Herbología - Marzo 2017

[Sagitas E. Potter Blue]

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El invernadero del Ateneo estaba cerrado. Sólo los largos ventanales en las alturas permanecían abiertos para permitir la entrada del aire y el control de la humedad interior. Los cristales estaban algo empañados y sólo si pegaban la nariz en ellos podías vislumbrar los estantes repletos de macetas variopintas y las mesas de estudio para los estudiantes.

Aquella era el aula de Conocimientos de Herbología. Allá estaban los ingredientes necesarios para impartir la clase, con los delantales para cubrir la ropa de cada uno de los alumnos, los guantes y un pequeño set de herramientas de jardín para apoyo de la teoría. También habría un conjunto de frasquitos con muestras de muchas plantas para la explicación de sus propiedades, sanadoras y de otros tipos. Con todo eso se encontrarían cuando entraran. Sin embargo, faltaría algo importante: la profesora.

¿Dónde estaría Sagitas?

Por mucho que buscaran, la docente no daba señales de vida. Y eso que ella no solía llegar tarde... En su mesa, varios libros de botánica abiertos por alguna página concreta, alguna nota en un trozo de pergamino mal cortado... Un Diario cerrado... ¿Cerrado del todo? No, sin llave... Así que, si alguien se decidiera a leer podría encontrar sus pensamientos más secretos... O tal vez no tanto...

"Querido Diario:

Hoy lo he decidido. Aún quedan varios días para empezar la clase de Herbología así que les voy a sorprender con un ejemplar de la "Rosa de Jericó". He encontrado referencias a ella en una gruta reseca cerca del lago de St. Damien. Tomaré las herramientas, algunas muestras de plantas que me pueden ser de ayuda para animales y plantas que me pueda encontrar por el camino. Es peligroso pero amo la búsqueda de plantas inhóspitas y muy raras. También le llaman "la planta de la resurrección". Será maravilloso comprobar si las leyendas son ciertas y podemos despertar a alguna mascota fallecida. Con muertos humanos no me atrevería. Seguro que la Dirección me prohibiría el uso si sospechara algo. Además, no sé cuántas raíces y flores necesitaríamos para eso siendo una especie protegida.

Deséame suerte, querido diario. En tres días vuelvo y te cuento si lo conseguí.

Sagitas."

 

 

Si eso podría causar algún desconcierto, las alumnas que habían acudido a esa clase, @@Adryanie y @RubythM21 vieron como un gigantón de piel morena y calvo, descalzo y con una túnica de mil colores, entraba en el invernadero. Babila, el mayordomo de la mansión "Ojo Loco" Potter Blue, saludó a las muchachas con un gesto ritual africano que tanto significaba "Hola" como "Que la Bendición de la Madre te acompañe en este día".

 

-- A la pá de Dió pá toas uztede. Bengo a buscá a la señà Sagita. Lleva tré día fuera de kasa. Lán bisto uztede vosotra, pó favó? -- los modales de Babila eran excelentes; lástima que su inglés fuera tan lamentable.

[Charlot Gryffindor]

Me encontraba en la clase de herbología: Me había percatado de que la profesora @ no se encontraba en clase. Era muy extraño que no estuviera. Así que decidí avanzar con los ingredientes que se encontraba; Me puse el delantal, los guantes. Comencé a observar las muestras que estaban en unos pequeños recipientes.

 

 

Me percate que un hombre ingreso al invernadero, era Babila un tipo que se me hacia suprema mente extraño. Me saludo junto con @Adryanie. Dijo en un acento extraño que era un poco confuso y extraño: Pregunto por la maestra Sagitas, pero lamentablemente no la habíamos visto en el transcurso de la clase. Era muy horrible la clase sin la maestra no entendía para que servían cada una de las muestras, no sabia como utilizar las herramientas, solía ser algo lenta y distraída, la clase se me hacia muy complicada. La necesitaba urgente sin ella como podría seguir en el transcurso de la clase.

[Adryanie]

-¿¿ES QUE NADIE ME AVISA??

 

Decía enfadada mientras tiraba ropa por todo lado buscando que ponerse. Se le había olvidado por completo que había matriculado una materia más en la universidad. Hacía tanto había estado fuera del mundo mágico que de pronto no se acordaba que las lechuzas no le solían llegar muy bien.

