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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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-Quizás podrías empezar ahora y… ayudarme- Tenia razón, No estaba con MACUSA después de todo, la hechicera estaba tan perdida como Apolo y yo. Ni siquiera respondí, me limite a asentir una vez mientras cerraba los ojos. Tenía que averiguar que había pasado durante todo el tiempo que había estado inconsciente.

 

La anciana a la que aquel elfo se había referido como "la Señora" llegó hasta nosotros con la peor actitud posible. Sea quien fuera que había tomado control de la familia mientras no estaba, no parecía aceptar visitas de la misma manera que la familia que me había criado - a medias - aunque aquello parecía haber mejorado en demasía el status de la familia.

 

Solo Me giré y dejé que Evedhiel hablara, había cruzado los brazos con la varita a la vista. Necesitaba aparentar ser el matón de seguridad, algo que se me daba extremadamente bien. Mantuve la vista fija en el hombrecillo que parecía ocultarse tras las faldas de la arrogante mujer, si alguien podía ser intimidado para obtener información, sin duda era aquel extraño personaje.

 

"¿Fuego cruzado muggle?¡¿estamos en guerra?!" Definitivamente las cosas habían tomado un rumbo extraño. Otra guerra mágica significaba que alguien se había encargado romper el Estatuto Internacional del Secreto Mágico "Me perdí demasiadas cosas" Mis esperanzas de encontrar a mis padres y al resto de mi familia se habían desvanecido. Aun así no podía perder la calma, gran parte de mi aprendizaje en la fortaleza se había enfocado en aceptar que algún día podría perderlo todo. Cerré los ojos y resoplé, disgustado, el gesto no sorprendería a nadie, solo era un agente impaciente en aquel momento.

 

El escueto mago que acompañaba a Adelaide, "la señora" como la llamaban allí, se apresuró a buscar la documentación que Evedhiel podría requerir para una inspección, al menos el arquitecto sabía como librarse de un problema en vez de agrandarlo, aun así la determinación de Adelaide no dejaba de sorprenderme.

 

"¿Para que querría esos papeles si de todas formas no está con MACUSA?" miré de reojo a la pelirroja mientras tomaba los documentos. "¿que buscas?" Mis ojos entonces se centraron en el gran tapete detrás de la mujer. El arbol familiar... había cambiado. Me acerqué apresurado y mis ojos se abrieron como platos.

- Mi... mi nombre... - susurré para mi mismo mientras buscaba con la vista intentando no demostrar mi nerviosismo. Mis padres, Mis hermanos - ni siquiera aquel nombre tachado con fuego que no había llegado a conocer - Mi tia, Maida, Apolo, Todos faltaban. - Nadie...

 

Me giré de golpe. Parecía alarmado. En un par de zancadas me había acercado a la mesa, levantando los papeles con violencia, sin preocuparme por arrugar el pergamino mientras alternaba mi mirada entre la pareja delante nuestro y el papel.

 

- Mil... novecientos.. catorce - Recite casi sin aire. No había pasado nada durante mi ausencia, ni siquiera había nacido. - Que maldito aparato tenias en la muñeca... primo. - Solté entre dientes mirando hacia la puerta. Mi recelo con aquellas porquerías de tecnología muggle se acrecentaba cada segundo que pasaba. Miré a Evedhiel, No estaba seguro de como reaccionaria aquella fecha ¿era de aquella época también? o había llegado de la misma manera que nosotros

 

"Apolo, maldita sea. Está allá afuera buscando a Maida y a mi madre" Retrocedí unos pasos dejando los papeles en la mesa. Necesitaba calmarme e ir a buscar a mi primo.

 

- Parece estar todo en orden - dije luego de aclarar la garganta, apenas podía mantener el papel de gente. Sabía que Adelaide solo me ignoraba, pero el otro mago no me sacaba la vista de encima - Solo, inspeccionaré los alrededores para verificar que la descripción del edificio detallado en los papeles el correcta. Me reuniré con usted en .. las afueras... jefa.

 

Empujé sin cuidado al elfo que traía dos tazas de té y salí a los terrenos. Tenía que encontrar a Apolo.

