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Cuidado de Criaturas Mágicas


That is not my name
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Suplencia por Ishaya M. Tonks

Alumnos:

 

- ¡¿Cómo que siguen esperando?!

 

Corrí de la sala de profesores con mis cosas mientras escribía en un pedazo de pergamino un rápido vociferador para que llegara a los tres alumnos de Cuidado de las Criaturas Mágicas y que no perdieran más tiempo en el aprendizaje de este conocimiento en especial. Lo bueno es que los directores me habían encontrado para que me hiciera cargo, aún sin saber los motivos de la profesora titular para faltar en aquella ocasión.

 

Me detuve un momento en los jardínes de la universidad cuando caí en cuenta de que mi esposa estaba entre las alumnas, una posición que no teníamos el gusto de compartir desde que le di clases hace tantos años atrás, justo antes de que ingresara a la Orden del Fénix, justo antes de que comenzáramos nuestra historia de amor. ¿Estaría así toda la clase, embobado en mis recuerdos con ella? Aunque lo quisiera, no era la actitud correcta.

 

Las indicaciones eran sencillas: vernos en el jardín principal de la universidad con todas sus cosas para la clase. El plan era más sencillo: practicar desde el primer momento con el conocimiento. El tiempo no estaba muy a favor.

 

Llegué al lugar del encuentro, al fin, y esperé a los estudiantes mientras agradecía tener todo tipo de criaturas en mi Hacienda para la clase, seguro más de una estaría dispuesta a venir a través de un haz de la noche para que nos sirvieran de ejemplo.

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Los días habían pasado y la ansiedad de la exiliada Black se incrementaba con ellos; la horrible angustia de no saber si había sido llamada o no a las clases le carcomían, más al saber que la mayoría de los cursos ya habían iniciado. De manera constante visitaba la universidad en busca de novedades y ese día pareciera ser escuchada.

 

Sabía a lo que se metía, sus vestidos y zapatillas que solía usar de diario en esta clase serían más que estorbosas (o no si deseaba enseñar de más) a lo que unos jeans y una camisola de franela a cuadros serían sus aliados. Su delgado cuerpo se hacía notar debajo de las prendas ya que quedaban como una o dos tallas más grandes de las que ella usaba. De igual manera esa ropa terminaría en el bote de basura, sabía a lo que se atenía al inscribirse en la clase.

 

Su mirada miel se mantuvo fija en el jardín de la universidad mientras caminaba ansiosa; sus gustos normalmente no implicaban el uso de su cuerpo o las emociones fuertes, pero era momento de cambiar y quería experimentar con lo nuevo que se encontraba a su alrededor, dejaría de temer y empezaría a tomar los retos de frente.

 

- Bonjour.- musitó la francesa mientras sonreía al que pareciera ser el profesor.- Cuidado de criaturas mágicas ¿Cierto?

 

El aspecto del joven mago le resultaba bastante familiar; Gabrielle arqueó la ceja y acomodando sus cabellos rubios en una cola de caballo alta volvió su mirada a él. Sus recuerdos no estaban del todo confiables a lo que esperaría a divagar más antes de meter la pata hablando cosas sin sentido.

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Era días de ansiedad por donde le mirara, la Lockhart había estado esperando varias cosas que finalmente confluian en las misma fechas, la plantilla ministerial, la certificación de su nueva habilidad que no terminaba de darse y por supuesto la luz verde para la adquisición de un nuevo conocimiento, a todo esto había que sumarle su estado de gravidez que le tenia un poquillo nerviosa.

 

 

Con todo intentaba mantener la calma, seguir el ritmo de vida al que estaba acostumbrada con menos rigurosidad y un poco más de descanso, justo lo que hacia en ese momento, sentada con una taza de té en manos y los pies en alto hasta que llego un vociferador ante sus ojos. Era el aviso a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas a la que se había inscrito, las indicaciones eran claras al igual que la fecha, osea ya.

 

 

No le tomo más de treinta minutos estar lista, y utilizar la red flú para llegar a la Universidad, luego sus pies envuelto en unas zapatillas deportivas la llevaron hasta los jardines donde debía encontrarse con quienes serían sus compañeros de asignatura y por supuesto con su profesor. La figura de la Lockhart envuelta en un comodisimo pescador negro y una blusa holgada de seda irlandesa blanca, se movía con gracia sobre la caminería mientras que su mirada buscaba un grupo al que integrarse.

