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Estudios Muggles


Sagitas E. Potter Blue
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Tal vez debiera haberme extrañado haber recibido una carta muggle en el buzón de la Mansión Potter Black. Por supuesto, una hechicera cualquiera del pueblo hubiera, al menos, hecho un ademán de desconfianza. Sin embargo, yo estaba muy familiarizada con el mundo muggle, así que recibir una invitación para un evento de Poesía en un famoso bar de Liverpool, con música de The Beatles de fondo, me pareció de lo más normal.

Me apetecía tanto ir que ya me había vestido con un psicodélico vestido azul y el pelo recogido con una diadema del mismo color, con unas botas blancas de charol de tacón muy alto. Estaba dispuesta a bailar como una descosida en aquel lugar, donde se iba a celebrar aquel certamen. Lo tenía todo preparado para ir hasta la ciudad de Liverpool cuando me llegó la notificación de la Academia.

-- ¡Nooo! -- creo que mi grito asustó a un par de gnomos del jardín, que se escondieron tras el parterre de flores blancas. -- ¡No pueden hacerme ésto!

Por supuesto, iba a presentar mi renuncia, un papel de baja del sanador, una foto mía con viruela de dragón, una pócima desmemorizadora a los directores... Se me ocurrieron mil y una excusas que dar pero ninguna con el suficiente valor para poder dejar de ser profesora de Estudios Muggles por un mes.

Estudios Muggles...

¿Qué hay más muggle que acudir a Liverpool desde Ottery sin usar nada mágico ni la magia... Sonreí y me dispuse a partir a mi fiesta beatleleosa, aunque primero mandé un pergamino a mis alumnos para que se unieran conmigo (@ , @ , @@Romina Black Lestrange y @ :

Queridos alumnos:


Os espero en el Flanagans Apple (18 Mathew Street), en Liverpool. Empezaréis la clase aún antes de llegar allá. Tenéis que llegar usando un medio de transporte muggle, con ropa muggle y, sobre todo, sin la varita. Quien tenga la varita encima cuando se presente ante mí, habrá suspendido de inmediato. Me estaré tomando una pinta mientras llegáis. No tardéis o tendréis que aguantar a una profesora con muchas pintas de cerveza encima.


Saludos, queridos alumnos,


Sagitas E. Potter Blue

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Sagis, no me llegó la notificación! T_T

On:

 

Castillo Rambaldi:

 

Varios ¡pums! se escucharon en todo el castillo, no pude evitar reír al imaginarme las caras de los pobres elfos al escuchar las pequeñas detonaciones que se producían en mi habitación. Una gran humareda había salido de un caldero y yo por supuesto, tirada en el suelo por la fuerza de la explosión. No pude evitar rezongar, enfadada. No había resultado tal y cómo yo esperaba. Una gran corriente salía de la pared. ¡Había reventado el muro! Negué con la cabeza, no pude evitarlo. Seguía cabreada, lo había intentado varias veces durante esa tarde y me había cabreado un montón.

 

Recogí la varita que se me había caído al suelo y que por suerte estaba intacta. Giré mi cabeza y veía cómo las puertas que daban a la terraza estaban hecha astillas. Grité de la mala leche producida. En esos momentos, cuando iba a hacer mi magia reparadora (algo de experiencia tenía como jefa accidentosa) una pequeña y bonita lechuza entró rápidamente y dejó una carta en el suelo. Cuando se largó la recogí del suelo y estando de pie maldije por lo bajo el anotarme a la asignatura de mi tía.

 

¡Sin magia! No podía creerlo, pero así era, estudios muggles. Los malditos, como yo los llamaba. No había nada mejor que la magia y yo lo sabía, ¡la adoraba en todas sus formas! Esa era un dilema bastante importante para mí. Pero también podía enseñarle a mi tía que, a pesar de despreciar a esos seres sin magia, podía moverme también por el mundo muggle cómo uno de ellos. Leí la misiva detenidamente, decía ropa muggle. Bueno, con eso no había problema, generalmente usaba prendas cómodas, no túnicas y esas sólo en ocasiones especiales.

