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Defensa Contra las Artes Oscuras & Primeros Auxilios


Ellie Moody
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Alyssa se daba muchos aires de superioridad y Arcanus estaba realmente divertido con aquella situación. Pensar que estuvo a punto de anotarse en otra clase, pero el azar fue el que decidió que él estuviera allí y casualmente, con la Mortífaga como compañera. La estaba pasando realmente bien, disfrutando de aquella escena en aquel tétrico lugar. Parecía no prestarle atención al frío, a la oscuridad o a las posibles criaturas tenebrosas que habitaban allí. No iba a quedarse con las palabras en la boca, no lo había hecho antes y no lo haría jamás y menos frente a alguien que consideraba inferior a él.

 

- No es estar pendiente realmente, los rumores viajan de aqui para allá y digamos que me he enterado demasiadas cosas durante mi ausencia. Los favoritismos son de público conocimiento, hasta los de tu "agrupación" lo dicen. - No iba a seguir hablando del tema, porque no era algo que tuviera que explicarle. - ¡Qué lástima que no me des tu autógrafo. A lo mejor ser tu amiga me abre tantas puertas como a tí, siendo amiga de otros - Puso los ojos en blanco y a continuación se dedicó a disfrutar la actuación de Alyssa. Verdaderamente, poco le importaba que lo juzgaran. No le tenía miedo a nada ni a nadie. Además, en caso de ser juzgado, solamente tendría que soltar un par de nombres de Mortífagos para ser indultado. Los recordaba a todos y cada uno y sabía que la única manera de silenciarlo, sería matándolo. Y esa era una opción complicada para el nivel de duelos de los integrantes actuales de la Marca.

 

- Supongamos que fuera Mortífago... ¿Quién va a capturarme? ¿Tú? - Exclamó con una expresión de burla mirando a Alyssa. Sabía que no podría utilizar sus poderes de Mortífaga si no quería ser descubierta por Madeleine y Andrómeda, por lo que, sacando los poderes misteriosos que poseía debido a los libros, estarían casi en igualdad de condiciones. Francamente Arcanus dudaba mucho de las habilidades duelísticas de aquella mujer y estaba seguro que en igualdad de condiciones trapearía el piso con ella. Fue entonces cuando las palabras de Andrómeda llamaron su atención.

 

- ¿Hacerme ver? ¿Llamar la atención? - Exclamó abriendo mucho los ojos, como sorprendido - Pero si fuiste tu la niñita que decidió salir corriendo creyéndose capacitada para enfrentarse a cosas desconocidas y saliste lastimada tan solo entrando a este tonto lugar. Yo solo estoy soltando algunas verdades - Dijo sonriente y se acercó donde estaba Andrómeda y la tomó de la cintura - Pero no te preocupes, yo puedo protegerte de los malvados dementores y de lo que tú quieras. - Le dijo suavemente al oído.

 

De pronto sintió como Madeleine tiró de su brazo, de manera algo brusca y lo apartó del grupo. La mujer llevaba encima un falsoscopio. Arcanus se dio cuenta que debía adquirir más objetos del Magic Mall, muchos magos los tenían y al parecer eran bastante útiles. Ya sea para realizar distintas tareas, o para presumir ser poderosos a pesar de tener una medicore capacidad en los duelos. Sea como fuere, tenía que hacer una parada en aquel lugar, aunque con los pocos Galeones que poseía mucho no iba a poder comprar. Salió de sus pensamientos para escuchar las palabras de Madeleine.

 

- Ya no tengo el poder para utilizar esos hechizos oscuros... - Lamentablemente era verdad. Ya no poseía esa magia, aunque le hubiera encantado para encargarse de las dos Mortífagas que estaban allí. Con un simple movimiento de varita podría destrozarlas a ambas, pero tenía que ceñirse a su realidad. - Pero bueno, haré lo que me dices así podemos continuar con la clase. De veras necesito la certificación - Miró a los presentes, luego al falsoscopio y soltó las palabras.

 

- No soy un Mortífago - Y luego añadió - No soy un cobarde...

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Sabía que Alyssa preguntaría algo como eso y estando en la situación en la que estaban era una buena experiencia para la mujer.

 

-Veras Aly, la cuestión por la que no podemo o mejor dicho debemos utilizar magia es porque podemos alertar a las criaturas que habitán aquí y en otras circunstancias nuestra magia en vez de beneficiarnos nos perjudicaría, es decir, en una edificación endeble despues de un enfrentamiento utilizar la magia puede provocar que aquello se nos venga encima y por tratar de hacer las cosas con rapidéz casi siempre suele haber algún problema.

