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Libro del Equilibrio


Lisa Weasley Delacour
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Libro del Equilibrio

 

 

Estaba recostada en una de las sillas de la gran aula, mas bien desparramada sobre ella, suspirando por los mil y un conflictos que mi mente persistía en analizar. Habíamos, no sabría decir como, sobrevivido a Siberia; a los juegos de Badru y a las fuertes y caóticas inclemencias climatologías. Ahora, mi deber, era contrarrestar el bienestar del chico y avisar de su raro comportamiento a mis lideres, no obstante, algo me decía que aquello era un tanto personal y que no debía meterme mas allá de lo que ya lo había hecho. Me frustraba el no poder ayudarlo. Me carcomía tener tanto poder y no hallar el conflicto interno que arrastraba al Knight a esa situación dolorosa y oscura.

 

El inminente aleteo me saco de mis cavilaciones, haciendo que centrase mi atención en la joven lechuza que ante mi movía graciosamente sus alas. Sonreí al reconocerla. Era uno de los primeros animales que había adoptado, hacia ya largos años atrás. Extendí el brazo y Sombra Gris se posiciono sobre este, reclamando algo de comida. Le regale una golosina y una caricia para que estuviese feliz y yo, mientras tanto, me dedique a inspeccionar el sobre con el logotipo de la academia que esta portaba en su pata. Mis ojos pasaron por la caligrafiá verde con rapidez. Una clase mas y en este caso la alumna seria alguien a quien conocía bastante bien; mi hermana.

 

No poseía ninguna indicación mas. Algo extraño, pero ¿no lo eran acaso los Uzzas? El a donde ir y como mostrarle los poderes del libro fue lo que ocupo mi mente después de habar arrojado el pergamino a la basura mas cercana. La respuesta me dio de lleno, justo cuando la rubia hizo acto de presencia en la gran sala. Por raro que pareciese, le tenia un cariño infinito a la joven. No eramos familia de sangre, sin embargo, la quería como si así lo fuésemos - ¿Que te parece ir a Grecia y disfrutar de sus paisajes mientras te enseño el mágico arte de los duelos? - Ella amaba aquella parte de Europa y si estaba en mi mano, ¿que mejor que pasar un buen rato aprendiendo?

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—¿A Grecia? —Inclinó un poco la cabeza hacia un costado en cuanto escuchó la pregunta de Lisa. —Mh. . . No lo se. . . —Titubeó un poco al responder.

 

Tenía demasiado asuntos pendientes en su tierra natal, pero también debía confesar que le quemaba por dentro el volver a visitar el país luego de tantos meses. Lisa, y todos en realidad, desconocían los problemas que Rouvás acarreaba desde antes de llegar a su actual ubicación, y por lo visto eran temas que seguirían presentes durante toda su vida. Lo habían sido para sus antepasados, lo serían para las futuras generaciones.

 

Apenas estaba pasando la mitad del salón, Lisa estaba más adelante, pero la nula existencia de más personas en la sala dejaba escuchar con claridad cada palabra.

 

—Si digo que si, ¿me dejarías escoger el lugar? Es que hace mucho que no visito el Templo en Delfos, bueno, en realidad solo fui una vez cuando era pequeña. . . pero aún recuerdo parte del paisaje. ¡Recuerdo que era hermoso! —Intentó entusiasmarla.

 

Eran pocos los recuerdos que conservaba de Delfos, en su mayoría de las calles principales. La única vez que recorrió algo de la ciudad fue cuando tenía escasos 5 años.Por supuesto tenía presentes un par de calles que podrían haber sido perfecamente unas ubicadas en otro lugar. Ya solo quedaba que Weasley le mostraba un poco más de qeue iban en esa clase.

 

Iba vestida sencilla, con unos jeans un poco holgados en la parte baja y con un sweater de lana en la parte superior. También llevaba una bufanda para capear el frío todavía reinante. En la espalda traía una mochila con un par de cosas que podían resultar útiles, y también traía el Libro del Equilibrio junto a todos sus accesorios. Siendo sincera, no se había dignado a intentar usarlos previamente, pero si había leído un par de hojas del Libro.

