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Prueba Libro de la Fortaleza~


Athena Rouvas
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―No creo que te sea demasiado útil para esquivar ataques, necesitas de altura para poder planear con el amuleto. ―Respondió.

 

Por fin habían llegado al lugar. El terreno no era completamente liso, pero estaba considerablemente más vacío que en el bosque. Había maleza por todos lados, un par de arbustos y algunas rocas perdidas en medio de la nada. Tampoco se apreciaba vida animal, salvo por los hipogrifos que habían descendidos tras ellas; el trabajo y la presencia de ellos terminaba cuando el alumno concluyera con todo, luego de eso podían largarse a su lugar.

 

En total, más o menos sería casi un kilómetro cuadrado, aproximado, de espacio para utilizar. Nadie podía salir herido.

 

―Toma un minuto si quieres, la adrenalina de saltar es siempre alta. ―Y en realidad ella también lo necesitaba. ―Mientras te explicaré esta última parte. Es sencillo, tendremos un duelo donde se podrán usar todos los hechizos conocidos más los de los Libros de la Fortaleza y del Aprendiz de Brujo. Nuestro límite será donde comienzan nuevamente los árboles, y también podrás hacer uso de uno de los hipogrifos, eso lo dejo a tu juicio.

 

Aunque ya estaban en la parte final no impediría las dudas pues para eso estaba, aunque esperaba que esta etapa fluyera de manera un poco más rápida para evaluar si efectivamente había logrado vincularse al Libro. Si ganaba o perdía era lo de menos.

 

Mantuvo la varita en su mano diestra, y recorrió el campo con la mirada, ojalá causaran el menor daño posible. Al menos estaba segura de que no podrían ser interrumpidas.

 

―Normalmente en esta parte hago que los alumnos se enfrenten entre ellos, pero dado que solo estamos la dos seré tu oponente. Vamos, te concedo el primer movimiento.

 

Hizo una reverencia ante Triviani, como usualmente se hacía en un duelo de magos. No eran adversarias o enemigas como para saltarse esos actos de respeto, y Candela tampoco había demostrado desprecio por Rouvás pese a que ahora era miembro de uno de los grupos clandestinos reconocida. O no lo sabía, o no le importaba, eso daba igual.

 

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

 

@@Candela Triviani Estas serán las pautas del duelo.

 

~Mismas reglas que un duelo común. No se pueden editar post.
~Si en 24 horas el rival no ha respondido se puede rolear que se envenena con un morphos. (Como solo somos las dos se puede añadir como un tercer ataque sin que afecte la intercalación de lo que ya se lleva)
~En el segundo turno los atacará un centauro a ambas.
~En el tercer turno se puede utilizar al hipogrifo de la manera que se estime conveniente.
~Hechizos válidos para prueba: Hasta neutral graduado, libro de Aprendiz de Brujo y Libro de la Fortaleza.
~La prueba tiene duración de 5 días (25-01 al 30-01 Todo el día inclusive)
~Dudas y consultas en el respectivo tópic. Link

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Imitó la reverencia. No estaba acostumbrada a los actos educados, la gente de Londres solía pasar desapercibidos los modales o las formas políticamente correctas. Candela había aprendido a hacer caso omiso de los detalles o de la información que no necesitaba, que no le interesaba. A menos que tuviese que influir de algún modo en su forma de vida, o sus planes, entonces los dejaba pasar como agua de río. No muchas personas hacían lo que ella, pero es que en vano se gastaban en entrometerse en asuntos que no les competían. Quizás en otra vida, en otra historia, podría haberse inmutado por ciertas noticias; no era el caso en ese momento.

 

De modo que sacó una vez más su varita, dispuesta a prepararse para el enfrentamiento. Hacían muchos años desde su último duelo, pero dicen que los duelos son como manejar bicicleta, nunca te olvidas. Lejos estaba de ser la bruja que repartía maldiciones y ataques a diestra y siniestra, mas bien estaba tratando de adaptarse a nuevas circunstancias, como los libros de hechizos. Después de haber vivido tantos años como una cavernícola, he de ahí su costumbre por vestimentas precarias y su afición a andar descalza, tenía que aprender nuevamente a confiar en su varita.

 

― Incárcerus ―su voz fue clara y precisa, y apuntaba a la Rouvás sin dudar.