 

Comenzó a descender con rapidéz pues ya tenía la practica de años y aunque debía de tener cuidado por Alyssa y ver el descenso de esta, ella amaba esa sensación de sentir como tu vida dependía de un simple arnes y una cuerda. La tensión de la cuerda provocaba que Jessie sintiera todo lo que pasaba arriba, incluso el roce de los animales con las cuerdas y aquello que estaba sintiendo...

 

-Alyssa ¡cuidado!

 

Jessie activo su amuleto en forma de pluma para terminar el desensó en una segura planeación hasta el piso de aquel lugar. Notó como Alyssa se enfrentaba a Arcanus pero ella tenía mejores cosas que hacer que preocuparse por un inepto que se daba anfulas de ser algo que no era.

 

-Mejor callate y atiende a tu profesora, no vine a cuidar mocosos insolentes.

 

Se volteo a la alumna de Madeleine la cual estaba herida en el piso; en un examen a simple vista la chica no tenía más que un simple esguince en su tobillo, nada que un simple episkey no pudiera solucionar pero tenía que enseñar todo cuanto pudiera a Alyssa en esa clase.

 

-Con un episkey bastaría, es verdad Alyssa, pero ahora te enseñare una tecnica que desarrollamos un viejo camarada y yo. Pasas tu varita sobre el area afectada mientras murmuras ovis visibili que significa hueso visble y veras como podras notar... el hueso o area afectada de tu paciente, en este caso esta chcia tiene un simple esguince... un episkey es más que suficiente.

 

Le cedío el paso a Alyssa para que ella pudiera hacer el hechizo, puesto que era ella la que debía practicar y no Jesseca.

 

Sonrió al ver el patronus de su compañera cuando esta sintió que los dementores se acercaban a donde ellos estaban y justo eso desató la pelea de nueva cuenta entre Arcanus y su alumna y compañera. Aprovechó ese momento para poner en acción el plan que tenía en mente. Sonrió con malicia para sus adentros mientras sin que los demas se percataban rozaba su anillo contra oídos indiscretos mientras agitaba su varita murmurando unas inentendibles palabras para todos, exceptuando Alyssa.

 

Un enorme ave fenix de fuego surgió a unos metros de donde ellos estaban. Oculta en las sombras, Jessie se regodeaba de su accionar mientras de sus labios salía un grito desgarrador que indicaba un sincero panico, aunque realmente no lo sentía.

 

El fénix de fuego comenzaba a quemar todo a su paso, alertando a las demas criaturas que vivian en aquel lugar de la presencia de magos, futuras victimas potenciales para ellos. Se acercó a Alyssa temerosa aunque era Jessie quien controlaba a aquella criatura de fuego que comenzaba a crecer sin que nadie lo impidiera.

 

-Madeleine ¿qué demonios has hecho? ¿Es qué acaso quieres matarnos a todos?

 

El panico en su voz era palpable mientras su mano izquierda, aquella con la cual sostenía su varita temblaba de forma incontrolable. Tenía que tener un buen control para hacer aquel papel a la perfección mientras con su mente controlaba aquel fuego maldito que atraía a más mosntruos hacía ellos.

 

-Alyssa, ten a la mano cataplasmas, puede que nuestros compañeros de DCAO no puedan contra todo lo que se nos viene encima... querían enfrentarse a las artes oscuras, aprender a defenderse de ellas... que lo hagan de buena manera ¿no te parece?

 

Susurró divertida volviendo a activar su anillo de oídos indiscreto contra aquellos que no formaban parte de su plan.

 

Su meta era enseñar a Alyssa lo más que pudiera aunque tuviera que forzar la situación.

 

-Hey tu maldito mocoso, primero quieres matarnos tirandonos de esa altura y ahora quemarnos vivas... despues que haras ¿lanzarnos una imperdonable?

 

Se agachó cuando el fénix de fuego paso sobre de ellos jalandó a Alyssa junto con ella al tiempo que fulminaba con la mirada a Arcanus aunque ella sabía que este no era el responsable de lo que pasaba. A la distancia escuchaba el ruido de cientos de patas acercarse a donde el bullicio se originaba exponiendolos a un gran peligro.

 

@@Alyssa Black Triviani

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Al observar que el falsoscopio se mantiene inmóvil, Madeleine pretende guardarlo en su monedero.

