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Prueba de Animagia #8


Suluk Akku
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Helike había finalizado exitosamente su aprendizaje para ser Animagia y la arcanaba consideraba que tenía los conocimientos necesarios para realizar la prueba de la habilidad y obtener el Anillo. La Arcana amaba los grupos pequeños y este era uno de esos casos, aunque sabía que probablemente su siguiente prueba tendría varias personas - No he pensado en sus pruebas pero seguramente algo se me va a ocurrir - Lo único que le molestaba era tener que poner los obstáculos antes de cada prueba, prefería que alguien más los ubicara pero seguramente no serían tan complicados.

 

- El tiempo de descanso ha terminado - Suluk aprovechó su capacidad de entrar a las mentes de sus alumnos para informarle a Helike que la prueba comenzaría en cualquier momento y que tendría que llegar hasta el lugar en el que se encontraba la Pirámide, aunque sabía que por la magia del lugar solo podría alcanzar el borde y después tendría que caminar o utilizar su forma animal, pero nunca su varita para lograr ingresar a la Pirámide.

 

- Creo que ya tengo algunas ideas así que es hora de actuar - La arcana ya tenía su Vara de Cristal en la mano y rápidamente muchos destellos comenzaron a salir de la misma. En dicho lugar tendría que realizar el primer obstáculo y quizás no sería uno fácil pero tendría que encontrar la mejor manera para superarlo. Suluk tenía muchas ganas de seguir buscando detalles de su pasado y seguramente respuesta a sus preguntas así que el primero la llevaría a recordar hechos de su pasado relacionados con su capacidad de transformarse - Espero que esto pueda darme más información sobre su proceso de transformación en una Animaga.

 

- Al menos los Arcanos tenemos privilegios y no debemos caminar - La anciana adoptó la forma de una gaviota ártica dado que ella podía cruzar toda la isla utilizando sus poderes. Muchos años antes ella había tenido que pasar por esa misma situación y había tenido que presentar pruebas muy complejas para lograr ser arcana así que era el beneficio que les habían otorgado por su trabajo y el buen conocimiento sobre las habilidades mágicas.

 

- Quizás sea bueno un poco de frío - La gaviota había descendido previamente para adoptar su forma humana y poner en funcionamiento el Espíritu encargado de generar los obstáculos. Una nevada muy fuerte apareció en el lugar, volar no sería una buena opción porque estaba corriendo mucho aire y podría llevarse a los pájaros, así que tendría que pensar en una solución como humana pero utilizando sus instintos animales y su conexión con su forma animal - Seguro será fácil - Era un obstáculo relativamente sencillo, pero le daría problemas si no lo ejecutaba adecuadamente.

 

- Creo que esta vez no quiero una Esfinge, quiero un poco más de acción - La arcana no deseaba una Esfinge realizando preguntas, necesitaba un reto más interesante y complejo - Seguramente las Banshees serán un buen reto, sus gritos son mortales y van a ponerla a prueba - Suluk nunca había llamado a dichas criaturas pero sabía que su poder era muy fuerte y no sería complicado hacerlas desaparecer si algo se salía de control.

 

- Y por último, el laberinto - Murmuró, mientras una estructura aparecía en el lugar, dado que su forma siempre era diferente. La bruja no podría utilizar su magia para atravesarlo, debía confiar en sus piernas y su instinto para lograr llegar hasta la Pirámide y acceder al lugar en el que se encontraban los portales de cada una de las habilidades.

 

- Creo que ahora puedo descansar un rato - La anciana ingresó a la Pirámide y generó una nube con su collar para bajar la temperatura. Los obstáculos tomarían un poco de tiempo en ser realizados así que tendría unos minutos para organizar los anillos y todo lo que tendría que explicarle antes de ingresar al portal de la Animagia.

 

 

- Bienvenida - Helike había terminado los obstáculos y había logrado ingresar a la Pirámide. - Hace unos días te he preguntado si deseabas realizar la prueba de la Animagia, pero debo preguntar nuevamente. No obstante, antes debo asegurar que hayas leído dos documentos del Ministerio de Magia: El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades. En ellos se explica lo qué vas a enfrentar durante la prueba.

 

- Con base en lo que dicen, ¿quisiera saber si sigues queriendo realizar la prueba de la Animagia? - La respuesta sería positiva o eso quería creer, pero todo dependía de Helike y de sus sentimientos y pensamientos en dicho momento.

 

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Me parecía increíble la facilidad de la arcana para comunicarse conmigo de ese modo, cuando creía que yo y mi pareja, sólo podíamos hacerlo. El mensaje me llegó tan alto y claro, cómo si me lo dijese en un simple susurro. Después de varios días de descanso que me había prometido la tutora al fin, me encontraba en ese lugar. No tenía ni idea de lo que me depararían esas pruebas ni qué retos me pondría para alcanzar el tan ansiado anillo de la habilidad. Pero estaba segura de que no sería fácil. Quizá esa mujer tan extraña, querría ahondar en mis recuerdos, pero la verdad, no me hacía mucha gracia.

