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Conocimiento de Maldiciones


Leah Snegovik
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―Si yo supiera lo que es el Libro de Merlín, no hubiese preguntado ―le recriminó a Gyvraine mientras intentaba apartarla de un codazo.

 

Afortunadamente Leah explicó de qué se trataba, saciando así su curiosidad. Y en cuanto a las otras cuestiones las dejó pasar. Era cierto que en otros tiempos la educación se daba de otra forma, con métodos un tanto distintos a los que estaban acostumbradas las dos. Pero también es cierto que, entonces, tenían una madre que se dedicaba financieramente de ellas y podían pagar el tutor que se les antojara. Ambas tuvieron una buena vida, pero lo que vino después lo afrontaron cada una de un modo diferente, cada una con visiones separadas.

 

Candela se mordió la lengua para no confesarle a la Malfoy quién le pagaría aquella clase, aunque su risilla no contenida pudiera levantar vagas sospechas en ella. No, eso también lo dejaría para otra ocasión. Anotaría todo en una lista mental para tener con qué entretenerse cuando estuviesen solas. Debería ser un shock bastante grande para Gyvraine saber lo que su pequeña hermana estaba tramando.

 

Cuando vio los pergaminos prenderse fuego se quedó con la boca abierta. ¿Para qué hacerles escribir si terminarían de ese modo? Le dedicó una mirada de rencor a la Ivashkov por haber ocupado el valioso tiempo de la gitana en algo tan inútil. No es que fuese a ocupar su tiempo en algo más relevante, no tenía mucho que hacer realmente, pero para ella los segundos eran oro y no podían ser desperdiciados. ¿Por qué no hacerles hablar? Contaminaban menos el ambiente de esa manera.

 

― Te haré escribir una rutina todos los días, ―le decía a su hermana, haciendo uso de su anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, para que su comentario no fuese escuchado por nadie más que ella― pero no importa, porque después lo quemaré. fue entonces que recordó el comentario de la ojiazul sobre quemar la túnica― Antes de quemarla, aségurate de escribir algo en ella...

 

Pero no pudo disfrutar de su propia broma privada, ya que vio un fanstama con la apariencia de Igor Karkarov posicionarse delante de ella. Había que atacarles, dijo Leah. Pero no estaba segura de cómo. ¿Acaso no le traspasarían los hechizos que le enviasen? ¿No eran incorpóreos? La Ivashkov había dicho que podían recibir un ataque. Candela miró a Gyvraine confundida, era la primera vez que no sabía qué rayos hacer.

 

― Ehh... ―había dudado lo que duró una milésima de segundo y luego doce medias lunas salieron despedidas de la varita de la Triviani en dirección al fantasma de Karkarov. Y, casi por instinto, tomó a su hermana por un brazo y la ubicó delante de sí― Sólo por las dudas... ―se excusó Candela al encontrarse detrás de Gyvraine, que la usaba como escudo humano en caso de que el fantasma resistiese al ataque de la demonio.

Editado por Candela Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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- ¡Oye! Ese era mi hechizo (?)

 

Se giró hacia Candela al ver el hechizo que había utilizado para con el fantasma que la profesora le había invocado. Parecía que iba a explotar de la rabia porque le quitó la idea de utilizar dicho conjuro para desahacerse de la presencia que todavía estaba a su lado. Si no fuese porque estaba en una clase de la Universidad hubiera arreglado las cosas de otra forma; debía controlarse y cumplir con la tarea que la Ivashkov le había encomendado.

 

Se levantó del asiento y se apartó a la otra orilla de la habitación. Regulus lo miró pero no lo imitó. Parecía que conocía el destino para el que fue invocado ya que se colocó a unos tres metros de distancia del vampiro hacia el otro lado de la habitación en la que estaban tomando la clase. Emmet se aseguró de estar un poco alejado de las estudiantes y la profesora para que sucediera ningún imprevisto con la maldición que iba a conjurar.

 

Miró a Candela por última vez para concentrar toda la rabia que tenía en la realización de la maldición y, así, surtiera efecto al impactar en el fantasma.

 

Su varita de nogal negro se materializó en su diestra y bastó con solo pensar en el hechizo correcto, y proyectar esa rabia que tenía por lo sucedido, para que doce flechas plateadas se materializaran frente al Nigromante y apuntaran a su objetivo. Con un pequeño y casi imperceptible movimiento de muñeca, éstas salieron disparadas hacia el espectro dando en su pierna y el la parte baja del abdomen; dos y tres respectivamente. Se podía notar le impacto limpio que había tenido la maldición en Regulus. Sólo quedaba que éste desapareciera y no contra-atacara al vampiro porque ahí si podría llegar a estar en problemas.

 

Se volvió a su lugar y tomó asiento frente a Leah nuevamente.

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Apenas despegó los labios para replicar a su hermana cuando la profesora comenzó a explicar de qué se traban los libros, así como los poderes que conllevaban, por lo que Gyvraine no pudo más que fulminar a su hermana con la mirada tratando de controlar su molestia. Después de todo cuando ambas Triviani estaban juntas, lo más probable es que hubiera por lo menos una discusión, siempre había sido así.

