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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Los tambores comenzaron a sonar con fuerza. Era una magia poderosa, de una cultura diferente, algo que Orión no sabía manejar. Y la nigromancia era sólo una cosa que había tocado de oído, en realidad, por la marca, por las misiones, por las conexiones. Invocar el más allá con la ayuda de la Videncia. Si la habilidad supuestamente te permitía ver otras cosas, ¿por qué no explorar otras dimensiones? ¿otros planos terrenales? ¿ver, justamente, el más allá?


Su maestro capaz no aprobaría ese uso de la habilidad. Pero Orión sintió esa necesidad, de caminar por la fina cuerda de la muerte y la vida. Y el único lugar en dónde encontrar ese espacio era… bueno, el subsuelo de la Manor.


Y esos impulsos que iban a através de él golpeaban los cimientos.


La tierra temblaba.


Y los humos de diferentes colores se mezclaron; los brebajes y pociones alucinantes, oníricos, psicodélicos entraron en ebullición; los círculos y triángulos se iluminaron. Los tambores entraron en un ritmo elevado.


Y él, Orión, se vio envuelto en una fina capa gaseosa violeta que se rompió cuando se comenzó a elevar. Los ruidos y temblores iban in crescendo.


Silencio.


Se abrió únicamente su ojo izquierdo que tenía el mismo tono grisáceo de cuando estuvo ciego.


Be prepare, be prepare, ¿lo puedes sentir? prepárate.


Una voz gutural que no era propia de él salió directo de su garganta. Inspiró con sonoridad.

 

En un ciclo lunar se desatará una guerra civil. La transvaloración de todos los valores. La transfiguración de la magia conocida. La transmodificación de la nada. La luz es oscuridad y la oscuridad es luz. Los testigos morirán. Las familias desaparecerán. El más allá reclamará lo suyo. Esto es lo que todos quisieron, pero no lo que pidieron.


Todo el ritual se desvaneció como precio. Orión bajó lentamente y recuperó la conciencia cuando los dedos de los pies tocaron la piedra. En la mano izquierda tenía la profecía.


Subió por las escaleras de la alacena, tapado con un viejo kilt.


- ¿Alguien puede traerme un té y un whisky?

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La actitud de Aaron le preocupa realmente, estaba siendo un poco amable ante circunstancias que quizás solamente lo hubiera aventado a los animales para que se lo comieran de una forma salvaje y casi inimaginable. Su boca se torció en forma de mueca al ver que parecía ser un hombre bastante dócil con el correr del tiempo, había logrado algo, o eso creía hasta el momento.


Pasaba su diestra por las diferentes superficies rocosas que conformaban la pared de aquellos pasadillos, algunas placas que el Yaxley le había mencionado con orina de dragón; una mueca de asco se formo de forma casi inmediata y asi también desapareció. La pregunta lo había sacado un poco de su orden y abrió los ojos sin emitir sonido alguno, evitaba preguntar y hacer opiniones al respecto, camino dando pequeños pasos, teniendo mucho cuidado de no tropezar en ninguno momento con él. Tenia la varia en la mano y no pensó ayudarlo con un Lumos para hacer algo de luz y también guiar el camino, parecía ser muy seguro de si mismo por lo que solamente acento con su cabeza y lo siguió. Igual, el mago se encontraba alerta, estar en aquel sitio para buscar lo que sea que buscaban no siempre era del todo seguro. Más aun, cuando se estaban realizando rituales africanos en el fondo...


Estaban todos ahí, todo volvió a temblar y la pared serca de Triviani estaba al borde del derrumbe, la voz de su padre advirtiéndolo lo hicieron reaccionar de manera rápida por lo que tomo con fuerza su varita y desapareció al ver que él había hecho lo mismo.


Iba ataviado con una capa de viaje negra, esta le cubría hasta los talones. Dejando sumido en un profundo misterio su cuerpo. Esperaba que esto no fuera una broma de algún integrante, porque no iba a dudar en matarlo si la situación lo meritaba. Alguien golpeaba la puerta, de una manera bastante hostil y los gritos de fondo... Matthew aplasto su mano izquierda sobre su frente, sabia quien había llegado a los terrenos Yaxley y el motivo de su visita, el ruido del motor era evidente; Candela había llegado.


