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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Los cuadros de Hop y Laura estaban separados por una columna de ladrillos que sobresalía de la pared. Me acerqué a ese trecho, saqué nuevamente la varita de mi bolsillo y golpeé con su punta cinco de aquellos rectángulos. La elección parecía azarosa, sin embargo, aquella combinación hizo que la columna se corriera hacia la izquierda, dejando entrever un pasadizo estrecho que llevaba al interior de la biblioteca.

 

La columna volvió a correrse detrás de mis espaldas hasta colocarse nuevamente en su lugar y delante de mis ojos se presentó la enorme biblioteca de la familia. Incontables estanterías se enfilaban a mi izquierda y a mi derecha, una detrás de la otra como un juego de dominó. Cada una de ellas tendría al menos 30 pisos y los libros, por lo que tenía entendido, estaban ordenados por sección y alfabéticamente. Los primeros libros que uno podría encontrar pertenecían a la historia de la familia, luego se ubicaban las diferentes ciencias y disciplinas tanto muggles como del mundo mágico, y, por último, los libros pertenecientes a las artes oscuras.

 

- Si yo fuera muggle, dabadibidibidibidabadibidibidom... - Canté mientras avanzaba por el corredor que separaba el ala derecha del ala izquierda de la biblioteca.- Si yo fuera muggle, dibidibidom, si yo fuera un mug' llorón...

 

Me detuve en una de las estanterías y me puse a revisar con el dedo índice los libros del quinto piso, contando desde el suelo.

 

- Me re aburriría, dabadibidibidibidabadibidibidom...

 

Detuve la yema de mi dedo en un libro de lomo verde musgo con inscripciones talladas en dorado y sonreí.

 

- Este...

 

Lo saqué del estante, me lo coloqué bajo el brazo, y volví a recorrer el camino inverso hasta llegar a la entrada de la biblioteca. Volví a repetir el movimiento de varita por sobre la pared y la columna me abrió de nuevo paso hacia la antesala con los cuadros.

 

- Hasta luego... - Saludé rápidamente y, sin mirar atrás, me dirigí hacia la sala principal del castillo.

 

Mientras caminaba hacia los sillones del gran salón seguía tarareando la misma canción con un silbido, hasta que fui interrumpida por el chasquido de Warhol.

 

Warhol: S-se-señorita Go-go-goshi.

 

Hizo una reverencia como disculpándose por la interrupción. Resoplé, me molestaba cuando los buenos modales eran exagerados por parte de los elfos.

 

Warhol: E-está llegando al castillo s-su-su hijo Dylan.

 

- Vaya... - Me llevé la mano a la boca al escuchar su nombre.

 

Me había olvidado por completo de su llegada. Dylan había decicido vivir con su padre, Lestat, desde muy pequeño, por lo que apenas tenía relación con él. Hacía varios meses había recibido una carta de su parte, en la que me anunciaba la muerte del Rambaldi. No pude no sentir pena por la noticia, y le di respuesta, abriéndole las puertas de la Black para cuando lo necesitara. Ese día había llegado, y no creía estar del todo preparada.

 

- Toma... - Extendí el libro a Warhol.- Déjalo en mi habitación y asegura la puerta para que nadie lo extraiga, yo me ocuparé de recibir a Dylan.

 

La criatura se tambaleó al recibir el libro entre sus delgados y débiles brazos, luego de asentir con la cabeza desapareció.

 

Suspiré y tomé coraje para acercarme al atrio del castillo, podía ver la silueta del mago por detrás de los vidrios. No llegué ni a estar a metros de la puerta que la misma se abrió de par en par. Reconocí sus rizos albinos de sólo verlos. Sentí su sorpresa al verme. Sonreí con un leve sonrojo en mis mejillas y me acerqué para tomarlo de las manos y darle un beso en la mejilla.

 

- Qué alegría tenerte aquí... - Lo miré a los ojos.- Tenemos mucho de qué hablar, pero me imagino que luego del viaje querrás primero comer algo caliente y descansar.

 

Lo miré de arriba a abajo y observé las cosas que traía consigo.

 

- Deja todo por aquí, le diré a mi elfo Warhol que las deje en tu habitación. - Le hice un gesto para que me siguiera.- Acompáñame a la cocina.

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  • 2 semanas más tarde...

