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Prueba de los Hablantes de Pársel #3


Lawan Nguyen Thanh
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Lawan apareció en el borde del lago que los separaba de la isla junto con las tres aprendices de Hablante Pársel, ajustó su Nón Lá que se había resbalado hasta la nariz volviéndolo a subir y suspiró. Era la tercera vez que se encontraba en ese punto y todavía dudaba que un conocimiento tan poderoso como el suyo pudiera pasar a manos tan inexpertas como las de ellas. ¿Estarían preparadas? No lo sabía, pero el único modo de descubrirlo sería a través de las pruebas que estaban a punto de pasar. Sin darse cuenta Lawan había permanecido en silencio por más de cinco minutos, solo el ruido de una de ellas lo sacó de sus pensamientos.

— Oh, siguen aquí —dijo con verdadera sorpresa —A ver extiendan su mano izquierda hacia mí —esperó a que lo hicieran y con un sólo movimiento de su mano, los ojos de la serpiente brillaron cegando a las tres mujeres, pero en cuanto los abrieran se darían cuenta de lo que ahora sostenían en sus manos, tres huevos de basilisco no más grandes que los de una gallina —Seguramente saben lo que son.


»Cuenta la leyenda que sólo se pueden agarrar con la mano izquierda, si por algún motivo éstos se rompen por accidente, deberán tener un gallo a la mano y hacerlo cantar, de lo contrario... ya saben lo que estos pequeños animales pueden causar —dijo muy divertido, probablemente pensando en todas las consecuencias catastróficas —. Ahora, si los sostienen con la mano derecha y los rompen con o sin intención, la desgracia será desatada sobre toda su familia por infinitas generaciones, no habrá nada que los libro de esto. Su tarea consiste en llevarlos consigo hasta el final sanos y salvos, mientras que al mismo tiempo intentan librarse de cualquier obstáculo que se encuentren en el camino. ¿Entendido?

Tres barcas que tenían lugar para una sola persona fueron acercándose poco a poco hasta la orilla.

— Esta será la única ayuda que tendrán de mi parte, de aquí en adelante dependerá de ustedes —. En este ocasión él permanecería junto a ellas, quizás desde varios kilómetros detrás para seguir su proceso, pero nunca intervendría ni para salvarles la vida y de hacerlo las mandaría de regreso a sus casas.

Para llegar a la pirámide debían primero atravesar el lago, seguido del bosque que tenía todas las particularidades de un laberinto casi imposible de atravesar, sumado a todos los peligros que incluía caminar por una zona de tan abundante vegetación que se hacía más evidente mientras más se adentraban. Pero como era de suponer, no iba a ser una tarea fácil y de eso ya se había encargado el propio Lawan.

Mientras estuvieran cruzando el lago a mitad de camino se encontrarían con una serpiente marina de dos metros de largo, el animal volcaría sus barcas lanzándolas al agua y sujetándolas de las piernas con su cuerpo, las llevaría hacia abajo con la clara intención de ahogarlas. El único modo para librarse de la criatura, sería hacerle entender que no estaban allí para hacerle daño. Lo que no sabían es que el brillo de los ojos de la vara de cristal de Lawan no sólo les había dado los huevos, sino que también les había hecho olvidar parcialmente lo aprendido en el Bungaló, por lo que no tendrían esa fluidez verbal demostrada el día anterior; sería como empezar de nuevo.

Si lograban liberarse de ese primer obstáculo y atravesar el lago, cada una se encontraría con un camino para ingresar al gran laberinto. En esta ocasión irían separadas, allí seguirían las indicaciones de las serpientes que se encontraran en el camino y aunque estas fueran verdaderas en gran medida, lo cierto es que las estaban llevando hacia un nido nada amigable de cobras donde resultarían envenenadas, pero ni el anillo anti-veneno ni los trucos les servirían más que para controlar el dolor, pues el veneno era tan potente que iban a requerir sí o sí de un antídoto que sólo encontrarían si lograban escapar del nido y llegar al final del laberinto donde se levantaba la pirámide.

El antídoto estaba en ''manos'' del basilisco que protegía la entrada, pero a cambio exigía los huevos que las tres traían. En ese punto era probable que las tres brujas llegaran al mismo tiempo o no, pero la cantidad no era relevante para convencer al gran rey de las serpientes. Si les entregaban los huevos podría ser que el basilisco se negara luego a entregar el antídoto, que consistía en una gota de veneno de uno de sus colmillos. Debían ser astutas y encontrar la manera de que el basilisco no faltara a su palabra, después de todo si partían los huevos ellas saldrían perdiendo y si mataban al basilisco, también, pues el veneno-antídoto sólo servía si el animal estaba vivo.

— ¡Espero que se sepan una buena historia! A los basiliscos les encantan —gritó Lawan como último consejo y ellas pensarían que les estaría tomando el pelo. Las serpientes que habían llevado a su residencia y eran propiedad de las brujas podrían acompañarlas y ayudarlas.

Editado por Lawan Nguyen Thanh
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Para cuando Tauro pudo por fin abrir los ojos se hallaban en un entorno completamente distinto, pero conocido. Mirando hacia el norte se podía ver desde allí la punta de la muralla, lugar donde llevaban a cabo las pruebas impuestas por los diferentes Arcanos una vez atravesaban la puerta de la habilidad y esta no volvía a abrirse hasta que la prueba culminaba. Ya eran dos ocasiones en que la Mortífaga había regreso victoriosa haciéndose con Nigromancia y Oclumancia, pero cada experiencia era completamente distinta y nunca ocurría del mismo modo para ninguno de ellos. Suspiró. Todavía se encontraban muy lejos y algo le decía que Lawan no se las iba a poner tan fácil antes de llegar allí.

 

— ¿Para qué necesita nuestra mano? —preguntó sin pensar. No quiso llevarle la contraria y mucho menos en ese punto, por lo que sin chistar extendió el brazo izquierdo tal como les había pedido. De nuevo la luz cegadora proveniente de su serpiente/vara de cristal, sólo que en esta ocasión el efecto no duró mucho, pero sí pudo notar como algo caía sobre su mano abierta y al abrir los ojos vio que se trataba de un huevo.

 

— ¿Un huevo? —. Estaba contrariada.

 

Al principio no lo reconoció, le parecía un huevo cualquiera, pero mientras Lawan les hablaba de una leyenda que traería desgracias a su vida lo relacionó con la única criatura que podría desatar caos si era liberada. Con los dragones, si bien no era fácil, siempre que estuvieran 10 personas expertas en ellos se podían controlar, pero con los basiliscos no ocurría así, a ellos no les gustaba ser controlados y sólo Salazar y su Heredero más conocido como Lord Voldemort tuvieron control absoluto sobre el rey de las serpientes. Al menos tenía la certeza de que no nacería allí en su mano y mientras más rápido lo llevara hacia el otro lado mejor, pues aunque jamás escuchó hablar sobre aquella leyenda no creyó que ese fuese el momento indicado para cuestionarlo, pero si lograba salir con vida podría investigarlo con calma.

 

Cuando las tres barcas llegaron a la orilla Tauro escogió ir en la del medio. Sostuvo su huevo en la mano izquierda tal como le había indicado el Arcano y lo pegó a su cuerpo, no tuvo temor por apretarlo un poco más, pues la cáscara no era tan débil como la de los otros huevos comunes, aunque tampoco soportaría una caída brusca. La Ashwinder se deslizó por el suelo hasta subirse también a la barca, Tauro necesitaría algo con lo cual pudiera remar, así que buscó dos palos de igual tamaño y los transformó en un par de remos. «Esto servirá». Pensó, colocando el huevo cuidadosamente sobre un nido improvisado hecho por un montón de hojas que encontró en el suelo y con la serpiente vigilándolo. «Estoy lista».