Apretó el paso caminando con los talones, saludando a las mujeres que habían ingresado a la propiedad y miro por la ventana, ahí estaba ella, con Jeremy. Lo que más le había sorprendido, algo tramaban y no quería saber que era, pero a la vez su curiosidad lo traiciono.


¡Deja de golpear! grito por la ventana ¡No te devolveré la cuchara de Oro! un gesto arrugado con su boca y frunció el ceño.


¿Realmente lo buscaba por ello? quizás aun no se dio cuenta que se la había robado para empeñarla, o ahora pensaba que él tenia su anillo de Nigromancia, esa mujer estaba desquiciada. Cerro las cortinas agujereadas de la ventana y corrió hacia la bodega secreta (?) y saco una botella de ginebra, la soplo para quitarle el polvo que cargaba y salio a recibir a su madre y su hermano #ElFavorito.


¡VAMOS A BEBEEEER!




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Todo había ocurrido en menos de un minuto, la entrada de la casa estaba relativamente llena, con más de una persona gritando muy haciendo los típicos escándalos familiares. Isabella había perdido la costumbre a todo aquello, tanto que apenas podía escuchar su propia voz dentro de su cabeza. La situación la había empezado a abrumar y apenas llevaba allí cinco minutos.

 

El ruido del cerámico romperse atrajo su atención hasta la cocina, seguido del óxido olor a sangre que detonó un ensordecedor pitido dentro de su cabeza, exactamente el mismo que emitían los boxes en el L.A.I.C, aquello no indicaba nada bueno, alguien había sido terriblemente herido a causa del derrumbe, lo sabía porque podía oler aquella cantidad se sangre hasta la entrada.

 

Se escurrió hasta la pequeña habitación sin pedir permiso haciendo caso omiso al alboroto que se estaba armando afuera. Avanzó a grandes zancadas hasta llegar a la cocina, sin prestar atención a la atípica decoración del lugar. Se paró en seco cuando llegó al umbral de la puerta; aquella escena la dejó atónita, había una mujer tendida sobre la mesa y la sangre que provenía de su cabeza se había escurrido hasta el piso.

 

¡Que ni se te ocurra! —.Clamó advirtiendo la acción del mago y sin perder el tiempo se acerco hasta la mesa y, dándole un leve empujón a Aaron con su cadera, lo aparto. Con sus manos tomó la cabeza de la fémina y, aislando el cabello con la yema de sus dedos, examinó la herida. — ¡Vamos mujer! No te quedes ahí parada, ven a ayudarme — Clavó sus ojos hasta la Black, mitras dejaba reposar a la mujer lo mas derecha posible.

 

Desabotonó su capa e introduzco su mano dentro de uno de los bolsillos, buscando con la punta de sus dedos aquellos pequeños frascos de vidrio que había recuperado esa misma noche de las Mazmorras de su antiguo hogar. Lo único que quedaba en pie de su castillo eran los calabozos y un pequeño espacio en donde ella misma se dedicaba a hacer pociones de todo tipo.

 

Untó un poco de escancia de díctamo sobre el corte, una espesa bruma verdosa se elevó hasta llegar al techo, aclarándose poco a poco haciendo que en cuestión de minutos el sangrado se detenga. Pudo apreciar como la contusión se iba cerrando abriéndole paso a una piel nueva y ya cicatrizada. — ¿De casualidad alguno no tiene la poción <<ojos abiertos>>? — Buscó con la mirada la respuesta en el semblante de Aaron y Goshi.

 

 

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- Señorita black, si cree que unos temblores son algo extraño en este lugar, le aseguro que le queda mucho por descbrir de los Yaxley - no pude evitar sonreir ante aquella declaracion, a decir verdad, ni siquiera yo conocia del todo los limites de las locuras que sucedian en aquel lugar. Seria tal vez por que casi nunca me encontraba alli.

 

- en cuanto a mi padre.... nunca se encuentra bien, no deberia preocuparse demasia.... - un nuevo estruendo resono n la manor y comprendi a que temblores se referia Goshi. Sin dejarme continuar, un nuevo grupo de personajes decidieron, por algun motivo, invadir los terrenos de la familia.

 

Las cosas siempre pasaban rapido en aquel lugar, antes de que pudiera darme cuenta tenia a 3 desconocidos, a mi primo sosteniendo a mi madre desmayada y a un supuesta medimago atendiendola.