 

Después de darme un baño para sacarme los restos de la poción que me había estallado en la cara, me peiné concienzudamente para que no quedara restos de nada. Até el pelo en una cola de caballo alta y fui al armario a vestirme. Además de ponerme mis prendas interiores, tomé una camiseta, una cazadora de cuero (que había adquirido para la ocasión, hasta que me llegara el aviso), los tejanos y unas botas de aguja que estilizaban mis piernas. Me gustaban las otras, de piel de dragón, pero tenía que disimular ante esos seres sin magia, así que, había que ir lo más muggle posible.

 

Recogí el monedero de piel de moke, puse la varita en su interior y todos los cachibaches que pudiese necesitar. Esperaba que nuestro encuentro fuese desapercibido. Había tenido la precaución de cambiar un montón de galeones en el banco Gringotts por las libras esterlinas, que necesitaría para encontrarme con mi tía. No me hacía gracia, pero tampoco le iba a permitir que me suspendiese por ese motivo si encontraba monedas doradas en mis bolsillos.

 

Liverpool

 

Guardé el monedero en la cazadora, y pensándolo bien, no sabía cómo llegar al Londres no mágico. Siempre había echado mano de la magia para llegar al callejón Diagón. Releí de nuevo las letras de la nota. Y pensé. Bueno, tendría que caminar bastante y cómo no quería llegar tarde, usé varios atajos que conocía y gracias a la velocidad que caracterizaba a la raza vampírica, pude llegar en menos de un periquete. Fui saltando por encima de los tejados y bajando por un escuro canalón llegué cerca del caldero chorreante.

 

Vi en un panel la dirección en la que me llevaría el autobús y faltaban ¡5 minutos! aproveché a sacar las libras de mi bolsilo y cuando conté el dinero ya ese trasto, que se parecía al que tenía la agencia de viajes, me adentré en él. Le di el dinero al conductor y me senté en los primeros asientos, observando todo con cuidado. El trayecto hasta el lugar se me había hecho bastante eterno. El lugar estaba más allá de lo que conocía. ¿Cómo se le había ocurrido citarnos en un lugar tan apartado? No lo entendía.

 

Bajé de ese trasto de los demonios, más mareada de lo normal y boqueé un par de veces para recuperar la compostura. Pregunté a una persona mayor por el lugar exacto y para allá me fui... Encontré a la tutora y alcé una ceja. ¿Esa era mi tía? Pero qué demonios llevaba puesto encima, negué con la cabeza, indignada.

 

- Espero que ésto esté dentro de tus planes, tía Sagitas - le dije en un susurro en su oreja, observaba que tomaba una cerveza- ¡camarero una pinta por aquí! - le indqué al chico detrás de la barra. Enseguida llegó y le pagué la cantidad que me había dicho.

 

- ¿Se puede saber qué te has puesto? - pregunté indignada. Aprovechaba la ocasión mientras no había gente delante. Bueno, el resto de los alumnos. Aún así, me sentía bastante insegura en un lugar rodeada de muggles. ¿Sabrían ellos que ahí había dos brujas?

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Por poco me ahogo del susto. Me pilló empinando el codo con una auténtica cerveza irlandesa cuando mi sobrina me susurró al oído. Suerte tuvo... Por un momento pensé que era algún tipo ligón de esos que se creen que toda mujer solitaria en un pub viene en busca de marcha... ¡Por poco le doy un puñetazo en la nariz! Pero enseguida reconocí a Heliké y la sonreí.

 

-- ¡No jorobes, Helikisita! -- me acababa de inventar su nombre para meterme con ella. -- ¿No te gusta mi estilo? Típico de The Beatles de los años 60. Hippy total. Tú vistes feo, monótona, gris, sin invención... Muy típico muggle, por cierto. Aquí te ganas un punto en el ropaje. Pero ten en cuenta una cosa, tanto se camufla alguien por ir como los demás como por destacar. Todo el mundo ha visto mi traje azul. Pocos se habrán fijado en mi cara. Estoy segura que si alguno de los presentes me tuviera que definir a la pasma, que es policía en idioma muggleoso barriobajero, dirían: "Sí, allá había una mujer de vestido con circulitos azules y unas raras botas blancas.

 

Aquella había sido mi primera lección así que paré de hablar para tomar otro sorbo a la pinta.