 

No había tiempo para despedidas, atravesar el lago era lo más sencillo y ya podrían intercambiar algunas palabras antes de entrar al laberinto. Con fuerza Tauro remó con ambos brazos, con la vista hacia el frente y llena de ilusión, manteniendo siempre el buen ritmo y buen humor, pero al llegar a la mitad del camino la balza se tambaleó. Algo no estaba bien...

 

Tomando las precauciones necesarias para proteger el huevo dejó los remos dentro de la barca, tomó el huevo en su zurda antes de decidirse a inspeccionar e inclinó medio cuerpo hacia un lado para ver qué era lo que no los dejaba avanzar, pero en cuanto lo hizo algo golpeó desde el otro lado de la barca provocando que ésta se volterada y tanto a ella como a la serpiente las lanzara al lago.

 

—¡Ash! —protestó mojada. Afortunadamente al huevo no le pasó nada y la Ashwinder encontró la manera para subirse a su transporte que ahora estaba boca abajo —Creo que podremos llegar hasta allí nadando, pero nos va a tomar tiempo, así que mientras tanto pondré esto aquí en lo que reviso qué es lo que nos tiene amarrados —mientras hablaba Tauro colocó el huevo en la superficie plana de la madera donde sabía que no le iba a pasar nada y al segundo de haberlo dejado algo la jaló con una potente fuerza hacia abajo.

 

—Grgrgrg —de su boca no salía más que el sonido de alguien tragando mucha agua. Abrió los ojos y pudo ver que se trataba de una enorme serpiente que la tenía capturada y no dejaba de bajar cada vez más, pero a la velocidad que iban no alcanzaría a llegar a su destino sin morir ahogada. Con esfuerzo logró liberar la mano de su varita y con esta conjuró un «Caso-Burbuja» que le permitía respirar debajo del agua, sólo así pudo hablar.

 

—¡Oye! ¿Qué estás haciendo? —gritó.

 

—¡Oye! ¡Te estoy hablando! —pero nada pasó. Le tomó más de un segundo darse cuenta de que no estaba hablando en parsel, pero cuando lo quiso intentar de nuevo salieron palabras en su propio idioma. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso de repente se le había olvidado todo? El pánico comenzaba a apoderarse de ella y se sentía como la vez que el basilisco estuvo a punto de matarla, el terror, el bloqueo mental, las ganas de salir corriendo pero que el cuerpo no le respondiera y entonces recordó la pequeña habitación blanca sin puertas ni ventanas. Debía calmarse, lo necesitaba, de lo contrario no saldría viva de aquella situación.

 

«¡Te dije que pararas!» exigió, esta vez en parsel. La serpiente bajó el ritmo.

 

«Oh, entonces no estabas balbuceando ni rezando, estabas hablándome», respondió con burla.

 

«¿Por qué me estás arrastrando? ¿A donde me llevas?»

 

«A donde no puedes hacernos daño, ustedes los humanos sólo vienen aquí para darnos caza y usarnos para sus pociones».

 

Tauro se sintió culpable, ella era una de esas que usaba ingredientes como piel de serpiente para sus preparaciones, pero no estaba allí para eso.

 

«¡Te juro que no estoy aquí para eso! Sólo estoy en una misión que no incluye el asesinato de serpientes o de ninguna criatura animal, lo juro», pese a la desesperación de su voz, a la serpiente le pareció que sus palabras eran sinceras, por lo que aflojó su apretón.

 

«¿Qué tipo de misión?»

 

«Estoy tratando de dominar mi manejo del idioma parsel y para eso debo llevar un encargo a alguien que me espera del otro lado. Si me dejas ir prometo que jamás volveré a molestarte ni pasar por aquí». Inconscientemente empezó a empuñar la varita.

 

«¿Lo juras? Si te vuelves a aparecer por aquí te ahogaré y nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión».

 

«Lo juro».

 

Luego de un eterno minuto la serpiente marina la soltó y antes de que se arrepintiera Tauro nadó con todas sus fuerzas hacia la superficie. Para cuando por fin llegó pudo comprobar que para su tranquilidad el huevo seguía allí, intacto, junto a su serpiente.

 

«Gracias»

 

Con cuidado, tomó el huevo con la mano Izquierda y dio vuelta a la barca, para luego subirse nuevamente y seguir remando lo que le quedaba de camino. Al llegar a la orilla bajó con cuidado y allí esperó a que las demás llegaran, sabía que no tenía que esperarlas, pero necesitaba recuperar un poco el aliento.

 

«Creo que te nombraré Marina» dijo a su Ashwinder.

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Sin perder el tiempo y mientras cada una se subía a la barca, Lawan se sentó a la orilla del lago cruzando las piernas y con el movimiento de su vara de Cristal hizo aparecer una caña de pescar. La prueba tomaría tiempo, él lo sabía, así que ¿qué mejor momento para relajarse con lo que más le gustaba hacer? Tomó una lombriz que pasaba junto a su pie, la amarró a la punta del anzuelo y de este modo la convirtió en carnada para los peces que probablemte no atraparía, pero fue así como logró llamar la atención de la serpiente marina que se encontraba en el fondo del lago.

 

— No vamos a estar aquí todo el día, así que apresúrense, tengo una hora exacta en la cual debo comer y alimentar a mis niñas que se encuentran en casa —su paciencia era limitada cuando se lo proponía y si no se daban prisa en cruzar el primero de los obstáculos, él mismo las tiraría con la fuerza de su Vara de Cristal y que se defendieran como pudieran.

 

La de cabello color azul escandaloso fue la primera en tomar la delantera. Lawan observó muy disimuladamente lo que hacía, como si de verdad no le estuviera prestando atención y cuando la serpiente marina la atrapó ni se inmutó, sino que estiró los brazos y las piernas mientras lanzaba un bostezo. Pasaron más de un par de minutos, muchos más, cuando la irreconocible cabellera de la bruja sobresalió y supo que estaba bien, pero ¿esto alegraba o decepcionaba al Vietnamita? Sólo él lo sabía.

 

— Quizás olvidé mencionarles un pequeño detalle, todo eso que dominaban a la perfección en clases desapareció —dijo muy bajito como para que nadie lo escuchara con claridad. Otro detalle sin importancia.

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Aún no había dejado de chorrear agua cuando se agotó de esperar a las demás, puesto que al fin y al cabo tendrían que seguir el camino solas en ese punto. Exprimió un poco las puntas de su cabello que era lo que más pesaba, estiró las articulaciones para acostumbrarse a la ropa mojada y empezó a andar hacia el camino que había elegido, el de la izquierda, para ir a donde debía.

La arena se transformó poco a poco en algo similar a la tierra seca a medida que se internaba en la jungla de la isla y el sol abrumador dejó de verse entre las altas hojas de los árboles silvestres. Tenía el huevo agarrado con firmeza mientras sorteaba los pequeños obstáculos naturales que encontraba. Raíces que sobresalían, troncos secos o rocas.

Cada vez que tenía que pasar un arbusto apretaba el huevo contra su cuerpo para que no le pasara nada, posando los ojos siempre en el suelo para ver dónde estaba pisando. Pero más allá de es, el camino fue relativamente tranquilo por el tiempo necesario para que su ropa dejara de estar empapada y pasara a ser algo más decente de lo que había sido en un principio.

Sin embargo, como era una prueba, no podía ser sencilla.

El camino estaba despejado ante sus ojos en el momento en que sucedió, sus pupilas estaban fijas en lo que había delante y no en el suelo, ya que no había nada. Pero en la arena, muy bien disimulado para que lo hubiera hecho un anciano como Lawan —o eso pensó después—, había una trampa para humanos que se activaba con el peso. Y tan pronto puso un pie en ella, cayó un par de metros hacia abajo y aterrizó en algo vivo, helado y, por lo que podía escuchar, enfadado.

