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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Parpadeó a la par de ella a la nueva fuente de luz. La antorcha ya no tenía razón de ser. Su cara pasó a algo más extrañado. Recordó la magia. Tanteó con la mano sana en sus bolsillos para ver si tenía la varita. Respiró aliviado. Aún seguía sin entender cómo es que no lo había usado antes. Negó levemente con la cabeza y suspiró. Se sintió, por primera vez, un poco inseguro de su propia casa.

 

Es que, como patriarca, tenía que ser el primer convencido en apoyar la vivienda en la misma casa. Aquel que pusiera la mano en el fuego por la Manor. Y ese tipo de mini episodios no lo ayudaban para nada. De todas maneras, a diferencia del resto de la familia, él no se sentía tan mal al volver al sótano, o ahora lo que parecía una Cámara de Rituales. Se sentía cómodo ahí. Capaz, demasiado. Con una guardia lo suficientemente baja para que sea peligrosa.

 

Estaba a punto de hablar cuando habló sobre las cañerías. Miró hacia arriba. Una escalera que iba hacia una puerta trampa que comunicaba el exterior. Frunció nuevamente el ceño. No había visto eso desde fuera.

 

- Estamos en el mismo camino, entonces. Sabes que los frascos atascados y válvulas subterráneas de fuentes centenarias son mi especialidad.

 

Iba a decir algo más subido de tono con respecto a las aperturas y algunas partes de Gatiux. Y no, no se refería a su corazón específicamente. Pero no era el momento. Rio levemente y la empujó levemente con el hombro. Dio un par de pasos y la invitó a seguirlo con la cabeza. Por último, apoyó sin darse cuenta la palma de la mano sobre la pared y soltó un leve quejido. Sacó su varita y pensó en un Episkey. Sintió como un poco del dolor desaparecía, sin embargo, la herida no estaba completamente cerrada.

 

Caminaron un par de pasos más hasta llegar a una habitación cuadrada, con todas cañerías en las paredes. La piedra que se dejaba ver entre los fierros, tenía las mismas características que la de la torre. Construcción más moderna que la Cámara de Rituales. Unas flamas azuladas se encendieron en cada una de las esquinas superiores del espacio. Las pupilas del Yaxley se dilataron. Estaban viendo una fina obra de ingeniería.

 

Pasó sus dedos por las cañerías para ver varios detalles. Oraciones escritas en idioma rúnico que brillaban bajo una tonalidad azulada fue lo primero que le llamó la atención. Luego, numerosas llaves y válvulas. Finalmente, alguna que otra intercepción de las tuberías con líquidos burbujeantes, expuestos bajo bolas de cristal que comunicaban el sistema.

 

Orión tomó iniciativa. Buscó la rueda más grande y la tomó con las dos manos. Se arremangó el jersey que llevaba, flexionó un poco las rodillas para poner el pecho a la altura necesaria. Flexionó fuertemente los músculos y comenzó a hacer fuerza. Clavó la mandíbula y aspiró con violencia. Soltó todo el aire por la nariz, como un toro en plena pelea. Volvió a intentarlo y la rueda comenzó a ceder. Estaba completamente rojo y se veía un par de gotitas de sudor brillando. Terminó de darle varias vueltas.

 

Una tubería que iba hacia arriba comenzó a agitarse y a soltar varios ruidos, como esas cosas que suenan al funcionar.

 

- Buff, no hace falta que ejercite hoy. Por cierto, ¿sabes? esta mañana estaba recordando lo que vimos en el recuerd

 

Parecía que había explotado una bomba por encima de ellos. Orión abrió los ojos como platos.

 

- Dime por favor que no fue mi culpa.

Editado por Orión Yaxley

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¿Cuanto puede empeorar una situación que ya es bastsante mala? Mucho. Justo cuando empiezas a pesar que puedes sentarte y esperar a que los demás terminen el trabajo, esperar que nadie sepa todo lo que salió mal, las cosas empeoran. Empezaba a sospechar que aquel mesero tenía algún tipo de maldichón encima, que nada a su alrededor podía salir bien. Tal vez el cabello azul atraía algun tipo de mal espiritu, o simplemente debería haber bajado al dichoso sotano, al que nadie quiere bajar, pero en el que casualemente estaba una buena parte de mi familia en aquel momento.

 

-No… puede... se...-No pude terminar la frase. Había ignorado los gritos frenéticos del mesero suicida, e incluso había bajado la guardia sin percatarme de su rápido avance hasta mi posición. Simplemente no podía dejar de observar aquella enorme torre de hielo cayendo sobre el vestibulo. Ni siquiera el vago intento de sostener el hielo con las manos fantasmales que había creado hacía unos segundos había ocupado el cien por ciento de mi atención. Simplemente me quedé allí mirando.

 

Hasta que sentí el puñetazo.