Memorizando todo de su cuerpo desnudo de sus expresiones, de cómo dormía y de cómo se movía de un lado hacia otro mientras el Black sonreía viendo a su chica dormir encima de él. La verdad no podía pedirle nada más a la vida, era patriarca de su familia cuando joven jamás pensaría que lo iba ser, sigue estando en la marca aportando como podía. Pero lo más importante tenía una hermosa, sexy y poderosa bruja a su lado como esposa cuando jamás de los jamases había pensado que esto pasada.

 

 

Otto luego de un rato se mueve un poco por que en eso un sonido llamaba su atención el joven miraba como de la nada aparecía su elfo saga-Que quieres?-preguntaba con caras de pocos amigos. Mientras este le explicaba que escuchaba, ruidos en el cuarto de su madre-Estas loco mi madre aun anda de viaje, si ella es de no avisar pero seguro aun no regresa, asi que por ahora tráenos algo de comer ami y mi esposa-le ordenaba sin tiempo que perder mientras pensaba en lo que había dicho la criatura sobre lo de su madre.

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- Warhol... - Exclamé mientras caminaba.

 

De inmediato, un chasquido hizo aparecer al elfo frente a mi hijo. Traía siempre un moño rojo impecable debajo de su quijada, tenía las orejas un poco caídas y unos ojos saltones que pestañeaban con intensidad. Las manitos las solía llevar siempre entrelazadas por delante de su estómago levemente hinchado.

 

- Te lo presento, él es mi elfo personal. - Lo señalé.- Se llama Warhol, es un poco tímido y tartamudo. Cualquier cosa que necesites se lo puedes pedir a él.

 

Warhol hizo una reverencia ante Dylan.

 

Warhol: Es un p-p-placer, Dylan.

 

- Por favor lleva sus cosas al cuarto que tiene asignado y averigua si Otto se encuentra en el castillo, así le presento a su hermano.

 

La criatura asintió con entusiasmo y desapareció junto a las pertenencias de Dylan.

 

- Ahora sí, vamos a lo importante...

 

Caminé hasta la cocina, me acerqué a la mesada y me puse en puntas de pie para alcanzar la segunda estantería. De allí saqué un gran frasco de vidrio lleno de galletas de vainilla con chips de chocolate. Llevé el frasco a la mesa y junto al mismo aparecieron dos tazas de chocolate caliente. Tomé una galleta del frasco y me senté en una de las sillas, esperando a que mi hijo hiciera lo mismo.

 

- Tu hermano se llama Otto.- Tragué saliva junto con un pedazo de galleta.- Es uno de los patriarcas actuales de la familia. De a poco vas a conocer al resto, andan siempre un tanto dispersos. Digamos que ya perdimos la costumbre de armar cenas familiares.

 

Extendí la mano hasta tomar la suya y lo miré a los ojos.

 

- Cuéntame algo de ti.

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Era sumamente hermosa... imponente... ahora veia lo que el vampiro pervertido habia visto en ella, y guardando silencio mire al elfo que le saludaba y haciendole una reverencia, espere a que mi...mama... se diera la vuelta para entrar a la cocina, lo que aproveche para darle su maleta al elfo acompañado de varios galeones por el servicio y sonriendole siguió a su mama hacia la cocina la cual con dificultad alcanzaba un tarro de galletas, pero aun guardaba silencio, muchas, muchas ideas estaban rodando su cabeza, cosa que el mago mirando como @@GoshI estiraba su mano para alcanzar la suya, el mago la volvio a mirar a los ojos... hacia mucho tiempo que no sentia un contacto tan pasivo y calido...

 

--yo... no se... yo.... estan ricas las galletas...

 

Queria correr y abrazarla, romper la silla por el impacto de ser necesario... habia pasado muchisimo tiempo solo desde la muerte de su padre, su familia... la orden... era todo demasiado bello... pero ese era el problema... todo era demasiado bello... el mago sencillamente se sento a su lado comiendo galleta rapidamente... intentando evitar contacto visual con ella...

 

--porque... como... donde... estabas?

 

decia el mago con la voz baja agachando la mirada, no queria arruinar el momento... pero tal vez lo mejor era hacerlo de una vez...

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¿Vida después de la muerte? eso depende tus pecados.


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Mi pregunta se vio interrumpida por la suya, que quizás aún no la esperaba, al menos no tan pronto. Le solté las manos, sus ojos se desviaron de mi mirada y observé cómo agachaba la cabeza con cierto temor. La sonrisa se desdibujó de mi rostro y fruncí el entrecejo, pero no de enojo o de tristeza, sino de preocupación.