 

- ¿Ya tienes todo listo? - Cuando se enfadaba no solía tratar bien a sus elfos, aveces se ponía a pensar si era por sus antecedentes aunque prefería no pensar en eso

 

-Si señorita Gryffindor - Contesto la voz chillona de su elfo Wisky que a la vez le tendía un bolso con algunos implementos necesarios para su clase

 

Tomó el bolso la morena tras medio vestirse con unos pantalones y un abrigo y de calzado unas botas porque la herbología siempre le había parecido que eso de la herbología era como sembrar plantas y ensuciarse mucho. Llegó a los invernaderos algo tarde si, pero seguro.

 

Los invernaderos estaban cerrados ¡Vaya sorpresa! ¿será que no era aquel día la clase? Lo hubiera sospechado si no hubiera estado allí otra chica

 

-Hola ¿Vienes a recibir la clase de Herbología también?- Le preguntó a su compañera a la cual de paso nunca había visto en su vida. No tuvo que esperar la respuesta de su compañera puesto que un ser muy inusual llegó para preguntar por la misma persona que ellas.

 

No estaba la profesora y solo con ver a Babilia sabía quien iba a ser su profesora.

 

- Si no sabes tú cómo vamos a saber nosotras - Le contestó un poco cortante al asistente pero luego se dio cuenta que en realidad el pobre Babilia no tenía la culpa - ¿Será que no se acordó de la clase? ¿Deberíamos avisar a la dirección? Tal vez nos reprogramen la clase

 

Por las palabras de Babilia intuyó que lo que menos le importaba al africano era la clase de Herbología, lo único que quería era encontrar a Sagitas

 

- Buenos pues si se ha desaparecido... ¿Habrá que reportar a algun lado? ¿y si la han secuestrado?

[Sagitas E. Potter Blue]

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El negrito esperaba la respuesta de las dos alumnas que estaban en aquel momento en el invernadero. Pero era demasiado curioso como para permanecer quieto, así que deambulaba entre las mesas, metiendo la nariz en las macetas y tocando cuantas hojas podía, con los ojos bien redondos por la sorpresa de ver tanta variedad vegetal entre aquellas paredes de cristal.

 

-- ¡Mi máe! Sia kí pueo sacá mil oja pá mis brebajes! -- murmuró, a lo bajini, más para sí mismo que para las muchachas.

 

Una de ellas le seguía con una mirada inquieta, como si el hecho de que no estuviera la profesora fuera algo gravísimo para ella. La segunda le contestó de forma tan abrupta que Babila dejó de apretar un bulbotubérculo, quedándose con la mano repleta de pus de la planta, de un color verde amarillento.

 

-- Encantado de conosela, señá alumna -- dijo, dirigiéndose a la malhumorada con la clara intención de darle la mano y saludarla. Después se dio cuenta que le picaba la mano y fue cuando vio todo aquel mejunje en ella. Se entusiasmó. Él era así, de mente muy sencilla y con mucha facilidad para olvidarse de las cosas. Levantó la mano en el aire para no tocar a ninguna de las dos y se dirigió a la mesa de la profesora, abriendo uno de los libros, "Mil hierbas mágicas y hongos" -- Míen, míen... É estadaquí... ¿Ke pone, ké pone? Alguna lo pué leé, llo no me traío las gafa.

 

Era una mentirijilla puesto que Babila sabía leer en su idioma pero si apenas hablaba bien el inglés, peor aún lo leía. Mientras alguna de las muchachas leía para qué servía esa planta, puso la mano en un pergamino, dejando su huella en él. Se río, de forma divertida al ver aquella mancha verde en el papel pero dejó de reír al notar que la alumna decía algo de un secuestro.

 

-- ¿A kién an secuestrao? Debiéramo desirlo a la señá Sagita. ¿Arguien lá visto? Lleva vario días fuera. Si llo supiera aónde sá ío, iría a buscala y le diría kan secuestrao a arguien. Pero vamo, vamo, ustede las dos puén seguí kon la clase. ¿Arguna sabe qué tipo de planta é esta? Paíse interesante. Seguro quéstá tamgbién en el libro, míen a vé si encuentran qué é i pá ké sirve.

 

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[Charlot Gryffindor]

Babilia todavía se me hacia extraño. No podía entender muy bien lo que trataba de decir, así que lo único que pude escuchar fue de un tal secuestro. Cosa que no me interesaba en absoluto. Lo único que quería era comenzar la maldita clase y para aquello la maestra no estaba presente. Babilia nos pidió que prosiguiéramos con la clase mientras el se dirigía a solucionar el problema. La idea era terminar el curso de Herbología con las mejores notas y resultados.