 

El golpe me devolvió a la realidad. El calor en la mejilla y el dolor palpitante apenas podían tapar el verdadero daño a mi orgullo. “¿Acaso este tipo se esta poniendo a mi altura... luchando como un maldito muggle?” Lo peor era que estaba tan concentrado en la escena que ni siquiera había intentado esquivarlo. Caí al suelo por el impulso, Apolo era ciertamente más alto y, por consiguiente, mas fuerte. El resplandor resultante de la explosión de su tonto artefacto casi me ciega. Me levanté casi de de un salto, apoyandome en una rodilla y levantando una mano temblorosa por la rabia. La punta de mi varita le rozó el cuello. Mi otra mano refregaba mis ojos.

 

- Jamás vuelvas a tocarme – pronuncié cada palabra sin separar los dientes. Lo único que me había hecho pronunciar aquellas palabras en vez de la maldición asesina, había sido un rápido vistazo de su marca tenebrosa al levantarme. No tolerarian que matara a uno de los nuestros, y fuera de la organización, muchos de mis planes – ciertamente mas importantes que aquel insignificante mesero – se vendrían abajo.

 

- Todo esto – señalé a mi alrededor sin mirar, no podía dejar de apuntarle. Aun evaluaba la posibilidad de destrozarlo sin matarlo -, es tu culpa! Si no te hubieras trepado a la fuente todo estaría como lo encontramos al llegar! – Me giré para comprobar el daño y deje que mi voz perdiera volumen paulatinamente. No habia daño, no había torre de hielo, escombros.

 

Parpadeé varias veces. Algo estaba terriblemente mal con la Manor. Parecía nueva, reluciente. Todos los defectos que la caracterizaban, se habian ido. Miré la fuente, el ciervo tenía sus dos cuernos allí. Me volteé hacia Apolo y entendí que estaba tan sorprendido como yo.

 

- ¿Que hiciste? Esto tambien es culpa tuya... - Lancé mi varita contra el suelo con frustración, aunque al separarse mas de 5 centimetros, a pesar de la velocidad, solo se desvaneción y volvio a mi piel. - Iré a buscar al resto... no entiendo nada. - Negue con la cabeza- ¡Y NO ME SIGAS! O te mataré... deberia haberlo hecho antes... - me aleje hacia el interior de la renovada Manor rumiando un sinfin de insultos. Pocas veces perdía la paciencia, pero aquella serie de accidentes consecutivos habían sido mas que suficientes.

