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∞ La Mazmorra ∞ (MM B: 99618)


Mentita
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Rápidamente Brutus se inclinó para observar el extraño espécimen. Su rostro esbozaba una expresión de asombro insoslayable, sus manos intentaban tocar con suma delicadeza a la pobre criatura que se mostraba sumamente asustada mientras que Dovakhin miraba con complicidad a Candela en un intento de decirle con la mirada que "había caído".

De inmediato el Noruego alzó la vista y atendiendo a lo que la Triviani le decía le contestó su suposición.

—Puede ser, quizás sea un híbrido producto de un experimento— Soltó mirando ahora a la criatura nuevamente —O tal vez es una mal formación o una cruza entre dos especies distintas— Intentó analizar más al elfo quien inexplicablemente volvía a su forma original. Primero un brazo, luego una pata y la forma iba cambiando repentinamente. Brutus se vio tan abrumado que no llegó a responder con suficiente rapidez pues sólo había atinado a sacar su varita.

 

—Expelliarmus— Exclamó y de inmediato el robusto hombre salió disparado hacia adelante chocando su rostro con la barra, lo que hizo tambalear a la misma y ésto produjo que una de las botellas allí vacías se cayera y se estallara en la cara del pobre hombre. Por otra parte la varita del extranjero había salido despedida y de inmediato Dovakhin la tomó en su poder, luego miró a Candela, le sonrió y al instante cambió su expresión a una seriedad fulminante cuando posó su mirada en el elfo doméstico.

—Sólo tenías que hacer una cosa bien— Le recriminó al pobre Rod.

 

Para no acaparar todo el protagonismo, Dovakhin le hizo un gesto a su compañera y con un tono algo exagerado simuló la misma cortesía que su invitado especial sin cabello —Oh bella dama, ¿haría los honores?— Sonrió e hizo una reverencia para que Candela prosiguiera y comenzaran la tortura planeada. Había sido bastante sencillo de hecho.

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No pudo contener la risa que le provocó ver el rostro estupefacto de Brutus, su apariencia podría ser bien la de un hombre tosco y fuerte, con sus manos que daban la impresión de que te aplastarían el cráneo con sólo tocarte; pero no presentaba una amenaza para la Triviani ni para el Haughton, menos cuando ambos tenían mucha más experiencia en el uso de la varita para matar. Algo de lo que no podía presumir su víctima, tenía la bondad dibujada en el rostro.

 

-¿Rod se puede marchar? -preguntó el elfo con los ojos anegados en lágrimas.

 

La gitana asintió sin quitar los ojos de encima del corpulento hombre, a lo que elfo, sin dejar de dirigirle miradas de odio a Dovakhin, interpretó como una señal para escapar de allí de una vez por todas. O hasta que a su ama se le ocurriese convocarlo.

 

- ¡Oh, basta! Harás que me ruborice -respondió a las palabras del rubio y llevó ambas manos a su rostro fingiendo avergonzarse.

 

Inmediatamente enarboló su varita. Pensó por un momento que había perdido la costumbre, pues tuvo un blanqueo de dos milésimas de segundo al no ocurrírsele absolutamente nada. Era normal, pasaron años desde la última vez que hubo torturado a alguien.

 

- Incárcerus -el siseo fue provocativo.

 

Tres gruesas cuerdas, muy convenientes considerando el tamaño de Brutus, salieron disparadas de la varita de la Triviani. Dos de ellas lo ataron de manos y pies, y la tercera se adosó a su cuello, de modo que le cortaría las vías respiratorias muy lentamente. Sonrió al escucharle maldecir en una lengua extranjera, arriesgándose con cada palabra a morir asfixiado.

 

- Shhh... shhh -trató de calmarlo con aire maternal.- Si sigues esforzándote, el tiempo que nos queda se nos acabará pronto. No queremos matarte rápido... Tienes algo que necesitamos y debes dárnoslo antes...

