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Bratvá (MM B: 109195)


Juliens
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- A proposito ---dijo, saboreando el te--- me ha dicho Hermione que querias buscarle un trabajo a Umbridge.

 

- Asi es.

 

- ¿Te has vuelto loco? Pero si es un incordio y ademas muy cruel.

 

- Lo se. Pero Hermione se lo ha dado.

 

- ¡No me digas! ¿Y donde?

 

Le mire sonriente y me tome mi tiempo para contestar

 

- En el departamento de criaturas magicas, en la seccion de bestias.

 

- ¡Ah, ya! ---añadio entre carcajadas --- ¡Ahora lo entiendo!

 

- Puede que aprenda una buena leccion. Si es asi podria llegar a ser mejor persona.

 

- Eso espero.

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  • 3 meses más tarde...

Kaori.

 

La noche de la boda.

Su matrimonió había sido no solo apresurado, sino que también a escondidas de la mayoría de los miembros de las respetadas familias a las que, tanto ella y su ahora esposo Aires, pertenecían. Sabía que los días posteriores al enlace el mago y bruja deberían pasar explicando a sus seres más allegados, por qué habían decidido casarse de aquella forma y aunque no había sido su intención, el por qué los habían excluido de tan importante acontecimiento. Sabía que finalmente aceptarían la unión de la joven pareja, y algo dentro de ella le decía que quizá, tendrían que hacer una nueva ceremonia, tan solo para darles gusto a un par de personas.

Con aquellas ideas rondando en su cabeza Kaori se dio cuenta que aun no tenía idea del lugar en donde vivirían, por el momento lo único que se le ocurría era quedarse a vivir ahí, pero el lugar tenía que tener muchas modificaciones, para que pudiera llamarse su hogar. Miró hacía el techo pensando en que quizá pudieran hacer un nuevo piso y hacer en él un bonito departamento, pero ya tendrían tiempo para hablar de esos detalles, ahora solo quería seguir celebrando.

Ya era bastante entrada la noche, cuando sus dos primas y la Yaxley, abandonaron el local, iban ya algo pasadas de tragos y seguramente terminarían en algún otro bar a continuar con la celebración o quizá irían a casa, después de todo había que trabajar al siguiente día.

—Al fin solos… —La joven Delacour dejando la copa de vino sobre la barra, se acercó a su esposo y entrelazo sus brazos alrededor del cuello. Estaba nerviosa, a decir verdad, a pesar de que llevaban meses siendo novios, ellos jamás habían llegado más allá de darse besos apasionados y ahora ahí estaban, casados y completamente solos.

Estaba a punto de robarle uno de aquellos besos cuando un chasquido llamó su atención, de la nada sobre la barra apareció un sobre algo abultado, reconoció el sello de inmediato. Era de su padrino Alexandre. Frunció el entrecejo mientras lo desenrollaba, por lo general recibía cartas y cosas de él una vez al mes y la de ese mes, ya había llegado hace un par de semanas.

—Es de mi padrino…que raro—explicó abriendo el sobre. En el interior había un espejo, que traía un par de instrucciones y también una carta, la abrió para que juntos la pudieran leer.

Cariño, tenía esto preparado desde que me contaste que te casarías. Espero sea el inicio de una gran aventura, ahora como esposos. Felicidades y disfrútenlo.
PD: Aries, si llegas a hacer llorar a mi niña, no habrá lugar en el mundo donde te puedas esconder de mí.
PD1: Quiero nietos.

Sonrió y movió la cabeza cuando llegó a la primera posdata, al leer la segunda, sus mejillas se tiñeron de rosa. Habían hablado de hijos, pero los dos coincidieron que era muy pronto, eran jóvenes y querían disfrutar de la vida en pareja, antes de pensar en ser responsables de una pequeña personita que dependería por años de ellos dos.

Dejó la nota y leyó las instrucciones del espejo, aunque más que instrucciones, contenía el lugar al cual el traslador los llevaría, aclaraba que no necesitaban llevar equipaje y que dentro de 10 minutos se activaría. Miró al Black Lestrange, los dos tenían responsabilidades en le banco, aunque dado que la directora era nada más y nada menos que la abuela de su esposo, no creía que hubiera mayor problema.

—¿Nos escapamos un par de días? ¿Qué dices? —preguntó y en la mirada de la bruja se podía ver la emoción que sentía por realizar ese viaje.


