• Borgin & Burke • (MM B: 93568)

[Jeremy Triviani]

Jeremy le guiño un ojo a la bruja cuando lo miro con sorpresa. La verdad es que le daba la razón con lo de limpiar el aire de Ottery. Nunca hacia nada mal purificar el oxígeno que uno consumía a todas horas del día.

 

- ¿Así que muchos cayeron antes tus hechizos? -le pregunto a Maida.

 

Sin esperar más tiempo, tomo la botella de licor y la abrió. ¿Se enojaría su tía si tomaba esas copas de la estantería para servir la bebida? Mirando para atrás por si se acercaba Candela con los jarrones, saco las copas de su exposición y sirvió una para cada uno.

 

- ¿Brindamos por algo en especial? -les dijo dándole a cada uno una copa. – Yo lo haré por una buena aventura ¡Salud!

 

Vacío de un trago el licor, saboreando su exquisitez. Lo sintió recorriendo su cuerpo y dándole esa energía que las bebidas siempre le provocaban.

 

 

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[Maida Black Yaxley]

Ahora si que se rió de buena ganas. El chico nuevo tenía su gracia, sin duda alguna. Se miró a sí misma como evaluándose y tratando de ver, de dónde podía haber sacado semejante conclusión.

 

— Maida Iv... Maida, Maida Yaxley —dijo entre risa y risa mirando a Jeremy—, y si, no sabes, soy uno de los bomboncitos sexys de Ottery. Aquí Eobard anda tras mi falda cada que puede, pero yo juego a la difícil.

 

Le devolvió el guiño de ojo, pero ya se sintió demasiado ficticio.

 

— Hablaba de matar, mira si me voy a poner en plan femme fatale, justamente yo —le contestó y luego vio las intenciones de CIssy de beber algo no sin antes aclarar que si, que definitivamente Candela estaba fuera de sus cabales—. Yo paso, me parece que si meto licor en el cuerpo, no la contamos mañana.

 

Aprovechó el rato muerto para atarse el cabello en un moño en la parte superior de si cabeza y observar los artículos que Cissy se había probado. Sombreros, hacía mucho tiempo que ella no hacía ninguno, y era buena en eso. Ladeó la cabeza sopesando la idea de hacer uno en tono azul noche para su compañera, con ese tono tan especial en el cabello seguramente le quedaría espectacular.

 

— ¿Dijo jarrones? Podrían ser un buen regalo para mamá —valoró.

 

 

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[Mentita]

Las conversaciones le llegaban como susurros, no lograba distinguir cada palabra con exactitud así que no podía estar completamente segura de si le decían loca, o algo con poca. ¿Pero poca qué? Entonces pensó que, quizás, tendría que haberse llevado la botella de licor con ella en busca de las copas que necesitaba.

 

Ah, pero había ido en busca de los jarrones también. Los encontró sobre la mesa ratona que tenía tras las cortinas que dividían la tienda, del espacio de descanso.

 

― Señora, le he dejado la oficina impecable. Puede revisarla usted misma. Hasta la he decorado un poco con esas cosillas.... ―Chuck había aparecido repentinamente a su lado.

 

Candela fingió escucharle, mientras acomodaba cinco copas en una de sus manos. Podría ser un prodigio si fuese considerado un talento, al menos entre los bebedores. Y con la otra mano abrazaba dos jarrones de tamaño mediano. Uno de plata, con pequeños grabados elegantes, y el otro era de barro cocido. Dio media vuelta y regresó a la tienda.

 

― ¡POR MERLÍN BENDITO! ―el elfo pegó un grito y escondió la mitad del rostro horrorizado detrás de sus manos.― ¡Suelte eso, suelte! ―y, tras un pequeño salto, se abalanzó sobre Jeremy.

 

A la Triviani le costó darse cuenta de lo que estaba pasando, hasta que Chuck hizo que su sobrino soltase la copa que tenía en la mano, ya vacía.

 

― ¡mier**! ―rugió la gitana y soltó los jarrones, de forma tan brusca, que casi se le parten en el piso.