 

Levante una ceja.

 

- Quien eres... y quien te dio permiso para tocar a mi madre? - estaba a punto de empezar a disparar maldiciones para todos lados. - Podria al menos ver tu licencia de medimago?

 

- De verdad aun te preocupa que orion este bien? - mire a goshi mientras señalaba a mi padre, subiendo tranquilo por la escalera pidiendo algo para tomar mientras Gatiux seguia el suelo.

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Gatiux abrió sus ojos amarillos y frunció el ceño al encontrarse con tanta luz. Lo último que recordaba era haberse desmayado en el subsuelo de la Yaxley, habían bajado para investigar unos extraños movimientos que se estaban dando durante el desayuno y había resultado ser Orión llevando a cabo un extraño ritual. Recordó la mano llena de sangre después de que el gato gigante la mirara y decidiera usarla de trampolín para avanzar más rápido hacia la salida. Pero allí había más gente que la que se había cruzado en el desayuno. Y fuera se escuchaban más ruídos de varios discutiendo.

 

También le llegó a la nariz el repugnante olor a esencia de díctamo. Era muy útil para cerrar heridas, pero Gatiux acabó odiando su hedor tras trabajar mucho tiempo en las mazmorras de San Mungo curando a mortífagos heridos en batalla. Arrugó la nariz y luego se incorporó, quien la hubiera recogido del suelo había decidido ponerla en la mesa de la cocina y ahora se reunían en torno a la misma como si estuvieran en una operación.

 

- Gabriel por la asfalto. -dijo Gatiux- No enarbolo qué persiana. Aún me dado la calabaza.

 

Se llevó una mano a la cabeza, allí donde se había golpeado violentamente tras el choque con el gato gigante. Por lo menos ya no sentía esa sustancia pegajosa cayendo, su sangre, sólo tenía pegajoso y apelmazada su cabellera violeta.

 

- ¿Candor hipo luna? -le dijo a Near- Mi algoritmo de versión.

 

Saludó a su hijo Near, que hacía mucho tiempo que no lo veía por la Manor. No le preocupaban las ausencias de éste, ya que sabía que era un mago muy capaz en el arte de defenderse. Le dedicó una sonrisa. Sacó los pies de la mesa y se puso en pie con cuidado, había notado algún ceño fruncido mirándola, supuso que era porque estaba encima de la mesa de la cocina, donde todos comían, con los zapatos puestos y llena de tierra.

 

- Volante a sarpullido un maleante a caramelo. Una dalia reciente y vacante.

 

Sí, una ducha en aquel momento sería lo mejor, no se sentía cómoda con tanta tierra y restos de sangre encima. Salió de la cocina sacudiéndose los restos de tierra. Tampoco es que estuviera enseñando nada para que la estuvieran mirando así. La ropa no estaba rota por ninguna parte impúdica, y ella no había pedido que la tumbaran en la mesa donde solían comer, si le iban a dedicar esas miradas que la hubieran tendido en el suelo.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Puso los ojos en blanco. Las excusas baratas de Jeremy sólo sirvieron para mitigar un poco su enojo, no podía iniciar una discusión de esa manera, no merecía la pena ni el tiempo. Además, su mente estaba enfocada en otras cosas. Mas no pudo dejarlo sin respuesta.

 

Magia gitana. ―y empezó a reirse de su propio chiste.

 

Claro que, tras escuchar a Matthew por la ventana, su necesidad de repartir violencia reavivó.

 

¡Ah, engendro! ―desapareció de donde estaba, sólo para reaparecer atrás del bastardo y darle una patada atrás de la rodilla provocando que las doblase. El chico era más alto que la Triviani, por lo que necesitaba, primero, equilibrar su estatura.― ¡Voy a golpear durante el tiempo que quiera!

 

Una vez dobladas sus rodillas, rodeó el cuello de su hijo con el brazo derecho, atrapándolo en una especia de llave de lucha. Aunque luego de apresurada caminata de una de las chicas que acababan de llegar -qué curioso, había más gente y Candela apenas lo notaba (?)- lo arrastró hasta donde se dirigía la mujer, sin soltar a Matthew del cuello.