 

- Pues... - Corté el silencio y me quedé pensando. Cuando me di cuenta yo también había agachado la cabeza y no despegaba la mirada de la mesa.

 

Tomé el resto que quedaba de galleta con mi mano derecha como para distraerme de los miles de pensamientos que viajaban de un lado a otro en mi cabeza, pero no tuvo resultado. ¿Que dónde estaba yo? Qué pregunta más difícil de responder, cuando no recordaba ni la mitad de lo que había ocurrido desde que dejé a Dylan en brazos de Lestat. ¿Que por qué lo había dejado con él? Eso sí lo sabía perfectamente, pero no sabría si él estaba listo como para semejante confesión. Al fin y al cabo, Dylan era muy pequeño cuando se había separado de mis brazos, por lo que apenas conocía la personalidad que transmitía a través de su mirada.

 

Volví a levantar mi cabeza y pude ver la coronilla de mi hijo mientras le daba otro mordisco a su galleta. Sonreí y suspiré.

 

- Por lo visto tu padre no te ha contado mucho de mí. - Tomé un vaso de chocolate y le di un sorbo. Luego con mi lengua limpié el bigote que había dejado sobre mis labios.- Tienes una madre un tanto inquieta y muy olvidadiza. Viajé por muchos lados, tantos que ya ni recuerdo.

 

Le di otro mordisco a la galleta.

 

- Él y yo teníamos intereses muy distintos.- Me animé a decir, quizás era muy pronto, pero siempre tenía la maldita costumbre de hablar antes de tiempo.- Desde la forma de ser, hasta la forma de pensar, éramos totalmente incompatibles. Pero eres lo suficientemente grande como para entender que de joven uno no distingue esas cosas... Y un día llegaste tú y...

 

Resoplé y me limpié las migas de los dedos.

 

- Decidimos que lo más seguro era que te quedaras con él y que supieras de mi lo justo y necesario.

 

El mismo desapego que sentía a diario con Otto, mi hijo mayor, lo había tenido siempre para con Dylan y mis sobrinos. "Digna hija de mi padre...", pensaba para mis adentros. Lo que no había tenido en cuenta que todas esas decisiones que había tomado tarde o temprano iban a traer sus consecuencias, y hoy yo era una madre que nunca había sabido tratar a sus hijos, porque simplemente nunca antes los había tratado.

 

El silencio que se generó a partir de tales declaraciones cortaba a rajatabla el ambiente. Me vi obligada a interrumpirlo

 

- Pero, en fín... Aquí estamos. - Forcé la sonrisa esta vez.- Tú cuéntame ahora, ¿alguna novia, o novio... - Levanté los hombros.- o nietos míos que tengas por ahí que quisiera conocer?

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– Anduve... Por ahí.

 

Empezando con mentiras, ella misma se daba porras mentales ante tal vergüenza pero eventualmente terminaría por contarle la verdad. Trató de disimular su molestia y acarició las cabellos de su hermana, no sin antes inclinarse para darle un rápido beso en los labios. Su mirada ce centró en el estuche que le había cedido alzando la ceja con intriga.

 

Pues que yo tenga entendido mi "casi esposa" se la pasaba de vaga desde antes ¿Cómo es posible que ahora no encuentres algo que hacer? ¿Dónde está la Mahia que desaparecía por meses?

 

En sus labios se dibujaba una sonrisa altanera, tal vez fuera el hecho de retarla o el tener que usar la palabra "esposa" pero le agradaba estar en aquella situación. Respondió su caricia girando el rostro y besando su mano, al parecer tenía luz verde para abrir el regalo a lo que miró curiosa el contenido, sonrió y negó con la cabeza.

 

Detestaba llamar la atención, el que alguien se tomara el mínimo interés en ella le sacaba de su zona de confort y soltó un suspiro.

 

–Sólo por que dices que con esto estaremos comunicadas lo aceptaré, de cierta forma es como si pudiera ponerte correa...- alzó la ceja y clavó su mirada en la de su hermana.- O tu a mi... Hermoso, solo contigo.

 

Soltó una leve risa y bajó el torso para besarle los labios, le amaba y el estar aún más conectada a ella le gustaba; ahora que estaban un poco más en sintonía sentía la necesidad de pasar mas tiempo a su lado, el verdad terminar el capítulo y empezar el otro, las cosas se habían estado postergando y Gabrielle comenzaba a impacientarse.

