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En la Black


Orión Yaxley
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Los jardines Black tenían un encanto peculiar. Eran un poco grises, como la piedra, el cielo y el lago. El tiempo llegó para el cambio de flores, y muchas de ellas ya estaban marchitas, esperando desprenderse. De todas maneras, las pocas relaciones de la familia con el mundo exterior tampoco permitían que especializados en la botánica pudieran trabajar sin temer por su vida. La primavera todavía no llegaba a las colinas de Ottery. Evidente como la quinta pata del gato. ¿Era así el dicho?

 

Orión estaba sentando en unas escaleras de piedra que iniciaban el camino de tierra que iba desde la verja que delimitaba a lo lejos los terrenos del castillo, hasta la entrada principal. Con esas imponentes puertas de madera negra. Tenía los codos en las rodillas. La palma izquierda en la mejilla, donde esta se apoyaba y la derecha con su pesada varita, que lanzaba lucecitas de colores de la punta. Una imagen adorable, como de un niño que había salido de la primaria y estaba esperando a sus padres para que lo busquen.

 

Había hecho un trato con Gabrielle.

 

Siempre la relación de los dos fue buena. Por más de que muchas veces ella se retraía, iba a su mundo, escapaba de la sociedad británica, tenía hijos en Francia, o se alojaba en un manicomio, Orión la tomaba por lo que era, cuando la conoció por primera vez. Una de las hijas de Fernando que había quedado perdida en el tráfico de bebés.

 

Y cuando estaba en su auge de participación duelística, ella no se despegaba de su lado. Era telepatía. Después de todo, muchas veces no podía cuidar del desastre de su cuñado en las batallas por atender al resto de la marca. Ése fue su trabajo, darle el apoyo teórico suficiente para que se pudiera defender ella misma. Para enfrentarse a cualquier machista egocéntrico con una varita entre los dedos. Para patear posaderas.

 

Y bueno, probaría si el conocimiento quedó después de todos esos años.

 

Se levantó. Estaba fresco, por lo que llevaba un suéter color ocre con detalles de navidad –no había cambiado su guardaropa–, unas zapatillas de lona, con medias gruesas que cubrieran sus pies helados. Unos jeans oscuros, fit. Por último, una gorra benie con detalles grises que resaltaba sus cabellos cobrizos con puntas azules.

 

- Sectusempra.

 

Sin más apuntó hacia el cuerpo de su hermana. Había salido del castillo. Si no pensaba rápido, el rayo escarlata impactaría en su pecho para desangrarla. Le gustaba empezar sus duelos con un poquito de punch.

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Los ojos miel de la Black estaban clavados en el patio; se encontraba en el balcón de su habitación cruzada de brazos. Lo fresco del día le había hecho usar un sweater tejido blanco sobre el vestido azul rey que cubría hasta sus muslos, había hecho una promesa y había que cumplirla.

 

Las cosas que hago por amor...

 

Una media sonrisa se dibujó en sus labios y jugueteó con el anillo que estaba en su anular derecho, ella. La única razón por la que sacrificaría su tiempo en un "rato de provecho" con su hermano. Dejó el anillo sobre su tocador, el miedo a perderle era mucho mayor que sus ganas de trar y caminó hasta la puerta,

 

Bajó rápido las escaleras, su zapato bajo color blanco combinaban sin querer con el sweater, pocas veces Gabrielle se comprometía en hacer combinar sus ropas, a fin de cuentas los magos son excéntricos. Sintió la varita en su mano derecha, le apretaba con fuerza, sabía su destino, sabía lo que pasaría, como si tuviera la misma habilidad de su hermano para "leer el futuro".

 

Antes de abrir la puerta amarró sus cabellos en un recogido alto, cual ballerina, tantos años de práctica le habían ayudado a hacerlo en menos de 5 segundos sin perder tanto tiempo. Empujó la puerta y sus ojos se clavaron en el jardín, no quedaba de otra. Había llegado.

 

Avis

 

La rubia clavó sus orbes miel en su hermano, el hippy, el que le había enseñado años atrás a duelear a base de golpes, precisamente como el que ella acababa de esquivar. Las aves recibieron el impacto y por consecuencia se habían ido logrando hacer lo que la chica deseaba: protegerla.

 

– ¡Pero qué ch*ngados Orión!- dijo golpeando el piso con un pie, cual niña haciendo berrinche. – ¿Un maldito "hola" es mucho pedir?