 

Las copas no tuvieron mucha suerte, se hicieron añicos al primer contacto con el suelo. Y, de un tirón, le quitó la copa a todos los que tenían una. Excepto Maida, era más astuta de lo que aparentaba

 

― ¿¡Qué demonios haces con ésto!? ―señaló los objetos a Jeremy, pero creía que era un poquito tarde. Eran copas envenenadas.

 

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[Eobard Thawne]

-¿Alguien dijo algo sobre matar?

 

Sin duda, el verbo lo había regresado a la conversación. Se había mantenido un poco alejado, observando lo que parecían ser unas viejas cadenas de tortura. Parecían datar de siglos atrás, pero no podía asegurarlo al no ser un experto en la materia. Había llegado tarde a la repartición de las copas, y más grande fue su sorpresa al ver que el aspirante había hecho la sugerencia de un asesinato.

 

-Oh, vamos, Maida, el ser un Don Juan no es precisamente mi estilo. -comentó, extendiendo ambos brazos, como si fingiera molestia. -Además, todos saben que los sentimentalismos me hacen bostezar.

 

Aquello tenía apices de verdad. Considerando que su última relación había concluido con el ataque de un vampiro y un altercado bastante innecesario, problemas de ese tipo era lo que menos buscaba. Notó que la Yaxley lo estaba evitando de cierta forma, ¿a qué se debía? Quizá había malinterpretado el voto de confianza al ir a hurgar al Museo Night. Más tarde la confrontaría sobre aquello.

 

Pero, el caos, como era de esperarse, no tardó en causar estragos.

 

Teniendo las manos libres, alcanzó a sacar la varita de su bolsillo, para después apuntar a los jarrones, de apariencia costosa, que la Triviani había dejado caer. ¿En serio habían pertenecido a los Uzza? Tenían la pinta, sí, aunque siempre podía tratarse de algo más valioso. Ambos quedaron levitando a escasos centímetros del sueño.

 

-Ahí iban siglos de historia. Qué suerte que yo no me bebí esa cosa, o ahora mismo estaría libre de mi sufrimiento.

 

Torció una sonrisa burlona, porque le gustaba bromear con cuestiones que peligraran su propia existencia. Pudo haber sido cualquiera, aunque, estando en una tienda de ese rubro, había que andarse con cuidado. Depositó los jarrones a los pies de Candela, esperando que no los pateara por error.

 

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[Jeremy Triviani]

Jeremy se estaba divirtiéndose con las palabras de Maida y el silencio de los demás. Sintió que el licor estaba un poco más fuerte de lo que esperaba. Ya que el familiar calor recorriendo sus venas, estaba resultando un poco doloroso.

 

Iba a servirse más licor, cuando el elfo lo atacó haciendo que soltara la copa, intentó patearlo, pero sirviente logró robarle el recipiente. Sus ojos empezaron a ver borrosos de un momento a otro, pero el rubio no lograba entender nada. Ni el grito de su tía lo alertó de nada. Solo el estruendo de las copas de cristal rotas contra el suelo lo sacó de su sopor.

 

-Belimos e licu …-Le respondió Jeremy a Candela, aunque ya las palabras no le salían como antes.

 

Las pupilas empezaron a ponerse rojas y sus colmillos empezaron a salir sin motivo. Las piernas del vampiro ya no lo sostenían como antes, por lo que tuvo que arrodillarse sobre los cristales rotos. Su boca empezó a llenarse de un pus blanquecino, que empezó a escupir sin poder parar.

 

Intento sacar su varita para ver si conseguía conjurar algo, pero no logro hacerlo y terminó recostado en el suelo boca arriba, observando a los demás.

 

 

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[Maida Black Yaxley]

— Lo sé, Aldrich, lo sé, pero es divertido molestarte con esos detalles de cuando en cuando —contestó, contenta que el tema de su ausencia pronto pudiera quedar zanjado.

 

Terminó de arreglar o bueno, hacerse eso en la cabeza, justo cuando Jeremy terminaba de empinar el codo. Observó unos segundos a su amigo, tratando de descifrar si aún continuaba con su problemita o ya lo había resuelto. Se le hizo un nudo en la boca del estómago, ella se había comprometido a ayudarle y sin más explicaciones, había huido. Aunque para ser justos, esta vez, no de él, exactamente. Tenían que ir a LAIC con urgencia, sólo para cerciorarse, y sí, para calmar su conciencia. Iba a mencionarle algo cuando el grito de un elfo y acto seguido el de Candela, la alertaron.

