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Prueba de Oclumancia #5


Aailyah Sauda
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La Arcana presenciaba todo desde su lugar, en medio de la estrella, frente al portal que habían cruzado sus pupilos. Miraba a Bastian, esperando que él pudiera saber cómo seguir en su búsqueda de poder y conocimiento. Y miraba a Jessie, aquella joven que había sido tan fuerte como para descubrirla. Ahora ambos avanzaban, buscando poder poner en práctica lo que habían aprendido para poder salir airosos de aquella prueba, de aquel lugar y por fin sentirse capaces de usar el anillo de la habilidad.

 

Sauda se dio cuenta, entonces, que el resto de sus alumnos también estaban listos, en diferentes niveles y que ella sólo estaba retrasando lo inevitable. A veces le costaba admitir que muchos estaban listos para el siguiente paso, sobre todo porque a ella todos le parecían niños en pañales. Pero había magos poderosos, Warlocks, Directores y muchos otros magos y brujas que día a día demostraban que eran capaces. Ella, simplemente, tenía que tratarlos como adultos y no como niños. Ella, mejor que nadie, sabía lo que era que la pusieran a prueba todo el tiempo.

 

Sonrió, mientras seguía el avance de Jessie y Bastian. Allí los esperaría cuando estuvieran listos, para entregarlos el anillo y vincularlo.

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Sonrió para sus adentros cuando poco a poco aquella imagen se fue desvaneciendo de su mente. Ahora entendía un poco mejor de que trataba aquella clase de magia con la cual se había involucrado y estaba feliz de poder entenderla. Sabía que día a día tendría que aprender cosas nuevas, eso es lo que pasa en la vida de cada persona: al menos ahora estaba segura como enfocar su mente para poder bloquear todos y cada uno de los intentos de acceder a la misma.

 

Abrió los ojos encontrándose de nueva cuenta en la sala circular. Detrás de ella estaba la puerta por la que había entrado. Inspiró hondo un par de veces hasta que estuvo completamente tranquila, con una bella sonrisa enmarcando un rostro tranquilo y sereno para caminar hasta donde Sauda la esperaba.

 

-No fue sencillo, nada en esta vida lo es.

 

Sonrió llevando su mano izquierda a su corazón cerrando su mente a aquellos recuerdos que aun la torturaban. La miro directo a los ojos, con un brillo divertido en los mismo mientras sonreía con cario.

 

-No fue sencillo pero aun así aquí estoy... Darme por vencida jamas ha sido mi fuerte y aunque a veces finjo ser algo que no soy: débil... Tímida... Incluso un poco tonta; se que usted se dio cuenta que no es así porque me dio la oportunidad de realizar esta prueba... solo le pido por favor que guarde mi secreto, como arcana que es en la oclumancia se que no es el único secreto que guarda y no me refiero a mis miedos sino a mi capacidad de mostrarme como una chiquilla tonta frente al mundo.

 

Volteo a las puertas confiando que Bastian no llegara. Seguía sin confiar en él. Jamas lo haría. Regreso su atención a la arcana Sauda esperando el momento en que la mujer le dijera si había aprobado o no la asignatura.

 

-Ahora solo me resta esperar ¿no es así?

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—Expecto Patronum

 

Las palabras salieron de su boca con suma facilidad, los recuerdos comenzaron a revolotear al tiempo que unas lágrimas resbalaron por su rostro. Habían muchos recuerdos felices en su pasado. Pero él accedió a uno que no solamente le permitiría invocar varios tigres de bengala que llevarían su mensaje. Eligió un recuerdo que le permitiría continuar con aquello que comenzó. Pero siguiendo el camino correcto, con ayuda de la gente que le importaba. Usó el recuerdo del día que encontró a Harimau.

 

Varios magos aparecieron en la sala. La Orden del Fénix y los Aurores, que en esencia eran lo mismo, se hicieron presentes en cuanto los patronus anunciaron que el líder de aquella secta había escapado.

 

—Dumbledore ¿Los capturaron a todos?

 

—Están todos desarmados y en Azkaban. ¿Esos tipos están...?

 

—Deberían, pero no. Limpié le veneno antes de que murieran. El líder escapó. No pude matarle

 

—Me alegro

 

—Dejemos de hablar de mi. Abandonaré esta misión y quiero que tomes mi lugar. Benjamin me odiará por alejarte de él, pero eres el indicado. Mientras existe esa amenaza iré con mi familia, necesito poder protegerlos. ¿Cuento contigo?

 

Asintió.

