verlas con facilidad.

 

―¿Están bien?―Oh, claro que no, pero tiene que preguntarlo de todas maneras. ―Maldición, demasiado polvo aquí ¡Tergeo! ―Dentro de la burbuja al menos se puede respirar mejor aunque sus problema no acaban pues siente y escucha como los muros están comenzando a ceder. En medio de todo eso escucha a Ellie hablar. ―Eso si sobrevivimos a esto, si tienes una varita creo que sería bueno que la saques, la vamos a necesitar, también la tuya Melrose.

 

No está segura si debe explicar sobre lo gemelos... ¡Que demonios! A Rouvás poco le pueden importar ahora.

 

―Son unos hijos de Richard ―Se negaba a llamarlos hermanos en ese preciso momento. ― No sé qué les habrá hecho en el pasado pero no creo que lo busquen para un bonito abrazo de reencuentro. Son algo peligrosos, y no tienen muy buenas practicas que digamos, además tienen bastantes poderes. ―Habló apresuradamente, tenían que tomar decisiones ahí mismo. ―Escuchen, podemos ir por Richard y escapar, pero tenemos que tener otro plan para luego alejarnos mucho más, creo que es algo complejo.

 

De por si habían cosas que ella ignoraba de esa relación.

 

―Oh, por cierto, Soy Athena, no alcancé a decirlo antes. ―Era un extraño modo de presentarse pero valía. Ahora debían centrarse en qué hacer.

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Ella había hecho el conteo en su cabeza, sin ser consciente en realidad de qué era lo que llegaría. Cuando todo inicia, se cubre los oídos, presionando sus manos contra ellos con fuerza. El sonido es prácticamente insoportable para su sensibilidad nueva, para el lobo. Es sólo cuando Athena la llama por su nombre que comprende que puede hacer algo. Toma su varita entonces que milagrosamente no se ha partido en dos y realiza un cascoburbuja de manera que puede ya respirar con tranquilidad, amortiguar los sonidos del exterior y ver sin tener encima polvo de piedra. Se siente un tanto avergonzada, puesto que puede ver que Ellie se encuentra mucho peor que ella

 

―Estoy bien ―dice entonces luego de toser un par de veces para luego asegurarse de que es cierto, haciendo algunas flexiones― no me he roto nada.

 

Los estallidos son sucesivos pero ya no tan dañinos. Le cuesta oír lo que Athena afirma sobre Richard pero no es algo que la sorprenda. Había supuesto siempre que había algo misterioso respecto a Richard aunque no hubiese podido asegurar el qué.

 

―Quizá, si no podemos dar con él podríamos ¿correr en la dirección opuesta?

 

Mel no es muy buena elaborando planes que no impliquen una confrontación directa o una evasión igual de directa y apresurada. Sin embargo, antes de que pueda añadir algo más, un sonido claro y distintivo llega hasta ellas luego de un rato sin explosiones: una moto arrancando.

 

―Esa no será... ¿la moto mágica?

 

Ha caído en cuenta también de que ni Athena ni ella misma parecen estar dispuestas a correr hacia donde Richard les había dicho que corriesen. La discusión discurre meramente sobre qué hacer luego de seguir a Richard.

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—¿Algo peligrosos? —replica, justo luego de que otra explosión haga que el castillo completo se estremezca. Es un verdadero milagro que todavía el techo no haya cedido, con lo debilitadas que están las paredes. En aquella situación en la que sólo puede pensar en su supervivencia, no le da importancia al hecho de que los atacantes son los hijos de Richard.

 

Guiada por aquel instinto, mucho más que por las palabras de Athena, saca su varita de sicomoro del bolsillo de la túnica negra. Aquella tiene que ser la aventura más emocionante y arriesgada en la que ha estado jamás... y sólo quiere salir de ella. A Ellie le gusta aventurarse, vivir nuevas experiencias, descubrir, pero no le gusta arriesgar su vida, pues sólo tiene una. Y, más allá que el instinto de mantenerse a salvo, hay algo más: no estaría tranquila dejando atrás a Richard y, por el rumbo de las palabras de Athena y Mel, ellas tampoco. Para ella aquel sentimiento es algo nuevo; por supuesto, sería extraño sentir ese impulso de protección con algo o alguien cuando nunca ha estado en una situación mínimamente similar.

 

—Podemos aparecernos en cualquier otro lugar —sugiere, guiada por la idea de Mel de "correr en la dirección opuesta"—. Nadie puede rastrear tan fácilmente a un grupo tan reducido de magos. Pero... tenemos que hacer todo lo posible por dar con Richard... estas personas parecen muy enojadas... —aquello se puede ver fácilmente, al apreciar la magnitud de la destrucción en el castillo. Y si lo capturan, probablemente la cosa se ponga peor.