 

Para esa ocasión, había decidido ir mucho más cómoda. Llevaba puesto una camiseta larga, leggins (pantalones finos) y botas de piel de dragón, había atado el pelo en una cola de caballo alta, para que no me estorbase en lo que me pidiera o si necesitaba transformarme. También llevaba mi monedero de piel de moke colgado al cuello, con todos los objetos y libros de la magia Uzza, pero algo me decía que tampoco podría usarlos. No sabía lo que me deparaba...

 

En cuánto llegué a la zona de pruebas había sido recibida por una fuerte ventisca, apenas podía ver un metro de distancia a pesar de que en nuestra naturaleza vampírica, podíamos ver más allá de un quilómetro para cazar. En ésta ocasión la nieve era tan densa que tenía que cubrirme parte de la cara, con la mano, para hacer de pantalla. Tenía la suerte, además de que, gracias a esa condición podía resistir perfectamente las bajas temperaturas que se daban en esos momentos. Lo que no soportaba era el calor.

 

Llevaba la varita en mi mano derecha en alza por si necesitaba repeler algún ataque con magia. Seguí caminando pero a duras penas por el fuerte viento. Hacía que me doblase por la mitad, hasta que llegué a algo que me dejó estupefacta...

 

- Pero, ¿qué c***? - abrí mucho los ojos. Había varias banshees que parecían estar esperándome. Intenté lanzarles un par de hechizos defensores pero la magia tal y cómo me parecía, no funcionaba. Pensé en esos momentos...

 

Aunque no había acabado de pensar en lo que hacer, cuando su particular grito, llegó a mis oídos. Me agaché tapándome las orejas, y rechinando los dientes a causa del dolor que me producía. En esos momentos, mi mente, evocó la situación en África, en cómo mi abuela se había transformado en buitre para salvarse del peligro.

 

Estaba agachada, deseaba con todas mis fuerzas poder transformarme. Las sentía más cerca y encima, además de recordar ese hecho del pasado, a mi cabeza sonaban los gritos de mis víctimas, empecé a llorar desconsoladamente. Hubo un momento en que no pude más, y me sentí a la vez ligera, cómo fuerte. Mis extremidades se convirtieron en alas potentes, sentía además que tenía una cola que hacía a las veces de timón. Miré a mis pies que ya no eran. Tenía unas garras poderosas. Eso me dio una idea...

 

Notaba cómo podía ver perfectamente. Di unos pasos más atrás, palmeando el suelo y agité las alas para elevarme fuertemente. Unos cuántos metros más y ésta vez estaba por encima de sus cabezas, ahora apenas podía sentir nada, sólo el instinto de caza se hacía más fuerte en esos momentos.

 

Agité mi cabeza y fui en picado hacia una de ellas, la agarré del pelo con mis zarpas e hice girarla hasta que le rompí el cuello. No sabía si la arcana aprobaría éste método, pero no me importaba. Ellas parecían furiosas por perder a una compañera, volví de nuevo al ataque, subiendo de nuevo y agarrando a otra por los pelos, en ésta ocasión, hice que ambas chocasen fuertemente con sus cabezas, para dejarlas inconscientes.

 

Cuando el espectácu.lo acabo esas "bestias" estaban fuera de combate. Sentí de nuevo, que volvía a mi estado natural. Había sentido que, el peligro era mi manera más rápida de transformación. Seguí caminando, hasta que me encontré con un laberinto.

 

Las voces de mis víctimas, asesinada hace siglos y el "fantasma" de mi abuela, aún estaban dentro de mi cabeza, aunque con menos intensidad que antes. La sentía embotada pero imaginaba que era por las emociones surtidas en esos momentos. Ahora sólo quedaba atravesar esa parte. Esperaba poder llegar pronto al lugar que deseaba.

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- Creo que tantos libros y cosas llenas de magia no serán necesarias - La mujer llevaba con ella muchas cosas de la magia Uzza y su varita pero no sabía que no podría utilizarlas durante la prueba, era una pena tener que darle esa sorpresa pero por ahora lo dejaría de esa forma. Tenía muchas ganas de ver cómo superaba cada uno de los obstáculos que le había puesto en el camino para llegar hasta la Pirámide.

 

- Oh no, esto no era lo que había diseñado - Helike llegó hasta el tercer obstáculo sin cumplir con el primer y segundo así que tendría que regresar de nuevo - Al menos tiene buenas habilidades de lucha que no había demostrado anteriormente - Suluk observó atentamente su Vara de Cristal que comenzó a emitir unos destellos, la mujer solo podría ingresar al laberinto hasta haber cumplido con los 3 primeros obstáculos.

