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Transformaciones VIII + Defensa Contra las Artes Oscuras


Matt Blackner
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Cada uno de los cuestionamientos de Sagitas, le arrancaron una enorme sonrisa de los labios. Estaba delante de una persona sumamente sabia y experimentada, tentada por la curiosidad de saber si se le practicaría o no una autopsia al cuerpo ─ No, no lo tocaremos en lo absoluto ─ respondió mecánicamente la Nigromante. Recordaba las enseñanzas de Báleyr, no sería complicado saber la causa de muerte, bastaba con usar el hechizo correcto y el efecto del uso de tal bujería se haría palpable ante los ojos del par de brujas. Canticos en diversos idiomas se escuchaban en su cabeza, asemejándose a rezos que eran enviados por los seres que habitaban en el mundo de los muertos, justo el sitio que le había quitado un poco de ella, otorgándole a cambio dones que serían difícil de entender para los que no estudiaran el exquisito arte de la Nigromancia.

 

─ Conozco el hechizo perfecto, pero asumo que usted igualmente debe saberlo ─ indicó asomándose en su mirada un brillo maquiavélico. Invocar un alma del otro mundo, no era cuestión de niños y su cuestionamiento sobre los miembros del ministerio, no hizo más que hacerle hervir la sangre a la rubia ─ Misterios puede tener algo que ver, ya sabe cómo suelen ser algunos Inefables que dejan las cosas sumidas en un profundo misterio que es solo para unos cuantos entendidos ─ encogiéndose de hombros ─ Demonis, Ánima, Oscuris, Corpo, Manifestus ─ comenzó a recitar aquel viejo cantico. El cuerpo del sujeto desprendía una luz sumamente oscura, nauseabunda al tocar la nariz de las brujas, varias pustulas se plasmaron en su piel, quemaduras, latigazos y lo que parecía ser cortes profundos. Igual que con el cuerpo que ella tuvo que sanar, remendar de pe a pa, no estaba para pasar por lo mismo, no sin tener la certeza de que era la misma situación.

 

Poco a poco el cadáver se vio rodeando por una densa neblina negruzca y espesa, claro signo del uso se magia oscura en ese asesinato. El sentido vampírico de la rubia se activó en el acto, desatándose en ella una oleada de imágenes que le permitieron apreciar a fondo todo lo acontecido y lo compartiría con la Potter Blue ─ Ha sido a causa de un objeto maldito, parece que lo han hurtado del departamento de misterios, extrañamente está conectado con uno de los altos miembros de ese sitio y una de sus huellas permanece fresca en el ─ respiró profundo ─ No es nadie que pueda causar deño de momento, no si no se le provoca directamente ─ reculó en su afirmación ─ Iremos a ese sitio y pediremos que nos dejen ver el sitio donde estaba resguardado dicho chunche, no deseo tener que ir recogiendo cuerpos a diestra y siniestra ─ dibujando una runa en el aire abrió un portal que les llevaría al sitio indicado.

 

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Intentar pensar con lógica estaba vedado para mí. Me parecía algo imposible, el descubrir cómo se podría averiguar cómo y de qué había muerto aquel hombre; me sentía algo borrega en aquella clase porque los muertos imponen.

 

-- Tal vez un libro de texto... -- susurré. Menos mal que Juve confirmó que no haríamos autopsia o, sencillamente, ya estaría por los suelos, medio muerta del susto. Dijo que sabía el hechizo perfecto e insinuó que yo debiera saberlo, seguramente. -- ¿Yooooo? -- me puse el dedo índice en la zona del pecho, para afirmar el tono de sorpresa al saber eso. -- No, no lo sé... O al menos... ahora no caigo...

 

En serio, me sentía un poco lerda por no recordar un hechizo así.

 

-- Demonis, Ánima, Oscuris, Corpo, Manifestus -- repetí muy bajito sus palabras y, si lo sé, no lo hago. Una peste inconfundible a corrupción y muerte me alcanzó en las fosas nasales antes de que pudiera impedirlo. Eso provocó que tuviera un par de arcadas y pusiera las dos manos en la boca, para impedir ensuciar la escena del crimen.

