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Defensa Contra las Artes Oscuras & Primeros Auxilios


Ellie Moody
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Suspira cansada.

 

Jessie no venía a cuidar mocosos que no saben seguir indicaciones aunque su profesora no se las hubíera dado en primera instancía. Voltea a ver a Alyssa sospechando que esta piensa igual a Jessie, niega divertida y siguen a Madeleine y a sus alumnos sin muchos preambulos. A ellas las criaturas oscuras no les hacen nada, por el contrario, las respetan.

 

-Vamos Alyssa, hay que cuidar que no se rompan nada ellos solos ademas... tengo un par de trucos que haran de tu instrucción algo más... divertido.

 

Sonrie con malignidad en dirección de su alumna esperando que esta entienda el doble sentido de sus palabras. Escuchan gritos, de seguro ya se han metido en problemas. Jessie aferra su varita magica con su mano izquierda mientras da un paso al interior de la casa de Bathilda rememorando la mirada acusadora que Madeleine les ha mandado a las dos brujas.

 

Los gritos se escuchaban un tanto aterrados, volteo a ver a Alyssa una vez que creó luz en la punta de su varita. El suelo estaba llenó de sangre, manchas de arrastrar cosas, por unas esquinas podían ver como manchas más oscuras indicaban la formación de nuevos dementores. Aquel lugar se estaba convirtiendo en un germinadero de criaturas de la noche.

 

-Alyssa estamos aquí para cudiar que los chicos de defensa no se rompan el cuello pero al parecer son más propensos a accidentes de los que pensaba.

 

Observó el entorno con cuidado mientras activaba su anillo detector de enemigos para asegurarse donde estaban las criaturas y aquellos estudiantes accidentosos de defensa. Sonrió a Alyssa divertida cuando descubrió la fuente del ruido, Madeleine soía llamar la atención tanto o más que sus alumnos y sospechaba que estaba atrayendo la atención de las criaturas que habitaban aquel lugar.

 

-Ten cuidado Alyssa, dementores y boggarts es lo menos que podemos encontrar en este lugar. A mi parecer deberiamos salir y derrumbarla pero no debemos dejarlos aquí.

 

Caminarón con cuidando, revisando el terreno por donde pisaban para no sufrir accidente alguno, Jessie iba al frente revisando el terreno antes de acceder a la siguiente habitación hasta que finalmente dieron con los alumnos de Madeleine o el agujero por donde habían caído.

 

-Dame unos minutos, lo menos que podamos utilizar de magia en este lugar... fijate aquí, la estructura es endeble y un mal hechizo o caminar sin fijarse podría desencadenar cosas como las que tenemos al frente.

 

Del interior de su tunica sacó un mochila amplia, oculta en uno de los bolsillos internos de su capa gracias a un encantamiento de extensión indetectable. Colocó con cuidado la mochila en el piso y tras revolverla un rato dió con lo que buscaba; una cuerda de cinco pulgadas de grosos y un par de arneses y piquetas que podrían utilizar para bajar.

 

-Ten, colocate uno de estos en lo que yo amarró la cuerda, más tarde te enseño como se hace, esto es una parte esencial de los primeros auxilios, el rescate de victimas en un desastre natural o propiciado por el hombre o en este caso... por alumnos inconsientes.

 

Esperaba que Madeleines y su grupo le escuchasen, así aprendían a tener un poco de más cuidado. Amarró la cuerda con diversos nudos tanto corredisos como de agarre a un pilar firme de la casa, al parecer era el pilar principal de aquella habitación y la que sostenía la misma en pie aun. Descanso su peso en la cuerda antes de arrojarla por el agujero y poder bajar si miedo a caerse.

 

-Pasa la armella de tu arnes por la cuerda de esta forma- hizo un nuedo corredizo con la armella de su propio arnes para que pudiera deslizarse y tener soporte de tensión- una vez eso hecho, pasa tu pierna por ensima de la cuerda para que puedas tener mayor movilidad, colocate los guantes. Una mano arriba y otra abajo, justo debajo de tus gluteos, tendras que dejarte caer, sera caída libre porque no hay pared donde sujetarnos con los pies... voy detras de ti, así te afianzó la cuerda... andando. Una vez llegues a piso desatate y comienza la revisión de los pacientes en lo que llegó para que me des un informe completo y comenzar a proceder.

 

@@Alyssa Black Triviani

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El malhumor de Arcanus había desaparecido como por arte de magia. Se estaba divirtiendo bastante con todo lo que estaba ocurriendo. Andrómeda se encontraba aún en el fondo del hueco que ella misma había formado y Madeleine había aparecido gritando como una histérica. Sin duda que era gracioso, tanto que el joven tuvo que contener una carcajada. Se dirigió hacia su profesora y con una voz cargada de falsa inocencia exclamó:


- No se lo que pasó. La chica salió corriendo, realizó un hechizo y luego cayó en el fondo del hoyo. Intenté detenerla pero al parecer ella cree que es demasiado experimentada para enfrentarse a las criaturas oscuras sin ayuda. - Se encogió de hombros sin dejar de mirar a Madeleine a los ojos. De pronto, Andromeda comenzó a gritar aterrada, al parecer había algo allí debajo con ella. Arcanus se preguntaba si la chica estaba lastimada en verdad o sólo fingía.