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-1914...- todas las demás palabras se habían enmudecido. La sala se quedó sorda y Evedhiel pensó rápida .

 

Su varita la había traído al pasado. Por alguna razón aquella realidad no le pertenecía pero sin embargo debía ser suya, puesto que sino por qué diablos se encontraba allí??

 

Adelaide parecía irritada con su mera presencia y había algo en los ojos de la bruja que le resultaba casi tan familiar como si los hubiesen estado esperando toda la vida.

 

Su compinche en la mentira la sacó de su ensimismamiento.

 

Parece estar todo en orden ...Solo, inspeccionaré los alrededores para verificar que la descripción del edificio detallado en los papeles el correcta. Me reuniré con usted en .. las afueras... jefa- dijo el chico de pelo blanco.

 

Evedhiel lo miró, confusa. Parecía que había visto un fantasma. A la chica no le havía gracia quedarse a solas en una casa donde no era bien recibida pero..

 

Entonces lo vió. El tapete familiar colgado en la pared justo enfrente de la chica. Tan descarado que hubiese podido darse de bruces con el si lo deseaba. Esperándola quizás y sin embargo parado ahí por Dios sabía cuanto tiempo.

 

Charlotte Longbottom la observaba con cara afable y mirada gélida, casi tanto como la de la propia Evedhiel. A su lado, Jude Yaxley parecia lanzarle una mirada de admiración y la línea infranqueable entre ellos notaba parentesco, presumiblemente matrimonio.

 

Evedhiel no había antes visto aquella mirada altanera sobre el nombre de Charlotte.Es más, la única línea que la guiaba a ella era su firma emborronada en sus papeles de ingreso al internado francés.

 

-Tantos años tras tu pista- pensó la chica- tirando los papeles de la obra al suelo- y siempre estabas tan cerca. Aquel era su hogar. Por eso Nïnde la había llevado allí en tiempos de necesidad. Porque tú cabeza puede estar en mil sitios pero tú corazón solo llama hogar a aquello que verdaderamente lo es.

 

Evedhiel se acercó al tapete y acarició disimulada la cara de la bruja, que agarró su dedo en gesto de bienvenida?

 

Casi se había olvidado del tiempo, y aún así tuvo que volver a la realidad de aquella habitación en el pasado donde dos personas la miraban con gesto tosco y confundido

 

-Bueno... todo está en orden- dijo carraspeando su garganta.- Gracias por su participación. Perdonen las molestias y...tendrán su nuevo permiso conforme a las restricciones 435.6 en el plazo de dos semanas.

 

El elfo doméstico la acompańo a la puerta. Más que andar, Evedhiel flotaba. Acababa de poner la última ficha al puzzle de su vida. Apellido a su nombre solitario.

 

-Yaxley- gritó asombrada cuando secreyó sola en la inmensidad de los jardines .

 

Delante de ella sin embargo, el mago de pelo blanco parecía aún confundido.

 

 

-Debemos volver al presente- le dijo la chica, mientras deshacía su tocado dejando caer su pelo en los hombros y se quitaba la formal chaqueta metiéndola en su bolsillo.

 

En cuanto a la chapa de MACUSA. Jamás hubo mejor momento para deshacerse de ella. Así que extasiada por la alegría del descubrimiento la tiró lo más lejos que pudo. Dejándola para siempre en su pasado .

Editado por Evedhiel

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En cuanto atravesé la puerta cambié el ritmo al que avanzaba, aquel paso apresurado se transformo en zancadas cada vez más grande. Giré hacia la trampilla que estaba detrás del a fuente casi corriendo. Tenía que encontrar al peliazul y encontrar una forma de volver a nuestra época. Jamás había viajado en el tiempo, ni siquiera había utilizado uno de esos giratiempos que el Ministerio no había legado a destruir.

 

La trampilla no estaba. Al parecer esa parte de la Manor aun no había sido agregada en 1914. Me frené en seco y miré en todas direcciones ¿donde se había metido el mesero? Volví a la puerta principal buscando con la mirada.