La mordida no tardó en llegar y Tauro tuvo que reprimir un grito de dolor, mientras su cabeza se centraba únicamente en el bienestar del huevo. Había caído en el nido de serpientes más grande que había visto jamás y una de ellas, venenosa por la forma en que tenía enrrojecida la mano derecha, se había vengado. Todas abrían las fauces enfadadas y se retorcieron hasta que la espalda de la líder cayó en la arena del fondo, dejándola a la merced de tantas de ellas que incluso se sintió intimidada por encima del dolor de la mordida.

«Muerte»

Siseaban todas a la vez. Ella no podía morir y tampoco quería matarlas, eran criaturas fascinantes.

«Hoy no»

Al responder esto, la mujer logró distraer a las cazadoras para tomar la varita y apuntar hacia arriba, aferrándose con su vida al huevo.

—¡Ascendio! —la bruja salió disparada hacia arriba con tanta violencia que incluso se llevó un par de los ofidios, que cayeron encolerizadas en su nido.

Activó el anillo de vuelo y planeó durante un instante largo y agonizante para su mano, hasta que sus pies dieron con la arena otra vez. El huevo era su prioridad y eso hacía que el dolor se esfumara momentáneamente. Pero después de comprobar que estaba todo en orden, la mortífaga intentó por todos los medios que el anillo anti-venenos la ayudara a eliminar el veneno de serpiente de su torrente sanguíneo. Pero nada pasó.

—Debe haber algo delante —concluyó, sintiendo una oleada de frío recorrer su espalda.

¿Y si no había nada? Como una flecha, siguió adelante al trote, con los ojos puestos siempre en el suelo. Pero el veneno era potente y si no hallaba algo pronto, moriría en la brevedad posible. Lawan era todo un personaje. Y lo que tenía adelante no era algo alentador. El laberinto se alzaba ante ella como una prueba más física que otra cosa, así que usó la varita y el hechizo Oriéntame para guiarse a la salida, aún al trote, haciendo todo lo posible por no ceder ante el veneno.

Tauro estaba preocupada y se notaba en su expresión, siempre impasible, que constaba de una arruga completa en su entrecejo que le impedía parecer tranquila. Pero esto empeoró cuando al salir a la pirámide, que se alzaba imponente sobre ella y el resto de las cosas, un enorme agujero empezó a abrirse en la tierra. Se detuvo, muy agitada y abrió mucho los ojos antes de entender del todo el siseo que llenaba el aire.

«¿Quién se atreve a molestarme?»

Era un basilisco. Cerró los ojos de inmediato y alzó el huevo sobre su cabeza, recordando el consejo de Lawan. ¡Había puesto un basilisco de verdad!

«Taurogirl» respondió, en cuanto escuchó que el desprendimiento de tierra acababa y la serpiente terminaba de enrollar su gran cuerpo a su alrededor.

«Y, ¿quién eres tú?»

Pensó un momento... historias.

«Soy la hija del gran Señor Tenebroso, Lord Voldemort» mintió con naturalidad, apoyando su fantasía con el hecho de ser líder del bando oscuro «Es por eso que he venido hoy, a charlar contigo como su heredera».

«Lord Voldemort» si una serpiente podía reír, seguramente sisearía de esa manera «Así que eres la hija de Tom Riddle, ¿no?»

«Así es, lo soy. Los Riddle podemos hablar la lengua de las serpientes desde nuestro nacimiento y...» movió el brazo «Tengo la marca de mi padre en la piel».

Esto pareció mover un poco los pensamientos de la serpiente, ya que por un momento aflojó un poco el agarre. Por eso mismo, la mujer bajó el huevo.

«¿Acaso dudas de mí? Bah, increíble »siseó aquello con desdén, con toda la decepción que fue posible pese al dolor «¿Un basilisco que no conoce a los herederos del Señor Tenebroso? Creí que había serpientes fieles a nuestra familia».

«Las hay...» una advertencia del basilisco y ella había ganado.

«Mi padre me dejó oculta hasta la madurez, de forma que pudiera entrenarme y crecer como una bruja poderosa. Y convertirme en su reflejo, en alguien que alzara su nombre y el poderío de los sangre limpia en el mundo mágico. Y ahora estoy aquí, discutiendo mi sangre con un basilisco que no me cree».

Silencio. Decidió proseguir.

«Si dices que eres fiel,» ignoró el siseo de advertencia «harás todo lo posible para ayudarme. Tú obtendrás el huevo y yo llegaré a mi destino».

«Razonable, razonable. ¿Está entero?»

«¿Dudas de mi palabra?» alzó una ceja, ella también podía sonar mala.

«Por supuesto que no».

Una gota caliente y que le escoció la piel cayó en su mano antes de que algo, muy grande y cálido, le arrebatara el huevo.

«Puedes pasar, hija de Riddle».

Y sin abrir los ojos, esperó a que la criatura se apartara para correr, lejos, muy lejos hasta tropezarse con las escaleras. Solo ahí abrió los ojos y cuando llegó, Lawan no estaba ahí. Estudió su mano, viendo los daños y se dio cuenta de que se sentía mejor, mucho mejor. ¿Estaba curada ya?

—¿Arcano Lawan?

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No me gustaba aquel lugar. Vamos, que sería un lugar agradable si la experiencia no me dictara lo que sucedía a posteriori. No era un lago normal ni era un bosque normal , ni siquiera era una situación normal. Era el inicio de la prueba que me llevaría a un lugar peor aún de lo mal que lo iba a pasar allá. Mi mente me prevenía... ¿Merecía la pena pasar por tercera vez por aquel lugar para llegar a la pirámide central?

 

Suspiré.

 

Pues claro que merecía la pena, aunque sólo fuera por "robarle" la lagartija a Amya, quien había tenido el descaro de largarse con ella. ¡Le iba a decir cuatro cosas en cuanto el arcano no nos oyera!

 

El arcano estaba en silencio y eso me ponía más nerviosa todavía. No quería pensar en las terribles pruebas que había pasado en las otras habilidades, así que presté atención a lo que decía aunque...

 

¡No oía nada! ¿Me había quedado sorda?

 

Miré a los lados, Tauro parecía entenderle a la primera y eso me dio un ataque de angustia. ¿Me había quedado sorda? ¿Alguien me había lanzado un hechizo de esos que afecta a los sentidos y el oído se había quedado muerto? ¿Se me había metido una oruga de reenespor en la oreja y por eso no oía nada?

 

Me di golpes con la mano en el oído, esperando que, así, volviera el sonido. Me sentí horrible porque... ¿Esta sería la primera prueba? ¿Y por qué yo no oía si Tauro ya había desaparecido como si el Arcano le hubiera dado instrucciones? ¿También iba a desaparecer Amya y quedarme sola?

 

¿Es que el Taiwan pensaba que no era apta para pasar la prueba y por eso me dejaba en la orilla sin más? Grité y, por si acaso, usé un Sonorus (no sabía si se podía usar la varita, pero vamos, que lo consideré un hechizo urgente para que me oyeran):

 

-- ¡ARCANOOOOOOO! ¡¡NO ME DEJE SOLITAAAAA!! ¡Déjeme demostrarle que estoy preparadaaaaaa!

 

El arcano no sé si me oyó, pero creo que media ciudad de Londres se debía haber enterado de mi pánico por quedarme sola delante del lago sin posibilidad de demostrar mi valía.

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La paz del Arcano no duró demasiado tiempo y hasta podría decirse que el propio grito de Sagitas fue el que alertó a la criatura escondida en el lago. No entendía como era que estaba comportándose como una loca y de nuevo recordó la primera vez que las conoció a ella y a su hermana. Lo único que faltaba es que ambas volvieran a ponerse locas.

