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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Resopló nerviosa frente a la verja del Castillo y decidió no hacer el recorrido caminando, sino aparecerse. Era una buena forma de descubrir si aún podía llamar al Castillo Black un hogar o no. Se concentró, cerró los ojos y cuando menos se lo esperó, sintió el aire un tanto viciado de quien está en un espacio cerrado, los pasillos del lugar. Miró a su alrededor y en cuestión de segundos, un elfo apareció frente a ella, con cara de preocupación.

 

¡Señorita Maida! —chilló el sirviente y ella se llevó un dedo a la boca.

 

— ¡Shst! No hagas escándalo Mushu, que no quiero que se entere medio mundo que estoy aquí. Necesito ubicar a la hermana de mi madre, a Gabrielle —le preguntó inmediatamente.

 

El elfo caminó dándole la espalda y obligó a la mortífaga a seguirla por el pasillo, ella casi no hacía ruido alguno. Su capa era otra historia, es lo que tenía la tela de raso, parecía papel cometa rozándose en cada paso. Estaba un tanto nerviosa, conocía la existencia de Gabrielle, y sabía que era una de las mortífagas que tenían un rango superior al suyo, pero ahí se pintaba la raya, y la verdad no estaba ni cerca de estar lista para hablar con ella... Ya no había vuelta atrás, si se había tomado una decisión había que seguir adelante con ella.

 

Aquí es —dijo desapareciendo y dejándola sola frente a la madera.

 

Tocó, de tal manera que quizá no la escucharían, pero no le daba para mayor descaro.

 

 

@@Gabrielle Delacour

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Otto seguia de brazos cruzados hasta que si amore noto su presencia, pero no había tiempo para más por qué los hermanos de ella aparecían de la nada. El Black sabía el motivo de esta reunión, de cierta manera andaba de acuerdo con ella aunque por otro lado sentía que todo era muy exagerado.

 

 

El demonio miraba a su amore y le agarraba la mano dándole una mirada tranquila serena, dándole fuerza con acciones y no tanto con palabras.Hasta que ella sin tiempo que perder decía el motivo de la reunión , sus hermanos soltaban una risa pero Jessie no perdida el tiempo para hacer un pacto de sangre aunque antes hablaba de enfrentarse a los pollos que a sus madres.

 

-Vamos no crees que exageras un poco-Comentaba mirando a la chica mientras el patriarca pensaba, pensaba y pensaba Gab y Mahía tenían su carácter, pero ambas tenían aprecio por el peliblanco. Pero de la nada una imagen de Mahía como Jasón de Bienes 13! Y Gab como Michael Myers de Halloween a la primera la veía con la máscara de jockey y la motosierra mientras la última con un cuchillo lo cual hacia que Otto moviera su cabeza de un lado hacía otro-Pensandolo mucho creo es mejor que le hagan caso a mí amorcito-Comentaba preocupado el Black mirando a Aron y Akiz.

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Aaron Augustine Black R. Yaxley.

 

Al entrar en la habitación de Jesseca pude percatarme que Akiza y un mago al que había visto un par de veces estaban allí. El desconocido no era nada mas ni nada menos que Otto, la pareja de mi hermanastra, Inquisidor que al igual que yo a veces parecía desaparecer de la faz de la tierra; no es que le conociera, los Black, los miembros del linaje sanguíneo, éramos un tanto reacio a los afectos, reuniones, familia, etc. Y muchos de nosotros tan solo nos ubicábamos de vez en cuando por el castillo.

 

Quien era directora del Cuartel Inquisidor tomó la palabra, ¿no estábamos allí por temas laborales?. Hice amague de salir pero la reacción, la extraña manera de ver a Jessie mirando al mago en un sentimiento que al menos yo consideraba débil me hizo retractarme y escucharle. Bufé una risa.

 

>> Si es que al menos una podría llamarse madre, pensé.

