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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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No fue la cantidad de luz que entraba por las ventanas, podría conciliar el sueño bajo el sol y en un sitio no muy cómodo con facilidad, fue una sensación de cosquillas en el cuello que le hizo sonreír aún dormida. Palmeó a tientas el lado contrario de la cama. Estaba vacío, pero aún conservaba cierto calor humano por lo que quien estuvo ahí no se había ido mucho rato antes. Gatiux se giró para tumbarse encima de la fuente de calor antes de que desapareciese la esencia.

 

¿Cuanto rato más podría alargar su estadía entre aquellas sábanas? Tenía una obligación que cumplir, pero estaba demasiado cómoda como para salir. Su estado de sueño le dijo que nadie le echaría en falta si se escondía, ni que fuera tan llamativa. Se rió para sí misma. Abrió uno de sus ojos amarillos y gruñó. No quería levantarse, quería quedarse vagueando en la cama. Levantarse de la cama le llevó un esfuerzo titánico. Estiró las extremidades mientras bostezaba. Había dormido de un tirón pero quería más. Aunque hacerlo sola lo era tan divertido.

 

Mientras salía de la cama fue desvistiéndose, llegando casi desnuda a la maleta-vestidor. Una vez allí abajo, paseó por la habitación extra. Eligió unas mallas negras, una camiseta ajustada púrpura de tirantes y una sudadera de manga larga color granate. Para los pies unas deportivas oscuras con la suela y el logotipo en blanco. Tras ponerse encima todas las prendas hizo aparecer agua en unos cuencos y se lavó la cara y los dientes. Recogió la larga cabellera violeta en una cola alta. Lista para un día agotador.

 

- Espero que el desayuno de hoy sea mejor que la cena de ayer.

 

Gatiux se asomó por la ventana de la torre, en el jardín Trasto corría de un lado a otro feliz. No pudo evitar la amplia sonrisa que le produjo observar a su cancerbero. Toqueteó el pequeño colgante con alas de plata, imaginando la sensación de velocidad que tendría al saltar desde allí, el viento aupándola y la emoción por la cercanía del suelo. Se encaramó a la ventana y saltó. Trasto, que la vió de lejos saltando como otras tantas veces, ladró mientras se aproximaba al trote.

 

El amuleto volador hizo su trabajo, permitiendo que Gatiux aterrizara grácilmente sobre la hierba. El cancerbero ya la esperaba panza arriba para que la pequeña bruja se encaramase sobre su pecho y extendiese los brazos para apretujarse contra él.

 

- Buenos días a tí también, pequeñajo.

 

El enorme perro volvió a ladrar, haciendo vibrar su pecho mientras que la Malfoy lo palmeaba. A la criatura parecía importarle poco el lugar donde vivieran mientras pudiese estar con su dueña. Gatiux se bajño de Trasto tras hacerle unos pocos de gestos cariñosos más y se dirigió al Manor, entrando por la puerta trasera del salón y enfilando la cocina.

 

Allí, preparando el desayuno se encontraba Orión. Gatiux lo saludó abrazándolo por la cintura y poniéndose de puntillas para darle un breve beso en los labios y sonreírle de cerca.

 

- Buenos días, bombón. ¿Hay café?

 

Se acercó hasta la tetera, abrió la tapa y olisqueó el contenido. No. Sólo té. Buscó entre los cacharros una cafetera italiana e hizo aparecer, comenzando a calentarlo junto con agua en aquella cocina destartalada mientras bostezaba, esperando a que subiera el café. Al terminar de hacerlo se sirvió una taza hasta arriba y tomó un par de tostadas de aquellas que había preparado Orión.

 

- ¿Sólo estamos despiertos nosotros? ¿Crees que haya que ir a buscarlos uno a uno?

 

Acabó por acomodarse en una de las sillas cruzando las piernas, en posición del loto.

 

- He pensado que me podría dedicar a las reparaciones del tejado y todas las que lleven altura. No creo que a nadie más le entusiasme estar por allí arriba. También las ventanas que no cierren y eso.

Editado por Gatiux

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Había tenido una noche lo suficientemente tranquila tras conciliar el sueño, aunque también era cierto que estaba cansado de los últimos días y eso ayudaba a que su sueño fuese más profundo que de costumbre. Aún habiendo dormido bien, tuvo que levantarse un par de veces de madrugada para ir al baño y vaciar la vejiga. Cosas que pasaban en su día a día de bebedor de líquidos compulsivos: mínimo un litro y medio de agua, alguna que otra cerveza de mantequilla, ginebra cuando salía a los bares...

