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Prueba de Videncia #6


Sajag
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Todos sus compañeros atribuían al Arcano de Videncia una tranquilidad que no siempre sentía. Es cierto que Sajag era un arcano sencillo y amable pero no por ello se despreocupaba de la responsabilidad que conllevaba su cargo como ser el Más Alto Rango dentro de la Habilidad de la Videncia. En aquel momento, sin ir más lejos, le gustaría levantarse del suelo donde se había sentado, sobre una de sus sencillas alfombras de estilo hindú, en posición de loto, salir al exterior de la pirámide y ver con sus propios ojos si la señorita Lockhart se había presentado.

 

Era un esfuerzo vano pues él ya la había visto aceptar el reto y superar las pruebas que le había impuesto. No podía, sin embargo, evitar la incertidumbre de que sus Visiones no estuvieran acertadas, sobre todo cuando se trataba de pupilas tan agradables como la rubia que empezaba ahora su prueba para el acceso al Portal.

 

Intentó volver a su concentración, lo necesitaría puesto que quería ayudar, en la medida de lo posible, a la mujer. No soportaría que no pasara la prueba o, peor, que le ocurriera algo que le impidiera volver a casa, con su esposo y con su hijo recién nacido.

 

Y no era para menos, puesto que tendría que pasar por cuatro pruebas muy difíciles antes de llegar a la Pirámide y volver a declamar su aceptación a pasar la Gran Prueba del Portal. La primera, como siempre, sería llegar a la isla, cruzando aquel lago enorme y profundo que intentaría detenerla con una batalla de cartas que tendría que combatir reconociéndolas al instante o la hundirían en el agua. Habría un mínimo de cuatro guardianes en forma de cartas que tratarían de impedirle el camino. Sajag confiaba en que ella recordara el poder de cada una para nombrarlas en voz alta, la forma en que las detendría.

 

Si esta prueba era difícil y podría acabar con ella en el fondo del lago, la segunda era igual de peligrosa. Era una prueba en la que la mujer tendría que pasar por un bosque espeso de ramas y vegetación, ocultando el laberinto donde empezaría la tercera prueba. No iba a ser fácil cruzar este bosque puesto que en cruce de camino vería a dos miembros importantes de su familia en una situación mortal. Tendría que usar la videncia para adivinar qué sucedería si los salvase, si usase su poder de visión para ver el futuro y decidir si lo cambiaba o no. Su decisión sería la que le dejase la mente libre para enfrentarse al laberinto.

 

Esta tercera prueba era relativamente sencilla, si se podía llamar así. Había tres criaturas peligrosas y mortales que no dudarían en acabar con su frágil vida. Sin embargo, ella debía de visualizar con su ojo interior el futuro sobre cuál era con la que conseguiría pasar y descartar las otras dos. Era una prueba fácil: ver en el futuro lo que ya había hecho en el pasado para hacerlo en el presente. Si era capaz de no perder la línea temporal, saldría ilesa.

 

La cuarta prueba sería la más difícil y tensa, puesto que ya estaría muy cansada para ascender los innumerables escalones que llevaba a la entrada de la Pirámide. Y nunca mejor dicho que innumerables. Un canto enfermizo de una Quimera en lo alto del edificio la embrujaría para perderse en una subida interminable que le impediría llegar a la puerta. Su instinto le debería decir cuando dejar de escucharla y cual era el último escalón que pisar antes de entrar.

 

Él estaría allá, esperándola, con una jarra de agua fresca. Sajag sonrió un poquito, muy poco, al recordar que había hecho un poquito de trampa y que había dejado un pedazo chiquito del chocolate que ella le había dejado. Si perdía la Visión, podría ayudarle el ver-oler-sentir el dulce que ella misma le había regalado. Los había embrujado de tal manera que, si ella se sentía muy perdida, un mordisco le ayudaría a relajarse y tener la cabeza clara para enfrentarse al problema que le aquejara en aquel momento. Esperaba que, con eso, la mujer entrara pronto en la pirámide para enfrentarse al portal.

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El arcano le había dado un respiro al permitirle irse a descansar la noche anterior a casa, se lo agradecía porque había podido estar con su bebe y con su esposo, pero el sueño nunca llego, algo en su interior bullía y la mantenía despierta, expectante, haciendo que mirara el reloj muchas veces mientras que las horas parecieron ir con una lentitud poco común, al fin había llegado la hora, tres de la tarde. Y ella se encontraba allá en la Universidad, al descampado, sentada en el incipiente césped que se esparcía por el terreno hasta el borde mismo de las aguas que conformaban el lago que separaba aquel lote de tierra en el que estaba asentada la pirámide, lugar al que debía llegar si quería tomar la prueba definitiva.

 

--Solo hay que cruzar-- se dijo a sí misma, pues nadie más estaba por aquel rumbo, ni siquiera @@Sajag a quien hubiera querido ver para recibir algún tipo de indicación, se encogió de hombros pensando que si no estaba entonces no las necesitaba, él sabía lo que hacía, pero ¿ocurría lo mismo con ella? Si, necesitaba creer que sí. El dilema era como atravesar aquellas aguas profundas, ¿a nado? Era buena en ello, pero prefería el calor del fuego, además apenas estaban en Enero algo del frio navideño debía seguir condesando allá dentro, no, nadar no era una opción.

 

Miro a su alrededor y solo vio unos cuantos pedruscos, algunos troncos sin vida, y uno que otro árbol altísimo del que colgaban infinidad de lianas como si fueran largos cabellos, pero más nada “más nada” pensó y de inmediato retorno su mirada hacia los arboles “Y si… nooooo, seria abusar de mi poder” en su mente se estaba formando una idea, loca y genial, sopeso los pro, los contras y decidió que era factible siempre que fuera un favor y no una orden.

