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Galery Grindelwald Malfoy
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Galery dominaba perfectamente su materia, se notaba, y lo mejor es que no sonaba como una loca fanática, lo cual no hizo más que aumentar el interés de la Lavigne. Sonrió, si la bola de cristal no era más que un instrumento para canalizar energía, no tendría problema con ella, pero ahora había otro objeto que le intrigaba y era el que tenía su esposa en la mano. Galery dio una rápida explicación sobre aquel objeto y lo que hacía, lo hizo que Tauro se planteara si dicho instrumento serviría para encontrar a alguien. Ella había escuchado rumores al respecto, pero nunca nada en concreto.

 

— Por supuesto —respondió a tiempo, mientras se acercaba más hacia la profesora y Leah para observar su mano — Tengo otra pregunta, ¿para qué sirve exactamente el péndulo? ¿Es como un instrumento de búsqueda o tiene otro uso? Y de ser lo primero, ¿sólo nos permite buscar personas o también objetos? —algo así tenía mucho utilidad para cualquiera, sobre todo si dentro de su casa se le perdía algo siempre podía recurrir al péndulo para encontrarlo — Disculpa, no es mi intención distraerte, puedes responderme cuando termines.

 

— Wow —la piedra realmente se movió y Tauro que había estado muy atenta sabía que Galery no tenía que ver en eso, sino que de verdad se había movido por sí solo. Leah debía hacer una pregunta, lo que la hizo dudar más, ¿y sí solo servía para responder preguntas simples con un ''Sí'' o ''No''? Suspiró, un tanto decepcionada, aunque Galery todavía no respondía a su pregunta temía que el artilugio sólo sirviera para eso.

 

Azzid ya se encontraba practicando las cartas y Leah trabajando en su péndulo, la única que quedaba era ella con su bola de cristal, por lo que fue hacia la mesa más próxima donde la había dejado y cruzando las piernas se sentó frente a ella. Entonces, si lo entendía bien la bola le permitiría ver cosas y no necesariamente el futuro o el pasado, sino que lugares específicos que conociera. Concentró toda su energía para que ésta fuera transmitida hacia sus manos que se encontraban sobre la bola de cristal. La neblina en su interior estuvo quieta durante unos minutos, pero luego empezó a moverse hasta disiparse, dejando la imagen del invernadero del castillo Ivashkov donde solía pasar sus tardes.

 

— Oh, esto me gusta —. Suponía que como todo tipo de magia tendría sus límites y no podría ver esos lugares que estuvieran protegidos fuertemente, pero era algo.

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Muy bien, tenía que hacer algo. Se había quedado ida, entre la respuesta y la clara demostración de agilidad de sus compañeros, que sentían más empatía con la materia que ella. De modo que, aunque tenía sus dudas, llevó los ojos hasta el péndulo y se concentró en completo silencio, tratando de olvidarse de su esposa, Aziid y Galery, pensando que así podría lograr algo. Y en parte funcionó, tomando en cuenta lo despistada que estaba, puesto que logró encontrarse a sí misma.

 

Con ello ya tenía el primer paso dado, ahora sólo necesitaba un poco más de intensidad. Juntó las cejas hasta formar una línea dorada perfecta, separada únicamente por una arruga muy marcada en el centro de su frente. Con las pupilas fijas en el péndulo y una perfecta postura, podría haberse convertido en una estatua dedicada a la Adivinación y sus estudiosos, pero lo cierto era que intentaba descubrir qué era lo que debía hacer con el objeto.

 

Sabía que no debía moverlo y sabía que no podía manipularlo con magia, así que se fue por lo sencillo haciendo una simple pregunta.

 

¿Soy Leah Ivashkov?

 

Al principio, usó un tono algo dubitativo, incluso en su mente, y por ello el péndulo no hizo más que quedarse estático. Así que inhaló, exhaló y volvió a intentarlo, concentrando su pregunta en lo profundo de su cabeza.

 

¿Soy Leah Ivashkov?