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Candela lo había maniatado a la perfección, ahora solo era cuestión de seguir torturando al tipo para que diera información aunque quizás si lo ahorcaban un poco de más posiblemente podrían llegar a asesinarlo por accidente antes de que dijera dónde guardaba los huevos de dragón. Brutus por su parte se retorcía de dolor, intentaba hablar pero se atragantaba con la cuerda que se enrollaba en su cuello como una serpiente.

—A ver inútil— Le propuso una buena patada en el rostro, se puso de cuclillas, le levantó la frente sujetándole el mentón con su diestra y lo miró fijamente a los ojos —Me dirás dónde están los huevos de dragón que me mostraste en Noruega o te mato— Sentenció dejando caer el mentón del robusto hombre al suelo para luego ponerse de pie y mirar a Candela.

 

—No podemos matarlo— Le dijo —Tenemos que buscar la manera de que hable pero... éste... idi***.. no.. coopera— Decía con palabras entrecortadas porque con cada palabra le pisaba la cabeza una y otra y otra y otra vez hasta dejar sangre esparcida por el suelo producto de una nariz rota y una boca hinchada por haberse golpeado reiteradas veces en el suelo. —No me gusta que me hagan esperar, y tu me hiciste esperar mucho tiempo hasta llegar aquí—

 

Brutus estaba callado, había recibido feroces golpes, estaba siendo ahorcado pero el sujeto aguantaba todo como un verdadero campeón. Intentaba reincorporarse pero le era imposible, hasta que de pronto inexplicablemente se puso de pie. Con sus fornidos músculos se deshizo de las cuerdas que sujetaban su cuerpo y finalmente con los brazos se quitó las del cuello. —Mitad mago, mitad gigante— Dedicó una mirada de odio puro tanto al Haughton como a la Triviani. Estaba totalmente furioso —Una cuerdita no me hará nada— Avanzó con paso seguro hacia Candela e intentó atraparla entre sus enromes brazos para usarla de escudo contra el mago.

 

—¿Crees que la fuerza te ayudará contra mi? bestia vulgar— Una expresión de asco se dibujó en la cara de Dovakhin quien parecía de alguna manera alguien totalmente diferente al que era hacía unos minutos. Había cambiado rotundamente su personalidad de un momento a otro.

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Cada momento era adrenalínico. La salamandra en su cuello había empezado a palpitar ávida de sangre y las circunstancias ayudaban a que se alimentase de deseo de matar. Candela trataba de calmarse a sí misma, pues no pretendía mostrar su otra cara ni siquiera a Dovakhin, no allí. Pero si continuaba con ese espectáculo no tendría más opción, pues con situaciones como aquella era imposible resistirse.

 

Su gesto era la impasibilidad hecha rostro, ni siquiera se inmutó cuando Brutus -quien resultaba ser mitad humano, mitad gigante, lo que explicaba su descomunal tamaño si se creía que era un simple hombre- rompió las cuerdas como si se tratase de simples hilos de coser, no supuso gran esfuerzo deshacerse del incárcerus de la gitana con su gigantesca fisonomía. Pero el peor error que pudo cometer, fue el de intentar aprisionar a la Triviani entre sus brazos.

 

La furia de su marca demoníaca superaba a sus pobres intentos de sumisión, Louise estaba lista para salir y tomar posesión de lo que -ella creía- le correspondía por derecho, la libertad de manejar ese cuerpo a su antojo y tomar la cabeza de todo el que intentase dañarla. El demonio odiaba con toda su alma maldita a Candela, pero consideraba la única con la autoridad suficiente para infringirle daño era ella, y nadie más que ella. Por lo tanto, al sentir los brazos del semi gigante alrededor de sus hombros, pegó tal sacudón que parecía que iba a explotar; tras eso, desapareció escurridizamente dejando únicamente el vestido de la Triviani en manos de Brutus.

 

― Veo que te gusta jugar, utilizar a una mujer como tu escudo... ―siseó chasqueando la lengua, detrás de la formidable figura.