 

Se descalzo antes de levantarse e ir hasta el árbol más próximo, le hizo una reverencia como si fuera un gran señor y luego se abrazo al grueso tronco, y se paro sobre un par de raíces visibles, para que todo lo que ella era y lo que sentía se transmitiera al milenario ejemplar, susurrándole frases en un lenguaje que pocos entendían. Allá estuvo varios minutos, como si tratara de convencer a un viejo amigo de algo, luego se abrazo al siguiente árbol hasta que de pronto un hermoso cantico comenzó a brotar de la garganta de la bruja y solo un par de segundos después las raíces de ambos árboles comenzaron a brotar sobre la tierra, un movimiento telúrico dio aviso del acontecimiento y cuando ceso la sacerdotisa supo que era hora.

 

La varita de la rubia se materializo en su diestra y apuntando a un árbol primero, pronuncio claro pero con una calma que nacía del mismo contacto y entendimiento con la naturaleza vibrante --Mobiliarbus-- un rayo salió de la varita impactando en el tronco y levitándolo hasta la orilla más próxima del lago, luego repitió el hechizo y levito el otro árbol hasta la orilla distante al otro lado y lo asentó allí. Tenía los ojos y el corazón puesto en lo que debía suceder a continuación y entonces la magia de la naturaleza que da a manos llenas cuando no se pretende arrebatar nada, empezó a efectuarse.

 

Las raíces de ambos arboles encontraron asidero en la tierra y se clavaron hasta desaparecer y luego las lianas se tensaron hasta juntarse las de este lado con las de aquel, formando el piso de un delicado puente --¡Siiii!-- exclamo Cye al ver el regalo que había obtenido ante el favor solicitado, era hora de cruzar, por respeto no se calzo y avanzo con cuidado pero rápidamente, antes de que recorriera 200 metros un ente surgió de las aguas haciendo bambolear la estructura sin pasamanos por lo cual la Lockhart termino acurrucada aferrándose a las lianas. Se trataba de una enorme carta que salto al puente haciendo que este quedara de lado ante lo cual el cuerpo de la sacerdotisa empezó a bailar en el aire apenas sujetándose con las manos.

 

--¿Pero que demon?-- las palabras murieron en sus labios al ver la robusta carta como las que tenía su maestro pero de tamaño humano y con una fuerza que bien podía tirarla al lago ¿o ese era el propósito? Negó con la cabeza medio congelada, pues sus pies yacían dentro de las heladas aguas --¿Que quieres? Debes irte, hundes el Puente, me caigo Auxiiiiiiiiilio-- Le grito pero no hubo más cambio que el que la baraja se acercara aun más como si la mirara amenazante. Su cerebro se esforzaba por pensar, pero aquello no tenía lógica, nadie parecía haberla escuchado si caía se congelaría y moriría allí dejando a su bebe… “hay que negociar” pensó, pero como se hacía eso con una carta loca, “con respeto” le respondió su propia mente. Pero el respeto se gana con el conocimiento y ella a esta carta no la conocía excepto porque simbolizaba una advertencia de que la victoria no era solo física sino que se podía alcanzar con inteligencia y destreza, que hay nuevos caminos que buscar sin perder de vista el lugar al que se iba.

 

-Se-señor Caballero de Copas lleguemos a…- la carta comenzó a deshacerse y cayó al agua zarandeando un poco el inestable puente pero dejando a la rubia libre de treparse de nuevo y pararse para poder andar otro tramo antes de que una nueva carta asaltara el puente levantándolo hasta partirlo en dos mitades “otra vez no” pensó, que ocurría con esas cartas del tarot, la serenidad de antes empezaba a desvanecerse y en su lugar el instinto de supervivencia y de urgencia por alcanzar su meta resurgía. La carta significaba conflicto justo lo que le sucedía internamente, una parte de ella luchaba por creer que era apta y que podría con cualquier cosa y otra se empeñaba en llenarla de temores y sabotearla. Pero la carta le recordó que no había necesidad de confrontaciones, pues la diplomacia e inteligencia son más beneficiosas, dispuesta a ello dijo.

 

--Siete de Espadas yo-- de nuevo el obstáculo desaparecía, como si nunca hubiera existido, se acomodo la túnica algo mojada y maltrecha entre tanto colgar y trepar “Si alguna vez me dejan cuidar este puente ni Merlín lo cruza” pensó y de inmediato sus ojos se iluminaron --Eso es, son… son guardianes-- acertó por fin dando pasos nada cortos antes de que la tercera carta le saliera al paso. A un guardián no se le ofendía, gritaba o menospreciaba

--Arcano del Juicio-- dijo sin más sabiendo que el presente y su meta estaba casi al alcance de la mano y que el pasado no tenia control sobre eso. La carta se hizo a un lado y la dejo pasar, ya no podía esperar había logrado recorrer más de la mitad del puente y podía ver la otra orilla, corrió hasta que algo la derribo a escasos diez metros, cuando alzo la vista se dio cuenta que era un enorme arcano (carta) rígida, segura e impenetrable, su postura le recordó a la bruja que su cabeza debía confiar en la sabiduría de sus propios instinto y no racionalizar todo, después de todo contaba con la naturaleza aunque temía comprometerse más de lo que estaba dispuesta a reconocer.

 

--Señora pido me dejes pasar, hermana sacerdotisa por favor hazte a un lado-- no sabía si el petitorio o la confianza con la que lo había dicho habían logrado que la carta se inclinara como haciendo una venia que ella misma correspondió, lo cierto es que podía continuar su viaje y así lo hizo.