 

Tres gruesas cuerdas emergieron de la varita de la Triviani, había escogido a consciencia los lugares a afectar. Una de ellas ataría ambas piernas de Athena para que no pudiese moverse, otra aprisionaría las manos de ésta hacia su cuerpo con fuerza, imposibilitándole la libertad de movimiento con las manos y los brazosa. La última estaba dirigida al cuello de la Rouvás, la cuerda tenía como objetivo cortarle la respiración, que perdiese el aire y, así, quedaría inconsciente. No buscaba asesinarla.

 

Mientras veía a las cuerdas dirigirse a su objetivo, pensaba en de qué manera llevaría a cabo aquel duelo. Al fin y al cabo se basaba todo en estrategias, ¿o no? Por lo que esperó la respuesta de la chica, el contraataque.

 

― Disculpa, no sabía qué usar en realidad. ―mintió. Así o más descarada.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Salvaguarda Mágica.

 

Tal como había sucedido antes en la clase, su cuerpo se volvió completamente intangible. Solo quien la había visto antes en el lugar podía asegurar su presencia. Las cuerdas estuvieron a escasos segundos de cumplir con su acometido pero terminaron varios metros tal el cuerpo de Rouvás todas arremolinadas entre sí. Eso había estado bastante cerca.

 

―Sin problemas. Esto no es para ganar o perder, es para que veas como funcionan ciertos ataques en un duelo más "real",no temas usar estos poderes.

 

Cada segundo que pasaba su cuerpo volvía a la normalidad hasta que todo estuvo como en el inicio. En igualdad de condiciones.

 

Tocó velozmente el anillo de amistad con las bestias que pendía en la cadenita del cuello. Uno de los hipogrifos acortó la distancia con Athena a unos más cortos diez metros. En realidad no necesitaba afianzar más la "amistad". No era la primera vez que utilizaba animales así en una clase, de cierta manera se podía asegurar que estaba un tanto acostumbrado a su presencia.

 

No le dio ninguna orden, ya tendría una oportunidad para ponerle en guardia, por ahora resultaba mucho mejor esperar.

 

Elevó la varita una vez más, y tras una floritura leve pensó con todas sus energías en en Embrujo Punzante. El dolor sería un poco agudo en el rostro pero le bastaba con unos segundos hábiles para evaluar un siguiente movimiento.

 

 

@@Candela Triviani

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Candela observó cómo Athena se libraba de las cuerdas sin mucho esfuerzo. Realmente era muy útil aquel hechizo cuando se trataba de materia sólida. Por el momento la Triviani no había podido hacer uso de él más que en el momento en el que se toparon con las doxys; y estaba pensando en eso cuando llevó su mano libre hasta sus amuletos y anillos, tocó rápidamente el que correspondía al anillo de amistad con las bestias, de modo que el hipogrifo que había estado con el que se acercó a Athena, hizo lo propio con la gitana. La bestia se colocó a unos metros de la ojigris.

 

Pensó de manera veloz en un Zancadilla, ni corta ni perezosa, haciendo que Athena cayese de bruces. Es así, que el rayo que estaba emergiendo de su varita fue disparado hacia cualquier lado, menos hacia la Triviani; ésta sonrió ligeramente, sólo para encontrarse con algo que era un disgusto para sus ojos, pues su anillo detector de enemigos (que llevaba puesto como dije de pulsera) había comenzado a emitir una pequeña luz.

 

Una bestia había salido de entre los árboles que rodeaban el claro, se acercaba con gran velocidad por el flanco derecho de la gitana. Cuando estuvo un poco, cuatro metros, más cerca, Candela pudo ver que se trataba de un centauro; tenía la furia dibujada en el rostro e iba directamente hacia la Triviani.

 

― ¡Sectusempra! ―vociferó apuntando a la bestia que estaba dispuesta a atacarla.

 

El rayo emergió de la varita de la bruja directamente hacia el pecho del centauro, que salió despedido por el impacto del hechizo. Al centauro se le abrieron heridas por las que emanó sangre espesa y oscura. Sangre que iba perdiendo poco a poco, que huía de su cuerpo. La bestia moriría desangrada en cualquier momento.

 

Mientras tanto, esperó el contraataque de la Rouvás, a quien se le acercaba casi con la misma furia para arremeter en contra de ella, otro centauro.

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