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Encantamientos ~ Febrero


Ky.
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Una lechuza pequeña, de color pardo y grandes ojos azules, había llegado a casa de cada uno de sus alumnos con un pergamino atado en su pata derecha, en el cual venían pocos datos. Una sola palabra escrita y una serie de números. Ya que confiaba en sus pupilos para dar con el lugar de la clase.

 

Encantamientos

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A Nymeria le resultaba un tanto aburrido decirles a sus alumnos el lugar al que debían dirigirse. Lo emocionante, según ella, era que el mismo joven supiera hacer uso de los encantamientos. Al final esto era solo una certificación ya que su curso lo habían tenido en Hogwarts.

 

Su vestimenta era un traje deportivo térmico con una gorra de lana y guantes a juego, aquella mañana había decidido peinarse con dos colitas, que reflejaban toda la inocencia que podía. Al final solo uno de sus pupilos sabía lo cruel que llegaba a ser a pesar de su corta edad. Por lo mismo de su edad, no estaba acostumbrada a llevar maquillaje. Así que no iba a poder engañar a nadie si trataba de mostrarse con una gran madures.

 

Dejo su ropa por todos lados, el orden y la dedicación no eran parte de ella. Su recamara tenía por el suelo diferentes vestidos, zapatos y varias prendas más que la hacían asemejar a una serpiente que va dejando su piel por todos lados, en su caso era la ropa.

 

Bajo las escaleras dando pequeños saltos, logrando bajar los escalones de dos en dos, al entrar a la cocina se dirigió a espiar lo que había en el refrigerador. Nada de lo que había en aquel lugar se le antojaba. Así que quedándose con bastante hambre por culpa de la ausencia de algo apetecible apareció en aquel lugar.

 

~-~-~

 

Dentro de la cabaña, al momento de dar inicio a su clase, la Malfoy se encontraba sentada en una larga mesa de madera bebiendo un delicioso chocolate caliente. Frente a ella, había tres pupitres, uno para cada uno de sus pupilos. Sobre las paletas se hallaba una pluma en colores que iban del amarillo al rojo, lo que significaba que esas tres plumas pertenecían a su fénix y que de cierta manera se estaba burlando de sus pupilos.

 

Por fuera, la cabaña se mantenía cerrada con magia, visible a las miradas de los muggles que habían decidido pasar unas vacaciones espectaculares en aquel lugar. Que muggles llegasen a ver a tres chicos haciendo uso de la magia, era algo que a ella no le importaba. Así que de aquella situación se debían encargar tanto Antoni, como Dovakhin y hasta el mismo Urzival para no verse involucrados rompiendo un estatuto de magia.

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Un pergamino llegó a su ventana con las coordenadas -de lo que supuso Dovakhin- pertenecían a la clase de Encantamientos a la cual se había anotado no hacía mucho tiempo. Mientras se preguntaba por qué corno no le había dado mas datos sea quien fuere su profesor, se vistió con su sobretodo negro que cubría todas las prendas, desde la remera, hasta el pantalón que utilizaba, todo era del mismo color que sus zapatos importados de Italia, los negros de cuero, los favoritos de su colección que reflejaban la luz de lo brillantes que estaban pues toda las mañanas ordenaba a los elfos de la casa que lustraran sus ciento veintidós pares de la colección.

 

Duro fue el viaje hasta llegar a aquella zona vacacional de Escocia, más precisamente en el Glenshee Ski Centre, dónde había además de una cabaña dónde daría su clase para aprobar el conocimiento de encantamientos, un parque nevado donde los muggles practicaban un deporte extraño llamado Ski, o algo por el estilo. Haughton no podía entender qué diversión le encontraban a deslizarse sobre la nieve sin volar más que -los más experimentados- mínimo unos metros durante breves segundos.

 

Al llegar a la cabaña notó que la puerta estaba cerrada con magia, por lo que aprovechando su sobretodo negro -lo cual era bueno para el frío pero nada acorde al lugar donde estaba- empuñando su varita con la diestra, mano la cual estaba siendo tapada por la manga de su varita, se acercó a la cerradura y murmuró para sus adentros.

—Alohomora— y de inmediato la puerta se abrió.

 

Al ingresar a la cabaña se quedó petrificado cuando notó que su <<profesora>> -ahora sabía el sexo al menos- era nada menos que una de las mujeres que más detestaba en la historia del mundo mundial. Bufó, suspiró fuertemente y se sentó en uno de los pupitres. —¿Por qué te gusta complicarme la existencia?— Preguntó resignado el Haughton.