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Se arrepintió de lo que hizo en el momento en el que lo hizo. La indiferencia con que Elliot había mirado el acontecimiento (claramente su culpa) fue lo último que pudo soportar. Sin embargo no pudo contemplar el resultado de su acción; al momento siguiente había salido despedido hacia atrás por el impacto. Cayó de espaldas sobre el césped recién cortado con el brazo estirado. Tuvo suerte de no dislocarse el hombro, pero el brazo le dolía tanto como si lo hubiera hecho. Reaccionando asustado intento ponerse de pie, mirando su muñeca.
Su reloj había estallado, y sin embargo ahí estaba. El flash de luz lo había cegado, pero solo un momento antes había visto las piezas estallar. Pero ahí estaba, como si nada hubiera pasado, atado a su muñeca y con la pantalla curiosamente encendida. Sosteniéndose el brazo como si la vida se le fuera en ello intento leer que decía, descubriéndose el brazo…
— Pero que…
No supo de donde llego Elliot, pero Apolo solo alcanzo a sacar su varita y ser desarmado de la nada. Al momento siguiente se encontraba con una varita en el cuello. Apolo le echo una mirada de odio mientras lo amenazaba, indefenso a cualquier repercusión, y tardo un momento en entender sus palabras. Luego se agarró el brazo, en el mismo lugar en el que tenía tatuada la marca tenebrosa mientras lo soltaba. ¿Entonces el también…?
Con el puñetazo había liberado todo el enojo que había sentido contra Elliot, pero escucharlo hablar aun lo molestaba. Era difícil prestarle mucha atención a lo que decía cuando podía ver su mejilla tan enrojecida como sus nudillos. Para cuando Apolo se percató de que hablaba Elliot ya estaba arrojando su varita al suelo, pero el ya no lo escuchaba.
No estaban en la Manor.
Sea donde fuera que estaban, parecía una versión mejorada de su antiguo hogar. La manor relucía en todo su esplendor, y no había rastro del enorme fragmento de hielo, del vestíbulo roto, o de los múltiples agujeros en el tejado. Era como si la hubieran reconstruido. Y a poca distancia, opacando todo lo demás se alzaba la enorme fuente del ciervo, con ambos cuernos reparados y construido de un metal reluciente que brillaba al… ¿sol?
— ¡Elliot espera! — soltó preocupado Apolo, pero ya se había ido rodeando la fuente hacia la entrada de la Manor.
Lo que más le había preocupado a Apolo era el clima. Más extraño aun que las cosas reparadas, era como si toda la nieve se hubiese ido y se encontraran en pleno verano. El sol en lo alto brillaba con fuerza, y una ligera brisa movía las múltiples flores que decoraban el jardín. ¿Quién había hecho todo esto? ¿Habían quedado inconscientes toda una temporada? Solo por el absurdo de su última pregunta, le echó un vistazo a su reloj para ver que día era.
Ahora creía con más fuerza que si se había roto antes de reconstruirse. La fecha se había puesto como default, aunque la hora seguía intacta. Sonrió un poco, pero frunció el ceño al ver que el cronometro estaba encendido y estaba corriendo libre en reversa muy rápidamente. No pudo cancelarla manualmente, así que la dejo correr. Había cosas más importantes de que preocuparse, y tarde o temprano llegaría a cero y se cerraría sola la aplicación.
Lo primero que echo en falta fue su varita. No se encontraba en su portavaritas, y recordó haberla botado al suelo cuando Elliot. Se apresuró a revisar el césped, y pudo ver algo con forma de rama sobresalir entre lo parejo del césped con facilidad. Ya con magia podría averiguar que estaba pasando. Solo necesitaba realizar un hechizo de reconocimiento para descubrir alguna fuente de magia externa a la suya, que pudiese explicar por qué todo se veía tan distinto al menos. Agito su varita y…
Un enorme y potente rayo concentrado de energía salió despedido de su varita. Fue tan poderoso que hizo añicos uno de los árboles de la entrada, y dejo un humeante tronco en llamas. Apolo se asustó y por poco pega un grito, sintiendo su varita vibrar mientras lanzaba el hechizo. Y es que esa no era su varita. Era un poco más corta, y la madera más oscura. El siempre había sentido la suya ligera como un lápiz, esta se sentía como una piedra pequeña. Si no era su varita, ¿quién era tan tonto para ir dejando tirada la suya en medio del jard…?
Tardo solo un minuto más en echar a correr con toda la energía que quedaba, con la varita de Elliot en sus manos vibrándole en la mano a cada paso. Sentía extraño que pudiera usarla siquiera, pero la varita se agitaba tan violentamente que pensó que iba a estallar en cualquier momento. Ni siquiera se molestó en seguir preguntándose por la fuente, que ahora arrojaba agua de los pistones tranquilamente. Su varita (antes incluso que su reloj) era el objeto más preciado que tenía, si Elliot se la quitaba…
Justo al mismo tiempo que lo encontró, se abalanzo sobre el tacleándolo en el proceso con toda la fuerza que le quedaba. Recordó una de las llaves que su hermano Aarón le hacía; él nunca lo había intentado realmente a menos que su hermano se dejara. Pero había una primera vez para todo, y Elliot aunque demostraba una gran habilidad mágica era bastante burdo en el uso del cuerpo.
—Maldito i******, mira que equivocarse de… varita— soltó molestando tirando al suelo lejos la de Elliot y buscando la suya mientras peleaban. — ¿Dónde demonios te metes la varita cuando no la usas? — espetó intentando mantenerlo quieto.

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Editado por Apolo Granger

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A veces solo toca dejar de pensar. Había cerrado los ojos mientras caminaba hacia la puerta, conocía mi hogar de memoria y no era porque había vivido demasiado tiempo allí - en realidad la mayor parte de mi vida había transcurrido en la Fortaleza Oscura - sino justamente por mi entrenamiento. Cualquier mago de batalla sabe que debe memorizar el lugar en el que se encuentra desde el primer instante, las batallas mágicas siempre dependen del entorno.

 

Seguía algo aturdido. No por el golpe, Apolo ciertamente tenía fuerza pero no era una bestia, había recibido golpes mucho peores y no exactamente de un puño. Los gritos, chirridos, explosiones, golpes metálicos, demasiado alboroto en muy poco tiempo, seguidos de aquella explosión cegadora que aun nublaba mi visión. Sentía aquel típico pitido en los oídos que permanece luego de una batalla "¡Y solo eramos dos!" apreté el puño, tensé la mandíbula. Aquel mesero había arruinado mi regreso a casa en tan poco tiempo. En ese momento el silencio se había vuelto a apoderar de los terrenos de la manor - o donde sea que estuviera-.

 

- ¡Elliot espera! - Otra vez Apolo rompía el silencio. Pasos acelerados y un nuevo estruendo. Alcancé a poner los ojos en blanco y giré la cabeza solo para ver como el muchacho se abalanzaba sobre mi -con un árbol en llamas detrás- en menos de un segundo ya había levantado mi brazo para detenerlo con algún hechizo, pero mi varita jamás llego a desprenderse de mi muñeca. Sorprendido volví a ser victima de un ataque sumamente muggle.