 

Era el único hijo sanguíneo de Mahía allí, el único que al menos se dignó a esperar el regreso de su progenitora. Un vacío que se congeló en un sentir tan frío como la indiferente mirada gris con la que apreciaba todo lo demás. Con el tiempo comprendí que no debía culpar su actuar sino agradecer... agradecer el hecho de haberme enseñado que la vida solo es dura sino sabes adaptarte y que su ausencia, a pesar de marcar cierto carácter en mí, cierta soledad, me mantuvo fuerte ante las adversidades de cualquier muchacho adolescente, de cualquier niño a la espera de una caminata por los jardines del castillo, de un abrazo que no se iguala a ningún otro. De que la vida de los Black es como la de un lobo que nace en la cumbre de una montaña esperando ser cobijado en la ley del mas fuerte- similares a otros grandes magos de la historia.

 

Entre pensamientos vagos, Jesseca fue acercándose con una daga entre sus manos. Esperaba no cometiera el craso error de intentar apuñalarme, pues no dudaría en matarla allí mismo en un último respiro. Sujetó mi mano y en lo que pone la hoja en la palma la quité de inmediato provocando un fino corte.

 

-¡No tienes quince años Jesseca!- exclamé molesto mientras aplicaba un ligero episkey en la herida- Otto puede defenderse sólo, ¡¿o no hombre?!- dicté al mago parado junto a mi hermana- no haré ninguna promesa barata ni juramento inquebrantable...- me acerqué hasta la pareja con Akiza a mi espalda- que ahora confíe un poco más en ti ante los últimos acontecimientos que nos ligan, no significa que te ande cubriendo las espaldas cada vez que quieras, y tú...- me dirigí al ahora patriarca de la familia sin formalidad alguna pues mi temperamento lo impedía y mi indiferencia lo acentuaba- si le haces daño será mejor no cruzarte en mi camino...

 

¿Era lo que debía decir un hermano? ¡Que más daba!...No lo hacía por ella, no lo hacía por mí, lo hacía por mantener algo de carácter en aquella connotada familia mágica, cuna de mi sangre y parte de los Sagrados Veintiocho. Por último, si mi hermanastra me quería en su boda, allí estaría, después de todo tenía un fuerte arraigo al apellido.

 

@@Jessie Black Lestrange @ Akiza Revenclaw H. @OttoBkack

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Despertó en el mismo momento en el que sus ojos se abrían. Se podía oír el canto de las cigarras bajo el cielo estrellado, acompañando la cálida brisa de viento que circulaba; algo usual en las templadas noches de otoño en Inglaterra. Mahia se sentó, apoyando el peso de su cuerpo en el brazo de derecho mientras refregaba sus ojos con la izquierda, bostezando a su vez.

 

Estaba sola, sus perros se habían ido probablemente hacía unas horas. Lo último que recordaba era haber detenido su trote unos minutos, mientras Argos y Burzon correteaban por ahí. Estaba sudada, las piernas le temblaban, y la cabeza no dejaba de darle vueltas al mismo tema. Asique sólo se había dejado caer sobre la suave hierba de los jardines, con sus dedos entrelazados detrás de su nuca y una pierna sobre la otra, doblada para apoyar el pie en el suelo.

 

El enfado y la indignación provocaron que el tiempo de ejercicio fuese más largo del que solía ocupar, y la intensidad no se había quedado atrás. Se había portado lo suficientemente bien con la mujer que visitaba a su novia, pero no dejaba de molestarle la actitud.

 

Movió la cabeza varias veces y se preguntó qué hora sería. Seguramente Gabrielle la hubiese ido a buscar a su nuevo cuarto para terminar la mudanza, y ella no había estado. ¿Estaría enojada? “Más bien decepcionada” se dijo para sí misma, golpeando su frente con la palma de la mano mientras se levantaba. Tendría que hablar con ella.

 

No estaba de humor para correr, y ciertamente necesitaba una ducha, por lo que decidió simplemente aparecerse en el descanso de las escaleras que daban a su nuevo cuarto, esperando que Gabrielle estuviese allí. Además de calmar su posible descontento con su ausencia, la extrañaba. La extrañaba horrores, como cada vez que se alejaba de ella aunque fuesen unos minutos. Quería verla otra vez… y hablar sobre lo sucedido, aunque eso no fuese tan bonito como lo demás.