 

—Más les vale dejar sus estupideces y... —no es el repentino calor el que hace que interrumpa sus palabras. Tampoco es la voz de Jessie, en la que hace un tiempo aprendió a no confiar. No, es eso en el ambiente. No sabe si Arcanus sea capaz de percibir eso (quizás sí, pues quizás en algún momento realizó aquella magia), ni tampoco Lenteric, pues todavía tiene poca experiencia en la Orden del Fénix y el campo de batalla. Pero Madeleine se ha enfrentado a eso durante años, a veces con éxito y a veces no, como lo demuestran las cicatrices en su piel. Incluso antes de volver el rostro, sabe con una determinación enfermiza que se trata de magia negra y, más específicamente, de un hechizo en participar— Fuego maldito —susurra.

 

De inmediato, toma al mago del brazo y tira con fuerza de él para reunirse con Andrómeda. No le importa si quieren estar cerca, o no; es necesario.

 

¡Aqueora!

 

Sabe que aquella es una magia que no puede ni debería enseñar a sus alumnos, pero no le importa. Ha olvidado por completo que se supone que esa es una "clase", y que los directores esperan de ella "cierta actitud". No había previsto eso... pero tiene sus motivos para hacerlo.

 

Madeleine vuelve a alzar la varita y la agita con la determinación que necesita el hechizo hacia Jessie y Alyssa, que también están juntas. De esa forma, ambos grupos terminan encerrados en un domo de agua viva y traslúcida, cuya aura sana y protege de aquella criatura de fuego maligno.

 

—Eso que ven allí, es el Fuego Maldito —no tarda mucho para que las llamas de sus plumas "contagien" la madera astillada y mohosa de la vieja casona. A pesar de que es un hechizo que nunca ha usado, lo ha visto en acción y, teóricamente, sabe cómo funciona. Aunque, por supuesto, tampoco es que sea demasiado profundo—. Es un hechizo, de modo que alguien tuvo que invocarlo —les explica a sus aprendices, mientras observa a la criatura volar. Sus colores son similares a los de un fénix de verdad, pero el hecho de que pueda percibir su aura oscura le impide encontrar belleza. Madeleine siente que los ojos se le humedecen por la ira. Malditos sean...—. La persona que lo invoca, "elije" la forma que tendrá. El hecho de que sea un fénix, determina que se trata de un ataque personal. Alguien que, cuando menos, me conoce a mi y sabe que soy parte de la Orden del Fénix. Quizás para inculparte, o sólo para ofenderme, d igual.

 

>>¡Ojo! No lo confundan con el Fuego Maligno o Fuego Demoníaco, que convierte todo lo que toca en ceniza, sin molestarse en ardar. Esa es una maldición todavía mayor... la que tenemos aquí, es una versión menor que suelen usar mortífagos. Así que, lo primero que hay que hacer es averiguar si hay alguien más aquí. Hagan el hechizo conmigo, vamos: ¡homenum revelio! —sin embargo, Madeleine, al igual que (supone) Arcanus y Andrómeda, no percibe a nadie más en la casa además de ellos cinco— Ya que no hay más presencia humana aquí... podríamos concluir que esto fue provocado por alguno de nosotros. Alguien no sólo diestro en las Artes Oscuras, sino que también pertenezca a cierta secta. Ahora, podríamos quedarnos a buscar pistas, pero como ven, el fuego maldito es extremadamente destructivo, como su "padre", y se propaga muy rápido. Lo que se queme con él, no podrá ser reparado; quiénes se quemen con él, nunca podrán borrar sus cicatrices. Así que busquemos las escaleras...

 

>>Lamentablemente, no hay mucho que hacer contra él —sigue explicando, mientras trotan hacia las escaleras—. No se puede apagar con agua normal o mágica, y nadie salvo el invocador puede controlarlo. En otra situación, podrían tratar de protegerse con alguna barrera anti-magia, o simplemente lamerse las heridas. Ahora, sólo podemos esperar a que se consuma...

 

Una vez que suben a la planta superior, lo que alguna vez fue una sala de estar, el fénix de fuego maldito parece haber desaparecido. Aunque eso no revierte el daño hecho, por lo menos significa que toda la maldita casa no se quemará ni se vendrá abajo, sí que ya puede dejar de preocuparse sobre cómo tratará de justificar eso ante los muggles, para que el secreto no corra peligro.