 

Cuando por fin sus pies tocaron el césped se dejo caer en él, los dientes de cuando en cuando le castañeteaban, sin embargo estaba aliviada, viva y libre, descanso un momento y se levanto, fue hacia el árbol abrazándolo de nuevo y agradeciéndole por la ayuda, luego volvió a empuñar su varita y a regresar a ambos ejemplares a su lugar. Cuando el movimiento de tierra termino, suspiro complacida de que las raíces hubieran encontrado su espacio bajo la tierra y se giro expectante ante lo que pudiera venir.

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El Arcano lanzó un suspiro de alivio. Era tal como había predicho, la mujer era una gran persona, pura y muy enraizada con la Naturaleza. Era una Sacerdotisa y eso la había salvado de las cartas. Y su memoria. La primera prueba había sido dura; la había cruzado y había aumentado su fuerza. Conocía la base de la Videncia y conseguía que la Madre Naturaleza le guiara en su camino. Pero, sobre todo, era amable y justa; había pedido ayuda y había sabido dar las gracias por ello. Además, había reconocido a los guardianes del saber y había usado las palabras justas: el "por favor" era una expresión de humildad que pocos recordaban, en estos tiempo agitados.

 

Lo sabía. Sajag lo había sabido siempre: Cye Lockhart era una gran Vidente. Sólo tenía que creérselo ella misma. Estaba preparada, esperaba que el mal trago que aún le quedaba por sufrir no le quitara las ganas de vincularse con el Anillo rosa. De entre todas las pupilas que había tenido, el Arcano reconocía a la Vidente más pura y más segura en ella. Lástima que aún dudara de su poder. Si fuera capaz de verse como él la veía...

 

Estaba gastando mucha energía. Estaba dando el pecho a un lindo bebé que le absorbía bastante de ella. El peligro no estaba sólo en las pruebas sino también en si sería capaz de recuperar las fuerzas que iba perdiendo por el camino. Tal vez el chocolate que había esparcido sería un reconfortante para conseguirlo.

 

- ¡Animo, muchacha! Tienes el poder dentro de ti. Sólo has de dejar que fluya de forma natural, como tu habilidad de Sacerdotisa - le murmuró pues aunque estaba en la pirámide, el Arcano la acompañaba en todo momento para ayudarla si era preciso. Tal vez no le oyera o tal vez sí. Nunca había conocido a una Vidente tan poderosa como ella.

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Cye sabía que había superado un obstáculo pero que no sería el único en su camino hacia la pirámide, su objetivo seguía fijo en su mente, y cerró los ojos, repitiéndose -“No todo es lo que parece, a veces hay que ver más allá”- por supuesto no conversaba con nadie sino era un recordatorio de lo mucho que podía descubrir si tenía la mente abierta. Cuando volvió abrir los ojos contemplo todo, sin duda el bosque frente a ella sería lo que enfrentaría a continuación, pero no le temía, la naturaleza era su aliada, así había sido siempre, solo había que ser cuidadosa.

 

Por un segundo sintió el impulso de mirar atrás y recordó la leyenda de la mujer que se convirtió en estatua de sal, así que asió su bolso de cuenta que llevaba terciado al frente y que contenía toda suerte de cosas gracias al hechizo espansor: pociones, espejos, pergamino, vuelapluma hasta un tarrito de tinta, un saquito con hojas de té, un caldero plegable y una taza de porcelana y la infalible botella de agua y una barra de cereal con muuuucha miel, lo único que no pensó en echar fue un trozo de chocolate, rarísimo, en fin. Se agacho y se calzo las sandalias dispuesta a seguir.

 

El bosque se torno espeso, la copa de los arboles estaban muy juntas, tanto que impedía el paso de la luz, lo que hacía que especies extrañas se desarrollaran, con gusto se hubiera detenido a estudiarla y ver si podía tomar una muestra, pero eso era desviarse y perder el norte, no, no. Siguió adentrándose y a cada paso más y más raíces podían hacerla tropezar, algunas flores despertaban ante su roce y quizás hubiera algún bichejo escondido acechándola, pero no le importaba, con varita en mano comenzó a cantar una hermosa melodía en lengua celta que trataba de la naturaleza de su diversidad y de lo mucho que los seres racionales podían aprender de ella, camino durante un rato hasta que algo ato sus tobillos

 

--¡Demonios!-- exclamo al sentir que no podía sostener el peso de su propio cuerpo y cayo cual plátano en el suelo, cuando intento quitarse la liana que la había atado fue jalada y arrastrada hasta un enorme árbol e iba en ascenso golpeándose con las ramas cuando recordó que la luz podría ser su solución estuvo tentada en darle a probar su propio fuego pero no podía, así que la varita tendría que bastar --Lumus soler-- dijo apuntando a la raíz y apenas se ilumino el espacio la Lockhart salió disparada como si el árbol y las lianas o raíces las escupieran, cayo golpeo y revoto hasta para frente a una bifurcación de caminos.

 

-¡Gracias, muchas gracias por el aventón- dijo incapaz de controlar el sarcasmo ante el evidente dolor que le había causado no solo los golpes, sino el rose abrasivo con las ramas y tallos en sus brazos, piernas y cara. Dolida pero con dignidad se levanto para continuar cuando se dio cuenta de que no estaba sola, hacia la derecha estaba Ishaya tirado en el piso rodeado de dementores que flotaban y se llevaban su aliento de vida, en el otro lado estaba su bebe y una enorme pantera negra le asechaba a punto de clavar sus dientes en la suave carne del infante.