 

También había sido consciente del primer despertar de la Yaxley que se fue al baño por algún motivo que el londinense desconocía. Quizás a vaciarse también el depósito. Cuando ésta hubo vuelto de nuevo, el ex-Nigromante volvía a dormitar aunque por etapas. Era lo conocido como un sueño frágil en el que iba y venía de visitar a Morfeo. No obstante notaba la presencia de su chica acariciándolo y respirando cerca de él y aquello le reconfortaba tanto que... estiraba los minutos y pactaba dormir más consigo mismo. Una vez recibió el beso cariñoso de Maida entreabrió los ojos y volvió a cerrarlos al instante por el impacto de la luz natural que se filtraba en la habitación. Una vez sus pupilas se hubieron aclimatado y ya habiendo escuchado los llamados de la joven, se desperezó sobre la cama sin importarle que chocasen sus brazos contra ella.

 

- Agh... Mmm... - onomatopéyicos ruidos que expresaban que su cuerpo comenzaba a adecentarse para volver a la actividad horas después de haber dormido lo suficientemente bien para ser una cama ajena de un lugar abandonado. - Buenos días, ratita... - logró mascullar entre bostezos. Se incorporó con pereza todavía, sentándose sobre el colchón y buscando el contacto de su zona lumbar con el cabecero de la cama. Cuando lo halló, miró para la bella mortífaga.

 

- ¿Bajamos a desayunar? Me rugen las tripas y aún acabo de despertarme - esbozó una sonrisa. No podía evitar ser un glotón y comer hasta que su estómago entrase en huelga de hambre.

 

- No estaría mal del todo repasar el plan con Orión y Gatiux y comenzar a movilizar al resto de gente. ¡El tiempo es oro! - había dado un chasquido de dedos y se había erguido por completo, poniéndose en pie y evocando con su varita unas prendas de ropa que había minimizado a tamaño diminuto en el bolsillo de su ropa del día anterior. Una vez finalizó el encantamiento, las dejó sobre la cama y se fue hacia el baño. Se aseó una vez ingresó en el habitáculo destinado a uso común. Lavó los dientes y pasó una mano por sus cabellos naranjas, sin siquiera cepillarlos. Hacía unos días que se recortó la barba para tenerla totalmente perfilada y sin necesidad de tener que peinarla tampoco. Enjuagó la boca de nuevo para eliminar los restos de pasta dentífrica y volvió a caminar sobre sus pasos, regresando a la habitación.

 

- Estoy listo, ¿bajamos guapetona? - sonrió mientras terminaba de ponerse sus vaqueros favoritos -- unos rotos y color azul eléctrico -- con una camiseta de color blanco en su totalidad, con unos deportivos del mismo color y algún que otro detalle en verde, que rezaban la inscripción Stan Smith de una conocida marca muggle.

 

 

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¿Ratita? —preguntó cuasi ofendida, aunque no lo estuviera realmente.

 

De hecho, estaba al borde de la risa por verlo estirarse de aquella manera, sin importarle si la pateaba o no. Bueno, si la lastimaba o la pateaba, acabaría en el suelo. Eso seguro. Lo disfrutó mientras se sentaba, se endereza y contaba no sé que cosas sobre el desayuno. Si, la idea de compartir nuevamente la mesa no le apetecía en lo más mínimo. De hecho, estaba dispuesta a enviarle un mensaje a su tío y preguntar si podía ya salir de la Manor sin correr ningún tipo de riesgo. No era la actitud más valiente, eso sí. Pero no se sentía con todo el ánimo completo, por decirlo de alguna manera. Eso sí, era consciente de que debía dejar que el Malfoy bajara con ellos. Chasqueó la lengua.

 

¿No hay servicio a la habitación? —preguntó en broma mientras ella misma se sentaba en el borde de la cama.

 

Y claro, de pronto el subidón de energía de Nathaniel, ¿había tomado un energizante sin avisarle? Hacía dos segundos estaba rogando por más horas de sueño y ahora decía algo del tiempo es oro. No sabía exactamente porqué, pero Maida comenzaba a sospechar que quizá lo que compartía el mortífago con su tío, era ese sentido extraño de la aventura. Y ya se veía a sí misma, teniendo algunas temporadas sin saber de él. Una visión poco agradable sobre su futuro. Pero bueno, no le iba a llenar la cabeza en ese instante con preguntas. Se puso de pie un rato, mientras él se iba a los servicios a arreglarse, vio a través de la ventana a tía Gatiux jugar con el cancerbero.

