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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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¿A quién se le ocurre dar una clase precisamente hoy, día de fiesta? Supongo que para los Directores del Ateneo era algo muy normal el tener que impartir conocimientos, fuera el día que fuera. Pero yo era una juerguista y no quería estar pendiente de alumnos y menos aquel día, que se celebraba el Año nuevo. Es por eso, tunante yo, que había hecho coincidir el Estudio y el Placer en el mismo lugar. Si me preguntaran algo, les diría a Elvis y a Anne que qué mejor sitio para los estudios muggles que la reunión de tantos muggles delante del Parlamento para celebrar una fiesta. Mis alumnos podrían conocer de primera mano mil aspectos de los no mágicos in situ.

 

Así que les cité a todos (creo que sólo tenía a dos) delante de la Torre del Big Ben. Pensé que sería divertido que me encontraran con tanta gente.

 

Queridos @ y @@Ernest Macnair Wilfred :

 

Os espero a ambos delante del Palacio de Westminster, ante la Torre del Reloj, justo en el momento en que entre el año nuevo 2017. Os recuerdo que no podéis llevar la varita y que no podéis vestir de forma anacrónica. En ningún momento podéis indicar que sois magos. Cualquier infracción de esta norma implicará un suspenso directo, al margen de cualquier acción que dispongan los medios de Seguridad Mágica.

Os veo allá

Sagitas E. Potter Blue

Estudios Muggles

 

Me puse un traje de fiesta rojo, como marcaba la tradición entre los muggles. Un típico sombrerito de cartón acabado en punta y un espantasuegras en la boca, haciendo ruido como el resto de los presentes, saltando y apretujándonos, cantando a voces y gritando cuando estaba a punto de ser año nuevo. Esperaba que me encontraran entre tanta gente y que se comportaran.

 

Porque yo no lo estaba haciendo.

 

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- ¡Amo Nathan! ¿Ha perdido usted la chaveta? Emm... lo siento, no quise faltarle el respeto, pero es que.. ¡así parece! Su abuela lo matará, ¿cómo es eso de que pasará el año nuevo en otro lado que no sea con su familia? Sabe lo importantes que son estas cosas para su abuela... lo siento, pero me veo obligado a preguntárselo una vez más - el agudo tono de voz de su elfo doméstico le estaba poniendo los pelos de punta.

 

- No, Toño. No he perdido la chaveta ni nada por el estilo, simplemente tengo que cumplir con ciertas... - ¿obligaciones? ¿En verdad podía darse el tupé de llamarlas así siendo que él mismo y por propia voluntad se había apuntado a la clase que estaba a punto de tomar? - ciertas cosas. Tú no te preocupes, Mynerva estará bien. De cualquier manera, estará Lisa aquí para mantener las cosas en orden por si algo llega a salir mal en mi ausencia; no te preocupes, volveré en la mañana.

 

Aquello pareció dar el asunto por zanjado, siendo que el elfo se marchó rechistando por las escaleras, una costumbre que de alguna manera había adquirido con el pasar de los años. No es que al Weasley le molestase; al contrario, en cierta forma le gustaba que el elfo desarrollase su mal genio, pero ciertamente le llamaba la atención. Nathan bufó mientras se sentaba en el borde de su cama y tomaba en sus manos una vez más la carta que su profesora le había hecho llegar; las instrucciones eran por demás particulares más eran tan sucintas que resultaría muy difícil no entenderlas.

 

No estaba seguro de que utilizaban los muggles estos días, por lo que simplemente se decantó por un atuendo lo suficientemente común como para que pasase totalmente desapercibido. Había elegido unos pantalones de vestir negros con una camisa blanca y un suéter de color azul oscuro. El clima londinense le obligaría a protegerse contra el frío invernal, por lo que añadió un sobretodo color azabache por encima de su atuendo y, dejando atrás su varita, algo que le costó demasiado hacer siendo que no podía recordar la última vez que había tenido necesidad de hacerlo, desapareció de su habitación.

 

****

Su figura se rematerializó en el callejón trasero de una tienda que estaba muy cerca del Palacio de Westminster. Tras asentarse propiamente y asegurarse que no había nadie en el callejón que le daría paso a la calle principal, echó a andar por el mismo hasta que finalmente llegó al puente que lo separaba del palacio.