 

-¡OH!- grito viendo a uno y a otro, pero su instinto le decía que no podría salvarlos a los dos, que tenía solo una oportunidad, las lagrimas resbalaron por las mejillas de la sacerdotisa, ¿Por qué titubeaba, Ishaya podía defenderse solo, su bebe no y una voz en su cabeza la decía “jajajaja en serio, te parece que puede, míralo” --Esto no está pasando, no puede ser cierto, e.ee.es una prueba de videncia yyyy-- entonces lo comprendió, tenía que empezar a ver las cosas como vidente, el futuro podía conocerlo y si lo hacía podría salvar al que más lo necesitara, golpeo el suelo con el pie derecho pensando que era una tontería, como podía decidir dejar morir al amor de su vida, sin el ya nunca estaría completa y sin su bebe tampoco, era su sueño su anhelo desde que formo su familia, era su sangre. Se dejo caer al suelo con el rostro de cara a tierra, sus lagrimas fueron bebidas por la suelo y de inmediato una que otra florecilla salió a flote desprendiendo su particular aroma, fue entonces que levanto el rostro y busco en el bolso, extrajo un mazo de cartas que en realidad estaban incompleta, pues eran solo las que había estudiado la noche anterior y se dijo

 

--Una carta una elección no necesito más-- puso el mazo en tierra y con la mano las disemino cual abanico, y entonces tomo una y la giro hacia ella, se trataba del Ermitaño --Pero…-- significaba introspección y dejar de lado los miedos, ¿era una broma? No podía ser más ambigua la carta con relación a su situación, aunque sus miedos bien los conocía, no poder proteger a su hijo y perder a su esposo a causa de… pero sus miedos eran infundados, su hijo poseía una magia tan grande, herencia de sus dos padres que bien podía protegerse solo, incluso antes de nacer la había protegido a ella; luego Ishaya estaba desmayado, un mago tan hábil, aunque debía recordar que ya no tenía ciertos poderes, esos habían sido nublados una vez que dejo la Orden. Recogió las cartas y las guardo, acto seguido apunto con su varita y dijo

 

--Expecto Patronum-- ante esto un haz de luz salió de su varita haciendo que un hermoso cisne blanco y joven flotara directo a los dementores, la energía era alimentada por la felicidad que compartía la pareja, como era el de tener a su hijo en brazos, aquella mirada vidriosa y esa sonrisa al sostener al pequeño por primera vez. Cuando bajo su varita la bifurcación no existía, así como no estaban ninguno de los dos seres y sus amenazas. Era libre de continuar.

 

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Rápidamente avanzo hasta notar una especie de arcada cubierta por un follaje espeso, “otra vez no” pensó, suponiendo que esa era la entrada al laberinto y que esas ramas no era del todo inofensivas, ¿serian como el sauce boxeador? O ¿una enredadera venenosa? Como fuera no iba a dejarse atrapar, tenía varias formas de pasar pero eligió una que no dañaba a nadie Así que se apunto pensando “Salvaguarda Mágica” de inmediato la Lockhart se hizo invisible, atravesando las enredaderas sin que la materia solida de que estaban compuestas le afectaran, del otro lado se hizo corpórea de nueva cuenta y sonrió triunfante viendo lo que había dejado atras, no había tenido que arremeter contra ninguna planta, así que si, era un logro.

 

Todo su rostro era armónico con la sonrisa que mostraban sus labios, hasta que se giro con la intensión de avanzar, entonces todo vestigio de alegría desapareció, un tercer trío de obstáculos se interponían entre la salida del laberinto y ella, lo que la hizo preguntarse si el que aparecieran tan pronto habría tenido que ver con que su jugada anterior se podía interpretar como una pequeña trampa, el sonido atenazante la hizo despabilar de aquel par de ojos redonditos que era lo único bonito en aquella acromantula, seguido de un Gales verde en apariencia joven pero no bebe y al lado volaban una fila perfecta de Doxy, ya podía imaginar sus dos hileras de dientes inyectando el veneno en su cuerpo. Tres criaturas para nada despreciables y cuyo ataque era potencialmente mortal ¿Cómo rayos iba a salir de eso? Se estaba preguntando la bruja, tenía que significar algo, pero que, era impensable que pudiera defenderse de los tres al tiempo, así que algo no estaba viendo. ¿Acaso se trataba de eso de no ver con los ojos convencionales?

 

Cerró los ojos sin moverse, no quería dar pie a que la atacaran, debía hacer poner su mente en calma, algo que como sacerdotisa hacia con frecuencia, así que simplemente relajo los músculos, dejo que la tensión abandonara su cuerpo y liberara su mente, que se desvaneciera todo a su alrededor y entonces su ojo interior empezó a trabajar:

 

Vio a una bruja toda… sucia con la ropa mojada, el cabello hecho un asco pero sus acciones mostraba determinación y la plena convicción de lo que estaba haciendo, percibió una seguridad que ya quisiera tener ella, manejaba una bonita varita con maestría y no le temía a aquella amenaza que era la acromantula, seguramente con un nivel superior al suyo, le había lanzado un rayo para reducir tres veces su tamaño lo cual no significaba que dejara de ser un peligro pero si era más manejable la situación y luego de la misma varita había salido una llamarada que había alcanzado al ejemplar reducido haciéndolo caer, la bruja salto sobre el animal espatarrajado para avanzar pero antes giro, cuando lo hizo pudo ver el rostro y era ¡ella misma!

 

El viaje al futuro termino violentamente al verse por primera vez sin prejuicios y con todas aquellas capacidades que ignoraba, todo era tan claro como si hubiera sucedido allí mismo tiempo atrás, tardo uno o dos segundos en reponerse, aunque sus ojos estaban abiertos los sonidos empezaron a llegar apenas, pero no le importo, ya sabía lo que tenía que hacer, apunto a la acromantula y grito.