— ¡SILENCIO! —gritó antes de que la de pelos morados despertara a todas las criaturas que allí habitaban —¡¿Qué le dije acerca de gritar?! ¿Acaso quiere que vuelva a traer a Wootang y se la lleve en su estómago de regreso a casa? —su molestia era muy evidente, pero él sabía que ya no había marcha atrás y que aunque no quisiera la prueba debía seguir. Tomó aire hasta calmarse y con toda la paciencia del mundo les explicó nuevamente lo que tenían que hacer.

— ¿Ahora sí lo entendieron? No quiero verles la cara en los próximos minutos, así que márchense. Y para asegurarse de que no le volvieran a molestar, Lawan cruzó sin problema el lago caminando sobre él, aunque más bien parecía levitar.

Taurogirl fue la primera en llegar hasta el Basilisco y obtuvo el veneno utilizando una técnica bastante audaz, logrando que la enorme serpiente creyera lo que ella le decía y hasta dudara de sí misma.

— Acércate —adentro todavía tenía un poco del veneno del basilisco, Lawan acercó los dientes de su vara de cristal insertándolos en la piel de la bruja que sentiría un pequeño ardor —Ahora sí estás a salvo. Mientras las demás llegan, entremos a la pirámide —una vez adentro se dirigirían hacia el salón circular, el piso de este era una estrella de cinco puntas rodeada por una serpiente que se muerde la cola y con la presencia del Arcano Parsel ésta cobró vida moviéndose alrededor de ellos —Estas son las 7 puertas, cada una con el distintivo de cada habilidad y ésta de aquí es la nuestra —acotó señalando hacia la izquierda.

— Te lo pregunto una vez más, ¿crees estar lista para la prueba? Una vez cruces esa puerta, dependerá totalmente de ti, ni yo mismo sé qué podría pasar o qué mundos visitarás. Recuerda muy bien lo que has aprendido, aferrate a eso y ten confianza, pero no en exceso, ese es mi consejo —. La boca de la serpiente de su vara de cristal escupió un anillo similar al del Arcano, que cayó en la mano de Taurogirl —Con esto podré observar lo que suceda allí adentro, pero no podré intervenir. Si por algún motivo no quieres continuar, el anillo te traerá de vuelta, pero no podrás volver a tomar la prueba.
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-- ¡Ay! -- dije, asustada por la voz del Arcano. Me puse las dos manos en la boca y susurré: --Perdón, perdón, pero no quería quedarme aquí solita. ¿Sabe que me quedé sorda por unos instantes?

 

¿Es que no puedo callarme? Se notaba a la legua que el Arcano estaba enfadado.

 

-- Es que Tauro se ha ido y... yo... esto... ella... yo... -- dije, aún más flojito. -- No, no, no llame a guotán, por favor... Yo... Silenciosa. Prometido...

 

Y guardé silencio, aunque parezca mentira, mientras el Arcano nos decía de qué iba la prueba. En cuanto dijo que extendiéramos la mano, lo hice, aunque dudé un momento sobre cuál era la izquierda. Al segundo intento (no soy lerda, soy un poco nerviosa) puse la mano a su alcance y algo o alguien me hizo quedarme ciega durante unos instantes.

 

-- Encima de sorda, ciega -- protesté, pero muy bajito.

 

Noté un peso añadido en la mano. Menos mal que en aquel momento volví a ver y reconocí enseguida lo que era, puesto que mi primera reacción había sido encoger la mano y sacudirla, por si el Taiwan hubiera tomado como gracioso el dejarnos una culebra.

 

Pero menos mal que no lo hice, puesto que era un huevo ¡¡¡ooooooh!!! de basilisco. Creo que babeé. Tenía uno bien grandote en el Circo, pero lo había conseguido crecidito. En mi vida había tenido un huevo de Basilisco en la mano, a pesar de que lo había pedido mil veces en el Magic Mall y siempre me habían dado largas.

 

Dije que sí con la cabeza, de forma tan reiterativa que la nuca me hizo un crujido; no quería hablar por si irritaba más al Arcano. Quería estar atenta con lo que decía por si teníamos la oportunidad de quedarnos con el huevo (o tal vez hacerlo desaparecer en uno de mis bolsillos, si él no se daba cuenta, cuando todo hubiera acabado...)

 

-- ¡Gualaaaaa! -- sí, lo sé. Lo dije en voz alta. Era el pánico que me entró cuando explicó lo de la mala suerte, la mano derecha, que si se rompía, el mal plagaría mi familia, etc... -- Perdón.

 

Vale... Mantener a salvo el huevo y traspasar los obstácul0s.

 

-- ¡Chupado! -- Sí, bueno, no me refería a que iba a chupar el huevo, aunque sería una buena idea la de meterlo en mi boca y tenerla cerrada hasta el final; más de uno lo agradecería, empezando por el Taiwan. Pero primero, no sé estarme callada, lo estaba demostrando con creces a lo largo de aquella clase; segundo, no tenía la boca tan grande (aunque a veces me llamaran bocazas, no era cierto).

 

Vaya... El Taiwan estaba bien enfadado, tanto que, tras aparecer las barcas, se largo caminando por el lago (o levitanto, no sé, pero parecía que andaba como aquel mito de la religión cristiana).

 

-- Jo -- reclamé, enfadada, ahora con mi voz en tono normal, ya que se había ido y no podía reñirme por seguir hablando. -- Hace trampa, ya nos podría dejar a nosotras caminar sobre la barca y no tener que manejar un remo.

 

Puffa, no había pensado en eso, remar... ¿Cómo iba a remar si manejaba el remo con una mano y sujetaba el huevo con la otra? ¿En un bolsillo tal vez...? No, seguro que se rompía. ¿Y si le hacía un hechizo irrompible? ¿O eso sólo servía para el cristal? Hum... Terrible dilema...

 

-- Bueno, no te abras mientras remo, ¿vale? Aquí estarás seguro y calentito --le dije al huevo y lo metí entre las... los... la delantera. Tuve que reprimir una sonrisilla al ver que ahora tenía tres bultos en vez de los dos habituales y, sin darme cuenta, me puse a tararear mientras manejaba el remo. ¿Qué porqué no usé la magia? A saber, supongo que me gustan los retos. O tal vez olvidé que tenía varita. No sé, fue como si algo le pasara a mi cabeza y volviera a la idea principal del día anterior antes de empezar las clases, la de conseguir que Amya me devolviera mi lagartija, único motivo principal por el que iba a dar aquella Habilidad. ¿Es posible que se me olvidara que ya había pasado un día entero de todo eso?

 

Aún cantaba cuando sentí los golpes en la barca. No sé qué era pero, de repente, me vi en el agua.

 

La sorpresa fue tal que cuando quise darme cuenta que había volcado, ya había soltado el aire de los pulmones y notaba que una serpiente me atenazaba y no dejaba moverme, ni tomar mi varita.

 

-- ¡Bruta, qué me ahogo! -- Eso quise decir, aunque sólo salió un glu-glu-glú doloroso porque al sacar aire me hacía tragar agua. Necesitaba oxígeno, empezaba a ahogarme cuando, de repente, me di cuenta que respiraba.

 

¿Respiraba? Tenía branquias y me movía como un pez en el fondo del mar. Un momento, ¿un pez? ¡Pero si parecía un cachalote! La serpiente hasta parecía pequeña con mi tamaño. Ella parecía estar tan asustada como yo y me amenazaba con sus colmillos.

