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Bratvá (MM B: 109195)


Juliens
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En un instante escuchó su risa y su severo pensamiento sobre el Ministerio ¿De verdad valía la pena tanto trabajo? No sé quejaba de lo tediosos que podía llegar a ser pero sí de lo frustrante. No tenía idea de lo que en el Ministerio de magia de hacía y quizás se estaba equivocando pero un par de trabajos de oficina no alentaban al nórdico a ser responsable, comenzaba extrañar más de la cuenta a su pequeño pueblo.

 

Aunque una gran curiosidad comenzó a nacer cuando aclaró que su trabajo era misterioso, el hecho de que no pueda hablar de el solo lo vuelve más intrigante. Brendon se mentalizó que obtendría la respuesta de ello, tal vez no hoy, pero sí algún día, así tendría una excusa para volverla a ver.

 

Frunció el ceño mirando la pequeña caja de cigarrillos, las mujeres en su pueblo eran guerras y no era raro verlas cual chimeneas pero en este nuevo país solo pudo pensar que muchos se llenarían la boca de prejuicios al verla así. Mas para Brendon era algo sensual, la valquiria mostraba libertad e inclusive estilo. El nórdico se pasó la mano por la nuca y bebió de su cerveza hasta que ella le ofreció un cigarrillo.

 

—Lo soy, toda mi vida me crié en un pequeño pueblo con nieve y pino —Tomó un cigarrillo y colocando la colilla en su boca se inclinó a la valquiria en busca de fuego— Criado y golpeado para ser un vikingo.

 

En cuanto su cigarrillo estuvo encendido inhaló profundo y luego de unos segundos exhaló toda esa niebla blanca, posó los orbes grises una vez más en la valquiria y se incorporó una vez más en su asiento, estirando un poco su cuerpo.

 

—Así que Dinamarca... —Habló con suavidad— ¿Porqué abandonar tan buena tierra para venir a Inglaterra?

 

Con suerte obtendría una buena respuesta.

 

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Ya estaba todo dicho por parte de Valeskya: aunque quizás no había sido el mejor momento ni la forma. ¿Quién cuenta toda su vida a alguien que recién había conocido? La respuesta era clara, solo a ella se le ocurría hacer esas cosas; estaba expectante de la reacción que pudiera tener Arcanus con lo que había terminado de decir. Después de mucho tiempo, conocía a alguien que había conseguido atraer su atención casi de inmediato y ahora temía por lo que fuera a suceder. Incluso llegó a pensar que su plática terminaría por aburrirlo y fue en ese momento que una sensación de angustia comenzó a hacerse presente en ella.


La ojivioleta no recordaba la última vez en que se había sentido tan vulnerable; estaba tan acostumbrada a estar sola o buscando la forma en hacerle la vida imposible a su hermano. Por eso abrió los ojos con total sorpresa al ver que la reacción del fenixiano era totalmente opuesta a lo que ella había esperado. Más cuando tomó su mano y la miró, pudo sentir esa calidez tanto de sus palabras como su piel, el que se mostrara condescendiente con ella, pudo lograr que se sintiera liberada; aunque la sorpresa llegó súbitamente, al ver que el joven la rodeaba con su brazo, hizo que en el rostro de la bruja se dibujara la impresión que esa actitud le causaba.


”No, no, no, no”, pensó la Granger con todas sus fuerzas al ver como el joven de cabello castaño, se separaba un poco de ella, con aspecto sonrojado. Maldijo por dentro, pues seguramente la expresión de su rostro podía haberse confundido con incomodidad o molestia; lo que era cierto, es que no esperaba tenerlo tan cerca de ella. Podía percibir el aroma de su perfume, escuchar su respiración e incluso el palpitar de su corazón; el golpe final para ella había sido el momento en el que acarició su mejilla.


- ¿Sabes, Arcanus? Podría contarte muchas más historias para que termines reconfortándome, así como lo acabas de hacer ahora – Bromeó al tiempo que sonreía, mucho más aliviada. - Gracias – Dijo en voz baja.