 

-- Bueno, siéntate mientras esperamos al resto. Pero no me gusta perder el tiempo, así que empiezo contigo. Cuando lleguen, que se acoplen. Vamos ahora a ver tu capacidad de observación. Mírame, a mí, a la cara... Cierra los ojos y dime... Objetos muggles que hay en este pub que hacen servir porque no tienen nuestros hechizos mágicos. Por ejemplo: Las lamparillas de las mesas en vez de nuestros Lumus. Si dices al menos cinco, pasas a la siguiente prueba.

 

Y mientras Heliké intentaba recordar a su alrededor con los ojos cerrados, me acabé la pinta y pedí otra con un chasquido de los dedos. Como el resto de alumnos tardara en reaccionar, no podría darle la clase porque estaría algo subidita de alcohol.

 

-- Y si fallas en alguna, pagarás tú las cervezas y te prometo que hoy voy a beber unas cuantas.

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»Flanagans Apple (18 Mathew Street), en Liverpool«

Aquellas palabras resonaron en mi mente cuando las repetí, ya que al estar rodeado completamente de muggles, por sitios donde no conocía demasiado, me alteraba un poco. No podía dejar de sonreír por momentos cuando recordaba las palabras que mi prima Sagitas había escrito. Siempre tenía aquel gesto de bromas y esperaba que no se tomara en serio lo de la varita. ¿O creía que estaría andando por ahí sin ella? ¡Estaba loca!

Pero como sabía sobre eso, también sabía que cuando alertaba por sobre su comportamiento, era en serio, era por eso que me había encargado de ocultar mi varita entre la manga izquierda de mi vestimenta, como siempre hacía. Por la ropa nunca había problema porque había reemplazado mi capa de viaje por un largo saco negro noche. Y debajo llevaba una camisa blanca y unos pantalones y zapatos también oscuros, era nuevamente un Auror.

Camine por aquella calle, mirando alrededor. Esperaba que tampoco se diera cuenta de aquello. ¿Viajar en moto? ¿O dentro de un vehículo? No recordaba la última vez que hubiera hecho eso. La moto me incomodaba igual que la escoba voladora. Y el espacio reducido del automóvil era como viajar por la red flú dentro de un tarro. Negué con la cabeza. La bruja Potter Blue nunca había aclarado aquello, así que sólo me había tomado un subte por tres o cuatro paradas para acercarme hasta el bar.

Solamente había tenido que seguir la marea de personas. Subí por las escaleras con las manos en los bolsillos. Era típico de los magos portar la varita dentro pero prefería no hacerlo. Iba leyendo el nombre de los negocios, en eso se parecían a nosotros. La diferencia es que las fachadas y las vidrieras eran estáticas y todas sin vida. Nada se movía o giraba o cambiaba de color. Acomodé un poco mejor mi cabeza cuando encontré el sitio.

Buenos días. Estoy buscando a Sagitas —miré al que posiblemente podía llegar a ser el camarero. Pero éste frunció el ceño y negó con la cabeza, diciéndome que no la conocía pero que podía buscarla por allí. Estaba mal acostumbrado, los elfos domésticos nos atendían demasiado en nuestra comunidad. Le agradecí y miré cada mesa por allí, hasta que vi a una pelivioleta a tan solo dos mesas, chasqueando sus dedos—. Creo que aquí no hay elfos que puedan traernos las bebidas, prima. ¿No?

Le comenté a modo de saludo, dirigiéndole una reverencia. Justo frente a ella se encontraba una chica que conocía, Heliké, pero estaba con los ojos cerrados o algo asi. ¿La estaba regañando? Moví los hombros y decidí sentarme al lado de ellas. Había bastantes personas alrededor pero las ignoré a todos. ¿Dónde iríamos luego de eso?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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- por supuesto, con el gusto metido en el ... - le dije, achicando los ojos mientras esperábamos a los demás compañeros de clases- prefiero disimular un poco a ser una ordinaria con esas pintas. En esa época tenían mejores gustos...

 

Negaba con la cabeza. Di un sorbo a mi bebida mientras esperaba a lo que pudiese decirme a continuación. Alcé una ceja, alcé la otra...

 

- Prfff - hice un ademán con la mano - sencillo, demasiado sencillo... -comenté en un susurro.

