.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)

[Juliene Black Lestrange]

Carlos suspiró, enfocando su mirada en la Ravenclaw, había estado guardando demasiadas cosas durante los últimos meses que resultaba complicado dejarlo salir sin más.

-- Hace un mes de su último ataque, pensé positivamente que había avanzado, temo que no es así-- acarició la abundante cabellera de la chica, en tanto observaba de reojo como el Black eliminaba la distancia entre ambos, inevitablemente algo se removió en su interior y tuvo que regañarse por tal atrevimiento --. Nunca entenderé la razón por la cual colapsó, pero si hay una explicación para su estado y es que simplemente no sabe quién es.

Fue entonces que alzó su mirada para enfrentar aquel rostro que reconocería incluso en la oscuridad.

-- Recuerdo oír sus gritos en el castillo Ravenclaw, pensé que estaba con alguien e intenté ser precavido, hasta que escuché que recitaba ese endemoniado hechizo y...no puedo imaginar que habría pasado de no seguirla como el perrito faldero que bien dijiste una vez que era.

Se alejó unos pasos de la pareja, no era sencillo enfrentar los recuerdos de una forma tan palpable, contarle a Cillian acerca de la sangre y los extraños rituales que había estado llevando la castaña en el secretismo de su habitación le parecía irrelevante, ¿y ahora que se suponía que debía hacer? No es que le hubiese contado todo, pero si lo que necesitaba saber, al menos por el momento. Una tenue sonrisa se asomó en sus facciones al escuchar las últimas palabras del mortifago, suponía que algunas cosas en Londres se mantenían a traves del tiempo.

-- Ella decidió marcharse, me dijo que intentaría encontrarse de nuevo, quise avisarles...-- en realidad sólo había deseado avisarle a la persona que estaba frente a él--, pero me hizo prometer que no diría nada, temía que tomara decisiones est****as, así que simplemente la seguí.

Y así habían llegado a Seúl, entre los extraños ataques de personalidad de la castaña, además de la constante investigación por parte del Cartairs acerca del tema, los desmayos esporádicos y un sin fin de situaciones que preferiblemente debían quedarse en el continente asiatico, se deslizó hacia el suelo, mostrando al fin todo el cansancio acumulado del último periodo. En cierta forma su fortaleza se basaba en los estados de ánimo de aquella mujer que descansaba placidamente sobre la cama de Cillian, sin la menor idea de que él había tomado un breve instante para derrumbarse también.

-- Sé que no tengo ningún derecho...--su mirada esmeralda se fijó una vez en la figura del Black--, pero he venido a pedir tu ayuda.

Y a decirte que te amo.

[Alicia Spinnet]

A penas se apareció en la puerta del castillo, se estremeció haciendo una mueca y contorsionando el cuerpo. Luego un gruñido y un resoplido. Se había olvidado lo mucho que odiaba la aparición, pero en esas circunstancias sólo podía haber llegado de esa manera. A Lucy tampoco le gustaba, porque metida en el bolsillo de su chaqueta, la rata se había vuelto loca buscando la manera de salir del cautiverio.

-¡Deja de moverte, est****a! ¡Ay, mi dedo, idi***! ¡Quieta! ¡Shooo, shoooo!

Sí, ya sabía que ese sonido no calmaba a los roedores pero Lucy no era como todos los roedores. Tenía una misión que cumplir ese día.

 

-Bueno, ya basta. Se supone que aquí vamos a conseguirte una pareja para aparearte, pero si te andas portando así de mal te llevo de vuelta a Indonesia a que sigas fabricando billeteras.

[Terpsicore]

– Maldita Spinnet, claro... siempre me llama para misiones est****as y luego ni se ofrece a llevarme.

 

Desde el bolso café que colgaba de su hombro se veían unos ojos brillantes oscuros mirándola con reproche.

 

– No me mires así, sabes a lo que me refiero.

 

Odiaba que le recordaran que no tenía licencia de aparición. La verdad no tenía muchas cosas y no le importaba; era como algo común en ella, hacer como que no le importara nada. A partir de esa misma cualidad había decidido volver a pintar su cabello platinado pero con unos mechones color rosado, le daban un aire más rudo y eso le gustaba.

 

– Maldito lugar, tenía que ser aquí el nido de ratas más grande de todo Ottery y apuesto que sus dueños ni se dan cuenta.

 

Atravesó el jardín a grandes zancadas y abrió la puerta con fuerza, cualquier protección mágica no podía estar habilitada para ella; pues conocía a muchos de esa familia. Pero esta vez el propósito era distinto... La puerta se abrió con estruendo y se encontró a la muy maldita en el hall de entrada.

