Jump to content

Leyes Mágicas


Mentita
 Compartir

Publicaciones recomendadas

¿Dónde estaba? Era una cueva húmeda con una sola entrada y ninguna salida. Sus ambarinos ojos recorrieron las paredes llenas de grietas y por las que corría un hilillo de agua, el olor a musgo y agua podrida eran muy característicos. No estaba muy lejos de Camden Town, lo que significaba que tampoco estaba a salvo del todo. Había logrado escapar por muy poco, se arriesgó demasiado al entusiasmarse tanto por estar simplemente aburrida. Sin embargo, no pudo reprimir una sonrisa cuando recordó los gritos de horror provocados por el fuego y aquellos cuerpos desmayados por la explosión.

 

Ya había pasado una hora desde que hubo tomado del brebaje para cambiar su apariencia -un consejo de quien había decidido como su mentor, Orión Black, quizás porque sólo de él tenía la certeza de sus ideales y no dejaría escapar la oportunidad de sacarle provecho-; su piel fue recuperando esa tonalidad pálida extrema, como la de un muerto, y su atlética figura adoptada desapareció, desinflando sus músculos para dejar en su lugar la frágil figura de Candela. El ámbar de sus ojos fue reemplazado por el mercurio original, y su cabello dejó la coleta negra azabache para regresar al desaliñada melena castaña.

 

¿Qué habría sido de ella si lograban capturarla? No estaba segura. Era una experta cuando de leyes se trataba, pero ignoraba un poco la efectividad de ellas en Londres. Su país de origen, Italia, seguramente la hubiese descuartizado si se atrevía a poner en riesgo la anonimidad de la comunidad mágica con ese espectá cu** -algo que le recordaba a la política de los vampiros-; pero tratándose de Inglaterra, no era una ciencia muy exacta, considerando los muchos artículos de los declarados miembros de grupos clandestinos y sin ningún hecho al respecto. De modo que, de alguna manera, se sintió aliviada. Quizás intentasen darle vuelta a la historia para llevarla en otra dirección, muy lejos de señalar a la Triviani como la culpable.

 

***********

 

Habiendo pasado unos días de su peculiar hazaña, recibió una notificación de la Universidad Mágica, más concretamente de uno de los Ateneos. Hacía un par de semanas que había presentado su solicitud y no esperaba recibir una respuesta favorable, por lo que, cuando el aviso de ingreso al Claustro del Ateneo de Conocimientos hubo llegado, se dejó sorprender ligeramente y simuló cubriendo su boca con una mano. Seguidamente, desapareció de su comodidad en el castillo Triviani.

 

Su aparición en los terrenos del Ateneo no fue algo de lo que pudiera sentirse orgullosa, había tropezado con uno de los jirones de su vestido y tuvo que hacerse la "acá no pasó nada", sacudiéndose la maltrecha ropa y limpiándose los brazos que se ensuciaron por la humedad de la tierra en los jardines. Sacó su varita rápidamente y mejoró su aspecto mediante magia, bueno, mejoró la limpieza pues el atuendo era así de por sí, y no podía hacer nada con su apariencia. Era lo que le gustaba. Sus pies, descalzos como de costumbre, provocaban un ligero chapoteo con el pasto plagado de rocío; mientras arrastraba el borde su falda con despreocupación.

 

En una de sus manos llevaba una pequeña caja de madera que tenía un par de agujeros a los costados, parecía un respiradero. Unos ojos amarillos se asomaban por los orificios, ávidos de información sobre su paradero. Candela había enviado un mensaje a las que serían sus alumnas, a una la conocía de su propio negocio en el que ambas eran dueñas. A la otra... le sonaba bastante el nombre, quizás de su otra vida. De todos modos, sea cual fuere el caso, las tendría a ambas en su presencia.

 

La Triviani se detuvo en la entrada del Ateneo, esperaría allí en el espacio abierto, tenía ganas de soltar a la criatura que habitaba en el objeto que llevaba consigo. El cielo estaba completamente nublado, aunque no hubiese amenaza de lluvia. Se acuclilló, y aguardó.