 

Quiso saludarla con la mano al menos, pero le aterró que pudiera alertar a la inofensiva mascota, así que mejor no. Sólo disfruto de verla tan normal y dentro de las circunstancias un poco feliz. Cuando su novio anunció que estaba listo, Maida tuvo que admitir que la ropa muggle le sentaba. Y le sentaba muy bien. Ya casi de inercia tenía el labio inferior mordido, y como si de un fuerte imán se tratase el Malfoy ya estaba ella a su lado.

 

Creo que aceptaré algo de la ropa de Gatiux para luego del desayuno, alguna túnica me ha de servir y así al menos, no luciré como la única bruja que sale de casa sin muda de ropa —le dijo jalándolo de la mano.

 

Cuando bajaron las escaleras, notó que quizá, salvo ellos tres, todos aún dormían. Pero daba igual, seguramente con todo lo que faltaba por hacer no tendría más tiempo a solas con Nath, así que lo detuvo con el cuerpo antes de regresar a la cocina, y luego de propinarle un ligero besito en los labios, lo confrontó.

 

Prométeme que si hay algo muy difícil de hacer, darás dos pasos al costado y te quedarás seguro —le pidió con algo de dulzura en el tono—. Apenas acabo de encontrarte, y no quisiera verte en peligro. ¿Puedes hacer eso por mí?

 

No era necesaria una respuesta, o quizá sí. Lo que era necesario era que él entendiera que se estaba volviendo bastante importante para ella, que la tenga en cuenta si decidía poner el cuello en riesgo. Que merecía saberlo al menos. Sólo que era raro que la Yaxley consiguiera las palabras que buscaba, justo en el momento de necesidad. Ya se había acostumbrado a aquello.

 

Llegaron a la cocina y vio a Gatiux y Orión.

 

Buen día —saludó cantarina—. No interrumpimos, ¿no? ¿Cómo amanecieron?

 

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  • 2 semanas más tarde...

- Buenos días querid y sí, calculo que todos están dormidos.

 

Los rayos del sol entraban con una cierta parsimonia latente por la ventana que daba al este. Hacía un juego de sombras interesante. Resaltaba detalles, como las manijas de los cajones y los detalles de la madera grabada en los muebles. Se veía el vapor salir de varias teteras y un aroma entre canela, café y pan horneado. Esa imagen, aún con algunas cuestiones destrozadas, era completamente diferente a la que se había vivido la noche anterior. Y se sentía en la piel.

 

-¿Sabes? Esto de estar cuidando una casa con un montón de veinteañeros me hace sentir un poco más viejo de lo que ya estoy. Jej.

 

Estaba apoyado en la mesada junto al lavado, con las manos un poco enharinadas y con las manos que le servía de apoyo. Se estaba dando esos silencios en los que se entendían los dos a la perfección.

 

- Buen día. No interrumpimos, ¿no? ¿Cómo amanecieron?

 

A Orión lo tomó por sorpresa.

 

- ¡Oh! Buen día jóvenes. No amanecimos, estuvimos toda la noche en vela cuidándolos.

 

Y le dedicó un leve guiño a Gatiux, mientras se limpiaba las manos.

 

- La verdad es que llegan en el momento justo. Pueden empezar a poner la mesa para desayunar. Hice un poco de más por si alguien caía de improvisto.

 

Abrió la canilla y se limpió rápidamente las manos. El agua ya parecía bastante pura. Luego tomó una pila de platos con cubiertos encima y se los dio a Nathaniel.

 

- Si mal no recuerdo somos como ocho, o diez.

 

Su fuerte no eran los números, o la Aritmancia. Aun cuando sabía de Astronomía.

 

- Estaba pensando en que Nathaniel podría encargarse de limpiar las chimeneas y los baños.

 

El claro sonido de las escaleras rechinando se escuchaba como cortina de la conversación. Al ser la manor dentro de todo un lugar pequeño, uno sí o sí se terminaba encontrando. Orianna y Aleera estaban ya en el marco que daba a la cocina.

 

- ¡Bien día chicas! Después de desayunar pueden encargarse del jardín. Hay pedazos de madera, persianas y mucha chatarra dando vueltas. Pueden plantar lo que quieran. Yo ayudaré a Maida con el patio trasero. Gatiux se encargará del techo.