 

- SUEL ... - Puse una mano en su cara mientras intentaba liberarme de su llave "¿por que demonios no me entrene en combate cuerpo a cuerpo?" maldije internamente - TAME! - Un segundo después, casi sin pensarlo, aparté al muchacho con la manos fantasmales, el tirón lo elevó casi un metro antes de caer en seco. Me quedé en el suelo, parpadeando completamente perplejo. Todo había desaparecido, era como si nada hubiera pasado, pero las manos seguían allí aunque muy prontas a desvanecerse.

 

Me acerque al mesero, que seguía en el piso luego de semejante caída, y sin mirarlo recupere mi varita, la cual solo se desintegró y volvió a ser parte de mi piel "¿como pude ser tan est****o?" . Dejé que Apolo intentara levantarse sin apartarme y, justo antes de que estuviera erguido, lo devolví al suelo con un cachetazo de revés.

 

- Eso es por el puñetazo... - Dije aun apretando los dientes. Solté todo el aire de golpe - Ahora estamos a mano.

 

Volví a refregarme los parpados y a mirar alrededor. Ni siquiera la época del año era correcta. Ya no podía perder el tiempo peleando con Apolo, necesitaba averiguar que había sido de los demás. Señale hacia atrás.

 

-Busca tu varita, de verdad no me gusta nada esto... - Negué resignado - si sigues jugando al guerrero solo me harás perder más tiempo.

Editado por Near

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Si Apolo no hubiera estado tan preocupado, habría soltado una risotada al ver a Elliot sometido. Tal como su hermano le había mostrado hace unos años, sostenía ambas manos juntas sobre su espalda en un agarre firme. Se había lanzado sobre el justo en la entrada de la Manor, así que aprovecho de usar la puerta como soporte usando todo su peso para mantenerlo debajo. Con su mano libre, tanteo los bolsillos de la túnica de Elliot resistiendo las sacudidas que daba.
Pero se soltó. Elliot y él comenzaron a forcejear rodando por la entrada mientras se empujaban mutuamente las mandíbulas, con un Apolo extremadamente irritado de no haber encontrado su varita intentando volver a someterlo. Pero no estuvieron mucho tiempo así, por que al momento siguiente Apolo salió lanzado como si lo hubieran empujado dos enormes manos. Rodó por el suelo desde la gravilla que separaba el camino hasta el césped arreglado donde se quedó respirando agitadamente.
¿Qué le pasaba? Él no era así, dando puñetazos y atacando gente. Intento ordenar sus ideas mientras se reponía del golpe que había sufrido al caer. Tal vez había tenido suficientes nervios por un día y ya no le estaba importando mucho. O tal vez se debiera a haber pasado tanto tiempo con Elliot, el tipo tenía algo muy turbado… Tenía que controlarse. Y aun necesitaba encontrar su varita; si él había tomado la suya, entonces la de Apolo seguía en el jardín.
Elliot se colocó junto a Apolo. Era mucho pedirle que lo ayudara a levantarse, pero su pequeña pelea al menos lo había hecho reaccionar que algo raro estaba pasando. No se había lastimado nada grave, así que no le costó ponerse de pie. Pero no alcanzo a decirle nada a Elliot, por que al momento siguiente sufrió un golpe en la cara que lo devolvió al piso. Tardo un momento en reaccionar, pero sus palabras las escucho muy claramente. ¡AL DEMONIO CONTROLARSE, LE IBA A PARTIR SU…!
Se puso de pie nuevamente, y escupió algo de sangre al suelo. Le había roto el labio, pero se lo limpio con el puño y se preparó para seguir. Elliot solo negó con la cabeza, y Apolo volvió a apreciar el moretón que se estaba formando en la parte derecha de su cara con el golpe que le había dado. Él no se veía mejor, pero tenía razón. Se tocó los nudillos, aun rojos por el impacto, y volvió a fijarse en su reloj. La cuenta regresiva estaba yendo más lentamente, pero seguía avanzando su curso.
— Bien, a mano. — fue todo lo que soltó, aunque estaba claro que no lo pensaba realmente.
Había algo en ese tipo que le hacía hervir la sangre, y estaba seguro de que eso no iba a quedar ahí. Como le hubiese gustado lanzarle una buena maldición, o mejor aún otro puñetazo. Pero sin varita y en una versión mejorada de la Manor era difícil no tener las prioridades claras. Volvió sobre sus pasos sin ver si Elliot lo seguía, y comenzó a revisar el césped. No fue tan difícil como lo había sospechado, su varita descansaba plácidamente sobre un charco de agua algunos metros a su derecha, más o menos donde se había roto su reloj.
Por primera vez esa tarde sonrió un poco, y sin secar su varita la metió al portavarita que llevaba siempre en la pierna derecha. Cuando se giró se sintió tentado a sacarla al ver a Elliot, quien no se había movido y miraba en todas direcciones. Parecía que al igual que Apolo, el también estaba sintiendo el sobrecogimiento que daba ver el lugar tan… nuevo. Se encamino hacia él, no se preocupó de acercarse demasiado, era mejor mantener las distancias.
— A lo mejor la fuente estaba encantada, y Gatiux y Maida la repararon y también reparo la mansión y… — y eso no tenía ningún sentido. — Acá paso algo extraño, tampoco puedo escuchar a Gatiux desde hace un rato.
Era difícil intentar hablar con normalidad cuando lo único que quería era volver a abalanzarse sobre Elliot y destrozarle la cara: La suya le dolía, lo que no ayudaba en nada tampoco. Intento serenarse, y pensar, sentándose en la orilla de la fuente, y esperando que Elliot lo siguiera. Como por inercia, metió la mano al agua y comenzó a empujarla suavemente. No había duda que la Yaxley actual le gustaba mucho más que la anterior, con ratones saliendo de la habitación de Luisitha cada tanto y con techos que goteaban acido.
Volvió a agitar el agua, esta vez mirando la Manor que se alzaba imponente y tranquila. Casi podía apostar que así se había visto cuando la construyeron hacía muchos años. Se quedó mirándola escuchando el agua caer. Si las cosas no habían reparado mágicamente en un segundo… pero ahí estaban, en su estado original… como antes…
Antes…
No, después…
Y si antes…
— ¡Hay que buscar a Gatiux! — le soltó Apolo a Elliot agarrando el reloj con su muñeca para taparlo.
Lo que estaba pensando era una ridiculez de proporciones bíblicas, pero tenía que asegurarse. Si Luisitha o Maida ya estaban subiendo del sótano con solo verlas se aseguraría de algo. Cualquier cosa le serviría con tal de no pensar en la horrible idea que había surgido en lo recondido de su mente. No le dijo nada a Elliot, pero se apresuró de regreso a la entrada casi corriendo. Iba a abrir de un tirón la puerta, pero se detuvo justo en la entrada y en vez de eso toco. Luego, se le cayó el alma a los pies.
Quien abrió la puerta había sido un elfo.