 

Fue muy revelador, tal vez demasiado para mi gusto pero así aprendí algo que no sabía. Fue desagradable ver como aquel cuerpo había sufrido mucho. Separé un poco las manos de la boca para exclamar mi desagrado.

 

-- ¡Pobre hombre! ¡Esto es ultrajante! Se merece que encontremos a su o sus asesinos para que su alma descanse en paz. -- Y no lo decía como frase hecha. En verdad estaba conmovida por la situación tan dramática que le había llevado a la muerte, puesto que se notaba que había sido violentado hasta el último segundo.

 

No me gustó nada lo que vi. Por un momento llegué a pensar que era una alucinación inducida por la lástima pero... No. Juve estaba compartiendo conmigo unas escenas horribles. ¿Cómo podía ella guardar la calma? Yo estaba toda angustiada por lo que veía. Supongo que por eso guardé silencio. Pero duró poco tiempo.

 

-- ¿Un objeto maldito? ¿En Misterios? -- no la contradije. Ella era la especialista, así que asentí en cuanto dijo que iríamos a buscar al culpable. -- Adelante, te acompaño.

 

En aquel momento, se me había olvidado que aquello era una clase y que yo era una alumna. Me sentía como una defensora, una miembro de la Orden del Fénix que iba a defender al indefenso y hacer pagar sus crímenes al asesino.

 

Crucé con ella aquel portal, con un rictus decidido en el rostro.

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Había estado atenta a cada palabra de Matt, pues ahora sí conocía el nombre del chico, y no le pasó inadvertido el comentario que hizo sobre el muggle del que hablaba la Triviani. Hizo una ligera mueca, que duró dos segundos, parecida a una sonrisa y negó con la cabeza para mostrar cierto descontento. Para Candela, el hecho de que un mago o bruja utilice su magia para ayudar, alimentar, curar o socorrer a un muggle, le resultaba por demás est****o. Y es que ella estaba más concentrada en recuperar poder, ganarlo y acumularlo, antes que ir por ahí gastándolo como si la magia fuera así de gratis.

 

La gitana entendía las consecuencias del uso de la magia, y por la misma razón evitaba poner a prueba su dominio de ella, no por que no pudiese dominarla, si no porque de ese modo evitaba cualquier tipo de complicaciones que llegase a tener a causa de estar actuando como buena samaritana. Además de eso, la sola palabra "ayuda" o "solidaridad" le resultaba repugnante. Antes se cortaba un brazo a tener que estar fingiendo compañerismo dentro de un mundo egoísta por naturaleza, así como ella.

 

Por supuesto que todos esos pensamientos quedaban enterrados en lo más profundo de su memoria, no se delataría a sí misma ni mucho menos, ni siquiera delante de un mago al que acababa de conocer y que seguramente era amante de muggles. >, se asqueó la bruja y, pese a tener muchos pensamientos más, se obligó a volver a la clase, donde el profesor seguía hablando, y hablando, y hablando.

 

― ¿La transformación más peligrosa es la que se hace en humanos? ―no pudo evitar preguntar, evidentemente interesada en el tema.

 

A pesar de todo, no se arrepentía de haber elegido aquella clase para agregar a su "hoja de vida", pues estaba resultando mucho más atractiva, hasta ese entonces, que las otras que cursó.

 

― ¿Ha presenciado alguna vez ese tipo de transformación? ¿Qué se necesita? Además de la varita claro, pero ¿es seguro? Hoy en día ya no se puede confiar en nada, pues salen con cada hechizo inventado que los demás se lo compran encantados. ¿Qué consecuencias puede haber?¿Qué es lo más común que podría pasar?

 

Dejó sus preguntas en el aire, no sin antes grabar en su memoria todo lo que le había explicado hasta el momento.