 

Sonrió, le recordaba las horas de entrenamiento a su lado; había sido buena, de las mejores en su tiempo y todo gracias a su hermano. La adrenalina que sentía era totalmente diferente al de los asaltos que ambos organizaban, o a las redadas a las que solían llegar como "backup". Los Black siempre habían sido buenos para la pelea.

 

Levantó la ceja, jugaría un poco; la falta de asaltos y de miembros de la Orden hacía aburrido el paso del tiempo, ocupaba ese descontrol de vez en cuando y un duelo con su hermano tal vez ayudaría a recordarle ese pasado.

 

– Expelliarmus.

 

El rayo iba directo hacia su hermano, escasos metros separaban a los dos mortífagos y si el Black no lograba esquivarle terminaría desarmado por su pequeña hermana.

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Dio un par de pasos atrás, chocándose con el portón de acero y cobre que delimitaba el territorio de la Black. Sintió la superficie fría y tosca. El Black siempre se manejaba con el ambiente. La cuestión de utilizar el escenario a favor de uno era clave para salir vivo de una batalla. Siempre lo explicaba cuando daba clases o proponía un nuevo enfoque en sus estrategias. En definitiva, los duelos giraban en torno a quién sobrevivía más.

 

- ¡Pero qué ch*ngados Orión! ¿Un maldito “hola” es mucho pedir?

 

- Para eso tenemos todo el día. Hay que pedirle a los elfos que empiecen a preparar el té. No vaya a ser que se nos enfríe.

 

Sonrió con complicidad mientras veía como una parvada de pájaros se lanzaban cual kamikazes ante el hechizo que había lanzado. Lo último que se escuchó fueron los gritos de la docena y la pequeña explosión mágica. Con la izquierda se aferró al portón. Entrecerró los ojos. Giró la pesada varita gris y apoyó la punta en una de las barras.

 

- Vitae.

 

Su varita vibró. De ahí, sintió como todo el terreno donde estaba comenzaba a ceder ante los movimientos mágicos que estaba sufriendo la estructura metálica que tenía detrás de él. Todo por arte de magia. El efecto del hechizo de Tempestad se hizo al instante. Las barras se desprendieron rápidamente y comenzaron a unirse en su frente, siendo un obstáculo entre Gabbs y él. El conjunto de materiales que habían conformado hacía instantes el portón y parte de la verja, se estaba constituyendo así mismo como una especie de gárgola con cabeza de lobo –el animal de la Black-.

 

Tenía claras diferencias en su anatomía material. El material animalizado era alto, de unos dos metros, con un par de ojos que servían de guía. La mandíbula, propia de un can, filosa con fierros herrumbrados. Dos brazos de bestia, bípedo. Alas de murciélago, con una membrana pastosa que le permitía levantar el pesado cuerpo.

 

Luego, Gabrielle atacó con un Expelliarmus mientras que le vitae se terminaba de conformar. Ya listo emprendió camino hacia la hermana de Orión. Puso el pecho al rayo plateado y tras una leve pausa reanudó su marcha. Haría falta más que eso para poder detener a la mosntruosidad.

 

- ¡Fuego Maldito!

 

Esta vez, su varita apuntaba al castillo. De la misma, salió un chorro de fuego naranja que iluminó su rostro. Un halcón se había formado cual patronus corpóreo, pero del más temible material. Fuego mágico, voraz, destructivo. Mientras que la gárgola-lobo-cosa atacaba a Gabrielle por tierra, el halcón conjurado lo haría por aire. Desde arriba. En picado. Como quien diría, cazando a su presa.

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Sonrió al ver que el vitae del mago oscuro continuaba milagrosamente con vida. Recordó sus épocas de asaltos y redadas donde se dedicaba a molestar a su amor platónico Mave, aquellos días del "Dios Rino" donde todo lo podía un bendito rinoceronte basado en un "Morphos". Aquella chica de 21 años había quedado en el pasado, al igual que los miembros de la Orden del Fenix que tanto amaba molestar.

 

Movió la cabeza tratando de desvanecer esos recuerdos y sus ojos miel se detuvieron en uno de los pilares gruesos de piedra del castillo Black.

 

– Vitae

 

De inmediato el pilar de considerable altura comenzó a moverse y a tomar forma. Parte de su estructura de piedra comenzó a formar picos al rededor de su estructura cilíndrica y rodó precipitadamente hasta encontrarse con el invencible "Dios Vitae" del mortífago.

 

– Un palote grandote tal como te gustan...- dijo, sonrió a Orión con malicia y continuó.– Le digo a tu perro, claro.