 

Logró centrarse nuevamente. Su oclumancia había logrado bloquearlo, hacerle olvidar un hechizo que terminaría de destrozar su ya corrompida alma. Respiró y capa a capa fue destruyendo la protección que él mismo creó de forma inconsciente. Conocer el nombre de aquel hechizo era importante ¿Cómo sino podía defenderse? Fue creando, en su lugar, muro tras muro de protecciones mentales sobre los conocimientos de como invocar aquel hechizo. Le dio tanta fuerza a aquellas protecciones que nadie, excepto quizá Sauda y la Arcana de Legerimancia, podrían nunca acceder a aquel conocimiento. Ni siquiera él mismo.

 

Todo brilló. Pudo observar a la silueta de lo que parecían ser dos mujeres. ¿Dónde se encontraba? El habitáculo era un tanto peculiar, casi pudo distinguir a Sauda pero aún sus ojos no se acostumbraban al repentino cambio de luz que sufrieron.

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  • 4 semanas más tarde...
Cuando cierra los ojos, puede ver lo que sus aprendices ven. Y en ese momento, ambos se ven a sí mismos fuera de la puerta; se ven a sí mismos frente a la Arcana de Oclumancia, que los recibe con su verdadera imagen, abriendo los brazos y con una sonrisa de complacencia que, sin tener que usar sus habilidades, rejuvenece ligeramente su rostro… Sauda no necesita abrir los ojos para saber que sólo uno de ellos está ahí. Ella no controla lo sucede en el interior del salón, pero había previsto esa situación; ella, al igual que el Portal, sabe que esa no era la prueba mayor para Jessie.


No bajes la guardia, quiere decirle, pues quiere que ambos regresen a sus hogares con el Aro de la Oclumancia. No te des por vencida, pero tampoco aceptes de buenas a primeras la victoria. Sin embargo, está segura de que, aunque pudiera entrar sin ser llamada y aunque pudiera hacer que Jessie la escuche, no intervendría, pues debe dejarla actuar para hacer honor al anillo y la habilidad. Un Oclumante no puede confiar en las apariencias, a lo que quieren hacerle creer; en primer lugar, siempre debe prestar atención a su mente, mantenerla vigilada. Y, por supuesto, tener siempre las defensas en alto.


―Aquí estás, Jessie ―asiente la Arcana, que no es más que una ilusión. Sauda, que ve a través de los ojos de su aspirante, sabe que reconocerlo. Y ella también tiene que hacerlo, aunque la imagen de la anciana le inspire confianza, aunque la victoria y la satisfacción sean tan reales―. Sé muy bien que no lo eres, y ahora se lo has demostrado al Portal de las Siete Puertas. Por eso, tu anillo está cambiando, vinculándose a ti…


»Puedes irte de aquí como, oficialmente, una Oclumaga.


Es una prueba complicada. Enfrentarse a alguien detestable, alguien que quizás hizo mucho daño, incita a buscar una salida. Pero ¿quién querría sacudirse el éxito? ¿Quién desconfiaría de una persona que luce tan honesta, que dice justamente lo que quieres escuchar? No cualquiera podría lograrlo… sin embargo, cualquiera que merezca portar el Aro, .


Esta vez la que habla es la verdadera Sauda, pero Jessie no podría escucharla.


―Bastian.


Está frente a ella, fuera de la puerta. La magia del Portal había tratado de encerrarlo en otra realidad (falsa para él y para la propia Sauda, pero que quizás era verdadera en un lugar más allá de su entendimiento); si bien para Sauda apenas había pasado un cuarto de hora, para él fueron meses. En su caso, la prueba, a diferencia de la de Jessie, no consistía en descubrir la patraña, sino usar su habilidad favorablemente en esa extraña misión. Había logrado, incluso, proteger recuerdos peligrosos de sí mismo, sin saberlo. Es por eso que el anillo, aunque ha permanecido en su dedo, ya no es el mismo. Bastian había logrado hacerlo suyo, y por lo tanto ahora es ligeramente diferente, tiene una marca personal.


―Enhorabuena. Puede irte de aquí con la frente en alto, y tu anillo. Recuerda que si en algún momento me necesitas, puedes acudir a mí; sabes dónde estaré. No tengo nada más que decir… salvo que uses tu poder con responsabilidad.

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Estba casi segura que algo no iba bien. Las cosas habían sido demasiado sencillas para ya obtener aquello que tanto trabajo le había costado durante la clase.

 

Las palabras de Sauda le confirmaron sus sospechas, había sido demasiado sencillo y por eso es que ahora sospechaba de una trampa. Intentó tranquilizarse, serenarse un poco, observar todo a su alrededor y enfocarse en lo que la estaba perturbando: no podía estar segura a ciencia cierta pero que Sauda le dijera que ya podía irse libremente con todo y su anillo...

 

Volteo a ver su mano izquierda y ahí no había nada. Cerró los ojos y negó con fuerza recordando si había algo en lo que se había equivocado.

 

-Algo no esta bien.