 

- ¡Yaxley! - me giré de golpe, la exclamación de la pelirroja me distrajo de la búsqueda por un instante. Entrecerré los ojos, seguía dudando sobre la procedencia de la mujer.

 

- Debemos volver al presente - Entonces si era era de mi época. ¿Como había llegado hasta 1914? yo estaba casi seguro que el tonto reloj de Apolo nos había traído hasta aquel año por accidente. Un accidente causado por mi impulsivo primo, y por el cual aun le debía un puñetazo.

 

- Primero necesito encontrar a Apolo - le dije casi confirmándole que ambos pertenecíamos al mismo plano temporal. Tenía demasiada información en la cabeza como para intentar ocultarle información a aquella casi desconocida.

 

Señalé el punto donde habíamos aparecido, aquel pequeño charco de agua donde la varita del mesero había caído al llegar. Algo pequeño brillaba en el agua. Con un suave, pero firme, tirón en su antebrazo le indiqué que me siguiera para luego adelantarme unos cuantos pasos hacía donde estaba el reloj.

 

Aquel aparatejo infernal aun tenía la cuenta regresiva activa, sea o que fuere, probablemente tenía que ver con nuestra estadía allí. Me giré al escuchar que la puerta volvía abrirse, Wirt y Adelaide habían asomado quizás para ver si de verdad nos estábamos retirando del lugar.

 

Volví la vista hacia el Reloj y carraspeé, la cuenta casi llegaba a cero y no había rastros de Apolo. Negué con la cabeza, no había demasiado que hacer. Reposando una mano en el hombro de la falsa agente de MACUSA, esperé el fuerte resplandor que probablemente nos llevaría de regreso.

 

- ¡Deja mi reloj! idi°ta! - El grito vino desde atrás al tiempo que sentía el impacto de alguien que me tacleaba. Una vez más el destello blanco nos envolvió.

 

 

****

 

Caímos hacia un lado, los tres salimos disparados en diferentes direcciones. Aturdido y con muchísima dificultad para incorporarme, lleve una de mis manos hacia mi ojos para intentar aliviar el ardor en los ojos. Apenas recordaba lo que había sucedido en los últimos minutos, todo era como un mal sueño, de esos que cuanto más intentas recordar, menos recuerdas.

 

Un fuerte mareo me llevó a apoyarme de la única cosa sólida a mi alcance, un enorme bloque de hielo.

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Volver a casa jamás le había resultado una tarea sencilla, no si tenia que toparse de nueva cuenta con su padre adoptivo. Ya no recordaba cuándo fue la última vez que charlo con el o se digno a enviarle una lechuza, detestables animales que se empeñaba en mantener lejos de ella. Sus maletas estaban listas para emprender el viaje de regreso, pero estaba del todo convencida de ello o ¿no?. Se atrevió a dudarlo por un breve instante, ya que nunca le termino de cuadrar la idea de pertenecer a una familia como tal, convivir con ellos o siquiera cenar en compañía de seres que rara vez estaban en contacto con ella.

 

Que sea lo que tenga que ser. Poniendo sus orbes azul oscuro en blanco, se acomodó la capa de viaje sobre los hombros. Abandonar Nueva Zelanda, le estaba costando demasiado y ante todo separarse casi por completo de Haise. Ese joven que sin lugar a dudas de gano la simpatía de Malfoy desde el primer momento, transformándose en su cómplice y mano derecha. ¿Qué pensaría su padre Near, si la viera con tan peculiar compañia?. Aquella interrogante, le arrancó una enorme sonrisa de los labios, imaginarse a su siendo perseguido por el Yaxley.

 

Algún día ocurrirásaliendo de la habitación se dispuso a dejarle una nota en la puerta. El entendería su pronta partida, carente de explicaciones o excusas que solo alterarían el curso que debería tomar el destino de ambos. Nunca se encadenaba demasiado a un lugar o a una persona, no le gustaba esa sensación de pertenencia o experimentar eso que muchos solían catalogar como “amor”.