 

 

@ @

Editado por Candela Triviani

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • Respuestas 13
  • Creado
  • Última Respuesta

Top participantes en este tema

Top participantes en este tema

Mientras peinaba su cabello frente al espejo su reflejo le devolvía una expresión claramente disgustada. La carta que había recibido de la Universidad decía claramente que debía presentarse en la entrada del Ateneo y precisamente eso era lo que la tenía particularmente molesta. ¿Es que acaso eran conscientes de lo grande que era el Ateneo y las múltiples ''entradas'' que podía llegar a tener? Al parecer no, quién fuera el profesor o la profesora debía ser nuevo, porque de lo contrario incluso un pequeño mapa o la más breve indicación de donde podría encontrarla estaría incluida. De todos modos, la razón de su malhumor no era esa, pero con algo tenía que desquitarse.

 

— Debo estar demasiado aburrida como para haber decidido tomar ésta clase —expresó hablándose a sí misma, una costumbre que tenía cuando no se encontraba especialmente de buenos ánimos —¡Nunca me han gustado las leyes! Y menos las mágicas que son sólo un adorno —. Resultaba demasiado obvio que Tauro no era fan de nada que implicara la política y para ella las leyes mágicas eran en su mayoría absurdas y sus creadores mucho más.

 

— Pero nadie te obligó —respondió otra voz en su cabeza, seguramente la de su consciencia.

 

— ¡Sí, sí. Ya sé! Pero desde que me negaron la compra del libro de hechizos algo tenía que hacer y preferiría ésta clase a la de Estudios Muggles.

 

Cuando finalmente dejó de discutir consigo misma, la oji-azul salió con prontitud a donde sea que la estuvieran esperando, sin la más leve sospecha de que se encontraría con un rostro bastante familiar.

 

En realidad no tuvo problemas para dirigirse a la entrada del Ateneo, muy adentro sabía que estaba exagerando y cuando eso sucedía veía más obstáculos que cualquiera aunque se tratara de algo tan simple. Suspiró, divisando en una corta distancia a una persona que estaba acuclillada, pero antes de que pudiera acercarse la llegada de una muchacha a quién conocía la distrajo.

 

— ¡No esperaba encontrarte aquí! ¿Tienes idea de quién es la profesora? —lo cierto es que Tauro nunca terminó de leer la carta, sino que apenas vio la citación la arrugó lanzándola al suelo sin voltear a verla nuevamente. Como de costumbre, ese día la bruja llevaba puesto un vestido negro bastante discreto y encima una túnica verde esmeralda, junto con unas zapatillas de tacón bajo y el cabello recogido en un moño alto.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Nymeria aquella mañana había despertado con un color de cabello azul grisaseo, que muchos decían que era su color natural y no el rubio con el que se presentaba siempre ante toda la sociedad. Pero estaba tan decaída ya que tenía días sin ver a su madre por las habitaciones de la Malfoy. Que la sola idea de que de nuevo la hubiese abandonado le rompía el corazón, pero nunca había llorado, solo que su estado de ánimo era reflejado en su cabello, pues no podía cambiarlo de color.

 

Sobre la mesita de noche, que tenía de lado derecho de su cama, se encontraba un sobre cerrado de la Academia. Ya tenía días en el que había recibido aquel mensaje, lo que indicaba una de dos cosas. La primera que debía dar clase en el Ateneo de Conocimientos y la segunda y peor de todas, que habían encontrado profesora de Leyes mágicas. Pero no había querido tocar el sobre desde que le llegó, hasta ese momento. Y como se lo había imaginado, el mensaje era que su clase de Leyes Mágicas iba a empezar pronto ya que Candela Triviani iba a ser su profesora.

 

Nymeria abandono el calor de su cama y se dirigió al Ateneo de Conocimientos. ¿Cómo se atrevía Candela a cometer actos ilegales y luego querer enseñarle moral? Era tanto la molestia de la Malfoy que no se había percatado de que aun llevaba el pijama en forma de escarbato, hasta que por azares del destino había chocado con la peliazul que tenia de líder. Y al verse reflejada en los ojos azules de esta, se dio cuenta que iba con todo el almohadazo en el cabello, la baba en la mejilla y la pijama puesta.

 

Su cuerpo se paralizo completamente, tenía ganas de salir corriendo. De encontrar un lugar donde podía meter la cabeza de la vergüenza de la que era víctima en ese momento. Pero trato de no comportarse de una forma extraña y parecer una persona normal, que le dedico una sonrisa a la Sra de Ivashkov.