 

—Bien, ignorando esa pequeña demostración de dominio de Artes Oscuras, me preocupa el hecho de que aquí hayan dementores... —allí arriba, vuelven a sentir el frío que sintieron abajo. Sin embargo, hay más sonidos. Sonidos de cosas que caminan, que se arrastran y que gruñen— ¡Maldición ! Este es un criadero de criaturas oscuras. Pero, ¿cómo demonios terminaron aquí?

 

Sin embargo, de momento, no ven nada. Madeleine los hace avanzar, por lo menos a sus alumnos, todavía más. Todavía están protegidos, así que deberían estar a salvo. Por supuesto, si hubiese detectado presencia humana, probablemente no los dejaría andar tan a sus anchas, pues siempre cabe la posibilidad de que haya algún muggle en ese viejo lugar. En el piso superior, el frío es peor y se da cuenta de que está temblando.

 

—Invoquen sus patronus —les dice a sus alumnos—, deben haber más dementores por acá...

 

Pero entonces, percibe algo más. Un olor desagradable e intenso que hace que los ojos se le llenen de lágrimas, porque sabe lo que significa. Muerte.

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No entendía exactamente que diantres pasaba por la cabeza de su compañero. Era la segunda vez que se acercaba a ella y eso la sacaba de sus casillas. Le clavó un codo en su estómago para que se alejara al tiempo que ponía los ojos en blancos. No sabía si podría aguantar más tiempo en aquella clase junto con alguien así.

 

Cuando se alejó producto de la intervención de su compañera y ahora profesora, su patronus se acercó a ella moviendo la cola. Tuvo el instinto de acariciarlo, pero sabía que sería algo tonto realizar algo como aquello. Madeleine hizo que sostuviera un falsoscopio, y no pudo evitar mirar con interés aquello. Había oído hablar de ese instrumento, más nunca se había preocupado por poseer uno. Se quedaron expectantes mirando el aparato, pero tal como le parecía, no sucedió nada.

 

Una sonrisa aliviada se escapó de su rostro. Era bueno descubrir que la gente dejaba un bando como aquel, aunque no estaba segura de sí Arcanus realmente había dejado por completo su inclinación por las artes oscuras. Podría no ser parte, pero sus pensamientos podrían estar dirigidos en forma aprobatoria a lo que aquellos criminales consideraban como lo “correcto”.

 

De repente, comenzó a sentir calor. Sin embargo, no era un calor del bueno. El sudor resbalaba por su rostro y una fina arruga de preocupación se dibujó en su frente. Aquello no era normal. Entonces todo sucede rápido: Madeleine empuja a Arcanus contra ella y oye a la perfección el hechizo que usa. Si hubiese sido otra persona quizás estarían en problemas. Pero sabía que su compañera recientemente se había revelado como miembro ODF por lo que usar aquello no debía suponer ningún riesgo para su persona.

 

Entonces lo ve: un ave fénix, completamente de fuego, devorando todo a su paso. Oye la explicación acerca del fuego maldito. Jamás había visto algo como aquello, y sólo conocía por palabras sus efectos. Supuso que sólo alguien con un poder alto en lo referente a las Artes oscuras podría realizar aquello. Con algo de dudas miró a las chicas de la otra clase. ¿Acaso sería posible…?

 

Homenum Revelio. — pronuncia mientras caminan presurosos hacia las escaleras. El hechizo solo refleja que los únicos presentes allí son ellos. Por lo que sus suposiciones terminan siendo más o menos certeras. Confía en Madeleine y confía en aquel aparato contra las mentiras. Alguna de las extrañas (Alyssa era una si mal no había escuchado) debían ser del bando oscuro.

 

Al llegar al rellano, todo parecía en calma y orden, cosa que contrastaba con fuerza respecto al sótano. Comienzan a subir hacia el primer piso, de donde provienen ruidos extraños, como pasos arrastrándose y gruñidos. Traga con fuerza, e intenta no divagar mentalmente. El escudo de Madeleine aún los protege, pero aun así está alerta.

 

Tal como lo pide, invoca nuevamente a su ovejero alemán, quien se encuentra a su lado moviendo felizmente su cola. Su respiración se figura en el vahó, y pregunta por qué diablos hay dementores allí una vez más. Aquel lugar no es tan diferente a la planta baja, el pasillo está bastante desordenado y a lo largo del mismo hay tres habitaciones: una a su izquierda y dos a su derecha. Madeleine da otro paso, y se detiene justo al frente de la puerta izquierda.