 

-- No te voy a hacer daño -- le dije. ¿Me entendería? No hablaba parseliano en aquel momento, no sé si entre animales marinos se podían entender los animales. Parecía que sí. -- Vengo en son de paz. Yo estoy tan sorprendida como tú. Sabía que me atraía el mar y que éste era el animal que más me atraía si fuera animaga pero... No lo soy... O al menos no di las clases de esa Habilidad. Esto...¿me entiendes? Soy amiga, los peces no se comen.

 

No entendía nada. Nunca quería acercarme al agua (bueno, sí, me duchaba y esas cosas; el rumor que había extendido mi hermana Amya sobre que me duchaba los bisiestos sólo si caían en jueves era una burda chanza vengativa por nuestras peleas) y procuraba sólo mojarme los pies en las piscinas. Ahora entendía porqué.

 

-- Diosa Mía, Diosa de la Naturaleza, prometo tomar la Habilidad de Animagia si salgo de ésta.

 

No estaba segura de qué significaba que en un momento de pánico y necesidad hubiera podido convertirme en un animal marino, pero estaba en una prueba de Parseliano, no de Animagia, así que ésta prueba la debía de pasar usando parsel. Bueno, por lo que había entendido, tenía que convencer a la serpiente de que no quería hacerle daño, pero no había dicho cómo. Casi sonreí, pero es difícil mover una enorme boca dentada de una cabeza que pesa toneladas.

 

-- ¡Paz, hermana serpiente! Te prometo que no quiero nada malo, sólo quiero llegar a la orilla...

 

No sé si era porque no tenía la Habilidad de Animagia o porque sencillamente, no me gusta nadar, pero noté que mi forma cambiaba. Respiré aire (o agua, no estoy segura) en forma de animal y me pincé la nariz con forma humana. ¡Vaya que era rápido el cambio de animago...! Sí, tendría que meterme en esa habilidad aunque fuera sólo para aprender a nadar porque yo, más allá de la braza simple, nada de nada. Me impulsé con los pies hacia la superficie, cerrando los ojos y guiándome sólo por el instinto. Mira que si estaba nadando hacia abajo...

 

Pero no. Nadé en buena dirección (¿o se dice buceé?, pufff, si no hablaba bien en mi propio idioma, ¿cómo pretendía hablar parsel?) y pude, por fin, respirar aire puro. Me toqué el pecho, aún con tres bultos. Ni idea de cómo había conseguido mantener el huevo entre... ahí... mientras era un pez, pero tal vez la magia o la suerte me habían ayudado. La cabeza de la enorme serpiente (sí, ahora que era nomalita, aquello era una cacho serpiente que daba miedo) también salió del agua, amenazadora.

 

-- Esto... ¿amigas?

 

Lo dije en cristiano.

 

-- ¿Amigas? -- ahora me salió un lenguaje mezclado entre humano y gato que han pisado la cola con la punta de un zapato. La serpiente marina cerró (por fin) la boca y dejé de ver esos dos colmillos tan relucientes. -- ¿Amigas? Como te dije antes, no quiero más que pasar el lago.

 

-- Shhhhhhh..... Inte.... Resan...Te...

 

¡Halaaaa! Si hablaba parsel. Bueno, es normal que ella hablara parsel, pero... Yo la había entendido... Intenté relajarme (algo difícil cuando el agua está helada, cuando nadar no se te da bien y cuando el huevo parecía querer resbalar hacia abajo) y pensé, pensé, pensé... No se me ocurría ninguna palabra. Sólo repetir...

 

-- Inte... Resan... Te...

 

Conseguí que sonara bastante parecido a lo que ella había dicho y, como si fuera un resorte, recordé que había conseguido hablar antes cuando me ponía nerviosa. Eso era fácil, ya estaba nerviosa. La experiencia de la mutación animágica me había dejado los pelos de punta (literal, sólo que no se notaba porque lo tenía mojado).

 

-- Déjame pasar... Sólo quiero llegar a tierra firme... No quiero hacerte ningún mal... Sólo estoy de paso...

 

No estaba segura de si había dicho eso o si, tal vez, le había invitado a un paseo. La serpiente marina volvió a sisear y se giró sobre sí misma.

 

-- Odio... a los hu... manos.... Pero tú... eres... pez... demasiado grande... incluso para mí... Respeto a los peces...

 

-- Grac... ¿Gracias? Digo, gracias, por supuesto... -- esta última frase fue dicha en un titubeante parsel que se acercaba mucho, bastante (por no decir impeclable, aquí, con humildad) al que hablaba ella. -- Ahora... Ahora me voy, gracias por tu compañía, señor Serpiente...

 

-- Señorita... -- siseó, antes de irse.

 

Nadé sin parar hasta llegar a la orilla. Subir a tierra fue un terrible esfuerzo. Normalmente me hubiera agarrado a briznas de hierbas o a cualquier cosa que asomara y me hubiera arrastrado por el suelo. Pero no podía olvidar que tenía un tercer... esto... hum... que tenía el huevo en la delantera y se podía romper. No sé ni como seguía entero tras aquella aventura. Así que subí de pompis y con mucha ayuda de mis brazos hasta quedar sentada en el suelo. Allá, jadeando por el esfuerzo y chorreando agua por todas partes, me paré a pensar en todo lo sucedido. ¿Un pez? ¿Un cachalote? ¿En eso me iba a convertir? ¿Nada de conejito, gatito o lindo pajarito? ¿Es que tenía que ser rara hasta en la animagia? Al menos sabía que podría respirar en el agua y que no tendría que comerme nunca más algas de esas que saben a rayos.

 

-- ¡Prueba superada! -- grité, de repente, en medio del silencio. ¿Y qué? Ahora no estaba el Arcano para reñirme? Me levanté con dolor en todas partes. Mañana (si llegaba) iba a tener agujetas. -- ¡Eh, tú, señorita serpiente...! No te comas a mi hermana Amya... ¡Al menos hasta que me devuelva a mi lagartija!, ¿vale? -- grité al agua, haciendo bocina con mis lindas manos con dedos. ¡Qué placer ser humana!

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Maldecido arcano!

 

No solo la amarraba a su techo, constantemente le ponía de sus culebras en la cara, se atrevía a sacarle la varita ... y ahora osaba trasladarles mágicamente??? con lo mucho que a la bruja le gustan este tipo de magias.

 

Pero calló, solo quería resolver el siguiente acertijo e irse a casita. Aún le quedaba una habilidad mas para gastar mas, después de las 2 primeras, y se la estaba reconsiderando mucho ... éso y que ya no le quedaban galeones disponibles, xDDD.

 

Ay "qué bonito", qué pretendía con las zurdas de las 3 mágicas? mientras no quisiese tatuarles alguna humoraba en el antebrazo ó ponerles especie de grilletes de entrenamiento que las electrificasen ó peor aún, joyas maldecidas que las hiciera ver aparecidos y terminase por volverlas locas ; « Con lo fácil que sería ocultar un par de muertos en su cubíl arcanesco ... », se dijo en pensamientos bien calladita mientras se sucedía el resto.

 

- Ahhhh!

 

Chilló al menos ella al ser cegada de esa manera. Sintió el huevo de Lawan entre los dedos y se le subieron los colores al rostro (=se ruborizó)

 

Esperen un momento! huevo en la siniestra y a la gallina en la diestra ... ¡no! al papá (=gallo), ó éso creyó entender la adleriana.

 

Barcas ¡Gran... dioso! por qué tenía que haber siempre agua en medio de toda "aventura"???

 

- Impervius ...

 

Lo primero que hizo fue protegerse hasta los calzones ... ya era cosa de experiencia.

 

La runespoor y sus tres cabezotas se acomodaron bien sobre sus prendas quedando como un precioso correón bailón.