 

Subió los peldaños de dos en dos y se quitó la sudadera, agarrándola de la capucha con una mano mientras que con la otra terminaba de abrir con suavidad la puerta levemente entornada , por si la Delacour se encontraba durmiendo.

 

Fue una sorpresa encontrarla con alguien más, aunque más le había sorprendido no haber escuchado las voces de las dos mujeres antes de acercarse a la habitación. Sonrió. Conocía a la otra chica. Tenía tiempo de no verla, y era una visita muy grata. Apoyó su espalda contra el marco de la puerta y esperó a que ellas se dieran cuenta de que no estaban solas.

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La puerta se abrió más rápido de lo que esperaba y la recibió una mujer rubia que tenía buenos meses sin ver. A Bridget le pasó un escalofrío cuando le escuchó pronunciar su nombre. Era tan poco el contacto que tenía con otras personas en Londres que casi estaba costumbrada a ser solo una sombra sin nombre entre los de su bando. Parpadeó varias veces ante el efusivo abrazo que recibió. Bridget siempre había sido más demostrativa que el resto de los Black, pero aquél gesto la tomó por sorpresa y apenas tuvo tiempo de responder, rodeando con duda el cuerpo de la bruja. Se mantuvo en silencio unos segundos después de que se separaron, volviendo a parpadear varias veces. Entró en la habitación y cerró la puerta suavemente. Allí estaba todo muy calmo, pensó, era como si aquellas gruesas puertas de pino bloquearan el paso de toda magia oscura o energía negativa proveniente de los silenciosos pasillos del castillo.

 

-El tiempo parece pasar más rápido de lo que me doy cuenta -murmuró, y luego sonrió lo más amplio que le permitió la timidez del momento. Sentía que tenía tanto tiempo sin hablar con alguien que no fuera su elfina que tenía la lengua semi atrofiada.

 

Miró a su alrededor con curiosidad. Había una maleta en el suelo y los muros de la habitación estaban todavía desnudos, como carentes de vida. Las sábanas de la cama apenas revueltas, y el extraño animal que ya había visto en una ocasión descansaba sobre una de las limpias superficies de madera. ¿Sería que Gabrielle estaba mudándose nuevamente a la Black? ¿De qué se había perdido?

 

-¿Recién moviste tus cosas? -preguntó, bajando el tono a medida que finalizaba la pregunta, sintiéndose entrometida. Sin embargo antes de que pudiera recibir una respuesta, la bruja acababa de lanzar un comentario que provocó que Bridget frunciera el ceño y volviera su vista de golpe hacia ella-. ¿Mi abuela? ¿Qué abuela? -inquirió, con cierta brusquedad. No había nada más que alterara los nervios de la pelirroja que los temas familiares cosanguíneos. Siempre que creía haber enterrado del todo su penosa historia biológica entre aquellos muros grises, le saltaban de sorpresa nuevos datos o personajes sobre su pasado.

 

Escudriñó entre sus memorias mientras miraba fijamente a Gabrielle. La última vez que había conversado con ella le había mencionado también a su abuela, hasta ese momento, personaje ficticio que Bridget desconocía. Como después de aquél episodio la dichosa abuela nunca apareció, la Black había ignorado por completo el hecho de que tenía la posibilidad de seguir ascendiendo entre las curiosidades de su árbol genealógico. Aún recordaba que Orión le había sugerido mirar de allí en adelante y dejar a un lado sus misteriosas raíces. Y como llamada por sus pensamientos y las palabras de su interlocutora, la puerta de la habitación se abrió para dar paso a otra bruja, que se unió a ellas en silencio y con una soltura que espantó a Bridget.

 

La pelirroja abrió los ojos como platos y retrocedió dos pasos para aumentar la distancia con la desconocida, que de alguna forma le provocaba cierta familiaridad. Ella se relacionaba seguido con todos sus compañeros de bando, pero desde su regreso no había podido estrechar lazos con nadie, de manera que podía reconocer ciertos rasgos de ellos cuando estaban sin máscaras o fuera de la Fortaleza Oscura, pero nunca podía relacionarlos con nombres ni muchos menos entablar una conversación con ellos. ¿Quizás la reconocía de allí? Claro, era Black, tenía que formar parte de las filas mortífagas.