 

 

@Puntitos.

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Su cabeza flotaba debido a que varias complicaciones le hacían la "vida de cuadritos" pero no iban a hacerle decir que estaba en apuros...su vida era así y ya se resigno a ir sacando "provecho" de los problemas. Al menos iba tomando mucho más experiencia y definitivamente eso era bueno, por lo que prefería ir certificando cada rama del saber mágico.

 

En esta ocasión solo dejo su solicitud en la universidad y se olvido de seguir la pista...ya sabía que le enviarían aviso, por eso mismo se dedico a algunas otras tareas...como encargarse de algunos inferis...parecía que tenían pensado hacerle "entretenido" su empleo y tras un buen rato de darse gusto de usar el fuego como medio de ataque, logro salir airoso y volvió a su local.

 

Sentía remordimiento de no encargarse como antes de él...si no fuese porque los elfos los consideraban los amos, hace mucho que se hubiera quedado sin locales. Esa noche pensó en revisar la contabilidad, sentado en su sillón fue extendiendo los pergaminos sobre la superficie del elegante escritorio, veía los movimientos bancarios cuando un bullicioso y extraño ruido llamo su atención...mucho batir de alas y ulular desesperante así como el "grito" especial de su halcón al momento de cazar...le alerto de ir a la ayuda de esa lechuza. Necesitaba entrenar a su halcón...para que se le hiciera normal distinguir a las mensajeras y dejarlas hacer su trabajo.

 

La lechuza es pequeña y puede el ojimiel tomarla entre las manos con facilidad...

--¡Basta Kautet! deja a esta pequeña, retira te y cuidado y le hagas una de tus "caricias"...mejor vete al Bosque.

 

La pequeña lechuza parda le miro, no estaba temerosa solo agitada por el esfuerzo de escapar de su halcón, ese detalle le fascino, la valerosa lechuza tenía un mensaje en la pata derecha, el cual le quito y después le entrego algunas golosinas lechugiles y la dejo marcharse pues su labor ya la había concretado. Fue a sentarse nuevamente y abrió la misiva, era para avisarle de que estaba su clase abierta, por lo que comenzó a alistarse.

 

Al ojimiel le encanta vestir de negro, por ser sumamente elegante, su ropa de vestir le da esa seguridad que le encanta, lo único de color es su camisa, verde esmeralda, y encima su capa negra. Se colocó el reloj de plata, solo para saber a que hora llegar, y se monto en su motocicleta mágica. Lo único que no soportaba era volver a Escocia, ese lugar en su pasado fue de lo más detestable, pero su interés por participar en la clase, pudo más y se dirigió al lugar que estaba anotado en el pergamino.

 

--¡Buena suerte! -- Le menciono su vecino y socio, así que el muchacho llego hasta el lugar de la cita. Una cabaña...la cual le recordó el hogar de su novia...trato de abrir la puerta, comprobando que estaba cerrada con magia. Era un tanto inusual en una clase, pero igual era la clase de encantamientos...y que mejor que la oportunidad de practicar muchos de aquellos.

 

Se sentía con ganas de conocer a sus compañeros y profesor, miró de reojo...por lo menos no estaban pegados a las ventanas ninguno de aquellos muggles, no deseando llegar tarde a la clase, se la ingenio para hacer su entrada tras usar el hechizo adecuado y ya estando en el interior, vio que ya estaba ahí una chica bebiendo chocolate...y un mago que estaba sentado en un pupitre. El ojimiel avanzo unos pasos, los necesarios para llegar hasta los pupitres, saludo antes de tomar asiento en el pupitre que se encuentra al centro de los otros dos.

 

--Hola, celebro de encontrarme aquí, aunque no tengo el gusto de conocerlos.

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Una lechuza volando a toda velocidad impacto en el tronco de un árbol donde estaba sentado una figura masculina la cual se vio sorprendida ante inesperada situación, una carta marron con el sello de la universidad en color negro cayo sobre sus manos, abriéndola noto que era la clase de encantamientos con unas coordenadas desconocidas. La lechuza inconsciente, despertó como si le hubiesen aplicado las paletas eléctricas y se fue con un vuelo torpe y débil. Realizo una floritura con su varita y paso la misma por encima de los números y poco a poco estos se fueron transformando en una dirección mucho mas clara: Glenshee Ski Centre.