 

 

******

 

Olvidé hacer mención, supongo que por eso no he recibido respuesta T_T @@Matt Blackner

Editado por Candela Triviani

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La insensibilidad en Malfoy era una cualidad muy arraigada, ya no le erizaba los vellos ver cuerpos mutilados a diestra y siniestra. No luego de pasarse un par de días en el mundo de los muertos, cavernas inmensas que no tenían fin, accesos a infiernos y paraísos que parecían salidos de la obra de Dante Alighieri ─ La divina comedia ─ siseó con una media sonrisa en sus labios. Los actos atroces contra el cuerpo de ese sujeto, no era algo que se pudiera tomar a la ligera o pasarse por alto como un simple asesinato sin solución aparente ─ Vamos a misterios inmediatamente ─ el portal se cerró en el acto llevándolas hacia la novena planta. El silencio que reinaba en ese sitio podría asustar a cualquiera, pero no a la vampira sabia como moverse en esos terrenos y lo mejor era mantener un rictus impasible ante el nerviosismo que emanaba de la Potter Blue.

 

Las paredes oscuras del departamento de misterios, parecían cobrar vida con cada paso que daban las féminas. La seguridad de ese sitio estaba a prueba de todo, nadie entraría o saldría sin ser detectado y en el peor de los casos exterminado por la infinidad de criaturas que tenían la orden expresa de acabar con los intrusos ─ Lamento haberte mostrado esas imágenes, pero es mejor aprender por las malas que no aprender nada ─ se excusó por la forma tan brusca de manejar las cosas. Tal vez, el estar dentro de esa situación, no era lo que esperaba para tomarlo como una clase de conocimientos ─ Vayamos por aquí ─ indicó deslizándose por un pasillo tenuemente alumbrado por unas cuantas antorchas. El aroma de la muerte estaba en todas partes, como no estarlo si estaban dentro de la boca del lobo.

 

─ Se cómo entrar a cada una de las salas, no por nada me encargue personalmente de supervisar el nuevo sistema de seguridad de estas oficinas ─ regodeándose de su astucia sin poder evitarlo. Pasos y más pasos iban y venían dentro de su cabeza, recordando cada uno de las investigaciones y los pasos a seguir para encontrar los objetos o hechizos que causaban la muerte o daños permanentes en los magos y brujas que tenían la desgracia de cruzarse en el camino de seres que solían emplear la magia para desatar catástrofes que dejaban una honda huella en la memoria del mundo mágico. Su tacto la llevo por el camino indicado, percatándose que las yemas de sus dedos se deslizaban como serpientes sobre el frio y oscuro mármol, braille aquel idioma que empleaban las personas que no poseían el poder de expresarse con palabras y si con señas. Aromas diversos, frascos con líquidos de color neón se abrían paso ante sus orbes lapislázulis dándole una pista más que seguir.

 

─ Estabas en lo correcto ─ respingo con fuerza ─ Buscamos un libro con tapa oscura e hilos dorados en los bordes, además de eso un par de varitas antiguas y un relicario ─ hablaba sin titubear como si alguien le estuviera dando el arma homicida o detalles de cómo se llegó hacia ella usando magia oscura. El emplearla era sencillo pero defenderse hábilmente de ella era cosa de otro mundo, no se trataba solo de levantar la varita y recitar hechizos como desquiciado realizando florituras que no tendrían efecto alguno ─ No le han matado en ese mundo, corrijo mi apreciación no le ha matado alguien que habite en el mundo de los vivos ─ carraspeó con fuerza aceptando que ambas brujas se estaba enfrentando a un ente que pertenecía al bajo astral sin lugar a dudas.

 

 

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En cierta manera, la impasibilidad de Juve era envidiable. Yo me mordía las uñas de forma figurada, porque la manicura es cara y no me gusta tener las puntas roídas; ella, sin embargo, allá iba, delante, con un porte digno de un buen investigador. Tal vez por eso era tan buena profesora de aquel conocimiento. No se alteraba por los muertos ni por las pruebas. Yo permanecí en silencio mientras cruzaba el portal y nos llevaba a la planta más baja del Ministerio, que yo supiera. Las leyendas decían que aún había un recinto inferior bajo Misterios pero no lo sabía.

 

Permanecí en silencio y caminé tras ella, aunque los nervios me hicieron avanzar un paso para situarme más cerca y susurrar una pregunta:

 

-- ¿No hay seguridad extrema en Misterios? No quisiera activar una alarma sin darme cuenta...-- Aspiré aire con fuerza ante la brusquedad de sus palabras, pronunciadas a la vez que mi pregunta. -- No, no pasa nada. Tie... Tienes razón... Es mejor aprender aunque sea duro lo que se aprende. Y es mejor aprender ahora que no cuando esté a solas allá fuera y...