 

Retrocedió unos pasos, los suficientes para tener un primer plano de lo que sucedía con Jeremy. ¡Ay, nuevamente aspirantes torturados al borde de la muerte! Alzó ambas manos, tratando de aclarar su inocencia, y luego recordó que, efectivamente, esta vez, lo era. Todo era tan repentino, logró ver los jarrones a los pies de la Triviani y los pedazos de vidrio regados en el suelo. Miró a Cissy, y claro, trataba de no ver al enfermo, y es que eso de botar espuma por la boca no era nada agradable. "Piensa, piensa, piensa. Es un veneno, el antídoto es la suma de los anti... ¿Qué haces? ¡No hay tiempo!"

 

Se mordió el labio inferior y sacó la varita de los pliegues de la túnica, apuntó el puñado de vidrios rotos en el suelo, cerca del aspirante.

 

— ¡Morphos! —quiso, pero ya era imposible ignorar al chico que convulsionaba en medio de los cuatro mortífagos. Tomó el bezoar más grandecito que se había formado de los vidrios y con todo el asco del mundo, lo tomó entre sus brazos obligando al cuello a alzarse hacia ella. Metió la piedra entre la espuma ensuciándose toda y esperó. No tenían otra alternativa de momento.

 

Segundo que pasaba, segundo que intentaba no pensar en lo que pasaría si el vampiro no sobrevivía al menjunje ese. Tragó saliva y miró uno a uno a sus compañeros, mientras sostenía, ya sentada, la cabeza del muchacho.

 

— ¿Tiene familia o algo? —preguntó.

 

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[Oriánthi]

Eso parecía un show, todos utilizando varitas y hechizos para restaurar un orden en Borgin. Pese a lo sucedido la Black Lestrange no mostró sentimiento de preocupación, al contrario, la personas muertas eran mas de su agrado ya que convivía con uno.

 

-¿Copas envenenadas al alcance de aspirantes? - Insinuó.

 

Sonaba algo divertido, de haber estado enterada quizás las frotaba ella misma contra alguno de los presentes para ver su reacción... La primera persona en socorrer al futuro mortifago fue Maida, quizás con sus conocimientos pudiera salvar su vida o al menos intentarlo.

 

-¿Que clase de embrujo tenia las copas? es difícil saberlo para crear algún tipo de poción.- Se tornaba desagradable y no era algo cómodo para la bruja en ese momento, no podía entender como alguien de su raza podría caer en algo tan insulso.

 

Unos momentos pensaron en ir a LAIC para pedir ayuda, no sabia si seria demasiado tarde hasta llegar al lugar o si el rubio resistiría el trayecto... Una sonrisa se pinto el rostro de Cissy al escuchar si tenia familia; -Si... no es tu familiar acaso?- Pregunto mirando a la Triviani.

 

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[Mentita]

Candela resopló con fastidio tras escuchar las palabras de Eobard y, aunque se sentía ligeramente agradecida por haber salvado los jarrones, en ese momento tenía ganas de quebrarle el cuello. Una muerte en su local era mala publicidad, y ya habían demasiados testigos como para hacerlo desaparecer sin levantar sospechas.

 

― Ver morir a alguien es uno de mis pasatiempos favoritos, ―empezó diciendo cuando escuchó a Cissy― Pero no quiero que haya uno en mi negocio. Además, ya he tenido a la est****a de Cye, y compañía, rondando por aquí cuando abrí la tienda.

 

Puso los ojos en blanco mientras se acuclillaba para revisar a Jeremy. Maida había actuado mucho más rápido, el bezoar sería de gran ayuda, pero necesitarían algo más.

 

― No estaba al alcance de aspirantes, ¿vale? Sólo un idi*** usaría para sí mismo algo que estaba en exhibición. Es que... ―fijó la mirada colérica en su sobrino y estuvo a punto de estrangularlo.― Ya, unos cuantos Anapneo serán suficiente. ―sacó su varita y empezó a aplicárselos.