@@Gatiux @@Near @Orión Yaxley

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Hacia frío. Evedhiel retiró sus cabellos cobrizos de la cara. En algún punto después de regresar a Ottery y aterrizar sin quererlo en la mansión Dumbledore, Se había quedado dormida

 

Pero no era solo la ráfaga de viento lo que despertó la curiosidad de la chica; La sensación de haber encontrado algo que ni siquiera sabía que se había perdido se apegó a sus huesos y desde aquella habitación ahora extraña en una mansión que parecía ahora muerta Evedhiel se aventuró a rebuscar entre los cajones de su abandonada mesa de noche en la mansión Dumbledore.

 

Lo cierto es que no sabía bien qué buscaba pero algo le decía que fuese lo que fuese estaba allí. Siempre había estado allí. Esperando.

 

Los latidos de la bruja se posaron en sus oídos y como si de la banda sonora del momento se tratase su ritmo se aceleraba a medida que abria uno tras uno los cajones del aparador.

 

Y el sonido paró. Como ensordecido por la realidad de su visión

 

-Niïnde.- susurró la chica. Contrariada.

 

Evedhiel había perdido su varita 4 años atrás en una de las tantas redadas perdidas en la mansión. Pensó que alguien la habría encontrado y no reconociendola como mortifaga, la habría destrozado. La chica tomo prestada otra, y aunque nunca le respondioó como Niïnde, hizo lo que pudo por usarla en el tiempo que estuvo en az..

 

Sacudió la cabeza apartando sus pensamientos y centrandose de nuevo en la visión de un tanto cambiada, pero aún reconocible por el dorado nombre en su empuñadura.

 

-Y tú, dónde has estado?- le dijo la chica mientras sus manos se deslizaban en el cajón para cogerla- Te busqueé por todas par...

 

 

BUM.

 

El leve roce de los dedos de la bruja con la superficie de la varita la envolvió en un remolino imparable.

Cuando paró la chica ya no estaba en la mansión Dumbledore y su trasero dió de bruces con cesped. Se toco la cara y un rastro de sangre se posó en sus manos.

 

-Genial- se dijo mientras miraba a su alrededor.

 

Frente a ella una mansión un tanto envejecida se posaba detrás de lo que parecía una fuente en forma de ciervo. el jardin estaba algo descuidado pero algo en la atmosfera la invitaba a estar en paz consigo misma. Y hacía muchisimo tiempo desde que se sentia asií.

 

Evedhiel estaba contrariada. Miró su varita como asustada y se odió a si misma por haber caido en aquel engaño;Quien sea que fuese el que puso el traslador en su varita quería que llegase a aquella casa. pero,Por qué?