 

—Y bien, ¿cómo vamos? Ya no puedes retractarte, estoy un poco ansiosa. —Confesó.

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- Puedes escoger el lugar. No hay problema con eso.

 

¿Podría, acaso, negarle algo con aquella cara de niña buena que me esta poniendo? Mei usaba aquel truco y a ambas les funcionaba a la perfección conmigo. Maldije internamente, no queriendo dejar entrever la mínima sonrisa que sin querer escapaba a mi auto control. Tras la mascara de dura profesora, tenia un corazón y este bien sabia que nada de lo que me pidiesen mis hijos, hermanos o sobrinos les era negado. También era cierto que como pasaba poco tiempo con la rubia, seria aprovechar aquellas horas para disfrutar de sus compañía y charlar acerca de todo lo la rodease.

 

- La magia de la universidad es mayor que antes, gracias a la intervención Uzza. La desaparición conjunta es la mejor manera de aterrizar en cualquier punto del mundo en apenas unos segundos.

 

Le tendí, con seguridad, la mano, para que esta la tomase y así partir hacia el paraje que esta desease. Fue cuando su piel toco la mia, cuando la notable sensación de mareo inicio. Aquella forma de viaje era rápida y segura, pero odiosa en cuanto a los efectos colaterales que dejaba en el organismo, mas cuando recorrías largo trecho. Segundos después, hicimos contacto con el verde césped que rodeaba un enorme monumento, algo destruido. Grecia me gustaba, había recorrido parte de su territorio cuando aun conservaba mi mortalidad. Delfos se extendía imponente ante nuestros ojos. Mis verdes pupilas recorrieron la planicie, observando que estábamos seguras.

 

- Mientras tu eliges a donde ir, yo te enseño el primer conjuro. Es sencillo, pero eficaz contra criaturas. Semillas de hielo se llama – Perder tiempo no podíamos, asi que era el momento justo para comenzar – Moviendo el brazo así y con esta inclinación, ademas de apuntando correctamente, saldría perfecto y efectivo al cien por ciento – Me moví con gracilidad, a pesar de la ropa que llevaba - ¿Como lo ves?

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—Ya veo. . . Creo que ya entendí. —Movió la mano sin la varita en ella, intenta asemejar el movimiento que Lisa hacía. No era complicado pero requería memorizar cómo era para un futuro en que lo necesitase. —¿Así, cierto? —Luego agregó lo que hacía con Niké a quien extrajo de entre sus ropas. —Esto como hechizo, supongo, no tiene nada que ver con las semillas que traía el Libro. Son muy pequeñitas, al principio pensé que podían comerse, pero después me dio susto probarlas, menos mal que se me ocurrió curiosear un poco el Equilibrio. —Confesó son ninguna pena.

 

No habían aparecido directamente en el Templo de Delfos, pero si bastante cerca, de modo que se podía ver sin problemas parte de su antigua estructura. Supuso que por la hora estaba libre de turistas, por lo general era mucha más la gente que circulaba alrededor.

 

Parecía que el lugar era cerca del Valle de Cirra, repleta de muchos olivos que crecían en libertad, lo habían hecho así desde que había memoria colectiva en los habitantes del país. Aquel árbol representaban muchas cosas de la cultura de Rouvás, fue con solo verlos que sintió como estar en casa nuevamente, como hacía ya casi un año no hacía, desde que decidió darse un tiempo necesario, y desde ya nada era seguro para todos los que escogieron otros rumbos. Solo lograba ver las copas de los árboles a estar a medio camino, pero eso era suficiente para tener el corazón en paz.

 

Lo que si se veía con claridad era el monte Parnaso y sus muchos almendros y pinos que diseñan el paisaje. Eso si que lo recordaba de su única visita anterior.