 

- Esto tiene que ser una broma. - dijo mientras echaba a andar por el puente, en dirección a la torre del reloj. ¿Cómo se suponía que encontraría a su profesora allí? Las instrucciones, sin embargo, eran por demás claras: nadie podía saber que él era un mago.

 

A su derredor había cientos de muggles contando los segundos para que el año nuevo llegase, la gran mayoría con sus teléfonos móviles, dispositivos que el Weasley nunca llegó a entender, en mano filmando distintas cosas, todos a la misma vez. Otros, mientras tanto, charlaban con sus parejas o familias mientras disfrutaban de una bebida. Estaba a tan solo metros de la torre del reloj, pero la verdad era que le estaba impacientando un poco tanta gente.

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La asignatura maldita, o era asi como el joven ahora Gryffindor apodaba la clase a la que debia ir, pues las 2 primeras veces que se habia inscrito o se quedaba dormido o se perdia antes de llegar al lugar. Sin embargo esa vez pudo evitar el quedarse dormido y el que se fuese a perder era solo cuestion de un poco de suerte.

 

Por lo que habia leido en la nota el joven Ernest sabia que iba a estar en una de las fiestas mas grandes y con bastante aglomeracion en toda la historia, no se podia llevar tunica ni nada extravagante, en eses momentos se alegro de haber sido adoptado por los Wilfred y tener un poco de todo de ropa muggle en su closet.

 

Estaba vestido con una playera de color negro con el logo de una banda muggle conocida de nombre Rolling Stones, unos pants negros y unos tenis de la marca muggle llamada Nike. Estaba listo para ir al lugar.

 

Volvio a leer la nota y miro lo de la prohibicion de llevar varitas. El muchacho suspiro, y miraba la varita y luego la nota. Podria llevarla y no usarla hasta que hubiese un caso de extrema emergencia.

 

-No se si sea prudente- se mordio el labio y nego- No me la llevare pero, le pedire a Enoc que me la lleve cuando este cerca de ahi y tambien que pare la escoba - dijo mientras tomaba su escoba y el amuleto volador, era la forma mas rapida de llegar y con la que podia pasar como alguien desapercibido.

 

----

 

No tardo nada en llegar al lugar en escoba, estaba bastante arriba y con el alboroto de la fiesta nadie se daria cuenta de lo que planeaba hacer...

 

-5....4...3..- se oyo por detras, Ernest sabia en que momento haria su caida...-2...1..- se lanzo sin escoba hacia el vacio como si fuese un suicida, sin embargo tenia su amuleto en el cuello.

 

Ya sabia donde caeria, en un callejon oscuro algo alejado de los no-magos..al estar unos 3 metros cerca del suelo apreto su amuleto y pudo sentir la magia corriendo en su interior y cayo planeando cual super heroe.

 

Iba a ser embrolloso encontrarse con la profesora o con su compañero.

 

-Este es mi plan A.- dijo y tomando aire grito- SAGITAS¡¡¡ NATHAN¡¡ ¿Donde estan?- grito en medio de la musica...¿Seria posible que alguien lo oyera?, Tal vez de milagro si....

 

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No había señal de su profesora por ningún lado y estaba comenzando a preguntarse si no sería mejor irse a su casa y probar el mes siguiente cuando las circunstancias fuesen distintas y le fuese más fácil encontrar a su profesora. No. Nathan no era ningún cobarde y no dejaría que un desafío como aquel lo viese darse por vencido. Sabía que alguien más debía de estar buscándolo tanto a él como a Sagitas, más si bien el nombre de su compañero le había sonado cuando lo leyó en la lechuza, no podía decir que conocía a Ernest. Ni siquiera sabía como lucía físicamente como para acercársele en caso de encontrarselo.

 

Meditó por unos segundos utilizar la Legilimancia para encontrar a su compañero y profesora, pero no estaba seguro de poder soportar todo el influjo de pensamientos que le vendría como consecuencia de la gran multitud que lo rodeaba. Todavía no dominaba aquella habilidad con destreza y temía meterse en aprietos o desconcentrarse demasiado, por lo que se limitó a seguir escudriñando la multitud. De un segundo a otro, se le ocurrió la idea de que quizá los otros dos también estaban buscándolo a él y que si se quedaba en un solo lugar, eventualmente lo encontrarían.