 

¿En eso se habían convertido? Combates uno a uno, mortífago contra mortífago, la misma canción de siempre y ella, como en la mayoría de sus recuerdos, siendo entrenada por él. No, no estaba conforme, no había regresado solo por algo de acción, quería drama, quería golpes, quería sangre. Así fuera la suya la derramada.

 

La Black puso los ojos en blanco, al menos aquello le daría tiempo para mantener las pisadas del Yaxley pero estaba demasiado aburrida y los duelos uno a uno no eran lo suyo, lo suyo era defenderse de varios, corretear personas que se preocupaban por sus vidas, no algo tan monótono. Su mente estaba más que distraída a lo que solo pensó en "babosas" mientras observaba fijamente al ojiazul.

 

Esperaba reacción, lo que fuera, solo deseaba regresar a aquel cuarto y volverse a refugiar entre las cobijas, en los brazos de ella y poder volver a la rutina por unas cuantas horas.

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El garrote de Gabrielle era todo lo que él esperaba. Como cuando abrís un paquete y te sorprende por todas sus características, tamaño, forma, textura. Estaba feliz por su hermana, por fin lo golpeaba con lo que tenía escondido. Y es que Orión siempre supo de las habilidades de ella, en ese sentido. Agradeció haber estado vivo para poder verlo con sus propios ojos. Sonrió de lado, cómplice.

 

- ¿Dónde es que tenías escondido ese tipo de cosas?

 

El pilar se ponía a batallar con el gran lobo-gárgola que había conjurado el Mago Oscuro. De repente este empezaba a dominar de cierta manera al vitae que había hecho Gabrielle. Por suerte, los dos seres vitalizados se apartaron del camino, dejando camino libre a los hechizos de los hermanos Blacks.

 

Suspiró, volviendo a la posición de ataque.

 

- ¡Sectusempra!

 

Su primera acción fue el mismo rayo que invocó cuando inició el duelo. No le gustaba repetir hechizos pero quería adelantarse a la segunda acción de la rubia. Vio un rayo, Orión entendió que era un no verbal y lo recibió el impacto. Intercambio de daños. El Yaxley comenzó a vomitar babosas, sintiendo una terrible punzada en su estómago. Maldijo por lo bajo. Odiaba ese hechizo y su propio efecto.

 

Aun con babosas saliendo de su boca, movió su varita y pensó en un Seccionatus. Una docena de medialunas brillantes y doradas aparecieron en frente. Tomaron un poco de impulso y momentum. Salieron disparadas hacia su cuerpo. De esa manera también le aumentarían las heridas en su cuerpo. Junto con el Fuego Maldito…

 

Estaba cerca de acabar.

 

Vomitó otra babosa.

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Analisis


O - Sectusempra (T1 - A1)
G - Avis (T1 - A1)
O - Vitae (T2 - A1) Animaliza el porto de acero, lo envia a atacar a Gabrielle y lo protege del Expelliarmus.
G - Expeliarmus (T1 - A2)
O - Fuego Maldito (T2 - A2)
G - Vitae (T2 - A1) Animaliza un pilar. Le impacta el Fuego Maldito.
O - Sectusempra (T3 - A1) Impacta
G - Babosas (T2 - A2) Impacta
O - Seccionatus (T3 - A2)

T = Turno, A = Accion


Resumen:

No hay mucho que decir, Orion lo dejo claro en el topic de acciones moderativas. Gabrielle cometio el error de dejar impactarse por el Fuego Maldito o al menos no rolear que el vitae la defendia de eso. Al no curarse en el primer turno del FM, en su proximo post deberia realizar dos episkey para el FM y otro para el sectusempra intercalado de Orion. Tres episkey en dos acciones, terminaria muriendo y dandole la victoria a su rival.

Orion:

  • Creatividad: 2pts
  • Rol: 3pts
  • Manejo de Hechizos: 2pts
  • Manejo de Intercalaciones: 3pts
  • Vencer a un oponente con rango inmediatamente más alto: -
  • Vencer a un oponente con rango más alto que el inmediato: -

Total: Duelo ganado + Puntos extras: 19pts

 

Gabrielle:

  • Creatividad: 2pts
  • Rol: 2pts
  • Manejo de Hechizos: 2pts
  • Manejo de Intercalaciones: 2pts
  • Vencer a un oponente con rango inmediatamente más alto: -
  • Vencer a un oponente con rango más alto que el inmediato: -

Total: Duelo perdido + Puntos extras = 8pts

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