En alguna isla de la Polinesia Francesa

El traslador se activó llevando consigo a la pareja de recién casados. Lo primero pudo sentir la joven bruja fue el cambio de temperatura en el ambiente, además de la suave brisa que le acarició el rostro. Pero eso no le llamó tanto la atención como el intenso sol que los recibió e incomodó, ya que hace tan solo segundos atrás habían estado en la tenue luz del shadowhunter.

Estaban en lo que, a simple vista, parecía ser una isla. El agua era tan clara que se podía ver el fondo y a lo lejos se iba tornando turquesa. A la derecha de donde habían aparecido había un camino de madera que llevaba hacía un bungaló que estaba sobre el mar, sin duda un lugar mágico. La pelinegra lucía encantada y sin duda tendría que enviarle una nota de agradecimiento a su padrino.

—Es hermoso verdad… —dijo tomando del brazo al Black Lestrange y apoyando la cabeza sobre su hombro.

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- Oye, esto esta buenisimo me esta redescubriendo el sabor del te.

 

- Ya, menudo caradura estas hecho, si a ti no te gusta el te...

 

- ¿Por que dices eso?

 

- Porque lo he notado, le echais todo tipo de cosas, que si leche, limon, azucar...¿es que no os gusta el sabor?

 

Me miro largamente antes de contestar. es indudable que mis palabras le habian llamado la atencion.

 

- No habia caido en ese detalle ¿es que tu no le echas nada?

 

- Nada, ni siquiera tomo dulces para enmascarar el sabor. Por eso conozco todos sus sabores.

 

Estaba sorprendido por mis palabras, nunca se habia parado a pensar en ello, es indudable que habia puesto el dedo en la llaga.

 

- El te hay que saborearlo, sentirlo en tu paladar, notar su aroma ¿sabes que por su aroma puedo detectar el te con veritaserum?

 

- No ---dijo sorprendido--- no sabia eso.

 

- Pues si.

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Si tan solo la directora del SAW no hubiese sido Dennis Delacour, la boda de ambos jóvenes hubiese sido algo completamente secreto para ambas familias y no sólo un secreto para los miembros de la familia Black Lestrange. Lo único malo de haberse casado en secreto era que no podía negarse a aquel viaje familiar que iba a hacer con otros miembros de su honorable familia. Así que después de dar ambos el sí y tener su primer baile como marido y mujer, Aries le contó a Kaori de aquel viaje que iba a realizar con Jock, Mia y Eobard. De esta manera postergando su Luna de miel por un par de semanas, ya que no podía negarse a hacer aquel viaje ya que su familia no sabía que se habían casado.

Estaba limpiando el bar, tras la retirada de las tres Delacour que los habían acompañado en aquel momento, cuando un paquete algo abultado apareció sobre la barra de Shadowhunters. No le había prestado atención, en su lugar tenía sus brazos alrededor del cuerpo de su mujer a la cual iba a dejar que le robara un par de besos, como siempre la dejaba que lo hiciera, pero aquel gesto se hizo esperar cuando Matsudaira tomó el sobre abultado en lugar de darle los besos que lo tenía acostumbrado.

¿Tu padrino? ¿Por qué no vino a la boda? Me imagino que por la carta un par de horas después de habernos casado, lo invitaste, ¿no? —preguntó mientras leía en silencio la carta que Kaori estaba leyendo para ambos, sus ojos se fijaron en la segunda posdata, le parecía algo inusual que alguien les pidiera a dos jóvenes el que fueran padres pronto, por lo que se limitó a sonreír mientras dejaba un beso en el dorso de su mano.

El espejo sucio no era otro que un traslador que los llevaría a su luna de miel, estaba a nada de negarse a escaparse un par de días por el viaje familiar que tenía que hacer con su familia, pero la cara tan tierna y aquella mirada que le derretía le impedía negarse a cualquier petición que su amada esposa le hacía, así que en cuanto el traslador se activó el Black Lestrange le susurró unas palabras al oído.

Al llegar a aquel lugar tendré que retirarme unos días, promete que te vas a divertir.

No había tenido la oportunidad de hacer que lo prometiera, porque el traslador los llevó a un lugar paradisiaco.