 

Se hizo a un lado y se apoyó contra la baranda de piedra del puente que daba lugar al palacio. Pasaron unos cuantos minutos durante los cuales se limitó a contemplar el paisaje mientras intercaladamente buscaba en la multitud... a Sagitas sí la conocía, a ella si podría reconocerla. Le pareció oír su nombre entre el griterío pero estaba seguro de que sus oídos le habían engañado. Segundos después, lo escuchó devuelta y vio entre la multitud a un muchacho que repetía su nombre y el de Sagitas sin parar. Lo había encontrado: Ernest.

 

- ¡Oye, Ernest! Por aquí, soy Nathan - le llamó, haciéndole señas para que se le acercase - Uno menos, ahora sólo debemos encontrar a Sagitas.

 

@@Ernest Macnair Wilfred

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-- ¡¡Weiiii!! -- grité a pleno pulmón cuando entramos en el año nuevo. Aquel lugar era maravilloso y siempre había preferido las fiestas muggles porque eran espontáneas y naturales. Ahora mismo, en Ottery, habría como cien fiestas pomposas pero ninguna, estaba segura, sería tan divertida como aquella, en plena calle, gritando y bailando con desconocidos a los que sólo nos unía la alegría de un año más. -- ¡Wiiiii! ¡Viva el 2017!

 

Había olvidado todos los problemas y todo aquello que no fuera la fiesta. Sólo cuando sentí un grito que, lo juro, me pareció que me llamaban por mi nombre, me acordé que estaba allá por algo más que el placer. Aunque también influyó el grito de algunos muggles que me rodeaban diciendo nosequé de un chico que se había tirado desde una gran altura.

 

-- ¡Es un milagro, un milagro! Ni un sólo rasguño.

 

Enarqué la ceja. Por allá se encontraba, seguro, uno de mis alumnos. Suspiré y apreté con fuerza mi varita, disfrazada entre los muggleosos como un espantasuegras. Utilizar allá un Homenum Revelio sería inútil porque había miles de personas pululando por la plaza que rodeaba al Big Ben. Les sería imposible encontrarme sin magia, que lo tenían prohibido, al menos que les ayudara un poquito. Así fue como sonreí a uno de los guardias de seguridad del escenario de los músicos muggles que tocaban algo en aquel momento. ¡Por supuesto que había algo más que una sonrisa en aquel movimiento pero eso él no lo sabía! Mi encantamiento de sonrisa seductora funcionó a la perfección y me dejó subir al escenario.

 

-- ¡Señores y señoras! ¡Con ustedes...! ¡¡La Gran... !! Hem... ¡Artista invitada! -- sonreí al muchacho de forma muy amable, al fin y al cabo le despedirían en una hora por dejar subir al escenario a cualquiera.

 

-- ¡Buenas noches y Feliz Año nuevo! ¡Todos a cantaaaar!

 

 

Suponía que a mis alumnos no les costaría identificar a aquella mujer, con un sombrerito de fiesta de color amarillo, con un vestido rojo que, cuando giraba, lanzaba destellos amarillo anaranjados, semejantes a los de un fénix de fuego, aunque pocos podrían saber que era una referencia interna al bando en el que lidiaba. Además, se veía a la legua que mi pelo violeta no era una peluca, aunque los muggles seguramente lo supusieran. Y la música que berreaba (porque yo desafino muchísimo, que lo sepáis) era de un grupo mágico de moda en Ottery.

 

¿Me verían? Habrían de estar ciegos para no entender los síntomas que desentonaban en aquel ambiente muggle. Su primera labor sería identificar todos esos signos que me señalarían entre todos los muggles como la único hechicera del grupo de festejantes del año nuevo.

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El joven Gryffindor se estaba dando por vencido hasta que por fin ya oyo la voz de Nathan, persona que conocia gracias al Mall y sonrio agradecido.