 

– Es la última vez que me haces llegar a patas....

 

– Shhhhttttttt.... – soltó la bruja.

 

– Y ahora más encima me vienes a chitar.... ahora

 

– TE CA.... - bajó la voz de repente y solto en un susurro - te callas, misión secreta, ¿recuerdas?

Editado 24 de Febrero del 2017 por Terpsícore Black Lestrange

[Alicia Spinnet]

La recién llegada no tuvo más remedio que bajar la voz y mostrar su fastidio en el rostro. Además de dedicarle una mirada de soslayo a Lucy que entornó sus asquerosos ojos hacia Terpsícore, casi en busca de auxilio.

 

-Lo único que advirtieron mis contactos del departamento de control de criaturas mágicas (creo que era así), es que evitáramos la lavandería -dijo Alicia en un susurro, no completamente segura de que la pudiera oír cabalmente-, porque hay un rey de las ratas que no deberíamos ver si queremos dormir con normalidad hasta la siguiente luna llena. En fin, ¿te he presentado a Lucy? Es de la que te hablé en mi carta. Está en celo, así que si se pone irritable, ya tú sabes... Dale un beso, Lucy, no seas maleducada.

 

Entonces Alicia levantó la rata hacia el cachete de Terp.

[Terpsicore]

Fue cosa de segundos, la rata se acercó y de su bolso saltó una mancha rosada que comenzó a rodar con la rata por el suelo, desde fuera todo parecía una feroz pelea entre las más temerarias bestias; pero las presentes sabían a ciencia cierta lo que estaba sucediendo. Era una mezcla de razas que no estaba permitida, la cerda más rosada de Londres se besuqueaba inescrupulosamente con la rata Lucy (?).

 

– Por todos los demonios, Maria Joaquina compórtate – dijo jalando a la puerca de las patas. Alzó la vista y miró a la Spinnet– ... controla a tu bestia, esto de estar en celo altera a todos a su alrededor.

 

Introdujo a la chancha en su bolso y subió sus pantalones con ambas manos. Esa rata siempre le había traído problemas, la última vez habían logrado obtener un tatuaje en los nudillos de la rata en el comercio ilegal; las habían echado de todos los lugares autorizados.

 

– Por supuesto que recuerdo a Lucy, hay hembras inolvidables y esta. (?)

 

Comenzó a mirar al rededor y soltó una mueca de disgusto; el lugar era horroroso todo limpio y elegante. Parecía casa de reggaetoneros, siempre que pasaba por The Hamptons pensaba que era como una especie de Oterry versión Rosa. (?)

 

– Y ¿para qué se quiere emparejar Lucy?, si sabemos bien que el amor de la vida de esta rata está por otro lado

 

Miró a la cerda de reojo y levantó la mirada:

 

– Nunca más llego a tus misiones sola, siempre me haces lo mismo y luego huyes por lo demás...

Editado 24 de Febrero del 2017 por Terpsícore Black Lestrange

[Alicia Spinnet]

-¡Santo cielo! ¡Suéltense! ¡Suéltense! ¡Aguamenti, aguamenti!

 

Entonces un chorro de agua salió de la varita de Alicia, pero no fue hasta que tuvo que meter sus manos en la pelea para poder lograr separar a esas dos especies.

 

-Tu cerda está loca como tú, Terpsícore, ¿cómo se le ocurre besar a Lucy sin haberse puesto primero el labial? -meneó la cabeza de manera reprobatoria-. Estas cerdas de hoy en día, ¿quién las entiende? Espera, creo que estamos metiendo mucha bulla, la familia se va a alertar.

 

Se quedó quieta como una marmota por como cinco segundos antes de voltearse hacia ella nuevamente.

 

-Falsa alarma. En fin, verás que Lucy es un espécimen muy cotizado de rata de los Andes. Hace dos semanas una vieja chamana predijo que Lucy entraría en celo y que había que cruzarla con "oscuras influencias". ¿Entiendes? Los Black tienen influencias y son black... negro... oscuro... oscuras... todo tiene sentido, ¿cómo no lo viste? Acá tenemos que encontrar a ese semental. Y luego que Lucy tenga ratitas las vendemos y usamos el dinero para invertir en contrabando de electrodomésticos en la frontera Brasil Venezuela y nos haremos ricas. Lo tengo todo bien pensado. Podrás comprarle a María Joaquina un vestido hermoso para su quinceañera. Pero antes, tenemos que andar por la casa. Tú la conoces mejor que nadie, ¿dónde está esa famosa madriguera de la que me hablaron?