 

 

Antes de estar en la clase pensé que seria fácil y emocionante, pero la maestra no estaba. Mi compañera también sentía preocupación del paradero de Sagitas Potter. Días anteriores a estar en la clase: Mi madre me advirtió que tenia que ser mas seria y ponerle mas empeño a las clases, no era la mejor estudiante pero tampoco la peor y eso era un gran alivio. Este esfuerzo por comenzar bien la clase se debía a que no quería que mi bella madre se sintiese defraudada de mi: Ya le había causado muchos disgustos y lo ultimo seria perder la clase. Tome la iniciativa de dirigirme hacia mi compañera para entablar una conversación.

 

 

-Hola. Mi nombre es Charlot Gryffindor, es la primera ves que te veo.- No solía ser muy sociable pero al ver que eramos las únicas chicas decidí hablarle cosa que no era muy común que yo hiciera.

 

 

-No se te hace babilia extraño?.-Pregunte antes de que ella respondiera a mi saludo. La apariencia de chica me resultaba agradable, se veía mucho mas madura. Ya que tan solo yo tenia 15 años.

[Adryanie]

Bueno, puesto que a nadie le interesa el paradero de Babilia decidió ignorar ese hecho ¿Será que Babilia sabía algo de Herbología? Pronto comprobó que no era así.

 

-Yo soy Adrya....

 

Iba a contestar a su companera que amablemente se había presentado cuando se dio cuenta que Babilia se había metido por algún lado al hibernadero y había estado investigando por ahí y para colmo de todos había tenido un pequeño accidente.

 

- ¡Senor ! ¿Qué hace? - Le preguntó acercándose a él y viendo su mano a lo que instintivamente se alejó de ella. Estaba llena de pus y... bueno era realmente asqueroso. Recordó que ella no era tan buen enfermera - Bueno calmémonos.

 

Terminó de decir aunque no era necesario porque parecía que la única exaltada era ella. Babilia se encontraba como si le hubiera agua en la mano y su compañera permanecía inmutable ante el secuestro y la mano putrefacta del asistente de Sagitas.

 

- A ver yo leo- Repuso leyendo donde señalaba Babilia.

 

<<Plantas productoras de un repugnante pus con olor a petróleo y color amarillo verdoso; concentrado provoca feas verrugas y pústulas, pero cura el acné cuando está diluido>>

- Bueno, ya sabemos que ponernos cuando tengamos acné pero definitivamente no nos sirve de nada para curarte - Le dijo con desanimo al asistente - Tal vez se cure solo.

 

Esperaba que fuera así porque empezaba a tener un olor bastante fuerte que empezaba a inundar el invernadero, sólo esperaba que no quedaran desmayados por el olor a petróleo.

 

- No sé, parece un cactus pero ¡Por favor senor no lo toque! - Le advirtió a Babilia antes de que cometiera otra imprudencia. Se volvió hacia su compañera - Disculpa soy Adryanie . ¿Babilia? ¿Así se llama? ¿Lo conoces? - Le preguntó - Si es algo extraño pero por el momento creo que debemos quedarnos con él, al menos hasta que vuelva Sagitas.

[Sagitas E. Potter Blue]

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El negrito era un bonachón al que siempre le pasaban cosas pero él se las tomaba con alegría. Era un optimista redomado y por eso no se molestó al ver que una de las chicas no le hacía nada de caso y sólo hablaba con la otra alumna. No aprobaría la asignatura si, al menos, no abría un libro de texto ni curioseaba las plantas que estaban por allá expuestas. La otra mujer, sin embargo, era más cooperadora y le ayudó a leer aquel libro con las indicaciones. Babila se miró la mano y levantó las cejas:

 

-- ¿Repunante oló? ¡Pué si uele bien! Ke finolis los librakos esos... -- se sacudió la mano para librarse de los restos de aquella pus que aún tenía en su mano, esparciéndola alrededor. Sí, le picaba un poco pero vamos, que el negrito se había visto en cosas peores allá en su pueblo de Uganda. -- ¿Diluio é kon agua?

 

Antes de que ella le contestara, abrió el grifo de una de las picas de riego y metió su manaza en el interior, dejando que el líquido limpiase su piel por completo de aquella sustancia.

 

-- ¡Tá freskitaaaaa! -- dijo a las muchachas, riendo divertido. Todo le hacía gracia al negrito. Hasta el chillido que le lanzó la alumna porque quería tocar aquella planta temblona. -- ¿Pó ké no pueo tocá ese castus? Paíce divertío. Save bailá. A vé, déjeme el libraco ese.