 

Ahí iban las temibles instrucciones del arcano. Recordaba ese lago horrible (todo lo que contuviese agua y que la terminase mojando era horroroso para ella), y el laberintoso bosque y por supuesto, ¡por supuesto! la pirámide maligna (como le decía Amya_An)

 

Dudó si echarse en la mano izquierda un epoximise para no perder el condenado huevo.

 

Y en esas estaba discutiendo mentalmente con su otro yo patológico cuando el loco "que te engulle", solito se fue a darle la bronca, ¡a ella! ¡ELLA! cuando no había ni abierto la boca para eruptar (con todos los gases acumulados por el vacío de su estómago humano que cuando tiene hambre, hasta un basilisco adulto entraría allí mismo)

 

Hizo un pronunciado puchero porque no era justo que le jalaran de las orejas cuando no tenía nada que ver en el asunto (?)

 

Pateó la tierra en evidente protesta y se metió en la barca ... la que fuera, xDDD, que ella cuando va con los diablos azules encima no se fija a quien le pisa la cola.

 

Con coraje vio "al Jesús de Galilea" arcaino adelantárseles como semi-dios (xDDD!!!) por sobre las aguas del lago y por sus espaldas, viendo que ya no la observaría, se atrevió a sacarle la lengua viperina.

 

Le acarició la cabecita del medio a su runespoor y se dio a la tarea de recordar cómo miér.coles se echaba a andar la cosa aquella sin motor fuera de borda (no, tampoco sabía coordinarse a remar con una sola mano) ... entonces, agitó con la varita para que hiciera olitas y la llevase como ¿alfombra voladora? hacia la otra orilla "segura".

 

Segura entre comillas porque ya a la mitad la fueron a mojar ...

 

- ¡Por qué si ya me bañé la semana pasada! ~glu-glu~

 

Desgraciado trauma con el agua.

 

Había una razón por la que llevaba segura a las 3 cabezotas locas de runespoor con ella, y era porque les había prometido gran recompensa si la ayudaban a sobrevivir la cuestión esa.

 

Así que si ella no podía hablar por debajo del agua con la bicha acuática, se las ingenió para hacer de su mascota tri-cefala (?), su diplomática parselina.

 

Como decía el arcano, si conocimiento se los había bloqueado, maña tenían de sobra y como no había regla que dijese que no pudieran usar intermediario culebril (?) ...

 

Por efecto de líquido, la conversación parsel no la pudo decifrar casi nada. Solo se enteró que Curly debió contarle un buen chiste porque el bicho del Wantan le soltó la pata y en cuando se sintió liberada, con el poco aire en los cachetes que le quedaban, invocó un Ascendio que la sacase desde las profundidades de la masa lagunosa.

 

Quedó despanzurrada en la otra orilla (pésima suerte hubiera sido la suya, de que tal movimiento la hubiese devuelto al punto de partida) y mas suerte fue la suya, no caer sobre el huevo del arcano hasta hacerle tortilla y morirse de paso allí mismo como bruta, solo por pisarle el huevo.

 

Tosió muy desorientada, y desorientada corrió por si como kraken, la cosa marina (en realidad, lagunesca) se le antojase volver a "chaparle" de la pata.

 

Corrió y enseguida entendió que había sido mala idea simplemente correr sin propósito alguno.

 

Al toque sintió el pie en falso y de no ser porque el hueco de Tau era profundo (entiéndase el nido de cobras a la que cayó de primeras), no le hubiese dado tiempo a reaccionar y lanzar un efectivo Incarcerus hacia los bueno ramales de tan añejo bosque.

 

Pero no fue del todo eficaz la cosa, pues las bichas venenosas, ó al menos una de ellas, consiguió saltar y morderle una nacha.

 

- @#%!!!

 

Por supuesto que chilló ante tal indecente mordisco en las carnes blandas de su posterior descubierto ... pues se había impermeabilizado las prendas pero no endurecido (tipo escudo) como para que no sufrieran tal afrenta mortal.

 

Utilizó nuevo hechizo que encogiera la cuerda (Uds. solo alucinen porque yo no se de reglas de dueleo, xDDD) y así subió en un triz hasta de nuevo el ras del suelo.

 

Cayó de codos pero no se rompió el huevo. Comió un poco de tierra y hojas otoñales algo putrefactas ya, mas nada que no le significaran mas que una purga posterior.

 

Iba a sobarse la pompis herida no obstante, pensó que le dolería mas si se la tocaba ... así que casi cojeando y brincando, se fue acercando hacia el final del Labe y otra bicha a la que debía de convencer antes de desmayarse y morirse, xDDD.

 

Pero quien se puede morir en paz con una peli-violeta hermana gritando su nombre "por allá atrás"?

 

Iba a gritar en respuesta mas ... nop ... solo quería deshacerse del tralalán y sus colebriles coristas. Solo quería llegar a ese otro basilio ... ay no, basilisco (ya le va fallando el seso con la mordisqueada), e iba como intoxicada (seguro le estaba agarrando como alergia a veneno de cobra inyectado por el trastero) ...

 

- Ea! eres Tú? el basilio del tank ...

 

Se le adormecía el cerebro, los múscu.los y hasta la lengua.

 

Le bailoteaban los ojos y la cabeza le hacía bonitos círcu.los por encima del cuello.

 

- Ey, te gustan las historias? nos sabemos algunas que son para morirse ...

 

Casi balbuceó chorreando babas (efecto del veneno cobril)

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Mostró los dientes con un siseo de dolor en cuanto Lawan retiró el último poco de veneno de su piel. No había sido tan doloroso como la mordida de la serpiente en primer lugar pero aún así, sentir que alguien le clavaba colmillos otra vez se sentía muy mal. ¿Estaría pensando como una serpiente? Pensó en ello al seguir al anciano y solo dejó de darle vueltas en cuando el hombre señaló la puerta que le correspondía cruzar.

Sabía lo que significaba y sabía lo que podía llegar a conseguir si pasaba la prueba como él esperaba. Si es que lo esperaba. Un sitio desconocido, una misión que recaería únicamente en ella y lo que había aprendido, sin ayuda, siendo observada por su maestro. El portal podría llevarla incluso al futuro de ser necesario tan sólo para probar su valía como hablante de Pársel y ella estaba más que dispuesta a aceptar la misión.

 

—Estoy lista —admitió, cerrando los dedos sobre la palma hasta que metió el dedo en el anillo para portarlo al entrar.

 

Estaba segura de que Lawan no quería una despedida y tampoco pretendía dársela, lo vería pronto si todo salía bien. Inhaló profundo, dejando que todos sus pensamientos se disiparan y finalmente dio un paso al frente, pasando por el portal.

Otras veces había estado en un cementerio por motivos diferentes y siendo una demonio, no podía decir que le temía al manto de oscuridad que se cernía sobre ella y las cientos de lápidas repartidas en un campo seco, muerto como los que habitaban bajo la tierra húmeda. Pero aquél no era un simple cementerio. Pequeño Hangleton era conocido por muchos en la actualidad por ser uno de los sitios más emblemáticos de la segunda guerra mágica, testigo de horrores desde la muerte de los Riddle.

Nadie se atrevía a visitarlo, aunque fuera bajo la luz solar en pleno mediodía. Nadie en su sano juicio quería sentir la pesada aura de maldad que reinaba en el aire, el olor a decadencia que se esparcía con la niebla como si el tiempo hubiera adquirido una fragancia pútrida. Nadie quería pararse sobre la tumba de los Riddle, sobre el lugar donde Cedric Digory había perdido la vida. Nadie quería recordar que ahí había vuelto el Señor Tenebroso.

Sin embargo había un grupo selecto, un grupo elitista y creyente en la magia antigua, la superioridad de los magos y la pureza de la sangre, que encontraba el cementerio como un lugar sagrado. Estar sobre los restos de magos oscuros, y otros no tan impuros, era algo cotidiano, gajes del oficio. Ella misma había transitado por ahí en ocasiones varias, entrenando a sus compañeros o simplemente andando, pensando.