 

La pelea con las Banshees terminó y Helike se acercó hasta el laberinto, pero al acercarse la magia creada por Suluk la expulsó y la hizo volar hasta caer en la parte más externa de la Isla. Había regresado al punto en el que todo había empezado - Debes cumplir todos mis retos, los encontrarás por el camino. Si no los cumples todos, no podrás ingresar a la Pirámide y nunca podrás presentar tu prueba - La anciana no se comunicaba con sus estudiantes en dicha etapa pero esta vez era completamente necesario o no podrían continuar con la prueba de la Animagia.

 

- Espero haber sido clara - Pensó, siempre tenía el poder de su Vara de Cristal para arreglar un poco las cosas y llevarlas por el camino que deseaba en caso de no lograr comunicarse efectivamente con sus aprendices.

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*perdón perdón perdón! me olvidé pasarme por aquí, cuando haya respuesta nueva, responderé pronto, ¡lo prometo!*

 

On:

 

-¿Eh, qué? - Había sentido la voz claramente. Pero mucho más la magia efectuada por la arcana.

 

Había llegado a una especie de setos, pero inmediatamente sentí cómo una especie de tirón, parecido al que sentía cuando usaba un traslador. Cómo si algo me agarrara de la cintura y me desplazara con rapidez.

 

Ni cuenta me había dado. Salí volando, literal por los aires, hasta acabar en la otra punta. En el lugar que había comenzado.

 

Había "escuchado" las palabras de la arcana. No había pasado las otras pruebas.

 

Bufé de rabia.

 

Me levanté del suelo y vi que estaba completamente empapada a causa de la nieve y que ésta seguía cayendo como si fuese un tsunami que lo barriese todo por completo.

 

Al menos, me había protegido y no me había arañado pero mi piel se había tornado en un color rosáceo al contacto con el frío. Había caído desparramada al suelo, me levanté y me sacudí para sacarme de encima la nieve. Seguí caminando un rato más sin ver nada. Con tan mala fortuna que no había visto el agua congelada de una charca. Caí de bruces de nuevo al suelo y sin apenas darme cuenta, recibí un fuerte golpe en la cabeza. Perdí la inconsciencia y todo se tornó negro...

 

 

 

 

Cuando abrí los ojos, sentí un dolor punzante en mis sienes. Sentía correr un poco de sangre de mi parte superior. Toqué con la mano y vi que era sangre. Caía cómo un hilo desde la herida y que me manchaba la camiseta que llevaba... Saqué un pañuelo del monedero de piel de moke y me limpie como pude. Abrí más los ojos pero vi que no estaba en el lugar que se suponía que debía. La nevisca había desaparecido por completo, el sol irradiaba con todo su esplendor y el jardín en dónde estaba, rebosaba de color. El ruido del agua de una fuente cercana, chapoteaba alegremente y en el suelo, a mi lado, estaba el suelo empedrado con una mancha rojiza y una escoba.

 

¿Qué estaba pasando? No tenía ni la menor idea...

 

- ¡Prima Heliké! ¡Menuda caída! ¿Estás bien? - un chico no mayor que yo, había bajado rápidamente desde el aire y había aterrizado a mi lado, me miraba preocupado. Tenía el pelo color rojo, característico de los Weasley. ¿Significaba eso, que mi abuela, mi madre, mi padre estaban cerca? Seguramente.

 

- Ronald, no me toques las narices, ¿quieres? - él me miró con una mueca burlona, tal y cómo hacía yo. Sí, era algo muy común en nuestra familia. Pero, algo no me cuadraba. Vi el dorso de mis brazos y éstos estaban algo rosados.

 

- ¿Has cogido la snitch? Porque eso quiere decir que te ganas el partido - miré ambas manos y sí, ahí la tenía - deberías practicar más los aterrizajes -Seguía con su cara de bufón- pero vamos, si quieres te curo yo eso en un periquete - sacó su varita de las ropas de jugador que llevaba, me aparté rápidamente- bueno, bueno tampoco hace falta que te pongas así.

 

Recordaba exactamente cómo era un bruto con los hechizos, no le salía uno a la primera.

 

- Ni se te ocurra. No sé cómo te han admitido en Beauxbatons con lo torpe que eres con la magia - reí yo por lo bajo, el chico se marchó ofendido con la escoba al hombro, al interior de la casa.

 

- Pues que te cure la abuela, ella es experta en esas cosas ya lo sabes... Pero no vuelvas a pedirme que practique contigo al quidditch.

 

Recordaba perfectamente ese momento. También había recibido una caída bastante tremenda. ¿Significaba que yo, era humana? Debía serlo, quizás ese recuerdo era años antes del ataque.

 

Alcé más la vista, el joven se había ido por la parte trasera de la mansión familiar. Era una zona en la que no había estado en uno de los viajes que había hecho con mi pareja.

 

El jardín estaba muy cuidado y al fondo había tres aros. Y mucho más allá de ellos un denso bosque rodeaba la zona. Hacía buen día y la brisa movía la copa de los árboles.