 

En realidad, yo vengo a hablar con la profesora de un tema delicado. Si conozco el nombre de ella. —se quedó mirando a la líder mortifaga pero no le dijo que la persona que les iba dar clase era parte de la familia mortifaga mas loca, puesto que deseaba ver que expresión ponía al ver a Candela.

 

Lo mejor sería dirigirnos al aula, no sé qué tan bien se tome el que la hallamos hecho esperar.

6ulee7D.gifoPlJzyO.gifM99Ea8K.gif 

vJ4GOyW.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

— Vaya, parece como si hubieses tenido una noche muy alocada —bromeó la peli-azul, lo que probablemente no ayudó en nada al nerviosismo de la muchacha cada vez que se encontraba cerca de la líder Mortífaga. Un movimiento discreto de varita por parte de ella y al menos la baba de Nymería había desaparecido de su mejilla. No lograba imaginar que alguien de su edad hubiese estado en una fiesta hasta altas horas de la noche, pero no sabía lo que podían estar haciendo los jóvenes de hoy en día, ya que a su edad ella se dedicaba a descubrir y experimentar los diferentes tipos de magia oscura junto a su madre.

 

— ¿Es en algún aula en especial? La verdad no vi nada en la carta, aunque claro, tampoco la leí hasta el final —admitió —. Como sea, allí hay una chica que posiblemente sea una alumna más, vamos a preguntarle si ha visto a la profesora o algo —. Pese a que notó una leve risita por parte de Nymeria decidió ignorarla, quizás había dicho algún chiste sin darse cuenta o tal vez lo había imaginado.

 

— Disculpe —dijo acercándose despacio, apenas inclinándose para poder tocar el hombro de la mujer que se encontraba de espaldas — Me preguntaba si también vienes para la clase de Leyes Mágicas y si de casualidad sabes quién es la profesora —. La mujer misteriosa aun no mostraba su rostro, pero cuando lo hizo Tauro tuvo un momento de confusión.

 

— Can... —empezó a decir, pero antes de terminar la frase su voz se apagó.

 

¿Sería posible? La noticia de que varias brujas y magos que se creían desaparecidos habían vuelto se expandía por todo Ottery, pero hasta el momento Tauro no se había encontrado con ninguno de ellos, además de que la que creía que era Candela pareció no reconocerla, lo cual era al mismo tiempo un alivio. «Claro, seguramente no recuerda nada de su pasado». Pensó con tranquilidad, actuando con toda la naturalidad posible.

 

— Disculpa, es que te confundí con alguien —, se apresuró a agregar para remediarlo, esperando que Nymeria dijera algo para romper con el momento incómodo.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Estaba a punto de dormirse cuando Fulanita, la salamandra que guardaba celosamente en la caja de madera, empezó a rasguñar las paredes de su prisión, avisándole de un posible acercamiento. Candela tardó un momento en reaccionar a la advertencia y sacó su varita como por instinto, pero la mantuvo bajo el largo de la túnica que la protegía del clima helado. Sus ojos se entornaron apenas para encontrarse con dos curiosos rostros que, más que interesadas, denotaban algo de crítica. Especialmente en el gesto de Nymeria.

 

La Triviani se incorporó perezosamente y regresó su varita a su lugar seguro, habría sido un desatino amenazar en el primer día a dos alumnas de la, posiblemente, única clase que daría en el Ateneo. Tenía entendido que la mayoría de los magos y brujas elegían Leyes Mágicas como primera adquisición una vez graduados de Hogwarts, es lo que había hecho ella al fin y al cabo. Quizás porque resultaba tedioso tener que ponerlo en la lista de conocimientos a obtener en el futuro; algo que no les había pasado a ninguna de las féminas que tenía en frente.

 

― Sí, ya sé que no tengo ni pinta de ser profesora, ―comentó poniendo los ojos en blanco y dejando escapar un suspiro― pero qué se le hace. Quizás estaban muy necesitados los directores... ―elevó los hombros con despreocupación y dio media vuelta para ingresar. Les hizo un gesto a ambas para que la siguieran y se encaminó hacia las aulas.

 

Era la primera vez en muchos años que pisaba el edificio en calidad de "profesora", pues reconocía la sensación de haber sido docente en otro momento y le llenaba cierto espacio vacío que había procurado en mantener con telarañas.