No sabía por qué había agradecido, por hacer que se sintiera mejor, por acercarse a ella, por escucharla o simplemente por haber aparecido en el lugar y el momento indicado. En solo una palabra, guardaba todas las emociones que había sentido hasta ese momento; solo deseaba una cosa: que el día no se terminara y que tuvieran que separarse. Y como si hubiera leído su mente, en ese momento él le preguntaba acerca de dónde podría encontrarla; se alegró, aunque casi inmediatamente pensó en que tendría que estudiar los hechizos, así como lo hacía antes, porque no recordaba casi nada. El temor a hacer el ridículo hizo que entrara en pánico por unos instantes.


- Pido aparecer en Japón y me alcances allá – Sonrió con algo de timidez, estaba comportándose de forma demasiado tonta. - En el caso de que no sea así, puedes encontrarme en la mansión Granger o en un par de negocios en los que trabajo cerca de aquí: Ottery Fitness y Catemaco’s Magic – Más obvia ya no podía ser, había dado seña de todo lo que hacía, así no tendría pretexto para no verse. - En todo caso… podríamos ponernos de acuerdo ahora mismo… Espera – Se quedó pensativa por unos instantes, no quería verse demasiado acosadora, pero solo de pensar que pudiera ocurrir esa posibilidad, hizo que la ojivioleta tomara el valor necesario para decirle.


- ¿Y yo cómo sabré dónde encontrarte? No es desconfianza… es solo que…- Dio un largo suspiro y se quedó en silencio por un rato que le pareció una eternidad. - De verdad, deseo verte de nuevo. – Sin saber por qué lo hacía, acarició su mano por un breve instante.


En ese momento, prestó atención a su alrededor y notó que el lugar parecía más concurrido; no le molestaba en lo absoluto, pero pensó que quizás el fenixiano comenzaría a sentirse incómodo. La Granger ya no tenía nada que perder, lo peor que podría pasarle, es que él pensara que se trataba de una psicópata al notar que mostraba más interés del necesario. La espera por su respuesta, era quizás, la peor parte.

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Sin duda había pasado un rato más que agradable en aquel lugar. Más que nada por la companía que había encontrado allí. La lluvia finalmente se detuvo, dando paso a un viento frío que azotaba las calles. Las nubes se habían disipado y se podían ver la luna llena rodeada de miles de estrellas. La gente seguía entrando, haciendo honor a la reputación del lugar.

 

- Bueno, puedes contarme lo que quieras con tal de que pueda reconfortarte con abrazos - Le dijo con una sonrisa y se levantó de su asiento. Afortunadamente Valeskya le había dado bastantes datos sobre donde la podría encontrar. Lo puso en un predicamento que ella le preguntara donde podría encontrarlo a él, ya que no vivía en la casa de su familia y tampoco concurría a los negocios que poseía.

 

- La verdad es que no tengo un lugar fijo donde podrías encontrarme. Puedes probar en la Gryffindor. Tengo un par de negocios, pero es raro verme por allí también. Aunque la verdad es que lo más probable es que sea yo el primero que te busque. De verdad eres muy agradable y pasé un hermoso momento contigo. Ahora debo irme, pero quiero que sepas que estoy ansioso por volver a verte. - Se agachó para quedar a la altura de Valeskya, la abrazó fuertemente y le dio un dulce beso en la mejilla. Sonrió, dio una media vuelta y comenzó a caminar lentamente hacia la salida. Lo primero que pensó fue en reprimir ese impulso de conseguir un giratiempos para volver a verla sin esperar.

 

- Nos vemos preciosa - Dijo antes de cruzar la puerta y desaparecer en la ventosa noche.

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Los ojos del black se deleitaban con cada paso que la joven bruja daba, recorriendo centímetro a centímetro el contorno de su cuerpo y es que pocas personas podían provocar en el joven mago lo que lograba su primogénita, una mezcla de sensaciones indescriptibles que le hacían hervir la sangre con solo verla o con simplemente sentir la esencia que emanaba su piel, todo ese combo resultaba en un elixir embelezador que producía en él pensamientos prohibidos y pecaminosos, que hasta hoy había logrado controlar.