 

Un ruido se produce en las habitaciones de frente, pero ella no está prestando atención. Hay una extraña marca en la madera, como rasguños y algunos símbolos extraños. No debería hacerlo. No debería abrir la puerta. Pero su curiosidad es extrema: gira el picaporte. Inmediatamente al observar el interior su patronus desaparece y suelta un grito de horror.

 

Varios cuerpos desfigurados se encuentran esparcidos a lo lardo de aquella habitación, y la sangre es la decoración principal de las paredes. La escena es horrible, y sus ganas de vomitar lo son más, pero se contiene.

 

¿Hombres… lobo? — pregunta casi inaudiblemente.

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—Probablemente...

 

Siente un vuelco en el estómago ante la terrible visión, pero sabe que tiene que avanzar. Más allá de los fines didácticos para su joven compañera de bando (joven, no por la edad, sino por la experiencia), ahora es demasiado obvio que algo anda muy mal en la antigua casa de Bathilda Basghot. No sabe cuántos de los cadáver son de muggles ni cuántos son de magos, mas para Madeleine no hay diferencia en realidad. Con el tiempo, incluso estando alejada de sus raíces, ha aprendido que en toda sangre hay magia, sólo que se manifiesta de diferentes maneras. Con el tiempo, ha aprendido que ninguna vida vale más que otra... cualquier asesinato es igual de atroz, sin importar si la víctima es una persona con todas sus partes o un animal pequeño e indefenso.

 

A pesar de que en un principio se muestra recia a hacerlo, termina agitando la varita para invocar un pequeño punto de luz en su extremo. Entonces comienza a recorrer la habitación, iluminando las paredes manchadas de sangre y los cadáveres desfigurados.

 

—Parece ser que la casa de la prestigiosa historiadora, se ha transformado en una guarida de hombres lobos salvajes —dice, aunque sus palabras no son más que divagaciones. Sin embargo, por los patrones (aparentemente) aleatorios de salpicaduras en las paredes y las marcas de mordidas en los cuerpos, está bastante segura de su teoría—. La gente cree que todos los hombres lobos aceptan su destino con naturalidad —le explica a Andrómeda, quien debe estar horrorizada y asqueada—. Ellos creen que todos simplemente toman la Matalobos y siguen normalmente con sus vidas, excusándose del trabajo algunos días al mes. Pero no siempre es así. De hecho, me atrevo a decir que son muy pocos esos casos.

 

>>Esto... bueno, ellos siguen su instinto —suspira Madeleine, sacudiendo la cabeza—. Sólo tienen hambre. Los del Departamento de Criaturas deberían preocuparse por localizarlos y brindarles apoyo y orientación. Ellos hacen mucho daño, sí, no lo voy a negar. Pero... bueno, no es su culpa, al igual que los vampiros no tiene culpa de sentir sed.

 

Sabe que se está desviando. Quizás ese tema iría mejor en una clase de Leyes Mágicas o Cuidado de Criaturas Mágicas.

 

—Las balas de plata no servirán, por cierto —aclara—. Son un mito. Lo único que puede ayudarlos en la actualidad es la Matalobos. Y a nosotros, nuestros hechizos aturdidores o nuestra rapidez usando la Aparición.

 

>>Por cierto, he pensado en una teoría acerca de por qué hay dementores aquí. Quizás son atraídos por la "comida fácil". Ya sabes, están moribundos y no pueden defenderse, así que... —Madeleine baja la mirada, apenada, pero se ve obligada a seguir hablando— así que, mientras mueren desangrados, son despojados de sus recuerdos felices. Por lo menos no sufren durante mucho tiempo —añade, aunque eso ni siquiera la consuela a ella misma.

 

Le gustaría dar a todos los cuerpos un entierro digno, mas esa noche, no es la prioridad.

 

—Creo que tendremos que ocultar la casa —le dice a sus alumnos—. Tanto de muggles, como de magos, como de cualquier criatura... el pueblo es pequeño. No hay otro lugar donde esconderse. No es que sea una cura directa sobre esa manada de hombres-lobo, pero por lo menos podemos ir restándoles lugares que usar de guarida. ¿Qué opinan?