 

Caminé hacia el interior, agarrando la escoba y también la snitch que todavía intentaba salirse de mi mano. Noté enseguida el olor a comida recién hecha y eso hizo revolver las tripas del hambre que tenía. La mesa estaba puesta con sus utensilios y varios elfos estaban de un lado para otro, haciendo las tareas domésticas. No había nadie en su interior y eso me hizo sospechar. ¿Dónde estaba todo el mundo?

 

Pude escuchar un portazo del piso superior. Mi boca se ensanchó en una sonrisa, sí, siempre recordaba al primo Ronald, dándo portazos cuando se enfadaba. Cuando me dirigí al salón había una ancha chimenea apagada y a su lado un reloj que enseguida marcó la hora. Era la una del mediodía. Me di cuenta enseguida, mi padre estaría trabajando y mi madre recogiendo hierbas para sus pociones. Pero, ¿y la abuela? De eso sí que no tenía idea.

 

Miré por el gran ventanal que poseía la casa y desde ahí lo veía, pero un aroma un tanto familiar, llegó a mi nariz. Era una poción. Pero lo que menos sabía era que hubiese un sótano en la mansión. Seguí el rastro y éste dio directamente a un cuadro. Ahí estábamos todos retratados. Lo deslicé un poco a la derecha y dejó paso a una especie de pasadizo. Veía cómo en su interior, las paredes estaban húmedas y el baho salía con suficiente facilidad. Dejé los utensilios que tenía en las manos, inmovilizando la snitch y poniéndola en el sofá.

 

Fui directamente hacia ese lugar de la casa y moví de nuevo el cuadro para cerrar el paso. Escuchaba voces. Las reconocí enseguida. Mi madre y mi abuela, hablaban cómo si estuviesen a mi lado. Seguí caminando y noté cómo el suelo descendía mediante una escalera de caracol. Estaba completamente excavada en la roca. Debía de ir con cuidado para no hacer ruido y además para no darme con los salientes de las piedras. El ruido del golpeteo del agua, disimulaba un poco mis pasos...

 

- ¿Crees que cuando sea más mayor, conseguirá la transformación? - Una voz que sabía a quién pertenecía. Los pelos se me pusieron de punta y notaba cómo me emocinaba a cada paso que daba. Mi madre hablaba de algo de lo que yo, no tenía ni idea.

 

- No me cabe la menor duda. Mi nieta será una bruja con grandes poderes, no te quepa duda que lo que soñé un día, se hará realidad. Pero si no lo consigue, habrá que atarlos... - escuché un puñetazo encima de la mesa.

 

- ¡No! No te lo voy a permitir madre - dijo la mía, notablemente enfadada - sé de sus capacidades y si el cerdo de su padre, no la hubiese abandonado al nacer, podría heredar algo más que magia.

 

- Te lo advertí - la voz grave de mi abuela, denotaba enfado - te dije que ese aristócrata no era para ti, y al final, acabaste con un Black... Que además, su familia nos odia - podía recordar que cuando se enfadaba mi abuela, movía la cabeza, disgustada.

 

- Ya sé que lo hiciste, le quería. Pero eso ahora no importa. Deberías eliminar esa poción - llegué casi hasta el final, pero la pared aún me cubría por lo tanto, no notarían mi presencia. Todavía.

 

- No, no lo haré. Sólo será por si acaso - volvió a avisar con su tono habitual de voz- sé que conseguirá transformarse en un buitre, cómo tú y yo como yo. De eso no me cabe duda. Pero si no es capaz... No quedará otro remedio - notaba como mis dientes rechinaban de la rabia. Al menos mi madre intentaba protegerme. ¿Qué podía estar pasando por la cabeza mi abuela? Al mismo tiempo que sabía que podía conseguirlo hacía algo que podía convertirme en una vulgar y simple squib, mucho peor que un muggle o un sangre sucia.

 

- Creo que mejor me voy. Has conseguido meterte de lleno en la educación de tu nieta, pero te has olvidado completamente de cómo es. Heliké no es una niña. No es tonta y se da cuenta de las cosas. Mejor me voy, no quiero provocar un asesinato - avisó de nuevo mi madre y no pude evitar sonreír. Conocía muy bien su carácter. No escuché nada más y vi cómo un animal grande, subía aleteando por dónde estaba, dejando un rastro de plumas de color marrón. Una especie de silbido y una puerta al abrirse. Las recogí del suelo cuando di un paso más, me resbalé otra vez. Di con el bordillo de la escalera y sentí de nuevo otro dejà vú.

 

 

Abrí de nuevo los ojos y todo había desaparecido. Sentía la cabeza embotada. Notaba de nuevo la sangre. Giré la cabeza y vi que estaba en la posición con la que me había caído. Mi herida había hecho un pequeño charco de sangre. Me apoyé con una mano y tuve que sentarme un segundo, porque me mareaba. Y entonces lo entendí. Éramos tres generaciones de animagas. ¿Querría decir que mi hermana melliza, también tendría el poder? No podía asegurarlo, hablaría con ella en cuánto viniese de su "retiro espiritual".