 

Empezó a pasar hojas tan rápido que parecía que, de un momento a otro, desmontaría el libro.

 

-- Míen, míen. Éseste, éseste... Akí pone qués una Mim... Mim... Man.... No pueo leé sin gafa.... -- Otra vez la misma excusa. -- Aprendan pá ké funsiona. A mí me gusta kase un ruidico grasioso kuando aserco la mano. Míen, paíse una rana...

 

Babila se estuvo un rato provocando que aquella planta croase cada vez que la acercaba pero enseguida se cansó al ver otra planta muy interesante por su colorido. Se acercó. Parecía una cepa de una vid, tal vez pudiera hacer vino con ella si... La golpeó un par de veces y, de repente, se abrió y expulsó unas vainas gordas con las que bombardeó a los tres presentes.

 

-- ¡Diablo mil! Esto é un esnargalú. ¡Toos al suelo! Son peligroso poke lansan esa vaina con tal fuersa que pué matá un ipogrifo si le dan con fuersa. Reasionan ante er movimientos, así que toas ar suelo asta que se karme... ¿Ande andará la señà Sagita? Seguro qu'ella sabría komo parala... ¿Pone argo en el libro de kómo apasiguá a esta planta?

 

Babila, estirado todo en el suelo, con lo grandote que era, ocupaba medio invernadero con su cuerpo.

[Adryanie]

Al parecer el mayor reto de aquella clase iba a ser cuidar a Babilia y no solo eso si no sobrevivir en el intento. Mientras se lavaba las manos sólo pedía a Merlín que no empeorara con al agua así como sucedía con muchas cosas por suerte el incidente del pus no pasó a más.

 

- Tú deberías saberlo - No lo sabía pero por la forma de ser, hablar y comportarse podía notar que el extrano ayudante de Sagitas no era ingles, parecía venir de algún lado de África sobre todo por su vestimenta - Ya sabes que los cactus al tocarlos hacen dano.

 

Aparte de todo a la morena le parecía feo ¿los cactus normales eran tan regordetes? No le gustaba mucho que Babilia jugara con las plantas sobre todo porque primero jugaba con ellas y luego preguntaba si eran peligrosas ¿no debería ser al revés? Pero ya había desistido de decirle que se alejase de las plantas y aceptó su cargo de niñera al menos aquello era mejor que estar en una roca sentada esperando a Sagitas

 

- Dame el libro mejor y yo lo cuido - Le dijo tomando el libro y leyendo lo que decía del cactus que Babilia había encontrado correctamente guiándose claro por la imagen que era igual la planta que tenían en frente. Decía que vibraba algo que ya había comprobado bueno ella no, si no Babilia y que tenía aspecto de órgano enfermo algo que claramente también se notaba a simple vista - Dice que expulsa un líquido verdoso.

 

No terminó de leer porque se acercó est****amente al cactus al ver si no le había salido el tal liquido y que Babilia lo hubiera tocado también.

 

Error.

 

La planta expulsó el líquido en ese momento y para sorpresa de ella y probablemente de todo el mundo en la sala, no fue una gotita si no que fue un chorro expulsivo que ella evito con sus instintos de licátropo que le cayera en la cara pero no pudo evitar que le cayera en la camisa y parte del brazo.

 

-Ay no ay no ¡que asco y huele horrible! - Desesperada por el olor y porque fuera venenoso trató de quitárselo con las manos pero no hacía más que empeorarlo - ¡El libro! - Había caído al suelo con el alboroto Lo rejuntó y buscó rápidamente la página de nuevo -Uff- suspiró aliviada - Dice que no es venenoso ni peligroso que huele horrible si pero no hace dano

 

Se apresuró a ir al lavabo donde quitó casi todo el líquido verde de sus manos y se alegró de tener doble camisa para poder quitarse una y echarla de una vez a la basura.Ni siquiera se había dado cuenta que Babilia hacía de nuevo de las suyas con otra planta hasta que una Vaina pasó rozando su cabeza hasta clavarse en el árbol frente a ella.

 

-¡Que diablos! ¡Senor deje de tocar cosas ! ¡No quiero morir en un invernadero! - Le contestó hasta que encontró un árbol donde refugiarse. Ni siquiera había podido ver la planta que había hecho enojar el ayudante y la verdad tampoco quería asomarse para ver tenía miedo de que otra vaina clavarse en su cara - No sé que se hizo el libro

[Charlot Gryffindor]

Tome la decisión de prestarle mucha mas atención a la clase. Necesitaba pasarla y ser lo suficientemente aplicada. Todo se estaba saliendo de control. El invernadero se encontraba prácticamente desordenado, se notaba que era la primera vez que babilia dirigía una clase.