De pronto el joven vio como la profesora de Primeros Auxilios le enseñaba a su alumna, como colocarse un arnés para bajar hasta el fondo del hoyo. Era momento de ver si los primeros auxilios servían en realidad y lo iban a demostrar auxiliándose entre ellas. Arcanus esperó hasta que las jóvenes empezaron a bajar y sacó su varita del bolsillo.


- Diffindo - Murmuró con el volúmen de voz más bajo que podía para cortar la cuerda que estaba atada al pilar sin que nadie lo viera ni sospechara de él. Sería gracioso ver como caían por el hoyo junto a Andrómeda. Arcanus se hizo el distraído y se acercó a Madeleine. Con mucho cuidado se sentó en el borde del hoyo y con un grácil movimiento saltó hacia la oscuridad iluminando con su varita. Había caído de manera perfecta sin hacerse daño.


- Creo que deberían ser más cuidadosas o tendré que llevar todos sus cuerpos maltrechos a San Mungo - Añadió negando con la cabeza y usando toda su concentración para evitar partirse de risa en la cara de aquellas mujeres.


- Bien Madeleine... ¿A qué hora vamos a capturar Mortífagos? Creo que será tan fácil como realizar un nudo... - Añadió mirando con malicia a Jessie.

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—Seguramente se resbaló, o el suelo cedió —murmura Madeleine distraídamente, más para sí misma que para Arcanus. Sin embargo, la mayor parte de su atención está en Lenteric. Se siente, de cierta forma, responsable por la initié en un grado mayor que por los demás. Está demasiado preocupada por ella, que no es capaz de seguir haciendo conjeturas o prestar atención a la extraña actitud de su otro estudiante en lo que, según Madeleine, es una emergencia. Quizás ayude que no lo conozca para nada—. Como sea, prepárate para bajar.

 

Mientras que Jessie le enseña a Alyssa cómo utilizar una herramienta, a todas luces, muggle, ella guarda la varita mágica en el bolsillo trasero de sus pantalones de hombre y asegura la vaina de Melle, de modo que con el salto no se suelte. Una vez que sus dos armas principales parecen estar a salvo, se agacha para rebuscar algo en su monedero de piel de Moke. Saca muchos relicarios y amuletos, antes de dar con el que necesita: un amuleto de alas de plata, el Amuleto Volador que vino con su Libro del Aprendiz de Brujo. Lo cuelga en torno a su cuello, junto a su dije de Fénix, también de plata.

 

—Oh, vamos... —suspira Madeleine, impaciente, mientras las dos brujas se colocan el equipo. No es que tenga nada en contra de las técnicas muggles; de hecho, le parece muy bien el viejo "hágalo usted mismo", y muchos de los inventos de ellos son bastante ingeniosos. Cuando no se tiene magia, lo único que queda es usar la maldita cabeza. Por eso los considera más creativos, prácticos y, sobre todo, avanzados que las personas que conforman la comunidad mágica. Pero, maldición, ¡es una emergencia! No tiene tiempo para quedarse viendo— Menos mal que no hay heridos de verdad —masculla por lo bajo, pues el hecho de que Andrómeda hubiese hablando significa que está viva y bien. La "emergencia", para Madeleine, es que está sola en territorio desconocido, y que grita que algo anda mal.

 

De modo que termina saltando antes que las de Primeros Auxilios, e incluso antes que su otro estudiante. La caída es lenta y corta, tanto que se siente como una tonta por molestarse en buscar el amuleto. Una vez que tiene ambos pies en el suelo, saca la varita mágica del bolsillo trasero de sus pantalones (no puede evitar sentirse culpable, pues ella regaña a su propia madre cuando la ve haciendo lo mismo) y la agita con suavidad mientras susurra "Lumos".

 

El sótano de la casa tiene un suelo de piedra, y lo más interesante es una estufa, quizás para calentar la casa en el invierno, unas cajas cubiertas de polvo y moho y...

 

—Lenteric —suspira Madeleine, aliviada. Lo primero que hace es analizarla de pies a cabeza—. Maldita sea, ¿dónde demonios está tu varita? —gruñe, sacudiendo la cabeza— ¡No hay excusas para eso! Como sea...