 

Lo que menos me imaginaba era que mi madre sabía ciertamente que podría alcanzar el poder convertirme en algo que yo desconocía por completo, hasta ese momento.

 

La ventisca todavía seguía. Debía curarme para no estar más débil ante las siguientes pruebas. No dudaba que a éstas alturas, las dos banshees que había noqueado estarían esperándome para acabar conmigo. Recogí la varita del suelo, que estaba a un par de metros de mí y susurrando un "episkey" sané la herida profunda que tenía en la cabeza. Era hora de continuar. ¿La arcana estaría vería todo eso? Aunque no estaba segura de si era un recuerdo o algo real, o incluso, una mezcla de los dos, porque lo tenía tan vívido que me daban escalofríos.

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- ¿Tres generaciones? Muero de ganas por ver lo que va a ocurrir durante la prueba en el portal - Suluk no sabía cuál sería la prueba de Helike pero siempre que podía observar su pasado, encontraba nuevos detalles e incluso más interesantes que los anteriores. La vida de sus aprendices siempre era muy diferente a la del anterior, a la anciana le encantaba tener tanta diversidad de alumnos en su clase.

 

- Un obstáculo menos - Dijo, mientras pensaba en lo que seguía - Es hora de avanzar, tienes aún dos obstáculos por realizar - Esta vez sus palabras se escucharon en la mente de Helike, esperaba que estuviese acostumbrada a escucharla en su interior porque ese era su medio de comunicación favorito y nunca lo cambiaría, hacía parte de su estilo de enseñanzar y del tipo de cosas que podía realizar sin que los Directores y el gobierno inglés pudiera decirle algo.

 

- Hora de descansar un poco - Suluk siempre se cansaba mucho en las pruebas, en especial por tener que esperar demasiado tiempo. Agitó su varita y una silla apareció en el lugar, rápidamente se sentó para seguir observando los pasos de su aprendiz. No estaba segura sobre el tiempo que le tomaría llegar hasta el portal, pero ella conocía bastante bien la importancia de la paciencia y no sería la primera en desesperar.

 

- Piensa bien en tu camino y en lo que haces - Un nuevo mensaje de la arcana llegó hasta la cabeza de la bruja, ya le quedaba poco para llegar hasta la Pirámide, pero si no hacía las cosas de la manera adecuada, nuevamente tendría que regresar un poco hasta cumplir adecuadamente con los retos impuestos por la arcana.

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Me había curado de la herida sí, pero mi cabeza aún seguía dando vueltas a lo que había vivido. Vívido, sí porque notaba ese recuerdo tan real como todo lo que me rodeaba. ¿Sería por la magia Uzza? Puede que sí, o puede que no. Pero desde que me había convertido en vampira, mi memoria parecía que fallaba más de lo habitual. Así que los recuerdos que me venían a la mente me parecían tan lejanos que no los comprendía del todo.

 

Como el asunto de mi abuela el querer que no tuviese magia. Como si no creyese que fuese capaz de llegar hasta dónde estaba. Pero se contradecía al decir que creía en mí. ¿Entonces, porqué actuar de esa manera? Al menos, por mis genes pasaban dos generaciones de animagia, así que, podía convertirme con facilidad. O eso esperaba. Si lo había hecho una vez, por culpa de esas banshees también podría hacerlo para sortear esa nevisca que me impedía ver más allá.

 

Seguía caminando pero sólo podía ver caer la nieve, que caía con una ferocidad a cada paso que daba. Durante un segundo me quedé quieta, estática por si veía algún peligro o algo más. Pero nada en absoluto. El viento enfurecido hacía que me tambaleara. ¿Cómo sortear semejante fenómeno meteorológico? Pues, no me cabía duda de que tenía que transformarme. Sólo necesitaba un impulso, cómo de la otra vez. Evoqué en mi mente los gritos de mis víctimas...

<<- por favor, por favor... Déjame vivir - decía un muchacho bastante hermoso. Éste tenía los ojos color miel y el cabello rojizo. Lo había encontrado al salir en un tugurio de mala muerte. Necesitaba sangre y ese era el que más me había gustado. Pude notar cómo me relamía los dientes de gusto. El muchacho, que no debía de tener más de veinte años, temblaba al verme. Me sentía poderosa como si fuese un Dios, tener el poder de quitarle la vida a alguien o dejarle vivir.

La capa ondeó en cuánto me abalancé sobre él. Era de noche. En el oscuro callejón, no había casi nada. Sólo varios cubos de basura estaban en el otro lado. Y aunque el muchacho tuviese la habilidad de escaparse de mí, no le darían la suficiente altura para subir la pared. Lloraba desconsoladamente, sentía cómo yo sonreía mientras le clavaba mis colmillos. Lanzó un aullido de muerte. Notaba mis dientes que se le clavaban en el cuello y la sangre empezaba a emananar abundantemente...>>

 

Notaba cómo sin poder evitarlo una sonrisa se me formó en mi rostro al recordarlo. Había sido bonito. Para otras personas, había sido demasiado cruel. Pero así era yo por aquél entonces, una joven neófita. Rememoraba el sabor de la sangre, pasando por mi garganta el cómo me sentía más viva. Dejé que todo esa sensación recorriese por mi cuerpo actual en esa nevisca. Percibía cómo cambiaba por completo mi cuerpo. Los brazos se me convirtieron en alas con un color ocre, las piernas, en unas garras poderosas...