 

-Por fin- dijo el mago olvidandose quitar el amuleto que tenia colgando del cuello- Pense que la maestra estaria contigo...- dijo al oir las otras palabras de Nathan. sin percatarse en una de las miles personas que lo estaba mirando por detras.

 

Se sentia bastante chaparro alrededor de todas esas personas y sin varita era demasiado dificil el encontrar a la profesora.

 

Miro con detenimiento que una artista de pelo morado se habia subido al escenario y tenia un sombrero sonriente y un vestido bastante llamativo.

 

-Los artistas del mundo de hoy tan extravagantes, esos vestidos con brillos y gorritos que te parecen sonreir...- fruncio el ceño, habia dado en el blanco sin siquiera pensarlo dos veces y volteo a ver a la artista, ahora tenia en claro algo, los brillos del vestido era magia.

 

-Nathan, encontre a la profesora, esa con el sombrero sonriente....- dijo señalandola

 

-¿Profesora?- dijo una persona cerca de ahi- ¿Quien toma clases en año nuevo, en la madrugada, en vacaciones y ademas en domingo?, de donde vienen ustedes?- dijo la persona hacia Ernest.

 

-Es nuestra profesora de...turismo- dijo con una mentira poco confiable- Y nos invito aca para ver como se desenvuelve en la materia..

 

-Y el que te hayas tirado aca sin paracaidas y evitado pegarte un buen golpe ¿como podrias explicarlo?- dijo el chico y el joven se mordio el labio inferior, nunca penso que alguien iba a checar eso.

 

-Eso te lo estas inventando chico...- dijo y miro que estaba tomando algo, olisqueo tantito el vaso y sonrio.- Creo que seria buen momento de parar de tomar- dijo el muchacho dejando al joven desconcertado. - Estos chicos de hoy inventando todo tipo de locuras. - dijo hacia su compañero. - Tenemos que llegar hasta la Artista y pedirle un autografo y en Mexico solo hay una forma de pasar cuando pasan esas cosas, empujando y diciendo permiso. ¿Estas listo?- sin esperar mas tiempo tomo a Nathan de la mano y empezo a moverse entre la gente, sin percatarse de que el muggle intrometido los estaba siguiendo.

 

@ @

 

 

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El infierno se desató alrededor de los dos magos. Fue tal el griterío que lo rodeó espontáneamente que por unos momentos pensó que alguna catástrofe había ocurrido de repente. Sin embargo, rápidamente cayó en la cuenta de lo que verdaderamente había ocurrido: el reloj había marcado las doce, señalando la salida de un año y el comienzo del 2017. Nathan sonrió espontáneamente y, sorprendiéndose a sí mismo, se unió a la muchedumbre y dejó salir un grito de festejo.

 

Ernest le dio una segunda alegría cuando identificó, efectivamente, a Sagitas arriba del escenario. Sus cabellos morados eran bien reconocibles a la distancia, y su cuidadosa selección de vestimentas daba un mensaje oculto que sólo algunos, el Weasley entre ellos, podrían captar. Sin embargo, todavía estaban a unos cincuenta metros de la mujer y, siendo que ella estaba por encima de un escenario sumamente custodiado, no estaba seguro de cómo llegarían a ella.

 

- En efecto que sí, ¡vamos! - le instó Nathan a su compañero, y juntos empezaron a abrirse camino por entre la multitud, diciendo varios 'permisos' y 'disculpa' en el proceso. Cada vez estaban más y más cerca del escenario, y Nathan de tanto en tanto se permitía mirar a su profesora y reírse por su impresionante carisma y capacidad de, improvisadamente, entretenerlo.

 

Estaba seguro, sin embargo, que los muggles (o al menos aquellos que estaban lo suficientemente sobrios) se preguntarían qué quién era esa mujer y quién la había contratado. No sólo era su vestimenta, sino también el humor que Sagitas manejaba, lo que a más de uno le llamaría la atención; los magos eran simplemente demasiado distintos de los muggles como para amalgamarse tan fácilmente.

 

Finalmente llegaron cerca del escenario y, tal y como se lo esperaba, un guardia les cerró el paso y les pidió que mantuviesen la distancia. Nathan sabía que tenían que llegar a su profesora como fuese además de hacerlo sin magia, algo le decía que la mujer contaba con ello, por lo que no le quedó otra opción más que improvisar.