 

- Muy bien... Primero - me acerqué a su oído y le susurré el hechizo para que, básicamente nadie nos escuchara - avada kedavra, tan sencillo su uso que provoca muerte instantánea. Aunque admiro a los muggles que tienen diversas técnicas de asesinato. Yo me decanto por la más sencilla de todas. Usando un revólver... - rebusqué entre el monedero- cómo éste - sonreí más abiertamente- tranquila, no tiene balas - accioné el tambor en dónde estarían depositadas y con un movimiento de vaivén se cerró de nuevo con un chasquido, guardándolo inmediatamente para que nadie me viera esa arma y llamaran a esos "policías".

 

- segundo hechizo de equivalencia - susurré más pensando para mí- defodio - no alcé mucho la voz pero sí para que Sagitas me escuchase- ellos usan una especie de pala de hierro con un tronco de madera, para ayudar a cavar... - no pude evitar reírme burlonamente. Seguí pensando en más hechizos... - fermaportus, ellos usan un montón de llaves para cerrar una puerta. O incluso poner trampas, pero va... los nuestros son los mejores.

 

<< el hechizo para orientar, que se pronuncia, "oriéntame"... Ellos usan una brújula para que les indique el norte con los campos magnéticos de la tierra. Ese hechizo para los viajeros es bastante útil, la verdad - me quedé pensando. Ciertamente teníamos un montón de hechizos equiparables pero debía de pensar más o menos para que quedase conforme.

 

Y me acordé de algo que seguro que a Sagitas le haría gracia...

 

- El Torneo de los Tres Magos, Dumbeldore usó una Línea de edad para que no burlaran la magia a la hora de introducir su nombre en la copa, los no mágicos usan documentos oficiales para identificarse. Cómo nuestro pasaporte... Y creo que no me falta nada.

 

Después de mi breve charla abrí los ojos y me encontré que había alguien más con nosotros.

 

- ¡Elvis! Vaya, menuda sorpresa - dije con una sonrisa - no esperaba verlo por aquí, señor - asentí con la cabeza- veo que ya ha recibido la amable invitación de mi querida tía - incliné mi cabeza hacia la pelivioleta. Sabía que ese comentario la iba a cabrear.

 

- Me temo que ésto es un vulgar sitio muggle, tienes que pedirlas al mesero - le dije con la cabeza - además, por las cervezas no hay problema, tengo dinero suficiente para pagar - respondí a Sagitas achicando los ojos.

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Ottery St Catchpole rumbo a Liverpool

 

Eso de vestirse como muggle no le pegaba para nada, pero como evitar ataviarse con ropas que fueran comunes y corrientes. No le quedaba más que acoplarse a lo que la clase de conocimientos demandaba, justo en ese instante su varita cayó de sus manos al suelo y se perdió debajo de su cama ─ Parece plan con maña ─ rodeando los ojos comprendía el mensaje enviado por Sagitas, nada de magia era nada de magia y lo acataría a rajatabla ─ Solo espero que no sea una revancha ─ ladeando la cabeza decidió echar un último vistazo a su atuendo. Jeans ceñidos a su escultural figura, acompañados por una remera corta que dejaba a la vista su abdomen plano y unos cómodos convers que le permitirían andar a sus anchas dentro de esas calles muggles. El verse al espejo despojada de sus acostumbrados corsés, no hizo más que arrancarle una sonora carcajada de sus labios ─ Vayamos pues ─ saliendo por la puerta de su recamara, no le quedo más que bajar con grandes zancadas las escaleras.

 

─ ¡¡¡ No !!! ─ exclamó extendiendo la palma de su mano delante de Espartaco ─ Lo siento, pero no podes venir ─ asintió señalándole que subiera a su habitación ─ Quédate en casa, no olvides que Kratos está por llegar ─ sonrío al recordar que tenía una esfinge como nueva mascota. Le agradaba la idea de llevarla con ella a su trabajo dentro del Ministerio, dejarla libremente dentro de la reserva y luego volver con ella para darle un buen festín ─ Cuida el fuerte pequeño ─ dándole una leve palmadita en su cabeza desapareció tras salir como bólido de la mansión Malfoy. Sus pasos le llevaron fuera de los terrenos que pertenecían a su familia, abandonando esa zona plagada de magia sintió como poco a poco todo lo que ella conocía quedaba en segundo plano. Era extraño moverse con sus propios medios, evitando usar a toda costa los medios de transporte mágicos que tenía a su alcance ─ Caminar no es del todo malo, solo que no va conmigo ─ gruño entre dientes notando que no captaba la mirada del resto de los transeúntes.