 

--Reducio-- hacienda que de su varia un rayo viajara hacia el animal y le impactara para reducir considerablemente su tamaño, luego y sabiéndose sola, pensó en una invocación ”Fuego Purpura” con lo cual de la varita salió una llamarada violeta con el poder de sacar al arácnido fuera de combate apenas lo toco, haciendo que se desplomara en el piso del laberinto, y entonces mientras pensaba que eso era mejor que matarla o petrificarla las otras dos criaturas quedaron estáticas, por lo que la Lockhart se obligo a saltar por encima del animal y se alejo un metro para luego volver el rostro y comprobar que no la seguían, en efecto la amenaza había desaparecido y ella no había alterado en nada la línea del tiempo. Corrió tan rápido y fuerte como pudo hasta que salió del laberinto y sintió como el aire tibio le rosaba la cara --Solo faltan los escalones-- se dijo a si misma sin fuerzas para continuar.

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- Es hora de refrescar el agua.

 

Sajag era un vidente parco en palabras. Tal vez por eso pocos comunes se paraban a mantener una conversación con él. Eso y porque solía interrumpir alguna verborrea pesada y ajena con cortas frases de futuros inciertos. A nadie le gusta que le sugieran una enfermedad familiar o un inafortunado desliz que aún no ha sucedido.

 

El Arcano sabía de la soledad de su cargo como el más sabio de la Videncia. Por eso, sabía que esta mujer llegaría ante él y necesitaría del agua para despejar su mente de todo lo ponzoñoso que la Quimera le habría infundido en su mente. Después algo de fruta, algún té o algún dulce propio. Sabía, lo sabía, que la señorita Lockhart tenía forma de adquirir los carbohidratos y las proteínas, incluso las calorías necesarias para su recuperación.

 

Pero necesitaría agua fresca, algo que ella no tenía.

 

Le dejaría beber el agua, que se saciara, que hiciera alguna infusión revitalizante, si lo creía necesario... Y después le haría la gran pregunta.

 

- Srta. Cye Lockhart. ¿Está dispuesta a cruzar el Portal para disputar su anillo de Videncia? - Le diría que sí, también lo sabía. Como sabía que el vaso en el que sostenía el agua pura y fresca que le había ofrecido, se transformaría en el anillo provisional que envolvería su dedo y le acompañaría todo el tiempo que estuviera tras el Portal.

 

Y él se quedaría sólo, allá, en la Pirámide, observando un lugar vacío y rezando a Brahma, el Dios hindú de la Sabiduría, para que la acompañara durante aquel camino y la trajera de vuelta.

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--Solo faltan los escalones-- se dijo a si misma sin fuerzas para continuar pues cuando intento levantar el pie hacia el primero cayó de bruces, las lagrimas acudieron a sus ojos con un poco de frustración había llegado tan lejos para no lograrlo, se mordió temblorosa el labio inferior y percibió el aroma de algo que de inmediato la paralizo, ¿eso era chocolate? Si, si y de muy buena calidad y entonces allá mismo flotando a escasos centímetros del escalón estaba un trocito chiquito

--Specialis Revelio-- dijo apuntando con su varita para descubrir si tenía alguna maldición o si simplemente era un espejismo y al impactar el rayo desaparecía, pero nada paso y entonces la rubia alargo la mano para tomar el dulce y lo metió en su boca dejando que se derritiera y que sus papilas gustativas hicieran ese suculento viaje mientras su cuerpo reaccionaba a las calorías que estaban ingresando a su organismo.

 

No supo cuanto tiempo estuvo allí, de lo que si estaba segurísima es que había aprovechado hasta el último vestigio de chocolate ese que había quedado en el dedo que se relamió. De las lagrimas si acaso quedaba el camino más claro en el rostro de la chica, se levanto consciente de que no estaba sola, un canto comenzó a hacerse más y más fuerte, imposible de ignorar, aunque eso no le impedía subir los escalones --¿Qué diantres?-- profirió al volver a levantar la vista y darse cuenta que eran muchas más gradas de las que había observado en un principio y al final encima de todo estaba el causante de aquel lastimero canto.

 

Tomo aire y comenzó la travesía, un escalón, dos escalones, cinco escalones, diez escalones, quince escalones, volvió a mirar hacia arriba y la distancia no disminuía, mientras que el sudor perlaba su frente, haciendo que perdiera sales minerales esenciales para sentirse bien, pensó en tomar una poción herbovializante pera incluso a ella, eso le parecía trampa, seco el sudor con un delgado pañuelo de algodón que extrajo del bolso con manos temblorosas y siguió subiendo hasta que en el escalón numero veinte se dijo que era imposible, algo no estaba bien, ya solo quería sentarse a escuchar el cantico y desistir.

 

--No, no, es inconcebible de mi parte no llegar-- ¿Qué era diferente de la vez primera en que fue a la pirámide? A parte de la habilidad, el arcano, y que no estaba embarazada, los escalones y la quimera, sabía que la magia podía modificar distancias pero para que hacerlo después de fundada la edificación, no eso no era, ¿Qué sabia de las quimeras? Poco más que era un animal mítico, feroz, rápido y no domesticable, que suelen usarse para custodiar algo e incluso son buenos para los acertijos, ¿o esos son implantados? Como fuera ese cantico la estaba enloqueciendo, así que tapo sus oídos con las manos mientras su mente bloqueaba el sentido de la audición y subió tres escalones más y se dijo.

 

--Seguro que hay algún embrujo que oculta la puerta-- y en vez de subir el pie para encontrar otro peldaño lo deslizo por el suelo hacia el frente y no encontró traba, deslizo el otro pie y tampoco la hubo entonces como si una cortina hubiera caído se develo la puerta que la separaba de su meta. Un par de segundos después estaba en el interior viendo el rostro del arcano @@Sajag hacia donde camino como quien está deseosa de encontrarse con un buen amigo.