El péndulo se sacudió primero un poco y luego empezó a girar, hacia la derecha. Parpadeó sorprendida. Aquello no se lo esperaba. Alzó la mirada para confirmar que todo el mundo lo hubiera visto y ésta vez, algo esperanzada, hizo una pregunta que tenía que ver con su esposa y con ella... en parte. Una pregunta que seguramente fuera negativa, puesto que era humanamente imposible que ellas dos lograran formar vida. Sin embargo, el péndulo giró otra vez hacia la derecha y todo el color subió a sus mejillas, haciendo que se asemejara mucho a un cangrejo insolado. Ésta vez no alzó la mirada.

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Sin saber cómo explicarlo la peliplata sintió una descarga de energía recorrer su cuerpo, era muy agradable y satisfactorio darse cuenta que habia logrado su objetivo inicial, hacer que los tres jóvenes sintonizaran su energía, ahora fluía como ondas en el salón de clase. Observó cómo el péndulo giraba conforme a las manecillas del reloj no una sino dos veces, después de eso lo tomo con la mano derecha y lo guardó dentro de una bolsa de gamuza color rojo encendido.

 

─El péndulo puede guiarte a objetos perdidos, y te puede responder preguntas, sólo tienes que despejar tu mente y formular la pregunta, puede localizar personas y objetos, para localizar una persona debes guardar la piedra dentro de alguna prenda del sujeto a buscar, y energetizar igual que Rov hizo con sus cartas, es un proceso realmente muy simple, respondió a las preguntas de Tau, quien parecía estar entretenida con la bola de cristal.

 

Mientras respondía a las dudas de la peliazul, pudo observar a Rov, quien entraba en un ligero trance, lo vio sobresaltarse y buscar una respuesta de inmediato. Era un canal abierto con mucha energía, sin embargo en su frente habia una arruga de preocupación apenas perceptible, la Grindelwald supo de inmediato de que se trataba; descubrir que un mundo que parecía imposible que existiera; real y frente a tus ojos, puede ser subyugante y alarmante. Se acerco a el y tomo sus manos adoptando la misma posición.

 

Tranquilo, todo es cuestion de practica, el truco reside en estar en armonía con nuestro cuerpo y espíritu, visualizar esa energía que fluye dentro de nosotros y pasa a través de nuestras extremidades, dirigirla hacia donde nuestra voluntad indique, estas cartas ahora son tuyas y responderán mediante símbolos a tus preguntas, sin embargo recuerda que no hay magia mas poderosa que la voluntad, aun si ves un presagio en ellas, nada se opondrá a tu voluntad, son indicios de lo que puede pasar, de nuevo repito, de nosotros depende seguir esas pistas o evitarlas, dijo lo último observando a Leah y a Tau, pues el péndulo había respondido dos veces y la segunda respuesta sacó los colores a la Ivashkov.

 

Su voz era suave y pausada mientras explicaba; armonizaba la energía que en ese momento fluía en el aula y que la hacía sentir como una antena de radio, recibiendo todo tipo de ondas. Mientras respondía a las dudas de los muchachos se acercó a Tau, observó la bruma dentro de la bola de cristal, sin embargo no interrumpe el proceso pues la muchacha comenzaba a tener una visión. En ese momento el hechizo se activó y Tau desapareció del aula, al depositar Leah su nombre en la urna al igual que los demás, sería enviada al lugar que la Lavinge acababa de visualizar.

 

La joven líder tendría que descubrir cómo poder llamar al péndulo, debería abrir sus canales y soltar su energía para que Leah pueda localizarla, Rov se encargaría de dar una pista con una tirada de veintidós arcanos, sacando solo una carta que debería interpretar para ayudar a Leah a saber donde se encontraba Tau, pues en el mismo lugar se encontraban su objeto mas preciado, el dije que representaba a su pequeña. Al mismo tiempo en el bolsillo de Leah se materializó el collar que Tau habia depositado en la urna, las brujas estaban unidas mas allá de toda lógica, pero lo tendrán que descubrir.

 

Leah debería encontrar algo para energetizar al péndulo con la vibración de la peliazul y formular tres preguntas, y asi descubrir su paradero, sin embargo deberían hacerlo sin ayuda de la peliplata, era una prueba fácil pero que sin duda alguna los sacaría de equilibrio al estar apenas aprendiendo a usar sus recién descubiertos poderes adivinatorios. La ojiverde se despidio con una venia y una sonrisa, y desapareció segundos después de Tau; dejando en el aire una pista escrita en letras de fuego.