 

¿Que demonios era eso para ella?, mariposas en el estomago o solo sentir que el suelo bajo sus pies cimbraba con fuerza. Respirando profundamente descartó la idea de la misiva, ya no le quedaba tiempo para eso y apremiaba que abandonará a la voz de ya esa inmensa mansión que se quedaba con tantas memorias recopiladas por ambos vampiros. Londres le daría el respiro que necesitaba, permitiéndole volver a las andadas y cazar a destajo por el pueblo, dejándose ir sin tener que dar cuenta a nadie de lo que hacia o dejaba de hacer.

 

@Near

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 2 semanas más tarde...

El acompañante de Evedhiel pareciía saber de lo que la chica hablaba. Y soprendentemente a ella no le preocupó el hecho que el también tuviese como meta volver al presente.

 

Tiró de su antebrazo firmemente, y la chica entendió aquel gesto de guía. El mago tomo del suelo un cachibache con cuenta atrás y pareció observarlo frustrado. A qué esperaba?

 

La chica se impacientaba, pasando su mirada del aparato a Near y de Near de nuevo al aparato. Acaso era un translador? Si era así, por qué había querido el mago venir a este punto justo del pasado?

 

¡Deja mi reloj! idi°ta!- El segundo mago al que Evedhiel había perdido de vista al entrar en la mansión Yaxley parecía salir de la nada y apenas tuvo tiempo de salar en el halo de luz que envolvió a Evedhiel y Near. La chica sintió como una mano se posaba sobre su hombro y supo lo que se le avecinaba.

 

 

No importaba cuantas veces usase aquella manera de transportarse, jamás se acostumbraria a la sensación de pérdida de control y ganancia del mismo en menos de una milésima de segundo. Antes si quiera de que la bruja pudiese esbozar una mueca de disgusto ante aquel movimiento brusco, su s brazos ya dolían.

 

Abrió los ojos para encontrar todo nevado de nuevo frente a ella. Su vestido se había enredado entre zarzas cercanas y su brazo había quedado colgado de una de ellas. Algunas espinas se había clavado en el brazo izquierdo de la chica que lucía rojo y sangraba de una herida no muy porfunda en el centro.

 

-Genial... Alguien deberia enseñarle a aquel chico como usar objetos mágicos- pensó enfurruñada mientras adecentaba su vestido, retiraba algo de nieve de sus cabellos y su cara y daba un leve vistazo a su herida.

 

A unos 10 metros de ellas los dos cuerpos que la habían acompañado en su viaje parecían haber caido mas o menos juntos cerca de la muy cambiada Manor. Un bloque de nieve enorme los separaba de la fuente, y a la chica le pareció visualizar al menos 3 figuras más aproximandose donde el mago del pelo blanco había aterrizado.

 

La chica se dirigió hacia ellos con paso seguro, aún molesta por la herida de su brazo, dejando un reguero de sangre mientras avanzaba.

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  • 4 semanas más tarde...

Atanacio era un viejo, muy bajito y bonachón. Sabía de algunas cosas, y de otras nnnnnnnnnegativo. Le gustaba caminar, con su pata de palo y su chueco andar. Hundía galletas en el té, cantaba en la ducha como un soprano. Y es que, después de todo, era un tío muy raro.

 

Atanacio, yes, Atanacio. Su nombre raro y su mirada perdida. Es que era el nieto perdido, de la vieja Valentina. Valentina era la hija de Adeleide. Una señora peculiar, con una gran manera de actuar. Petiza, maldita. Ten cuidado, que te saca la espina. La espina del pescado, porque hacía uno espectacular. Pero basta de cháchara, es momento de actuar.

 

En la vieja Manor, vieja indeed, se juntaban una vez al año todos a tomar. ¿Qué tomaban? Verás, un té, un café, un whisky, un fernet. Todos estaban invitados. Los que eran de la familia, claro.

 

Atancio sabía muy bien. Tenía su galera. Tenía su corset.

 

Qué rimas pésimas estás haciendo. Ja, ya lo sé.

 

Eh.