 

Abrió los ojos lentamente para observar todo con más detenimiento, veía a Sauda pero no era ella, estaba como difuminada. El lugar al rededor de ella le era demasiado familiar para estar en un lugar que debería de serle extraño. Recorrió la mirada lentamente hasta toparse con una mujer muy parecida a ella, ladeo el rostro y al observarla con detenimiento pudo ver sus ojos de un tono rojo intenso.

 

-Al fin me ves... ya creía que jamas reaccionarias.

 

Entornó sus ojos confundida ¿quién demonios era ella? Quisó acercarse pero algo en su interior le decía que lo mejor era no hacerlo. Intentó retroceder pero tampoco pudo, al voltear la vista abajo no pudo notar que la retenía. Alzó de nuevo la mirada notando como la otra mujer sonreía.

 

-Soy tú, lo que realmente te mueve a hacer las cosas que haces, soy tu demonio interno, por así decirlo y no puedo creer que hayas tenido que terminar estudiando oclumansia para conocerme ¿pero es que acaso no piensas saludar?.

 

Negó cerrando los ojos, si esa... mujer frente a ella era lo que la volvía vampiro ¿porque ahora había querido mostrarse?

 

-Ya veo, la cuestión es que... siempre estuve ahí, yo soy la que disfrutas cuando matas y torturas gente, la ansia de sangre cuando tienes sed, lo que te mueve a ir a torturar gente con tus amigos y ahora me muestro por el simple motivo que estas aquí, vulnerable... abriste tu mente y a la vez la bloqueas, pero ya estas cansada y puedo tomar pleno control de ti, al menos en este estado.

 

-No te dejaré

 

-No haces falta que me dejes... tú propía profesora me dio la oportunidad de hacerlo, al traerte aquí.

 

Notó como lentamente se acercaba a Jessie pero no podía moverse, sentía como si unas cuerdas la ataran a aquel lugar. Temía que si aquella mujer llegaba a tocarla entonces ella terminaría sucumbiendo al poder del demonio que vivía en ella.

 

-No te va a doler y nadie notara que no eres tu realmente, ni tu querido hermano.

 

-La verdad no hace falta ni que lo intentes, como bien dices... estoy aquí por voluntad propia, pero es mi cuerpo y solo yo mando en él.

 

Haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban, Jessie desató las amarras que la tenían sujeta, cerró sus ojos con fuerza y cayó de rodillas sin poder evitarlo dejando sus manos frente a ella en un intento de no golpearse el rostro, resoplando por el esfuerzo que había tenido que hacer.

 

-Jamas saldrás de ahí, así tenga que luchar contigo cada día.

 

Cuando abrio los ojos vio un piso blanco bajo de ella, cerró varias veces los ojos para acostumbrarse a aquella luz sintiendo algo extraño en su mano izquierda, un pequeño aro que quemaba al rededor de su dedo anular. Alzó su mano lentamente para verlo más de cerca pero este cambiaba un poco cuando movía su mano; sonrio divertida mientras se ponía de pie con dificultad.

 

-Saka ¿en verdad esa mujer... esa mujer...

 

Esperaba que sus miedos no fueran reales o tendría que hablar con Dave, tal vez también él tuviera uno en su interior de ser así.

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Sauda no reconoce a la mujer, pero Jessie tampoco parece hacerlo. Sin embargo, su apariencia no parece importar. No se trata de alguna conocida de su aprendiz... es una personificación de su naturaleza. Una versión más adulta, de rasgos más duros, de lengua más mordaz. Demonio. Eso significa que la muchacha, de aspecto inocente, lo es. Y lo que dice la "otra mujer", que no es más que la misma Jessie, es cierto, Sauda puede sentirlo pues está conectada a la aspirante. Si fuera más joven, trataría de decirse que no es posible, mas hace mucho que dejó de ser ingenua. Sus dedos se cierran con fuerza en torno a la vara de cristal. Repudia a aquellos que no respetan la vida, mas le da el beneficio de la duda a la muchacha, atribuyendo aquello a la oscuridad interna. Con la Oclumancia, es posible encerrarla definitivamente. Y ella tiene que saberlo.

 

Siente su cansancio. Quisiera decirle que no se rinda, que luche contra eso, pero la arcana está atrapada fuera de la Puerta de la Oclumancia. No puede intervenir, a no ser que la propia Jessie lo solicite, a no ser que su vida esté en peligro. Hace mucho tiempo que no siente esa desesperación, lo cual no significa que no sepa controlarse. Cierra los ojos, como si fuera a rezar, y trata de calmarse. Aquella no es su prueba, aunque todo sea tan vívido.

 

El Aro le quema. Pero no es el suyo, sino que se trata de un anillo de aprendiz. ¿No fue eso lo que sintió cuando se estaba vinculando a ella? Por un momento Sauda no sabe qué pasó, ni siquiera en dónde está Jessie (es decir, ahí en el mundo más allá de la puerta), sólo que sigue sola en el salón redondo. Tiene que esforzarse más, explotar la habilidad... De repente, escucha la voz de la muchacha. Y le responde, aunque sabe muy bien que no la escuchará.