 

No lo añadí pero lo pensé, "y no estés tú para decirme qué hacer".

 

-- Tú guías -- asentí de nuevo, siguiéndola a aquella sala a la que podía entrar sin que nadie se diera cuenta. Al principio pensé que tenía mucha suerte; después me di cuenta que estaba usando el tacto como forma de reconocimiento del camino adecuado. Enarqué una ceja, de todo se aprendía. He aquí una forma interesante de guiarse cuando no quieres que el enemigo se acerque a una zona importante. Debería usarlo en casa, sí... Ese pensamiento merecía la pena un estudio largo pero no tenía tiempo, así que la seguí y lo dejé para otro momento.

Juve se paró tan en seco que por poco me la llevo por delante.

 

-- ¡Sshhhh! -- me dije a mí misma porque estuve a punto de soltar un gritito.-- ¿Un libro con tapas oscuras e hilos dorados dorados en el borde? ¡Oohhh!

 

Me puse la mano izquierda en la boca, puesto que la derecha la tenía ocupada sujetando la varita de forma que no se notara, escondidita en la manga.

 

-- Yo tengo un libro así -- declaré. -- Me parece recordar que...

 

Que la misma Juve me lo había regalado en mi fiesta de cumpleaños del 2011. Aún lo conservaba. Era un libro relacionado con los Misterios de la Magia. Tenía que buscarlo en casa para leerlo; seguro que sería muy interesante. Pero no venía al caso y no podía dejarle pensar que era el que se había utilizado para matar a aquel hombre, así que me apresuré a hablar para desviar el tema de conversación.

 

-- ¿Varitas antiguas? ¿Un relicario? ¿De quienes serán las varitas? ¿Serán varitas míticas, de algún mago famoso? -- No quise añadir nada sobre Relicarios encantados, puesto que en The Hunters habíamos tenido problemas con uno y no quería tampoco que habláramos de ello. Prefería no mencionar nada delante de la profesora que pudiera meterme en problemas. Entonces me paré en seco, al darme cuenta de lo que había dicho: -- Espera, espera... ¿Quieres decir que...?¿Quieres decir que le mató un no-vivo, un muerto, un fantasma, un ente, un...?

 

La respiración se me hizo entrecortada. No dejaba de pensar en Jack, mi marido fantasma. No podía ser que él pudiera hacer eso, así que, quien fuera, debía de ser algo muy diferente a un fantasma.

 

-- ¿Pero cómo has podido saber todo eso? ¡Enséñame, Juve! ¡Quiero aprender a hacerlo como tú!

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No siempre llegábamos a aquel punto. La transformación humana era lo último qeu solía tratar en mis clases, pero claramente aquel dato había despertado la curiosidad en mi alumna, @@Candela Triviani asi qeu no iba a desviar el tema.

 

Escuché sus preguntas con atención para poder responder a todas ellas, sin dejarme ninguna.

- Claro. Transformar una mesa es sencillo. NO se resiste, no se moverá. Lo más grave qeu puedes hacerle es que se le rompa una pata, y eso se soluciona con un reparo.

 

Aprovecharía para continuar, al mismo tiempo, explicando la teoría.

- Lo fundamental en esta materia, además de los hechizos adecuados, es saber bien que queremos transformar, y sobre todo, tener muy claro en qué queremos transformarlo. Si deseas crear un perro a partir de la mesa, imagina hasta el más mínimo detalle, raza, tamaño, color del pelo, si el largo o corto, joven, adulto...apunta bien, y actua. Asi, no tendrás problemas. Pero si en el proceso dudas, probablemente no tenga el color adecuado o le falle alguna de sus cualidades. Tratándose de objetos, no tiene mayores consecuencias que, tal vez, una anécdota divertida.

 

Me encogí de hombros un instante, recordando los ratones con letras que Cissy había creado en mi primera clase como profesor, una muestra evidente de la falta de concentración en clase.

- Pero los humanos son distintos. Se resisten, intentarán contratacar o huir. Y si no tienes perfectamente claro qeu quieres hacer, provocarás daños graves, ya no solo posibles deformaciones o apéndices extraños, sino desparticiones graves, pérdida de miembros e incluso la muerte.