 

Era el lado oscuro de los Yaxley. Los que, de niños, olían pegamento. Se habían esparcido. Por todas las partes del mundo. Atanacio escosés. Calíope en Egipto. Y ya, del resto se olvidó. Porquen era viejito. Porque era bajito.

Editado por Orión Yaxley

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Cordelia llevaba más de 95 años con el mismo vestido. El azul turquesa, casi cielo había parecido oportuno aquella mañana de junio pintada en planes del verano por venir. La chica.. quién dijo chica? mujer, con enaguas y corset. Con tocado y perfume, y labios color carmesí. Parecía salida de una obra de Shakespeare... sería aquello ironía? Lo cierto es que llevaba 80 de aquellos años con esa pregunta sin responder.

 

La dama velaba , fugaz, sin rumbo desde aquel día soleado. Lo curioso, para ella, es que no recordaba haber dormido desde las altas horas de aquel sábado, y el estanque cercano en el que amaneció con dolor de espalda al día siguiente, fue su única casa por lo que parecieron siglos.

 

Hasta, por supuesto, la construcción de la Yaxley. Cordelia se escondía por el día, tras un árbol, en la montaña, detrás de las sombras de los magos constructores... en cualquier sitio donde su presencia etérea pareciese camuflarse. Pero la noche... Oh! La noche era de ella. Y de su búsqueda de tesoros que precabida almacenaba en cualquier trampilla de la cimentada casa aún no terminada.

 

Porque dejemos claro una cosa: La única falta en la cara angelical de la doncella era su tendencia curiosa, casi maquiavélica de apropiarse de bienes ajenos. irremediablemente, y para sorpresa de la chica, Adelaida fue la sorprendida al encontrar a la dama errante en su cocina buscando sobres de gelatina mágica para añadir a su lista de utensilios de la casa. Adelaida, ni corta ni perezosa le ofreció el paquete entero.

 

No mediaron ni media palabra, y desde aquel día, año y hora Cordelia se proclamó protectora de la familia. Al fin y al cabo qué otra función tiene un fantasma en una Manor?

 

Escucha atento, curioso lector!:Pues la única condición que la bruja Adelaida dejó bajo su colchón fue que se mantuviese en secreto el puñal clavado como un cejo entre los omoplatos de la pobre Cordelia. La dama así se cree dormida en un sueño eterno, siendo en realidad una mas en el mundo de los muertos.

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La mujer de aproximadamente 58 años estaba de regreso a la vieja casona donde sus mejores recuerdos habían quedado. Con su raro contorneo del cual ella creía sexy pero parecía más un pez fuera del agua iba a tomar lo que sus demás familiares le ofrecieran, claro que negativamente (?) tomaría cualquier cosa.

 

Con su pequeña estatura, cuerpo regordete y cabello de un fuerte anaranjado que de lejos pareciese un cerro prendido se contorneo torpemente a la Manor, tropezando con sus tacones y cayendo de bruces al suelo suelta unas cuantas palabras para nada dignas de una dama.

 

> pensó después de lanzar un resoplido y levantarse.

 

Llevaba muchos años trabajando para un circo, deseaba tanto ser trapecista pero para su desgracia termino limpiando el excremento del león. El se impregno en su corazón... bueno, el olor también en su piel; por su olfato ya perdido ni cuenta se daba, pero bastantes malas caras que le daban (?) Al animal não que podía abandonarlo, su compañía siempre le hacia falta cuando lejos se encontraba.

 

Abriendo la puerta de par en par grita - ¡Carmelia esta en casa! - para encontrándose con una sala vacía y un silencio perturbador.

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  • 1 mes más tarde...

Gatiux Malfoy llevaba sin aparecer por la Yaxley un par de semanas o tres. Rastrear magia siempre era complicado, y normalmente de imprevisto, pero creía haber hallado una solución a aquel complicado tema de los elfos. Sólo había que trasladar alguno vía armario evanescente y rezar para que después de anular el hechizo que cubría el Manor, la criatura no acabara muriendo igualmente.