 

-¿Y tú eres...? -comenzó, animándose por fin a pronunciar palabra, después de un extenso silencio incómodo entre las tres.

 

Para acalorar aún más el ambiente, la puerta de la habitación volvió a emitir sonido. Alguien llamaba desde el pasillo, otra vez. Bridget miró hacia allí con curiosidad, volviendo a retroceder un paso y temerosa de que otra figura de su pasado atravesara el umbral. Las sorpresas en la Black nunca faltaban, y pese a eso Bridget aún no estaba acostumbrada. Esperó casi inmóvil que alguna de las Black abriera la puerta, pues no se sentía en posición de hacerlo.

 

@@Gabrielle Delacour @@Mahia Black @

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Esbozó una sonrisa de cara a la pregunta recibida y se despegó de la puerta, cerrándola tras ella. Se acercó a Gabrielle y con la mirada llena de pena le pidió disculpas con la mirada, depositando un tierno beso en la comisura de sus labios pese a saber que la había dejado sola. Le apretó la mano y se acercó más a ella, embriagándose en su perfume. La amaba, y se podía notar en sus ojos cuando la miraba.

 

Se giró hacia Bridget, quien estaba expectante, y encogió los hombros.

 

Esa es una pregunta que últimamente me hacen mucho en mi propia casa, aunque esta vez sea en mi propia habitación – Pasó al lado de la muchacha mientras hablaba, agachándose frente a la chimenea. Prendió el fuego y tiró un leño más grande dentro. No tenía frío, pero le encantaba la luz tenue que daba el fuego, y más aún amaba el sonido de su crepitar. Además, sabía que Gabrielle prefería el calor. – Mi nombre es Mahia Black. –

 

Se levantó. Pensó en pararse frente a la pelirroja y extender la mano hacia ella, pero la última vez que lo había hecho no le había salido muy bien. Le explicó que era la madre de Evarela, dejando tácito el hecho de que la relación que las unía era de Abuela-Nieta. Se sintió tentada en hacer un gesto casi materno y acariciar la mejilla de su nieta, pero cuando iba a hacerlo la puerta volvió a sonar.

 

Giró los ojos y movió la varita para que esta se abriera, dejando paso a una Maida que lucía algo tímida. Comenzaba a molestarse un poco. No estaba acostumbrada a tener tanta gente, y menos dentro de sus aposentos. Apenas si se habían mudado a la planta preferencial del patriarcado y ya todo el mundo sabía donde habitaban. Era eso, o quizá había un hechizo colocado por elfos que comunicase las puertas de la parte de sus viejos cuartos con el nuevo. No lo sabía.

 

Y aunque no quisiera asumirlo, lo que más le hacía ruido era no poder hablar con la Delacour, quien estaba muy callada.

 

Bueno, me iré a dar una ducha y las dejaré que hablen. Por algo seguramente han venido hasta aquí. Cuando esté presentable me uniré a ustedes. – Apuntó con la varita al closet ampliado en una de las paredes del cuarto y sacó unas prendas de ropa limpia para cambiar la que tenía y las hizo seguirla hasta el cuarto de baño – Me cambiaré dentro. No creo que quieran un espectáculo… Al me nos no todas. –

 

Le guiñó un ojo a su mujer de manera sexy y, dándoles la espalda, comenzó a quitarse la remera antes de entrar al baño, cerrando la puerta con el pie tras ella.

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Maida —respondió como una autómata en cuanto una pelirroja que estaba segura no era su tía Gabrielle, le preguntó.

 

La que si pensaba que era su tía, estaba cerca a ella, y aparentemente había interrumpido algo. Maida tenía los ojos como platos, imposible no tenerlos así cuando lo único que lograba era apilar palabras dentro de su boca y verse incapaz de pronunciarlas. Para colmo de males, otra bruja se unió al aquelarrre, dejándola por completo sin piso. La pelirroja volvió a preguntar sobre identidades, y entonces nuestra ojiazul pudo descubrir a la otra tía restante entre los hermanos de su mamá. Al menos el elfo no se había equivocado.