 

Aunque ese último caso era el más extremo, no podía descartarse.

- La he presenciado, incluso la he llevado a cabo. En realidad, es necesaria la varita, aunqeu en algunos casos ni siquiera es necesaria. Como siempre, distinguimos entre dos tipos de transformación en humanos: el primer tipo, aquel que utiliza los hechizos para llevarse a cabo, y la segunda, en la cual no interviene la varita. Dentro de esta segunda clase, encontramos otras dos divisiones: las transformaciones voluntarias, y las involuntarias.

 

MIré a Candela un instante, antes de preguntar.

- Cuáles crees qeu pueden ser las transformaciones del último tipo?

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La Nigromancia le había obsequiado diversos dones, pero a que costo pudo obtener cada uno de ellos. El ver más allá de lo que le mostraban sus orbes lapislázulis, sí que era una bendición y una maldición todo dentro del mismo pack ─ Lo aprendí por las malas, créeme que no deseas pasar por el mismo calvario ─ trago amargamente, no se arrepentía de nada y eso lo tenía demasiado claro ─ Recuerdo vagamente ese libro, no logro hilar con detalle el día exacto en que te lo obsequie ─ nuevamente varias imágenes vagaban por su cabeza. Un par de varitas de roble blanco la madera que era capaz de matar a los de su raza, exterminando casi a todos los vampiros originales que habitaban dentro de Londres ─ Las varitas pertenecieron a dos viejos magos, no eran conocidos por hacer el bien dentro de la comunidad ─ explicó vagamente sin dar más detalles.

 

El ambiente de un momento a otro se vicio, viéndose contaminado por un ente del bajo mundo ─ Diste en el clavo ─ asintió categóricamente ─ Dentro de la Nigromancia existen hechizos y canticos que les impiden salir, pero como en todo arte antiguo existen puertas y llaves que las abren sin mucho esfuerzo. El ente que asesino a este hombre, se valió de las artes oscuras y combinadas con la Nigromancia, bueno creo que puedes darte una idea del cóctel caótico que se preparó muy a su gusto ─ ladeando la cabeza buscaba sin miramiento alguno aquel relicario, tal vez dentro de esa maldita cosa estuviera el pergamino o trozo de pergamino que haría dormir al cretino que las metió en tremendo problema. Sus ganas por dejar fluir eso que permanecía encapsulado en su interior, no hizo más que recordarle las advertencias de Báleyr.

 

─ Cada una de tus acciones conlleva consecuencias, no seas descabezada como siempre y analiza la situación antes de dar un paso en falso ─ aquellas palabras resonaron en su cabeza como una campanada el eco de estas se extendió por todo su ser, animándose a atraer el objeto con algo más que manoteos de un lado a otro ─ Morteus, Recordo, Vitae, Ánima, Oscurens, Ectonis ─ el cantico brotaba de sus labios como una cascada oscura e infestada de maldiciones antiguas. Destellando bajo un montón de papeles respondió al llamado el relicario, escuchándose el broche que cedía ante la mención de la Malfoy. El poder de la magia oscura volvía hacer de las suyas, recordándole que cada palabra tenía un significado sobre los objetos malditos y ese no era la excepción a la regla.

 

─ Memoriza todo lo que veas y lo que escuches, no pierdas ningún detalle de todo lo que ha sucedido hasta el momento. Lo que yo puedo enseñarte, cada palabra, gesto, movimiento atesóralo como si se tratará de un seguro de vida ─ le aconsejo acercándose hasta donde estaba el trozo de metal, detectando una inscripción en su tapa ─ Demonis, Ánima, Porto, Condenae, Torturem ─ intentaba traducir esa lengua y no le sería demasiado complicado lograrlo. El asesino era un demonio antiguo, reconocido por sus atrocidades en ambos mundos y la víctima era el sujeto que pudo enviarlo a un sitio que difícilmente le seria sencillo abandonar ─ Esto es un ajuste de cuentas ─ desviando su atención al libro de tapas negras, intentaba descifrar porque un objeto perteneciente a Sagitas era parte de ese inmenso rompecabezas.