En alguna isla de la Polinesia Francesa

Aquel lugar era tan hermoso que se lamentaba el tener que dejar aquel lugar, para tener que ir a la mitad del desierto del Sahara a buscar una fuente de la buena fortuna, de haberse casado un par de días antes, quizás no hubiese tenido que retirase, pero aun así aprovecho las últimas horas antes del inevitable viaje con Kaori y caminaron hasta el bungalow a varios metros sobre el océano.

Me parece que tu padrino se ha lucido con semejante obsequio. Vamos a ver el interior de aquel sitio, quizá encontremos un lugar donde podamos darle el primer nieto a tu padrino, o al menos intentarlo.

La tomó de las mejillas de manera sorpresiva y sin que ella se lo esperara le plantó aquel beso con el que se había quedado con ganas en el bar y tras quedarse sin aliento, siguieron su camino hasta el interior del lugar donde pasarían más de un par de noches. Al interior del bungalow había una pequeña cocineta, una mesa para dos personas y una cama de tamaño King size decorada para una pareja de recién casados. Sobre la mesa, se encontraba una botella de champagne en hielo con sus respectivas copas de cristal y a su lado una fuente de chocolate acompañada de un plato de fruta exótica.

Al parecer tu padrino lo pensó todo. —comentó al ver todo lo que les había preparado para que ambos se sintieran cómodos en aquel sitio. Pronto debemos ir a Estados Unidos a darle las gracias al señor Fontaine

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Me miro largamente, como sopesando mis palabras, antes de contestar.

 

- O sea que, segun tu, el te debe saborearse sin aditivos.

 

- Asi es.

 

- Tus palabras van a chocar, los britanicos no concebimos el te sin aditivos.

 

- He notado que en Oriente toman pastas, todos sois iguales, no os gusta el te, lo intentais disimular con toda clase de artificios.

 

- Bueno pero...

 

- ¿Pero que? El te es amargo, lo tengo asumido, pero su amargor tiene una funcion, estimular las papilas gustativas. El te no deja de ser una hierba medicinal ¿y has visto alguien que disfrute con las medicinas?

 

- Pero tu lo haces...

 

- Porque conozco su funcion y porque soy consciente de ello.

 

Se quedo pensativo un momento, estaba claro que tenia que asimilar mis palabras.

 

- ¿Sabes que contigo aprendo mucho?

 

- No todo es magia, querido.

 

- Albus hubiese dicho lo mismo.

 

- ¿Quien crees que lo enseño?

Editado por justo

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Kaori.

No quería que se fuera de viaje, la verdad era que deseaba tenerlo para ella solita, pero no podía pedirle que se quedara, bueno en realidad sí que podía y sabía que él aceptaría, sin embargo, no lo haría. Era la familia del Black Lestrange la que había pedido la ayuda del mago y si les llegaba a pasar algo tan solo porque ella decidió ser egoísta, la culpa no la dejaría vivir, así que no le pediría que se quedara.

—¿Cuántos días te ausentaras? No importa, solo prométeme que no dejaras que nada malo te pase—dijo la pelinegra que caminaba tomada de la mano de su esposo —y es una isla amor, ya encontrare que hacer para distraerme… aunque sin ti no será lo mismo—comentó intentando aparentar que no le importaba.

—Creo deberán ser muchos intentos —bromeo la pelinegra que no dudo en corresponder al sorpresivo y apasionado beso que su esposo le estaba dando. Luego de que prácticamente se quedaran sin aliento y tras reír como un par de locos enamorados, siguieron caminando hacía el interior del bungalow.

A pesar de que afuera del bungalow el sol era abrazador, en el interior, gracias a la brisa del mar y a algún encantamiento, estaba fresco, algo que sin duda la joven Delacour agradeció, el vestido que llevaba puesta era un tanto caluroso.

El interior era hermoso, había una pequeña área asignada a la cocina, una mesa y un sofá para dos personas, aunque lo que más llamaba la atención era que parte del piso era de cristal y debajo se podía ver el agua cristalina y uno que otro pez. La cama, que era enorme y estaba adornada con pétalos de rosa, estaba de frente a un enorme ventanal que dejaba ver la inmensidad del mar. Se la veía tan acolchonada que la bruja reprimió las ganas de lanzarse sobre ella.

—Si, hay que visitarlo y darle las gracias — coincidió Kaori lanzando un suspiro mientras se acercaba al champagne —¿Brindamos? — preguntó entregándole la botella para que la abriera. Ella tomó las dos copas y cuando las dos estuvieron con el burbujeante líquido, dijo.