 

Al sentir el contacto de sus manos el pelinegro sintió como se le erizaba la piel y casi al instante recorrió con dos dedos la espalda descubierta de la bruja hasta depositar la mano en su cintura.

 

- Perfecto, no puedo ni imaginar cual será mi premio- Dijo el ex mortífago con una gran sonrisa en el rostro sin dejar de mirarla. - Si no es molestia, me encantaría compartir la velada con uds y ponerme al corriente chicas-

 

El mago conocía a la otra bruja a la perfección, tenía varias historias con ella y consideraba la ocasión como un reencuentro realmente refrescante y al igual que su hija, estaba dotada de una belleza que generaba la envidia de tantas otras dentro de la comunidad mágica.

 

-Yo diría que vengo más del infierno que del cielo bella- y Tomó su mano para besarla delicadamente, obligándose a perder el contacto demasiado evidente con su sucesora.

 

- Suena como un buen plan señoritas, mientras no me incluyan al menú obviamente. - Dijo con una sonrisa pícara mientras se sentaba con ellas. -Si me memoria no me falla, ambas poseen un apetito voraz, lujurioso y voraz, pero no tengo duda que pasaremos una hermosa noche- Mientras terminaba la frase el camarero depositó la botella de wisky y un vaso de cristal en el centro de la mesa.

 

-Muchas gracias buen hombre, al final compartiré la velada con estas hermosas mujeres, todo lo que pidan cóbrelo de lo que le dí en la entrada.- El mago hizo una pequeña reverencia -Ahora si podemos brindar preciosas, siéntanse a gusto de pedir lo que deseen-

 

 

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Alessandra sentía a Garry detrás suyo observando y paseando por el lugar, esperaba que el Ollivander prestará atención ya que faltaban bastantes negocios y se separarian para poder agilizar más rápido aquélla denuncia y descartarlos además de que debían actualizar datos inesperados que seguro tendrían.

 

Mientras que el mago frente suyo los saludaba y se presentaba como Kelian Karkarov, les explicó que acaba de llegar de viaje por lo que confiaba en que estaba todo bien lo que hizo que la Delacour frunciera el ceño dudosa de aquéllo, cómo dueña ella también de algunos locales siempre estaba al pendiente de los problemas y no era fácil dirigirlos.

 

- Por supuesto señor Karkarov, nos manejaremos con discreción- le aseguró sacando un pergamino dónde llevaba la orde de cateo.

 

En ella detallaba que se les daba autorización a los fiscales de Control de Comercio de indagar, buscar, confiscar y acudir a las autoridades correspondientes. Le entregó la orden no sin antes hacer una copia para que pudieran comenzar a hacer su trabajó.

 

- Me gustaria comenzar sino le molesta por algún sótano o mazmorra que tengan dónde guarden algunas cosas- le dijo al Karkarov.

 

 

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Al observar a su alrededor, nota que es una buena tarde para la taberna. Hay varios pequeños grupos de magos y brujas charlando animadamente, avivados por el alcohol; un ambiente más movido que el de la noche anterior. Le gusta estar con su prima, pero no puede ignorar la incomodidad que siente, provocada por la sensación de no encajar en ese tipo de lugar. Sin embargo, eso le parece extraño. Cuando estaba con Hobbamock, allí mismo, en la barra, se sentía bastante cómoda, como cuando las cosas son de la forma que deben ser. Un poco abochornada consigo misma, decide aludir eso a la falta de una cerveza en su organismo. De todas formas, las palabras de Mel la hacen sonreír.

 

—Gracias —suspira, aliviada y reconfortada por el apoyo de su prima—. Creo que a Richard no le agradó la idea. Supongo que es porque en casa estaremos ajustados, por un tiempo... Pero él podría buscar un trabajo extra, como todos —añade por lo bajo, con un tono de reprobación. Si Ellie no se siente culpable, es porque sabe que a Richard no le preocupe que falten las necesidades básicas, sino que los planes del salón de música se pospondrán. Sin embargo, intenta suavizar el rostro, pues no le gusta hablar de las personas a sus espaldas (menos cuando se tratan de comentarios poco agradables) ni tampoco quiere incomodar a su prima; después de todo, ella conoce al mago un poco más que ella.