 

Con los ojos aún más cerrados, podía sentir cómo el cuerpo se me hacía cada vez más pequeño, también además, como la boca se me transformaba en un pico enorme y fuerte. Abrí los ojos de nuevo y pude sentir que ya era un buitre. Miré hacia lo alto y una pequeña brecha en una nube salió un rayo de sol, tan sólo por un instante. Agité mis alas ayudándome de las patas afiladas como cuchillas y alcé el vuelo. La sensación que tenía en esos instantes me hacía gritar si pudiese hacerlo.

 

Aleteaba más fuerte todavía y conseguí llegar por encima de las nubes que creaba esa tormenta. Percibía el aire por debajo de mis plumas de color ocre y éste era caliente, hacía que me impulsara sin necesidad de agitar mis alas. Seguí así durante un rato más, hasta que pude divisar que la tormenta estaba más lejana. Moví la cabeza y divisé que en esa zona de la isla (porque así lo veía desde las alturas) había un campo ¿verde? No estaba segura, bajé de nuevo, agitando las alas otra vez e impulsándome con la cola.

 

Cuando aterricé sentí la voz de la Arcana en mi cabeza. Me gustaba ese tipo de comunicación... Aunque tampoco comprendía porqué debía de elegir mi camino. Ya lo había hecho y no había vuelta atrás. Tenía ganas de llegar hasta la pirámide, para ver qué pruebas me pondría la Arcana para conseguir, por fin, el tan deseado anillo. Ese que usaría, para proteger a la familia.

 

Al transformarme de nuevo en la vampira que era, ya había dos banshees esperándome. Sonrieron malignamente y comprobé cómo una de sus compañeras todavía estaba muerta en el suelo. Al parecer, estaban aguardándome para cobrarse su venganza por la muerte de su ¿amiga? Tendría que ingeniármelas en ésta ocasión, para sortear de nuevo ese obstáculo o peligro...

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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- Genial - Helike había hecho justo lo que esperaba, su transformación era bastante adecuada para superar el obstáculo climático que había decidido crear para ella. Aunque Suluk prefería otro tipo de acciones, algo que pudiera demostrar su conexión con su forma animal, era una de las soluciones que tenía disponibles para superarlo - Ya casi lo logra - Estaba llena de emoción por ver que su aprendiz ya estaba a punto de llegar hasta la Pirámide para presentar su prueba.

 

- Creo que el golpe ha sido bastante duro - Murmuró, no entendía por qué estaba viendo Banshees de nuevo, dicho reto lo había superado y Suluk lo sabía así que no tendría que realizarlo de nuevo. Las Banshees habían desparecido por la magia del lugar - No hay Banshees solo te falta atravesar el laberinto - Esperaba que el golpe no la hubiese afectado demasiado y estuviese en capacidad de ingresar al portal para realizar su prueba de la Animagia.

 

- Debo sentarme - La anciana estaba cansada de estar sobre sus pies así que hizo un leve movimiento y una silla apareció para poder sentarse. Nunca antes había tenido que esperar tanto a sus aprendices para llegar al portal. No obstante, los obstáculos siempre eran muy parecidos, algo no estaba bien con Helike aunque quería creer que sí estaba preparada y no había sido demasiado pronto para traerla a la Pirámide.

 

- Ya casi - La magia del portal se comenzaba a sentir en el lugar, sabía que en poco tiempo sería abierto una vez más y tendría que poner a prueba los conocimientos de una nueva aprendiz de animaga. Suluk sonrió complacida mientras observaba su anillo, el cual siempre estaba conectado con todos los animagos del mundo que ya comenzaban a ser varios.

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Parpadeé esperándome tener que enfrentar a las dos banshees que me quedaban... ¿Dónde estaban? Había sido tan sólo un segundo y éstas habían desaparecido... quizá fuese la propia magia del lugar...

 

Otra vez la voz de la arcana en mi cabeza. En ésta ocasión me decía que sólo tenía que travesar el laberinto.

 

- Menos mal... - susurré para mí mientras el aire soplaba y daba sensación de bienestar.

 

Aún me dolía algo la cabeza por el golpe sufrido a pesar de curarme anteriormente. Tendría que ir a la clínica Santos Mangos para tomarme un analgésico.

 

Seguí caminando despacio con todos los sentidos en alerta por si venían más ataques. Aún tenía fresco en mi mente, el recuerdo de aquél joven e inevitablemente, sonreí con malignidad. Sí, había sido una comida bastante bonita, podía decir. Pero era otra vida y otro momento.