 

Miro a su aldededor. La hierba bajo sus pies estaba seca y hacía cosquillas en sus pies y manos. Evedhiel se dioó cuenta de que no llevaba sus zapatos. Se levantó y adecentó su vestido.

 

-Hierba seca- Se dijo. Era invierno. O al menos hasta hacía unas horas. Lo sabía porque aunque su vuelta la había hecho estar algo confundida en cuando y que tiempo era, su capa de viaje se había llenado de copos de nieve horas antes mientras caminaba por el callejon diagon.Y ahora ni rastro de la nieve.

 

Lo que sea que la había traido hacia allií tendría que estar en aquella casona. Asi que la chica, un tanto molesta caminó hacia ella.

 

Busca tu varita, de verdad no me gusta nada esto..- Escuchoó decir a medida que avanzaba hacia la casona.

 

Se resguardó tras un árbol cercano para no ser vista y escuchoó con atención notando los pasos de otra persona distinta a la que había oido.

 

-Varita?- Evedhiel miró a Nïnde en sus manos, contrariada y decidió seguir los pasos de las dos personas que habían llamado su atención en un intento de descubrir que pasaba.

 

 

@@Apolo Granger @Near

Editado por Evedhiel

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Dime que a tí también te parece raro que las cañerías tengan simbolitos grabados.

 

Gatiux no había querido ahondar demasiado en el hecho de que tuvieran una sala para rituales debajo del Manor por el horrible recuerdo que asociaba a aquel lugar, pero no era muy normal que la gente que vivió allí hubieran grabado unas simples cañerías, como si fueran unos reclusos tallando en la pared de su prisión. Aquellos garabatos probablemente tendrían algún sentido para alguien que supiera de runas y glifos. No para Gatiux, claro, que siempre le había aburrido mirar esas líneas incomprensibles. Las runas estaban estrechamente ligadas a la magia, en algunas ocasiones una bastante oscura y poderosa.

 

¿Sabes lo que significa alguno de ellos?

 

Supuso a Orión más entendido en el tema de runas que Maida, aunque tal vez la muchacha le sorprendiera con haber estudiado esa materia tiempo atrás, no conocía tanto las inquietudes de su sobrina.

 

¿Has estudiado runas anteriormente, Maida? -preguntó Gatiux mirando hacia arriba- En este momento me gustaría haberlas estudiado para desentrañar el significado de que estén grabadas justamente aquí.

 

Era como si fueran a dotar a la casa de una vida propia. Serpenteaban sobre las cañerías hasta donde se perdía la vista, lejos de la luminosidad del Lumos. Otro misterio más. Aunque quizás no deberían verlos como entes separados, si no como parte de uno sólo. La sala de ritual, los extraños grabados, la ausencia de elfos y la vida que parecía dormitar en la propia Manor.

 

El suelo que tenían sobre las cabezas tembló, como si algo pesado hubiera caído al mismo. Un poco de arena cayó desde arriba. Los ojos amarillos de la banshee miraron con atención el lugar donde debía haberse producido el derrumbamiento. De tratarse del cancerbero de Gatiux se escucharían más pasos fuertes, esto había sido una única sacudida.

 

Apolo, ¿qué ha sido eso? ¿Hola?

 

Golpeó con el dedo índice el aparatito que llevaba enganchado en la oreja y que supuestamente le comunicaba con Apolo. Desde hacía rato sólo escuchaba una especie de ruído de estática, pero ni rastro de la voz del muchacho. Al parecer el invento no funcionaba bajo tierra o si te alejabas mucho del propietario. O al reloj ese se le terminó la batería y estaba perdiendo el tiempo esperando alguna frase del muchacho.

 

Mientras Gatiux intentaba contactar con el exterior, Orión encontró unas cuantas ruedas metálicas y decidió que la más grande sería la que accionaba la fuente. Tenía sentido si tenían en cuenta que estaban justo debajo de la misma si sus cálculos no fallaban. Unos segundos después la tubería comenzó a agitarse, se oía perfectamente el agua fluyendo por la misma.

 

El techo se agitó de nuevo. Gatiux frunció el ceño. Algo raro estaba ocurriendo allí arriba.

 

Creo que lo mejor será que vayamos arriba a comprobar qué está pasando y si sale agua de la fuente. No creo que hayas causado eso, Orión.

 

La Malfoy se giró en la dirección opuesta y comenzó a caminar de forma apresurada.

Editado por Gatiux

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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-¿Y qué es lo que vamos a hacer ahora?-

 

El niño lo miraba mientras ambos salían de la cocina. Louis no tenía nada en mente. Su estancia en la casona era extrañamente tranquila y eso, en cierto modo, lo inquietaba. Incluso podría decirse que lo molestaba. Pero había accedido irse a vivir con su padre para conectarse con aquella parte de él de la que estuvo lejos por demasiado tiempo. Y exactamente no había logrado nada de eso en ya casi dos meses.