 

― Soy Candela Triviani, por cierto, en caso de que no sepas mi nombre. ―se dirigía en ese momento a la muchacha que la confundió con una alumna, pues a la otra la conocía y, muy a su pesar, consideraba de sobra.― Aunque probablemente lo sepas, todos en Londres parecen adivinar cómo me llamo y yo en mi vida les he visto. ¿Te ha pasado? ―se decantó por un amplio salón escaso de butacas, la iluminación era casi perfecta― Espero que no, no te imaginas lo irritante que puede llegar a ser. En fin, adelante...

 

Con ayuda de su varita hizo de uno de los pequeños escritorios una especie de proyector, mostraría unas cuantas diapositivas mientras hablaban de lo que a la gitana realmente le interesaba, que no era enseñarles por supuesto, sino más bien tratar de sonsacar algo de información. Que ellas salgan aprendiendo un tercio de lo que eran las Leyes Mágicas, pues ese era otro tema. Pero, no importase cuánto lo piense, era imposible que no supiesen qué eran.

 

― Empecemos con algo básico, ―dejó la caja de madera sobre su escritorio personal y la abrió un poco para darle algo más de libertad al animal― ¿cuáles creen que son las diferencias entre las leyes mágicas británicas, y las del resto de mundo? Digamos... ¿Norteamérica? ¿Rusia?

 

Dejó la pregunta al aire mientras ambas chicas se acomodaban, la salamandra había asomado la cabeza por la orilla de la caja y Candela tuvo que darle un pequeño golpe con uno de sus dedos para regresarla a su lugar. Aún no era momento de salir.

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La Banshee fue ayudada un poco en su aseo por la líder mortifaga, lo que le provoco que se avergonzara aún más de lo que ya estaba. Para cuando llegaron hasta donde se encontraba Candela el momento de bochorno acababa de terminar. Miro a la peliazul y después a la profesora, y aunque ella era una niña cuando conoció a la Triviani en las filas de la Marca Tenebrosa aun la recordaba vagamente. Tras la presentación de la morena se dio cuenta que no les recordaba así que para ella era solamente su socia en la mazmorra.

 

Nymeria trato de responder a la pregunta hecha por la profesora, pero la verdad era que poco le interesaba la diferencia de una Ley a otra. Quizás la principal diferencia era el tipo de gobierno que tenía cada lugar. ¿Pero el saber aquello como le iba ayudar a entender las leyes de su propio país? No lo entendía así que omitió la respuesta a la pregunta.

 

Discúlpeme por no responderle sus preguntas, pero necesito ayuda en algo más particular que hablar de cientos de leyes.

 

Nymería había tomado aquella clase para que alguien le ayudara a emanciparse de su madre, no era que no la quisiera, todo lo contrario. La Malfoy amaba a Gatiux más que nada en la vida pero a quien no quería era al nuevo novio de su madre, Orión Black. Que para la metamorfomaga se había convertido en un grano en las posaderas de lo molesto que era.

 

Quiero saber si usted puede asesorarme, y hablarme de todos los riesgos que sucederían si llego a emanciparme de mi madre.

 

Por un momento había olvidado que su líder estaba a un lado de ella y que aquella decisión que estaba tomando posiblemente llegaría tarde o temprano a oídos de su madre. Así que se dirigió a ella con el mismo cariño que siempre le había mostrado la niña.

 

Por favor, no diga nada, ni a su esposa. Necesito ver si esto será una decisión correcta.

6ulee7D.gifoPlJzyO.gifM99Ea8K.gif 

vJ4GOyW.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

–Un gusto, profesora Triviani. Mi nombre es Taurogirl Lavigne –se presentό–.Y no, a decir verdad no me ha pasado, quizás en alguna época todos me conocían, pero eso fue hace mucho –respondiό acercándose más a Nymería y una vez dentro del aula tomó asiento al lado suyo. Ni bien las brujas se pusieron cómodas, Candela les hizo una pregunta que provocó que ambas se miraran confundidas. Si eso era lo básico, Tauro no imaginaba lo complicado.


–Yo… eh… –titubeó. La verdad es que no tenía ni la mas mínina idea de las diferencias que podian tener unas leyes de otras, pero dada cómo era la comunidad mágica lo que podía suponer es que en algunos lugares el permanecer ocultos de la vista de los muggles era tomado mucho más en serio –Sinceramente no lo sé, lo único que se me ocurre es que quizas sean más estrictos en algunas cosas… Lo sé, sé que no es nada específico, pero de leyes no tengo mucho conocimiento. Quizás aquí pueda aprender algunas que sean realmente interesantes –agregó. Cuando creyó que Nymería respondería a la pregunta de la Triviani, esta la soprendió con una confesión que no esperó para nada.