 

- Verá señor, es que esa mujer ahí arriba del escenario no tiene que estar ahí. Es mi hermana, señor, y está sumamente ebria. ¿Me permitiría pasar y bajarla del escenario? Es el año nuevo.. se le ha ido de las manos, la emoción, ya vió usted.

 

El guardia le sonrió unos segundos, más siguió declinandole la entrada.

 

Demonios >> pensó el Weasley, sabiendo que debería recurrir a cosas más radicales.

 

Aprovechó que en ese momento explotaron una serie de fuegos artificiales y se los señaló al guardia, quien se distrajo el tiempo suficiente como para que Nathan se colase por debajo del brazo del hombre y entrase al escenario. Sin darse cuenta, tanto él como Ernest habían terminado en un rincón del mismo frente a la enorme multitud. Lo único positivo que podía rescatar es que estaban a metros de Sagitas.

 

- ¿Y ahora? - le dijo a Ernest, tratando de esconderse de la multitud.

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Por supuesto, no tardé en descubrir a los alumnos de Estudios Muggles. Tenían un aire... hum... diferente. He de reconocer que daban el pego en cuanto a vestuario pero sus actos eran claramente visibles. Tampoco puedo negar que me encantaba la espontaneidad de ambos, dando codazos y algún que otro puntapié para poder acercarse. A medida que lo hacían, supe que eran atrevidos y que seguro que eran capaces de llegar hasta mi altura.

 

Pero no se lo iba a poner tan fácil. Debían demostrar que serían capaces de sobrevivir a cualquier situación que aconteciera en el mundo muggle sin usar la varita. Tenían que usar la cabeza y respetar las leyes muggles sin delatarse. Así que...

 

-- ¡Hey, chicos! ¡Cuidado...! Acabo de ver como ese muchacho acaba de robar una cartera. ¡Vigilar los bolsillos! ¡Mirar, mirar, aquel otro de allá está haciendo lo mismo! Seguro que están compinchados.

 

Yo sé que tengo capacidad de convicción además que, antes de empezar la juerga, me había bebido un sorbito de poción Felix Felicis, así que todo el mundo presente se giró a ver a los dos muchachos. Sonreí desde el escenario y me encogí un poco de hombros, disculpándome por la jugarreta que les había tendido.

 

-- ¡Hey, no los linchéis, que es año nuevo! Con que los lleven a Comisaría es suficiente...

 

De repente, pensé que si les agredían, iba a tener que rellenar muchos papeles en el Ateneo y disculparme ante la Dirección. Era algo que no me apetecía, así que mejor les ayudaba un poco.

 

-- ¿No hay un equipo de Seguridad por aquí que pueda retenerlos mientras llegan las autoridades? -- sonreí al hombre de Seguridad que había hablado antes con uno de mis alumnos, con Nathan para ser más exactos. Me hubiera gustado saber de qué habían hablado pero bueno, ya me enteraría. -- Estoy segura que en breve aparecerá alguien para llevárselos.

 

El tumulto era numeroso y crecía. No sé lo que iban a hacer Nathan y Ernest pero, para cuando reaccionaran, ya no estaría allá arriba. Desaparecí (no diré cómo porque no quiero que me acusen de violar el secreto internacional de la magia) y se quedaron solos.

 

Un momento nada más. Reaparecería en cuanto menos se lo esperasen.

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- ¿¡Qué QUÉ!? - pegó un grito de tal intensidad que le sorprendió que Ernest no se sobresaltase, pero es que la acusación de Sagitas lo había tomado tan por sorpresa que no dudaba que la expresión en su rostro debía de ser icónica. Por supuesto, siendo que la mujer estaba en frente de un escenario lleno de personas con un micrófono en mano le daba algún tipo de credibilidad, dado que varios hombres de uniforme comenzaron a acercárseles de todos lados a paso rápido, una mano apuntando hacia ellos y la otra sobre su radio portátil que utilizaban para comunicarse entre ellos. - Demonios, demonios, demonios, demonios. Perdona Ernest, ya lo solucionaré. - su compañero lo miró estupefacto, más Nathan utilizó un encantamiento no verbal que le conjuró una zancadilla sobre los tobillos, haciendo que el mago cayese de bruces al suelo.