 

En primer lugar, ¿Desde cuándo él era así de sentimental? Siempre se había jactado de no darle importancia a nada relacionado a lazos familiares y su origen. Eran demasiados los cambios que la vida le había traído en los últimos días que le costaba digerirlo.

 

-¡Espérame papá!- Lo detuvo la vocecita de Eliah, que se había detenido en mitad de la entrada para atarse los zapatos. Pero había algo que llamó aún más su atención. Voces. Viniendo desde afuera. Como presintiendo lo que iba a pasar, un impulso lo hizo correr hasta donde el niño se encontraba antes de cubrirlo con su cuerpo, rodando ambos por el suelo mientras conseguía distinguir con la vista una masa gigante de hielo destrozando la puerta y deteniéndose no muy lejos de él.

 

No tuvo tiempo siquiera a ver si su hijo estaba bien, antes de darse cuenta que el suelo estaba agrietado. Sin poder moverse, padre, hijo, y el trozo gigante de hielo cayeron por algunos metros hasta detenerse en el suelo de algún lugar debajo de donde se encontraban hace un momento. Desesperado, el castaño se separó un poco de su niño, y lo encontró inconsciente. Revisando si aún respiraba, se preocupó por salir de ahí y llevarlo a un lugar seguro. Con suerte, encontraría una salida que lo llevara de vuelta hacia arriba.

Todo puede suceder en Arcadia...

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- Bien, a mano. - La respuesta del mago me dejaba más tranquilo. Había algo más importante que resolver ahora que todo a nuestro alrededor había cambiado. Solo esperaba que hubiera sido nuestra culpa.

 

- A lo mejor, una barrera mágica ocultaba el verdadero estado del Manor y nosotros lo destruimos... - Respondí ante la sugerencia de Apolo. La sola idea me erizó la piel, haber destruido una barrera mágica de nuestros antepasados haría que mi padre me asesinara - Algo que ocultaba la apariencia real de la casa ... - Dejé mis palabras en el aire, el mesero salió corriendo hacia la puerta luego de reflexionar sobre algo que el mismo había dicho.

 

- Hey espera! - Me frené en seco en vez de seguirlo. Apenas alcancé a escuchar que debíamos buscar a mi madre pero recordaba haberla visto entrar al sótano a través de una trampilla fuera del manor.- No es por ahí! ... - no me escuchó, no tenia caso frenarlo, ya volvería sobre sus pasos cuando se diera cuenta que no podría acceder desde dentro.

 

Un crujido detrás mio me alertó ¿Había alguien cerca? no me moví ni un milímetro pero agucé el oído. Si había alguien allí y no se acercaba, seguro nos estaba vigilando, o peor... espiando. Intenté no tensar mi cuerpo, sería muy evidente, pero la costumbre de todo aquel que pasó por cientos de batallas, es prepararse para atacar o ser atacado.

 

Observé a mi alrededor fingiendo estar distraído y dejé que mi varita se desprendiera del tatuaje de mi muñeca, materializándose a partir de aquellas volutas de humo tan particulares.

 

- Homenun revelio - pronuncié con la voz más baja que pude. El efecto fue instantáneo, había una presencia humana muy cerca. Por desgracia el hechizo no podía hacer que resaltara su posición, solo podía sentir aproximadamente donde estaba. Miré de reojo hacia atrás pero no vi nada.

 

"Bien, te dejaré que nos espíes" pensé sonriendo. No guardaría mi varita por el momento. Si era un mago con intenciones hostiles, se enteraría de lo que podía ser capaz. Si no lo era, quería averiguar hasta donde estaba dispuesto a seguirnos.

 

- Oye mesero - dije en voz alta mientras me dirigía a mi... ¿primo? era un Yaxley claramente, pero no estaba seguro de nuestro parentezco. Apolo estaba paralizado, con os ojos abiertos de par en par frente a la puerta. Su silueta tapaba lo que sea que estaba viendo. Me moví hacia un lado y quedé igual de perplejo.

 

- un... elfo? - Comencé a caminar rápidamente hacia la puerta, no entendia como aquella criatura había ingresado en el manor. "Dios, espero de verdad no haber destruido ninguna barrera mágica" pero volví a detenerme cuando vi una silueta apareciendo detrás del elfo en las sombras. No me recordaba a nadie que conociera. O tal vez si.

 

 

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- Creo que lo mejor será que vayamos arriba a comprobar qué está pasando y si sale agua de la fuente. No creo que hayas causado eso, Orión.

 

Giró lentamente y asintió. Que Gatiux dijera eso, le sacaba un gran peso de encima. Levantó la cabeza para ver a Maida, estaba a salvo, por lo menos. Se quedó con un poquito de intriga de cómo era que la Malfoy se estaba comunicando por Apolo, pero lo dejó pasar. Él mismo tenía sus propios problemas teóricos como para estar resolviendo todos a la vez. Y era que, la simple presencia de su pareja lo hacía sentir un poquito mejor. Aunque la situación no lo ameritaba.