 

Allí el escenario era diferente. Por alguna razón, la cocina -o lo que parecía ser una- se había convertido en una improvisada sala de emergencias. Se detuvo en la entrada, como esperando escuchar el beeeeeeep ausente, y ajustó el agarre cuando notó que su hijo intentaba soltarse.

 

¿Ya terminaste de drogarte? ―arrugó la nariz en cuanto escuchó la voz de Orión. Esos olores que traía consigo...

 

Pero la niña de hospital se levantó y Candela creyó que estaba loca. Normal, pensó, su viejo amigo contagiaba esa locura a quienes tuviese cerca.

 

Le quitó la botella de ginebra al engendro y bebió un sorbo. De pronto le picó la curiosidad por saber qué hacía Matthew allí.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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La Manor pasaba sin mucho protocolo de ser una casa del terror, a una carpa de circo cualquiera. De lo asustada que estaba mientras se aventuraba a la nada misma con Evedhiel y Gatiux, pasó a la facilidad de apegarse a su primo en cuánto lo vio. No le dijo nada, simplemente se tomó de su túnica mientras dejábamos el misterio del sótano en stand by. Aparecer en la cocina, no mejoró las cosas, Gatiux estaba inconsciente en medio de la mesa y habían al menos tres extraños en la casa. ¿Quién los había dejado pasar?

 

Se quedó en silencio, mientras una bruja decidió que era especialista en las heridas de Gatiux, ¿cómo se había hecho eso? Lo que era aún más raro, la cocina no se veía tan destruida como debía luego de tanta tembladera, y aunque no lo dijera nadie en voz alta, seguramente aquello lo había ocasionado el patriarca.

 

Su corazón asustadizo dio un brinco cuando vio completarse a su tridente frente a sus ojos. ¡El primo había vuelto! Un poquito mal educado como siempre, lejos de agradecer a quién le estaba recuperando a la mamá, se puso a pedir credenciales. Maida se rió lo más discreta que pudo mientras se apartaba de Aaron. Gatiux estaba ya mejor cuando pasó en medio de todos, como si nada, llevándose consigo la poca dignidad que le quedaba después de estar tan echada a menos con tanta sangre y tierra entre sus ropas.

 

— ¡Así que no estabas muerto! — dijo de pronto, sin saber bien si acercarse o no a Near, él siempre había sido medio reacio a los afectos.

 

¿Parecía una fiesta de la que nadie sabía? Si. Incluso estaba ahí Candela, gritándole a su sobrino. A ella al menos la reconocía de la Marca Tenebrosa —un minuto de silencio—, al resto, no. Bueno, a Jeremy, igual. ¿Goshi Black? Eso suponía algún nexo familiar. De la medimago, nada. Y claro, como broche de oro, salió Orión del sótano, cómo si nada, pidiendo bebidas.

 

¿Alguien más sintió los temblores? —preguntó de repente, pero sin dejar de ver a Orión.

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-Misterios S.A.- pensó Evedhiel.

 

Y lo peor es que no sabía de que se extrañaba. De un momento a otro el ritual intenso de magia arcana que Orión parecía haber estado llevando a cabo en el sótano apenas tenía importancia. Una criatura parecía haber golpeado a Gatiux que cayó desplomada al suelo, y antes de que pudiese acudir en su ayuda esta se había levantado y todos parecían estar más interesados en volver a la cocina.

 

Nada de extrañar, por otro lado. Evedhiel había descubierto que en lo que llevaba en la Yaxley la cocina era sin duda el nudo de drama de la manor. Quizás por eso el resto de la casa nunca parecía terminar de arreglarse.

 

Estaba enfadada, sin embargo. El ruido y su foco no habían cesado y se encontró a si misma siguiendo a Maida de nuevo pasillo atrás. Estaba enfurruñada. Tanto que miró varias veces hacia atrás, con cada nuevo estruendo proviniente de los cimientos de la Yaxley, tentada de perderse.

 

Pero la última vez que se perdió sola acabó poseída por un arma oscura, asi que midió sus pasos y antes de que se fuese a dar cuenta estaba en la cocina, rodeada de la mayoría de sus familiares, pero también de visita. Candela, Jeremy, una bruja que no conocía y Goshi.

 

 

Matthew parecía poseido por la felicidad inmensa que le daba poseer cierta cuchara de oro (?). Evedhiel no estaba muy segura si quería o no saber que hacía aquella cuchara y de donde la había sacado. No todos los misterios Yaxleys requerían de explicación.