 

--Maestro, Maestro, aquí estoy--

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Ya estaba allá, a su lado. Se dio la vuelta hacia el Portal para que no viera la felicidad que sentía de verla sana y salva. Sajag siempre sentía algo de miedo de que llegara un día que sus propias Visiones fallaran. Sabía que era algo imposible pero no podía evitarlo. Se quedó mirando el Portal y notó su vibración. La reconocía y la admitía en la prueba.

 

Se abriría.

 

Sin embargo, antes de que lo hiciera, el Arcano sabía que ella debería contestar a la pregunta.

 

- Ahí tiene agua fresca, si quiere hidratarse... También puede hacerse una tisana, si quiere recuperar fuerzas - le informó, porque ya había visto en su propia visión que lo había hecho, que lo tenía que hacer.

 

Espero que ella decidiera lo que quería hacer. Que él hubiera visto lo que había hecho-haría no significaba que le negara la posibilidad de elección . La Videncia es un arma de doble filo, es bueno saber pero muchas veces Saber no es tan bueno... Suspiró, meditando sobre sus propios pensamientos hasta que se dio cuenta que, por poco, se olvida de la gran pregunta:

 

- El Portal se está abriendo.... Srta. Cye Lockhart. ¿Está dispuesta a cruzar el Portal para disputar su anillo de Videncia? Si es así, aproveche ahora para entrar o dé media vuelta; aparecerá en la otra orilla del lago sin ningún percance.

 

¿Habría visto el Anillo de Aprendiz de Vidente que se le había aparecido en el vaso de agua? Sin él, tal vez podría cruzar el Portal pero es seguro que no volvería nunca y se perdería en un limbo oscuro.

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El arcano parecía contento, no seguro que la contenta era ella y lo estaba proyectando en el rostro de su maestro, pero no le importaba, este había sido un recorrido muy difícil, sobre todo la parte de sus familiares, era… se le erizaba la piel de solo recordarlo o seria por el frio que se había calado en sus huesos por la ropa mojada de cuando casi cae al agua en el puente, y aunque el arcano le dio la espalda ella simplemente lo abrazo, tanto como pudo con sus brazos cortos y apoyo su mejilla en la espalda del buen hombre.

--Gracias por la ayuda-- se refería al chocolate y a lo que no se veía pero que existía, la buena energía que transmitía y que había dejado por todo el lugar, luego se alejo al escuchar que mencionaba la tisana y el agua fresca, sintió que la garganta estaba más que reseca de lo que recordaba haberla tenido nunca y si que se le antojaba el liquido transparente. Fue a donde le señalo con la intensión de preparar una tisana para ambos, esta vez haría un poquito de trampa se decía al pensar en la ebullición del agua cuando noto algo que estaba en el fondo del vaso, era un anillo, sus ojos pasaron de la joya al arcano, pero no dijo nada, en cambio vacio el liquido en la tetera y dejo caer el anillo en la palma de su mano para luego calzarlo en su dedo medio.

Tomo la tetera y la aferro con fuerza y por gracia de su magia personal el agua había estaba en su punto justo esperando los otros ingredientes que no eran otros que té en cualquiera de sus formas. Saco un saquito diferente del que le había obsequiado en sus aposentos, de su propio bolso, y vertió la cantidad justa para preparar dos tazas, dejo que la mezcla de té con mandarina miel y moras tomara cuerpo, luego lo vertió en las tasa ofreciéndole uno al vidente y sirviéndose la propia, disfrutando hasta la última gota, no sin escuchar que el portal se estaba abriendo y la sugerencia del hombre.

--Lo cruzare-- dijo con toda la determinación que pudo, que sentía, aunque no se movió hasta terminar la bebida que no admitía apuros, puso la taza al lado de la tetera y del resto del saquito que obviamente quedaba para @@Sajag. --Gracias por la tisana-- le hizo una reverencia y se encamino hacia el portal dispuesta a dar lo que sea que se necesitara para quedar vinculada al aro de la videncia.

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¡Esa era la mujer que el Arcano había visto cruzando el Portal! Decidida, abierta a todas las posibilidades que se le presentarían en el camino, amable y de corazón bondadoso... Lo tenía todo para regresar victoriosa, enlazando su destino con el del Anillo vinculado al de Videncia. Desde que la había visto acercarse a su centro de estudios lo había sabido: Cye Lockhart sería una gran Vidente e iba a dar la talla en la prueba. El mismo portal no había dudado en abrirse ante su presencia.

 

Era una mujer excepcional. Eso lo había sentido a lo largo de este tiempo en los que habían estado juntos, como maestro y pupila. Era, además, humilde en sus comentarios y, sobre todo, sabía reconocer lo que le habían dado y agradecer, tanto a él como a lo que le rodeaba, entendiendo a la naturaleza que parecía formar parte de su presente, pasado y futuro como una gran compañera, por la ayuda prestada.

 

Lo tenía todo para conseguirlo.

 

Es por eso que Sajag, asintiendo con una sonrisa leve asomando a sus labios, inclinó la cabeza en forma de saludo y le animó en el Viaje que comenzaba ahora mismo.

 

- Que la Diosa de la Sabiduría le acompañe, señorita Lockhart. La veo capaz de superar todo lo que se le presente. Pero recuerde que, si necesita mi ayuda, o si quiere volver, salir de ahí, sólo tiene que frotar su Anillo provisonal y pedírmelo. Conseguiré que regrese sana y salva. Pero estoy seguro, lo sé, que saldrá por su propio pie.

 

Después añadió.

 

- Buena suerte.