 

Al ver la expresión en el rostro de su compañera, se interrumpe a sí misma. Algo anda mal, recuerda. Y entonces se da cuenta de qué es. El frío allí abajo es mucho mayor que arriba, tanto que se da cuenta de que ambas están temblando. Pero no es eso lo que confirma sus sospechas, sino esa pesadez en el corazón, como si estuviera triste. Por algún motivo, los ojos se le llenan de lágrimas. Sin embargo, no permite que eso la derrumbe. Es por eso que está ahí, de todas formas; para evitar que sus alumnos en ocasiones futuras se paralicen, y para ayudarlos a saber cómo.

 

—Tranquilízate...

 

El golpe sordo a sus espaldas hace que se sobresalte, y apunte la varita hacia lo que sea que haya caído también en el sótano. Son las palabras de Arcanus las que le hacen reconocer el bulto que se mueve.

 

—Maldición —murmura lo bajo—, ¿qué demonios pasó ahora?

 

Claro, sabe que se rompieron las cuerdas, pero ¿cómo es eso posible? Había visto a Jessie seleccionar unas bastante gruesas, y no es que ninguna de las brujas tenga el trasero muy gordo. Madeleine se acerca para ayudarlas a ponerse de pie y verificar que no se hayan partido algún hueso importante. Mientras lo hace, echa un vistazo a la cuerda y nota, preocupada y desconcertada, que fueron cortadas limpiamente, como con tijeras o un cuchillo. No estamos solos, piensa, pero no se lo dice a los demás pues sabe lo que dirán: Madeleine está loca, de estar tan tiempo presa. O, peor. Le dirán que sólo es demasiado paranoica.

 

—Si quieres capturar mortífagos, puedes enviar una aplicación para unirte al Cuartel de Aurores —le dice Madeleine—. Recuerda que ellos no definen las Artes Oscuras, sólo las usan a su favor. Y, ciertamente, hay cosas peores que unos cortes o unas quemaduras —murmura—. ¿Sientes eso? ¿Ese frío? No, no es el invierno. Es difícil distinguir el ambiente provocado por los dementores del clima, pero no imposible. Sólo debes... uhmm... guiarte por tu instinto. Y mi instinto me dice que por aquí hay unos cuantos, muy cerca.

 

>>Los muggles de por aquí dicen que con tan sólo pasar frente a esta casa, se sienten tristes, deprimidos. Uno dijo que es como si el frío llegara a su corazón —musita—. Por supuesto, ellos no pueden verlos. ¡Es una suerte que nadie haya sido besado, a estas alturas! Así que vayamos a buscarlos. Supongo que todos saben cómo espantarlos —dice, poniendo los ojos en blanco—. Eso lo enseñan en Hogwarts. Ahora, bien, mientras los buscamos... ¿alguien sabe de dónde vienen? ¿Por qué creen que los hay aquí?

Editado por Madeleine.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Madeleine, perdón. Me emocioné un poco, pensé…. — se detiene justo a tiempo de lanzar la siguiente frase. >>pensé que era otra misión de la Orden.<< — Lo siento fue imprudente. No me siento bien… siento que me caeré a llorar en cualquier momento.

 

Su voz sale algo quebrada y siente que su cabeza no puede hacer otra cosa que no sea pensar en los peores momentos de su vida. Intenta sentirse mejor, mantener la calma, pero es imposible. Su pasado la persigue, ahora más fuerte que nunca.

 

Gracias a la luz de la varita, nota que la suya no está tan lejos como creía, y que el agujero dónde había caído era un simple sótano. Un montón de carbón era lo que había parado su caída, y ahora entendía el por qué dolía su cuerpo en varias partes. Se incorporó lentamente sintiendo como sus músculos se quejaban. Se sobó un poco las zonas doloridas, tomó su varita y sacudió su ropa.

 

En eso oye un fuerte golpe y luego ve aparecer a Arcanus. Un par de comentarios demasiado fuera de lugar son lanzados y no puede evitar mirarlo con furia. —est****o. —susurra molesta. No para de hacer bromas y creerse el superior entre las muchachas que allí se encuentran y eso la saca de sus casillas. <<Ojalá se termine dando la cabeza contra una pared>>.

 

Madeleine les explica al instante la causa que provoca aquel frío que se cuela en el alma e incluso tiene sentido ahora el por qué su desesperación y tristeza. Pero, ¿Qué harían allí dementores? No es normal que alguien encierre en una casa un par de esas criaturas malditas sólo para molestar a la gente.

 

Creo que son buenos guardianes. Aleja gente y no deja alejarse tampoco una vez que te atrapan. No sé exactamente que deben estar custodiando, pero estoy segura que su misión es mantener a todos afuera de aquí.

 

Se queda expectante mirando a las otras chicas, que están terminando de arreglarse luego de la caída. No se atreve a moverse nuevamente, ya aprendió la lección. Ahora dejará que alguien los guíe, y aprenderá a ser más precavida con su curiosidad.