 

Sin embargo, Candela si parecía molesta por aquello y por un momento la bruja pensó que estaba a punto de presenciar un duelo en medio de la cocina. Se tranquilizó al ver como robaba la segunda mitad de la causa de la felicidad de Matthew: una de las botellas de ginebra de la bodega de Orión.Aquello la tranquilizaría por un rato. Los Yaxleys siempre tenían alcohol bueno en la reserva, y estaba segura que aquella botella no era una excepción. De hecho creyó ver el numero 1785 en la cubierta. Sonrió imaginando la cara de Orión al descubrir que Candela casi acababa una de sus últimas botellas de aquella cosecha... Pero aquello no era de su incumbencia, y en cierto modo la divertia.

 

-Yo que tú le tapaba la cubierta..- le dijo a Candela a modo de saludo, en un intento vano de que su padre no se diese cuenta de que botella estaba bebiendo, mientras le dedicaba a ella, a Jeremy y a la chica que no conocía una sonrisa a modo de saludo.

 

Orión no pareció inmutarse mucho... Estaba más preocupado de que alguien le preparase un té. Evedhiel rezó para que no le diese por preparar uno de sus "te" con esencias especiales. Bastante lio había ya en la cocina y sabía que los vapores de aquella bebida eran altamente efectivos... en ciertos aspectos. Aunque quizás calmasen el humor de la sala.

 

Jeremy parecía de alguna manera fascinado por la estructura de la Manor. Evedhiel había olvidado el impacto de grandiosidad que podía provocar la Manor a ojos ajenos y se sintió orgullosa de ello. Se dijo a si misma que si el chico seguía impresionado con el edificio, le mostraría a su amigo los jardines más tarde, pero antes debía acercarse a Gatiux.

 

Mientras avanzaba saludó de pasada a Goshi:

 

-No - le dijo a su amiga como respondiendo una pregunta mental que la chica parecía llevar escrita en la frente- No es que siempre escojas los peores momentos para venir. Afortunadamente no hay muchos momentos aburridos por aquí, así que siéntate, ponte cómoda y prepárate para lo insospechado.- Alzó los ojos y le guiñó un ojo mientras alcanzaba finalmente a la banshee.

 

Aunque alguien, de manera acertada, había intentado curarla del golpe y su desmayo, la pobre parecía haber tenido una concusión y sus palabras, inteligibles emanaban de su boca como si tuviesen sentido y su marcada frustración ante algo en particular hacían que Evedhiel se preocupase.

 

 

Se acercó a ella eligiendo que hechizo usar en particular, hacía bastante que no se ponía su bata blanca de sanadora, esta vez en sentido figurado.

 

-Creo que el impacto te ha afectado más de lo que pensábamos- dijo dirigiéndose directamente a Gatiux, y acomodándola en una silla con almohadones, no sin tener que intentar convencerla un poco antes. Sabía que la bruja con amplia experiencia también en San Mungo, la entendería- Quizás una leve concusión- añadió asintiendo como intentando sumir al sentido común de la matriarca Yaxley- Pero nada que esto no pueda solucionar...

 

Abrió puertas y más puertas de los muebles de la cocina buscando algo en particular, demasiado enfocada en su cometido como para darse cuenta de que aquello que bloqueaba la última de las portezuelas que intentaba abrir era la pierna de otro mago del que no se había percatado hasta ahora. Miró directamente a la cara a la que aquellas piernas pertenecian.

 

-Bloody hell Nelliot!- dijo la chica algo molesta moviendolo hacia un lado. Alcanzó aquello que estaba buscando de dentro de uno de los cajones y después de cerrarlo se dirigió de nuevo al chico- Ya pensé que te había comido una araña.-

 

 

Se acercó hacia donde había acomodado a Gatiux mientras abría el paquete de tonos dorados dejando ver una tableta de chocolate oscuro. Cortó un pedazo de la misma y se la ofreció a Gatiux.

 

-Relleno de licor de Brandy- le susurró, guiñandole un ojo-

 

Esperaba que aquello la hiciese al menos recuperar el habla normal. Aunque esperaba que la bruja no se sintiese totalmente bien hasta que no hubiese descansado un poco.