 

"Deben usar lo que aprendieron, para encontrar lo que perdieron"

 

Segundos despues aparecio al lado de Tau, quien seguramente estaba confundida, pero ya le explicaría, en ese momento ambas serían espectadores, pues La joven líder solo tenía que ser capaz de observar a través de la bola de cristal lo que hacen los demás, sin embargo no sabía que de ello dependía que los tres hicieron una coneccion, y adivinaran en donde se encontraba su mas preciado tesoro. Al desaparecer la Grindelwald desplazó la urna hacia la orilla del escritorio, provocando que esta cayera al piso, haciéndose añicos, asi los muchachos descubrirán que lo depositado tambien habia desaparecido.

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Su inquietud se vio calmada con un simple comentario de la peliplata. Era extraño, pero la mujer le daba una sensación de alivio y seguridad en cuanto a todo lo que había vivido, sabía que ella tal vez podría ser de ayuda con ciertos aspectos de su vida que aún pensaba en cómo arreglar. Sonrió gratificante hacia Galery al escuchar que las cartas ahora le pertenecían, asintió con la cabeza en manera de agradecimiento y se quedó unos momentos pensando en las últimas palabras entonadas por su profesora y compañera.

 

Y de pronto la tranquilidad en la que la habitación estaba sumida fue interrumpida por un evento que por un momento hizo que la energía del hombre con largos cabellos se desincronizara. Había desaparecido... Su compañera. Su líder. El primer impulso del hombre fue levantarse de su asiento, con su mirada en busca de la Grindelwald, pero fue inútil, la chica también desapareció, pero ella dejando al menos una pista de lo que se trataba. Todo había sido planeado por ella, pero aún había algo que no encajaba del todo. ¿"Encontrar lo que perdieron"?

 

Los orbes color miel del Black se posaron sobre Leah después de ver que la urna donde había depositado su collar cayó al suelo y ya no había nada. ¿Cómo se suponía que con un mazo de cartas iba a dar con el paradero de su objeto preciado o de su compañera?

 

─A ver, ¿qué haremos? ─tomó asiento nuevamente, retomando la calma se concentró otra vez en sus cartas, las cuales comenzó a esparcir en una pequeña mesa que tenía frente a él─ Veré cómo funciona.

 

Ya teniendo las veintidós cartas de los arcanos listas, comenzó por cerrar los ojos y pasar la palma de su mano por encima de cada una, hasta sentir algo que le atrajera a alguna de las cartas. Paró de pronto, sabiendo que debía levantar la carta que creía era la indicada, la tomó con cuidado para revelar la figura de un anciano con una túnica y barba larga, un bastón y una veladora. En la parte baja rezaba "L'Hermite", el Ermitaño. Una serie de pensamientos llegó a su mente, estaba confundido pero debía concentrarse y relajarse para poder interpretarlos de manera correcta.

 

─Eh... Un lugar sólo. Silencioso. En donde tal vez Tau suele pasar tiempo a solas, como algo retirado del mundo, tal vez con conexión a la naturaleza... ¿Te hace ruido?

 

Esperaba que sí. Esperaba que la pista que había tenido fuera parte importante para Leah y para poder descubrir el paradero de la chica de los cabellos azules. También tenía la esperanza de que el dije que había dejado estuviera ahí con ella.

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—Entiendo, entonces... ¿Qué demonios? —al igual que Aziid, saltó de su asiento cuando las dos mujeres desaparecieron, alzando la voz al menos dos octavas más de lo usual.

 

¿Por qué siempre tenían que hacer algo contra su esposa? "Deben usar lo que aprendieron para encontrar lo que perdieron" ¡Pero si ella no había perdido nada! Tan rápido como había recobrado la seguridad en sí misma, sus mejillas fueron adoptando una coloración rojiza que era imposible disimular y si bien relajó la expresión al voltear hasta donde estaba el Targaryen, era evidente que estaba encolerizada. Siendo un demonio, ningún enojo le pasaba por alto.