 

Sólo esperaba que el recorrer el laberinto mi cabeza no me jugase malas pasadas... Sabía que la magia Uzza muchas veces podía poner pruebas para confundir a sus alumnos y que no llegasen hasta el final, pero también era cierto, que se podían llamar "pruebas de valor" o eso es lo que yo pensaba.

 

Saqué la varita de dentro de la chaqueta, no tendría ni idea de si mi magia funcionaría ahí dentro.

 

Soplé para sacarme el nerviosismo.

 

seguí desplazándome con rapidez hasta encontrar la entrada. A lo lejos, podía ver la punta de la pirámide, no tenía ni idea de lo que me deparaba en su interior.

 

Los setos eran tan grandes como un edificio de tres plantas, apenas podía ver por lo tupidos que estaban. En cuánto puse un pie en su interior un viento fuerte hizo que me tambaleara y noté cómo esas plantas parecían cobrar vida. Corrí rápidamente y al girar mi cabeza la entrada ya estaba sellada...

 

- Maldita sea, ahora no puedo regresar...

 

Susurré un hechizo "oriéntame" poniéndo la varita sobre la palma de mi mano, en vertical. No había sucedido nada, tal y cómo yo esperaba. Pero tenía otras opciones. Hacía siglos que observaba el cielo y tenía "conocimiento" de los mapas estelares. Fijé mi vista en el cielo, para localizar la estrella polar. Pero me di cuenta enseguida que era de día...

 

- Pues nada, tendré que fijarme en el sol - volví a murmurar otra vez...

 

Notaba que lo tenía casi a mi izquierda y pensé que la salida observando el triángulo estaría más al nordeste. Decidí seguir mis instintos y caminé unos cuántos pasos más hasta que encontré un recodo de un seto que me daba la señalización de que era otro pasillo...

 

Al instante parecía cosa del demonio (cómo dirían los muggles) se apareció un soldado alemán de la Segunda Guerra Mundial.

 

- Pero, ¿qué? - estaba apuntándome con una metralleta. Me gritó un alto en alemán que entendí al momento. Negué con la cabeza.

 

- No, no vas a detenerme - respondí en su idioma, empecé a correr, el soldado disparó y no sentí nada. Cuando intenté tumbarlo atravesé una especie de neblina.

 

- Vaya, ésto sí que es interesante... - eso hacía referencia a un hecho del pasado del que me había involucrado, quizás, demasiado.

 

Seguí desplazándome, ésta vez, con los nervios en tensión. ¿Qué pasaría ahora? No tenía ni la menor idea...

 

Por el rabillo del ojo me fijé en la luz del sol y parecía que iba bien encaminada, parecía que me quedaba poco hasta que me encontré con un ser, que no esperaba. Éste tenía la cabellera negra, ojos verdes, piel blanca como un vampiro.

 

- ¡Lázarus! - grité su nombre y éste puso una sonrisa macabra. Iba vestido elegantemente, de negro y sólo brillaba un pasador de oro que tenía en la corbata. Era tal y cómo lo recordaba.

 

- Mi aprendiz - susurró él manteniendo el mismo semblante- quédate conmigo, yo te seguiré enseñando más cosas...

 

Me había quedado patidifusa mirándolo. Algo había en él que no me gustaba. Tenía la mirada oscura cómo la de un asesino a punto de matar.

 

- No me voy a quedar conmigo. Me has traicionado, rata traidora - mascullé entre dientes el insulto a causa de la rabia que me había producido al verlo.

 

- ¿Acaso, crees que la vieja arcana, te dará el anillo de la animagia? - volvió hacer el gesto de la negación - yo puedo enseñarte mucho más y lo sabes.

 

- No, seguiré adelante, seré la tercera generación de mi familia en conseguirlo, ¡te queda claro! - grité ahora, corrí para tumbarlo de nuevo y volví a sentir el frío de la niebla. Me quedé parada...

 

- ¡Cuánto más! - solté media enfurecida. ¿Sería eso el laberinto, que ponía a prueba las mentes de los pupilos que estaban dispuestos a ir más allá?

 

- ¡Ya estoy más que harta! - del grito que había lanzado a lo lejos se escuchó el revolotear de unos cuervos, que graznaron asustados....

 

Aproveché la ira que sentía en esos momentos. Sabía que la magia muchas veces estaba ligada a nuestras propias emociones. Intenté concentrarme. Sabía que podía conseguirlo, lo había hecho antes.

 

Al cabo de par de minutos ya notaba cómo tenía garras y de nuevo alas, mis ojos podían ver más allá que cuando era vampira. Ya estaba transformada en un buite negro, aunque el color era más bien ocre. Alcé el vuelo pisando la hierba con fuerza y veía cómo un par de metros más de altura había conseguido sobrepasar los altos setos. Seguí desplazándome con suavidad, hasta que conseguí llegar al final del laberinto, en cuánto aterricé, una sombra parecían estar esperándome, fijé mi vista y ya estaba formada, era mi madre.