 

 

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Los humanos se resisten, ¡vaya que se resisten! Luchan contra la inevitable tortura de ser transformados con características que no les corresponden. Candela había puesto a prueba sus propias habilidades cuando mantenía cautivo a cierto Ministro ruso; recordaba haberlo desmembrado poco a poco, y el desenlace terminó con la muerte de su víctima, pero esa era otra historia, una de la que estaba dispuesta a guardar el secreto. No se imaginaba siendo descubierta por las autoridades y que le arruinen los planes que tenía en Londres.

 

Cuando regresó su mente a la clase, Matt le había hecho una pregunta, a la que consideró confusa. ¿A cuál se refería? ¿Transformaciones voluntarias o involuntarias? Sabía de qué se trataban las transformaciones voluntarias, claro. Hablaba acerca de las personas que decidían por cuenta propia cambiar una parte, o la totalidad de su cuerpo. Ejemplos de éstos estaban los animagos y los metamorfomagos, también podría considerarse aquellos que usan la poción multijugos, ¿no?

 

Podría haberle nombrado muchos ejemplos sobre esos, conocía a una especial bruja que poseía la habilidad de la animagia -recordaba haberla visto como un pequeño gato persa-, de la poción multijugos no tenía muchos registros y no podía confesar haberla usada en una de sus tantas salidas de caza en Ottery. En cuanto a los metamorfomagos, sabía de su existencia pero ignoraba de quiénes se trataba. Así que, por muy ambigua que haya sonado la pregunta del chico, la Triviani decidió hablar de las transformaciones involuntarias.

 

― Las involuntarias son aquellos -humanos o animales- que no realizan una transformación de manera libre, a consciencia. Sino que un tercero se los provoca, ¿no es así? ―pensó en qué más sabía de ellos― Algunos podrían usarlo como castigo hacia otra persona, no es ético ni correcto, claro. Pero también existe esa posibilidad... ―mintió con el gesto más inocente que tenía.

 

Mientras, cruzó ambas manos sobre la mesa del escritorio que ocupaba.

 

 

 

@@Matt Blackner

Editado por Candela Triviani

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@@Candela Triviani permaneció pensativa unos instantes. MI pregunta era algo ambigua, pero a veces me gustaba lanzar una pregunta al aire y saber por donde saldría mi alumno, puesto qeu muchas veces aquellos pensamientos podían sacar grandes ideas, o ser muy acertados.

 

En su caso, optó por las transformaciones involuntarias.

- Cierto, las involuntarias suelen ser provocadas por otra persona...y si, podrían usarse como castigo, aunqeu también como defensa. Verás, entre estas tenemos los hechizos Ducklifors que transforma al oponente en un pato, Pullus mientras los transforma en gansos y por último Melofors transforma la cabeza en una calabaza. Sobre decir qeu de esta manera no podrían usarse hechizos, ni una varita...tal vez con melofors, pero la visión sería demasiado borrosa y no podrían usarse hechizos verbales al no tener una boca.

 

Pero no se trataba solo de esas transformaciones.

- Por otro lado, existe la transformación humana sin varita. Hay algunas pociones, como la multijugos, qeu utilizando un elemento prestado puede transformar nuestro aspecto temporalmente en otra persona. Luego, encontramos dos transformaciones sumamente complicadas: la animagia mediante la que podemos adoptar el aspecto de un animal, algo tremendamente útil para pasar desapercibido, pero al mismo tiempo muy peligroso. Una vez conocí a un hombre que se transformaba en cuervo, y acabó perdiendo la cabeza, dejándose llevar hasta el extremo por el espíritu de aquel animal. También está la metamorfomagia que en este caso no solo puede adquirirse, sino qeu algunos magos tienen la suerte de nacer con ella de forma innata, y que cambia el aspecto a placer, sea un solo rasgo o todos ellos. Y por último, podemos considerar como transformación involuntaria la licantropía, y es que los hombres lobo no eligen transformarse, no tienen decisión en la transformación, sino que es algo que no pueden controlar.[/i]

 

Guardé silencio para qeu asimilara mis palabras, incluso, si quería añadir o preguntar algo más, antes de explicar los otros niveles de transformación.

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