 

Aprovechó el estrépito que se había causado y que la gente se partía de risa por el pequeño accidente: estaba seguro de que su calificación no había peligrado dado que había hecho un acting, en su opinión muy convincente, de que el mismo lo empujaba y le ponía el pie para que cayese. Sin pensarlo otro segundo, salió pitando por detrás del telón y comenzó a recorrer una serie de pasillos armados con vallas que lo guiaron en dirección a uno de esos camarines portátiles cuya puerta estaba abierta de par en par. No dudo en entrar en uno de ellos y, para su suerte, no había nadie allí.

 

Sabía que no tardarían en encontrarlo, por lo que examinó la habitación en busca de algo que lo ayudase a zafar de la situación. Tranquilamente hubiera podido desaparecerse del lugar y volver a la Mansión Weasley justo a tiempo para festejar con su abuela y su tía, más aquello le valdría un suspenso. Estaba seguro de que, de alguna forma, Sagitas le estaba observando y esperaba no sólo que se saliese de la situación sino también que rescatase a Ernest del embrollo en el que lo había metido. Se colocó una peluca que le asignaba una larga y lacia cabellera morocha, y tomó un largo pañuelo el cual envolvió alrededor del mismo para semejar una mujer de cultura musulmana.

 

- Esto tendrá que bastar - dijo en cuanto se vio al espejo.

 

Ahora únicamente tenía que crear una distracción lo suficientemente poderosa como para liberar a Ernest, y la respuesta llegó a el inmediatamente cuando a través del espejo vio un encendedor sobre una mesa de maquillaje. Lo tomó, instintivamente y sin pensar en las consecuencias, y salió del camarin a paso rápido. Ninguno de los guardias que había cerca le prestó demasiada atención a pesar de que aquella cultura religiosa no era muy popular en Londres, por lo que el Weasley se aventuró nuevamente hacia el escenario y accionó el encendedor sobre el telón, el cual se prendió fuego y comenzó a arder de inmediato.

 

- Vamos Ernest, ¡tu puedes!

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Entre empujones y codazos Nathan pudieron llegar hasta donde estaba la maestra, sin embargo las palabras de la profesora dejaron sorprendido al Ex-Macnair, acusaba a los dos de ladrones y todos los habian volteado a ver.

 

Al oir las palabras el Gryffindor se quedo en shock pensativo, penso en que tal vez en verdad no fuera la maestra y habian tenido una equivocacion. No, no podia ser eso, pues habia visto encogerse de hombros a la maestra.

 

El hechicero no pudo seguir cavilando mas, pues Nathan puso en practica un plan al que el joven no habia puesto atencion hasta que se sintio empujado, hacia atras haciendo que todos los presentes soltaran una carcajada,

 

Aprovechando la carcajada general de la risa al mago se le ocurrio un pequeño plan para evitar que lo atraparan los judiciales. rodo unos centimetros a la izquierda. para luego detenerse en seco cuando choco contra un coche que estaba cerca de ahi, pudo ver que este estaba abierto y aun con el hechizo de Nathan activo en sus pies con un poco de esfuerzo pudo subirse.

 

Cuando logro subirse miro que se habian incendiado las cortinas del teatro donde anteriormente habia estado sagitas.

 

El Gryffindor miro las palabras de apoyo de Nathan que estaba disfrazado, entonces busco a primera vista las llaves en el coche, cosa que no pudo encontrar muy a la vista, sin embargo en la pequeña guantera habia una llave de repuesto.

 

- Perfecto. aunque lo malo es que no se conducir.- puso la llave en la chapa del coche y despues quito el freno de mano.

 

Despues con dificultad apreto uno de los pedales y sin medir consecuencias este se arranco a toda velocidad.

 

-Ay por Merlin¡¡ Ayuda¡¡¡ no puedo pararlo¡¡¡- dijo viendo como los civiles se quitaban rapidamente mientras el chico intentaba controlar el coche que iba con rapidez a estrellarse en el stage puesto frente a el....

Editado por Ernest Macnair Wilfred
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