Y ahí, precisamente donde Colagusano había profanado una tumba y había empezado el caos, por segunda vez, era donde había aparecido. Al cruzar el portal sus ojos se adecuaron a la oscuridad como si hubiera estado ahí hacía mucho tiempo atrás, mucho antes de que lo notara, estaba de rodillas ante el nombre de Tom Riddle, el padre de quien había empezado todo el proceso de limpieza mágica y que había sido, mucho antes que demás líderes, su predecesor en la Marca Tenebrosa.

Tenía las palmas hundidas en la tierra hasta cierto punto, como si hubiera estado pidiendo perdón ante el fallecido hombre. Las retiró lentamente, no porque quisiera ser dramática, sino porque algo le impedía moverse con completa libertad. Arrastró las manos hasta que logró posarlas en sus rodillas y después completó el movimiento irguiendo la espalda, tan lento como todo el proceso anterior, sólo para poder fijar la vista en otra cosa que no fuera la lápida. Pero lo que vio no fue ni por asomo lo que esperaba.

Tan pronto como sus ojos se fijaron en esas dos rendijas plasmadas en un rostro cruel, rojas y afiladas como las de una serpiente, su cuerpo perdió todo el calor que poseía por raza. ¿O fue el ambiente? La niebla se cerró un poco más, la temperatura llegó a su límite y el silencio se hizo rotundo. De la figura que tenía delante sólo sus manos eran apreciables, largas y huesudas, así como su cabeza. Lo demás era oscuro, no se veía, o al menos ella no lograba apartar la mirada de esos dos detalles en específico.

La expresión de esa cara debía ser diversión, sólo que conseguía una mueca tan anormal y cínica que parecía más bien la representación de alguien que está divertido únicamente con su maldad. El hombre era más alto que un mago promedio y por la forma en que se movía, asemejaba tanto a una serpiente que provocaba cierta impresión. Sólo que lo verdaderamente impresionante estaba por venir, cuando abrió la boca y formó un siseo propio de una serpiente peligrosa, entrando en sus huesos y sacudiendo sus pensamientos.

«Taurogirl, Taurogirl... ¿la hija de Voldemort?»

Antes, cuando había escuchado la risa de la serpiente, creyó que había sido el sonido más cortante que había llegado a escuchar jamás. Pero aquella voz que resonó en el lugar en Pársel lo era aún cuando no se estaba riendo, la hacía quedarse estática.

«Ha sido una mentira muy tonta, Taurogirl. ¿Qué te hace pensar que tú podrías ser mi hija? ¿Que alguien lo creería?»

Entre dientes esta vez el hombre sí dejó escapar una risita y la bruja volvió a estremecerse.

«Levántate»

Ella tenía la creencia de no haber movido un músculo en cuanto el hombre habló y lo sostendría en adelante, puesto que no había hecho ningún movimiento cuando de pronto estuvo de pie, ante él, expuesta.

«Mi señor» se apresuró a decir, contrariada por lo que pasaba y, muy a su pesar, asustada por la situación «Es un honor...»

«¿Un honor, dices?» Voldemort se acercó a ella, sosteniendo la varita entre sus dedos como una extremidad más, parte de su mano «¿Llamas un honor verme en estas circunstancias? ¿Cuando has mentido y te has hecho pasar por la hija del mago más grande de todos los tiempos?»

«Sí, señor» respondió en voz baja, analizando sus posibilidades de salir viva.

¿Le había pasado alguna vez? La verdad era que no. Nunca nadie había expresado tal temor en una persona con un par de palabras y ese hombre, aunque sólo fuera parte de su prueba, estaba siendo el primero en intimidarla. Intimidarla al punto de aterrorizarla. Voldemort ensanchó una fea sonrisa en su rostro y asintió.

«Sí, sí, es un honor para ti. Ahora bien, Taurogirl, ¿puedes decirme por qué en tu juicio te ves a ti misma como mi hija? Eso has dicho al Basilisco y este ha sido lo bastante tonto para creerte, así que alguna base verídica has de poseer. ¿O me equivoco?»

Darle una respuesta rápida habría confirmado que no tenía idea de por qué entre todas las cosas había elegido semejante historia para contar al Basilisco. Así que se quedó mirando los fríos y crueles ojos de Voldemort, meditando.

«Considero que todos los miembros de la Marca Tenebrosa actual son sus hijos, mi señor. Incluso después de su muerte, usted siempre fue el motivo por el que hemos mantenido al bando y a nuestros ideales»

«Entonces he concebido a muchos hijos después de muerto» murmuró de mala gana el hombre.

«En el sentido, mi señor, de que todos estamos aquí por usted. Tengo cosas que aspiran a asemejarse a lo que usted es no dijo que se parecía o que era igual sólo para no hacerlo enojar Soy su seguidora y he seguido sus pasos para estar donde estoy»

Silencio. Voldemort la juzgaba con su mirada y la rodeaba con un aura tan poderosa que se sentía pequeña, pero podía sentir cómo mermaba, como si dejara de considerarla una insolente. Decidió proseguir.

«Soy quien ha seguido sus pasos más que nadie y junto a mi madre, lograremos vengar su muerte y hacer que los Muggles y los traidores a la sangre dejen este mundo como un recuerdo de la idiotez que hay que eliminar de nuestra sociedad.»

«Uhm...»

Toda la conversación había sido llevada en un Parsel perfecto. Y mientras Tauro hablaba, sus siseos se hacían más y más intensos, llegando a ser casi iguales a los del mismo Voldemort. Estaba inspirada y el calor del anillo en su dedo, en conjunto al poder que de pronto su cuerpo expulsó en reacción a sus palabras fue suficiente para que el portal la echara de pronto, llevándola hacia atrás y regresándola con Lawan. Respiró agitada, poco acostumbrada a la luz y miró al Arcano.

¿Qué pensaría?

Sonrió. Ella lo había logrado.

Editado por Taurogirl Crouchs

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Me sentía feliz porque había conseguido un dos por uno, había pasado el primer obstácul0 y había conseguido saber porque amaba y odiaba el agua a la vez. Así que ya sabía qué otra Habilidad haría en cuanto consiguiera pasar el portal parseliano y hablar con mis serpenteantes animales del Circo (además de poder conspirar con Zancas la lagartija contra Amya_An, que eso era lo que más me emocionaba, tener otro amigo común en contra de la Adleriana). Tras salir del agua, algo como un torbellino pasó cerca, no tanto como para identificar de qué se trataba aunque me imaginé enseguida que era mi hermana. Se me pasó el buen humor de golpe.

 

-- ¡Maldita seas, mana! Si lo sé, convenzo a la serpiente marina para que te tragara. ¡¡Devuélveme a Zancas!!

 

Sí, sé que en el laberinto había que ir con cuidado y no llamar mucho la atención porque no sabías lo que se escondía entre los zarzales, los árboles o entre el mismo musgo. Cualquier cosa podía ser peligrosa y había que andar con tanto. Pero nadie puede esperar que permanezca en calma, comprobando los peligros cuando la malvadosa de Amya había salido corriendo para llegar la primera a la pirámide central. Además, yo había hecho aquel camino ya dos veces. Seguro que no me perdía.

 

¿Seguro?

 

Vaya, mi sentido de la orientación era muy precario. Entre lo que corría, lo que tropezaba y que las malditas bichas no me indicaban bien... acabé totalmente perdida. Yo y mi lealtad a la clase que estaba llevando. Preguntaba a las culebrillas, serpientes y cualquier animal reptante que tuviera cerca (aunque creo que aquello último era la cola de un mono, no una lagarta peluda) para saber si habían visto a una chica de pelo azul (me refería a Tauro) y/o a una mujer que llevaba una serpiente de 3 cabezas.