 

El hablar de Psicosis pocas veces lo hacía y la Delacour pocas veces prestaba atención al carácter errático de su primer mascota. Se alzó de hombros y como si aquel tema fuera de lo mas normal soltó el vómito de palabras.

 

Siempre he dicho que tiene el carácter de Frenger, tal vez por eso es tan... ¿Raro? No sé si te acepte, a veces pienso que ni a mi me acepta pero no le queda de otra, pero igual le amo y cuido... Y hablando de amar y cuidar ¿Para cuándo la boda y quién crees que puede...?

 

Odiaba hablar del tema, desde que él había partido se sentía más que vacía, no solo había perdido a quien para ella era su hermano si no a quien quería que les casara, a quien quería, a quien significaba lo mismo que Mahia para ella... Y sabía que su hermana sentía lo mismo.

 

– Disculpa el tema pero... Tenía que tocarlo ¿Tienes alguien más en mente?

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  • 2 semanas más tarde...

Normalmente podía oler cuando alguien no estaba diciendo toda la verdad y con su mujer ese don se multiplicaba por mil. Mordió el labio de la Delacour con cada beso que esta le robaba.

 

- Digamos que aprendió que en cada desaparición se debía comer una o dos nalgadas por traviesa. Alguien logró anclarla a casa -

 

Rió y la abrazó, tirando de ella para que se sentara sobre sus piernas. Le gustaba esa sensación de familia que estaban construyendo, más allá de los lazos de consanguinidad. Iba a acotar algo con respecto a su regalo pero no pudo hacer otra cosa más que gruñir al escuchar el nombre de su, por muy gracioso que sonara, ex-cuñado. Con esa aclaración de la francesa, Mahia comprendió casi al instante por qué ella y el conejo no se llevaban del todo bien.

 

- Es la primera vez que tocamos el tema de él... ¿verdad? -

 

Bajó la mirada y las notas de voz al hablar. Desde lo ocurrido habían actuado totalmente normal, como si nada hubiese pasado. Aunque ambas estuviesen acostumbradas a la muerte, o fuesen ellas mismas las que en muchas ocasiones la causaban, esta vez la habían ignorado por completo. Esa era la manera más fácil de pasar el dolor o de mitigar ese nudo en la garganta que se formaba con el recuerdo.

 

No estaba en su costumbre llorar. Sólo sabía aparentar frialdad y fuerza. Al menos eso era hasta que ella había vuelto.

 

- ¿Tienes a alguien más en mente?

 

- Mmmm no pero... debería ser alguien poco sentimental y discreto. Alguien más como... ¡ Ya sé ! - Sonrió y chasqueó los dedos de la mano izquierda, haciendo denotar su ocurrencia - tu... tu... ¡no sé qué es! -

 

Sabía que le estaba confundiendo pero no podía encontrar las palabras para hacerse entender. Casi no conocía a la persona, pero sabía que era graciosa. Aunque hacía mucho tiempo que no aparecía. ¿Qué era de Gabbs? ¿Cuñada?

 

- p*** madre... esta chica... Akliz? ni sé como se llama! ¿Crees que le interesaría oficiar la Ceremonia? -

 

@@Gabrielle Delacour

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Sí, era la primera vez que el tema del Triviani estaba sobre la mesa y aquello le ponía un nudo en la garganta. Asintió con la cabeza y bajó la mirada, el tema era doloroso, incluso para la Delacour que siempre trataba de dejar sus sentimientos en el olvido, pero él... Él había sido diferente en su vida, al igual que Mahia.

 

– Aún es duro... Y siempre lo será.

 

Desvió la mirada, sabía que su hermana encontraría el motivo perfecto para cortar el momento... Y ahí estaba.

 

El escuchar el nombre de su ex esposa le hizo quedarse helada por breves segundos ¿Cómo le conocía? Pero sobretodo ¿Sabía lo que ellas dos habían llegado a ser antes de todo? Bajó la mirada y frunció la boca, no era tan mala la idea pero era un tanto incómodo. Gabrielle, debido a la pócima, tenía pocos recuerdos de su matrimonio con el Rexdemort, casi nulos, había quedado como un "crush" que su subconsciente logró enterrar... Pero Akliz.