–Eso sí que es interesante –comentó–. Y no te preocupes, no tengo interés en que tu madre se entere, quizás así puedas venirte conmigo como lo venimos planeando –aquello también tomaría por sorpresa a la joven Banshee, pero para Tauro no era un secreto el cariӥo que sentía por ella y lo mucho que deseaba hacerla su aprendiz.


–En vista de que Nymería es menor de edad, ¿es posible que yo pueda ser su tutora para poder hacer efectiva su solicitud? ¿O definitivamente no es posible?

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Al principio le pareció una total insolencia el cambio de curso de la clase, pero se interesó más en el caso cuando parecía que a Nymeria le afectaba el asunto; no porque lo sintiese por ella, no realmente, sino porque su curiosidad le podía más y quería saber qué tipo de chimentos se cocían en Londres. De modo que esperó paciente, sin interrumpir, a que el intercambio de palabras de ambas brujas terminase. Odiaba meter su cuchara en el momento menos oportuno.

 

― Primero, lo primero. ―sentenció con un movimiento de varita. El remedo de proyector había regresado a su forma original y la caja, en donde se guardaba el bicho que llevó a pasear, se cerró.― No tengo idea de cómo han llegado hasta acá sin saber un mínimo de Leyes. Pero bueno, quizás es mejor así. Si hay más como ustedes me haré rica. ―bromeó encogiendo los hombros.

 

La Triviani era consciente de que no era mucha la paga que recibía por clase; pero galeones eran galeones, y los necesitaba para no caer en la desgracia de tener que estar de indigente. Además, tenía una deuda mensual que pagar, y para eso necesitaba dinero.

 

― No hay diferencia en las leyes de un país u otro, o de un continente a otro. ―comenzó― Las leyes se rigen y decretan de igual manera aquí, en Norteamérica, China o... donde se les ocurra. La diferencia, en realidad, está en la aplicación de éstas. ―se apoyó en un escritorio más cerca, de cara a ambas― A ustedes puede no parecerles muy diferente aquí y allá, desconocen de los métodos que se utilizan para hacer efectiva la ley. En Rusia, por ejemplo, suelen ser bastante extremos por nimiedades como, no sé, el extravío de una varita. ―hizo un gesto con la mano, como restándole importancia.

 

― En Norteamérica son estrictos respecto a los muggles, si no me equivoco, hasta el día de hoy prohíben cualquier tipo de relación con ellos. Y los castigos por desobedecer... pues, no me los quiero imaginar. Sin embargo, ¿quién querría relacionarse con muggles? Es una estupidez. Como sea... ―no sabía por qué había hablado demasiado.

 

Tomó una silla y se sentó con el respaldar sirviéndole de apoyo en el pecho, cruzó ambos brazos sobre la silla y resolvió discutir la consulta legal de Nymeria.

 

― No, Tauro, ¿puedo llamarte así? No me gustan mucho las formalidades, no sé si se han dado cuenta. Pero te llamaré así de todos modos. ―no esperó respuesta y continuó― No podrías ser la tutora legal a menos que Nymeria demuestre que sus padres son incapaces de sostener las responsabilidades que la Patria Potestad requiere. Sí podrías ofrecerle asilo, tenerla en tu casa. Después de todo, si se libera del seno familiar es libre de ir a donde le plazca.

 

Le dirigió una mirada a su socia y entrecerró los ojos, escudriñándola.

 

― Quieres emanciparte de tu madre. Es posible, sí. Sólo tienes que presentar la solicitud al Wizengamot, a menos que ellos designen a una persona particular que lleve el caso. Te consigo un buen abogado, si quieres. Yo no podría hacerlo, mis honorarios son algo altos. Y más que riesgos, yo creo que deberías saber las limitaciones. ¡Oh! Y tu madre podría revocar la orden del juez, que lo sepas.