 

El sitio de encuentro, no era nada comparado con el Caldero Chorreante ola Casa de los Gritos. Oh no, aquello sí que había sido sacado de un set muggle, mesas, lamparillas, aquella barra donde reposaban algunos vasos medio vacíos y otros que desbordaban bebidas de ambarina tonalidad ─ Lamento la demora, pero esto de ser “muggle”, no me acaba de cuadrar ─ tosió sacándose una pelusa inexistente de su hombro izquierdo ─ Un placer, Sagitas, Helike y Elvis ─ sonrío abiertamente, tal vez esa sería la venganza que tanto esperaba Malfoy contra el Gryffindor.

 

Mencionar 5 cosas muggles con los ojos cerrados, sí que estaban lanzándolos a la guerra con medio fusil o quizás sin una bala amiga que les tendiera la mano. Cinco cosas cinco solo cinco y no más, observaba dentro de su cabeza todo lo que pudiera estar a su alrededor ─ Ventanas, mesas, lámparas, adornos de madera, botellas de licor ─ solto cada una de esas palabras como un mar embravecido. Se estaba mostrando demasiado emocionada, tal vez solo era el sentirse libre de tener que esconder la magia ante los ojos del resto, quizás más adelante les dejarían usar un poco de la misma o tendrían que limitarse a proveerse ellos mismos todo lo que quisieran comer o beber.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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No sabía cuánto tiempo estábamos en ese garito, me fijé en cómo ya tenía la cerveza por la mitad. Di unos cuántos sorbos más y la terminé, llamé de nuevo al camarero...

 

- Una jarra grande y fría haga el favor - éste asintió con la cabeza. Seguro que pensaba que éramos personas escapadas de un psiquiátrico al hablar de temas de hechizos, parecía que además, nos miraba con cierto temor...

 

Me sirvió la copa y le di la cantidad que me había pedido, dándome el cambio en monedas de varios peniques...

 

- Sí que es caro, sí - refunfuñé por lo bajo.

 

- Si me disculpan, voy un momento al baño -lo divisié justo al fondo, fui para allá y eché el pestillo. Dentro del cuarto, rebusqué en el monedero la pistola pequeña y saqué unas cuántas balas que había conseguido gracias a una de las viejas misiones que me habían encomendado siendo profesora de pociones. Las fui metiendo de nuevo dentro del tambor previamente abierto. Lo bloqueé por si acaso se me disparaba y lo guardé dentro del bolsillo del pantalón. Salí de nuevo y ahí me encontré con una cara conocida.

 

- ¡Vaya! - asentí contenta al recibimiento - Hola Juve, ¿cómo le va? - puse una sonrisa amable- aquí, mi querida suegra que le gusta hacerse la graciosa y nos ha mandado venir - susurré - sin magia. No es lo mío, pero hay que adaptarse. Se pensará que no conocemos también ese mundo en mi caso sí... Que no me agrade no quiere decir que no sepa echar mano de sus - enfaticé la última palabra - cosas...

 

Negué con la cabeza.

 

- ¿Qué va a tomar señora Malfoy? - le dije a la mujer que había llegado - la cerveza es bastante buena, de hecho. Recomendable - el camarero nos miraba entre asustado y alucinando cómo si no le gustara que le criticáramos sus bebidas- si no tiene dinero de ellos - le dije en un susurro, a su lado - yo he cambiado bastante en el banco. Puedo permitirle invitarle a algunas rondas - le dije, guiñándole un ojo.

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Saludé a las jovencillas que se iban presentando a aquel bar. Al parecer seríamos un lindo grupo, y lo mejor es que era una clase donde no tenía demasiado conocimiento, por eso es que lo veía mucho más atractivo. Lo desconocía me obligaba a usar casi todo mi potencial, porque algo me decía que no todo sería en aquel bar. O eso esperaba. La primera en saludar había sido Heliké, que no recordaba realmente la última vez que la había visto. Pero no había sido hacía tanto.