 

 

--¡¡No puede ser!!-- expreso conteniendo el aliento, si esas dos personas eran las que se imaginaba, entonces Ishaya era el docente a cargo, como no se dio cuenta antes... Inmediatamente loa recuerdos afloraron, aun conservaba el prendedor de Isla Wallace que había sido parte de la clase de Rol básico en sus inicios en la Academia y del cual el mago fue su profesor. Un suspiro de satisfacción escapo de su pecho, aquello había marcado una nueva etapa en su vida y parecía ser un indicio de que volvería a ser así.

 

 

--¡Hola! Ustedes son el grupo de Cuidado de Criaturas Mágicas?-- saludo y pregunto mordiendose el labio, incapaz de dar un paso más o tratar a su marido con la familiaridad a que estaba acostumbra, allí él era el que impartiría la clase y había cierta distancia o más bien formas que guardar. Pero eso no le impio guiñarle un ojo y regalarle una sonrisa, cuando mucho quedaría como la coqueta de la clase, aunque con su pancita no sería muy bien visto.

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- ¡Bonjour, madame Delacour!

 

La primera en llegar había sido Gabrielle Delacour, una bruja que había tenido el gusto de conocer como Adriano Wallace hace tantos años atrás, ahora como Ishaya era apenas unos vagos recuerdos. De cualquier forma que haya sido, como nos hubiéramos conocido, estábamos en una etapa completamente diferente.

 

- Es correcto, aquí se impartirá la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Ishaya Tonks, su servidor, ¿trajo tood lo necesario para el desarrollo de la clase?

 

Apenas pude realizar la pregunta cuando mi corazón se aceleró al ver a una rubia que llegaba hasta el lugar de encuentro, mi amada esposa Cye Lockhart, quien se mantuve respetuosa conforme al saludo que hacía por ser yo el docente de aquella materia. Sonreí ampliamente y le planté un beso en los labios, tierno, dulce, nada escandaloso. Simplemente este curso resultaría más interesante de lo que había previsto.

 

- Aquí es, efectivamente, - le respondí a mi esposa al separarnos - comenzaremos con algo sencillo, un par de criaturas inquietas y, conforme veamos como se desenvuelven con ellas, podremos pasar a otras un tanto más complejas de cuidar, tratar, etcétera. Aún falta una persona más, esperemos que no se tarde mucho, mientras tanto... ¿qué conocimientos tienen como base?

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No se equivoco al pensar que el grupo conformado por la Delacour e Ishaya era el correspondiente a la clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas, ni tampoco que él llevaba la batuta, pero eso, eso pudo razonarlo luego del beso que como saludo le dio su esposo, él como siempre, sencillo, sincero, sociable y romántico, cualquier otro hubiera mantenido la distancia que ella había marcado, sin embargo no había sido así, y luego de unos segundos aunque le encantaban sus besos, sus mejillas estaban un poco sonrojadas.

 

Pronto el tema giro en torno a la clase y a las criaturas, la verdad es que Cye poseía muchas de las que estaban a la venta en el Magic Mall, las había adquirido para beneficio propio y para que habitaran en su mayoría el bosque dentro de la propiedad Lockhart, pero durante sus compras ni en los años anteriores se le había ocurrido pensar en los cuidados propios de cada animal. O que se pudieran enfermar como ahora mismo le pasaba un uno de sus aethonans, ella estaba aterrada, apenas esa mañana lo había notado y no sabía a quién acudir, si el ministerio tenia veterinarios o que hacer por lo que la clase le llegaba como anillo al dedo y siendo su marido quien la impartía seguramente el podría ayudarle con su problema en especial.

 

--¿Te refieres a conocimientos básico de las criaturas?-- pregunto ansiosa no quería meter la pata enumerando los suyos propios que quizás no tenían nada que ver con el tema sobre la mesa. Si el caso era el primero pues no había mucho, sabía que toda criatura necesitaba espacio, un hábitat natural en el que desarrollarse y poblarlo y que estuviera libre de depredadores, alimento que por lo general ellos eran capaz de proveérselo siempre que hubiera vegetación y un ecosistema variado, además de agua para la hidratación y el aseo en el caso de los que gustaban del baño. A parte de eso nada más.