 

Pero, por un momento, las tres brujas permanecen en silencio al escuchar el rugido de un motor.

 

—¿Viene hacia acá...? —susurra, justo tras Mel.

 

Quizás sea una ilusión, por la ausencia de explosiones y de bloques en las paredes, pero aquel rugido de motor cada vez suena más cerca del salón.

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  • 2 semanas más tarde...

--¡Apártate mocosa! ¡Uhhhh!

 

Los gritos de satisfacción inundan la sala con la misma celeridad con que Mel se queda petrificada. Al parecer, deseosos de asegurarse de quién supiera qué, aquellos dos muchachos se acercan a velocidad pasmosa por el pasillo. Mel pudo oír como un bloque parecía desplomarse en alguna parte no muy lejana, a su paso, pero no supo cómo reaccionar. Se detuvieron ante ellas brevemente, realizando la mitad de un trompo con la llanta trasera.

 

--Eh, "hermana" --dijo el que iba manejando, casi escupiendo la última palabra-- nos llevamos al viejo ¿ok? No lo busques, nos pertenece --Mel no sabía distinguirlos así que no podía adivinar si el que hablaba era el mayor o el menor. Ni siquiera recordaba del todo las instrucciones de Richard, como para que esa diferencia significara algo--. Y tu, la que lleva el look de anciana --agregó tirando hacia Mel un colgante-- quédate con esto.

 

Mel lo atrapa al vuelo más por un acto casi reflejo. Cuando lo hace, el frío contacto del metal la sorprende. Se trata de un pesado relicario de plata. Le parece familiar pero es imposible porque ella nunca ha tenido ninguno.

 

Sin saber qué hacer, mira de reojo a Athena en busca de ayuda. Los gemelos no pierden un segundo más: se dirigen rápidamente hacia la zona del muro derruido y alzan el vuelo lo suficiente como para saltear los escombros y continuar un ascenso en ángulo hacia el cielo al exterior.

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  • 4 semanas más tarde...

¿Qué debe hacer? Todo está derrumbado y en escombros, en varias partes se logra ver el cielo con bastante claridad y eso permite que los gemelos tengan un espacio para huir si así se lo proponen. Lanza una fugaz mirada hacia Eileen y Melrose, esperando sus reacciones, sus acciones... La varita de roble inglés sigue en su mano, pero el brazo cuelga sin firmeza por su costado derecho; la verdad es que no sabe qué demonios hacer.

 

Las últimas semanas de encierro aún causan mella en su mente, hacen que el valor se congele un poco y que cada paso hacia ellos sea un mar de confusión y dudas. Frente a ella, la escena en donde Richard esta siendo llevado parece en cámara lenta, como una película muggle antigua, de esas en blanco y negro proyectada en un oscuro y frío cine.

 

Al final el instinto sobrepasa todos los sentimientos y se da cuenta que está colgando y apenas afirmándose de la pierna de uno de los gemelos. En algún momento corrió una loca carrera y saltó, simplemente saltó y se aferró al más joven de los gemelos para evitar su huida; fue un acto reflejo, eso quiere creer. Pero lo consiguió, ellos frenan la partida en el afán de querer quitársela de encima, por lo visto solo quieren a Richard, y no es que su padre le importe tanto (bueno, si, pero ese pensamiento se esfuma tan rápido como viene) sino más bien que quiere frustrar sus planes por haberla tratado como lo hicieron.

 

―A mi me parece que el viejo no quiere irse con ustedes, idio.tas ―Si se van a enojar que sea con fundamento. ―Van a pagar caro el destruir mi cuarto ¿saben cuantas cosas importantes tenía ahí? ¿nunca les dijeron que no se metan con las cosas de una chica cretinos? ―Al menos se puede desahogar un poco con las palabras, pese a que no cause gran efecto en ellos. ―Heeeey! Agradecería un poco de ayuda aquí... ash...¡Confringo!

 

Boom. La rueda trasera de motocicleta explotó tras lanzarle el hechizo. Según sus cálcul.os eso era como tres semana de castigo sin poder salir... eso hubiese sido en otros tiempos.

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―Eh... eh... ¡más respeto chiquilla! ¡Suéltame te digo! ¿Las cosas de una chica? No me hagas reír.