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—Verás... no exactamente —le responde a Andrómeda, con aire pensativo, mientras camina por el sótano en busca de algo—. Los dementores sólo piensan en alimentarse. Todos sabemos cuál es su plato favorito: recuerdos felices, sentimientos puros. Ellos sirven a los que les ofrecen mayor "comida" —le explica a la muchacha, pues es necesario que tanto ella como Arcanus comprendan el comportamiento de esas criaturas, para así, quizás, saber por qué están ahí—. Antes, Azkabán era custodiado por dementores. ¿Por qué? No porque tuvieran exactamente madera de guardianes, sino porque el Ministerio les dejaba alimentarse de los prisioneros. Con el segundo ascenso de Voldemort, se revelaron porque él les ofreció mucha más comida, por así decirlo. Luego de que fue derrotado y Kingsley Shacklebolt se convirtiera en el Ministro, los Aurores reemplazaron el lugar de carceleros. Por lo menos, mientras Azkabán funcionaba —añade, pues en la actualidad la cárcel, por motivos que ignora, no está en funcionamiento.

 

Madeleine había pensado que la profesora de primeros auxilios podría hablar acerca de qué tomar en caso de estar muy cerca de un dementor, pero al ver el estado de su estudiante decide adelantarse.

 

—Come un poco de chocolate —le dice, mientras rebusca en su monedero de piel de moke hasta dar con una rana de chocolate. Finalmente se la entrega a la muchacha, con firmeza para que no se vaya saltando—. Te ayudará a recuperar fuerzas.

 

>>Ahora, hasta el sol de hoy, nadie sabe exactamente de dónde rayos vienen los dementores. Tampoco aparecen en el famoso libro de Newt Scamander, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, así que no se les considera "criaturas mágicas", por así decirlo. Si embargo... uhm, he leído, aunque en libros no oficiales, que, a veces, los dementores se alimentan tanto de alguien que lo reducen a lo que ellos son: seres desalmados y perversos. Tiene sentido, ¿no creen? El problema es entender por qué están aquí... aunque, quizás no necesariamente deba haber un motivo. Ya lo sabremos.

 

De rojo, Madeleine observa algo. No una sombra, sino una silueta oscurísima. La piel se le pone de gallina, pero mantiene la varita empuñada con fuerza.

 

—Ahí hay un dementor —les dice a sus alumnos—. Allá... por la estufa... No es difícil espantarlo, ¿sí? Sólo no dejen que los afecte. Tomen un trozo de chocolate, piensen en un recuerdo de felicidad verdadera e invoquen su patronus. Ese es el mejor método contra ellos. Ah, y contra los lethifodls, cabe destacar. Los dejo a cargo de este, ¿sí? Nada como la práctica de verdad.

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Con cierta reticencia siguió a Jessie hacia el interior de aquella pocilga; había demasiadas cosas que estaban mal con ese lugar, y no hacía falta ser un experto en Artes Oscuras para percibir la densa energía que circulaba dentro de aquella casa. Mientras avanzaban siguiendo a los alumnos de la otra clase Alyssa fue activando todas sus defensas, o al menos todas con las que podía contar en aquel momento, y le fue tan sencillo como pasar su mano por sobre los anillos adquiridos junto al Libro de la Fortaleza: para la escucha, detector de enemigos y salvaguarda de oídos indiscretos. Por último también activó su anillo contra venenos, prefería estar preparada para cualquier posible ataque antes que lidiar con las consecuencias de ello.

 

Aun así y a pesar de todas las defensas perpetradas, no conseguía sacudirse de encima aquella horrible sensación que le transmitía el lugar en el que estaban. Poco era lo que habían avanzado cuando de pronto un sonoro barullo se abrió paso por cada rincón de la casa, de alguna forma una de las alumnas de DCLAO se las había arreglado para caer dentro de un hoyo en el suelo que desembocaba en una total oscuridad; la Black no pudo evitar poner los ojos en blanco y chasquear su lengua en una clara señal de disgusto, pues claramente lo único que necesitaban allí era un batallón de brutos para ir llamando la atención.

 

- ¿Cuerdas y arneses? – Replicó ante las explicaciones de Jessie - ¿Por qué no simplemente hacemos uso de nuestra magia? – De seguro la Black Lestrange tendría alguna explicación lógica para ello, como que por ejemplo el uso de sus poderes podría dejar un rastro inconfundible del cual no podían fiarse.

 

Se encogió de hombros y siguió las indicaciones tal y como le eran dadas, después de todo por algo Jessie era la profesora en aquella ocasión y no al revés. Se puso el arnés saltando al vacío mientras que descendía lentamente gracias a las cuerdas, pero ni siquiera había llegado a mitad de camino cuando escuchó claramente (gracias a su anillo de escucha) como el otro alumno de DCLAO utilizaba su magia para cortar la misma en una vana esperanza por lograr que ambas brujas se hicieran daño. Su Amuleto Volador se activó al instante con lo cual su caída fue suave y controlada hasta que logró posar tranquilamente sus pies en el suelo, al voltearse notó que su compañera había actuado de la misma forma que ella con lo cual ambas saltearon aquella complicación sin mayores problemas.