Editado 24 de Febrero del 2017 por Alicia Spinnet

[Cillian Haughton]

Así que para eso estaba ahí, sólo para pedir su ayuda. Sí, había algo más que eso en las intenciones de Carlos, pero Cillian no lo sabía. Se mantuvo en silencio durante un par de segundos... ¿Cómo había llegado Juliene hasta ese? ¿Por qué no se había dado cuenta? Si tan siquiera hubiera puesto un poco más de atención quizá hubiera logrado prevenirlo, pero ahora era ya demasiado tarde.

 

— ¿Y exactamente en qué parte del plan entro yo? —Estaba casi seguro de que el chico había hecho ya hasta lo imposible por intentar curarla así que no entendía cómo es que podía necesitar su ayuda—. Estoy dispuesto a hacer y dar todo lo que tengo para que ella este bien.

 

¿Quién iba pensarlo? Aún recordaba la primera vez que se había topado con ella y el cómo había decidido que la odiaría por el resto de su vida, eran incompatibles simplemente. Y ahora, ahora podría decirse que básicamente eran uno; no sabía como lo había logrado hasta ahora, pero era obvio que sin ella no podía vivir.

 

Y tampoco sin Carlos...

 

Y las cosas ahora estaban tan ***idamente complicadas que no sabría que hacer. ¿Cómo le explicaría a Kya todo eso? ¿Cómo se atrevería a romper la promesa que había hecho sólo un par de días atrás? Maldita sea, maldita sea. Se apartó de Juliene y se acercó un poco más a Carlos.

 

— ¿Tú como has estado, perrito faldero? —Llevó una de sus manos al cabello del chico y se lo revolvió un poco—. Tú también eres importante para mí así que quiero saberlo.

 

¿Debía besarlo? Necesitaba besarlo en realidad, pero no lo hizo.

[Juliene Black Lestrange]

-- Creo que una vez admitiste pasar por lo mismo, ya sabes, la primera vez que dejaste el lado oscuro-- eran historias que solía contarle la Black Lestrange, sólo eso explicaba su amplio conocimiento sobre las filas tenebrosas, además de que estando siempre a su lado resultaba inevitable enterarse de algunas cosas--. En momentos sigue siendo la chica que tanto tú como yo conocimos, pero en otros simplemente está fuera de control, ni siquiera es capaz de reconocerme, dice cosas como que no pertenece a éste mundo y, bueno, tiende a terminar inconsciente como te habrás dado cuenta.

Una risa seca brotó de sus labios, en tanto cubría su cabeza con sus manos, rememoraba cada una de las escenas que le había hecho la castaña, incluso cuando parecía estar sumergida en las miles de telenovelas que solía ver al día, suspiró.

-- Podría considerarse gracioso, si tan sólo no entendiera lo grave que es...-- sus orbes se fijaron esta vez en la adolescente de doscientos años--, tú la extrañaste porque no estaba, yo en cambio sigo añorando a la mujer que me tomó como su hermano a pesar de mi asqueroso historial, deseaba ser tan fuerte como ella lo era, poder utilizar el pasado a mi favor y ahora ella se ha derrumbado.

Cillian se había acercado, podía sentirlo con cada milimetro de su ser incluso antes de verlo, disfruto de la breve caricia siendo imposible apaciguar la revolución en su interior, no tenía derecho de verlo, pero allí estaba, no solo para pedir ayuda sino para disfrutar por unos instantes aquella imagen que tanto añoraba. ¿Acaso me extrañaste tanto como yo? No tenía derecho a preguntar, sin embargo controlar su cerebro no resultaba sencillo.

-- ¿Te has montado alguna vez en una montaña rusa? Bueno, es una experiencia bastante similar, sólo que sin el lado divertido.-- había tomado la mano del mortifago, impidiendo que se alejara de su cuerpo, al menos podía permitirse eso-- ¿Quién es ella?

Se refería a Kya, por supuesto, no era como si la Ravenclaw hubiese guardado el secreto de lo que experimentó en su breve visita a Londres, estuvo durante un par de días siendo carcomido por la curiosidad hasta que simplemente resolvió obligar a Juliene a volver justo cuando su coreano favorito parecía estar a punto de declararse, alzó su mirada hacia el Black.

-- No se trata de un reclamo, sólo tengo curiosidad, entiendo bien mi posición en estos momentos. --se atrevió incluso a sonreir-- ¿La amas?