 

Pasó la mano por las runas cuando comenzó la marcha. Parecía que las leía con la yema de sus dedos.

 

- Tengo que limpiar bien la superficie. A simple vista parecen encantamientos específicos. Pero, una cosa es el hechizo y otra el mensaje…

 

Pasaron por encima de la compuerta por donde entraron las dos muchachas hacía un tiempo. Estaba a punto de darles un impulso para que pudieran salir, hasta que sintió una fuerte correntada desde más adelante del pasillo. Fría, helada, que hizo que se le erizaran los pelos de la nuca. El ambiente desde que entró era uno cerrado y húmedo, se mantenía una temperatura templada, ¿qué fue lo que había pasado?

 

Parpadeó un par de veces cuando sintió tierra en sus ojos.

 

- Saquen sus varitas.

 

Avanzó sólo unos minutos hacia adelante cuando vio que un bloque de hielo gigante bloqueaba la última entrada a la Cámara de Rituales. Abrió los ojos como platos cuando vio a Leonardo detrás de todo ello con su pequeño hijo en brazos. Fue corriendo rápidamente para darle un tacle al pilar. Retrocedió un poco y repitió la acción.

 

¿Qué estaba haciendo? Hacía unos segundos había propuesto usar sus varitas. Por eso se detuvo antes del tercer intento. Respiró, meditó un poco y conjuró un Fuego Maldito para ir derritiendo el obstáculo. Se llevó un poco desesperado la mano hacia la sien. No entendía qué diablos había pasado. Se giró hacia las otras dos chicas con la boca entreabierta, intentando formular una hipótesis.

 

- Maida, ¿puedes revisar la fuente? Necesito saber si Apolo y Near están bien. Amor, tú sabes de primeros auxilios, necesito ayuda con Leonardo.

 

---

 

pasado

 

En la biblioteca de la Manor había un largo escritorio un poco inclinado, de esos de estudio de diseño. Un set de reglas bastante rudimentario se encontraba apoyados en una pequeña pieza de madera que retenía la gravedad. Una pluma, en un tintero. Pergaminos garabateados y algunos otros arrugados. Tomos de diferentes tamaños e Ilustraciones de casas de época terminaban de cerrar la escena.

 

Sin embargo, no había nadie.

 

Existía como un silencio sepulcral, salvo por el movimiento mecánico de un reloj de pie en el salón principal. De la cocina, salía un aroma a bollos caseros y de un fuerte café. Si uno caminaba lentamente por la pulcra alfombra del salón, podía detenerse a ver todos los detalles pensados. Desde sillones aterciopelados de un carmesí brillante, mobiliario de caoba tallado a mano y un gigantesco tapete familiar, con caras orgullosas y nombres con peso.

 

Entrando a la cocina, se veía como un azulejo con detalles anaranjados y grises reflejaba todo de lo limpia que estaba. Las alacenas, de la misma caoba, le daban un toque rústico y un aroma hogareño. Las hornallas carecían de herrumbre, al igual que el gran horno industrial. Varias teteras de diferentes tamaños se exhibían en la mesada que separaba el área de la cocina con el comedor. El sol entraba suavemente a través de unas cortinas con bordados a lo Art Nouveau, dibujando la silueta de dos personas charlando en la maciza mesa.

 

Una señora con un vestido elegante. Usaba un par de cojines más para estar a casi la misma altura que su acompañante, un joven delgado de apariencia juvenil.

 

La mesa estaba repleta de dulces, bocadillos y diferentes tipos de teteras. Wirt, el muchacho, llevaba una pluma en la oreja derecha y parecía muy concentrado, describiéndole los objetos puestos en la libreta. Cada tanto tanteaba la mesa, en búsqueda de su taza con té earl grey. Bebía un poco y reanudaba la conversación.

 

- Miss Adelaide, ya casi está todo listo. La Sala de Tuberías se acopló bien a la Cámara, tal cual lo especificaste. Finalizaré el encargo de la torre esta semana. Con eso, sólo habría que ver si los mecanismos están a punto.

 

Dejó la libreta con los planos de la Yaxley. De la simple fachada se veían demasiados garabatos por encima.

 

- No queremos que nadie quede atrapado en algún escondite ¿verdad?

 

Ninguno de los dos se dio cuenta que el elfo de la familia había abierto la puerta a un grupo de personas. No era muy diferente a la tipología de ser mágico, contaba con sus orejas grandes y ojos como pelotas de tenis. No dio mucho reparo que los hizo pasar. Chasqueó sus dedos para que el calzado de los visitantes estuviera limpio.

 

- La señora está con otros asuntos. Ya los atenderá.

Editado por Orión Yaxley

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