 

La punta de su varita se iluminó al instante derramando un claro haz de luz sobre la habitación en la que se encontraban, que al final había resultado ser el sótano de la casa. Arcanus y Madeleine ya se encontraban allí también por lo que la Triviani no pudo evitar girarse en dirección al primero, aquel que había atentado contra el bienestar suyo y de su compañera, acercándose al mismo con movimientos bien calculados.

 

- La próxima vez que quieras meterte con alguien, procura al menos que no sea superior a ti – comentó la mortífaga con sorna – De lo contrario solo lograras comprometer tu propia salud.

 

Esbozando una sonrisa cargada de burla guiñó un ojo al mago que tantos aires se daba, pero sin atmósfera suficiente como para solventarlos. Se giró entonces en dirección a Andromeda, la chica que había caído en primer lugar y que al parecer tenía magulladuras en todo su cuerpo; se acercó a ella pero se detuvo antes de actuar mirando a Jessie a la espera de indicaciones.

 

- ¿Qué debo hacer? – Consultó - ¿Bastará con un espiskey para curar sus heridas?

 

Aquella era precisamente la razón por la que había decidido tomar esa clase, y es que fuera de aquel hechizo y su amuleto de curación no conocía otros métodos para sanar heridas o aliviar el dolor. Mientras que aguardaba a por la respuesta de su compañera un intenso frío comenzó a rodearla, una sensación de desesperanza y profunda tristeza se apoderó de su alma con un ímpetu inusitado; exhaló agitada y contempló como el vahó se formaba ante ella. No le hacían falta más pistas para saber de qué se trataba.

 

- ¡Expecto Patronum! – Exclamó aferrándose a la imagen de su esposo haciendo reír a carcajadas a su hijo, sin duda uno de los recuerdos más felices que podía atesorar.

 

Filamentos plateados salieron de la punta de su varita hasta dar forma a un hermoso y orgulloso tigre, el animal representativo de los Macnair, apellido que cargaba su esposo y ahora también su hijo. La bestia tenía la sencilla orden de protegerla a ella y a Jessie de la presencia del dementor (o dementores), por lo que se limitó a circundar en torno a sendas brujas pero sin lanzarse al ataque, simplemente rondando alrededor de ellas. Alyssa esbozó una presuntuosa sonrisa al tiempo en que lanzaba una significativa mirada en dirección a Madeleine, la bruja que se había auto declarado como miembro de la OdF; a la Black le resultaba de lo más cómico aquella absurda creencia que poseía dicho bando para con el hechizo que ella acababa de realizar, creyendo que por alguna extraña razón solo ellos estaban dotados del poder para llevarlo a cabo (en todas sus funciones posibles).

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Las cosas no habían salido como el joven esperaba. Al cortar la cuerda ninguna de las mujeres había caído. Aparentemente alguien había utilizado extraños poderes para detener la caída de Alyssa y Jessie. Tras una rápida mirada notó que Alyssa llevaba extraños anillos. Arcanus no conocía dichos poderes pero se había enterado como obtenerlos. Al parecer la nueva moda era pagar para adquirir objetos con poderes extraordinarios. Suspiró y se dirigió hacia donde estaban Madeleine y Andrómeda para empezar la clase.


Por fin se había develado lo que causaba aquel frío en el lugar. Se trataba de un simple dementor. Arcanus estaba acostumbrado a aquellas criaturas debido a que tiempo atrás, pasaba la mayor parte del tiempo llevando y trayendo gente de las cárceles mágicas, las cuales estos seres custodiaban, por lo que su influencia era miníma en él. Notó que Andrómeda sufria mucho sus efectos y Madeleine le ofreció una rana de chocolate. Tal vez fuera buena idea fingir que se sentía mal para que le dieran chocolate a él también.


El joven salió de sus pensamientos y escuchó las preguntas que hacía Madeleine sobre los dementores pero realmente no le interesaba responder, así que dejó que Andrómeda lo hiciera. Él prefería pasar a la práctica. Poder utilizar su varita en lugar de escuchar tontas explicaciones o conjeturas. Algo impaciente jugaba con la varita entre los dedos. De pronto Alyssa se dirigió hacia él.


- La próxima vez que quieras meterte con alguien, procura al menos que no sea superior a ti. De lo contrario solo lograras comprometer tu propia salud.- Exclamó Alyssa. Arcanus miró de izquierda a derecha y de arriba a abajo buscando a ese ser superior del que hablaba la joven.