 

—Esto de las semillas solo sirve contra animales, ¿no? ¿Sirve contra animales que provengan de Morphos? Sabes que no soy muy diestra en estas cosas, necesito que me expliques con manzanitas. —Rió.

 

Lisa nunca le había reclamado por no atreverse a entrar en batallas o ese tipo de cosas, pero a Rouvás si que le gustaba aprender pese a que algunas cosas le resultaran más difíciles, o rara vez salieran a práctica. De todas maneras valía la pena saberlas, más tomando en cuenta su trabajo de Auror en el Ministerio, veían más de lo que a veces deseaba imaginar.

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  • 3 semanas más tarde...

Lisa Weasley jamás fue de su total agrado. No era una mujer, a su criterio, en quien se pudiera confiar. Observó el mensaje que fue entregado usando una lechuza. No es que aquel medio le desagradara, pero habían mejores formas para asegurarse de que la información llegara. Un simple portal era suficiente para dar a conocer cualquier cosas, darse media vuelta y regresar usando aquel mismo conjuro. La nota era bastante informativa aunque con pocas palabras. La clase no iba como debía ir y se necesitaba de urgencia la presencia de un guerrero.

 

Él jamás usaba la aparición puesto que los portales eran una parte significativa de su vida. Aprendió a dominarlos incluso antes de usar magia mucho más elemental. Eran parte de su herencia, un regalo de la Diosa. La varita mágica se movió apenas, atravesó la oscuridad. Se encontraba en la plaza de fuego, en el lugar en que él solía enseñar. Invocó la magia de los ancestros haciendo que su varita mágica creciera hasta convertirse en una vara. Él, como guerrero Uzza, podía potenciar todos los hechizos haciendo uso de aquella vara.

 

Golpeó el suelo tres veces creando un portal oscuro a un par de metros del suelo. Cualquier guerrero digno de la magia Uzza debía ser capaz de detener esa caída. El otro lado del portal apareció en Grecia y la finalidad era atrapar a Athena. La bruja no podría resistirse de ninguna forma, la magia de aquel portal era mucho más poderosa de la que cualquier mago podía crear. Badru lo atribuía a que, según él, la Diosa le brindó el don de los portales.

 

En un segundo o menos, Athena caería del cielo.

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Aguardaba impaciente por la respuesta de su "hermana". Ese había sido el trato entre ambas cuando todavía usaban el apellido Rambaldi y se consideraban parte de una misma familia. Por alguna razón Weasley la estaba manteniendo en ascuas con la respuesta; de hecho parecía un poco congelada, sin dar atisbo de querer responder. Rouvás se cruzó de brazos con el ceño fruncido, molesta de que no estuviera haciéndole caso alguno.

 

—¡Lisa! ¡Respóndeme! —Su voz sonó con evidente acusación pero un tono rayando lo infantil.

 

Ya estaba a punto de comenzar a tirar de la manga de su túnica cuando poco usual sucedió.

 

No tenía ruido pero si mucha presencia, era imposible no darse cuenta de una especie de agujero que se abría camino sobre sus cabezas. Toda su atención se centró en el esperando que alguien apareciera entre ambas, quizás alguien con quien tuviese que luchar o de quien también tuviese que aprender, pero luego le pareció reconocer que se trataba de un portal. Alguna vez vio a Badru usándolo, alguna vez la envió a ella a otro destino, la primera vez que le tocó rendir el primer Libro a otras personas.

 

—Estoy en medio de algo importante. . . —Protestó pese a saber que no obtendría respuesta.

 

Quizás no venía por ella, quizás venía por la otra persona presente. Pero se equivocó. De algún modo fue succionada por el portal, y sintió esa sensación familiar y desagradable de estar usando un traslador; corta pero poco sutil. Cayó sentada en el piso y frente al guerrero Uzza, no pudo evitar quejarse abiertamente por ello, y por ser llamada de esa manera.