Editado por Candela Triviani

d9apmla-81cee8e5-ae8e-4972-ae18-a8b27455ry0MviC.gifCazador-TT.gif

y3QqRim.png

~ Mosquito ~          Ianello 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Para la menor, que Tauro se ofreciera ser su tutora era como un sueño, vivir bajo el yugo y protección de la ahora señora de Ivashkov le ponía muy feliz, aunque también se preguntaba si era que ella vivía con su esposa Leah en el Castillo Ivashkov o en la Mansión Malfoy. Aunque también le preocupaba el hecho de lo que dirían los hijos de la peliazul en ese momento, quizás no la iban a querer, pero aun así agradeció el gesto.

Gracias, ojalá si pueda. —dijo. Aquellas palabras solo habían podido ser escuchadas por la líder de la marca gracias a que la metamoromaga estaba haciendo uso de su anillo para salvaguardar contra oídos indiscretos. No había terminado de concebir su felicidad cuando la profesora volvió a tomar la palabra.

Nymeria se le quedo mirando a la profesora, si le había dado la vuelta al tema de las diferencias entre leyes era porque no le parecía de utilidad. Pero no tuvo de otra que escuchar toda la explicación del por qué eran diferentes a pesar de ser las misma. Tenía momentos donde asentía y otros donde miraba a Tauro con cara de Kill me Please de lo aburrido que lo estaba pasando. Lo que parecía ser 4 minutos a la Oscuro le habían parecido horas.

La segunda parte de su discurso había sido algo confuso, pero trato de no hacer preguntas mientras su cabeza lo iba procesando todo. Y aunque aquellas palabras no iban para ella les presto mucha atención. ¿Qué necesitaba para demostrar que Gatiux no era capaz de hacerse cargo de ella?

Y mientras pensaba como demostrar aquello, se quedó escuchando lo que debía hacer. El tramite parecía demasiado sencillo. Y de verdad lo era, pararse en el Wizengamot, levantar un acta y esperar a que el juez dicte su sentencia. Se encontraba sonriendo hasta que escucho las palabras de la Triviani. ¿Era qué hablaba enserio? ¿Gatiux iba a poder revocar la orden del juez?

¿Cómo podría mi madre revocar esa Orden?

El que su madre pudiera hacer eso significaba que era una de las dificultades que hablaba ella o es que había más dificultades en todo ese trámite.

6ulee7D.gifoPlJzyO.gifM99Ea8K.gif 

vJ4GOyW.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

«Y para eso estamos aquí, para aprender», le respondió mentalmente a la bruja, hundiéndose en el asiento mientras explicaba cosas de leyes que a ella poco le interesaban. ¿Por qué se tenían que complicar tanto las personas? Pero luego recordó que no era su falta de interés lo que la desmotivaba de mostrarse poco activa en aquella clase, sino que para ella las únicas leyes que valían la pena eran las que protegían a las criaturas mágicas, lo cual la hizo cambiar de actitud, quizás algo bueno podía salir de aquella clase y pese a que ya no ejercía como Directora del Departamento de Criaturas, eso no le negaba la posibilidad de hacer algo en pro de ellas.

 

— Me da igual como quieras llamarme, las formalidades no son lo mío —respondió tutuéandola de igual manera, a pesar de que ella no le había dado autorización.

 

— Entonces no es tan sencillo como se piensa, tampoco quiero ir a decir que Gatiux está loca, porque dudo que lo esté, simplemente perdió la cabeza por un hombre —aunque no lo dijo claramente, la Mortífaga se refería al padre de la muchacha — Pero como sea quiero que sepas que cuentas conmigo y Leah estará más que encantada de tenerte con nosotras —le aseguró, haciéndose la misma pregunta de Nymeria.

 

— Disculpe, no es que quiera desviar la atención de la clase, pero como ya mencionó antes las leyes de un país y otro pueden variar y ser más estrictas en algunas cosas. En vista de que parece que maneja demasiado bien el tema, me preguntaba si la misma situación se da con los derechos de las criaturas mágicas. Aquí en Londrés sé que por ejemplo se han vuelto un poco estrictos con aquellas en peligro de extinción, pero tan apetecibles por el tema de las pociones. En lo personal me considero una experta en el tema, lo cual supone un fuerte enfrentamiento con las dos cosas que más me apasionan, sin embargo a lo largo de los años he descubierto sustitutos para ciertos ingredientes que no necesariamente involucran matar a la criatura ni mucho menos maltratarla... Pero en fin, que me estoy saliendo del tema, ¿sabe de algún país donde las leyes sean más estrictas que acá? Me interesaría mucho para un proyecto que tengo en mente.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.