 

-- ¡Por allá!

 

-- ¡No, por allí!

 

-- Noooooo, a la derecha...

 

Jooooo, aquellos bichos serían peligrosos pero me estaban ayudando en parsel, aún sin dominarlo del todo aunque cada vez conseguía que me hablarán más bichos de ellos y yo los entendía mejor. Aún así, eran más despistes que yo y no se sabían el camino (bajo ningún concepto creo que fuera yo quien no entendiera sus indicaciones, estoy segura que entendía perfectamente cuando decían izquierda, derecha, pa'bajo o rueda entre los espinos...) Yo creo que se burlaban de mí, aunque sin pruebas prefiero pensar que sólo eran tan lerdas como yo.

 

En fin, que acabé perdida y por mucha experiencia que tenía, tuve que pararme porque Amya había desaparecido y Tauro ni se veía. Me senté en el suelo, refunfuñando, para recuperar el aliento. Estabas decidida a no hacer más caso de las serpientes porque cada una me indicaba un camino diferente.

 

Siseo...

 

-- No pienso hacerte caso.

 

Otro siseo...

 

-- ¡Qué me dejes! Encontraré el camino yo sola...

 

Sí, había una culebrilla que colgaba muy ágil de la rama de un árbol y parecía decirme algo sobre el camino pero yo no le entendía. Que conste, no le entendía porque hablaba muy rápido.

 

-- A ver, más despacio, que soy novata en esto del parseliano. Veamos... Le...Le... Legante... ¿Qué estoy elegante?

 

Sabía que no era cierto, sobre todo porque aún encontraba alguna alga que otra entre el pelo.

 

-- Vale, no... Elegante no... Ah, que me levante. Pues no quiero, estoy cansada. No corras, que no te entiendo... Hum... ¿Pino? ¿Pido...? ¿Nido...? ¿Cómo que hay un nido? Yo no veo ningún pájaro cerca...

 

Miré a los lados, confundida. Estoy segura, aquella serpiente ceceaba o tenía un problema de dicción, me costaba entenderla.

 

-- ¿Qué demonios de nido? -- murmuré, algo enfadada porque estaba perdiendo el tiempo con esa culebrilla y... --¡Demonios desdentados! ¡Opugno!

 

Sí, bueno, no es el mejor hechizo, sobre todo porque era un nido de cobras, no de pajaritos. Conseguí que una se rebelara contra sus congéneres y me diera tiempo para levantarme y correr.

 

Corrí.

 

Corrí.

 

Más corrí....

 

Cuando me faltó el aliento, tanto que estaba mareada y casi sin sentido. Ya digo yo siempre que el ejercicio es malo. Caí de cuatro patas justo a la salida del laberinto. Al final, sólo había necesitado el miedo a las cobras para encontrar el camino verdadero. Todo me daba vueltas y tuve que sentarme. Al hacerlo, vi una cola que se movía entre el pernal de mi ropa y casi grité. Si no lo hice no fue porque soy sensata sino porque no podía ni salivar. Respiración agitada, más de lo normal aunque hubiera estado corriendo...; visión doble y nublada, boca seca y lengua hinchada...; dedos gordos (los dedos sólo, yo no)...

 

-- Maddita zea... Me haz modido...

 

Sí, hablar no se da bien a nadie cuando la lengua ocupa el doble de espacio que la cavidad bucal. Me sentía patosa pero tuve la certeza de usar la varita para transformar aquella traidora mordiente en una mariposa que voló hasta alejarse. Cuando se transformara de nuevo en reptil, ya no estaría cerca de mí. El final del laberinto, la entrada de la pirámide, allá dentro el portal... Pero no iba a llegar. El veneno de la cobra es demasiado potente y yo había estado corriendo, con lo que lo había esparcido más rápidamente por mi cuerpo.

 

-- Epizkei... -- No sé si es que el hechizo no era el idóneo o que mi lengua no vocalizaba, pero no funcionó. No tenía bezoares ni nada que pudiera contrarrestarlo, así que, sencillamente, iba a morir envenenada. -- Lástima, me hubiera gustado conocer al arcano de animagia para que me dijera cómo arreglar lo de mi gusto acuático...

 

Eso lo pensé, imposible hablar. Probé con todo lo que se me ocurrió, desde hechizos raros que no voy a mencionar, hasta los amuletos de los libros: usé el Curación; con la Daga del Sacrificio me hice más grande la herida para que la sangre saliera y, con ella, parte del veneno; el Anillo anti-veneno debía estar defectuoso porque tampoco me ayudó... En conjunto, conseguí una leve mejoría pero no había hecho más que posponer mi caída.

 

Tal vez el Arcano se apiadara de mí y me curara, si llegaba al interior de la pirámide...

 

Este pensamiento me ayudó a levantarme y a caminar un poco hacia allá pero enseguida interrumpieron mi andar débil con una gran sombra. La reconocí enseguida y cerré los ojos. ¡A tiempo! Era un basilisco y su forma de hablar parecía indicarme que no estaba de buen humor. Algo entendí sobre que ya había dejado pasar a dos y que tenía hambre.

 

-- ¡Demonios parlantes! Si lo sé, aprendo a hacer macramé en vez de Parsel -- murmuré. Pero la noticia de que Amya lo había conseguido me picó. Tal vez era lo que necesitaba para estimular mi mente adormecida puesto que la idea que mi hermana se quedara a la lagartija me hizo reaccionar. -- Si esa pasó, yo también.

 

Vale, repliqué enfadada pero me sirvió para recordar algo, el Basilisco podría ser mi salvación. Creía recordar, aunque tal vez podría ser un engaño de mi mente moribunda, que el veneno de basilisco en pequeñas dosis podía ser un antídoto para este tipo de envenenamientos. Vale que no tenía nada que perder pero... ¿cómo conseguía el veneno del bicho?

 

Pues con labia. Si algo me encanta hacer es hablar por los codos. Así que procuré no verle más que la cola y la sombra mientras elaboraba una historia en la que yo era una pobre chica provinciana que había sido engañada por la malvada Amya_An Bruja del Norte y me había robado mi mascota querida del alma, una pequeña pero linda lagartija llamada Zancas que era mi mejor amiga, con la que hablaba en Parseliano y a la que le contaba todos mis secretos. Por supuesto, esa maldita bruja quería montar un negocio de collares con la cola de mi amiga reptante y pretendía que ella fuera la materia prima constante, con lo que yo debía salvarla, puesto que esa esclavitud no se le puede desear a nadie. Si me concedía el deseo de pasar viva, se lo agradecería en el alma y le dejaría aquel huevo que, calentito como estaba por tenerlo bien cubierto con mis... mi delantera, seguro que se abriría y le daría un hijito a quien contarle la historia de su gran bondad.

 

Ni sé lo que dije ni como lo dije (eso sí, en Parsel) pero conseguí que la Gran Bestia se enterneciera, me dejara el paso libre y, encima, me dejó acariciarle un colmillo para recoger la preciada gota. La metí en la boca y con la lengua la esparcí por los dientes. Necesitaba curarme inmediatamente y tragar saliva era lo más rápido para ello. He de reconocer que improviso mucho y que la Suerte me Acompaña puesto que, sin darme cuenta, fui cogiendo fuerzas y llegué hasta la escalera de acceso a la pirámide.

 

Sentí voces.

 

Estaba mareada pero aún me quedaron fuerzas para llegar hasta el Arcano y arrodillarme, no por respeto si no porque me fallaron las piernas.

 

-- Arcano... Agua... Necesito un poquito de... agua...

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