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Sin duda cursar los conocimientos era algo muy divertido, si el joven lo hubiera sabido, lo hubiera hecho desde mucho antes. Se encontraba abrazado a Andrómeda cuando sintió como la chica le pegaba un codazo en el estómago que le cortó la respiración momentaneamente. Pensó que no era digno de una señorita tener actitudes como esa pero guardó silencio. No quería seguir demorando la clase, además no quería que Madeleine pusiera cara de pocos amigos, él no la veía como una mujer jocosa, si no más bien como una persona muy seria y seguramente los sucesos que estaban ocurriendo la tendrían algo enojada.


De pronto un intenso calor comenzó a invadir rápidamente el lugar. Arcanus reconoció enseguida al fénix de fuego maldito que se encontraba quemando todo a su paso. Se limitó a contemplarlo y los recuerdos inundaron su mente. Había utilizado ese hechizo millones de veces y había derrotado centenares de magos con él. En manos correctas era un hechizo realmente devastador y peligroso. Se preguntaba quien lo había conjurado y se detuvo a analizar la situación. Madeleine no hubiera podido porque era miembro de la Orden del Fénix. Andrómeda tampoco, pues Arcanus estaba abrazado a ella hacía tan solo unos segundos. Arcanus sabía que Alyssa era Mortífaga pero no vio que ella moviera su varita ni dijera encantamiento alguno. Por descarte la única que quedaba era la tal Jessie. Arcanus no la recordaba de sus tiempos de Mortífago, no sabía si aún no había entrado en la Marca o si simplemente era una don nadie que no merecía que él la recordase.


- Hey tu maldito mocoso, primero quieres matarnos tirándonos de esa altura y ahora quemarnos vivas... después que harás ¿lanzarnos una imperdonable? - Dijo Jessie tratando de inculpar a Arcanus quien se limitó a sonreír.


- Creeme que nada me gustaría más que incrustar la maldición imperdonable en tu pecho y ver como se desvanece tu vida en un santiamén - Le dijo a Jessie. El joven metió la mano en su túnica listo para sacar su varita, cuando de pronto Madeleine tira fuertemente de su brazo y lo atrae hacia ella y Andrómeda. El joven abraza a las dos fuertemente aprovechando la situación.


Madeleine había conjurado un hechizo que utilizaban los miembros de la Orden del Fénix y que Arcanus ya conocía, pero el joven se encontraba sorprendido. No recordaba que el hechizo fuera así anteriormente. Se preguntó si los Fenixianos habían logrado aumentar el poder de aquel hechizo de alguna forma. Mientras todo transcurría la Demon Hunter se encargaba de explicar, más que nada para Andrómeda porque él conocía esos como la palma de su mano. También observó como Madeleine protegía a las dos Mortífagas, aunque no era necesario puesto que sus propios hechizos no les harían daño.


- Hubieras dejado que se quemen. Apuesto que deben ser tan torpes que se matarían con sus propios hechizos - Le dijo al oído a la Fenixiana. Luego de eso, Madeleine les indicó que realizaran un hechizo simple para detectar la presencia de alguien más en el recinto.


- Homenum Revelio - Exclamó el joven agitando su varita. No había nadie más que ellos en aquel lugar lo que despejó todas las dudas de Arcanus y confirmó que el hechizo había sido realizado por Jessie. Por indicaciones de la Demon Hunter, Arcanus realiza un Patronus. Un imponente león plateado con una gran melena sale de la punta de su varita y comienza a acompañarlos. Junto al perro de Andrómeda. Nuevamente la chica es vencida por su curiosidad y abre una puerta que revela una auténtica carnicería.


El joven sonríe al ver los cuerpos desmembrados, desparramados por el lugar. El olor de la sangre penetra en sus fosas nasales y muchos recuerdos comienzan a invadir su mente. Todos los asesinatos que había cometido pasan fugazmente por su cabeza. Era una escena realmente magnífica para Arcanus quien solo se limitaba a intentar controlar sus ganas de sonreír ante la reacción de Andrómeda. La emoción es todavía mayor cuando Madeleine invoca un punto de luz y comienza a iluminar la escena. Madeleine tenía la idea de ocultar la casa, algo que a Arcanus le parecía inútil y decidió proponer otra solución.


- ¿Por qué no simplemente acabamos con los hombres lobo? - Preguntó Arcanus sin dejar de mirar los cadáveres con una sonrisa. - Si no quieren tomar la poción matalobos es porque prefieren hacer daño a las personas. Si los eliminamos, salvaremos a mucha gente y los liberaremos de su sufrimiento - Exclamó girando su varita entre los dedos. Se preguntaba si Madeleine se enfurecería, aunque a él le parecía una buena idea.

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