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Una masa entre mantas, y cobijas se movió, lo que no parecía más que una carga gigantesca de ropa al lado de la chimenea no era más que la más alcoholizada de los Black volviendo de lo que probablemente era la mayor resaca del siglo. Tal y como un zombie sale de su tumba, destruido y desorientado la chica de ojos azules salió de su escondite, con el rimel restregado al igual que el lápiz labial negro que había usado la noche anterior. Corrección, no era un zombie, era un panda de las montañas, hambriento, desmemoriado y con una sed de magnitud "me bebo el Nilo si tengo la oportunidad"

 

El cabello hecho una maraña a duras penas se dejó acomodar en una mediocre moña alta, Se bajó de la cintura el ajustado vestido que no reconocía y comenzó a sospechar que aquella noche había, como poco, bebido en la mitad de los bares de Inglaterra, o al menos un 90% de los regionales.

 

Siguió dando tumbos hasta la cocina e interrumpió lo que parecia la reunión de una familia decente. Tuvo que rascarse los ojos unas dos o tres veces e intentar enfocar bien a los presentes(no, no era resaca, aun seguía borracha según sus cálculos) ¿que mi**da había bebido aquella noche?

 

-mmbbbfffss diisss-

 

Saludo a los presentes con un vago saludo naval y tiró un pequeño beso a su hija sin poner atención a sus expresiones. Corrió hasta el lavabo tomando el primer vaso que encontró(limpio o no, que mas daba si borracha estaba) se sirvió agua del grifo y bebió como si fuese la primera vez en su vida que una gota de agua pasase por su garganta. Pudo sentir una mirada recriminadora en su nuca, pero estaba muy ocupada para el tipo de formalidades que requerían ser una persona decente, necesitaba calmar su sed... y tras el tercer vaso pensó en que su necesidad de un retrete cercano a su rostro era más necesario.

 

Sonrió incómodamente volviendo a intentar enfocarlos, imposible con 8 o 9? personas frente a ella... Se tapó la boca con una mano y salió disparada de nuevo en busca de un retrete para aliviar a su estomago maltratado

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- Cuidando a un montón de veinteañeros sacias tu vena paternalista. Además, papá Orión suena bien.

 

Gatiux sonrió mordiéndose el labio mientras lo miraba. Le gustaba tomarle el pelo. Mientras lo observaba se preguntó en qué momento exacto salió a flote la vena filantrópica del Mago Oscuro, si en todos aquellos años en los que desapareció del mapa ocurrió algo en específico que giró una tuerca. Acercó la humeante taza de café con leche a sus labios mientras soplaba. Probó un poco antes de dejarla en la mesa.

 

- Buenos días, Maida. Buenos días, Nath.

 

Les sonrió a ambos tortolitos cuando entraron en la cocina y se metió un trozo de tostada en la boca cuando Orión dijo que habían pasado la noche vigilando para no reirse. Asintió con cara de póker mientras tragaba el pan mirando hacia la nada después de que el Mago Oscuro le guiñara un ojo. Habían caído los dos como troncos la noche anterior nada más tocar la cama.

 

Más gente llegaba a la cocina. Gatiux las saludó con la mano ya que seguía mordisqueando la primera tostada. A la expedición también se unía Luisitha, que tenía pinta de estar pasando por una resaca horrible. Lo confirmó cuando a lo lejos, tras salir corriendo, sonaron arcadas. Gatiux se rió mientras acomodaba los pies arriba de la silla.

 

- Pobre, no sabe beber. -giró la cabeza hacia Orión- ¿Hay zumo de naranja? Eso le va a ayudar a tu hermana con la resaca..

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Iba a dar los buenos días, iba a aceptar las asignaciones laborales, iba a comerse un par de tostadas, pero francamente, Maida seguía soñando con verse envuelta en las sábanas, que aunque un poco polvorientas, estaban más cómodas que las duras sillas del comedor Yaxley. Por lo que apenas recobró el hilo de la conversación cuando escuchó los tumbos que su madre había dado para llegar al lavabo y refrescarse un poco. Miró a todos los presentes, y cuando iba a decir algo, nuevamente la Black salía despedida de la cocina.

 

— Eh, bueno... ¿decías algo sobre hacer qué? —preguntó distraída.