 

Con la chica había sido su primer contacto después de varios años de ausencia, la familia Rexdemort y la Delacour habían sido más que amigas, hasta que la chica se cruzó por su camino y en un abrir y cerrar de ojos estaba casada con ella, había sido una de sus decisiones de adolecente donde el "¿Por qué no?" Se convierte a los días (tal vez horas) en un "I'm fu**ed". La traición fue evidente y el lazo se cortó más no su amor por la familia, fruto de eso su segundo matrimonio fallido.

 

Eh... ¿Y tú de dónde la conoces? Tengo tiempo sin saber de ella, si lo deseas puedo intentar contactarla, debe estar con aquella chica psicópata.

 

¿Qué decía sin tirarse a la horca? Su mirada se quedó fija en los ojos azules de su hermana y sonrió, era imposible mantener la compostura a su lado al igual que aquella barrera para evitar ser leída, acercó su cuerpo aún más a ella y su mano acarició lentamente su cuello hasta llegar a su nuca, le extrañaba más que a sus ganas de fingir estabilidad.

 

¿Segura que quieres que alguien de la familia Rexdemort nos case? No tengo inconveniente si tú no lo tienes.- pasó sus labios por los de la rubia pasando poco a poco por u mejilla hasta llegar a su oído.- Mientras más rápido hagamos las cosas más pronto se consuma el matrimonio.

 

Se separó lentamente de ella y le miró desafiante mientras se mordía el labio inferior. Haberla tenido tan cerca había sido un arma de doble filo, ahora era ella la que quedaba con hambre y las horribles ganas de tener que detenerse a causa del compromiso.

 

Una bocanada de aire fue retenida por sus pulmones y le soltó tratando de solar con ella su deseo de tenerla en la cama, bajó lentamente su mano de su nuca al cuello de la Black y sonrió un poco más despejada.

 

– Entonces Akliz...

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Otto luego de un rato se mueve un poco por que en eso un sonido llamaba su atención el joven miraba como de la nada aparecía su elfo saga-Que quieres?-preguntaba con caras de pocos amigos. Mientras este le explicaba que escuchaba, ruidos en el cuarto de su madre-Estas loco mi madre aun anda de viaje, si ella es de no avisar pero seguro aun no regresa, asi que por ahora tráenos algo de comer ami y mi esposa-le ordenaba sin tiempo que perder mientras pensaba en lo que había dicho la criatura sobre lo de su madre.

 

Mientras miraba como el elfo se iba el joven cerraba la puerta, notando como su esposa seguía durmiendo. Así que la miraba tiernamente volviéndola arropar con la soba ya que se había desarropada, luego del eso el joven va al baño de la habitación mirándose en el espejo.

 

Agarrando su pelo con una mano y poniéndose una cola ya que tenía el cabello largo no quería cortárselo así que ahora se lo agarraba, al mejor estilo samurái mientras que agarraba una hojilla para afeitarse un poco bueno en realidad para arreglarse su barba blanca como su pelo, podía usar magia de su varita. Pero el patriarca de la Black a veces prefería hacer las cosas por sí mismo como hacían los muggles a la vieja escuela, así que sin tiempo que perder luego de un rato de afeitarse abre el lavamanos se hecha agua con sus manos, mirándose en el espejo viendo que estaba todo bien para secarse con una toalla.

 

En eso escucha un ruido suponía que era su elfo con la comida, así que el demonio rápidamente abría la puerta pero no…….no era su elfo. Sino era el de su madre algo que le sorprendió un poco Warhol decía en su mente-Warhol Que haces aquí?-pregunte curioso, mientras el elfo con su típica manera de hablar anunciaba que su madre había regresado, haciendo que Otto sonriera y sin tiempo que perder le seguía hacia la cocina. Pero bueno las cosas que menos uno esperan son las mejores.

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  • 2 semanas más tarde...

Se debatió entre ignorar su instinto o dejarlo salir y preguntar lo que tenía en mente. Era evidente que el nombre de Akliz la había puesto ¿ansiosa?... tal vez algo incómoda. En algún eslabón de la historia la rubia se había perdido y su curiosidad estaba a punto de quebrar cualquier tipo de “momento romántico” que estuviesen teniendo.

 

Levantó la mirada y llevó su mano libre al mentón. ¿De dónde la conocía? No la hubiese llamado amiga, estaba segura. Abrió los ojos en grande y se movió de su lugar, detallando más incomodidad que la que su mujer había tenido. Gruñó sin querer contestar y agradeció tener otro tema del qué hablar.

 

- ¿Qué chica psicópata? Al menos cuando nos cruzamos aún no andaba con nadie. O no la presentó. – Cerró los ojos al sentir el calor de Gabrielle y se relajó, dejándose llevar para besar sus labios.