 

La atención de la Malfoy regresó a su hermana para encontrar un rostro de sorpresa e indignación, que por un segundo le pareció lo más cómico del mundo, pues sorprender a Candela era todo un reto; pero en el momento en que siguió la dirección hacia donde la gitana miraba, sintió como ella misma se llenaba de desconcierto: el pergamino en el que había escrito con tanto esfuerzo estaba siendo consumido por las llamas.

 

Apenas si logró parpadear cuando vio como la profesora le apuntaba directo al pecho, después de haber tratado de atacar a Candela, poniendo el ejemplo que jamás podrían hacer daño directo a alguien con esos hechizos. Cuando el hechizo de Leah no tuvo efecto alguno, Gyvraine soltó el aire que sin darse cuenta había estado conteniendo en sus pulmones, quedando en claro que el confrigo no la haría volar en pedazos.

 

- Linda forma de corregir la tarea se dijo a sí misma de forma inaudible para el resto, mirando de reojo a la Triviani que, con voz normal y sin aparente preocupación, comenzó a bromear con lo que ante sus ojos parecía absurdo. Gyvraine no pudo más que abrir como plato los ojos, ante semejante cinismo y trató de contener la risa con cada palabra de su hermana, percatándose un segundo después que el descaro de semejante mofa era el anillo de salvaguarda ¿Vas a pintar sobre todo el castillo antes de quemarlo, también? preguntó, siguiendo el juego.

 

A punto estuvo de soltar una carcajada cuando frente a la gitana apareció Igor Karkarov, una visión que le dio muy mal presentimiento a la Malfoy que ya tenía apenas a un par de metros a Peter Petrigrew. Sin más hizo girar su varita entre sus largos dedos, recorriendo mentalmente la lista de hechizos que podía utilizar para poder defenderse, sin apartar la mirada ni un segundo del fantasma, bastante corpóreo al que tenía que enfrentar.

 

- Dañar o causar la muerte repitió lentamente aun concentrada más en cómo atacar a su oponente que en su alrededor, pero cuando estuvo a punto de levantar su varita sintió un tirón desde el brazo que la hizo retroceder un par de pasos. Buscó con ojos furiosos al culpable y se dio plena cuenta que la Trivnia la ocupaba de escudo humano - ¿Qué demonios te pasa? le dijo apretando los dientes, sin percatarse de que el fantasma de Petigrew ya se abalanzaba hacia ella y como acto reflejo, la Malfoy levantó su varita de arce haciendo una estudiada floritura para que de ella salieran una docena de medias lunas.

 

Gyvraine alcanzó a ver como las medias lunas producto de su hechizo cruzaban la ya poca distancia que la separaba del fantasma y se clavaban en el cuello, manos y piernas de su atacante, con la única intención de provocarle graves daños que fueran capaces de detenerlo. Sin embargo, la bruja no se quedó a contemplar cuan efectivo había sido su hechizo, sino que giró en redondo hacia Candela, casi con llamas en los ojos.

 

- ¿Quieres verme muerta? le preguntó a la Triviani, arrastrando las palabras Aunque creo que ya somos dos a las que quieren muertas, ¿no? Preguntó con cierta ironía -, ya veo que hasta ladrona de hechizos eres dijo, elevando la comisura de los labios en una sonrisa que tenía poco que ver con la alegría. Dio media vuelta y pasó junto a su hermana para susurrarle al oído Después salgamos a dentro terminó con sarcasmo, alejándose de la gitana para ir hasta donde inicialmente habían entregado los pergaminos.

We're always one...

.::Familia Malfoy::. ||Vacaciones Administrativas (?)||.:Familia Triviani:.

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Rodó los ojos con cierta impaciencia, aunque no hizo comentario alguno. Espero hasta que el primero dio un paso al frente, Candela, para hacer uso de una maldición y enarcó la ceja esperando la acción. Por suerte, había sido la correcta. Las medias lunas se clavaron en la figura del fantasma solo por un instante, que no emitió ni sonidos ni colocó cara de dolor. Simplemente las recibió antes de desaparecer.

El siguiente, su hijo, realizó un hechizo curioso que no había usado más que en simulacros de batalla y aunque era efectivo, le llamó la atención que fuera un hechizo de la lista de Initiés de la Orden del Fénix. Asintió otra vez, para darle a entender que había estado bien y finalmente fijó los ojos en Gyvraine, quien lanzó el mismo hechizo que su hermana. Ahogó una risita. Tenían toda la clase discutiendo en voz baja y hacían las cosas de forma similar.

-Muy bien, ya lo han entendido. Las contra-maldiciones son aquellas que nos permiten contrarrestar los efectos del daño causado por la maldición. En el caso del Seccionatus y el Disparo de Flechas, el Episkey es suficiente. Sin embargo, para que sirva deben retirarse las medias lunas o las flechas. Lo mismo sucede con otras maldiciones, aunque de una forma no tan... física.