 

Agradecía que el muchacho entendiera que era mejor ponerse en práctica que buscar de dialogar con ella y por un segundo, en lo profundo de su mente, llegó a considerarlo como el compañero perfecto. Tomó asiento de mala gana y acercó la mesita que tenían cerca, para que él usara sus cartas y ella poder enfocar el péndulo en algo, aunque fuera una superficie plana. En el bolsillo tenía algo pesado que la distraía y al sacarlo, comprobó que era el collar que solían usar para saber qué sentía la otra. Al tomarlo, el suyo -del mismo color azul de la cabellera de su mujer-, se apagó debido a que ya no era un nexo entre ambas.

 

—Lo siento —se disculpó al escuchar otra vez a Aziid y puso atención en las cartas, la forma en las que las superponía y cómo parecía leerlas a pesar de que no decían demasiado—. El Ermitaño —murmuró, pensando que esa carta le aplicaba de forma curiosa a Tauro.

 

La descripción de Aziid, además de cuadrarle a su mujer, le sonaba, claro que le sonaba.

 

—De hecho sí, me suena, pero supongo que debo corroborarlo con el péndulo o Galery nos golpeará —torció una ligera sonrisa, algo más calmada y al alzar el péndulo, éste choco con un objeto metálico.

 

Era el anillo de bodas, adornando su dedo corazón desde hacía varios meses ya. Se quedó mirándolo y fue entonces cuando comprendió que si su esposa tenía uno, con la misma piedra preciosa, entonces podría usarlo como fuente de energía. Sin retirarlo de su falange, puesto que Tauro portaba el mismo en el mismo dedo y tendrían la misma conexión, ubicó el péndulo a varios centímetros de él y esperó hasta que quedó estático. Entonces, la pregunta: ¿Está mi esposa en el invernadero que mencionó Aziid? El péndulo giró hacia la derecha, respondiendo que sí. Y ella tomó la mano de su compañero.

 

—Respira hondo.

 

Para todos los magos era común la desaparición, pero no todos la disfrutaban o sabían aguantar el viaje, asi que pensó que Aziid lo agradecería. Ubicó el invernadero de la Ivashkov, el invernadero personal de su esposa, y rápidamente el poder de su magia la llevó hacia el castillo que le pertenecía junto con el Targaryen. El lugar era enorme, cargado de muchas esencias naturales procedentes de plantas y árboles especiales para la preparación de pociones. Las ventanas de la torre permitían la entrada de halos de luz y con ellos, se podían percibir las pequeñas moléculas de polvo danzando alrededor de los arbustos y los distintos tipos de calderos perfectamente ubicados a lo largo del invernadero. Al final de todo, estaba su esposa y junto a ella, levitando, el collar que pertenecía a Aziid.

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La explicación de Galery le gustó a Tauro, era justo lo que había esperado oir. Así que cuando su esposa se puso en marcha con la tarea, sosteniendo el péndulo como si pesara más de los doscientos gramos que debía pesar, puso toda la atención en su movimiento. Sabía por cuenta propia que las cosas podían moverse con magia si se usaba un simple pensamiento, pero el péndulo se movió hacia la derecha en un círculo perfecto y no se sintió ninguna onda de magia en el aire, era cosa del péndulo en respuesta a Leah. Se acercó un poco más, curiosa.

No sabía qué podría haber preguntado la Ivashkov que la hubiera puesto de ese color, pero sólo había algo que la hacía sonrojar y era ella misma. O, tal vez, un enojo muy fuerte. Pero ese no era el caso, en realidad parecía avergonzada y por primera vez en.toda.la clase, se lamentó por haberse quitado el collar para dárselo a Galery, ya que así hubiera sabido de primera mano qué sentía su esposa. Aunque eso no la detuvo al comentar.

-Espero que lo que hayas preguntado sea agradable -sonrió con picardía y de pronto, sintió un cosquilleo extraño en las extremidades.