 

Usa la Oclumancia, Jessie. No hay otro camino.

 

@@Jessie Black Lestrange

Editado por Aailyah Sauda
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  • 1 mes más tarde...

No hubo respuesta.

 

Había logrado deshacerse de su demonio pero seguía en aquella habitación blanca por la que había entrado y sentía aquel ser aun dentro de ella, podía controlarla pero debía esforzarse mucho para dejarla encerrada en esa parte de su mente. Por cierto la oclumansía le estaba ayudando y mucho porque creaba barreras al rededor del demonio que la misma no podía traspasar.

 

Aun así debía de salir de aquel lugar. Volteo a todos lados buscando una salida pero no había ninguna, parecía que estaba encerrada en una habitación blanca pero sin salida; ni siquiera veía el por donde había entrado.

 

-Esto de la oclumansía esta siendo más complicado de lo que pensaba... pensaba... oclumansía... ¡Eso es!

 

Sauda se lo había tratado de decir, la oclumansía creaba barreras y también podía tirarlas y estas paredes parecían que eran barreras de oclumansía así que si ella quería salir de aquella habitación tendría que hacer uso de la oclumansía para poder salir de aquel lugar.

 

Se concentró en buscar la salida, la puerta que la llevaría finalmente con Sauda y de regreso a su propio mundo. Sentía como las cosas a su alrededor se modificaban, como su mente buscaba la puerta por la que había ingresado y cual era la que la llevaría a donde estaba su profesora. También podía sentir como su demonio luchaba por salir del encierro en el que Jessie la había sometido.

 

Tal vez más delante la dejaría libre pero no ahí, sino en otro lugar, donde se sintiera segura pero de momento...

 

-Es ahí

 

Sonrio triunfal cuando finalmente su mente le indico cual era la salida de aquel lugar. Caminando con desición asió el pomo de la puerta sintiendo un peso extraño en su mano, un peso que aunque extraño lo sentía tan suyo como no lo había sentido en todo el día.

 

Abrió la puerta con cuidado, segura pero temerosa de lo que pudiera encontrar en aquel lugar; caminó preocupada hasta que llego a una sala muy hermosa con grabados antiguos y bellamente iluminada por el sol. Al parecer estaba por anochecer por el tipo de luz que se filtraba.

 

Buscó con la mirada a Sauda pero no lograba verla pero ahora sabía que no debía de buscarla con sus ojos, sino con su mente. De seguro también se habría ocultado gracias a la oclumansía; comenzó a sentir a su alrededor, dejó que su cuerpo se tranquilizara y se hiciera uno con el medio y que su mente se expandiera hasta dar con aquella mujer que la había llevado hasta esas instancias.

 

Finalmente dio con ella en uno de los pilares. No se movio de donde estaba sino que fue su mente la que la llevó hasta ese lugar dejandola frente a Sauda sin que Jessie diera un solo paso.

 

-Jamas pense que la oclumansía fuera tan compleja, ahora entiendo porque no todos somos capaces de acceder a ella, a mi me costó muchisimo. Pero...

 

Cerró su mano sintiendo la presión en la misma.

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Poco a poco, Jessie desenmaraña el eterno bucle en el que el Portal la tenía atrapada. Usa la Oclumancia tanto para mantener a su demonio encerrado, como para no caer en las trampas mentales e ilusiones que ocultan la puerta. Más pronto que tarde, una vez que alcanza un nivel de concentración propio de un Oclumago, da con la salida. Al abrir los ojos, interrumpiendo su meditación, Sauda observa a la muchacha salir de la Puerta de la Oclumancia.

 

—Jessie. Enhorabuena.

 

La arcana se pone de pie, y la vara de cristal se materializa en su mano derecha. Camina lentamente hacia la joven bruja apoyándose ligeramente en la larga vara, sintiendo las piernas entumecidas. No sabe por cuánto tiempo estuvieron allí, pero no importa. No, lo que de verdad importa es el hecho de que por fin la muchacha superó la prueba del Portal.

 

—Ciertamente, hay que tener una gran fortaleza mental —acota Sauda, al tiempo en que asiente lentamente—. Hay que tener bastante auto-control, y, por sobre todo, no hay que darse por vencido. La perseverancia es muy importante, mi querida. Por eso estás aquí —la anciana sonríe, aunque en su rostro aquello no se percibe mucho—. Mira el anillo. Cambió, y ahora está vinculado a ti.

 

>>No consideres esto una despedida. Con nuestros anillos, estaremos vinculadas hasta la muerte. Espero que uses la habilidad de forma digna, que hagas honor a las enseñanzas de esta vieja arcana... y, sobre todo, que nunca dejes de proteger tu mente.

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