 

Comenzo a acariciar las uñas de los pulgares con las yemas de sus dedos, síntoma inequívoco de estar ansiosa.

 

— Yo soy la hija de Luisitha —se presentó tratando de que su voz no temblara en el proceso—, ¿el bulto congelado que llegó una día descalza al Castillo Black? ¿Alguna se sabe la historia? ¿no?

 

En ese momento, Maida pensó seriamente en mostrar el antebrazo, después de todo, estaba segura que todas en esa habitación y la que se estaba duchando, eran de las filas mortífagas.

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"¿Qué abuela?" Tu madre no se dio por generación espontánea...- pero detuvo sus palabras, tal vez con su hermana funcionaba diferente en vista que se la llevaba ausente…– O puede que sí, ni yo la veo y se supone que es mi novia.

 

Desvió la mirada tratando de ocultar el enfado, si algo odiaba de la Black era el hecho de desaparecer cuando le daba la gana, sin aviso. Pero su mente frenó en seco su enfado para darse cuenta de que había dicho a la pelirroja y sintió un sudor frío recorrer su espalda; sus ojos miel se clavaron en su sobrina y sonrió apenada.

 

– Disculpa... quería decirte las cosas mas tranquilamente pero me ganó el enfado. Somos...

 

Y ahí estaba ella. Los ojos de la francesa se clavaron con reproche en la rubia y volvieron a Bridget, no estaba dispuesta a causar una escena frente a ella sin contar que no era su estilo, prefería callarle a palabras, verdades y sabía que para eso ya tendría tiempo. Le siguió por el rabillo del ojo, cedió ante la disculpa implícita en su mirar y respondió el beso. No había olvidado, solo puesto en pausa.

 

Sabía que la pequeña Black estaría más que confundida a lo que volvió la mirada ¿Nervios? No, aún en su mente estaba el rencor que sentía hacia su hermana por haberla dejado sola; escuchó atenta sus palabras y Gabrielle levantó la ceja mirándole desafiante.

 

– Mi nombre es Mahia Black.

 

– Mucho gusto Mahia Black, si se la llevara en casa dejara de escuchar esa pregunta...

 

Sus ojos miel demostraban el enojo que sentía y una sonrisa retadora se dibujó en sus labios, sabía que no había argumento para eso a lo que volvió a Bridget, la chica no ocupaba los roces frente a ella. Soltó un suspiro tratando de alejar sus ideas y movió la cabeza, en verdad ocupaba dejar de lado sus reproches, sin contar que la voz de su hermana comenzaba a calmarla, solo ella podía tranquilizarle... ella.

 

Gabrielle se había quedado muda, un tanto tranquila y solo se dedicaba a observar a Mahia, en verdad la amaba y no dejaría que su enfado y su constante necesidad de atención volvieran a destrozar una relación, a ella la adoraba y estaba decidida a cuidar ese sentimiento. Sonrió al verle alejarse y mordió su labio inferior al observarla despojarse de su ropa.

 

– Maida.- dijo volviendo bruscamente la mirada. – Sí, recuerdo la historia, se me hace extraño verte en estos lugares, de hecho tengo tiempo sin ver a tu madre ¿Se encuentra bien?

 

Hacía tiempo que no veía a su hermana, la única que le quedaba que podía decirle hermana.

 

– Brid, creo que es la primera vez que ves tanta familia junta... Maida es tu ¿Prima? Y yo, dejémoslo en tía aún. Nos acabamos de mudar juntas...

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De hecho, venía yo a hacer la misma pregunta —contraatacó, si cabe la palabra, a su tía—. He venido aquí en ocasiones, dejé a mi elfo doméstico por estos lados y vengo de cuando en cuando a husmearlo.

 

No sabía si realmente tenía que disculparse por eso o no, pero lo último que sabía era que podía hacer uso de una de las habitaciones sin demasiado aspaviento. O eso era lo que ella recordaba al menos. Decidió concentrarse un poco en el ruido que provenía del baño. Intentaba hilar lo hablado por Gabrielle, pero se enredaba más en el proceso, todo bien con que dos mujeres fueran pareja, pero ¿dos hermanas? Comenzó a imaginarse a sí misma en una relación con Cillian, pero el simple pensamiento casi la echa a reírse. No, eso jamás le sucedería a ella. Lo que sí, en algún determinado punto del árbol genealógico, si que compartía lazos sanguíneos con el Malfoy, pero eso era agua pasada por río. Un río demasiado revuelto.