 

Se había acomodado en el suelo, con los pies cruzados. Le parecía asquerosa la reacción al veneno, pero al menos sabía que funcionaban. No había tenido oportunidad de probarlo antes, en nadie. De momento estaba buscando una excusa para explicar por qué las tenía o de dónde venían, pero no podía decir demasiado y no estaba segura de cuánto le creerían.

 

― Las conseguí en una subasta, en una aldea en Rostock, hace muchos años. No creí que estuviesen realmente envenenadas, porque están envenenadas. ―recalcó dedicándole una furibunda mirada a Cissy― De hecho regateé demasiado por el precio final y... Bueno, el resto es historia.

 

No tenía que mencionar el hecho de que, el subastador, resultó muerto, ¿o sí?

 

― Te cortaré las manos si vuelves a tocar algo de mi tienda, sin mi permiso. ―ésta vez le hablaba a Jeremy.― Y sí, es mi sobrino. ―elevó la vista hacia Maida y se puso de pie.

 

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[Ashura Lestrange]

Se encontraba haciendo sus deberes del local, sin darse cuenta de que los últimos días mucha gente lo había visitado ¿Estaba pasando algo que acaso ella ignoraba? No lo sabía, pero esperaba averiguarlo pronto, dejó uno de los objetos del local en su lugar y decid´ió ir en busca de Candela, ella sabría que estaba sucediendo. Al llegar cerca de ella, se encontró con caras conocidas, una de ellas era su sobrina Cissy se preguntó así misma, solo había una manera de averiguarlo.

 

- Cissy, sobrina ¿Qué te trae por aquí? ¿Estás de visita acaso? - Dijo mientras revisaba el lugar visualmente de manera fugaz. Había un par de caras que desconocía pero esperaba con ese encuentro dejar ese misterio resuelto. No se había dado cuenta unos segundos después que su hermano Eobard también se encontraba presente. Aquello era extraño, pero no tardaría en saber que sucedía.

 

@@Eobard Thawne @ @@Candela Triviani

[Eobard Thawne]

Habiendo decidido no intervenir en todo el proceso de salvación de Jeremy, se limitó a observar cómo el rubio devolvía lo que se había consumido. Arrugó ligeramente la nariz ante la escena, aunque había visto cosas peores. O eso pensaba. De todas formas, era un aspirante, así que aún no era su problema. De momento no, al menos.

 

De por sí, las cosas en el Ministerio no han sido las mejores desde el último incidente. ¿Un muerto? Cosas que pasan, sí, hasta daría algo de publicidad. A menos que sea una funeraria, claro, porque venderían como locos.

 

Se refería a aquella misión que había desembocado en el secuestro de dos vástagos, de los cuales no había vuelto a saber desde entonces. Claro, sabía que cada tontería que emitiera lo acercaría más y más a una muerte dolorosa a manos de la Triviani, eso sólo en el mejor de los casos. La historia de cómo había obtenido las copas, sí le resultó interesante en particular. ¿Dónde había visto algo similar? Un collar embrujado, tal vez.

 

Magia oscura, quizá. planeaba opinar algo más al respecto, pero escuchó que el aspirante era sobrino de Candela. Inmediatamente, comenzó a hilar recuerdos y pensamientos. Okay, esto es una complicación.

 

Ahora recordaba dónde había visto aquel tono de cabello antes. Su propia hija adoptiva, Cyrsse, tenía el mismo estilo. Podía ser mera coincidencia. ¿Acaso esos dos eran hermanos, qué más le había ocultado? La próxima vez, tendría que mencionarlo casualmente. Cómo ninguno de los presentes, salvo quizá la dueña del local, estaban al tanto de su relación paternal con la joven, prefirió no hacer mención de ello. La llegada de Ashura, naturalmente, vino a mediar un poco la situación.

 

Vaya, hermana, es un gusto verte. ¿Qué te trae por aquí?

 

Ya eran seis, número suficiente para poder hacer una revolución. O casi.

 

@@Ashura Lestrange @@Candela Triviani @ @ @