 

--Yo me confieso casi ignorante en todos los aspectos, por eso es que he tomado esta clase, para ser responsable y poder aprender a cuidarlos como es debido-- expreso con total honestidad, pues no valía mencionar sus habilidades de comunicación con las criaturas que dependían de su raza ni las que venían adjuntas a los libros y la magia que los Uzza enseñaban en la actualidad. Esto era un capítulo aparte que todo mago o bruja debía conocer.

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*

- ¿Jardines de la Universidad con todas las cosas necesarias para la clase de este mes? – la pelirroja dio un respingo escuchando un vociferador. No tenía ni idea. Claro que conocía los jardines, pero su vida había estado totalmente alejada de las criaturas, salvo su consentido gato Blackie. No es que no le gustaran pero había trabajado tanto los últimos años que no encontraba razón para comprarlas si no podía cuidarlas o al menos estar con ellas algo de tiempo cada día.

No creía que el trato con el minino la ayudara mucho. Por lo que observó a su alrededor maldiciendo que el profesor no hubiera sido un poquito más explícito. Decidió no preocuparse tanto y bajar la ansiedad. Tal vez cargaría su vuelapluma y algunos pergaminos para tomar nota. Si necesitaba algo más, ya vería.

Pensó que sería mejor ponerse ropa cómoda. Si tenía que tratar con criaturas algo peligrosas unos pantalones y una camisa serían más prácticos que faldas y túnicas. Incluso un par de guantes vendrían bien.

Cuando estuvo lista y antes de salir hacia la Universidad, llamó a Toño que se presentó al instante.

- Tal vez tengas que auxiliarme, - le dijo rápidamente.

- Lo que necesite, ama, - respondió el elfo con la solicitud de siempre.

- Asistiré a una clase de cuidado de criaturas mágicas. Y no sé qué hay que llevar. Sabes que odio cargar con muchas cosas por si son necesarias. Prefiero pedírtelas y que me las alcances cuando sepa qué necesito.

Toño aceptó sus palabras y Myne dejó su hogar. Al aparecer en los amplios jardines de la ex Academia, pudo apreciar el hermoso día. Miró alrededor y llamó su atención una pareja que se besaba y una joven delgada junto a ellos. Al separarse, pudo reconocer a su ex profesor de meteorología y a su esposa Cye. Golpeó su frente con los dedos de la mano derecha porque no recordaba haberlos visto juntos nunca, por lo que el detalle de su matrimonio se le escapaba.

Se acercó sonriente a ellos y saludó a Cye e Ishaya con amabilidad.

- Buenos días Cye, Ishaya, qué bueno es verlos, - y luego extendió su mano hacia la joven presentándose.

- Hola, soy Mynerva de Weasley. Mis disculpas a todos por la demora.

Había escuchado la pregunta del profesor mientras se acercaba y tuvo que responder un poco incómoda.

- Sé muy poco sobre criaturas. Sólo tengo un gato que no tiene magia. Supongo que a todas hay que alimentarlas, darles refugio y atender a su salud. No sé si todas necesitan que les demostremos cariño. A mi Blacky le encanta, - reflexionó un momento.

- Lo que no sé a quién recurrir si se enferman, - tuvo que admitir con preocupación.

 

 

Mynerva, matriarca Weasley
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- ... ¿qué conocimientos tienen como base?



La pregunta que el profesor había lanzado la había dejado helada, tenía los nulos conocimientos acerca de la materia y no había tenido la decencia de investigar aunque sea un poco de lo que trataría. Cye fue la primera en contestar y para la tranquilidad de la Delacour ella se encontraba en la misma posición.


- Siendo sincera, tampoco sé nada acerca de la materia. Por eso quise inscribirme. - dijo sonriendo apenada pero con mucha seguridad en su semblante.


Muchas veces había querido hacerse cargo de una mascota y otras tantas temía acerca de lo que podría ocasionar su falta de habilidades y conocimientos hacia las mismas a lo que, prudentemente, prefería dejar atrás esa idea de adquirir una. Sin contar todas las veces que prefería dejar de largo lugares con criaturas mágicas al no saber cómo lidiar con ellas.