 

—Auch. . . —Se sobó un muslo. —¿Qué pasa Badru? Estaba en medio de una clase. —Cuestionó prontamente.—

 

Luego se puso de pies y sacudió sus ropas del polvo que se impregnaba en los pantalones. La mochila había caído unos tres metros alejada de ella, por lo que se acercó, la sacudió también y se la echó sobre uno de los hombros, ya no la sentía tan pesada como en el inicio.

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—Te recuerdo, enseñas en nuestro nombre

 

El adiestramiento de algunos magos en el arte de enseñar la magia Uzza había sido no tan sencilla como se podría esperar. A ninguno le costó demasiado dominar la magia que enseñarían, sin embargo a unos tantos si que les costó grabar en sus cabezas el aveces complicado código de honor y de conducta del ancestral pueblo. A Badru ese aspecto no era algo que realmente le importara, sin embargo se veía obligado a mostrar al resto de guerreros su faceta pro-normas y pro-costumbres obsoletas.

 

—He estado siguiendo las clases de Weasley desde hace meses solo para comprobar que todo va bien. Ya llegará tu turno... Pero el punto es que a partir de este momento seré yo quien te enseñe la magia del Equilibrio.

 

Golpeó nuevamente la vara contra el suelo, dos portales se hicieron presentes: uno a cada lado de la bruja. Por el momento no sucedió nada.

 

—Las semillas de hielo se pueden usar de dos formas. La primera es tirarlas contra el suelo o contra cualquier superficie. Una capa de hielo cubrirá todo lo que se le permite cubrir. Está también la variante más útil, poderosa y compleja de usar las semillas. Debes encontrar el equilibrio, conectar tu mente con tu varita, tu varita con las semillas del frasco. Cuando logres canalizar el poder de las semillas a través de tu varita entonces podrás usar esa magia en una batalla. Y ante tu pregunta: Si, el poder de las semillas puede detener criaturas mágicas invocadas por morphos.

 

Su mirada se desvió hacia uno de los portales, el que estaba a la derecha de su aprendiz. Pudo ver el brillo en los ojos de la criatura que esperaba la orden para surgir.

 

—Este libro en su mayoría se trata de una balanza. Invocar la magia de las semillas hará que, en algún momento, tengas que purificarte usando la magia opuesta. La magia de las semillas se canaliza con tu mente, con tu fuerza de concentración. El poder de las flechas de fuego es totalmente distinto. Surge de tu corazón, de la fuerza de tus convicciones y de tus ideales. Si no estás en paz, si crees que vas por el camino incorrecto fallarás. Surgirá de cada portal una criatura. El de tu derecha es inmune a las flechas de fuego mientras que el de la izquierda se resistirá a las semillas. Tendrás apenas unos pocos segundos para actuar con el corazón y con la cabeza casi al mismo tiempo.

 

Le enseñó el movimiento de muñeca y las florituras que se debían dibujar en el aire para poder disparar los filamentos de fuego. Golpeó el suelo con la vara y las criaturas salieron: dos hipogrifos.

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Si eso era una advertencia no iba a funcionar demasiado. Desde el inicio siempre estuvo "vigilada" por alguno de ellos para corroborar que las clases eran correctas, o quizás porque no confiaban en su persona, vaya una a saber. El asunto era que cada mes sentía la presencia de algún Guerrero Uzza rondando los lugares que iba escogiendo. Iba a recalcarle eso cuando escuchó que lo que quedaba de lección sería impartido por Badru.

 

Por supuesto quiso preguntar el por qué de una decisión tan drástica, pero se tuvo que guardar la pregunta para cuando tuviese algún espacio.

 

Los dos portales a su alrededor le provocaron una tremenda incertidumbre que se vio reflejada en un escalofrío y en vaivén de la mirada. En ascuas esperaba que algo apareciera de cada lado pero solo obtuvo quietud que pronto fue rota por el guerrero. Aunque su oído se concentraba en escuchar y retener la información que le daban su visión no dejaba de centrarse en alguno de los agujeros.