- Oh... ¿Te refieres a ti? - El joven se hechó a reír con tanta fuerza que de haber estado cerca el dementor, lo hubiera espantado sin necesidad de un Patronus. - Bueno... el dinero te da esos lindos anillos que tienes y las amistades te dan el status que tienes en tu "agrupación". Si a eso llamas "ser superior" entonces claramente lo eres... y por mucho - El joven puso los ojos en blanco y la sonrisa no se borró de su rostro. Él sabía que a pesar de que la joven tenía esos extraños poderes, sus habilidades superaban ampliamente las de ella.


De pronto el dementor se hizo presente y Arcanus levantó su varita para rechazarlo pero Alyssa fue más rápida y conjuró un Expecto Patronum. ¿Por qué estaba haciendo lo que le correspondía a los alumnos que estaban tomando la clase de DCAO? A lo mejor sentía unas ligeras ganas de llamar la atención. Arcanus observó como un tigre se formaba de la punta de la varita de la chica y comenzaba a caminar alrededor de ella y Jessie.


- Ohhhh qué lindo patronus - Dijo con una fingida voz de emoción - ¿Puedes hacer que hable como lo hacen los miembros de la Órden del Fénix? Yo tengo este horrible dibujo... - Dijo a la vez que levantaba la manga de su túnica para dejar en descubierto una Marca Tenebrosa - ¿Si lo toco puedo comunicarme con los Mortífagos? - Le preguntó sonriendo pero no esperó respuesta - Antes servía para comunicarse con ellos. Ahora creo que estan usando otros métodos, parece que les gusta más parecerse a la Órden. Por que claro, es más vistoso un imponente animal brillante que habla que un feo manchón verde como este - Terminó su monólogo y se paro junto a Madeleine para seguir antento a los próximos pasos a dar.
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- ¿Mi “agrupación”? – Espetó la Triviani torciendo el gesto con falsa curiosidad - ¿Te refieres al Cuartel Inquisidor? Pues allí solo soy una simple empleada, no es un gran status la verdad – comentó encogiéndose de hombros - Pero de todos modos gracias por estar tan pendiente de mí y enaltecer mis logros, es muy considerado de tu parte. Te daría un autógrafo pero la verdad es que valen demasiado como para andar repartiéndolos tan a la ligera.

 

El patronus que había conjurado continuaba circundándola a ella y a su compañera para así mantenerlas protegidas de los efectos que causaba el dementor, sin embargo no velaría por la seguridad de los estudiantes correspondientes a DCLAO, al fin y al cabo estaban allí precisamente para aprender a defenderse por sí solos de aquel tipo de peligros. Cuando se encontraba aburrida como lo era en ese caso le encantaba sembrar un poco de caos para así pasar el rato aunque fuera un poco más entretenida, y en esta ocasión aquel sujeto acababa de darle la excusa perfecta para hacerlo.

 

- Pues el mío puede cantar, bailar, hablar…, puede hacer todo lo que yo quiera, así de poderosa soy – comentó la Black con sorna, pero entonces su gesto se congeló al ver aquella marca en el brazo de Arcanus - ¡Por Merlín! – exclamó la Black exagerando su gesto de horror, colocando a Jessie detrás suyo como si quisiera protegerla de una nueva amenaza – Madeleine, eres Directora del Cuartel Auror ¿y permites mortífagos en tu clase? ¡Deberías saber mejor que nadie el riesgo que representan estos psicópatas para la comunidad mágica! ¡Nos has puesto en riesgo y todo por no saber llevar a cabo tu trabajo como corresponde!

 

Era una buena actriz, o mejor dicho siempre se le había dado extremadamente bien esto de mentir. Su gesto reflejaba enfado y desafío, mezclado con la pizca justa de un miedo simulado mientras que empuñaba su varita manteniendo a la Black Lestrange bien resguardada a sus espaldas. Bien sabía ella que aquel tatuaje era solo un borroso recuerdo del real, pero aun así era posible distinguir la forma de la Marca Tenebrosa en él y por tanto motivo más que suficiente para incriminarlo por sus actos. El muy idi*** acababa de auto proclamarse como miembro del bando tenebroso, o mejor dicho ex miembro ¿pero qué podían saber los presentes sobre las diferencias entre un tatuaje activo y otro inactivo? Nada, afortunadamente.

 

- No puedo creer que hayas permitido que esto sucediera bajo tus narices, Moody – gruñó Alyssa aun manteniéndose a la defensiva – Si tu no piensas cumplir con tu deber, nosotras tendremos que hacerlo. Como miembros del Departamento de Seguridad Mágica lo declaramos culpable de pertenecer a una organización terrorista e ilícita, y por tanto deberá ir a juicio para que se decida su condena.