En el jardín de la universidad se respiraba el ambiente fresco, se veían estudiantes cruzar a lo lejos y de vez en cuando la mirada de la ex Black se desviaba curiosa a observar a los que pasaban, si algo tenía de debilidad era el ser distraída aunque, estando en clase, su atención se dirigía completamente a aprender.


La última integrante acababa de llegar; los ojos miel de Gabrielle se posaron en ella y se sintió aliviada, el tener a más personas a su alrededor le hacía sentirse tranquila.


- Mucho gusto Mynerva, soy Gabrielle Delacour.- sonrió contestando el saludo y apresuró a prestar a atención a lo que continuaba de clase.

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- Bueno, creo que tienen mayores conocimientos de los que creen.

 

Sonreí ampliamente después de saludar a Mynerva una vez que se acercó a nuestro pequeño grupo, dando pie a que comenzáramos con todos los alumnos y que la clase no sufriera más retrasos, eso se vería de muy mala gana si quería presentar mi curriculum en el Ministerio de Magia o en alguna otra institución parecida.

 

Comencé a realizar un haz de la noche (fulgura nox) utilizando mis dos dedos de en medio de la mano derecha, de esta forma podría crear un portal de tamaño suficiente para que todas las criaturas de mi Hacienda pudieran cruzar sin problema; afortunadamente ya estaban sobre aviso, inclusive mi grupo de elfos domésticos estaban listos para ir por cada una de ellas si es que se encontraban más lejos del lugar acordado.

 

Mientras iba sacando un par de gusamocos, de horklump y de micropuff, comencé a dar mi primer discurso acerca de la materia, que era más bien la confirmación de lo que me habían respondido.

 

- Lo primordial es conocer sus necesidades básicas, que ya algunas menciono Mynerva: alimento, refugio, abrigo, cariño y salud. Tal vez no todos seamos expertos en curar todas nuestras enfermedades o la de nuestros familiares, pero cuando surge alguna situación de ese tipo, comenzamos a movernos para que esté mejor. Eso mismo debe de pasar con nuestras criaturas mágicas, ni más ni menos.

 

Le pasé a Gabrielle un micropuff, a Mynerva un horklump y a Cye un gusamoco, quedándome con la otra pareja en mis brazos y manos, sosteniéndolas y recibiendo demasiado cariño de su parte, claro, los había sacado del Magic Mall, cuidando de ellos desde entonces.

 

- Primero hay que sabe ridentificar a las criaturas y para ello tenemos a estos seis ejemplares. Cada una de ustedes describame lo que conoce de su criatura y no, no espero que me reciten al pie de la letra la ficha de registro del Concilio de Mercaderes o de algún libro de texto, simplemente compártanme lo que conozcan de las mismas: color, tamaño, lugar de origen, alimentos, para que son usadas comúnmente, clasificación del Ministerio y por qué esa clasificación... etc.

 

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Gabrielle y el profesor contestaron al saludo de la bruja y retomaron la clase. Ishaya después de oírlas, les respondió que sus conocimientos no eran tan básicos. Acto seguido abrió con sus dedos un portal a vaya uno saber dónde, mediante un hechizo que Myne no había visto nunca. Fulgura nox. No entendía cómo lo hizo y esperaba que no les pidiera que lo practicaran; parecía bastante difícil.

La cuestión fue que por ese pequeño portal se empezaron a deslizar hacia los jardines unas pequeñas criaturas que el profesor comenzó a distribuir entre sus alumnas. Mynerva recibió una especie de gran hongo rosado con largos pelos negros parados que al principio confundió con espinas.

Lo tomó con sumo cuidado y lo observó con detenimiento. ¿De verdad era una criatura? Más bien parecía un vegetal. No podía encontrar sus extremidades y no entendía cómo se movilizaba. Tampoco encontró su rostro, en especial su boca, por lo que no estuvo segura de cómo y con qué lo alimentaría.