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Su maestro, aquella persona con una energía especial, si, si ella podía sentir las energías, podía ver las auras, pero ver el futuro, conocer el presente inmediato de las personas o viajar al pasado eso era otra cosa, compleja, difícil, pero no imposible y las palabras del arcano la llenaban de esperanza, de fe, tenía ganas de tenerse la misma fe que el hombre parecía tenerle, no se había equivocado en nada, todo lo que le había dicho hasta ahora se había cumplido, entonces era momento de confiar y dejar que su mente viajara a donde tuviera que ir y que su cuerpo fungiera como el vehículo ideal para atravesar el portal.

Sus orbes celestes fulguraron con determinación quería adentrarse en el portal, conocer sus secretos poder controlar su ojo interior si es que eso era posible, quería ganar la vinculación al aro de videncia no como un trofeo, no, quería merecer el privilegio y la responsabilidad, ¿Qué tenía que hacer? Cruzar desde luego pero ¿y después? ¿Qué seguía despues?

--Voy a tomar la prueba maestro, y que sea como usted dice-- obvio se refería a la bendición que @@Sajag le acababa de dar con aquella simple frase “que la diosa de la sabiduría le acompañe” no necesitaba conocer demasiado al buen hombre junto a ella para saber que era de corazón noble y con una bondad infinita que rara vez era reconocida y menos recompensada, al menos no con compañía, deseo por un momento volver luego de terminar aquel proceso a saludarlo y charlar, a consultarlo o simplemente a sentarse junto a él callada en una sublime meditación, los buenos amigos, las almas afines, no necesitaban palabras para comunicarse, y hasta el silencio era una forma de fortalecer lazos o de compartir, pero eso… eso sería después si es que el universo conspiraba para que se diera.

El anillo de aprendiz yacía en su dedo, potente como una gran fuerza que la obligaba a avanzar o a volver sobre sus pasos, pero nunca a quedarse inmóvil ni física ni mentalmente. Miro con detenimiento la sala circular como si quisiera guardar en su memoria cada detalle, aunque pareciera increíble allí estaba ante el portal, una de las siete puerta, la de la videncia se había abierto para darle paso, sin poder evitar acariciar el anillo y sin notar que aquel movimiento hacia que la piedra rosáceo acrecentara sus tonalidades áureas la rubia le hizo una pequeña inclinación al arcano y camino directo a su destino.

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Un trío de mariposas revolotearon ante sus ojos, mismos que tuvo que cubrir con una de sus manos, pues la luz llego de lleno a ellos, debía acostumbrarlos de la tenue iluminación de la sala circular a la esplendida mañana a campo abierto en la que se encontraba. Cuando eso sucedió bajo la mano mientras admiraba un hermoso paraje, césped verdecito, margaritas dispersas hasta donde alcanzaba la vista y un hermoso lago, allá estaban sillas blancas alineadas como gradas, obedientes una tras otra, un hermoso arco cubierto de flores naturales tal como a ella le gustaba custodiando una pequeña plataforma donde estaba un altar diminuto, pero capaz de contener frutos, agua y fuego.

-¡Que lindo! ¿Que estarán celebrando?- dijo avanzando hacia el lugar, sin notar que su propio atuendo era de gala, una hermosa túnica sacerdotal en tono blanco. Las flores parecían escogidas por ella como si una especie de favor a la naturaleza hubiera sido pedido o a cierta amiga con tal don. Paso la mano por el respaldar de la silla notando que el altar era de piedra, no cualquiera, esa piedras estaban en… no, no, ella nunca las expondría así por así. De pronto una voz le reclamaba movimiento “que no piensa venir a ayudarme era mi asistente hoy” se mofaba una mujer de pelo violeta, ella también traía una túnica muy bonita

--Seré tu asistente ¿para qué asunto?-- pregunto a su cuñada, pero claro que su mente ya le decía que era asunto de sacerdocio, entonces una sonora carcajada escapo de los labios de la Potter y la acuso “Te vas hacer la amnésica para no casar a tu hijo” ¿le bromeaba? ¿Qué hijo se casaba? La respuesta llego hasta ella a través del sonido de una voz que no reconoció, se giro de inmediato y vio a un hombre sumamente atractivo, de cabellos rubios como el sol, de tez blanca y labios finos, y cuando el sonrío pudo ver las facciones de Ishaya en aquel nuevo rostro.

--¿Eirian?-- a lo cual el mago respondió depositando un sonoro beso en la mejilla de Cye “Madre hasta parece que no me conocieras, mi padre si me dijo que esto iba a ser difícil para ti” expreso señalando hacia el camino que conducía hacia un imponente castillo donde un mago, Ishaya, estaba conversando con uno de los elfos. --¿Cuántos años tienes?-- quiso saber y entonces vio algo de confusión en aquellos ojos, también reproche en los de su cuñada pero el joven respondió que veinticuatro, Cye se llevo una mano a los labios para ahogar una expresión de sorpresa, emoción y miedo. Fue entonces que comprendió que estaba viendo el futuro de su hijo, ese bebe que tenía apenas días de nacido, su razón de ser.

--Te amo-- alcanzo a decirle con ojos brillantes, a lo cual el respondió con un “Yo también” entregándole una flor abierta y su esplendor que hacía unos pocos segundos era solo un capullo y que en sus manos se había transformado, ella lo miro ¿era un sacerdote como ella? Tenía tantas preguntas que hacerle, a él a Ishaya, a Sagitas, pero parecía no haber tiempo, la gente empezaba a llegar, trato de calmarse, reconfortándose con el hecho de que seguía estando en la Lockhart, si, si, su hogar, su hijo había crecido hermoso, sano y su padre estaba allí, no le había perdido después de todo como temía, porque estaban juntos ¿no?