 

Una parte de ella quería conversar sobre lo acontecido la noche anterior, pero sospechaba que no estaban ninguna de las dos, en condiciones de hacerlo. Una por resaca y la otra por no saber qué decir. Así que descartó esa idea. La de lavar los servicios con Nathaniel tampoco era opción, aún era pronto en su relación para descubrirle lo pésima que era en labores del hogar. Simplemente jamás había necesitado de aprender y bueno, dos décadas más tarde a lo mejor era un tanto tarde. Lo que poco a poco hervía en su interior era el tema de la vestimenta. Ella estaba limpia, sí. Pero todos lucían como si les hubieran avisado de la mudanza con dos semanas de anticipación y ella tenía las mismas prendas con las que había llegado la noche anterior. Muy a su pesar, tenía que pedir ayuda, eso de la moda no era lo suyo. Y bueno, incluso había tenido que dormir vestida porque no tenía encima un solo pijama.

 

— Recapitulando, creo que te voy a robar a Gatiux un momento, ¿crees que puedas ayudarme con unas cosas en las habitaciones? —preguntó tomando un pan entre sus dedos y abriéndolo rudimentariamente con los mismos para sacarle la miga— Creo que al final, ambos pueden resolver perfectamente bien el tema del techo, ¿verdad?

 

Su tono parecía confiado y aún así no lo estaba, tenía que ser consciente de lo poco que había estado prestando atención. Buscó a Nath con la mirada y notó que aún no tomaba desayuno, tenía la pila de platos encima. Le sonrió.

 

Deja eso un rato, y ven para poderte servir algo antes de que pongas a hacer tus cosas de macho —le sugirió casi riendo.

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El sol se alzaba resplandeciente en el hermoso cielo despejado, su cabello rubio platinado brillaba bajo la luz dorada, se coloco sus lentes de sol oscuros mientras caminaba hacia las afueras de Ottery.

 

A penas unas horas antes había llegado a Inglaterra después de su largo viaje de cuatro años por Europa y parte de Asia, su curiosidad por otras culturas y sus deseos de nuevos conocimientos la habían llevado a alejarse por tanto tiempo. Sin embargo, decidió que había llegado la hora de regresar, extrañaba a su padre, y a su hogar.

 

Su primera parada había sido la mansión Malfoy donde le informaron del nuevo paradero de su progenitor, la mansión Yaxley nunca había estado en el lugar por lo que tuvo que pedir indicaciones.

 

Aleksandra cruzo el frondoso bosque con cuidado de no tropezar con alguna rama o la raíz de uno de los enormes arboles, este era uno de los momentos en que se arrepentía de usar tacones pero no podía evitarlo era una amante de la moda y no utilizaba zapatillas a menos que saliera a correr. Con un suspiro resignado continuo su camino deteniéndose al llegar frente a una mansión abandonada, bueno eso definitivamente era una sorpresa por un segundo dudo que fuera el lugar que le fue indicado pero teniendo en cuenta que nunca había estado allí...

 

Se encogió de hombros y se acerco a la puerta, no quería irrumpir en el desconocido lugar así que golpeo y espero a que alguien viniera.

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Maida le había pedido ayuda a Gatiux, pero había sido demasiado críptica en la petición, o bien le daba vergüenza pronunciarlo en voz alta delante de los chicos o le gustaba jugar con el suspense. La banshee alzó una ceja, no tenía ni idea de que quería, y tenía curiosidad. Aunque ya sabemos que la curiosidad mató al gato. Terminó el desayuno con rapidez, apurando el café y el par de tostadas que antes comía con cierta desgana.

 

- Entonces ayudo a Maida y luego me pongo con lo del tejado. -dijo Gatiux- Me dejo robar por ahora.

 

Esperó que la mortífaga comiese algo más de su desayuno antes de levantarse a poner la taza de café en el fregadero, donde la lavó y la puso a secar. Le hizo una señal con la cabeza para que la acompañase fuera del comedor y le contase lo que le había dado vergüenza decir delante de los chicos. Tal vez era uno de esos problemas de chicas que sufrían todas cada mes.

 

La agarró por la muñeca apartándola de la cocina, llevándola hasta la puerta de la biblioteca. Acercó la cabeza para hablar en un susurro confidencial, no fuese que los chicos estuvieran con la oreja puesta para averiguar lo que hacían.

 

- ¿Con qué necesitas que te ayude, Maida?

 

- ¿Tendrías algo en tu maleta que no me haga lucir como mendigo?

 

- ¿Ropa? ¡Tengo un montón! Y con etiqueta puesta y todo. -Gatiux sonrió encantada- ¿En qué habías pensado?

 

Agarró a Maida por la muñeca y la dirigió escaleras arriba con entusiasmo, estaba deseosa por vestirla de otra manera que la resaltase de algún modo, las túnicas de magos hacían lucir a las mujeres como sacos de patatas, y en su opinión deberían desterrarse una vez salían del Colegio de Hechicería correspondiente. Cuando estuvo segura de que la iba a seguir de todas maneras soltó el agarre solo para aplaudir con entusiasmo. Era como Navidad en mayo.