Con las voces en su cabeza advirtiéndole sobre los peligros de viajar a lo desconocido, trato de concentrarse, visualizando solamente la dirección, esperando caer en el lugar correcto. Con un chasquido de sus dedos desapareció y el cambio de clima se hizo presente, un gelido aire calo en sus huesos como si estuviese en lo mas alto del monte Everest o en algunos de los polos del planeta. La cabaña estaba frente a el, mientras que varios transeuntes, aparentemente muggles, circulaban los alrededores visualizando el paisaje, disfrutando del clima.

Trato de esconder la varita que aferraba en su mano cruzándose de brazos y también era forma de protegerse medianamente del frió, caminando lento e ignorando a los muggles que lo miraban extrañados al no ir tan abrigados como ellos, se dirigió al lugar de la clase. Las voces en su cabeza lo alentaba a que se fuese, podía morir apenas cruzase la puerta, podía explotar todo, podía ser devorado por una criatura gigantesca. Siempre era lo mismo en situaciones similares, tratando de protegerlo o desprestigiarlo. Al llegar a la puerta, giro el pomo de la misma pero se encontraba cerrada.

Susurrando ligeramente un Alohomora y con la varita escondida entre sus brazos escucho un sonido proveniente de la puerta, desbloqueándose. Entro para ver a tres personas ya en el lugar, la profesora que estaba sentada en una mesa de madera bebiendo lo que parecía ser algo caliente, la envidio por un momento. El resto eran sus dos compañeros de clase a los cuales no saludo, en esas situaciones, si prefería hacerle caso a las voces, ya se había llevado demasiadas sorpresa hablando con desconocidos y no era seguro para el, ya no.

- Podemos empezar creo - Comento, estando todos completos y en sus respectivos asientos.

Fined tomo su lugar en el pupitre vació, esperando una clase educativa.

Editado por Urzival Fined

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No podía dejar de notar que aunque sutilmente, había detalles preparados por la profesora, para recalcar que se encontraban en clase, por eso mismo se explicaba la colocación de aquellos pupitres, que suelen proporcionarse a los colegios para ser utilizados por los alumnos.

 

No llevaba él ningún tipo de útil para la clase, lejos estaban aquellos tiempos en que los profesores pedían a su alumnado, contar con libros de famosos autores mágicos como libros de texto, así como pergaminos y todo para escribir notas, resúmenes, investigaciones y redacciones. Pero en las clases de la Universidad, pocas ocasiones se les pedía estas actividades, y puesto que era una clase de encantamientos, contaban con lo primordial: su varita mágica.

 

En esta ocasión tiene dos poderosas razones para acudir a la clase:

El conocimiento.- Es uno de placeres del ojimiel...adquirir y aumntar su conocimiento y mejor si era relacionado con la magia.

Dar ejemplo...si, ahora tenía él una misión que le orillaba a continuar adelante, gente colaborando con él en casos que surgían en la comunidad y como empleado ministerial, les hacía frente. Su experiencia era fundamental para el mejor de los desempeños que pudiera realizar y debía hacer lo que aconsejaba a los que conocía: prepararse.

 

Ahora que los dos compañeros de clase le acompañaban, era seguro que iniciaría la clase...debía pensarse una presentación corta, mejor dejar temas que no vienen ni van, así que solo diría su nombre. Aguardo las indicaciones de la chica, prestando atención a sus palabras...

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Se han demorado en llegar.

 

Habían sido aquellas las palabras con las que había saludado a los tres chicos que ahí se encontraban. Y aunque le importaba lo mas mínimo lo que pensaban de ella trato de dialogar con al menos dos de los chicos a los que no conocía. Puesto que a Dova ya había tenido el placer de torturarlo en varias ocasiones y había dejado de ser divertido para la banshee.

 

Me imagino que en todas sus clases les preguntan cosas como ¿Cuál es la diferencia entre equis y yee? O ¿Qué es lo que esperan de la clase? Pero conmigo no será así porque yo seré quien les diga que espero de ustedes.

 

Dejo la taza vacía sobre la mesa y comenzó a caminar alrededor de los tres chicos. Apoyo sus manos sobre los hombros de Urzival Fined y dirigiéndose a Antoni le preguntó:

 

¿Cómo te fue en el viaje? ¿Cómo llegaste hasta este lugar?

 

En realidad, su pregunta iba para saber con qué encantamientos se había apoyado para llegar aquel lugar, pero no lo dijo. Simplemente esperó a que el Karkarov le respondiera su pregunta y mientras eso pasaba, dejo los hombros del Warlock para jugar con el cabello del Haughton.