 

Para minimizar los reproches hacia su persona, había traído unas cuantas chucherías para los miembros de la familia, artilugios extraños que había encontrado en su viaje, y unos cuantos chocolates de sabores exóticos. Esperaba que sus trabajos les mantuvieran lo suficiente ocupados para no echar en falta su presencia.

 

Para sí misma trajo como recuerdo un corte en la mejilla que no había alcanzado a curar y empezaba a cicatrizar. El enfrentamiento de la última noche había sido extenuante y le había ido por un pelo. Sus botas en otro tiempo habían sido negras, ahora eran marrones gracias a la suciedad y el barro con el que estaba manchando la cocina. De la coleta que sujetaba su larga cabellera violeta salían unos cuantos mechones desordenados. Tenía la cara sucia y de la ropa mejor no hablar.

 

Hojeó el libro con interés. Tampoco debía de ser tan difícil, sólo seguir las instrucciones, un par de movimientos, añadir los ingredientes y agitar el recipiente de vez en cuando para que el contenido quedara perfecto. Aunque quizás no era la hora más indicada para llevar a cabo, antes del amanecer, cuando el sol aún no despuntaba y la casa estaba en completo silencio. Encendió el fuego y comenzó a moverse.

 

Después de mucha concentración, se sentó sobre la encimera con un bol de lo que había preparado: salteado de spaguettis con gambas. Saboreando la primera comida en días. Era como estar en el cielo. El graznido de algunos pájaros que volaban sobre el manor le advirtió que quedaba poco rato para que el sol comenzara a salir. La banshee se quedó absorta, con sus ojos amarillos mirando por el gran ventanal mientras daba cuenta del contenido del bol.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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La tarde caía sobre la Yaxley. El color dorado de las veinte horas bañaba lo que podía ser los vestigios de una batalla campal. El glaciar que había caído sobre la Manor se había derretido con el tiempo y Orión se había dedicado a reconstruir todo lo que pudo. Es que, sin Gatiux y su tiempo a solas… tenía que hacer cosas con las manos para no vivir en el baño de su habitación. Necesitaba distracción y muchas duchas frías.

 

Aunque, extrañamente, Orión no se encontraba esa serata en su hogar. No estaba leyendo un libro, ni tomando té. De hecho, no había nadie. Ni el fantasma de Leonardo, ni la descalza Maida, tampoco el despreocupado Eliot. El ansioso Apolo, o la misteriosa Evedhiel no se habían pasado. Trasto dormía en el patio trasero. La joven Zoella seguro estaba en un bar, o el calculador Aaron viendo dónde podía cometer alguna ilegalidad en traje y corbata.

 

En el gran ventanal de la cocina, que daba hacia un bosque que se extendía hasta vaya saber Merlín donde, se pudo ver una mancha marrón. Caminaba tambaleándose, de un momento a otro. Iba en dos patas y con un ritmo un poco peculiar. La Malfoy, que estaba preparándose la pasta y concentrada en la olla, no pudo ni en años luz descubrir que un oso de gran tamaño, se estampaba con cierta fuerza en el ventanal.

 

La cabeza atravesó el vidrio como si fuera papel manteca. Los vidrios se esparcieron sobre una mesada, lejos de Gatiux. Solo el cuerpo a la mitad, que colgaba como peso muerto sobre el marco de la ventana. Soltaba algunos quejidos leves, como si no estuviera del todo cuerdo con lo que sucedía. Los ojos del animal, estaban rojos y un poco desbordados. Se le caía un poco de baba por el hocico. Movió un poco su naricita ante un olfato veloz y levantó la cabeza. Puso las manos sobre el marco de la ventana e hizo fuerza para meter el resto de su cuerpo.

 

Soltó un gruñido al ver que su pecho no pasaba. Rompió un poco más el vidrio y el marco cedió. Ahora su trasero estaba completamente atascado. Se rendía para luego intentar devuelta. Orión, motivado por sus más instintos primitivos (bueno, específicamente dos, comida y…) estaba intentando meterse a la Manor. Qué, logro, indudablemente, es un maldito oso contra una ventana.

 

Pero, prefirió descansar un poco el cómodo suelo. Demasiada actividad física.

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