 

Del aspecto de Candela no quedaba absolutamente nada. Sus ojos era dos esferas de color índigo que se fijaron obsesivamente en su víctima; su cabello, largo y como la nieve, estaba atado en una coleta. Antes de que el semi gigante pudiese reaccionar, Louise hizo emerger docenas de flechas de la varita de Candela. Las fechas se clavaron en manos y pies de Brutus. Si bien era mitad gigante, no podía evitar resultar afectado por el repentino ataque de Norghdam.

 

― Es una lástima que no pueda hacer uso de ciertos hechizos... ―ronroneó conforme se iba acercando al rosto de su víctima, quien había caído una vez más al suelo.― Pero créeme que soy capaz de hacer... muchas otras cosas que, te aseguro, no te van a gustar... ―tomó la cara de Broadmoor entre sus manos, que más parecían garras, y besó sus mejillas con cierto frenesí.

 

Acto seguido, sólo se pudo escuchar el rugido de dolor del semi gigante. Las garras de Louise se habían hundido en sus cuencas oculares. Cuando se separó de él limpió la sangre de sus labios con uno de sus dedos, y se lo llevó a la boca. Tardó un instante en darse cuenta de que lo único que cubría su piel eran las marcas tatuadas de sus víctimas, de modo que le arrebató al Haughton su sobre todo y se lo colocó para ocultar su cuerpo, no sin antes oler la tela de manera un poco obvia.

 

― Huele a... ―su lado demoníaco le confería más poder a sus sentidos, y ella misma podía adivinar ciertas cosas de los demás― Imperdonables... no hemos sido muy sinceros con mi querida gitana, ¿no es así Haughton? ―no pudo contener la risa, mientras regresaba su mirada al hombre que yacía sobre el suelo, quejándose de dolor.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Nymeria se había quedado sentada en las sombras del lugar mientras miraba la escena, no le gustaba molestar a las parejas en sus citas, pero aquello se fue transformando de una “cita” a la tortura de una persona. Si ella fuera una persona que no le gustaba ese tipo de espectáculo se hubiera movido de su asiento tratando de evitar aquella tortura. Por lo que simplemente se puso de pie y camino hasta la barra.

 

Desde aquel lugar podía ver la tortura desde primera fila, tomo una taza de porcelana en color azul y sirvió en ella un líquido ambar, le agrego un poco de leche y termino endulzándolo con una cucharada de miel. Había sido espectador de aquella tortura hasta que no lo resistió más y se atrevió a matar al Brutus.

 

Cinaede.—dijo en un susurro

 

Un gas invisible entro en el aparato respiratorio del criador de animales, enseguida el veneno de aquel gas le empezó a cerrar las vías respiratorias, poco a poco aquello lo haría llegar a una muerte segura. Miro al Haughton y le dedico una sonrisa, al parecer a su compañero le hacía falta un poco de cerebro, ya que si hubiera entrado algún Warlock al lugar aquello se hubiera convertido en una desgracia.

 

Haughton, tu madre no te ha enseñado que para este tipo de cosas debes tener un poco mas de tacto. —sus ojos miraban a su socia, en lugar del joven tempestad. Era curioso que para la edad que tenía era ella quien regañara Dova en lugar que él a ella.

 

Y tú… deja de hacer este tipo de cosas aquí. No quiero tener visitas desagradables. —dijo sin dejar de mirar a Candela.

 

Si, había terminado con la diversión de ambos magos en menos de 2 minutos. Y su prometido no había llegado aún cosa que le molestaba. Por lo que pidió a ambos elfos que se encargaban del local que se llevaran lejos el cuerpo de aquel mago bruto.

Editado por Puntitos.