 

¿Cómo estás, Helike? Es un placer encontrarte aquí. Señorita Malfoy... —saludé también a la bruja solamente porque era un mago respetuoso, sabía muy bien que la bruja era demasiado oscura para mi gusto, casi siempre que se encontraba cerca, tambien se encontraba cerca los problemas, pero estando a la vista de todos los muggles, estaba seguro que no haría demasiado. Gracias a Merlin que había portado mi varita, Sagitas estaba loca si creía que iría al mundo exterior sin ella—. ¿Permaneceremos aquí mucho más tiempo? Preguntaba porque estaba deseando tomar alguna bebida. ¿De qué hablaban?

 

Le pregunté a Heliké, mientras aprovechaba para bordear la mesa y tomar asiento cerca de la bruja, que de todos parecía la alumna que más conocimiento sobre la tarea. Me senté y acomodé un poco mi cabello, mirando alrededor. No tenía demasiadas cosas diferentes, solamente que no todo se movía o brillaba o hablaba por si solo, pero estaba seguro que hasta las bebidas no tendría nada de malo. Esperé a que Sagitas me dijera algo más, se estaba comportando demasiado tranquila a como estaba acostumbrada al verla. Pero eso sabía que se pasaría en tal solo la clase empezara.

 

No sabía realmente si traer algunas preguntas o esperar a empezar. No tengo mucha idea de todo esto —comenté intentando ser lo más disimulado posible. Ya eramos un grupo llamativo para todo el bar, asi que no quería usar palabras raras y demas cosas—. ¿Pero qué es lo que haremos si se puede saber? —no tenía miedo, pero si incertidumbre, porque no tenía conocimientos sobre el mundo muggle y muchas cosas solamente las había visto una o dos veces. ¿Y si teníamos que manejar un auto? ¿O clasificar todos los negocios muggles que hubiera en aquella ciudad? Esperaba que no.

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Mientras esperaba que Heliké contestara, sentí que alguien preguntaba por una tal Sagitas. Era indudable que se refería a mí, sobre todo porque reconocí a mi primo Elvis. Me hizo gracia su comentario y me puse a reír. Le miré el ropaje y después volvía a reírme.

 

-- ¿Sabes que Heliké ha intentado insultarme llamándome ordinaria? Que sepas, mujer, que me puedes insultar de mil maneras pero nunca decir que yo soy ordinaria. Si te fijas, no encontrarás a nadie que se vista como yo.

 

Dejé que Elvis se acercara y le iba a explicar la razón de mi gesto cuando Heliké me asustó. Di un respingo y miré a mi alrededor.

 

-- ¡No seas bruta, mujer! -- casi grité. Primero, mi mirada se dirigió hacia Elvis. Era mi primo pero, sobre todo, era un miembro de la Orden del Fénix. ¿Qué pensaría si en el primer ejercicio que le había mandado a mi sobrina me hablaba de un "Avada"? -- Esconde eso enseguida. A ver, otra lección básica sobre los muggles: no se pueden llevar encima armas de fuego si no tienes una licencia de armas. No se puede enseñar por ahí, así que guárdala inmediatamente. Ni que estuviéramos en Estados Unidos.

 

Estaba enfadada, no como la insolente Heliké sino conmigo misma, por no haber previsto eso. En mi próxima clase tendría que poner que no se llevaran varitas NI armas de fuego muggles. Si estuviera por allá un polícia se nos caería el pelo. Me abaniqué con la mano para quitarme el calor que se me había subido a la cabeza.

 

-- Que sepas que te odio, pero confirmo que tus hechizos y su contraposición muggle son correctos, aunque algo buscados por los pelos, como el de la "línea de edad". Espero que no te estuvieras metiendo conmigo...

 

¿Querida? ¡Y un... eso! Ella sólo me llamaba "querida" si se iba a meter conmigo.

 

-- ¿Vulgar? Mira, mujercita, no sé qué antros frecuentas tú pero este no es un vulgar pub. Es un tradicional pub de música y aquí tocaron por primera vez los Beatles, así que un poco de respeto o te mando fuera de un empujón. O peor aún, le digo a la clientela muggle que te has metido con ellos y que te echen, a ver como te defienden de todo este bar repleto de gente sin usar la varita ni nada que te delate como hechicera, vampira o algo diferente a un simple muggle. Al menos que quieras suspender la asignatura, claro...