 

- Enhorabuena cariño, has llegado hasta el final - me dijo con cariño y con su particular sonrisa- ahora ya sabes lo que tienes que hacer...

 

- Mamá - mi voz en ésta ocasión, tembló de la emoción, pero debía de tener cuidado, ella en cambio se movió hacia un lado, dejándome pasar y llegando hasta la entrada de la pirámide. Desapareció de la misma forma que los otros dos personajes.

 

Esperaba poder conseguirlo. Si la arcana tenía el poder de enviar mensajes mentales, también lo tendría para recibirlos...

 

<< arcana, ¿he superado el laberinto? ¿Puedo continuar? >> pregunté un tanto temerosa. De su respuesta dependía de que siguiese avanzando hasta conseguir el tan ansiado anillo de la animagia.

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- Claro que puedes continuar - El laberinto había sido más complejo que en otras ocasiones - Solo depende de ti avanzar por el camino que tienes en frente para llegar hasta la Pirámide en donde podrás encontrarme - La arcana llevaba mucho tiempo esperando su llegada y deseaba que fuera muy pronto dado que en cualquier momento tendría que dar inicio a una nueva prueba y no le gustaría tener múltiples pruebas al tiempo.

 

- Solo te pido que pienses si deseas realizar la prueba o no - Suluk hizo una leve pausa - Sé que ya te lo he preguntado, pero es mi deber preguntarlo nuevamente así que tan pronto llegues hasta la Pirámide tendrás que decirme si deseas continuar con la prueba e ingresar al portal. De lo contrario, podrás abandonar este lugar y tendrás otras oportunidades para presentarla - La anciana estaba un poco agotada, los obstáculos habíant tomado mucho más tiempo del previsto y la prueba estaba demasiado larga.

 

- Ya casi - Pensó mientras observaba a la mujer caminar hacia hasta la Pirámide. El poder estaba listo para ser activado y los anillos del aspirante estaban ubicados en la Estrella de las Cinco Puntas como siempre. La magia de los arcanos era demasiado interesante y odiaban ser comparados con los Uzza, eran magias muy diferentes.

 

- Tengo muchas ganas de ver esta prueba - No sabía cómo sería pero tenía claro que no sería una prueba fácil, Helike parecía estar preparada pero en los obstáculos no había tenido tanto éxito y esperaba que eso no se repitiera en el portal o podría quedar encerrada para siempre en él y nunca podría adquirir la habilidad de la Animagia.

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Imaginaba que la arcana estaba cansada de esperarme. Pero la verdad las pruebas que me llegaban hacía que demorase mucho más el acceso a la pirámide. La verdad era que, no tenía ni idea de lo que iba a depararme. ¿Sería un portal? ¿Más pruebas de valor, para tener que transformarme? No tenía nada en claro, la magia uzza siempre me deparaba sorpresas.

 

Después de que mi madre, amablemente me diese el acceso apartándose, por fin había podido llegar al tan ansiado momento. El monumento estaba ahí, alto y pletórico, como las tres pirámides Egipcias. No sabía qué era, pero notaba como cierta magia especial. Esa en la que entraba en terreno resbaladizo y algo me decía que mis conocimientos no serían de utilidad.

 

La voz de la mujer me llegó claramente. Giré mi cabeza y sonreí contenta, al fin de verla.

 

- Es un placer para mi, verla de nuevo, arcana Suluk - hice un movimiento con mi cabeza a modo de saludo y respeto, sí, esa magia la merecía y mucho. Aunque no podía evitar tener cierto recelo ante lo que se me avecinaba.

 

Escuché lo que me decía y suspiré. Sí, era su obligación pero a pesar de que el laberinto eran "nimiedades" no podía tener cierto temor ante lo que me encontraría en ese lugar. Pero estaba dispuesta a conseguir el tan ansiado enlace al anillo de la habilidad. Me daba lo mismo que tuviese que "estudiar" para hacerlo. Tenía derechos genéticos y por herencia mágica. Mis recuerdos, así me lo habían confirmado.

 

- Por supuesto arcana, estoy dispuesta a entrar en el portal y ver qué pruebas me deparará. Tengo ganas de probar mis habilidades nuevamente y demostrar que soy digna de llevar el anillo - "es lo que me corresponde" pensé más para mí sin decírselo en voz alta.

 

- ¿Tengo que hacer algo especial? Es decir, ¿se me abrirá el portal para mí, o, es suficiente con entrar a la pirámide? - pregunté a la maga, con cara confundida. Era la primera vez que lo hacía y la verdad, estaba un poco desorientada en cómo funcionaba ese tipo de magia.

 

- Espero, básicamente, que mis recuerdos no me jueguen una mala pasada - susurré. No me había gustado nada cuando lo experimenté en el zoo y mucho menos, cuando había viajado a África y había conocido al chamán, uno muy raro, ciertamente.

 

- Pero aún así, reafirmo el querer entrar - dije con una sonrisa a la mujer que tenía aspecto cansado.

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