 

Ellie se da cuenta de que la comida ha llegado a la mesa (¿en qué momento ordenaron comida?) cuando percibe un agradable aroma. Los platos de la mesa se han llenado, por no mencionar que un par de vasos de cerveza han aparecido. Por la sed, se atreve a tomar uno; sin embargo, no toma ningún bocadillo porque supone que son un pedido de Mel y no sabe qué planes tiene con respecto a compartir.

 

—Te entiendo, con respecto a lo otro —le dice a su prima, luego de darle un trago a su bebida—. Creo... creo que hice lo mismo. Algo así. Voy a enfocarme en las clases y las investigaciones. Ésas cosas si las entiendo, ¿sabes a lo que me refiero? —pregunta, aunque con un poco de duda, preguntándose a su vez si Mel habría tenido también esa sensación de no pertenecer, de ser una intrusa— En fin, ¿también pasó eso con Misterios? Pensé que te gustaba el trabajo —reconoce, con la mirada baja, recordando la pasión de Mel durante el caso de Selena Haydn.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Muchas veces había recibido los mimos y los abrazos de mi padre , era su princesa, pero esta vez algo más estaba en juego, ya que sentir sus manos tocando mi piel y rodeando mi cintura, me provocaban cierto escalofrío que recorría mi piel .

 

-El Premio será el que consigas, mi Lord – dije guiñándole un ojo – después de todo la cacería no sería tan placentera si te ponen la presa en la boca – concluí dándome la media vuelta para dirigirme a mi lugar , tras darle paso a que saludara a mi hermosa compañera de fechorías.

 

No me sorprendía que mencionara que venia del infierno, bien sabido estaba que proveníamos del mismo lugar , así que arqueé un poco mi ceja en señal de que no había asombro alguno. Lo que si me sorprendía es que pensara que no sería parte del menú.

 

-Usted mi apuesto caballero no se queda atrás con respecto al apetito voraz, mucho menos al lujurioso, no olvide que herencia de su sangre alimenta mi cuerpo – tras decir aquello sentí como hervía por dentro , provocándome un calor indescriptible, casi como arder en el infierno. Y justo para allá iría si las imágenes en mi mente se realizaran .

 

Tomé de un solo trago lo que quedaba en mi copa, provocando que se congelara un poco el cerebro y mi garganta se abriera completamente, no era habitual que bebiera de esa manera, solo lo hacia en ocasiones especiales y esta ocasión lo ameritaba .

 

-Pues entonces que inicie la fiesta , y si Kaiser beberá Whisky, creo que beberé lo mismo , tu que dices solcia?? – dije mirando a la Lestrange – whisky de Fuego para dar Inicio?

 

Aquella noche prometía lo mejor, agradable compañía, el mejor whisky , seguro la mejor de las platicas, la lujuria, la perversión y el apetito voraz, que los tres magos que rodeábamos aquella mesa poseíamos , anunciaban una noche como nunca, donde no podría hacerme responsable de mis actos.. no me detendría, ni los detendría, era momento de liberarnos y divertirnos, después de todo, estar en boca del mundo mágico era costumbre.. una vez mas no seria novedad.

 

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Escuche como padre e hija hablaban de apetitos y cacerías, no me sorprendía para nada la forma en que se llevaban, magos y brujas jamas habíamos respetado demasiado aquellas reglas de los muggles especialmente en el área que llamaban "incesto". Había reglas que iban mas allá de todas esas ideas.

 

Sonreí al mago y a la bruja, aquella noche sin duda seria inolvidable, pocas veces tenia la oportunidad de compartir con personas tan especiales y agradecía sin duda el poder aprovecharla, sin duda no la desperdiciaría.

 

Me mordí los labios imaginando todas las locuras que podríamos hacer juntos, el plan estaba lleno de tentaciones y escuche la voz de mi socia preguntándome por la bebida, le sonreí de manera cómplice.