Lo posó suavemente en el pasto siguiendo su primera impresión de que era una planta. Y para su sorpresa la criatura se movió y alargó unos tentáculos que le aparecieron cerca del suelo a los que enterró en él extrayendo una lombriz que hizo desaparecer rápidamente. ¡Como si la hubiera comido!

Eso no fue todo. Pasados unos minutos algo raro sucedió. En lo que parecía ser una reprodución, comenzaron a aparecer a su alrededor pequeños honguitos o setas carnosas rosadas que amenazaban con cubrir el piso si los dejaban. Tal vez habría que recurrir a los gnomos para que detuvieran su expansión.

Mynerva se volvió hacia Ishaya para comentarle.

- Creo que esta criatura no tiene mucha agresividad. El Ministerio lo debe calificar con una X por lo que no es necesaria mucha magia para tener alguna a cargo, aunque no estoy segura de quererla en los jardines de la mansión Weasley, - remató con un pequeño mohín en su boca.

Miró al profesor como diciéndole que no sabía mucho más sobre la curiosa criatura.

Mynerva, matriarca Weasley
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Luego del beso, Cye había olvidado saludar a la otra estudiante que se encontraba en el lugar, y cuando Mynerva se acerco para unirse y saludo a la Delacour, la rubia se sintió pésimo y mal educada. --¡Hola Myne me da gusto coincidir, aunque sea en clases!-- dijo sonriendo, luego la pregunta del profesor la agarro desprevenida, todos contestaron básicamente lo mismo, no tenían grandes conocimientos del cuidado de las criaturas aunque Ishaya les aseguraba que sabían más de lo que creían.

 

Fue entonces que el Tonks creó un portal logrando llamar toda la atención de la Lockhart, le encantaba todo aquello que tenía que ver con portales, trasladores y desplazamiento de espacio tiempo. Pronto las estudiantes se dieron cuenta de la finalidad del portal, traer hasta la Universidad algunas criaturas. Cuando el mago puso en su mano un gusamoco, la ojiazul no pudo reprimir un gesto de incomodidad y apretó los labios, no paso ni un minuto antes de que pudiera sentir la viscosidad sobre su piel, afortunadamente no eran de esas criaturas que se desplazaban mucho.

 

--La criatura que me ha tocado es un gusamoco, por el tamaño que calculo será de unos veinte centímetros de largo, deduzco que es adulto aunque aun puede alcanzar unos cinco centímetros más-- levanto la mano hasta tenerla más cerca de sus ojos para contemplarlo en detalle -Es de color marrón tierra por encima y un poco más claro tirando a grisáceo por debajo, no es un viajero rápido en su desplazamiento como pueden ver, casi ni se ha movido, pero si muy incomodo ahhhhh-- dijo cambiándolo de una mano a la otra para mostrarle los residuos de mucosidad que había dejado en la mano que ocupaba. -Es con todo respeto asqueroso, y es inofensivo, no causa daños a los humanos, por eso el Ministerio de Magia lo clasifico con la X de aburrido- afirmo un poco en base a su observación y otro tanto a que ya le conocía, hacia poco había poblado una zanja húmeda con ellos en el bosque pues ese moco desagradable era preciado en la torre de pociones donde solía practicar.

 

--Si ven tiene dos extremos y ambos produce esa sustancia pegajosa que los pocioneros apreciamos tanto porque es un espesante natural que no produce alteraciones en el color, olor y sabor de la pócima, tampoco crea ningún tipo de reacción alérgica debido a que su alimentación es básicamente herbaria, le encanta la lechuga y todo lo que sea hojas, su tiempo de vida realmente depende del habitat, clima y de la alimentación, aunque a ciencia cierta no sé, una vez le escuche decir a mi cuñada Sagitas que llegan a vivir entre 16 y 32 semanas, tampoco sé si sufren algún tipo de enfermedades como no sea indigestión que supongo puede ser mortal-- culmino, sorprendiéndose a si misma de lo que podía saberse con observar a un espécimen y recurriendo a algunos básicos de la vida cotidiana o practicas comunes en magos y brujas.

 

Guardo silencio y se acerco a la Delacour --Me disculpo por no saludarte cuando llegue, mi mente estaba en otro lado y ahora creo que no querrás darme la mano ¿cierto?-- comento a Gabrielle mostrando la babaza que escurría de la mano libre.

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