Apuntó con la vara de cristal hacia la chimenea, invocando uno de los objetos que colgaban sobre la piedra. Un collar de ópalo. Prosiguió mientras el collar flotaba ante los ojos de sus estudiantes.

-En los libros de hechizos, en el libro del Equilibrio, hay una maldición curiosa. El Cinaede, es un veneno que entra al torrente sanguíneo y bloquea las vías respiratorias mientras daña nuestra anatomía. Es por ello que se necesita primero un Anapneo y posteriormente la cantidad de Episkeys necesarios para curar nuestro cuerpo -señaló el collar-. Algo similar sucede cuando colocamos una maldición en un objeto. Hubo un caso en Hogwarts hace años, con una estudiante, con este mismo collar. Quien lo toca es poseído por un dolor incontrolable hasta que lleva a la muerte.

>>En casos como este, debemos atacar primero la marca y por último librarnos de la muerte, curando el daño provocado. Existen objetos malditos y pociones, también, capaces de llevar a la muerte; no son maldiciones propiamente dichas, pero que bien utilizadas pueden convertir un objeto o algún alimento en algo letal.

Se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos.

-¿Debo explicar las maldiciones imperdonables? -no hizo falta que respondieran-. Muy bien, en ese caso necesito que cada uno me diga cómo creen que funcionan las maldiciones imperdonables, por qué se llaman así y cuál creen que sería su contra-hechizo, a excepción de la maldición asesina. Emmet, Cruciatus. Candela, Imperius. Gyvraine, Avada Kedavra.

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¡OMG! El collar de ópalo. El mísmisimo objeto estaba frente a los ojos de los estudiantes. El vampiro no podía sacarle la vista de encima después de recordar a la inútil e inocente estudiante, Katie Bell, que tomó el collar para entregárselo al mismísimo Albus Dumbledore; el destinatario era él pero la pequeña lo tocó con sus manos ... tanto así que comentaban que comenzó a levitar levantándose unos metros del suelo. Sin duda, no había sido el efecto de la maldición por completo. No pudo evitar soltar una risita ante lo que recordaba y cómo se lo habían contado cuando sucedió en aquellos años.

 

El irlandés quitó sus ojos azules del objeto y se dispuso a dirigirse por completo a su madre:

 

- ¿Es el mismo que maldijo a la chica llamada Katie Bell?

 

Estaba seguro de que sí lo era pero no podía evitar tocar el tema al preguntarlo.

 

- ¿Se conoce cuál era la maldición que le habían colocado al objeto?

 

Soltó otra pregunta ya que estaba demasiado interesado en el tema. Además, por lo que él había escuchado y sabía por las malas lenguas, es que no era una maldición común y corriente la que le había colocado al collar; al estar destinada a un gran mago como Albus seguramente era una de gran potencial.

 

No podía quitar la vista del objeto asi que lo siguió apreciando un poco más y luego prestó atención a lo que su madre comenzaba a explicar sobre las contra - maldiciones con un ejemplo que se encontraba en el Libro del Equilibrio con el cuál, Emmet, todavía no contaba pero en cualquier momento lo haría.

 

Se cruzó de brazos y tiró su espalda hacia atrás para escuchar con atención. Oyó el reparto de la tarea nueva que tenían que hacer por lo que el Nigromante no dudó un segundo en explicar, lo más claro posible y con la mayor precisión, de lo que trataba la maldición que Leah le había asignado. Además, como mortífago alto rango, las conocía muy bien ... siendo Cruciatus una de las que más prefería a la hora de "sacar" palabras de la boca.

 

- Yo comenzaré - dijo desde su lugar colocándose derecho para recobrar la postura - La maldición imperdonable Cruciatus lleva dicho nombre ya que, según su etimología, proviene del Crucio que significa " Yo torturo" y hace alusión al dolor que, mediante la maldición, se le aplica a otra persona - sonrió recordando la última vez que la utilizó - El efecto principal es causar un dolor agonizante que llega a volver loca a la víctima o, en el peor de los casos, conducirla a la muerte - tomó un poco de aire y continuó - Por ejemplo: cuando la mortífago Bellatrix Lestrange utilizó esta maldición en contra de los padres de Neville Longbottom. No llegó a asesinarlos pero los envió a San Mungo de por vida con el nivel de locura que les había llegado a causar - finalizó.

 

Sabía que la respuesta estaba acertada o, por lo menos, no había contestado cualquier calimidad a la pregunta que su madre formuló. Ahora era necesario que pensara en cuál podría ser un contra-hechizo para quitársela de encima, pero ahí estaba algo dubitativo.

 

- Con respecto al contra-hechizo y, al considerar que es de tipo rayo, podría ser un simple Protego antes de que llegue a impactar en el objetivo - suspiró - Ahora si ya ha llegado a la víctima no creo que pueda hacer mucho para contrarestarlo porque el dolor no se lo permitiría - en sus labios se dibujó una sonrisita de nerviosismo a esto último que acababa de responder.

 

Miró a sus compañeras y luego a su madre.

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