Como bruja, sabía reconocer un hechizo de una maldición cualquiera, así que no se asustó. Pero se alarmó lo suficiente para feuncir el ceño y mirar a Galery con la ceja enarcada. Sólo que no tuvo mucho tiempo de preguntar o siquiera intentar detenerlo, porque como si hubieran realizado un Portus únicamente a la madera bajo sus pies, fue succionada por la aparición como si el aire la halara. No tardó demasiado y no tuvo problemas en identificar el lugar al que había llegado.

Era el invernadero. Su invernadero, el que había visto en la bola de cristal. Había sidp una visión... una visión de lo que Galery tenía planeado para ella. Sonrió complacida, mirando a su alrededor para familiarizarse otra vez con el entorno. Era un lugar maravilloso, un rincón suyo en aquél lugar que le pertenecía ahora, como esposa de la matriarca. Un pedacito de su esencia. Y fue así, mirando, que notó que el collar de Aziid estaba junto a ella y que. Galery también había aparecido ahí.

-Cuidado la agarras de mal humor -advirtió divertida, pensando que Leah había estado perfecta hasta entonces-. Seguro no...

La aparición conjunta produjo un estruendo y la líder mortífaga río al ver a Leah con Aziid, no habían pasado diez minutos.

-...tarda. Entonces, creo que ya dominamos la aparición.

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El aroma a tierra mojada la salud primero que cualquier otra cosa, era un hermoso jardín, discreto y por lo que se podía ver a simple vista, alejado de los ojos curiosos, perfecto para meditar leer o simplemente echarse a dormir unas horas mientras la sombra de la vegetación cobija de los rayos del sol o el viento fresco. Todo apuntaba a que era el lugar favorito de la joven líder y además de todo era muy agradable, pese a lo que cualquiera pudiese creer, la muchacha era una mujer sensible y hasta cierto punto romántico. Los cetrinos ojos de Galery se complacieron de gran manera pues a su vez ella era amante de la vegetación y la vida animal, ya fuese mágica o no.


Esperemos que hoy sea uno de esos días en los que prefiere sonreír a lanzar hechizos imperdonables, respondió al comentario de Tau, mientras sonreía.


Levantó su varita y preparo un claro en el jardín, después saco su bolso mágico y extrajo unos minúsculos objetos, los depositó con cuidado y pronunció un simple hechizo para agrandar; se trataba de una mesa de madera con cuatro sillas y unas bandejas repletas de frutas frescas, una jarra de jugo de frutas y cuatro enormes copas mágicas que se llenarían de su helado favorito con tan solo ser tocadas. En la mesa y junto a cada copa estaba un pequeño bolsito de cuero rojo y dentro de estos un dije con una piedra Aura, la piedra de la energía


La peliplata espero solo un par de segundos más hasta que los dos alumnos aparecieron junto a ellas, Leah tenía un gesto de preocupación en su rostro, como era lógico se preocupaba por su amada, la húngara los observo y espero a que intercambiaran algunos comentarios entre ellos; se sentía muy bien, era un pequeño triunfo y se sentía muy orgullosa de los tres jóvenes, pues los tres habían demostrado ser capaces de asimilar una materia muy poco ortodoxa, y carente de lineamientos científicos, se habían dejado llevar por su instinto y por esa curiosidad innata de los seres inteligentes, esos que no están conformes hasta descubrir cómo o porqué suceden las cosas.


Me alegra mucho que los tres lograran su objetivo, Rov Tau, en la mesa encontrarán sus objetos preciosos, y pues no me queda otra cosa más que felicitarles por haber logrado dominar el arte de la adivinación, jamás dejaremos de aprender, por lo tanto les recomiendo practiquen lo aprendido, jueguen con lo que les obsequie, experimenten y sobre todo, crean en ustedes y sus capacidades, esto es como hablar otro idioma, si no lo practicas puedes facultades, les tengo otro obsequio, es algo simbólico pero valioso, con esto quedan graduados de su clase de Adivinación, ahora disfrutemos un refrigerio. Declaró con tono alegre y orgulloso, tanto por ellos como por ella misma al haber concluido con éxito su primera clase.


Estaba feliz y esperaba que les agradara su piedra Aura, que les ayudará a encauzar su energía que además era un bonito accesorio.




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