 

Bien... Supongo que quedaba claro que Heliké y yo nos queríamos... Éramos familia... Intenté recuperar la compostura mientras Heliké se iba al lavabo. Acababa de entrar Juve, la otra alumna que faltaba, y se integró con facilidad en la conversación.

 

-- ¡Muy bien, Juve...! Lo que acabas de decir son objetos muggles muy típicos de este local y del mundo muggle en general. Ahora os pediré símbolos que tiene una función concreta en el mundo muggle y que nosotros no tenemos.

 

Heliké volvió y su cara no me gustó nada. Bueno, nunca me gusta, pero en este momento menos, no sé porqué. Elvis intervino en la conversación, con muchas dudas. Suspiré, había pensado en no movernos para nada del lugar, más que nada porque caminar con aquellos tacones de las botas blancas era incómodo, pero tal vez sería mejor darle un giro a la idea de mi clase y movernos por el centro de Liverpool.

 

-- Decía antes que nos interrumpieras con el gusto por la bebida, que vamos a interpretar símbolos. Quiero que cada uno diga cómo llegó hasta aquí sin usar la magia, los medios de transporte que utilizasteis. Después, que me digáis si sabéis el funcionamiento y para qué sirven los semáforos con sus lucecitas y sus ondas sonoras, y qué significan todos estos símbolos cotidianos entre los muggles. No pasa nada si no los sabéis, sólo quiero saber vuestro conocimiento sobre el tema.

 

Les pasé unos pergaminos que cualquier muggle confundiría con las hojas de menú del mismo pub.

 

Foto 1 - Foto 2 - Foto 3 - Foto 4 - Foto 5

 

Una sonrisa irónica cruzó mi cara pero la disimulé.

 

-- Decirme qué creéis que significan.

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Me apoyé mejor sobre el respaldo de la silla mientras escuchaba a Heliké y a Sagitas que iban teniendo aquel intercambio de palabras de una manera muy graciosa, como era característico en mi prima. Pero no podia evitar darme cuenta de que algunas personas de alrededor, o nos miraban de reojo o intentaban no mirarnos, como si tuvieran miedo a que pudiéramos contagiarlos.

 

Sonreí y asentí, cuando ella comentaba el motivo de aquel bar y la intención de aquel encuentro. No había entendido ni la mitad de las palabras muggles que había utilizado, como Beatles. ¿Con qué se comía? Pude darme cuenta que no sabia demasiado de aquella comunidad. Siempre me había mantenido alejado de los muggles, no porque los odiara, sino porque no había tenido la necesidad. Con el hecho de que podía aparecerme donde quisiera y que si algún dia podia borrarles la memoria si algo malo ocurria, no había tenido nunca encuentros cercanos. Me acerqué un poco mejor al ver aquellas fotos.

 

No he visto casi ninguno en toda mi vida. Solamente recuerdo haber visto éste, éste otro y aquel —comenté frunciendo el ceño y señalando los tres simbolos, que uno era una cruz roja, el otro un hombrecito quiero y una especie de números, que lo había visto a veces en la calle—. Yo vine en tren hasta aquí. No sé manejarme de otra manera. Ni tampoco las ganas, ya que he tenido mis tiempo un poco ocupados —expresé con una sonrisa lo más sincera que pude. Allí mismo me di cuenta que no sabía realmente si había trenes de Ottery St Catchpole o subtes a Liverpool. Pero ya había contestado aquello. Tal vez luego podria aclarar que tambien había tomado algún bus, pero no estaba claro.

 

»¿Por qué los muggles tienen tantos simbolos? ¿Se acuerdan de todos o para qué sirven?« pregunté a modo de empezar una conversación agradable. No tenía idea de aquellos símbolos de verdad, ni de muchas otras cosas, asi que el objetivo de aquella clase y de aprender el conocimiento, era que pudiera aprender cosas nuevas, aunque luego no las utilizara.

 

He visto los semáforos, eso si. He visto a los muggles que se detienen en las esquinas y esperan a que se ponga verde para poder cruzar. Es un sistema raro pero al parecer todos hacen caso a esas luces y funciona —expliqué, esperando no parecer demasiado tonto, pero no entendía como los muggles perdían tanto tiempo. En el Ministerio de Magia y en Ottery había carteles y simbolos que señalaban pero no eran tantos. En ése momento me di cuenta que me agradaría tomar algo, pero no sabía qué y no quería interrumpir.

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