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Los sucesos que acontecieron a una velocidad abismal dejaron perplejo al Haughton que no pudo siquiera atinar a reaccionar. El ataque de Brutus, la defensa de Candela y finalmente el asesinato de aquella mujer que cada vez le terminaba molestando más. Parecía que todo lo que hiciera ella fuese adrede para molestar a Dovakhin quien ahora, aún más furioso que antes le dedicó una mirada asesina a Nymeria. Apretó fuerte sus dientes de manera tal que podía oírse su rechinar. —Tú...— Se limitó a decir para luego pasar su mirada a la Triviani. —Puedes quedarte con eso— Señaló el sobretodo que le había arrebatado la mujer —Bonitos tatuajes— acotó para luego darse media vuelta. Le había hecho perder la paciencia aquella entrometida, el hecho de quedarse sin sus huevos de dragón le molestaba más que nada.

 

Se sentó nuevamente en la barra y comenzó a tomar ahora con más velocidad e intensidad. Una, dos, tres, cuatro botellas al hilo y no emitía palabra. Era como si intentase apagar el fuego de su interior con alcohol, algo que cualquiera que supiera un poco acerca reacción química diría que no lograría su cometido ni en un millón de años pues intentaba hacer lo opuesto a lo que en realidad hacía.

 

Finalmente una vez estuvo totalmente ebrio se puso de pie, miró a Candela nuevamente y le sonrió. —Creo que ya fue suficiente— Mencionó con los ojos perdidos por la ebriedad. —Ve a visitarme cuando quieras y torturamos a alguien sin que nos interrumpan— Dijo para luego marcharse del negocio, tambaleándose al caminar.

Sin duda aquella forma de matar a Brutus había matado también toda ilusión y diversión en el Haughton. Pero por otro lado estaba bien, las cosas se habían alargado bastante y el día se hizo noche sin que se dieran cuenta.

 

Al asomar la cabeza a la calle Dovakhin se sorprendió con la oscuridad y las estrellas adornando el cielo ¿cómo volvía a su casa? no recordaba el camino de vuelta. quizás había sido mala idea emborracharse, pero ya lo solucionaría. Después de todo era el gran Dovakhin Haughton.

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—Yo digo que es lindo.

 

La nota que Nymeria envió a mi castillo me trajo hasta aquí. Lo último que había pasado entre nosotros dos era que de un simple ataque al castillo Combe había salido un compromiso. Estoy un poco intranquilo por debajo de toda la felicidad. Ella sigue siendo menor y hasta hace no más de una semana, mi mejor amiga. Claro que nunca me importó cumplir la ley, pero tampoco quiero el ragaño de las líderes del bando por los conflictos futuros que me pueda llegar a traer esto. Sin embargo, lo ignoro por ahora.

 

—Hola fea —la sigo saludando como de costumbre, aunque esta vez deposito un tierno beso en sus labios—. ¿Quieres que nos sentemos? O mejor dicho, ¿me harás sentar? Veo que este lugar es nuevo, ¿es tuyo? —Por alguna razón no dejo de hacer preguntas poco lógicas y para distraerlas un poco empiezo a caminar por el interior del negocio, explorándolo.

 

Sé que hay cosas que tenemos que hablar, cosas que necesito resolver con la adolescente que se encuentra detrás mío. Incluso, hay una propuesta un poco desesperada que se me ha estado ocurriendo para ella, claramente estoy convencido de que no querrá aceptarlo, pero ahora que está enamorada de mí veo una nueva posibilidad de alterar los resultados. Así que la tomo, confiando en mí mismo. Pero primero, decido que quiero tomarme un café o quizá un whisky con ella (si es que puede beber alcohol). Muerdo mi labio ante el último pensamiento y me doy vuelta, metiendo ambas manos en los bolsillos de mi túnica rubí chillón.

 

—Tierra a Nymeria, ¿sigues ahí?

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You can't make people love you, but you can make them fear you.


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Dovakhin había abandonado el local en un muy mal estado, había querido detenerlo para llevarlo hasta su casa, pero la llegada de su prometido al local le había impedido hacer su buena obra del día. Solo esperaba que la tempestad supiera como regresar a casa.