 

Al llegar a la habitación, Gatiux le indicó a Maida que pasase, abrió una maleta blanca con apliques y correas en dorado, se veía una escalera de mano que descendía hasta un enorme vestidor de un par de habitaciones, en una sólo había zapatos, en la otra bolsos y otros complementos, en la más grande ropa de todo tipo ordenada por formas y colores. Los muebles eran todos blancos, al igual que las perchas. El lugar estaba bien iluminado por luz amarilla. A decir verdad, Gatiux tenía cierta obsesión por la ropa, y nunca era suficiente. Tenía más ropa de la que se podía poner a lo largo del año.

 

- ¿Prefieres curiosear o te saco algo para tí?

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Una de las cosas que menos esperó Maida, era que Gatiux mostrara cierto entusiasmo por lo que había pedido. De hecho, sin decírselo, agradecía que no hubiera hecho más preguntas delante de todos, no los conocía del todo bien, y a los que sí, no, mejor que no hubo preguntado nada. Siguió el ejemplo de ella, y luego de engullirse como pudo algo para tener el estómago contento y tranquilo, lavó su taza y la dejó a un lado. Al salir de la cocina, esquivó como pudo el rostro de Nathaniel, para que no se le cruzara nada que le hiciera cambiar de parecer, ya había adelantado el trámite bastante pidiéndole ayuda a Gatiux, no iba a retroceder ahora.

 

Y si, apenas pudieron tener algo de privacidad en la residencia, ella inquirió acerca de la naturaleza de su pedido. Maida se rió, más por nervios que por otra cosa, pero aún así.

 

¿Tendrías algo en tu maleta que no me haga lucir como mendiga?

 

Era curioso, la Yaxley estaba segura de haber pronunciado una frase completa y sin embargo, la novia de Orión actuaba como si le hubiera lanzando un hechizo encima. Casi parecía que la bruja de cabellos violetas había recibido un regalo adelantado de Navidad. Fue llevada casi en volandas a la habitación de ella, y fue presentada a la maleta, que además, parecía un baúl de siete llaves, ¡con escalera y todo! De pronto la ojiazul se preguntó seriamente si sabía en la vorágine en la que se estaba metiendo. Al parecer, ninguna de las dos brujas iba a dedicarle mucho tiempo a las reparaciones de la Manor esa mañana. Maida se mordió el labio inferior apenas vio la sección especial de zapatos. ¡Y ella que se vivía el tiempo hechizando sus pies para andar descalza por el mundo!

 

— ¿Curiosear? Creo que si empiezo, no acabaré nunca... ¿cómo es que logras tener tantas cosas? —preguntó inundando sus ojos de accesorios, colores y telas por todos lados, si definitivamente había acudido ante una profesional, la pregunta era entonces, ¿habría en todo aquello algo que la hiciera lucir bien?— Si yo cuento veinte túnicas en mi armario, estaría exagerando. ¡Y además casi toda es ropa muggle!

 

Con el poco conocimiento que Maida tenía sobre la moda muggle, era capaz de usar calentadores de pantorrillas como último grito de la moda. Siempre le había parecido raro el hecho de usar ropa muggle cuando uno es un orgulloso ser de magia. Pero esos eran pensamientos implantados en sus largos años de estudio. Por otro lado estaba ese bichito curioso que le picaba de cuando en cuando. Debajo de las amplias túnicas que solía usar, no estaba del todo mal. No era una bomba sexy como la morena que tenía al frente, pero las curvas estaban dónde debían estar y con el volumen justo, ¿se vería igual de bien con las prendas tan ajustadas? ¡Ay, la duda! Faltaba poco o nada para sonrojarse frente a Gatiux.

 

Pues la verdad, con no tener la ropa de ayer me conformaba, pero habiendo tantas opciones... —comentó al borde de un ataque de risa ansiosa—...¿crees que haya algo que no me haga lucir tan...niña? O sea, es que...las muggles, incluso las brujas como tú, lucen siempre tan perfectas, que me da miedo parecer una pálida imitación de lo que sale en las portadas de Corazón de Bruja.

 

Se calló un par de segundos por miedo a parecerle aún más boba.

 

¿sabías que mis vestidos más elegantes los escogía mi elfo doméstico por mí? —preguntó de pronto— Si, así de desastrosa para la moda soy.

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