 

Es verdad, aun no les digo que espero de ustedes. —dijo tratando de desesperar al ojiazul al seguir jugando con él. —Espero me muestren todo lo que saben, ya que las clases de encantamientos ya las han tenido en Hogwarts.

 

Dejó al Tempestad y parándose de nuevo frente a los tres empuño su varita en mano derecha.

 

Su primera tarea, será trabajar en equipo para hacer que esta cabaña quede protegida de la vista de los muggles. Si alguno no desea hacerlo, solo deberán tocar la pluma que se encuentra frente a ustedes. Ella les servirá de traslador y los hará llegar al Ateneo.

 

Tras aquellas palabras la banshee les miro con una sonrisa en espera de que se movieran y empezaran a trabajar juntos.

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Así como pensó, ocurrió. La chica inicio la clase...le hubiese gustado contradecirla pero...mucha verdad trasmitía sus palabras. En otro tiempo había mucha emoción por participar en las clases, dormía poco y el tiempo lo utilizaba para pensar en que ocurriría en su clase, el tipo de profesor, su carácter, habilidades y como desarrollaba su cátedra. Luego se sumaba esa inquietud de quienes serían sus compañeros de clase, si serían una posible amistad o lo contrario, aunque por lo general en las clases, se buscaba o solicitaba que los estudiantes trabajaran juntos. Aquello era comprensible, de ser clases privadas, otros serían los mecanismos.

 

No se porque me pareció como si la joven fuese una serpiente y nosotros sus presas, camino alrededor nuestro con una expresión que aún no lograba definir pero mis sentidos se alertaron. Fue a pararse detrás de uno de los compañeros y sin más me cuestiono, lo cual me extraño pues no pensé que fuese de interés mi viaje...hay cosas tan rutinarias que las ejecutas sin pensarlas detenidamente...ahí debería haber un truco o alguna trampa, yo a la profesora no creo haberla visto anteriormente, pero antes de preocuparme si le conozco de alguna otra parte, era menester responder sus preguntas.

 

--Realmente no preste atención al viaje...este lugar no es de mi aprecio, Escocia es un destino que no suelo tomar por gusto. Me incline por ocupar un medio de transporte individual, especificamente una moto adquirida en la Magic Mall, que como se sabe, tiene un dispositivo que la hace volar además de incluir un hechizo desilucionador, para evitar problemas de avistamientos por los seres sin magia...algo que se ha hecho costumbre porque también pude haber usado una escoba o una criatura alada...no se.

 

Por el momento le pareció obvio lo que ocurría...estaba mostrando muy poco empeño en la clase en general...lo cual era extraño sin él como era, pero se prometió a si mismo cambiar, así que escucho a la joven.

--Es verdad, aún no les digo lo que espero de ustedes. Espero me muestren todo lo que saben, ya que las clases de Encantamientos ya las han tenido en Hogwarts.

 

La vi como fue ella a colocarse frente a nosotros con su varita en la mano, al igual que escuche su nueva indicación:

Su primera tarea, será trabajar en equipo para hacer que esta cabaña quede protegida de la vista de los muggles. Si alguno no desea hacerlo, solo deberán tocar la pluma que se encuentra frente a ustedes. Ella les servirá de traslador y los hará llegar al Ateneo.

No había que dar larga a la tarea, así que me levante, sacudí con discreción mi brazo y "Cobra" se deslizo hasta mi mano diestra, con pasos firmes llegue a un extremo de la cabaña y pronuncie el encantamiento que me parecía de los más útiles:

--Repello Muggletum...Protego Totallum.

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Se sobresaltó al sentir las manos de la profesora sobre su hombros y no fue por ella, en absoluto, fue por el grito producido por una de las voces que escuchaba, pensaba que la profesora se estaba acercando a su cuello para quebrarlo como una galleta de un solo giro. Esto no ocurrió y la joven bruja prosiguió con su charla introductoria sobre la clase, mencionando que su materia era inútil en la universidad cuando todos los conocimientos requeridos para la misma debieron ser obtenidos en Hogwarts.

 

Por lo que Fined recordaba y las palabras que llegaban a sus oidos por el soplo del viento, Hogwarts perdió el encanto de ser una de las escuelas de magia y hechiceria más grandes del mundo. Actualmente solo era un desperdicio de tiempo donde solamente los guiaban para introducirse en el vasto mundo mágico. No supo si todas aquellas palabrerias eran verdaderas, no tenia la oportunidad de repetir toda su educación de nuevo y verificarlo por sus propios medios. Era una duda llevaba consigo.