 

Sus ojos y una sonrisa tímida iban en dirección al guapo vampiro rubio que entraba al local, era la primera vez que se veían después de que ella fuera quien le propusiera matrimonio al que hace algunos días solo era su mejor amigo. La voz de Liam y el pequeño beso en los labios de la Banshee le habían hecho recordar la escena en el Castillo Karkarov, suceso por el cual no era capaz de dejar de sonreír más de la cuenta.

 

No sabía cuánto tiempo se había quedado pensando en aquel momento que no había notado como su compañero de rango se movía hasta quedar a espaldas de esta. Nymeria se giró para ver al Black mientras le indicaba un lugar un tanto apartado de la mirada de curiosos.

 

Disculpa, estaba pensando en nuestro compromiso.

 

No agrego más y mucho menos respondió a las preguntas hechas con anterioridad, sin embargo, Rod, uno de los dos elfos del lugar se acercó a tomar la orden de lo que iban a tomar.

 

Yo quiero un poco de hidromiel. —su pedido iba en dirección del rubio para que este fuera el que pidiera la bebida por ambos. Y aunque la Malfoy había agarrado la costumbre de beber con apenas cumplidos los 15 años, cuando estaba con su mejor amigo lo que menos quería era emborracharse.

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  • 1 mes más tarde...

Sucesos extraños pueden acontecer si se tiene el debido cuidado, sin embargo estaba a favor de tener una variedad tan amplia como fuera posible de conocidos. La razón; aunque aparentemente salía de todo contexto lo cierto era que para esos momentos la adrenalina vendría bien a mis venas, las cuales a instantes reclamaban sólo un poco de aquello que como un demonio poseía. Sostendría que aquello era una aventura nueva y sumamente llamativa.

 

Así que con mis vaqueros negros y unos botines del mis color continué mi andar hasta el callejón donde me habían dicho podría encontrar aquel establecimiento. Mis labios iban pintados de color rojo, ese detalle había cambiado en mí… la fractura, arraso con la debilidad de atender mi propio interior así que una sonrisa divertida se dibujo sobre mi boca y continué andando el largo pasillo.

 

Admiré las fotografías que desfilaban ante mí con cierto interés, miré a mi derecha y luego a mi izquierda cuando llegué a la puerta de La Mazmorra, esta se abrió automáticamente y continué caminando hasta la barra donde curiosas cortinas de cuentas me recibieron que extendí el brazo derecho para intentar tomar entre mis dedos una de las cuentas plateadas y hacerla rodar ligeramente.

 

Me concentré en esa tarea que olvidé realmente cual había sido el motivo por el que visitará ese sitio.

 

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Se había percatado que su dinámica de salir en la noche a tomar había aumentado, quizás se debía a que había estado teniendo pesadillas constante y no deseaba que aquello lo siguiera perturbando, pero se dio cuenta que quizás en la casa pasaba la mayor tiempo con sus hermanos, pero cuando era de noche o fin de semana, se escapaba mucho de ellos.

 

Hoy sería diferente, había invitado a su hermana a salir, pensó en invitar a los demás, pero ella era la que más se había quejado o mostrado una mirada molesta cuando salía sin decirle o regresaba en las mañanas, así que se imaginó que estaría bien ir solo con ella, luego intentaría compensar a los demás.

 

-Hermanita, ¿nos vamos? - preguntó con gentileza, el pelirrojo no le comentó a donde irían, solo que iban a tomar un poco y disfrutar de la noche, la verdad él no conocía el lugar, un amigo fue quien se lo recomendó, aunque le dijo que parecía un sitió muy "Slytherin".

 

-Pero recuerda nada de travesura o por lo menos nada que nos haga expulsar del lugar - advirtió con una sonrisa divertida, mientras se acomodaba su ropa que en esta ocasión era un poco formal, intentaba mejorar su estilo cuando iba acompañado, pero debía admitir que su cabello rojo seguía igual revuelto.

 

@@Patri Gryffindor L

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