 

En fin, lo que intentaba decir, es que vine por preguntar por ella, lleva casi un mes sin aparecerse en la Manor, y francamente, pensé que pudo haberse refugiado aquí —comentó tratando de seguir los últimos sucesos de Luisitha de los que ella tenía conocimiento—, ¿algún hechizo que rastreé la familia? Eres matriarca, algún tipo de beneficio tiene que tener. O, no sé, mil disculpas, ya ni sé lo que digo de la preocupación.

 

 

@@Gabrielle Delacour

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Sabía que las cosas con Aarón no serían nada fáciles. Aquél mago era de armas tomar y ella lo sabía sobre todo por su forma de actuar con ella en el trabajo.

 

Suspiró y sonrió de lado al escuchar las palabras de Otto pero sin dejar de observar a Aarón con sus grises ojos en una actitud retadora a su hermano mayor.

 

-Ya sé que no tengo quince años, no soy idio.ta pero sabes perfectamente cómo son esas dos brujas y lo que menos quiero es quedar viuda antes incluso de casarme y para los antecedentes de nuestra madre... ¿Qué más da que mate a otro de sus hijos?

 

De acuerdo, literalmente la Black Lestrange había perdido la cabeza. Quería a Aarón tanto como quería a cada uno de sus hermanos aunque este solo fuera su hermanastro pero aún así lo quería.

 

Bajo la mirada apenada dándose media vuelta pero al escuchar las palabras que el Black le dirigiera a Otto volteo confundida a verlo.

 

-Ahora resulta que amenazas a mi prometido con hacerle daño si me lastima... Y creí que yo era la bipolar

 

Caminó hasta su cama, frustrada, preocupada, molesta. Tenía tantos sentimientos encontrados en ese momento que sentía que iba a explotar.

 

¿Cómo demonios iba a decirle a esas dos mujeres que en un mes se casaba y salir viva en el intento sin que sus hermanos terminarán uniéndose a las hermanas Black y matarán al novio antes de la boda?

 

Cerró los ojos al sentir como las lágrimas se agolpaban en estos. No iba a llorar frente a sus hermanos y mucho menos frente a su novio. Respiro un par de veces y se sentó en la cama cruzando sus piernas bajo sus glúteos.

 

-Solo estoy preocupada, esto me está sobrepasando demasiado. Jamás creí que una boda fuera tan complicado. Por un lado está Mía que le vale lo que haga pero por el otro están Gabrielle y Mahia que serían capaces de matar a todo hombre que se nos acerqué a Akiza y a mi y ahora resulta que no solo tengo un hermano preocupado sino dos...

 

Volteo a ver a los tres magos que la acompañaban en aquella habitación con los ojos brillosos por las lágrimas pero sin dejar que estás cayeran por sus mejillas.

 

- Literalmente le tengo más miedo a Gabrielle y Mahia que a la propia Mei y eso que se supone que Mei tiene más poder que nosotros cuatro juntos, pero tú la burlaste bastante bien así que es un blanco fácil comparado con las hermanas Black

 

Cerró los ojos de nueva cuenta jueguetrando con la daga entre sus dedos la cual aún contenía la sangre de Aarón.

 

-Aunque no lo quieras tendrás que hacerlo, ya estás bajo mis órdenes... Aunque tampoco te pondría en peligro, antes de que a ustedes tres les.pase algo prefiero ser yo la que termine herida

 

Se puso de pie lentamente haciendo desaparecer la daga mientras agitaba la varita abriéndo la puerta y después tomando la mano de Aarón.

 

-Tengo que ir a decirles lo que voy a hacer y... No quiero ir sola, si quieren venir ustedes dos está bien, pero no les extrañe si el castillo termina derruido por una pelea

 

@@Akiza Ravenclaw H. @

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