 

-​Señor no cree que deberíamos ponerle mucho mas orden a esto.- Lo dije en tono pero el señor babilia no me escucho o tal vez se hizo el tonto. Estaba tan perdido y enredado que no sabia como seguir las instrucciones del libro.

 

- Entiendo que usted no conoce del tema pero...- Nuevamente seguía sin escucharme, mi compañera en cambio estaba ayudando a babilia generosamente.

 

Tome una de las muestras y comencé a inspeccionar cuidadosamente: La deje en su lugar pero desgraciadamente sin darme cuenta deje caer una frasco de vidrio que contenía una sustancia putrefacta que desprendía un olor extraño. todo se estaba saliendo de control para mi surte era urgente la presencia de la maestra. Me encontraba al borde de la locura, por un momento sentí ganas de salir corriendo y dejar todo tirado cosa que no hice ya que hubiese sido de desagrado para mi compañera. Me acerque al señor babilia para hacerle una pregunta.

 

-Señor perdone por lo que le voy a decir, pero por que acepto dar la clase si no sabe absolutamente nada.- Lo dije en un tono tratando de no ser irrespetuosa. Daba la impresión de no haberle agradado mucho esa pregunta al viejo babilia, pero si no le preguntaba eso quien mas lo aria. Tal vez no hubiese sido muy prudente haberle dicho eso. De un momento a otro empece a sentirme algo mareada y con nauseas. Decidí salirme de la clase un momento para tomar un respiro. Al cabo de 15 minutos empece a sentirme mejor, me levante y ingrese de nuevo a la clase.

[Sagitas E. Potter Blue]

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El negrito vaciló en el suelo por lo que acababan de decirle ambas estudiantes. El tenía la cabeza escondida entre sus brazos, para protegerla de los proyectiles que lanzaba aquella planta.

 

Una de ellas, la más valiente tal vez, había tenido que lavarse por la pus de la planta mientras la otra toqueteaba y rompía algo de fuerte aroma. A Babila no le parecía tan malo pero las dos estaban claramente enojadas con él. Eso le producía sorpresa, ¡pero si él era una persona muy amable!

 

-- ¡Pero si llo no é exo ná! -- protestaba Babila desde el suelo. -- Llo no mé movío daquí.

 

Gateó un poco para esconderse en el hueco de un armario al lado del fregadero. Allá metidito seguro que no tendría ningún problema. A saber cómo pudo meter su cuerpo allá dentro, en tan poco espacio. Pero una vez se sintió seguro, asomó un poquito su cabeza y miró a la segunda alumna, la que se había ido unos minutos y después había vuelto.

 

-- ¡¡Llo nó i é aseptao ninguna clase!! ¿De ké abla? Llo i e venío akí a buscá a la Señà Sagitas, llo no sói profesó de ná. Aunke era lalludante del xamán del poblao donde vivía, allá en Uganda.

 

Babila no era profesor pero estaba orgulloso de su historia africana.

 

-- En mi poblao teníamo una planta paragua ke eran geniale. Servían pá la lluvia. Míen, allá ai varia, ¿ven? Son como los d'Uganda, aunke los de mi país eran rojíos kasi toos.

 

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-- ¿A ké són majas esa flores? -- Babila sacó más la cabeza del agujero en el que se había metido pero su cuerpo era enorme. Como quería ver bien aquellas plantas, se movió y estiró hasta sacar un poco los hombros del lugar. Se quedó atascado, por supuesto, y le dio una patada al armario, que abrió un poco una de sus puertas. -- Alluda, mujérés, kestoi aquí apretujao...

 

Del armario salió un zarcillo que correteó hacia el tobillo del negrito y se enroscó a él. Empezó a tirar. Tenía que ser una planta bien grande para poder con el cuerpo del semigigante. Babila se asustó y gritó con voz potente.

 

-- ¡Aiiiiiii, mi mare...! Mi a atrapao un Laso der Diablooooooo, sokorro, sokorrooooo! Míen por favó en er libro ese kómo librarnos dél. ¡Sokorroooo, ke me va a koméeeee!

 

Seguro que los gritos del negrito se oirían en toda la universidad y acudiría gente pensando que lo estaban matando.