 

—Actuar con el corazón y la cabeza al casi mismo tiempo. . . —Repitió mientras movía la mano hasta conseguir realizar el mismo movimiento que él hacía. — Casi al mismo tiempo. —Dijo nuevamente en un susurro.

 

El equilibrio podía estar presente al mismo momento sin lograr manifestarse, porque obviamente no podía realizar dos hechizos a la vez con Niké, pero si podía conseguir paz interna y desear acabar con aquello. Inspiró y expiró profundo varias veces, tomando aquellos como algo básico para entrar en un estado de meditación, de conexión consigo misma. Se concentró en lo que deseaba, de a poco se pudo ver a si misma y a las semillas congelando desde su varita, aunque en la realidad estuviese parada donde mismo. Entonces sintió en su pecho la emoción de las cosas en que creía.

 

Por lo general en pensar y el sentir son puestos por las personas como dos polos opuestos pero de a poco ella las estaba canalizando como una sola.

 

En algún momento dos hipogrifos aparecieron frente a ella pero no fue del todo consciente. Aún recordaba el casi al mismo tiempo, era solo cosa de decisión. Alzó la varita mientras un torbellino de ideas se arremolinaba en su cabeza pero también la fuerza de sus creencias aumentaba en el pecho, donde estaba el corazón.

 

Semillas de Hielo —Mencionó con Niké apuntando a su derecha. La elección correspondía al hecho de ser diestra, le era más rápido mover la varita en esa dirección. El hechizo fue rápido y conciso permitiendo que se dirigiera hacia la izquierda con prontitud. —Flechas de Fuego. —El hipogrifo de la izquierda fue alcanzado por los filamentos de fuego.

 

Ninguno de los dos parecía tener daño mayor. Rouvás lo atribuyó a que era la primera vez que conseguía encontrar un equilibrio entre dos puntos tan distantes, seguramente la próxima vez saldría con más exactitud. Pero tal vez para Badru lo alcanzado hasta ahora no le resultaría suficiente. Respiró un poco más agitada, llevaba algo de energía el acto recién ejecutado.

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—No lo haces mal, pero debes seguir practicando.

 

Se sentó en el suelo, sobre la arena. El portal que estaba a la izquierda de Rouvás reaccionó al ligero movimiento de varita realizado por el Guerrero. Comenzó a girar emitiendo un chillido que apenas se podía escuchar y acto seguido desapareció llevándose consigo al hipogrifo que fue víctima de las heridas de fuego.

 

—Tu habilidad para concentrarse es mayor que tu habilidad para sentir. Seguiremos haciendo pruebas con otros hechizos en donde también tendrás tienes que mostrar el equilibrio entre tu mente y tu corazón.

 

Apuntó con la varita al hipogrifo y deshizo el hechizo de las semillas de hielo. El animal se quedó quieto ante el control de Badru que fue quien lo creó, quien le dio una pseudovida. Dibujó en la arena el símbolo del fuego y del agua, entrelazados. Todas las cosas estaban representadas por runas antiguas: el origen mismo de la magia.

 

»Las runas son poderosas, es muy probable que los primeros magos y brujas aprendieran la magia de esos dibujos sin sentido. La runa del fuego y del agua no se pueden dibujar entrelazadas, se consumen la una a la otra. Sin embargo, si logras equilibrar tu mente y tu corazón lograrás dibujarlas entrelazadas. Porque el agua representa la fluidez de los pensamientos y el fuego el calor de nuestros ideales y sentimientos. Consigue el equilibrio y sabré que estás lista. Aún no lo estás.

 

Dibujó el en suelo los símbolos que representaban la forma en que se debía sostener la varita, la forma en que debía moverse y a fuerza con que se debía empuñar para canalizar el poder de los pétalos del pensamiento hacia la varita mágica. Finalmente dibujó el símbolo del agua. Aquel era el hechizo que representaba al pensamiento.