 

Su rostro era el vivo reflejo de la valentía, la máscara que mostraba a una mujer dispuesta a cumplir con su deber sobreponiéndose a todo miedo que pudiera atenazar su cuerpo, o riesgo que pudiera atentar contra su vida. Cuadró su postura e irguió el torso alzando el mentón en un claro gesto de desafío, pues a ojos de los presentes ella era una Inquisidora y como tal debía llevar a cabo su trabajo de proteger a la comunidad mágica. Por otro lado, interiormente, dentro de los confines de su mente, la Black no hacía más que regodearse en el placer que aquella situación le proporcionaba.

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Una horrible tristeza se había acumulado en su corazón. Era tanta que hasta le parecía demasiado patético encontrarse así. Las palabras de todos parecían un constante reproche ante sus malas acciones, y de hecho tenían razón: había sido torpe y descuidada, podría haberle sucedido cualquier cosa, podría.

 

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio una rana de chocolate en su campo de visión. Casi sin ganas, la tomó, comió un bocado y tragó con pereza. Inmediatamente repitió el proceso varias veces hasta que el dulce desapareció. Se sentía un poco más ligera ahora, y la negrura con la que antes pensaba se había disipado no del todo, pero al menos ya no tenía tantas ganas de echarse a llorar como una nena desconsolada.

 

En eso, observa que una de las chicas que desconoce se acerca hacia ella con ímpetu de hacer algo, y no puede evitar retroceder un poco mientras que su boca suelta un poco de vahó. Oye que pregunta que hacer respecto a sus golpes, y desconfiada se apresura a decir levantando sus manos como escudo:

 

-Tranquila, no necesito nada serán futuros moretones, pero nada que necesite una ayuda inmediata.

 

Madeleine comienza a explicarle un poco sobre la historias de aquel ser que estaba causando tantos estragos con sus emociones. Le parecía sumamente interesante todo lo que contaba, aquellos espectros oscuros no siguen el mandato de nadie sino de su mismo instinto por alimentarse sin embargo, su parte despreciable también incluía venderse al mejor postor.

 

-Entonces ¿Crees que sólo estén aquí por mero instinto? No lo sé pensaba que tal vez alguien los estuviera controlando para mantener deshabitada la casa -pregunta intentando ocultar su decepción. La alerta se enciende cuando oye un ruido a sus espaldas, y girándose se encuentra con una criatura encapuchada que con una respiración silbante se está acercando hacia ellos.

 

Una figura luminosa aparece para proteger a las desconocidas, pero sus compañeros y ella siguen sin defenderse. Madeleine los alienta para enfrentarse a aquella criatura, por lo que intenta dejar de lado el temblor que se arraiga en su cuerpo. La imagen de una de sus clases de Hogwarts vuelve a su mente, y como aquella vez intenta concentrarse en un recuerdo feliz.

 

-Expecto Patronum. -pronuncia cuando llega a su mente la vivida imagen de una cena familiar, con sus miembros sonriendo y charlando amenamente.

 

El hechizo es instantáneo, y miles de hebras plateadas se van uniendo hasta dar forma a un ovejero alemán blanco más grande de lo normal. Una sonrisa se forma en su rostro cuando el mismo se abalanza contra el dementor, el cual termina huyendo ante la pureza de aquella invocación.

 

Inmediatamente, un alivio general la recorre de pies a cabeza y siente un poco de cansancio, pero está lista para continuar. Sin embargo al voltearse se encuentra con un espectáculo que no se esperaba. Arcanus está mostrando su antebrazo dejando ver un manchón negro, como si fuese un tatuaje, mientras que la misma desconocida que había intentado ayudarla está recriminándolo de pertenecer al bando de los mortífagos.

 

Ay por favor! ¡¿Es qué siempre tienes que hacerte ver?! - exclama exasperada de las actitudes de aquel muchacho. Apenas y si lo conocía, pero unos segundos con el bastaban para darse cuenta que solo quería que la atención recayera en él.- ¿De verdad vas a creerle a este que sólo quiere que estemos pendiende de él? Ya te has dado cuenta que le encanta llamar la atención. Si crees que es necesario un interrogatorio hazlo, pero creeme que perderás el tiempo.

 

Se cruza de brazos mientras mira fijamente a su compañero a medida que va soltando sus palabras. ¿Acaso tenía un chifle en la cabeza o algo por el estilo?

 

-Oh por cierto, Madeleine será aurora, pero sí de tanto poder te jactas vos también deberías haberte dado cuenta en un principio de la clase de persona que es. Es obvio que él no puede ser un mortífago. Además que incongruencia, ¿Tomando defensa contra las artes oscuras? Si yo fuera de ese bando me metería a una clase más interesante.

 

Al terminar mira a Madeleine, expectante. Aquella clase estaba siendo divertida, pero más que nada, deseaba seguir aprendiendo a defenderse y no a volverse una payasa de circo.

Editado por Andromeda Amelin Lenteric

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—¡BASTA!