--Dime que ese hombre es mi esposo todavía-- pidió aferrando el brazo de su cuñada hasta que la sangre no circulaba, una vez que Eirian se alejo, la Potter le bromeo “Que yo sepa ni muerta se libraran uno del otro, eso ya deberías saberlo” un suspiro de alivio salió de lo más profundo de su pecho pues había estado conteniendo el aliento --¿Y sus inclinaciones?-- fue entonces que Sagitas la miro con desconcierto o quizás preocupación “Ya me estas alarmando, no me digas que confundiste una poción tranquilizadora con una de olvido justo hoy” Cye negó con la cabeza, no podía decirle nada, cosas terribles pasaban por cambiar el cursos de los hechos sin razón y aun no tenía una razón para decir que venía del pasado.

“Una copa amita” las bebidas circulaban cuando el medallón en su cuello vibro y Cye corrió hasta el interior del castillo, un dolor que le cimbro el corazón se esparció por cada terminación nerviosa del cuerpo de la bruja era su hijo, la voz de Gilderoy desde el cuadro en el salón principal a esa altura tanto Ishaya como Sagitas la alcanzaban, y cuando entraron en la habitación Eirian estaba tendido en un pozo de sangre, su corazón había sido atravesado por una extraña daga de hielo y una mujer estaba parada a su lado, parte de su sangre estaba en sus labios y en sus manos.

Cye se abalanzó sobre él pero reboto una protección lo rodeaba y no permitía que nadie se acercara, la mujer entonces se transformo de aquella apariencia hermosa y dulce con su vestido blanco a una más cruel diciendo “Siempre ha sido nuestro, creíste que no lo reclamaríamos después de su nacimiento, tuc-tuc-tuc-tuc ustedes hicieron un excelente trabajo aumentando su poder que ahora es nuestro” La mente de la rubia retrocedió a los ataques, a los cuervos aquel día y la intempestiva huida a tierras lejanas y más segura y recordó las palabras del nigromante en su prueba final “media vida te pertenece por la otra tendrás que luchar o sacrificar” no hablaba de ella, sino del hijo que entonces llevaba en el vientre. Sin saber porque miro a Ishaya teniendo la certeza de que en él había la misma oscuridad que amenazaba con tragarse a su hijo, era absurdo lo estaba incitando a usar ese lado que ella intuía pero que no conocía a ciencia cierta, estaba pidiéndole que actuara como un mortifago a sabiendas que ella había luchado toda su vida contra ellos, después de eso no había vuelta atrás, o lo justificaba o lo perseguía.

Sus miedos se estaban materializando uno a uno después de tantos años, al final la felicidad era efímera, raticos y lo que era siempre saldría a flote por mucho que uno tratara de ocultarlo. --Tu no hagas nada, yo, Sagitas y yo nos encargaremos, lo traeremos de vuelta-- dijo en un último intento por protegerlo a él su gran amor de ella misma y recuperar a su hijo, pero fue demasiado tarde, Ishaya ya no escuchaba, estaba sordo de ira y de dolor, una magia que no había visto antes fue desplegada atravesando la barrera y se fue persiguiendo a la mujer a través de un portal que se había abierto. Mientras que ella había abierto otro para ir en busca de su hijo, pero ¿qué tanto sabia de él, era merecedor de aquel regalo, cuál sería el precio por revivirlo ahora mismo a través de la nigromancia?

--NOOOOOOOOOO-- grito desesperada y cerró los ojos, eso basto para que la estancia cambiara, estaban en el mismo castillo pero en aquel saloncito subterráneo que había descubierto a través de los intrínsecos pasadizos que ahora sabia tenía el castillo. La curiosidad reinante a los 14 años la había llevado a explorar la diminuta habitación con todos aquellos tesoros, pero había uno muy especial que se le antojo abrir, una caja de cristal que contenía una daga fina, transparente y fría como si de hielo estuviera hecha, con ella una nota

“La maldición te ha sido heredada y no puedes escapar
una vida debes cortar de tus antecesores si es que no la quieres conservar
o uno de tus descendientes el precio tendrán que pagar
piensa bien tu elección pues al tiempo no podrás burlar
aunque la daga en su estuche se llegue a extraviar”


La maldita daga era la misma que había escondido cuando su abuelo Gilderoy la había descubierto en la habitación momentos después, el frio del hielo casi la quemaba mientras rogaba porque el mago saliera de allí, era su único antecesor, por eso cuando él se fue, se juro que no se enamoraría y así la maldición no tendría eco, pero con el paso de los años se le olvido sobre todo porque el cofre como la habitación había desaparecido, nunca más se acordó hasta ese futuro aun lejano.

--No se puede dejar nada al azar, tendría que haber destruido la daga y ahora no estaría enterrada en el corazón de Eirian-- dijo frustrada y dolida consigo misma con lagrimas que inundaba su rostro, la visión borrosa, pero algo la impulsaba a respirar con más calma, y u fuerte dolor de cabeza se apodero de ella, tuvo que cerrar los ojos y entonces allí estaba, la habitación y ella recorriendo el pasadizo con la misma ropa ahora vestía.

--No puedo burla al tiempo pero si transmutar la energía de esa daga y rastrear el origen de la maldición, tengo veinticuatro años para averiguar cómo-- había viajado al futuro, al pasado y regresado al presente con un regalo más precioso que cualquier joya, tiempo para actuar, ahora no dudaba de lo que había visto, de su veracidad, estaba agradecida y cansada y adolorida y cayo desmayada, no sin antes pedir ayuda si es que era posible ante una puerta. La bruja no supo si era otra etapa y ya no tenía las fuerzas suficientes para enfrentarla o era el propio portal que la devolvía a la sala circular. ¿Habría superado la prueba o era solo parte de ella?.

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