—Por nosotros…— una sonrisa se dibujo en su rostro. Jamás se imaginó que aquel viaje la haría encontrar al amor de vida y mucho menos que se casaría con él. Bebió de su copa y procuró alejar de su mente el secretó que aun no había sido capaz de revelarle, quizá más adelante encontraría el momento propicio para hacerlo, por ahora solo deseaba disfrutar del momento.

—Eres lo más importante que hay en mi vida…Te amo señor Black Lestrange—dijo mirando a los ojos del mago, mientras con infinita ternura acariciaba la mejilla de su esposo.

 

@ Nerón Blackthorn

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- ¿Sabes? A veces le echo de menos.

 

- Yo tambien. Fuimos amigos mucho mas tiempo de los años que tienes tu. Cuando le conoci el tenia 24 años y murio con mas de 150.

 

- A veces te miro y no me explico como lo haces. Si, ya se de donde vienen tus poderes, pero es que no acabo de asimilarlo.

 

- No lo asimilas porque te falta una referencia, te cuesta entenderlo, pero tu has estado en el Valle, nos has visto de cerca.

 

- Si, pero...

 

- Pero ¿que?

 

- Que es dificil aceptarlo. Si no fuera, como tu dices, que os he visto de cerca, no lo creeria.

 

- Ver es creer.

 

- Si, bueno. a veces lo hablo con los chicos cuando nos reunimos. Theo suele ir ¿lo sabias?

 

- Si. Lo sabia.

 

- Claro, el te conoce de mas tiempo y sabe de lo que eres capaz por cierto, nunca me dijiste como os conocisteis.

 

- Es verdad, bueno, veras... sucedio asi...

Editado por justo

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  • 2 meses más tarde...
  • 3 meses más tarde...

Kalian K.

 

Paso los dedos por el mostrador, todo estaba cubierto de una fina capa de polvo. Intentó recordar la ultima vez que visitó el bar, hacia ya demasiado tiempo que un extraño portal los llevo a un lugar desconocido. Luego de aquel suceso prefirió cerrarlo por una temporada, sus padres habían hechizado y usado magia peligrosa en el Bratvá, cuando murieron esta magia se comportaba de forma inestable.

 

—Handigal —Llamo el peliazul al único elfo domestico que aun conservaba y que no tenía ni idea de donde se metía que siempre acudía tarde a sus llamados.

 

No se molestó en esperarlo, la criatura entendería lo que requería de él al llegar, lo conocía bien y sabía que los hechizos de limpieza no se le daban bien. Antes de dirigirse al sótano, que era el primer lugar que se encargaría de adecuar y hacerlo seguro, tomó una botella de vodka, un vaso al que si le quito el polvo y hacia el sótano.

 

Si la planta baja estaba con polvo, el sótano estaba en peores circunstancias, había un fuerte olor a humedad y las arañas, extrañamente grandes, habían decidido que era un buen lugar para establecer su hogar. Habían cajas apiladas en el rincón en donde seguramente se podría encontrar con alguna plaga mágica, estuvo tentado a dar media vuelta y marcharse, pero aquel era el único lugar que aun conservaba de sus padres.

 

 

—Handigal —volvió a llamar a su vago elfo.

Editado por Valkyria Karkarov B.L

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- Me decias que conociste a Albus ¿donde?

 

- En Egipto, yo estaba en la escuela local practicando la alquimia y, por las noticias que teniamos los adeptos al tema, oimos hablar de un alumno aventajado de Hogwarts, Albus.

 

Tomamos una larga passa para saborear el te. La verdad es que Manuel era, a veces, de una calma exasperante, yo mismo, que ya estaba acostumbrado a ella, me estaba poniendo nervioso de verlo tomarlo con tanta parsimonia. Pero cuando termino, se aclaro la garganta y prosiguio.

 

- Albus habia tenido que posponer el viaje de estudios que todos hacian tras la escuela. Su madre murio y tuvo que hacerse cargo de sus hermanos pequeños.

 

- Conozco esa historia y se lo que paso despues.

 

- Si, el Albus que conoci yo no era el mismo del que oi hablar. Habia un deje de melancolia cuando hablaba con el, creo que le afectaron mucho los acontecimientos que vivio aunque, para muchos, no dejaba que traslucieran.

 

- Pero al fin llego.

 

- Si. Y yo fui quien les presento a los Flammel.

 

- Esto es apasionante.

 

- Y mas que va a ser...

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