 

Una pequeña parte de ella, quiere pensar que el ambiente tenso se debe a los dementores. El temor, como sabe ella muy bien, fomenta la paranoia. Sin embargo... oh, Madeleine, aunque las Inquisidoras no lo sepan, conoce muy bien a Alyssa y a Jessie. Por un lado, los Aurores saben muy bien que sus compañeros de son mortífagos o amigos de ellos, y con sus constantes intentos de hundir e inculpar a la Orden del Fénix de cualquier babosada, demuestran por lo menos lo segundo. Además, recuerda muy bien la actitud de Stabolito (no, Black Lestrange) durante el interrogatorio, y también a su compañera en la visita que hizo a las Southern Uplands. Sabe que son cínicas, y por lo tanto buenas mentirosas. Es por eso que no cree nada en su "temor" por estar cerca de un mortífago.

 

Le extraña, le sorprende y le altera muchísimo ver el tatuaje, puesto que sus instintos, generalmente acertados y de mucha ayuda, no le "advirtieron" nada. Sí, también se siente algo tonta. Pero entonces recuerda lo sucedido en el Atrio. Recuerda a Lisa revelando la Marca Tenebrosa en el brazo de Jessie y de otro mago, y los recuerda tratando de ocultarlo, inculpando a su compañera de tenderles una trampa. Quizás pensaron haberlo hecho bien, así como seguramente crean que olvidó el asunto, mas lo cierto es que no. Si antes observaba a la Inquisidora con cuidado, ahora, todavía más. ¿Por qué iba un mortífago a revelar a un compañero? ¿O dejar que lo hicieran?

 

—Maldita sea...

 

No sabe qué hacer. Observa, durante un momento, a Arcanus, con duda y recelo. Y entonces, escucha a Andrómeda, su compañera y se da cuenta de que la está mirando con... expectación, como si supiera que Madeleine hará algo, como si estuviera segura de que ella sabrá qué hacer. Como si confiara en ella. Y es así, ¿no?

 

Luego de unos momentos, la Auror saca de su bolsillo trasero el falsoscopio, que parece una de esas pequeñas peonzas con las que juegan los niños.

 

—Lección de Defensa Contra las Artes Oscuras número veinticinco —musita, aunque en realidad el número es aleatorio. Madeleine tira del brazo a Arcanus hasta alejarse lo suficiente de Andrómeda, Alyssa y Jessie (aunque sólo le preocupaban las últimas dos), hasta llegar al fondo de la habitación. A pesar de que el dementor se ha ido, todavía siente algo de frío, pero lo ignora. Se pone de pie frente a las brujas y alza la mano izquierda, donde está el falsoscopio; mantiene la palma estirada y firme—: el falsoscopio.

 

>>Si se preocupan por los magos tenebrosos, les recomiendo comprar uno de estos en el Magic Mall. Son muy baratos y fáciles de portar. Verán... este es un sensor de ocultamiento. Vibra cuando detecta mentiras u ocultamientos. Sin embargo, también gira sobre sí mismo, como cualquier peonza, al detectar magos tenebrosos (como sabrán, su aura está corrompida por las Artes Oscuras. Creo que es así como funciona esta cosa). Este es muy chiquito, así que su radio de detección, por así decirlo, no es muy grande. Unos dos metros, cuando mucho. Ahora, Arcanus, parece ser que hace mucho no usas magia negra... —dice Madeleine al ver el objeto inmóvil, aunque lo cierto es que lo observa con recelo. No le gustan las sorpresas— Sin embargo, yo que tú no estaría luciendo ese tatuaje tan a la ligera. Si no creyera en la redención, al igual que las Inquisidoras, te ataría y encerraría. Porque, bueno, ellas también "perdonaron" a su antigua directora, luego de que se reveló como ex-miembro de la Orden del Fénix, argumentando que era el pasado. Espero que lo hayas enterrado bien.

 

>>Ahora, sí no te molesta, podrías decir "yo no soy un mortífago", y el falsoscopio determinará si mientes o no. La verdad es que tu no me habías dado mala vibra, pero las señoritas aquí presentes parecen estar muy delicadas. De todas formas, creo que si fuese un mortífago de verdad ellas te defenderían, como ha pasado antes. Bueno, apresúrate, no tenemos toda la noche: nos queda por revisar el resto de la casa

 

Mientras tanto, Madeleine observa a su otra alumna y le dedica una sonrisa

 

—Buen trabajo con ese patronus, Lenteric. Ejemplar y eficaz. Te recomiendo que lo mantengas cerca. Es muy probable que arriba hayan mas... y, ahora que lo recuerdo, no sé si estén aquí por instinto. Es una posibilidad. Este es un pueblo tranquilo, con muchas personas felices a las que quizás les de curiosidad este lugar. Sin embargo, uhm... quizás algo o alguien más los mantiene aquí —se atreve a decir—. Alguien que les trae "comida", pero no se me ocurre por qué o para qué. Por eso debemos reanudar nuestra investigación cuanto antes.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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