 

 

Al mismo tiempo los ruidos y estruendos provinientes del sótano parecían haberse incrementado, tanto que aún eran perceptibles frente al bullicio en la cocina Yaxley.

 

 

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  • 3 semanas más tarde...

El mago lanzó una carcajada con la respuesta de Candela. En aquella época más bien rara en Ottery, abundaba la magia extraña y desconocida, lo que la familia no tardó en nombrar como Magia Gitana. Siempre estaba en pequeñas dosis por todas partes. Objetos que aparecían sin explicación, personas que se materializan desde el más allá o incluso iban hacia el más allá. Ese tipo de cosas.

 

-Creo que… -Empezó a decir pero se vio interrumpido por el grito de Matthew que estaba por salir con una botella hasta que la Gitana lo atacó desde atrás, volviéndolo a meter a la casa.

 

Jeremy dudo en correr para ir a rescatar a su hermano, o tomar el coche volador y dar un par de vueltas con él. Las ganas de manejar ese artefacto ganaron la batalla. Corrió feliz de la vida hacia el auto e intento abrirlo, mientras le deseaba un descanso en paz a Matthew. Con el dinero de la herencia, tal vez le haría tallar en mármol alguna figura de la anatomía masculina, que tanto prefería el chico.

 

El maldito coche no quiso saber nada con ser conducido por otra persona que no fuera la Matriarca Triviani. No lo dejaba abrir la puerta y cuando el vampiro reaccionó pateando con violencia la portezuela, dió una sacudida y casi pasa por arriba al favorito. Si el vampiro no hubiera desaparecido en ese instante, para volver a aparecer en la puerta de la casa, habrían tenido un cadáver en la entrada.

 

-Te llevaremos al desarmadero en cuanto amá se descuide -Amenazó al auto antes de entrar a la casa. Después de todo, tendría que ayudar a su hermano con la loca

 

 

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Editado por Jeremy Askar Triviani

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  • 5 meses más tarde...
El rumano jamás había sido de regalar flores, aunque generalmente jamás era de regalar algo. Siempre le había parecida absurda la idea de obsequiar algo que en días seguramente se marchitaría; era funcional, si acaso, como decoración. Dentro de un hogar, en cualquier otro lugar o evento, los arreglos florales denotaban elegancia y buen gusto, pero incluso para ello se debían elegir las flores correctas. Por otro lado, ¿para regalarle a una chica?


Pese a sus opiniones, Callum se había planteado seriamente acudir al hogar de los Yaxley con el mas hermoso ramo de rosas, pero no fue así. Pensó en joyería, pero era demasiado pretencioso para disimular una visita casual. ¿Chocolates? Muy básico. Muy pronto el Askar se dio cuenta del porqué no solía obsequiar jamás nada: era pésimo para ese tipo de cosas. Sin embargo, llegar con las manos vacías le parecía un enorme error, sobre todo cuando ni siquiera había sido invitado.


Faltaba poco para que el mago desistiera de su intención, cuando se topó en el camino a un artista callejero. Exhibiendo sus pinturas, quizás del único modo que podía, atraía a los transeúntes de las calles de Londres creando su arte a la vista de todos. Tenía talento, lo cual atrajo demasiado la atención del ojiverde, haciéndole recordar de pronto las muchas veces en que se había topado a Maida en el Museo NIght del Callejón Diagón. Fue en ese momento cuando descubrió el regalo adecuado.


Tan solo un par de horas mas tarde se hallaba en los terrenos de la familia de su amiga. No tenía idea si la encontraría, pero se decía así mismo que valía la pena el intento. Desde su último encuentro, se le antojaba mucho verle, aunque no estaba seguro de cómo le recibiría, pero se volvió a repetir mentalmente que valía la pena el esfuerzo. Jamás antes había estado allí, a simple vista Yaxley Manor lucía un poco descuidada pero el mago estaba lejos de prejuicios al respecto.


Llamó a la puerta tras acomodarse los mechones de cabello rubio oscuro y alisar su pulcra camisa color del ocre que llevaba un poco remangada y lucía a juego con pantalones oscuros y unas botas. Llevaba una capa oscura que se acomodó de lado, sobre su hombro izquierdo, ocultando bajo ella el paquete envuelto que llevaba bajo el brazo; esperó tan solo unos segundos y volvió a llamar a la puerta para luego esperar a que alguien le atendiera.



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