 

De pronto, el hermano menor ha realizado un ademán peligroso con la mano. Ella distingue entre uno y otro por supuesto ¿será que Athena sí? Así que habiendo visto lo que ya ha visto, Mel se adelanta temiendo una explosión o algo peor, al no haber podido reaccionar antes, cuando Athena fue más rápida y valiente. Sin embargo, todo lo que aparece en su mano, es una cachiporra de plástico, de juguete, con la que él empieza a golpear a Athena en la cabeza repetidas veces. Al verlo, Mel no puede evitar pensar en un anciano que le pega a alguien con su bastón en la cabeza para conseguir meter razón a su cabeza o quizá para conseguir respeto.

 

A pesar de lo alarmante de todo y de la actitud que hasta entonces mostraran los gemelos, hostil, sin ningún tipo de fundamento, no puede evitar soltar una carcajada. Es una carcajada larga y prolongada, casi histérica, porque ha estado tan nerviosa y sin saber qué hacer...

 

―¿De qué se ríe esa idi***? ―murmura entonces el mayor para llamar la atención del menor. Ha querido partir sin importar si su "hermanita" cae o no al suelo y se parte el cuello, pero al parecer su hermano menor no era del mismo parecer, por lo que lo había refrenado. Mientras tanto, Mel sigue riendo sin control― Empieza a incomodarme.

 

Lanzó una mirada amenazadora en su dirección pero ni siquiera así parecía hacer efecto alguno. Su hermano seguía golpeando a la rubia con la cachiporra de juguete pero la expresión del mayor se ensombreció. Era distinta de la ira o la exasperación anterior: algo más intenso y visceral. Mel creyó indentificar qué era aquello pero era sencillamente imposible porque no parecía haber motivo para que tal sentimiento invadiera a uno de los hermanos en esos momentos ¿por qué, además? Eran tan distintos de ellas como la tierra del cielo.

 

El menor de los hermanos aún parece olvidado de toda la situación, hasta que resuena un clic. Mel, en aquella oportunidad, reacciona más rápido. Las palabras de Richard de repente resuenan en su cabeza: "Cuenten hasta ocho una vez escuchen el clic y sabrán entonces que el impacto del estallido llegará".

 

No sabe cómo es que corre pero lo hace a increíble velocidad. Sabe que es el lobo, más que ella, la bestia que eleva las capacidades físicas de su cuerpo. Sea como fuere, la alcanza y consigue apartarla a tiempo. Físicamente, es más fuerte, aunque sabe que muy probablemente Athena la aventaja con creces en la magia, no sólo en ejecución si no también en estilo.

 

Es sólo entonces cuando ve la sonrisa del hermano mayor, el que conduce aunque ella no sepa que es él, mientras parte. El rostro del menor es impenetrable pero ya no sonríe. Mel se siente de pronto culpable de haber apartado a Athena: su intención era más bien retener a aquellos sinvergüenzas. Sólo que, un momento después, el estallido llega y no alcanza su rostro casi por centímetros. Así que probablamente su reacción no fuese tan mala después de todo, aunque ella hubiese podido protegerse sola con magia. Partículas de polvo y concentro ciegan entonces a Mel y suelta a Athena casi de manera insconciente.

 

Sin embargo, los gemelos han alzado vuelo ya. Mel no sabe qué sucederá a continuación ¿van a seguirlos? ¿qué planean ellos de cualquier forma? ¿Está Athena enojada con ella? Mel vuelve la vista hacia Ellie sin saber qué decir, una vez puede parpadear sin que le duela. A veces, la excesiva sensibilidad de los sentidos puede resultar problemática.

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Clic.

 

Por fin, Ellie reacciona. Tiene la varita mágica firmemente sostenida con ambas manos... pero, los últimos momentos, se mantuvo petrificada del miedo con tanta intensidad que los gemelos no repararon en ella, como lo hicieron con Athena y Mel. Antes de ser capaz de pensar en lo que está sucediendo, se le vienen a la mente las palabras de Richard, repentinamente con sentido: "cuenten hasta ocho una vez escuchen el clic y sabrán entonces que el impacto del estallido llegará". Inmediatamente, puede observar de reojo a Mel moviéndose por lo que ella también lo hace. Luego de echar un vistazo hacia la dirección a la que Mel se echa a correr, a una velocidad que incluso en aquel momento puede calificar de sobrehumana, cierra los ojos con fuerza y cruza un pie por encima del otro. Puede escuchar el rugido de la moto, su aceleración...