 

- Tomemos lo mismo todos para estar en la misma frecuencia- intercambie una mirada con Kaiser, de forma caballerosa sirvió una copa para mi, agradecí con una sonrisa y di el primer sorbo antes de hablar.- Por ustedes, por el placer de estar juntos y por todas las sorpresas que traerá sin duda esta noche loca...Salud..-chocamos las copas y bebimos un sorbo de aquel delicioso licor.

 

Me mordí los labios y sonreí de manera lasciva a ambos, sabia que estaba en confianza y ninguno de nosotros se asustaría ni arrepentiría de cualquier cosa que pudiera parar a partir de ese momento.

 

 

 

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Samantha miró los ojos grises del muchacho. Luego lo observó de arriba a abajo. Se lo imaginó en la nieve, con el torso desnudo y cortando leña. Vaya. ¡Qué seductores podían ser los escandinavos! O al menos lo eran en su imaginación.

- ¿Por qué dejé mi país? -dijo meneando la cabeza. Tenia una buena respuesta para eso. Para lo que no tenía respuesta era para decir porque no había vuelto a vivir allá. Había donado casi todo el castillo de Kronborg a los muggles como Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero se había quedado con lo principal, la torre donde dormía su abuelo Holger. Allí Samantha tenía su casa. Ese era el lugar al que ella llamaba hogar. También se había quedado con una habitación en lo alto de una de las torres menores. Esa habitación no existía para el mundo muggle. Su padre la había cerrado con tantos encantamientos de magia oscura que solo aquellos que sabían como entrar podían hacerlo. Ese había sido el despacho de Valtýr Sokal y en él se encontraban, entre otras cosas, sus más tenebrosos experimentos.

- Mi madre -respondió- cuando mi padre murió mi mamá decidió que quería dedicarse a la política - su tono era cada vez mas sarcástico- y me sacó de Durmstrang para traerme a Londres y a Hogwarts. ¿Tu fuiste a Durmstrang, a Hogwarts o no estudiaste? Yo soy una Slytherin hecha y derecha - sonrió al final haciendo un mohín.

 

 

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En el Castillo Rambaldi.

 

Atardecía apenas en Ottery cuando cerré estrepitosamente el libro que tenía entre mis manos. Un par de motas de polvo se desprendieron del mismo, pero rápidamente se perdieron en el aire que entraba por la ventana. Me levanté y lo coloqué en su sitio perfectamente, devolviéndolo al estante del que lo había retirado. Me acerqué al escritorio que había debajo de la ventana y con una pluma anoté el nombre del libro que acababa de terminar. Llevaba una lista mensual de libros leídos, la cual luego guardaba hasta el final del año. Me dirigí escaleras abajo, tomando una chaqueta fina antes de cerrar la puerta de mi habitación.

 

Necesitaba estirar las piernas y estaba preparándome para salir a dar un paseo cuando pasé por la habitación de Beryl, mi hermana gemela. Me detuve; no solíamos cruzarnos por los pasillos del Castillo por lo que era raro coincidir. Golpeé con delicadeza en la puerta y abrí una rendija. No quería espiar, sólo hablarle.

 

-¿Vamos a dar una vuelta?- le pregunté y guiñé un ojo. -Te espero abajo.- añadí sin esperar respuesta y volví a cerrar su puerta, corriendo escaleras abajo hasta el vestíbulo.

 

~ ~ ~ ~ ~

 

En el Callejón Diagon.

 

Habíamos aparecido a un par de calles de donde comenzaban los bares en el Callejón Diagon, pero nos habíamos entretenido todo el camino hasta Bratvá riéndonos y mirando las vidrieras y los escaparates de las tiendas que corrían a ambos lados de la calle. Se sentía genial pasar tiempo con mi hermana, a quien había echado mucho de menos mientras había estado de viaje. No sabía si mis padres muggles sabían de la existencia de la otra Rambaldi, pero supuse que en algún momento debería decírselos.

 

Entré adelante al bar y sostuve la puerta abierta para que Beryl pasara.-Elijamos una mesa para ambas.- le dije, cerrando la puerta detrás de ella y dirigiéndome a la barra del lugar.-Hola, una mesa para dos si es posible.- pedí, y me coloqué junto a mi hermana, evaluando a la concurrencia del lugar.

 

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