[Maida Black Yaxley]

Si, sin duda alguna sentarse frente al calor de la chimenea sonaba agradable. Y claro, luego de tanto rato en la nieve, seguramente a Gatiux le hacía falta más que a ella. Al preguntar por Aaron, pareció que a Otto le volvieron las ganas de unirse a la conversación y entonces, supdo dos cosas: Gatiux no le había visto en mucho tiempo y él, estaba en Bulgaria. Se preguntó entonces si Aaron recordaba que ese era precisamente su país natal. El Black, siempre había sentido especial curiosidad por averiguar cosas de la ojiazul que a ella le incomodaban. Saberlo en su país, le causaba cierta sensación de estar vigilada. Era inevitable.

 

— ¿Una lechuza? —se mordió el labio inferior pensativa. ¿Y si le resultaba muy invasivo?

 

Seguramente en el Castillo tendrían muchas a disposición, pero aún así la oferta le hacía dudar. No tenía realmente muchas razones para comunicarse con Aaron, salvo las sencillas ganas de volver a conversar con él. En su fuero interno, Maida agradeció que Gatixu cambiara el tema para contestarle lo del parentesco con mi madre. Ella, se sorprendió muchísimo al leer el nombre de Orión, tanto, que tuvo que ponerse de pie. Cuando notó ese acto tan reflejo, optó por disimularlo acercándose más a la chimenea mientras Otto lanzaba un comentario simpático acerca de esos dos.

 

— Orión... —comenzó mientras giraba sobre su propio eje para regalarle una sonrisa a ambos—, me ha ayudado tanto. No tenía idea de que tuviera pareja, no recuerdo que me lo hubiera mencionado. Pero supongo que lo conocen más que yo y reconocen su naturaleza un tanto... ¿dispersa?

 

— Me alegra que un hombre como él tenga una compañera de aventuras y de vida —se sinceró—, estoy segura que tendré grandes tiempos conociéndoles a todos.

 

Maida, luego de eso volvió a pasear la vista por la estancia, sintiéndose, luego del susto del cancerbero un poco cansada. Aún le quedaban varias cosas por ordenar y no tenía idea de por dónde comenzar. Miró a ambos un par de segundos, y esperando no sonar muy mal educada, se aventuró.

 

— ¿Creen que pueda retirarme a alguna habitación que esté disponible? La verdad es que me siento agotada.

 

@@Gatiux @OttoBkack

[Gatiux]

Gatiux enarcó una ceja cuando vio ponerse a Maida de pie de forma tan repentina. Había reaccionado al nombre de Orión como un resorte. No sabía si eso significaba algo bueno o todo lo contrario, pero no tardó mucho en averiguarlo. Pese a que la chica parecía alguien tímida a primera vista, soltó una frase cargada de veneno que hizo que la Malfoy también se pusiera en pie mientras endurecía las facciones. Algo así lo pronunciaba alguien que estaba detrás de otra persona para enfadar a una tercera.

 

- ¿Ya conoces a Orión? Me alegro. -esbozó una sonrisa falsa- Él tampoco te ha mencionado a ti nunca, no debía ser muy importante lo que estaba haciendo.

 

Se encogió de hombros. La mirada amarilla de la banshee recorría a la chica de arriba a abajo. Toda la amabilidad que había demostrado en la puerta desaparecía para dar paso a un mudo enfado. Cuadró los hombros y se puso muy recta, cruzando los brazos por debajo del pecho en una postura defensiva. Apretó los puños, y los labios. No estaba enfadada con Orión, lo que le molestó fue aquella forma de decirlo de Maida.

 

- No es que necesite que lo vaya anunciando a los cuatro vientos o se lo escriba en la frente. -continuó diciendo- Y creo que conozco mejor que nadie la naturaleza de Orión.

 

Y en aquel momento Gatiux estaba luchando contra su propia naturaleza. El instinto le impelía a derramar la sangre de Maida por aquellas palabras. Lo único que le salvaba de eso era la conexión con Luisitha, la banshee la apreciaba y no haría conscientemente algo para perturbarla. Menos después del accidente sufrido por ambas la semana anterior en el Ministerio de Magia,

 

Salió del salón sin despedirse. Normalmente tendría más educación con alguien que recién llegaba al Castillo Black, pero no esa vez después de interceptar lo que consideraba un dardo envenenado. Masticaba la rabia contra la chica. Mientras se preguntaba si todos los Blacks eran así llegó hasta su habitación cerrando de un portazo. Las maletas estaban hechas y justo enfrente de ella. No había llegado a pedirle a los elfos que la trasladasen.

 

Lidiar con los sentimientos era difícil siendo humano, por lo que se transformó en un gato negro y se tumbó en el poco espacio libre que quedaba en la cama. Cosas como la rabia y la tristeza quedaban atrás cuando dejaba fluir los instintos más simples y primitivos. El felino movió la cola para golpear el edredón.