 

Están huyendo con Richard. Lo sabe. Un par de sucesos atrás dijo que debían intentar ayudarlo, pero ahora que es la ocasión perfecta para hacerlo, no sabe qué hacer. Tampoco se atreve a intentar nada, pues duda ser capaz de lograr algo. Es el instinto de supervivencia. Termina de girar sobre sí misma, despejando momentáneamente sus pensamientos para concentrarse únicamente en su destino y la seguridad de que aquello sí puede hacerlo.

 

Un segundo después (ya deben haber pasado cinco segundos desde el clic) sus pies vuelven a encontrar el suelo. Mareada, Ellie se pone de cuclillas, aunque termina sentándose en el suelo. Y, entonces, la vergüenza la invade. A pesar de que Richard todavía es un desconocido, estuvo consciente de que su vida estuvo... No, está en peligro. Él es algo así como su familia y simplemente lo dejó atrás. ¡Y Athena! Ni siquiera le dedicó un pensamiento a la muchacha, el doble o el triple de valiente que ella a pesar de ser bastante menor, que se arrojó hacia uno de los muchachos en un intento de salvar a su padre...

 

En ese momento, es cuando Mel la alcanza. Junto a ella está Athena, aunque no luce para nada feliz.

 

―Yo...

 

Está a punto de decir que lo siente, pero que no había nada que pudiera hacer (o eso cree); sin embargo, es lo suficientemente sensata como para no hacerlo. Pero entonces se queda sin palabras. ¿Qué se supone que le diga? ¿Que lamenta su pérdida? ¿O que la ayudará, como dijo que lo haría antes? ¡Ni siquiera fue capaz de confundir a uno de esos muchachitos!

 

―¿Q-qué q-quieres hacer? ―logra susurrar cuando posa la mirada sobre Athena, esforzándose para que su voz no tiemble y para no correr a ocultarse en aquella cómoda cabaña en Ottery. De alguna forma, siente que tiene un compromiso con estas personas. Con su familia.

Editado por Eileen Moody

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Ni siquiera recuerda cuando fue que Richard mencionó lo del click y los segundos que tendrían para huir, tampoco lo escucha pese a que es la que está más cerca de los gemelos. Todo el ruido del que es consciente es de ruido del mazo de juguete golpeando su cabeza y de las protestas propias para que su "hermano" deje de hacer eso, así como la contra respuesta obligándola a soltarse para que puedan irse de una buena vez. No puede escuchar la voz de su padre... Pero recuerda que estaba despierto antes de que pusieran en marcha la motocicleta ¿está inconsciente, dormido o aceptó lo que buscaban sus hijos?

 

Algo, o mejor dicho alguien, la sujeta por las piernas y todo sucede demasiado rápido. Algo explotó y fue solo por centímetros que no salió herida aunque cuando cae al piso llega tosiendo debido al polvo que vuelve a levantarse. Está sentada en el piso, despeinada, llena de tierra y con las palmas apoyadas hacia atrás. Le toma unos segundos comprender lo que ha sucedido, aún tiene demasiada adrenalina en el cuerpo misma que le hizo cometer la locura de querer retenerlos. Recuerda su varita y la busca con frenesí entre sus ropas hasta que da con ella y la mueve a su alrededor.

 

―Tergeo. ―El aire de a poco se vuelve más respirable, logra ver con más claridad la figura de Melrose. Debe haber sido ella quien la apartó.

 

Se lleva ambas manos al rostro y permanece así un tiempo hasta que se resigna y se pone de pie. En realidad no está enfadada, si no es por ese movimiento hubiese salido herida ¿quién sabe? Pero sus facciones están tensas y desencajadas y parece un poco más pálida que cuando llegó y Richard la descubrió comiendo en la cocina a escondidas.

 

Al final se acercan a Eileen.

 

―Son horribles... ―"Y me las van a pagar" Piensa para sus adentros. No sabe muy bien que responderle a Ellie, recién termina de procesar todo lo sucedido y tampoco sabe por dónde comenzar. Lleva la mirada al piso, la recién llegada tartamudea evidentemente y eso le hace pensar que no está tan acostumbrada a esas situaciones. No quiere asustarla más de lo que ya parece. ―Lo ideal sería ir por ellos, pero no se a dónde se dirigen, no son del tipo de personas que se quedan en un solo lugar. Tampoco tengo idea de cuáles son sus planes. ―Menciona con un dejo de ansiedad. Estuvo una semana bajo su alero y jamás llegó a prestar atención a sus conversaciones enclaustrada en sus deseos de escapar. ―A menos que tu sepas algo, Mel, eres más cercana a Richard, creo. ―Dirige una mirada la susodicha.