 

»El Cinaede nuevamente canalizará la magia de algo externo a tu mente y luego a tus pensamientos. Los pétalos del pensamiento te son provistos por la magia misma del libro, no se acabarán mientras no hagas un uso abusivo de ellos. El Cinaede es quizá de los peores venenos conocidos que una planta puede proveer, debes usarlo bien.

 

Volvió a dibujar símbolos en el suelo, las instrucciones para la arena del hechizo. Finalizó con el símbolo del fuego, del corazón. La muerte estaba ligada a los sentimientos, a como las personas se enfrentan a ella.

 

»La muerte de un mago está ligada a tu corazón. Controla los sentimientos que tienes respecto a la muerte, hazle frente a lo desconocido. Entonces podrás acceder al poder de la arena del hechicero, los ancestrales huesos de aquellos que han muerto a manos de fuego mágico te darán un poco de la magia que contienen. Corazón varita; Pétalos, mente, varita. Prueba con el hipogrifo, no se defenderá ya. Primero la mente, luego el corazón.

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—¿Y eso lo dices por el hipogrifo al que ataqué primero? —Porque podría haber sido al revés. A su juicio, fue más azar que otra cosa, eso, y también el lugar que ocupaba cada uno. De todas maneras le causaba incertidumbre el cómo él relacionaba sus decisiones a la parte que actuaba primero. —No es que sea tan importante, pero. . . me gustaría saberlo, como rayos puedes estimar algo así.

 

Rouvás solo tenía nociones básicas de runas antiguas, aún no había cursado aquella clase de conocimiento de modo que le costó, en un primer momento, grabarse en la memoria la runa del agua, y luego la del fuego. Probablemente en una semana más ya las tendría deformadas en su memoria, o quizás no. Siguió con la vista lo que vino a continuación; la forma en que mover la mano y la varita hasta conseguir utilizar otro de los poderes del Libro del Equilibrio. No era complicado, de hecho, comenzó a intentarlo inmediatamente hasta conseguir pulirlo.

 

Ahora venía la parte más complicada.

 

Probar con el hipogrifo, ¿acaso no era suficiente con lo que ya le había hecho minutos atrás? No quería causarle más daño. Inspiró profundamente y alzó la varita a la altura del codo en dirección del animal, pero con una cuota de nerviosismo nada propia de ella.

 

—¿Es justo y necesario? —Ni siquiera sabía por qué preguntaba. Los Uzzas nunca daban su brazo a torcer con una indicación. —De acuerdo. . . —En realidad ella ya sabía cuál iba a ser su talón de Aquiles. —No sabía que el Pensamiento tenía un veneno así. . .

 

"De acuerdo, ya déjate de hablar de una buena vez y concéntrate. . . " Se regañó. Allí estaba el viejo hábito de hablar un poco demás cuando estaba nerviosa. Incontrolable. Iba a envenenarlo solo para aprender, necesitaba llenar su mente con una idea más fuerte, una visión donde el hipogrifo la atacaba. ¡No! Necesitaba algo más, quizás. . . Era la imagen de un joven, quizás un veinteañero, uno a quien en verdad le causaría daño, no matarlo, pero si dañarlo. Ya había tenido demasiado de lo primero.

 

Cinaede. . . —No lo dijo demasiado alto. No lograba verlo pero sabía que estaba allí. Su imaginación falló y entonces volvió a ver al hipogrifo sufriendo los efectos del mortífero gas venenoso. —Lo siento. Yo. . .

 

Ahora le quedaba la runa del fuego; recordaba todos los movimientos, pero también se daba cuenta que no tenía como hacer la Arena del Hechicero cuando el hipogrifo dañado por el fuego había sido borrado de la escena. ¿Tendría que quemar algo? No quería intentarlo con el que estaba presente.

 

Su expresión era tensa, la muerte era un tema sensible para Athena. Lo sería hasta encontrar el cuerpo de su madre que había sufrido un desconocido destino con ese fatal final, hasta entonces era su conversación tabú.

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