 

Buscó su otra mano y la acercó un poco más, incorporándose del sillón para recostar a la Delacour con un poco menos de cuidado del que tenía siempre, e inclinándose sobre ella con cuidado de apoyar su peso en la rodilla que estaba sobre el almohadón. Sonrió con altanería, esa que sabía cuánto le molestaba a la francesa, pero que a su vez la volvía loca. A veces se mostraba demasiado segura de sí misma, sobre todo al creer tenerla a su merced.

 

Olisqueó su aroma y mordió el labio inferior con apenas fuerza, cuidando de no rasgar su piel, pero provocando un ligero dolor que luego adormeció con el tibio toque ocasional de su lengua. Se apartó un poco, lo suficiente para ver su rostro y torso con plenitud, y dio un respingo. El cabello de la menor había quedado algo desordenado, con mechones cayendo por el apoyabrazos del sillón y los labios rosados, tan femeninos como los de nadie, aún estaban algo mojados por su beso, entreabiertos.

 

Y cuando creo que ya te he visto de todas las maneras posibles… me mostrás que cada día podés verte más y más hermosa … - Sintió la punzada de deseo; la sequedad en la garganta, y el dolor en donde más deseaba sentirla, y se apartó con cuidado, volviendo a sentarse a los pies de ella. La deseaba tanto… la extrañaba.

 

Yo no tengo problema… mi problema no es con la familia sino con… - Calló y se llevó una mano a la nuca, despeinando su cabello mientras bajaba sus ojos azules hacia la alfombra.Si supieras… a veces me quedo pensando si las cosas el destino las hace por hijo de p*** pero… si te conté que estuve un tiempo en esa familia verdad? –

 

Se levantó aún evitando encontrar su mirada con la de la otra Black.

 

La secuencia de pasos y su sonido eran obvios, más aún conforme pasaban los segundos. Cinco pasos a la derecha, alejándose del sillón, bordeando la mesa. Media vuelta en sus talones y de nuevo hasta el borde del mueble. ¿Por qué se ponía así? Era gracioso saber que podía pasar en segundos de un pobre intento de ser dominante a un cachorrito mojado evitando confesar la culpa.

 

Ya no estabas… - Sin planearlo, su voz dejó salir una nota de dolor. El recuerdo de aquella noche en la fuente sería eterno para ella. – Llevaba tiempo queriendo ser alguien en “el grupo”, si vos me entendés, pero era una niña… en todo sentido.

 

Levantó la mirada y por fin hizo contacto con los hermosos ojos miel que la miraban atenta. Se acercó a ella y se sentó en el suelo en posición india, tomando la mano donde su prometida tenía la sortija que le había dado. Nunca le había hablado demasiado de sus tiempos antes de ser la Ángel Caído “famosa” que había sido.

 

Aún no me había hecho esto… - Llevó la mano de Gabrielle a su rostro y cerró los ojos, haciéndole recorrer la cicatriz sobre su ojo izquierdo. – Fer estaba ausente, Dah, como siempre. Pero era líder. Orión fumaba anís, almendras, ardillas… lo que fuese… y estaba demasiado ocupado tratando él de llegar lejos como para ocuparse de mí. Tampoco era su obligación.

 

Trató de relajar su semblante y le dedicó una sonrisa acompañada de las calumnias al peliazul. Acarició la mejilla de su novia con la otra mano y prosiguió, pidiéndole que le avisara si se aburría o quería cambiar de tema.

 

Y Lú… Era lú. – Se encogió de hombros y rió. – Entonces conocí a Alicia Spinnet. Digamos que ella me apadrinó. Era vieja ya. Seguro la conocías, ¿Verdad? La cosa es que me enseñó mucho a ser más política, dedicada; saber dónde golpear, por así decirlo. Ascendí a MO muy rápido. Me di cuenta que tenía potencial y empecé a ganar experiencia en duelos, a confiar mucho en mí misma. Así que por un tiempo, y hasta que fui capaz de ir creando mi personalidad dentro del bando… me mudé con su familia como una especie de “adopción”. Y … ella estaba con los Rexdemort. –

 

Se detuvo allí. Ya había hablado demasiado y lo siguiente que quedaba era contarle a su futura esposa cuál había sido su propia relación con su ex marido. Sólo pensarlo le volvía a dar nauseas y celos.

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