 

Termina por sacudirse un poco la ropa e intentar acomodar el cabello. Aún no se atreve a levantar del todo la mirada, aún está tensa y eso es algo no tan usual en su persona.

 

―Si tan solo supiéramos para que lo quieren... pero hasta este lugar quedó destruido para buscar pistas. ―Lamenta mientras se digna a mirar hacia los costados.

 

Algo se remueve dentro de ella, una angustia similar a cuando perdió a su madre hace años atrás. Pero siempre a dicho que Moody no le importa de esa manera. En el fondo sabe que se está engañando así misma con esa manera de actuar, sabe que es una respuesta a las actitudes más frías y de poco interés de su padre.

 

Si van en motocicleta no deben estar tan lejos... y ella también tiene una, y escobas (que ni loca usará) que podrían usar ellas dos si es que no cuentan con movilización, y si es que en serio quieren actuar y ser parte de ese "rescate". Melrose es muy probable que acepte, pero Elieen tiene todo el derecho a negarse, apenas la acaba de conocer, no puede pedirle que se encause en una empresa tan complicada y peligrosa.

 

―... Creo que iré tras ellos. ―Murmura finalmente. Están perdiendo un tiempo valioso.

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Mel se siente enseguida culpable y sacude la cabeza con energía para darle a entender que se equivoca. Es imposible que ella lo conozca más que su propia hija, cuando apenas lleva un corto período en el castillo. Sin duda, todo aquello que ha podido contarle (y sólo entonces cae en cuenta de ello) son detalles superficiales que podría haber averiguado por otros medios. Después de todo tiene que ser su hija, de otro modo ¿por qué la habrían llamado "hermanita" y por qué habría tenido esas conversaciones con él si no?

 

Es también esa culpa la que hace que se sume enseguida cuando Athena toma una decisión al fin.

 

―¡Voy contigo!

 

Su voz es más aguda de lo usual, lo que es raro en ella pero su rostro no manifiesta miedo, si no más bien que se encuentra profundamente sumida en pensamientos que se contraponen unos a otros. No quiere pensar que si algo malo termina pasándole a él, Athena pueda culparla a ella de alguna forma pero tampoco le agrada mucho la idea de dejar todo sin hacer nada por repararlo. Además, a pesar de cierto aire relajado en su accionar, Mel detecta el cálculo que tuvo el par al lidiar con la situación. Después de todo, habían conseguido lo que habían venido a buscar y se marchaban ya, lejos de allí.

 

―Aunque no tengo idea del camino ―añade en voz baja, apenada de su poca utilidad― y bueno, me apena un poco dejar todo así... ―no quiere sonar insensible pero todo allí está roto, el agua ha empezado a manar de una cañería y dado que el lugar ya no tiene hechizo antiaparición, cualquiera podría entrar al lugar y llevarse lo que quisiese― pero ¡sé que la vida de alguien es más importante! No quiero decir con eso que deberíamos dar prioridad a las cosas o algo así...

 

No está segura de haberse explicado correctamente, pero al menos lo intenta.

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Con los ojos cerrados y las manos hechas puños, Ellie consigue fuerzas para apartar el temor y decir lo que quiere decir.

 

―¡Yo también iré!

 

Está temblando. Frente a ella, el castillo del que tanto le habló su padre, el castillo en el que tanto trabajó su padre, está reducido a un montón de escombros que, si tuviera la fuerza de voluntad para arreglar, no sabría por dónde comenzar. Y, así como lo hizo el hogar de los Moody, a ellas también les pudo haber pasado algo... no es que los gemelos parecieran muy competentes pero los cree suficientemente poderosos como para hacerle daño de verdad a alguien, si no consiguen lo que quieren. Athena está aparentemente bien porque ya tenían a Richard con él, pero quizá si lo hubiesen ocultado o algo por el estilo, estarían corriendo la misma suerte del mago o quizá una mucho peor.

 

Pero justamente por eso, por estar allí, siente que debe hacer algo. Richard, al entregarse ¿no las protegió? Al destruir su propio hogar, ¿no las protegió? «Y Athena iba a protegerlo. Si Mel no la hubiese apartado...».

 

Ellie traga el pedrusco de nervios y miedo que se le acumula en la garganta. También se siente culpable, pues siente que pudo haber hecho algo, cuando tuvo la oportunidad. Pero nunca es demasiado tarde para ayudar, ¿cierto? Por lo menos para intentarlo.

 

―¿No hay alguna pertenencia de Richard? ―se atreve a sugerir, aunque lo cierto es que no se siente muy convencida de aquella idea que hila en medio de la desesperación― Podemos intentar rastrear su ubicación con eso.

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