 

Uno de sus compañeros, el primero en ser preguntado por la profesora, comenzó a dar un sinfín de explicaciones sobre como llegó al sitio. Por un momento recordó la carta con todas las coordenadas que recibió en una lechuza testurada y se preguntó si la misma habia cumplido su vuelo de regreso. La profesora se colocó al frente de los tres magos para dar la primera tarea del día.

 

Colocándose de pie, Fined dirigió su cuerpo y su varita a una de las paredes de la cabaña, realizando una floritura con su varita mencionó "Muffliato" y una esfera transparente rodeó por completo el limite de la cabaña, varias capas más se colocaron en la misma posición gracias a los conjuros que estaba realizando su compañero para repeler a los muggles en cualquier caso. Ahora tampoco podían escuchar nada de lo que se hablase allí dentro, podían gritar si quisiesen.

 

Otra elegante floritura con su arma mágica y conjuró un "Protego Máxima", el mismo proceso. Una esfera invisible rodeó los limites de la cabaña, cada hechizo se colocaba encima de las demas capas de defensa mágica que se estaba construyendo. Estaba seguro que iba a funcionar, aunque tal vez no solamente para los muggles que en ocasiones resultaban ser más inteligentes que los mismos magos.

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Sus compañeros habían llegado a la clase y tan pronto como se pusieron cómodos la profesora comenzó a explicar un par de cosas a las que Dovakhin no prestó atención. Se vio inmerso en un soliloquio mental donde se preguntaba por qué se encontraba con Nymeria en todos lados y más importante aún, por qué la jovencita se empecinaba en hacerle la vida imposible. Aún no la perdonaba ni por la irrupción en el cuarto de la mansión Riddle, ni por el asesinato a Brutus en la Mazmorra ¡esa niña le había costado un dragón!, y cada vez que recordaba las escenas una expresión de desprecio imposible de disimular se le dibujaba en el rostro.

 

Cuando finalmente volvió en si, escuchó lo importante, la indicación de la profesora de encantamientos que les decía que debían proteger la cabaña, algo que Dovakhin desconocía completamente pues él sabía más de destrucción que de protección. Ahora si que estaba en un problema.

Pensando rápidamente en cómo podía hacer para que los Muggles no se acercaran salió a la puerta y notó la primera obviedad en la que nadie había reparado. Habían estado caminando sobre nieve por lo que si no querían curiosos cerca, lo primero que debían hacer era borrar sus huellas.

—Obliteración— Exclamó y las huellas que estaban en la nieve desaparecieron de inmediato.

 

Sus compañeros utilizaban hechizos protectores por lo que él se encargaba de mantener alejados a los indeseables. Justo delante de él había una roca lo suficientemente grande, la cual estaba recubierta de nieve. Fue entonces cuando notó que al rededor de la cabaña habían varias de éstas mismas rocas. Sin pensarlo Dovakhin apuntó con su varita a la que tenía frente a él.

—Engorgio— exclamó y la roca se hizo tan grande que prácticamente tapaba la cabaña para quien la viera desde el otro lado de la roca. No era un encantamiento directo, pero quizás si un pequeño truco para esconder el lugar. Aunque Dovakhin consideraba que con un hechizo sellador y cerrando las ventanas con unas cortinas, nadie se percataría de que era un lugar mágico. Sin embargo en ésta clase no era el profesor y debía -muy a su pesar- hacer lo que le ordenaban.

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Observe lo que mis compañeros hicieron, era bueno contar con gente tan dispuesta, al menos esa impresión daban. Pero no sabia que más pensaba la profesora hacer o pedir que ellos hicieran en el lugar. De saberlo podrían preparar lo necesario.

 

Tal vez no fuera tan importante...tal vez y solo era mostrar lo que sabían, por lo que camino al lado contrario de donde él se encontraba y pronuncio otros encantamientos...

---Salvo Hexia...Cave inimicum...--Después camine a la puerta, no veía porque no llevar a cabo este encantamiento--Fermaportus!

 

Bueno, por ahora esperaba que fuese toda la protección que deseaban...se podía decir que era una fortaleza...aunque no tuviera pinta de serlo, ¿pero cuando las cosas debían parecer a lo que eran? que él recordara...nunca y a veces es lo que hacía más interesante explorar...

--¿iniciaremos con algunos encantamientos atmosféricos? esos son bastante interesantes...

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